LA VIDA DE ERASMO

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LA VIDA DE ERASMO
Erasmo de Rótterdam, originalmente llamado Geert Geertsz, fue un pensador holandés nacido en Gonda,
cerca de Rótterdam, hacia 1467 y fallecido en Basilea en 1536. Fue el más grande humanista del
Renacimiento y sin duda el escritor más elegante y agudo de su tiempo. Hombre esencialmente de letras, su
doctrina dio origen al movimiento erasmista. Abierta su mente a todas las cuestiones y erudito ingenioso,
Erasmo es un precursor del espíritu moderno. Su ideal fue únicamente ético: reforma gradual y pacífica de la
Iglesia y la sociedad civil, hasta conseguir una sociedad humanizada, donde el hombre pudiera desarrollarse al
máximo. Amigo de Tomás Moro, le dedica su Elogio de la locura, que es una sátira a las costumbres
retrógradas y un canto a la libertad, al ingenio, a la rebeldía, al atrevimiento, es decir, a la cultura libre.
Huérfano a los 14 años, ingresó sin vocación en el convento de los agustinos de Steyn, cerca de Guda, siendo
ordenado sacerdote el mismo año que Colón llegaba a América. El papa Julio II, le dispensaría de los votos
posteriormente. Viajó en varias ocasiones a París y a Inglaterra, donde trabó amistad con Juan Colet y el
utópico Tomás Moro. En Italia se relacionó con el humanista e impresor Aldo Manucio, dedicado entonces a
divulgar mediante la imprenta los clásicos griegos y latinos. Residió en Roma haciendo amistad con gran
número de humanistas. Se doctoró en Teología por la universidad de Turín y enseñó esta disciplina en la
universidad de Cambridge (Inglaterra). Fue consejero de Carlos V. En 1521 se estableció en Basilea donde
imprimió una edición general de sus obras. Gran conocedor del pensamiento de Lutero, mantuvo un debate
sobre sus ideas religiosas. Escribió contra él Sobre el libre albedrío, y el pensador alemán le replicó en un
tratado titulado Sobre el albedrío esclavo. Aunque las obras de Erasmo no llegaron a figurar en los Índices
inquisitoriales, la Iglesia católica mantuvo sus reservas ante sus escritos, sobre todo a partir de su traducción
del Nuevo Testamento (1516) y se le ha llegado a acusar de haber preparado la Reforma, que en España dio
origen a la Contrarreforma. Manucio publicó algunas de sus obras, pero la primera edición completa salió de
los talleres de Frobenio: Opera omnia Desidérii Erasmi. Entre sus obras escritas en latín destacan: Adagios
(1500); Elogio de la locura (1511), dedicada a su amigo Tomás Moro; Manual del caballero cristiano (1502);
Doctrina del príncipe cristiano (1516), que escribió para Carlos V; Coloquios (1518); El ciceroniano (1527) y
Sobre la pureza de la iglesia cristiana (1536).
ESTUDIOS SUPERIORES
Tras consagrarse sacerdote (a partir de 1490), Erasmo estudió en la Universidad de París, que se encontraba
en ese momento muy influida por el Renacimiento de la cultura clásica italiana. Posiblemente en esta etapa se
encuentren las raíces del pensamiento humanista erasmiano, que convirtieron al joven en un libre pensador y
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académico de ideas independientes, sin ataduras a cultura, nacionalidad, religión ni encasillamiento alguno.
VIAJE A INGLATERRA
Viajó a Londres entre 1499 y 1500. Lo más importante de este viaje fue la oportunidad que tuvo de escuchar a
John Colet dando una medulosa conferencia en la Universidad de Oxford acerca de San Pablo. Una vez
terminada, Erasmo se acercó al catedrático y tuvo con él una larga conversación sobre el modo de efectuar
una lectura verdaderamente humanista de la Biblia, la cual influiría profundamente sobre su pensamiento
posterior.
En ese mismo año de 1500, Erasmo publicó sus "Adagios", que consisten en más de 800 frases, máximas o
refranes derivados de la tradición grecolatina, junto con notas acerca de su origen y su significado. La mayoría
de esos refranes se siguen utilizando el día de hoy. Erasmo trabajó en los "Adagios" durante el resto de su
vida, a tal punto que la colección había crecido mucho en 1521 y ya contenía 3.400 de ellos, siendo la cifra de
4.500 al momento de su muerte. El libro mereció más de 60 ediciones, una cifra sin precedentes para el año
1500. En español contamos con una traducción moderna.
Erasmo ejerció una cátedra como profesor titular de Teología en Cambridge bajo Enrique VIII, donde haría
amistades que le durarían toda la vida: Santo Tomás Moro, John Colet, Thomas Linacre y William Grocyn. Se
le ofreció un puesto vitalicio en el Colegio de la Reina de la Universidad de Cambridge y es posible que, de
desearlo, hubiese podido pasar el resto de su vida enseñando Ciencias Sagradas a lo mejor de la realeza y la
nobleza inglesas. Sin embargo, su naturaleza inquieta y trashumante y su espíritu curioso, aunados a una
incontrolable aversión a todo lo que significara rutina, lo hicieron declinar ese cargo y todos los que se le
ofrecerían en el futuro.
VIAJE A ITALIA
Entre 1506 y 1509 Erasmo vivió en Italia, la mayor parte del tiempo trabajando en la editorial de Aldus
Manutius en Venecia. Varias veces más se le ofrecieron cargos serios y rentados, especialmente como
educador, a lo cual él respondía que prefería no aceptarlos, porque lo que ganaba en la casa editora, si bien no
era mucho, le resultaba suficiente. A partir de estas conexiones con universidades y hombres pertenecientes al
mundo literario, Erasmo comenzó a rodearse de quienes pensaban igual que él en cuanto a rechazo por los
procedimientos y sistemas establecidos (en especial la Iglesia misma).
Sin embargo, no todos simpatizaban con Erasmo: había quienes eran hostiles a los principios de elevación
literaria, espiritual y religiosa que preconizaba. Estos opositores comenzaron a criticarlo tanto en público
como en privado, y puede que hayan sido la causa por la cual el estudioso abandonó Italia y se refugió en
Basilea, Suiza.
La lucha contra la disciplina y las instituciones
No sabemos cuál de las tres instituciones educativas en las que estuvo internado Erasmo fue la causante del
profundo disgusto y rechazo que evidenció toda su vida contra la autoridad establecida. Pudo ser la escuela
primaria (de los 8 a los 13 años), el convento agustino (de los 16 a los 22) o la Universidad de París (a
mediados de la década de 1490).
En alguna de ellas (o en las tres), Erasmo terminó de distanciarse emocionalmente y para siempre de todo lo
que significara institucionalidad y comenzó a pensar libre de las ataduras académicas, recabando sus fuentes
de muchos lugares independientes. La respuesta a este odio intelectual posiblemente sean los métodos de
disciplina que en las tres escuelas se aplicaba (como en todas partes) para "quebrar la voluntad" de los
alumnos. Lo que nadie podía prever era que la voluntad de Erasmo se resistiría a ser "quebrada" hasta el
mismísimo día de su muerte. Por otra parte, se enfurecía al ver la "disciplina" que se aplicaba con los niños,
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mientras los monjes disfrutaban de una "relajación moral" que lo enervaba.
En la Universidad comprobó que el espíritu medieval gozaba de mejor salud en 1490 que en el siglo V. El
pensamiento, según la visión de Erasmo, había retrocedido a los primeros siglos. Esta actitud mental también
recibió sus ataques siempre.
Erasmo decidió pronto que podía hacer algo para revertir la situación: con las ideas de los agustinos y algunos
conceptos de John Colet comenzó a analizar el núcleo esencial de los textos clásicos, modernizando sus
contenidos e intentando aplicarlos a una humanización y liberalización de las ideas para que cualquiera
pudiese penetrar su significado.
Nunca, hasta su muerte, dejó de luchar contra el encorsetamiento ideológico que él percibía, omnipresente, en
todas las instituciones intelectuales, políticas y sociales de su época.
EL EMBATE CONTRA LA IGLESIA
Las polémicas de Erasmo contra la Iglesia han sido malinterpretadas con frecuencia. La enemistad del filósofo
no derivaba ni de cuestionamientos hacia la exactitud de la doctrina ni de hostilidad contra la organización de
la institución en sí. En otras palabras, Erasmo no era ni anticatólico ni anticlerical. Esto se observa mediante la
simple lectura de sus libros.
La verdadera razón del enfrentamiento es que Erasmo quería utilizar su formación y entrenamiento (además
de su obviamente competente manera de escribir en latín) para purificar la doctrina y liberalizar las
instituciones. Estos dos avanzados objetivos no podían, por supuesto, ser compartidos por la jerarquía
eclesiástica del siglo XVI.
Desde su puesto de académico versado tanto en la doctrina como en la vida monacal, Erasmo creyó su
obligación liberar a la Iglesia de la parálisis a que la condenaban la rigidez del pensamiento y las instituciones
medievales, ya que él había percibido al Renacimiento como una manera de pensar fundamentalmente nueva.
La tradición medieval no tenía ya lugar en el mundo, y él, el "cruzado de la rectitud", debía ser el encargado
de cambiar el estado de cosas.
Si se considera que la convicción de Erasmo era educar para que el educando pudiese poner en tela de juicio
la administración y los asuntos públicos de la Iglesia y del Estado, sus aparentes contradicciones desaparecen,
y comienza a visualizarse con claridad la enorme coherencia de su obra, mantenida con firmeza a través de los
años y las décadas.
EL CONFLICTO RELIGIOSO
A través de toda su vida, Erasmo había sido consecuente en sus críticas a los poderes clericales y a los abusos
que los malos religiosos hacían de ellos. Al verse involucrado en la trampa de tomar partido, una vez debió
analizar sus motivos y razones, explicando públicamente que sus ataques jamás se habían dirigido a la Iglesia
como institución ni a Dios como fuente de inteligencia y justicia, sino sólo a los malos obispos y frailes que
lucraban vendiendo indulgencias y cometían otros delitos religiosos como la simonía.
Erasmo pudo salirse con la suya y fue creído, principalmente porque su soberbio trabajo teológico confirmaba
su fe y su enorme difusión pública lo había convertido en un personaje querido y admirado por ambas
facciones.
Sin embargo, en general Erasmo estaba de acuerdo con los postulados de Lutero, (o mejor dicho, Lutero
estaba de acuerdo con los postulados de Erasmo) especialmente en lo relativo a sus críticas sobre el modo de
administrar la Iglesia. Lutero era, además, su amigo personal y una de las pocas personas a las que Erasmo
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reconocía públicamente admirar. El alemán, por su parte, siempre defendió las tesis erasmianas argumentando
que eran el resultado de un trabajo ímprobo y de una mente superior.
Pero la situación no podía durar: Lutero empezó pronto a presionar a Erasmo para que éste se presentara como
la cara visible de la Reforma (a lo que por supuesto el holandés se negó en redondo) y lo mismo intentó hacer
el papa. La negativa de trabajar para uno u otro bando fue interpretada por ambos como cobardía y deslealtad.
La Iglesia lo acusó con una frase célebre: "Usted puso el huevo y Lutero lo empolló", a lo que el teólogo
respondió con la no menos conocida ironía: "Sí, pero yo esperaba un pollo de otra clase".
LOS ULTIMOS AÑOS
Erasmo pasó los últimos años de su vida acosado tanto por católicos como por reformadores. Esos tiempos
estuvieron amargados por agrias disputas con hombres a los que Erasmo había querido y respetado en el
pasado pero que, previsiblemente, no le perdonaron el hecho de no haber querido tomar partido e intentaban
defenestrarlo en su ancianidad.
La más notable fue la que sostuvo con Ulrich von Hutten, un teólogo brillante pero de carácter inestable, que
se había volcado al luteranismo con toda la fuerza de su corazón. Hutten afirmó que "Erasmo, si le queda algo
de decencia, tiene que hacer lo mismo". En su libro Spongia adversus aspergines Hutteni (1523), acusa a
Hutten de haberlo malinterpretado acerca de su apoyo a la Reforma y reafirma su férrea determinación de no
tomar partido en la disputa, cualesquiera que fuesen los argumentos que las partes en pugna intentaran utilizar
para convencerlo.
La ciudad suiza de Basilea, donde residía Erasmo, se adhirió oficialmente en 1529 a la Reforma, por lo que el
sabio se alejó de allí y estableció su residencia en la ciudad imperial de Friburgo. La poblaban muchos
católicos, y parece ser que resultó más fácil para Erasmo mantener su independencia intelectual allí que en la
fanáticamente luterana Basilea.
Erasmo continuó en Friburgo con su incansable actividad literaria, llegando a concluir su obra más importante
de este período: el "Eclesiastés" (o "Qohelet", llamado "El Predicador"), paráfrasis del libro bíblico del mismo
nombre (Basilea, 1535), en la cual el autor afirma que la labor de predicar es el único oficio verdaderamente
importante de la fe católica. Este concepto, curiosamente, es típicamente protestante.
Las ideas protestantes pueblan también la última obra del pensador, titulada "Preparación para la muerte", en
la que asegura que haber llevado una vida proba es la condición sine qua non para alcanzar una "muerte feliz".
Por motivos que los historiadores no han logrado desentrañar, Erasmo se desplazó poco después de la
publicación de este libro a la ciudad de Basilea una vez más. Hacía seis años que había partido, y de inmediato
se amalgamó a la perfección con un grupo de teólogos (anteriormente católicos) que ahora analizaban
pormenorizadamente la doctrina luterana.
Fue esta la última ruptura con el catolicismo, que Erasmo mantendría hasta su muerte.
El notable Erasmo murió en Basilea en 1536. El lema de toda su vida fue: "Cuando tengo un poco de dinero,
me compro libros. Si sobra algo, me compro ropa y comida".
BIBLIOGRAFÍA
Encarta digital, gran enciclopedia Salvat.
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