AGENDA DE DISCUSIÓN PARLAMENTO

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PRONUNCIAMIENTO DE UNICEF
EN LA VII CUMBRE DE PRESIDENTES DE CENTROAMERICA Y MEXICO
TEGUCIGALPA, 30 DE JUNIO DE 2005
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF, en la búsqueda de una
respuesta integral al problema del aumento de la violencia social y la criminalidad en la
región y ante la oportunidad que representa la VII Cumbre de Presidentes de
Centroamérica y México, que se lleva a cabo en la ciudad de Tegucigalpa, Honduras
durante los días 29 y 30 de junio:
1. Reconoce los esfuerzos de los Estados por abordar el tema de la violencia en el marco de
las Cumbres Iberoamericanas y las recientes consultas regionales en el contexto del
Estudio del Secretario General de Naciones Unidas sobre Violencia contra los Niños,
Niñas y Adolescentes.
2. Reconoce el esfuerzo de los Estados para cambiar los modelos económicos generadores
de pobreza e inequidad a los que están estrechamente ligados los fenómenos de
violencia contra la niñez y adolescencia.
3. Reconoce y felicita a aquellos países que están desarrollando un abordaje integral del
fenómeno de la violencia a través de la implementación de programas dirigidos a los
adolescentes y a los que están en vulnerabilidad o en conflicto con la Ley.
4. Considera que la violencia es una amenaza para el cumplimiento de la Convención
sobre los Derechos del Niño para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
5. Reconoce que la ciudadanía tiene el legítimo derecho de sentirse segura. Por
consiguiente es responsabilidad de los Estados crear las condiciones para que todos los
sectores participen en la construcción de un ambiente de seguridad en el marco del
Estado de Derecho.
6. Que la violencia social y la delincuencia tienen múltiples causas, gestadas en su mayoría
durante décadas de cultura de violencia, inversión en desarrollo humano insuficiente y
progresivo debilitamiento de los niveles de inversión en la niñez y la familia.
7. Que la solución al fenómeno de la violencia y la delincuencia es responsabilidad de
todos y cada uno de los ciudadanos; que, por lo tanto, su solución no depende solamente
de los Gobiernos y requiere de políticas de Estado de mediano y largo plazo.
8. Que las políticas públicas y programas dirigidos a adolescentes involucrados en actos
violentos no deberían abordarse únicamente desde la perspectiva de seguridad pública.
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Aspectos tales como la disminución de la edad penal y el aumento en las penas no
constituyen soluciones adecuadas a la violencia. Hace falta una “mano justa y sabia”
que proteja el presente y futuro de los países.
9. Los adolescentes no son los principales responsables de la violencia y la delincuencia.
Cuando hayan cometido actos delictivos, no se trata de buscar impunidad para ellos,
sino la aplicación efectiva de la justicia penal para adolescentes, en el marco de la
Convención sobre los Derechos del Niño, sin abusos ni arbitrariedades que tienden a
perpetuar el círculo de la violencia.
10. La experiencia de los países demuestra que las medidas solamente represivas, lejos de
disminuir la violencia y la delincuencia, la aumentan, distrayendo recursos, atención y
esfuerzos que se deben destinar a las medidas preventivas, de atención y rehabilitación.
11. La falta general de estadísticas confiables sobre el problema, el manejo sesgado y
mediático que recibe el tema de las “maras”o pandillas, genera en la opinión pública
una situación de miedo y rechazo, que produce estigmatización social y discriminación
generalizada de todas los niñas, niños y adolescentes.
12. El reto está en ir más allá de las medidas represivas y llegar oportunamente a los
adolescentes, antes de que caigan en el círculo de la violencia. La inversión social y los
programas de prevención y de lucha contra la pobreza, con apoyo específico a las
familias y a los propios adolescentes como promotores del cambio serían, entre otros,
parte de la respuesta.
13. Que los sistemas democráticos de justicia contribuyen al fortalecimiento del Estado de
Derecho y a la generación de pautas de tolerancia y convivencia pacifica.
14. Que los Estados al formular sus políticas de seguridad nacional y de combate al
terrorismo no socaven las bases de la democracia que son los derechos humanos.
Ante esta situación, UNICEF recomienda que los países lideren una política de prevención
y atención de la violencia y delincuencia que aborde tanto las causas como las
manifestaciones del problema con acciones orientadas a:
1. Aumentar progresivamente la inversión en políticas públicas, especialmente en
educación, salud y empleo, dando prioridad a los sectores más excluidos de la sociedad.
2. Calificar y mejorar la capacidad de las instituciones policiales y judiciales en la
persecución e investigación del delito en el marco de la ley y el respeto a los derechos
humanos.
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3. Homogenizar los Códigos Penales para sancionar severamente a los adultos que utilicen
a niñas, niños y adolescentes para actividades delictivas.
4. Garantizar el acceso a la educación primaria y secundaria de calidad, de forma gratuita,
y obligatoria.
5.
Apoyar los programas de formación y capacitación vocacional y tecnológica que
faciliten el acceso de los adolescentes al mercado laboral, y amplíen las opciones de
medidas alternativas al internamiento.
6. Promover programas de beneficio a la comunidad, generados desde el municipio en
alianza con el sector privado y las familias, que ayuden a recuperar el potencial de los
adolescentes involucrados en pandillas.
7. Fomentar de parte del Estado y la sociedad espacios libres de violencia donde se
promueva la participación, cultura y recreación para los adolescentes.
8. Limitar y controlar el tráfico y uso de armas de fuego entre la población civil.
9. Fomentar una cultura de paz a través de la formación en derechos humanos y la
resolución pacífica de conflictos.
10. Hacer un llamado a los líderes de opinión y a los medios masivos de comunicación para
que contribuyan en la construcción de una cultura de paz y de derechos humanos.
UNICEF se compromete a acompañar y apoyar los esfuerzos de los países de la región
encaminados a fortalecer respuestas integrales que guarden un equilibrio entre los
componentes de prevención, protección y aplicación de la Ley en el marco de las
Constituciones Nacionales y Convenios Internacionales sobre derechos humanos
ratificados por todos los países.
Ratificamos lo expresado por los adolescentes en su declaración de la Sesión Especial de
Naciones Unidas sobre la Infancia, Mayo 2002:
“Nosotros no somos la fuente de los problemas; somos los recursos que se necesitan para
resolverlos”.
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