Los escaparates mandan

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Comentario de texto. Un ensayo.
Los escaparates mandan
Yo me pregunto si hay alguna razón para afirmar que en nuestro tiempo goza el
dinero de un poder social mayor que en sazón ninguna del pasado. También esta
curiosidad es expuesta y difícil de satisfacer. Si nos dejamos ir, todo lo que pasa en
nuestra hora nos parecerá único y excepcional en la serie de los tiempos. Hay, sin
embargo, a mi juicio, una razón que da probabilidad clara a la sospecha de ser
nuestro tiempo el más crematístico de cuantos fueron. Es también edad de crisis:
los prestigios hace años aún vigentes han perdido su eficiencia. Ni la religión ni la
moral dominan la vida social ni el corazón de la muchedumbre. La cultura
intelectual y artística es valorada en menos que hace veinte años. Queda sólo el
dinero. Pero, como he indicado, esto ha acaecido varias veces en la historia. Lo
nuevo, lo exclusive del presente es esta otra coyuntura. El dinero ha tenido, para su
poder, un límite automático en su propia esencia. El dinero no es más que un
medio para comprar cosas. Si hay pocas cosas que comprar, por mucho dinero que
haya y muy libre que se encuentre Su acción de conflictos con otras potencias, su
influjo será escaso. Esto nos permite formar una escala con las épocas de
crematismo y decir: el poder social del dinero -ceteris paribus- será tanto mayor
cuantas más cosas haya que comprar, no cuanto mayor sea la cantidad del dinero
mismo. Ahora bien: no hay duda que el industrialismo moderno, en su
combinación con los fabulosos progresos de la técnica, ha producido en estos años
un cúmulo tal de objetos mercables, de tantas clases y calidades, que puede el
dinero desarrollar fantásticamente su esencia, el comprar.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET
El Sol, 15 de mayo de 1927
en La rebelión de las masas
Sazón: ocasión, tiempo.
Crematístico: relativo a interés por el dinero.
“ceteris paribus”: quedando en el mismo estado de cosas.
Comentario crítico
Se trata de un texto ensayístico, de modalidad expositivo-argumentativa,
escrito por el filósofo español José Ortega y Gasset, intelectual novecentista y
fundador de La Revista de Occidente. Este fragmento pertenece a la obra La
rebelión de las masas, publicada originariamente en el diario El Sol en 1927.
La intencionalidad del texto es persuadir al lector con diversos argumentos
acerca del poder social del dinero en la época en que Ortega escribe el ensayo.
Es evidente el carácter dialógico del texto que aparece ya en la primera línea
(“Yo me pregunto”) donde de forma indirecta plantea una cuestión a la que
poco a poco dará respuesta a través de argumentos que conducirán a la tesis
final. La función lingüística principal es la apelativa o conativa, ya que en todo
momento se mantiene ese “diálogo” implícito con el receptor a pesar de que no
se dirija directamente a él excepto en los plurales asociativos “”Si nos dejamos
ir”, ”nuestro tiempo”…). Pero también destacan la referencial en la información
transmitida (“l. 25 “El dinero no es más que un medio para comprar cosas.”; l.
32 “El poder social del dinero (…) será tanto mayor cuantas más cosas haya
que comprar…”) y la expresiva en cuanto a la presencia de la primera persona
de singular y de plural (“Yo me pregunto”, “A mi juicio”, “Esto nos permite
formar una escala…”) y en cuanto a la utilización del léxico valorativo (“difícil
de satisfacer”, “nos parecerá único y excepcional”,” probabilidad clara”, “no hay
duda de que”, “Yo me pregunto”, “desarrollar fantásticamente su esencia”, etc.).
Ortega y Gasset plantea una cuestión de completa actualidad en su tiempo
(primeras décadas del siglo XX) ya que como consecuencia de los avances
tecnológicos
y de la industrialización, así como de la priorización de los
valores burgueses y del capitalismo, el dinero estaba adquiriendo un poder
enorme y se entronizaba como valor esencial. Desde nuestra perspectiva
actual, el contenido del texto nos parece premonitorio; no olvidemos que pocos
años después de ser publicado se produciría la Crisis del 29, de enormes
consecuencias en el mundo desarrollado; pero, además, tenemos a referencia
de otra crisis económica mundial que ahora
estamos padeciendo a
consecuencia de la especulación monetaria. Esta crisis económica conlleva en
su origen y/o en sus consecuencias una crisis de valores en el comienzo del
siglo XXI. De manera que, como también apunta Ortega, la historia se repite.
El autor elige el ensayo como género literario de carácter didáctico para
explicar de forma amena un tema económico, político y social que afectaba a la
sociedad de su tiempo, pero que podemos considerar universal. Se dirige a un
público no excesivamente especializado, de ahí la escasez de tecnicismos y las
expresiones casi coloquiales en algún caso.
Ya hemos comentado el punto de vista subjetivo con el que se trata el tema y
los recursos empleados para ello, pero también hemos de destacar la
presencia de oraciones enunciativas generalmente compuestas (L. 30, “Esto
nos permite formar una escala (…) la cantidad del dinero mismo.”), el empleo
de sustantivos abstractos como “razón”, “poder social”, “curiosidad”,
“probabilidad”, “edad de crisis”; el presente atemporal o gnómico que
neutraliza el valor temporal de los enunciados (“Hay”, “permite”, “queda”, “es”,
…). Y lo más evidente en cuanto al carácter dialogal del texto es el uso de los
marcadores textuales contraargumentativos que cohesionan los enunciados y
contraponen varias respuestas a la misma cuestión planteada:
“Si nos dejamos ir…” / Hay, sin embargo, a mi juicio…”
“Queda solo el dinero” / Pero, como he indicado, esto ha acaecido …”
- “El poder social del dinero será tanto mayor…” / “Ahora bien,no hay duda de
que…”
La validez de los argumentos presentados por O. y G. nos resulta tan palpable
que podríamos contextualizar este fragmento en las páginas de opinión de
cualquiera de los diarios que se publican actualmente. Tenemos la certeza de
que lo apuntado por Ortega convence desde la razón pero también desde la
experiencia: la que se vivió en la crisis del 29 y la que ahora estamos viviendo.
Todo se ha podido comprar y se compra con dinero. La ingeniería económica o
financiera se ha desarrollado al extremo, se han creado enormes fortunas,
imperios financieros que, sin embargo, se han desvanecido de la noche a la
mañana. De ahí
la famosa metáfora “burbuja inmobiliaria”, “ burbuja
económica”.
Ahora, desde nuestra perspectiva temporal, podríamos completar la tesis de
Ortega y Gasset: “puede el dinero desarrollar fantásticamente su esencia: el
comprar”, pero también puede destrozar la estructura organizativa de una
sociedad y la propia vida de muchos miles y millones de personas.
Fundamentalmente, por la avaricia y el ansia de poder del ser humano que
inexorablemente, tarde o temprano, conduce al desastre social y personal.
El dinero en sí no es bueno ni malo, sino el uso que de éste hagamos. El afán
consumista y el capitalismo trepidante pueden ahogar a nuestra sociedad si
no cambiamos ciertos valores y cánones sociales. Sin ir más lejos, deberíamos
haber aprendido que no se debe alcanzar una fortuna de un día para otro con
especulaciones financieras, porque será como un castillo de naipes que a la
menor contingencia se derrumbará.
De todos es sabido que el dinero no da la felicidad, pero el ser humano sigue
es capaz de venderse por alcanzar su poder. La historia se repite una y otra
vez y no aprendemos la lección. Y es que “puede el dinero desarrollar
fantásticamente su esencia” hasta límites insospechados, y es tanta su
atracción que sólo la coraza de los valores esencialmente humanos puede
vencerla.
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