SITUACION NORMATIVA LA LEY 6/1998 DE 13 DE ABRIL SOBRE EL REGIMEN DEL SUELO Y VALORACIONES Y EL DERECHO URBANÍSTICO EN ESPAÑA INTRODUCCION Antes de entrar de lleno en el tema de la presente exposición, y a los efectos de la debida comprensión de la naturaleza cambiante y de la constante evolución experimentada por el Derecho urbanístico en España, conviene que nos formulemos una pregunta ¿ QUE ES EL URBANISMO?. Cuestión esta que, si bien parece obvia, es trascendental para explicar los constantes cambios en esta materia. La concepción tradicional del urbanismo como aquella disciplina encargada de la ordenación de la ciudad sólo es válida hasta la segunda guerra mundial, momento en que se toma conciencia de que las tensiones de la vida urbana están directamente vinculadas con todos aquellos fenómenos que acontecen en las cercanías de la ciudad e incluso, en último término por todo aquello que ocurre en el contexto del país. La conclusión a la que llegamos con don Tomás Ramón Fernández es que el urbanismo es “una perspectiva global e integradora de todo lo que se refiere a la relación del hombre con el medio en el que se desenvuelve y que hace de la tierra, del suelo, su eje operativo” y es precisamente esta definición totalizadora la que llevó a los ingleses a bautizar sus leyes urbanísticas como Town and Country Planning Acts, esto es, leyes que no sólo tenían por objeto la planificación interna de las ciudades sino de los terrenos en que la misma se localizan, procediéndose a una progresiva incorporación en dicha 1 normativa de preocupaciones medioambientales, cuestiones éstas que, sin embargo no tienen cabida en nuestra legislación hasta tiempos mucho más recientes. EVOLUCION HISTORICA HASTA LA LEY 6/1998 DE 13 DE ABRIL En cuanto a la exposición de la evolución histórica en la legislación urbanística española hasta llegar a la Ley 6/1998 de 13 de abril de Régimen del Suelo y Valoraciones, vamos a diferenciar las siguientes etapas: 1.- Antiguo Régimen. 2.- El Siglo XIX : 2.1.- Legislación de ensanche. 2.2.Legislación de reforma interior de ciudades 2.3.- CONCLUSIÓN:El desencuentro entre problemas de la vivienda y la normativa de urbanismo. las los 3.- Legislación de régimen local 4.- Ley del Suelo de 12 de mayo de 1956 5.- Texto refundido de 1976 6.- La Constitución de 1978 6.1.-Incidencia en materia de urbanismo. 6.2.- La Ley 8/1990 y el Texto refundido de 1992 2 6.3.- La Sentencia del Tribunal Constitucional 61/1997 de 20 de marzo. 1.- EL ANTIGUO REGIMEN En esta época, entre las diferentes normas sectoriales destacan, por su carácter paradigmático las normas urbanísticas contenidas en las Leyes de Indias, frente a la situación cerrada de las ciudades medievales del Antiguo Mundo, dichas normas regulan los lugares preferibles para el emplazamiento de las nuevas ciudades, el papel de las plazas y trazados aconsejables según las condiciones climáticas, en definitiva, se trata de normas que pretenden regular la calidad de vida de las nuevas ciudades. Estas nuevas ciudades eran poblaciones “planificadas” tal como ya manifestó Darwin en sus viajes a Beagle, describiendo la ciudad de Maldonado, en el actual Uruguay, como una ciudad con calles rectilíneas y una plaza central. Esta escrupulosa planificación de la estructura de las ciudades se realiza con el objeto de descentralizar la población. En el polo contrario se encuentran las normas relativas al urbanismo existentes en el Viejo Mundo, y concretamente en España, normas que se conocen como de “policía urbana”. Dichas reglamentaciones, de marcado carácter intervensionista, cuyo objetivo primordial era controlar la actividad edificatoria de los particulares y velar por la seguridad y salubridad, tratando de impedir actuaciones descontroladas, aparecen contenidas en la Novísima Recopilación, así el Libro III del Título XIX se refiere a la ciudad de Madrid, englobadas en el rótulo de “ Policía de la Corte”. Muchas de estas normas han llegado hasta nuestros días a través de las Ordenanzas Municipales o bien se han incorporado a la legislación estatal o autonómica. Así cabe destacar las siguientes: 3 - - - Normas sobre prohibición de balcones, pasadizos y otros edificios de 1530, así como la mejora y reparación de los existentes para que cuando se derrumben no puedan ser reedificados, los que anticipa mutatis mutandis la técnica de la declaración fuera de ordenación. Normas relativas a la prohibición de hornos de yeso dentro del comercio de la Corte, evidente precedente de la normas sobre actividades molestas, de 1693. Normas sobre nueva iluminación de calles y plazas de Madrid, de 1765. Normas sobre reedificación de casas en solares yermos de 1788. 2.- EL SIGLO XIX 2.1.- LA LEGISLACIÓN DE ENSANCHE. No es hasta bien entrado el siglo XIX y, en concreto con los inicios de la revolución industrial, momento en que se producen grandes acumulaciones de población en las ciudades que hacen preciso buscar mayores espacios para su acomodo, así como la necesidad de adoptar medidas que garanticen el desarrollo económico, que se produce la ruptura material de las antiguas fortalezas o murallas que durante toda la Edad Media constituían no sólo una barrera aduanera sino una auténtica limitación física al crecimiento de las ciudades. De acuerdo con esta situación física de las ciudades las primeras normas urbanísticas son concebidas con el objetivo de “ ensanchar” los límites de las ciudades de estructura medieval. En 1857 se encargó a don Carlos Mª de Castro la formación de un Proyecto para el ensanche de Madrid, auque las cercas de la ciudad no se derrumban hasta 1868. Estas iniciativas en Madrid y Barcelona, cuyas murallas se derrumban en 1854, culminan con la aprobación de la Ley de 29 de junio de 1864, que según Bassols Coma, inaugura formalmente nuestro 4 Derecho Urbanístico histórico, y que será la primera de una sucesión de normas que pretenden favorecer la edificación masiva más allá de los muros de las ciudades. Esta normativa encomienda a los Ayuntamientos la expropiación de los terrenos para usos públicos y viales, así como su posterior urbanización. Igualmente se prevé un sistema de resarcimiento de las corporaciones mediante la cesión estatal a favor de los mismos de la contribución territorial de la zona “ ensanchada” durante un período de 25 años, con la posibilidad de imponer un recargo extraordinario del 60%. Por su parte los propietarios pueden elegir entre pagar los tributos o ceder a los Ayuntamientos el terreno preciso para la construcción de calles y plazas, esto es, los espacios precisos para la urbanización de las ciudades. Consecuentemente, se instrumentan dos opciones básicas para la financiación de las obras de urbanización: - A costa de los Ayuntamientos, que recuperan la inversión mediante tributos. - A costa de los propietarios, que ceden los terrenos precisos para las obras públicas pero no pagan los tributos. Esta es la vía que posteriormente se ha conservado en el Derecho Urbanístico español. La gestión de las tareas de ampliación de las ciudades se encomienda a una “ Junta de Ensanche” formada por concejales y representante de los propietarios. La citada Junta es competente para fijar el justiprecio de las expropiaciones precisas para las tareas de ensanche. La última disposición del siglo es la Ley de 26 de julio de 1892, que en principio se limitaba a los ensanches de Madrid y Barcelona. Esta Ley viene a establecer un régimen especial de fortalecimiento de la 5 financiación de los ensanches, ampliándose a 30 años la afectación de la contribución territorial y su recargo. 2.2.- LEGISLACIÓN DE REFORMA INTERIOR DE LAS CIUDADES. La otra gran línea de intervención de finales del siglo XIX fue la de reforma de la estructura interna de las poblaciones contando para ello como instrumento básico con la Ley de Expropiación Forzosa de 10 de enero de 1879 que declara de utilidad pública “las obras de policía urbana y en particular las de ensanche y reforma interior de las poblaciones”. Esta norma consagra la primera técnica de confiscación parcial de las plusvalías derivadas de la obra urbanizadora al autorizar la expropiación de las zonas laterales de las nuevas vías públicas con un fondo de 20 metros a contar desde el límite de éstas. Esta técnica se intensifica con la Ley de 18 de marzo de 1895 de Saneamiento y Reforma Interior de Grandes Poblaciones ( más de 30.000 habitantes). En esta nueva norma se extiende a 50 metros el fondo de las zonas laterales expropiables, atribuyendo la determinación del justiprecio a un Jurado especial presidido por el Alcalde e integrado por Arquitectos, Abogados , un comerciante, un industrial y varios propietarios. Otra novedad de dicha norma es que se introduce un sistema de estímulos fiscales a las obras urbanizadoras que se prolonga hasta casi nuestros días. Las grandes leyes citadas, constituyen, hasta la promulgación de la Ley del Suelo y Ordenación Urbana de 12 de mayo de 1956 el esqueleto de nuestro Derecho Urbanístico. Este esqueleto se irá rellenando mediante instrumentos normativos 6 menores, cada uno de los cuales actuará desde su propia perspectiva en materias sectoriales. 2.3.- EL DESENCUENTRO ENTRE LOS PROBLEMAS DE LA VIVIENDA Y LA NORMATIVA DE URBANISMO El examen de la legislación de ensanche durante todo el siglo XIX conduce a la conclusión de que, si bien esta actividad normativa se promulgó con el objetivo de solucionar los problemas de hacinamiento existentes en las ciudades debido a que las mismas habían sido desbordadas por los nuevos movimientos de población y el desarrollo industrial, lo cierto es que el resultado fue fallido debido, fundamentalmente a que la actividad normativa se limitó a regular la urbanización del suelo olvidándose de la necesidad de una política de vivienda. Es a principios del siglo XX cuando comienza, más allá del propósito esencialmente planificador de la normativa urbanística anterior, el afán por regular los problemas de la vivienda, inspirándose en motivaciones sanitarias y sociales. Sin embargo, la incipiente regulación de la ordenación de las viviendas tampoco soluciona el problema existente toda vez que esta regulación se hace de forma totalmente independiente de la normativa sobre urbanización lo que tendrá consecuencias negativas para el desarrollo urbano que no se solucionarán hasta los años 70. En 1923 como consecuencia de la Conferencia Nacional de la Edificación, se elabora un proyecto de Ley sobre fomento de la edificación, que si bien no pudo llegar a ser debatido y tramitado, sí es expresión de un nuevo espíritu en la normativa urbanística, así el principal objetivo de dicho proyecto es la vinculación entre la política de vivienda y la ordenación urbanística. Dicho proyecto pretende acabar con la retención especulativa de los terrenos mediante disposiciones que conservan, hoy en día, toda su actualidad, tales como: edificación forzosa de solares sin edificar bajo amenaza de expropiación; régimen fiscal especial para los terrenos 7 sin edificar; prevalencia de los valores fiscales en la determinación del justiprecio. 3.- LEGISLACIÓN DE REGIMEN LOCAL El Reglamento de Obras, Servicios y Bienes Municipales de 14 de julio de 1924 consolida y sistematiza las técnicas urbanísticas alumbradas en la normativa anterior, dando carta de naturaleza a conceptos tales como: zonificación; estándares (así los relativos a superficie máxima edificable, anchura mínimas y pendientes máximas de las calles, índice mínimo de zona verde por habitante); obligatoriedad de licencia para realizar obras. Igualmente se introducen nuevos conceptos tales como “extensión” ( referido a los nuevos núcleos urbanos fuera del casco y no unidos al mismo). La sistematización de las técnicas urbanísticas creadas por la legislación anterior se trasvasa, básicamente en bloque, a la Ley de Régimen Local de 1950 ya en vísperas de la Ley del Suelo de 1956 cuya importancia manifiesta con acierto García de Enterría y Parejo ya que se trata “del verdadero acta de nacimiento de un Derecho Urbanístico Español por fin maduro, orgánico y omnicomprensivo, lejos del casuismo normativo, de las timideces y del arbitrismo ocasional de los cien años anteriores, animado de criterios técnicos profundos, por supuesto discutibles, pero que intentan responder a la vasta problemática de los conflictos de intereses privados y colectivos que suscita la realidad del urbanismo contemporáneo” 4.- LA LEY DEL SUELO DE 12 DE MAYO DE 1956 8 La Ley del Suelo de 12 de mayo de 1956 constituye un verdadero código del urbanismo, cuyos principios básicos permanecen vigentes en la actualidad. La principal singularidad de esta Ley es que, pese a que el legislador carecía en dicha fecha de una base doctrinal previa éste no acude a “copiar” la normativa comunitaria en materia de ordenación y ejecución, sino que partiendo de las propias experiencias legislativas y tradiciones españolas se crea una norma jurídica que se adelante a su tiempo colocándose en la vanguardia del Derecho Europeo de la época. Las principales novedades del texto de la Ley del Suelo de 12 de mayo de 1956 son: 1.- Se atribuye a los poderes públicos, por primera vez en nuestro ordenamiento jurídico, la entera responsabilidad en cuanto a la ordenación de la totalidad del territorio nacional, en todo lo concerniente a: planificación; régimen jurídico del suelo; ejecución de urbanizaciones. Es a partir de este momento que el urbanismo se define como una función pública. 2.- Se introduce una nueva configuración del estatuto jurídico para la propiedad del suelo, desaparece la concepción de la propiedad sobre el suelo como el Derecho de gozar y disponer e incluso abusar sin más limitaciones que las establecidas en las leyes, tal como la concepción romana de la propiedad, artículo 348 del Código civil, establece para convertirse en un Derecho limitado en su contenido por lo dispuesto en cada caso en la Ley urbanística y los correspondientes planes de ordenación. En consecuencia se trata de un auténtico estatuto de la propiedad fuera del Código civil. 3.- El ius aedificandi, el más importante de los derechos dominicales del Derecho de propiedad, pasa a convertirse en una atribución expresa de los planes urbanísticos cuya atribución efectiva al titular del suelo se subordina al cumplimiento de dos deberes por parte del propietario: la contribución a los gastos de urbanización; y la edificación en los plazos que los planes estipulen. En la práctica y, pese a la excelente calidad técnica de esta norma, su incidencia fue mucho menor de lo esperable principalmente debido a que la implantación del planeamiento urbanístico se prolongó en el 9 tiempo lo que impidió el cumplimiento de los objetivos que dicha norma establecía. 5.- EL TEXTO REFUNDIDO DE 9 DE ABRIL DE 1976 El texto refundido de 9 de abril de 1976 es la culminación de la reforma que la Ley de 2 de mayo de 1975 introdujo en la Ley del Suelo de 1956. La Ley de 2 de mayo de 1975 introduce las siguientes novedades en el texto de la anterior Ley del suelo: 1.- se crea la figura de los Planes Directores Territoriales de Coordinación cuya función es la conexión del planeamiento físico con el socioeconómico. 2.- los planes generales de ordenación pasan a tener una configuración abierta que les permite adaptarse a las cambiantes circunstancias. 3.- se establece por primera vez las dotaciones mínimas para parques y jardines públicos, así como un límite de densidad de población. A los efectos de reforzar la virtualidad práctica de esta reforma se publican en 1978 los Reglamentos de Planeamiento, Gestión y Disciplina Urbanística. 6.- LA CONSTITUCIÓN DE 1978 La piedra angular de las modificaciones introducidas por la Carta Magna es, por un lado el contenido del artículo 33 de la Constitución 10 y, por otro el sistema de distribución de competencias en materia de ordenación del territorio, urbanismo y vivienda. El artículo 33 CE reconoce el Derecho a la propiedad privada lo que parece eliminar la propiedad pública del suelo que el legislador del 1956 establecía en la Exposición de Motivos como el “ideal de la empresa urbanística”. Lo cierto es que si bien el artículo 33 de la Constitución proscribe la confiscación pura y simple del suelo, no impide el empleo de otras técnicas de delimitación del contenido de la propiedad. En este sentido el artículo 33.2 de la Constitución señala que la función social del Derecho de propiedad “delimitará su contenido de acuerdo con las leyes”. Por otro lado el artículo 47 de la Carta Magna obliga a los poderes públicos a “regular la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación”, lo que legitima la participación de la comunidad en las plusvalías derivadas de la acción urbanística de los poderes públicos. De estos dos preceptos, artículo 33 y 47 de la Constitución, resulta la delimitación constitucional de un límite mínimo del Derecho a la propiedad, constituido por la participación en las plusvalías, y otro máximo, esto es, el respeto al contenido esencial del Derecho de propiedad. Y es precisamente dentro de este doble límite donde caben políticas muy diferentes y la aprobación de normativas de diferente signo. Por otro lado, la Constitución impulsó la descentralización política que ya se había iniciado en el período preconstituyente con el Real Decreto- Ley de 29 de septiembre de 1977 por el que se restituye provisionalmente la Generalitat de Cataluña. 11 En 1983 se aprueban los estatutos de autonomía de las 17 Comunidades Autónomas. De acuerdo con dichos estatutos y dentro del marco constitucional, todas las Comunidades Autónomas gozan de competencias que los mencionados estatutos califican de exclusivas en materia de ordenación del territorio, urbanismo y vivienda, competencias que comprenden tanto el poder legislativo como los de ejecución y gestión. Consecuentemente, los órganos de las Comunidades Autónomas sustituyen a los del Estado en el ejercicio de las competencias que la Ley del Suelo de 1976 y sus normas complementarias establecían, normativa ésta que seguía en vigor en la medida en que no hubieran sido modificadas por los poderes autonómicos y que, en todo caso, constituyen Derecho supletorio de conformidad con el artículo 149.3 de la Constitución. Así las Comunidades Autónomas aprueban normas de gran calado como la Ley 11/1985 de adaptación de la del suelo a Galicia o la Ley 3/1984 de Cataluña. El problema competencial se refuerza y cobra su mayor virulencia cuando en la segunda mitad de los años 80, y ante el espectacular incremento del precio del suelo, el Gobierno se propone la reforma de la Ley del Suelo de 1976 para reforzar los instrumentos de intervención de los poderes públicos en el mercado inmobiliario. Esta reforma se instrumentaliza a través de al Ley 8/1990 y el texto refundido de 1992. Los objetivos de la Ley 8/1990 son básicamente los siguientes: 1.- enfatizar los deberes de los propietarios y generalizar la expropiación o venta forzosa en caso de incumplimientos imputables a los mismos. Se configura el estatuto de la propiedad como de adquisición gradual y sucesiva de facultades. 2.- refuerzo de los sistemas de equidistribución, se fija en un 85% del aprovechamiento tipo de cada área de reparto de cargas y beneficios el aprovechamiento susceptible apropiación. 3.- se establecen criterios de valoración del suelo objetivos en función del grado de adquisición de facultades. 12 4.- se atribuye a los Ayuntamientos un Derecho de adquisición preferente de determinadas transmisiones de suelo y vivienda mediante el ejercicio de derechos de tanteo y retracto. Estos preceptos junto con los de la Ley de 1976 que seguían vigentes se incorporan al texto refundido de 1992, aprobado por Real Decreto Legislativo 1/1992 de 26 de junio. Simultáneamente a estas reformas algunas Comunidades Autónomas emprendieron iniciativas legislativas en la misma dirección, así la Ley Foral 7/1987 y la Ley vasca 9/1989 de valoración del suelo. Es precisamente la actividad legislativa estatal intervensionista la que causa la interposición de varios recursos de inconstitucionalidad por varias Comunidades Autónomas contra la Ley 8/1990, acumulándose dicha impugnación ante el Tribunal Constitucional del texto refundido de 26 de junio de 1992. El Tribunal Constitucional mediante Sentencia de 20 de marzo de 1997 anuló por razones estrictamente competenciales más de 200 artículos del citado texto refundido en base a dos argumentos fundamentales: - - La imposibilidad de que el Estado dicte normas supletorias en materias de competencia exclusiva de las Comunidades Autónomas como es el urbanismo. El Estado se extralimitó en el ejercicio de las competencias invocadas y, en concreto, en la relativa a la determinación de las condiciones básicas sobre el Derecho de propiedad. La competencia relativa a la determinación de las condiciones básicas sobre el Derecho de propiedad se había venido entendiendo como un denominador común normativo garantizador de la igualdad sustancial de todos los españoles. 13 Frente a esta concepción el Tribunal Constitucional manifiesta que dicho denominador común debe ser interpretado restrictivamente como un “mínimo denominador común” y como consecuencia sólo se pueden dictar normas estatales “ principiales” o “mínimas”. Esta nueva concepción se traduce en que el legislador sólo puede definir supuestos, estos derechos y deberes básicos, limitaciones generales o posiciones jurídicas fundamentales, pero NO puede imponer con carácter vinculante y obligatorio para otras entidades territoriales consecuencias jurídicas ligadas a esos supuestos, ni siquiera en caso de incumplimiento. Como consecuencia, las normas estatales que regulan las condiciones básicas, art.149.1.1º CE, son incompletas debiendo ser integradas por la legislación autonómica, y careciendo de efectividad en tanto no se promulgue dicha legislación. La concepción amplia del urbanismo reflejada en la Ley del Suelo de 1976 debe, según el Tribunal Constitucional, ser interpretada a la luz del esquema constitucional de reparto de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas, con el resultado de que junto a las materias que encajan en el concepto estricto del urbanismo como título competencial hay otras que se vinculan a las competencias constitucionales del Estado en virtud del artículo 149.1 de la Constitución. La CONCLUSION es que, si bien ello no significa que el legislador estatal pueda dictar un marco normativo general sobre la materia, ni siquiera con carácter supletorio, SI puede regular las condiciones básicas de ejercicio, estatuto de la propiedad urbana y criterios de valoración para la determinación del contenido económico del Derecho de propiedad. Todo lo demás corresponde a los legisladores autonómicos. 14 Este es el marco en que se aprueba la normativa autonómica y el texto de la Ley 6/1998 de 13 de abril sobre Régimen del Suelo y Valoraciones. LEY 6/1998 DE 13 DE ABRIL DEL REGIMEN DEL SUELO Y VALORACIONES La Sentencia del Tribunal Constitucional de 20 de marzo de 1997, anula las dos terceras partes del Texto Refundido de 1992, originando un vacío normativo en la mayoría de las Comunidades Autónomas, que o bien no habían ejercido sus poderes legislativos en materia de urbanismo o bien se habían limitado a regular aspectos muy específicos rigiéndose en lo no previsto autonómicamente por lo dispuesto en el Texto refundido de 1992. Igualmente la citada Sentencia del Tribunal Constitucional recuperó la aplicabilidad del Texto Refundido de 1976. Por tanto la situación es: por un lado un centenar de artículos del texto refundido de 1992 continúan vigentes; por otro lado la aplicación el texto refundido de 1976. Ante esta situación normativa y la atribución de competencias a las comunidades autónomas, éstas procedieron a la aprobación de una legislación de urgencia que básicamente consistió en la adopción de la normativa contenida en el texto refundido estatal de 1992 pero, de acuerdo con los términos de la Sentencia del Tribunal Constitucional de 20 de marzo de 1997, con el carácter de Derecho propio, esto es, de Derecho autonómico. Así lo hicieron la Ley Cántabra de 25 de abril de 1997, la Vasca de la misma fecha, la andaluza de 18 de junio de 1997, la de Castilla La Mancha de 10 de julio de 1997, la de Madrid de 15 de julio de 1997, 15 Castilla León de 13 de octubre de 1997 y la de Extremadura de 23 de diciembre de 1997. La nueva Ley del Suelo de 13 de abril de 1998 responde a las preocupaciones estatales sobre la necesidad de incrementar la competencia en la economía española, intentando dentro de los límites configurados por la Sentencia del Tribunal Constitucional de 20 de marzo de 1997, abrir las puertas a un ordenamiento más flexible que facilite la adaptación de las políticas urbanísticas a las cambiantes condiciones económicas. En el orden formal la nueva Ley del Suelo ha abierto un proceso de reconstrucción general del ordenamiento urbanístico. La nueva regulación como consecuencia de su carácter de legislación básica desplaza toda la normativa autonómica anterior. Las normas de la citada Ley de 1998 sobre valoraciones del suelo ( art. 23 a 32 ambos inclusive) son de aplicación general por tratarse de competencia exclusiva del Estado, quedando igualmente en vigor los preceptos del Texto Refundido de 1992 que la Ley de 1998 declara vigentes. Así pues, éste es el punto de partida de la legislación autonómica cuyos vacíos de conformidad con la Sentencia del Tribunal Constitucional deberán integrarse por el Texto refundido de 1976 vigentes como Derecho supletorio. SITUACION NORMATIVA: DERECHO PREFERENTE Y DERECHO SUPLETORIO 16 Lo cierto es que, como consecuencia de las constantes convulsiones, modificaciones y reformas experimentadas en el Derecho urbanístico español así como la constante proliferación de normativa autonómica, es fácilmente comprensible a la conclusión de que es imposible una comprensión global del sistema ya que éste parece haber desaparecido tras la Sentencia del Tribunal Constitucional de 20 de marzo de 1997. No obstante sí podemos afirmar que el ordenamiento urbanístico español tiene una estructura si bien hay que reconocer que dihca estructura es bastante compleja, y ello como consecuencia, por un lado de la delimitación competencial derivada de la organización territorial del Estado y, por otro de la existencia de una pluralidad de legislaciones de incidencia territorial y sectorial que establece limitaciones, prohibiciones o deberes en cuanto a la utilización del suelo. Sin perjuicio de ello y en un intento clarificador podemos decir que la distribución competencial en la materia se basa en el siguiente esquema: - El Estado es competente para regular las condiciones básicas del estatuto de la propiedad, derechos y deberes básicos, ejerciendo las competencias sectoriales con incidencia territorial que le corresponden ( carreteras y ferrocarriles, puertos y aeropuertos, defensa nacional etc...). - Las Comunidades Autónomas, regulan la ordenación del territorio y el urbanismo con plena competencia legislativa en materia de planeamiento, gestión, (recordemos que es aquí donde aparece la regulación de la figura del agente urbanizador) disciplina, intervención en el mercado inmobiliario y estatuto de la propiedad con sujeción a las condiciones básicas que son competencia estatal. - Los Municipios son competentes para aprobar con carácter definitivo el planeamiento de desarrollo, esto 17 es, los planes parciales, especiales y otros instrumentos; también son competentes para asumir su ejecución o control de ejecución en los casos de gestión privada; igualmente son competentes para velar por el cumplimiento de la legalidad en todos los actos de edificación o uso del suelo, mediante las competencias en materia de disciplina urbanística lo que significa la competencia para la concesión de licencias e imposición de eventuales sanciones. Esta distribución de competencias que acabamos de exponer a su vez se corresponde con el esquema de las facultades normativas atribuidas a cada una de las tres esferas territoriales existentes: Legislación Estatal LEGISLACION DE APLICACION DIRECTA 1.- La Ley 6/1998 de 13 de abril sobre Régimen del Suelo y Valoraciones. 2.- Texto refundido de la Ley sobre Régimen del Suelo y Ordenación Urbana de 26 de junio de 1992, en concreto, todos aquellos preceptos no declarados inconstitucionales por la Sentencia del Tribunal Constitucional de 20 de marzo de 1997 ni derogados por la Ley 6/1998. 3.- Real Decreto 1093/1997 de 4 de julio sobre inscripción en el Registro de la Propiedad de actos de naturaleza urbanística. 4.- Leyes sectoriales que tengan incidencia urbanística tales como las relativas a carreteras, costas, aguas, puertos, etc... 18 LEGISLACION DE APLICACION SUPLETORIA Se trata de un cuerpo normativo estatal preconstitucional aplicable en defecto de normativa autonómica. ¿COMO EXPLICAR LA VIGENCIA PRECONSTITUCIONALES? NORMATIVA DE LA NORMAS La supervivencia de estas normas preconstitucionales se justifica por la indisponibilidad de dichas materias competenciales, tanto por el legislador estatal que a partir de la Sentencia del Tribunal Constitucional de 20 de marzo de 1997 carece de competencia en dicha materia, como del legislador autonómico que carece de poder abrogatorio del Derecho estatal. Estas normas preconstitucionales serán aplicadas en defecto de normas propias de las Comunidades Autónomas: 1.- El Texto Refundido de la Ley del Suelo de 9 de abril de 1976 que opera como ius commune 2.- El Reglamento de Planeamiento Urbanístico de 23 de junio de 1978. de 1978. 3.- EL Reglamento de Gestión Urbanística de 25 de agosto 4.- El Reglamento de Disciplina Urbanística de 23 de junio de 1978. La vigencia de estas normas generales estatales debe entenderse con eficacia exclusivamente supletoria del ordenamiento urbanístico de cada Comunidad Autónoma en los términos del artículo 149.3 de la Constitución. 19 (***ART. 149.3 CE “Las materias no atribuidas expresamente al Estado por esta Constitución podrán corresponder a las Comunidades Autónomas, en virtud de sus respectivos Estatutos. La competencia sobre las materias que nos se hayan asumido por los Estatutos de Autonomía corresponderá al Estado cuyas normas prevalecerán, en caso de conflicto, sobre las de las Comunidades Autónomas en todo lo que no esté atribuido a la exclusiva competencia de éstas. El Derecho estatal será, en todo caso, supletorio del Derecho de las Comunidades Autónomas”) A la vista de lo anterior, la interpretación del artículo 149.3 CE relativo a la aplicación supletoria del Derecho estatal en materia urbanística, se puede resumir en dos puntos: 1.- El Derecho estatal podrá suplir por entero el vacío normativo existente en una Comunidad Autónoma si esta no hubiera hecho uso de su competencia legislativa. Consecuentemente,la legislación estatal podrá ser desplazada totalmente por la autonómica, así en Cataluña, Galicia, Navarra, Valencia, Castilla y León, Aragón. 2.- El Derecho estatal es aplicable para integrar las lagunas existentes en el ordenamiento urbanístico correspondiente a dicha Comunidad Autónoma y ello, aun en el caso de que éste ocupe normativamente la totalidad de la materia. A estos efecto ¿ qué se entiende por laguna?. El concepto de laguna que permita esta intervención de la normativa estatal no es el de la mera ausencia de regla que específicamente trate el asunto de que se trate sino la ausencia de regla para supuesto no contrario, esto es, admisible de acuerdo con la lógica y el sistema del ordenamiento jurídico autonómico. 20 Legislación autonómica En el ejercicio de las competencias constitucionalmente otorgadas a las Comunidades Autónomas esta legislación estará integrada por las siguientes normas: 1.- Las leyes de urbanismo de las Comunidades Autónomas de aplicación preferente a la normativa estatal supletoria que como su nombre indica sólo se aplicará en defecto de ésta. 2.- Reglamentos en materia urbanística. 3.- Legislación sectorial con incidencia en materia de urbanismo. Normativa municipal Integrada por dos elementos: 1.-Normas urbanísticas de los planes. 2.- Ordenanzas municipales sobre edificación y uso del suelo. EL ARTICULO 4 DE LA LEY DEL SUELO Y VALORACIONES 6/98 DE 13 DE ABRIL Y LA NORMATIVA AUTONOMICA Antes de entrar en el examen del artículo 4 de la Ley 6/98 de 13 de abril, punto de partida de la figura del agente urbanizador, debemos recordar qué se entiende por ejecución del planeamiento. 21 Se puede decir que la ejecución del planeamiento consiste en poner en obra las determinaciones del Plan, significando con ello una pluralidad de actuaciones que van desde la urbanización a la edificación. La urbanización es una función esencialmente pública de la que dependen la operatividad y eficacia de las bases del sistema urbanístico, mientras que la edificación es una tarea esencialmente privada que la Administración se limita a controlar. Este reparto de papeles se recoge claramente en el artículo 141 del Texto Refundido de 1992 en los siguientes términos: “la ejecución de los Planes de Ordenación corresponde al Estado, a las Comunidades Autónomas y a las Entidades Locales en sus respectivas esferas de actuación, sin perjuicio de la atribución de competencias a órganos específicos y de la participación de los particulares en dicha ejecución en los términos establecidos en la legislación aplicable”. Consecuentemente, según sea la naturaleza de los planes se atribuirá el protagonismo público a unos u otros entes públicos según el artículo 5 del Reglamento de Gestión Urbanística, así: en el caso de los Planes Supramunicipales se atribuye las competencias a los órganos autonómicos; en el caso de los Planes Municipales o Intermunicipales se atribuye a las entidades locales ya actúen individualmente o asociadas entre sí. El desarrollo de la ejecución de los planes, esto es, la gestión urbanística, puede desarrollarse a través de diferentes fórmulas organizativas, así: la gestión pública directa mediante la ejecución exclusiva por la entidad actuante o mediante la creación de entes instrumentales como las Mancomunidades y Agrupaciones Urbanísticas, consorcios o gerencias todo ello de conformidad con los artículos 4 y 9 a 20 del Reglamento de Gestión Urbanística; mediante fórmulas mixtas tales como la constitución de sociedades anónimas o empresas de economía mixta; o mediante la iniciativa privada, esto es, la gestión por particulares. 22 En cualquier caso, y esto es lo esencial, la responsabilidad última es siempre pública. Por otro lado y en cuanto a la intervención privada en la ejecución del planeamiento o gestión por los particulares en la normativa actual, ámbito éste en que surge la figura del agente urbanizador, es de tal importancia que se ha llegado a afirmar que el particular, en los sistemas de compensación lleva a cabo la urbanización ((( *** artículo 157 Texto Refundido de 1992 manifiesta: “ en el sistema de compensación los propietarios aportan los terrenos de cesión obligatoria, realizan a su costa la urbanización en los términos y condiciones que se determinen en el Plan o Programa de Actuación Urbanística y se constituyen en Junta de Compensación, salvo que todos los terrenos pertenezcan a un solo titular” y el 157 del Reglamento de Gestión Urbanística,lo define en los siguientes términos “ el sistema de compensación tiene por objeto la gestión y ejecución de la urbanización de un polígono o unidad de actuación por los mismos propietarios del suelo comprendido en su perímetro con solidaridad de beneficios y cargas”))). Precisamente, el objetivo de potenciar la intervención privada en la ejecución que inspira la Ley sobre el Régimen del Suelo y Valoraciones 6/98 de 13 de abril llega hasta el punto de posibilitar a actuación de quien no tiene la condición de propietario del suelo. Precisamente es esta previsión la que posibilita la creación del figura del agente urbanizador que por primera vez aparece en la legislación autonómica de Valencia y Castilla La Mancha. Antes de entrar en el examen de la figura del agente urbanizador en la Ley 6/98 de 13 de abril, conviene recordar que los primeros antecedentes de dicha figura ya se encuentran en la ejecución de los Programas de Actuación Urbanística que regularon los artículos 146 a 153 del Texto Refundido de la Ley del Suelo de 1976 y del Reglamento de Gestión Urbanística mediante la adjudicación por concurso a empresas privadas o la adjudicación directa a entidades locales. El artículo 4 de la Ley sobre el Régimen del Suelo y Valoraciones 6/98 de 13 de abril declara: 23 “1.- Los propietarios deberán contribuir, en los términos establecidos en las Leyes, a la acción urbanística de los entes públicos, a los que corresponderá, en todo caso, la dirección del proceso, sin perjuicio de respetar la iniciativa de aquellos. 2.- La gestión pública a través de su acción urbanizadora y de las políticas de suelo suscribirá, en la medida más amplia posible, la participación privada. 3.- En los supuestos de actuación pública, la Administración actuante promoverá, en el marco de la legislación urbanística, la participación de la iniciativa privada aunque ésta no ostente la propiedad del suelo” De la exégesis de este precepto se deducen las premisas básicas sobre las que se asientan las relaciones entre los entes públicos competentes y la iniciativa privada en el marco jurídico que la Ley estatal de 1998 y la elaboración del concepto de agente urbanizador. A este respecto debemos recordar que el apartado 3 del citado artículo 4 de la Ley de 1998 fue declarado conforme al artículo 149.1.1º de la Constitución relativo al reparto de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas, por Sentencia del Tribunal Constitucional de 11 de julio de 2001, STC 164/2001,por los siguientes motivos: 1.- La participación de la iniciativa urbanística privada que regula se deriva del Derecho de propiedad reconocido en el artículo 33.1 de la Constitución y de la libertad de empresa que garantiza el artículo 38 de la Carta Magna. 2.- La introducción en la Ley de 1998, normativa estatal, de la iniciativa privada, no invade las competencias autonómicas porque será el legislador de cada Comunidad Autónoma el encargado de precisar el régimen de los posibles sistemas de actuación pública así como el grado de iniciativa de la figura del agente urbanizador. 24 Consecuentemente, las reglas esenciales a los efectos de regular las relaciones entre entes públicos e iniciativa privada son las cinco siguientes: 1.- La dirección de la acción urbanística corresponde a los entes públicos. 2.- Los entes públicos directores de la acción urbanística deben respetar la iniciativa de los propietarios inmobiliarios. 3.- Los propietarios del suelo pueden colaborar con la administración en la acción urbanística de los entes públicos. 4.- La gestión pública está obligada a suscitar en la forma más amplia posible la iniciativa privada. 5.- Debe promoverse la participación de la iniciativa privada en la actuación pública incluso en los casos de dicha iniciativa no detente la propiedad del suelo. De todo ello se puede inferir el concepto de agente urbanizador que se puede definir como: aquella iniciativa empresarial de carácter privado que interviene en la ejecución del planeamiento en un determinado ámbito, ya ejerciendo facultades de dirección y urbanización del proceso sobre los propietarios del suelo, y que actúa por delegación de la Administración actuante. Por tanto, es un órgano, ya sea una persona física o jurídica, de carácter privado, diferente al propietario o propietarios de los terrenos, que se encarga del desempeño de las facultades de la Administración y al que corresponde la responsabilidad de urbanizar un determinada unidad de ejecución. Consecuentemente, la figura del agente urbanizador descansa en la separación por la Administración, en virtud de Ley, de la función urbanizadora de entre los deberes de los propietarios de los terrenos y su atribución a una tercera persona que no es el propietario de la unidad. 25 La primera referencia autonómica a la figura del agente urbanizador aparece fundamentalmente en la Ley valenciana de actividad urbanística, Ley 6/1994 de 15 de noviembre cuya magnífica Exposición de Motivos lleva a cabo una síntesis de los principales problemas, deficiencias y deformaciones del modelo urbanístico español. La singularidad de la fórmula valenciana radica en romper con el sistema tradicional instaurado desde la Ley del Suelo de 12 de 1956 que si bien configuraba el urbanismo como una función pública, dada al escasez de medios económicos de las Administraciones, atribuía a los propietarios la ejecución del urbanismo. Posteriormente, y tal como hemos expuesto anteriormente, tanto el Texto Refundido sobre Régimen del Suelo y Ordenación Urbana aprobado por Real Decreto de 1346/1976 de 9 de abril como la Ley 8/1990 de 25 de julio sobre Régimen Urbanístico y Valoraciones del Suelo aprobado por Real Decreto 1/1992 de 26 de junio mejoran el sistema pero mantienen al propietario como protagonista principal de la ejecución del urbanismo, si bien, y dado que en la práctica, la mayoría de los casos los propietarios eran personas ajenas al desarrollo urbanístico e inmobiliario, los mismos raramente tomaban la iniciativa o colaboraban con las empresas promotoras. ¿ Cuál es la consecuencia de este teórico protagonismo de los propietarios carente de virtualidad práctica en la mayoría de los casos? Evidentemente, la acumulación de terrenos sin urbanizar así como el consecuente encarecimiento del suelo urbanizado y el incremento de la densidad en el suelo urbanizado. Frente a ello la Ley valenciana de 1994 configura la actividad urbanizadora como una función pública de la que son responsables los poderes públicos, no los propietarios de los terrenos. Por otro lado y dado que esta función pública requiere tanto fuertes inversiones como una constante actividad gestora, la Ley valenciana llama a la intervención de la iniciativa empresarial. 26 Esto significa que, frente al binomio Administraciónpropietario típico del sistema estatal, la Ley de 1994 valenciana da paso al trinomio Administración-Urbanizadorpropietario, en el que los tradicionales sistemas de actuación se sustituyen por las competencias del urbanizador. A continuación y a modo de breve referencia, indicaremos las notas que definen la figura del agente urbanizador en la Ley valenciana, para muchos precursora de la regulación del urbanizador en la legislación autonómica, dado que el tratamiento en profundidad de dicha figura será objeto de exposición ulterior por uno de mis compañeros. Así podemos decir: 1.- Que el agente urbanizador podrá ser una persona pública o privada que voluntariamente asuma la responsabilidad de promover la ejecución de una actuación urbanizadora en el desarrollo del Plan y de conformidad con un Programa.( art.29.6 de la Ley valenciana) 2.-Que mediante convenio con la Administración, el agente urbanizador se compromete a gestionar las inversiones públicas o privadas necesarias para la ejecución, haciendo frente a los gastos de urbanización que podrá repercutir en los propietarios de los solares ( art. 29.7 y 9 de la Ley valenciana). 3.- Que la intervención del agente urbanizador no requiere la concurrencia en el mismo de la condición de propietario civil de los terrenos ni que el mismo se convierta en el propietario de los solares resultantes de la ejecución, y ello con el objetivo, según el propio texto de la Exposición de Motivos de la Ley valeciana, de que no se restringa el número de empresarios que concurren a la urbanización. Con ello se pretende garantizar el acceso a la actividad urbanizadora de empresas de todos los tamaños. 4.- La Ley valenciana establece un régimen sancionador en caso de incumplimiento por parte del agente urbanizador de los plazos de ejecución de un Programa, aplicable salvo concesión de prórroga justificada por interés público, y que determina la caducidad de la adjudicación y la posible imposición de las penas contractuales 27 que el Programa establezca, pudiendo incluso ser privado de su condición de urbanizador. ( art. 29.10 de la Ley valenciana). El modelo de la Ley valenciana de 1994 fue posteriormente recogido por la Ley 2/1998 de 4 de junio de la Ordenación del Territorio y Actividad Urbanística de Castilla La Mancha en la que al igual que ocurre en la normativa valenciana el Agente Urbanizador es la figura que voluntariamente asume las responsabilidad pública de promover la ejecución de una actuación urbanística. En cuanto al resto de la normativa autonómica y dado que esta materia será objeto de una exposición detallada por mis compañeros señalar que, entre dicha normativa autonómica destaca Ley 2/1998 de 4 de junio de la Ordenación del Territorio y Actividad Urbanística, de la Comunidad de Castilla La Mancha en la que el agente urbanizador es el agente responsable de ejecutar la actuación integrada o urbanizadora. Otras Comunidades Autónomas han recogido también la figura del urbanizador dentro de los sistemas de actuación así: ***(SISTEMAS DE ACTUACIÓN. La ejecución del planeamiento puede llevarse a cabo mediante diversos sistemas variables en función del sujeto agente: 1.- Sistema de compensación, es el medio de gestión privada por autonomia. En este sistema los particulares ejecutan por si mismos y a su costa, el planeamiento, eso sí, con la vigilancia de la Administración. Para ello los particulares aportan el capital y los terrenos, haciendo suyos los terrenos urbanizados resultantes. 2.- Sistema de cooperación, en este sistema la Administración acomete la urbanización a costa de los propietarios. Los propietarios aportan el suelo de cesión obligatoria y asumen los costes de urbanización proporcional a los aprov - La Rioja dentro del sistema de concesión de la obra urbanizadora en la Ley 10/1998 de 9 de julio de Ordenación del Territorio y Urbanismo. 28 - Dentro del sistema de concurrencia aparecía previsto en la Ley 5/1999 de Urbanismo de Castilla y León, modificada por Ley 10/2002 de 10 de julio. - En la comunidad de Aragón se regula el agente urbanizador dentro del sistema de concesión de la obra urbanizadora en la Ley 5/1999 de 25 de marzo Urbanística de Aragón, esta Ley ha sido desarrollada pro Decreto 52/2002 de 19 de febrero.. - La Ley 9/1999 de 13 de mayo de Ordenación del Territorio de Canarias regula el régimen del agente urbanizador dentro del sistema de ejecución empresarial, dicha norma ha sido refundida en el Texto aprobado pro Real Decreto Legislativo 1/2000 de 8 de mayo de las leyes de Ordenación del Territorio de Canarias y Espacios Naturales. En materia de ordenación habrá que estar a lo dispuesto en la Ley 19/2003 de 14 de abril de Directrices de Ordenación General. En cuanto al régimen de gestión urbanística y sistemas vigentes en otras Comunidades Autónomas y, específicamente en cuanto a aquéllas que no son objeto de las presentes ponencias, señalar la siguiente normativa: - En la comunidad de Cantabria destaca el texto de la Ley 2/2001 de 25 de junio de Ordenación Territorial y Régimen Urbanístico del Suelo. - También ha aparecido normativa propia en la Comunidad Autónoma de Murcia, introducida por la Ley 1/2001 de 24 de abril del Suelo de Murcia y en la Ley 2/2002 de 10 de mayo de Modificación de la ey 1/2001. - Cataluña, cuenta con normativa propia la Ley 2/2002 de 14 de marzo de Urbanismo de Cataluña. - La Ley del suelo de Galicia 1/1997 de 24 de marzo, en materia de ordenación habrá que estar a lo dispuesto en la Ley 9/2002 de 30 de diciembre de Ordenación Urbanística y Protección del Medio Rural de Galicia. 29 A título de consideración final señalar que, si bien la ejecución del planeamiento en la práctica es un proceso largo y complejo, el legislador ha venido introduciendo históricamente continuos retoques en el esquema inicial de la Ley del Suelo, que hemos expuesto detalladamente, con el objetivo de intentar agilizar en lo posible el proceso de ejecución y precisamente el texto de la actual Ley del Suelo de 1998 pretende solucionar los problemas no mediante una modificación del procedimiento sino mediante la flexibilización del régimen del suelo. En la actualidad y dado el vigente sistema de reparto de competencias al que repetidamente nos hemos referido, el éxito de estos objetivos depende de las iniciativas legislativas de las Comunidades Autónomas, materia ésta que, más allá de lo aquí expuesto, será objeto de una exposición más detallada por mis compañeros de ponencia. Madrid 23 Enero 2004 30 31