Olvidadas

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Olvidadas
Rosa Montero
El miércoles pasado, los talibanes pusieron una bomba en una escuela de niñas
en el noroeste de Pakistán (y de paso se cargaron a tres soldados estadounidenses). Ya
se sabe que los talibanes prohíben educar a las mujeres; este verano hubo 102 ataques a
escuelas en Afganistán y 196 niñas fueron envenenadas. La bomba del miércoles mató
instantáneamente a tres alumnas e hirió a un centenar. Es probable que después
fallecieran unas cuantas más, pero eso ya no lo recogieron los periódicos.
Hoy día importan muy poco estas víctimas. Tuvieron su momento cuando la
guerra contra Afganistán, porque daban argumentos éticos a la incursión militar. Así
supimos de ese infierno; de la prohibición a salir solas de casa y a estudiar, del burka y
la absoluta carencia de derechos. Occidente se horrorizó, pero luego, con esa volatilidad
que caracteriza a la memoria humana, nos las hemos apañado para olvidarlo.
Y somos tan buenos en esto de la amnesia que ahora la comunidad internacional
ha sacado un plan para reintegrar a los talibanes en Afganistán. Basta con que renuncien
a Al Qaeda, y entonces les pagaremos 350 millones de euros para que sigan torturando a
sus mujeres tan campantes. Es el cinismo de la alta política; y es el incomprensible
desamparo de las mujeres en el planeta. Porque, además de los talibanes, hay otros
horrores en otros lugares: lapidaciones, ablaciones, adolescentes enterradas vivas por
sus padres. Como decía Gabriela Cañas en un magnífico artículo, el mundo es capaz de
luchar contra la discriminación racial y, por ejemplo, en su momento se prohibió la
participación en los Juegos Olímpicos de los atletas surafricanos del apartheid. Pero 26
países siguen en los JJOO a pesar de vetar a las mujeres en sus delegaciones, porque la
discriminación sexual todavía es una causa menor. Mujeres de la Tierra, olvidadas
víctimas.
El País de los estudiantes
1/3/2010.
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7)
Tema, resumen, estructura y esquema general de ideas.
Deixis y cohesión gramatical.
Cohesión léxico-semántica.
Registros del lenguaje.
Elementos de modalización.
Tipo de texto.
Valoración crítica y opinión personal.
Olvidadas
El tema del presente texto es la marginación de la mujer en la actual sociedad.
El tema del texto es la discriminación encubierta a la que se ven sometidas
todavía hoy muchas mujeres.
La autora denuncia el tema de la impunidad con que se suceden situaciones de
maltrato hacia las mujeres.
Un posible resumen del artículo podría ser el siguiente:
Los talibanes siguen atentando contra colegios de niñas porque piensan que la
mujer no tiene derecho a una formación académica. Este fue uno de los motivos que
propició la intervención occidental en Afganistán, pero una vez “normalizada” la
situación parece que nos hemos olvidado del problema. Es más: se pretende financiar la
vuelta de los talibanes a la sociedad afgana, con el peligro que esto supondría para las
mujeres ya no sólo de aquel país sino de todo el mundo, sometidas a un trato
discriminatorio que, comparado con el racismo, pasa injustamente desapercibido.
O:
Igual que el racismo, la discriminación de la mujer no debería consentirse bajo
ningún concepto. Sólo nos acordamos de que existe cuando tratamos de justificar una
intervención militar, como la de Afganistán contra los talibanes, pero lo olvidamos tan
pronto como pensamos que ya está todo normalizado. Las últimas víctimas, niñas
inocentes en una escuela afgana, son una prueba irrefutable de que la violencia contra la
mujer es una realidad en el mundo actual.
La estructura general del texto responde a la división expositivo-argumentativa
común en artículos de opinión. La introducción expositiva se correspondería
fundamentalmente con el primer párrafo, en el cual, a partir de un hecho de actualidad –
un atentado reciente en Pakistán-, se nos ofrecen datos concretos sobre número de
víctimas y principal causa del problema (“los talibanes prohíben educar a las mujeres”).
A continuación, en el segundo párrafo, empieza propiamente la argumentación e
interpretación de la autora. Critica el silencio informativo de los medios y lo contrapone
a la repercusión que en el pasado tuvo el conocimiento de la discriminación de la mujer
afgana (contraste de ideas). Para ello la autora da varios ejemplos (“prohibición a salir”,
el “burka”, etc.). Rebate los supuestos “argumentos éticos” que hubo para una
intervención militar argumentando que ahora no se hace nada.
El tercer párrafo contiene la conclusión final de la autora en forma de
generalización del problema. Sigue contraargumentando la postura de quienes (“alta
política”) pretenden rehabilitar a los talibanes y para ello utiliza una cita ajena
encubierta (“Basta con que renuncien a Al Qaeda…”). Seguidamente, enumera otros
casos de violencia contra las mujeres (“lapidaciones, ablaciones…”) en otros puntos del
mundo y llega a la conclusión, apoyándose en un argumento de autoridad (Gabriela
Cañas, de la que se citan directamente palabras), de que la discriminación femenina no
está tan perseguida como el racismo, como se ve en el ámbito deportivo (argumento de
ejemplificación).
En conclusión, podemos establecer un tipo de estructura textual sintetizante o
inductiva, puesto que la autora va de los hechos particulares a una idea más general en
forma de tesis explícita final (“Mujeres de la Tierra, olvidadas víctimas”).
Un hipotético esquema de las ideas que articula el texto en cada uno de sus tres
párrafos es el siguiente:
1. Nuevo atentado en una escuela de niñas paquistaníes.
1.1. Víctimas: tres alumnas y tres soldados muertos, 100 heridas.
1.1.1. Probablemente haya más víctimas.
1.1.1.1. La prensa no da más información.
1.2. Ya van 102 atentados y 196 víctimas mortales en Afganistán.
1.3. Culpables: los talibanes.
1.3.1. Prohíben la alfabetización de las mujeres.
2. Ahora no interesa conocer la situación de la mujer.
2.1. Antes sí porque ofrecían coartada para la guerra.
2.1.1. Se supo que no tenían derecho a nada.
2.1.1.1. Impacto en Occidente.
3. Las mujeres están desprotegidas frente a los abusos de los hombres.
3.1. Se pretende la amnistía a los talibanes.
3.1.1. Subvencionándolos.
3.2. Continúan los crímenes contra mujeres.
3.2.1. Lapidaciones.
3.2.2. Ablaciones.
3.2.3. Enterradas vivas.
3.3. El racismo está perseguido, el machismo no.
3.3.1. Sudáfrica fue vetada en los JJOO por el apartheid.
3.3.2. 26 países se niegan a tener representantes olímpicas.
2) El texto encuentra su pleno sentido en la medida que está integrado en una
situación comunicativa precisa. Así, emisor y receptor son identificables a través de los
deícticos personales: “supimos”, “nos las hemos apañado”, “somos”, “pagaremos”. Son
ejemplos de plurales inclusivos, con los que la autora implica a los lectores en su misma
postura o visión del problema. Para mostrar cierta objetividad –también con la finalidad
de convencer a los destinatarios-, Rosa Montero utiliza la impersonalidad: “se sabe”,
“hay”, “se prohibió”, etc. o generaliza mediante la tercera persona (“Occidente”,
“memoria humana”, “comunidad internacional”, “el mundo”).
Respecto a la deixis temporal, hemos de destacar la actualidad del texto
manifestada a través de los deícticos temporales “El miércoles pasado”, “este verano”,
“después” para informar de lo sucedido recientemente; “Hoy día”, “cuando la guerra
contra Afganistán”, “luego” para contraponer pasado y presente; y “ahora”, “entonces”,
“en su momento” para denunciar el estado actual de discriminación sexista. En fin, la
deixis espacial nos sitúa el problema no sólo en lugares concretos (“noroeste de
Pakistán”, “Afganistán”, “surafricanos”) sino que lo hace extensivo a todos
(“Occidente”, “la Tierra”, “el planeta”, “otros lugares” [la indeterminación propicia la
generalización]).
Otros mecanismos que contribuyen a la cohesión gramatical es el uso de los
conectores o marcadores discursivos. Los más abundantes son los de adición “y”, pero
también los hay valorativos “Es probable”, causales “Porque”, ejemplificadores “por
ejemplo”, de oposición o contraste “Pero”. También diversos tipos de nexos posibilitan
el desarrollo argumentativo de las ideas: “pero” (adversativo), “porque” (causal),
“tan…que” (consecutivo), “para” (final), “a pesar de” (concesivo). Como vemos, la
mayoría introducen proposiciones de implicación lógica.
Finalmente, haremos una breve mención a distintos elementos fóricos, tanto
anafóricos como catafóricos. Entre los primeros están los pronombres anafóricos “un
centenar”, “unas cuantas”, “eso”, “olvidarlo”, “les pagaremos”, los determinantes “estas
víctimas”, “su momento”, el adverbio “Así”. En cuanto a catáforas, “esto de la
amnesia”, “otros horrores […]:”.
3) En el terreno de la cohesión léxico-semántica, más pronunciada que la anterior,
encontramos como principal campo conceptual, del que dependen toda una serie de
recursos semánticos, el del género femenino: “niñas, mujeres, alumnas, adolescentes,
víctimas, burka, escuelas, olvidadas, desamparo, envenenadas, discriminación sexual,
enterradas…”. Obsérvese la abundancia del morfema gramatical de género femenino.
Complementario de este campo es el de la violencia: “bomba, ataques, guerra, incursión
militar (eufemismo del anterior), Al Qaeda, luchar, se cargaron, infierno, mató, hirió,
fallecieron, torturando…”. Podríamos considerar, en relación con esta última red, como
lexema clave prohib- (“prohibió, prohibición, prohíben”). También el hiperónimo
“horrores” y sus cohipónimos “lapidaciones, ablaciones, enterradas vivas por sus
padres”.
Independientemente de la base semántica común al léxico ya citado,
encontramos términos sinónimos como “vetar-prohíben”, “discriminación racialapartheid”, “olvidar-amnesia”, “planeta-mundo-Tierra-comunidad internacional” y
antónimos como “supimos/olvidarlo”. Para finalizar este análisis, podríamos considerar
un último campo conceptual opuesto al de la violencia contra las mujeres: “Occidente,
alta política, periódicos, artículo, argumentos éticos, derechos, plan”, aunque casi
siempre la autora lo emplea irónicamente para criticar la pasividad de la gente.
4) El registro más apropiado para darse a entender entre lectores habituales de prensa
escrita es el estándar en su variedad formal, pues responde a un canal escrito y no hay
familiaridad entre los participantes de la situación comunicativa. Por esa razón, las
escasas variaciones de registro que se produzcan obedecerán a una intencionalidad
precisa por parte de la autora, como a continuación comprobaremos. Así, por ejemplo,
aparecen coloquialismos como “campantes”, “apañado” o “se cargaron”, éste último
incluido en un inciso parentético para expresar enojo. Estos términos, en general,
aumentan la expresividad del texto.
Otro de los registros secundarios más utilizados es el culto, formado no sólo por
cultismos (“volatilidad”, “cinismo”, “lapidaciones”, “ablaciones”) sino también por
tecnicismos (“amnesia”, proveniente de la medicina, y “causa menor”, jurídico).
Demuestran el conocimiento del tema que posee la autora y su nivel de preparación del
texto. Hace uso de la cursiva para escribir préstamos lingüísticos de otros idiomas:
“burka” y “apartheid”, y utiliza las siglas para evitar la reiteración: “JJOO” (Juegos
Olímpicos).
5) El texto, al tratarse de un artículo de opinión, presenta la subjetividad propia de este
tipo de textos y que se manifiesta a través de distintos elementos modalizadores del
enunciado. En primer lugar encontramos, a pesar del predominio de la modalidad
oracional enunciativa, la dubitativa “Es probable que…” para formular una hipótesis y
la exclamativa “Mujeres de la Tierra, olvidadas víctimas” para expresar indignación.
Por lo que concierne al léxico valorativo, destacan los adjetivos calificativos
“absoluta”, “incomprensible”, “magnífico”, “olvidadas”; los sustantivos abstractos
“cinismo”, “horrores”, “desamparo”, “esa volatilidad” (valoración despectiva del
demostrativo); el verbo valorativo “supimos” (de lengua); el verbo emocional “se
horrorizó”; el superlativo cuantificador “muy poco”.
En fin, diversas figuras retóricas contribuyen a expresar figuradamente la
opinión de la autora. La metáfora “infierno”, aplicada a la situación que viven las
mujeres afganas; la personificación “Occidente se horrorizó” para generalizar el
dramatismo; las ironías “somos tan buenos”, “les pagaremos […] para que sigan
torturando” con la finalidad de cuestionar las medidas a favor de los talibanes.
6) Nos hallamos ante un artículo de opinión y, más en concreto, ante una columna de
una de las firmas más habituales en el periódico El País: Rosa Montero. La actualidad
del asunto abordado, junto a la manera personalísima de tratarlo, el compromiso diario
con sus lectores y la adopción de una postura totalmente independiente frente al
problema son algunos de los rasgos de este subgénero de opinión. La adhesión de los
lectores es la finalidad primordial del texto que, al ser publicado en el rotativo de mayor
influencia del país, alcanza la repercusión social pretendida.
7) Este texto me parece lo suficientemente duro como para que no pase desapercibido a
nadie. Y en ese nadie deberíamos incluir a los hombres, sobre todo a aquellos que
ostentan el poder y tienen capacidad decisoria en asuntos de “alta política”, como dice
Rosa Montero. La autora, partiendo de casos extremos de violencia contra las mujeres,
hace extensivo el problema a la totalidad del colectivo de mujeres, para que se tome
conciencia de la magnitud de la tragedia y se tomen las medidas oportunas. Además,
demuestra una gran valentía al denunciar la hipocresía occidental y la manipulación de
los medios de comunicación.
En mi opinión, la mujer se merece el mismo trato que los hombres. Y si para ello
hay que cambiar las costumbres, deberíamos hacerlo. Aunque en los últimos años la
mujer ha avanzado mucho en su conquista de derechos sociales e individuales (este año
se cumple precisamente el centenario del acceso femenino a la Universidad), todavía
hay mucho camino que recorrer, sobre todo en zonas de escaso desarrollo económico y
pobre nivel cultural. No podemos tampoco solucionar este problema sin poner las bases
de una mejora material y educativa imprescindibles.
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