El Santo Oficio y Galileo Galilei - Encuentro Nacional de Docentes

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El Santo Oficio y GALILEO GALILEI
Ciencia y fe en el Siglo XVII
Dr. Ildefonso Guillermo Clavijo
Indice
Religión, Ciencia y el valor de la tolerancia. .....................................................................................
Un brevisimo “currículum vitae” de Galileo Galilei. .......................................................................
De 1500 a 1600 . ................................................................................................................................
Opiniones ...........................................................................................................................................
El problema del método. ....................................................................................................................
Evolución del método y los paradigmas. ............................................................................... 12
El problema de la identidad . ................................................................................................. 13
La búsqueda de “la Verdad” o la búsqueda de “una verdad.” ............................................... 14
El caso de Galileo como objeto de análisis ........................................................................... 15
Notas al final. .....................................................................................................................................
2
Religión, Ciencia y el valor de la tolerancia.
Cuando Juan Pablo II, luego de las exposiciones de los
Cardenal es P aul Poupard y Geo rge C oiné, se di ri gió con sensibl e
emoción a la asamblea plenaria de la Academi a Pontificia de las
Cienci as, habían transcurrido 359 años de la Sent enci a del Tribunal del
Santo Oficio que condenó al destierro a Galileo Galilei.
Entre los presentes adem ás del cuerpo diplomático ant e l a
Santa Sede se encontraban reconocidos cientí ficos como el Profesor
Adi Shami r del Insti tuto Weizman de Ciencias de Israel.
El informe leído anteriorment e reconocía “l os errores de
juicio que hi cieron sufri r mucho a Galil eo Galilei ”, y era el res ultado
de 13 años de investigación desde los puntos de los vist a históri co,
jurídico, exegéti co, cultural, ci entífi co y epistemológi co sobre la
controversia entre las teorí as de Tol omeo y Copérnico en los siglos
XVI Y XVII.
El mismo Papa se lo habí a encargado a la Academia en
ocasión del centenario del nacimi ento de Einsten. 1
El documento conclusivo de l os “Resultados de la
investi gación int erdisciplinari a sobre la cont roversi a –Copérnico Galileo y l a Igl esia” realizado por l a Comisió n Pontifi cia 2 analiza l a
contradi cción entre un modelo único de orden y la multiplicidad de
modelos que permiten comprender una complejidad, y con ell o pro yect a
toda l a actualidad de la cont roversi a, que va más all á de las rel aciones
entre ci encia y reli gi ón, com prendiendo el examen de l a toleranci a.
En realidad, como un procedimi ento de la Igl esia, este
asunto ya había t erminado en 1820, con la aut orización para imprimir
la obra de Galileo dada por la Sant a Sede. Sin embargo, “Cuanto más
se mire hacía atrá s, más se podrá ver haci a adelante”, decí a Winston
Churchill, lo que brevem ente t rat aré de hacer aquí. Por ello, en primer
lugar corresponde construir un cuadro de hechos que rel acionados
entre sí, defi nan un cuadro para ubicarnos como observadores.
Espero seguir “l as buenas regl as del arte pl ásti co de l a
composi ción histórica”, no siendo este mi oficio, y mostrarm e
imparcial y transportado a vivi r la vida, preocupaci ones e ideas de los
tiempos que int entare describi r. Pero como decí a Sarmi ento “ ha y gr an
riesgo de tocar en el extremo opuesto, y perder, a fuerza de i mparcial,
toda l a conci encia del bi en y del m al, y enamorándose de su as unto,
como el estat uario de la Venus que saca su cincel del márm ol, atent ar
Las palabras del Papa en aquella oportunidad fueron “Para ir más allá de esta toma de posición del Concilio,
deseo que teólogos, sabios e historiadores, animados de espíritu de colaboración sincera, examinar a fondo el
caso de Galileo y, reconociendo lealmente los desaciertos vengan de la parte que vinieren, hagan desaparecer
los recelos que aquel asunto todavía suscita en muchos espíritus contra la concordia provechosa entre ciencia
y fe, entre Iglesia y mundo. Doy todo mi apoyo a esta tarea, que podrá hacer honor a la verdad de la. fe y de la
ciencia y abrir la puerta a futuras colaboraciones”.
2
L’Observatore Romano, ¿? pp.7-8
1
3
contra el pudor de l a histori a y hacerse có mplice de los vi cios de s us
héroes.” 3, por lo que no debería tom ar el lector de est a relación de
hechos nada m ás que como un breve relato que sin ma yor ri gor
cientí fico pretende solament e dar un marco a est e trabajo.
Luego, encararé lo que estimo es la par te nuclear de est e
tema, esto es como han evolucionado los paradi gm as para arribar a un
conocimiento al que le damos el carácter de científico, y con ello,
como es posible que se tengan diferentes visiones de l as rel aciones
entre cienci a y fe ho y a la que pudi eran haber tenido ci entífi cos y
reli giosos en la época del juicio a Galil eo Galil ei.
Un brevisimo “currículum vitae” de Galileo Galilei.4
Galilei nació en Pi sa en 1564, hijo de Vincenzo Galilei,
bien conocido por sus estudios de m úsica, y Giuli a Amm a nnat i.
Estudió en Pisa, donde luego se hizo cargo de la cát edra de
matem ática ent re 1589 - 1592.
Luego se ocupó de la cátedra de matem ática en l a
Universidad de Padua, en la que permaneció hasta l as 1610.
Durante estos años él llevó a cabo estudi os y exper im entos
en mecánica, y const ru yó un “t ermoscopi o”.
Él inventó y const ruyó un compás geométrico al ej ército, y
escribió el manual que describe cómo usar este instrum ento.
En 1594 obtuvo la patent e para una máquina hidráuli ca que
levant a niveles de agua.
In ventó el microscopio, y const ru yó un telescopio con el
que hizo observaci ones celesti ales, descubri endo los satélites de
Júpiter.
En 1610 se lo nombró como el Mat emát ico m ás adelant ado
de la Universidad de Pisa y reci bió tal título del Gran Duque d e
Toscania.
Estudió Saturno y observó las fases de Venus.
En 1611 fue a R oma. Se incorporó como miembro a l a
Accademia Lincei y observó las manchas solares.
En 1612 empezó a encontrar una seri a oposición a su teorí a
del movimi ento de l a tierra que él enseñaba de spués de Copérnico.
En 1614, el P adre Tommaso Caccini denunció las opiniones
de Galil eo sobre el movimiento de l a Ti erra del púlpito de S anta M arí a
Novell a, juz gándol as como erróneas.
Galileo fue por consi gui ente a Roma, donde debió
defenderse contra los cargos que le habí an hecho.
Del Discurso pronunciado en la Sociedad Histórica de Rhode Island, Providence, sobre “La Doctrina Monroe”
el 27 de octubre de 1865. Publicada por Ed. Jackson en Bs.As.
4
Biografia traducida libremente de la pagina del Museo Galileo Galilei de Pisa
WWW.galileo.imss.firenze.it/museo
3
4
En 1616, él fue am onestado por el Cardenal Bell armino,
quien lo acuso por defender l a astronomía Coperni cana que estaba
contra l a doctrina de la Igl esi a.
En 1622 él escribi ó “ El S aggiat ore” 5 qué obtuvo su
“imprim atur” en 1623 .
En 1630 él regresó a Roma para obtener l os derecho de
publicación de su Di álogo sobre heliocentrismo.
En octubre de 1632 él fue convocado por el Sant a Oficio a
Roma.
El tribunal lo condena y obli ga a abjurar de la t eorí a
heliocént rica sol emnement e.
Fue enviado al destierro en Siena y fi nalm ente, en
diciembre de 1633, le permiti eron reti rarse a su villa en Arcetri , el
Gioiello.
Su hija, l a reli giosa Sor María C elest e se murió en 1634.
La condi ción de su salud estaba declinando fi rmem ente y
finalm ente Gali leo se murió en Arcetri 8 de enero de 1642, dejando
enorm es contribuciones al conocimi ento en los campos de la mecáni ca,
la físi ca, la astronomía, la hidráulica y la óptica.
De 1500 a 1600 .
Fue un si gl o de Descubrimi entos, Invent os y Conquist as.
Pero t ambi én fue un si glo de guerras reli giosas, donde la
sociedad se debatía entre la fe y l a intol eranci a.
Un Si glo donde la cosmogonía del Europeo fue conmovida,
y donde l a histori a de l a humanidad dejó del ser la historia del
mediterráneo.
Vasco de Gam a, Co lón y Magallanes compl etaron l a
geografía y veri ficaron toda la certeza que había sobre la redondez de
la Tierra.
El Brahm anismo y el Hinduismo, l a China y l as culturas
Azteca, Ma ya e Inca habí an increment ado el núm ero de las reli giones
conocidas, las pri meras nuevam ente descubiertas después de s er
olvidadas en el ti empo, las últimas con sus códi ces, su animismo
mágico, sus médicos cham anes, su astronomía y calendarios eran
totalment e ineditas.
Los libros del “Chil am Bal am” y del “Popol Vuh” con sus
descripciones del ori gen de la creaci ón del hombre y sus relatos
moral es del casti go a los malvados y l a humillaci ón de los soberbios
son maravillosos retazos de una vi sión diferente a la cosmogoní a
europeas
5
Era la persona encargada de realizar ensayos experimentales para informar las características de los metales.
5
El descubrimiento, que había abi erto la posibilidad ci ert a
de l a const rucción utópica de Tomás Moro. 6, se irí a disi pando como
mensaj e esperanzador ant e las denunci as de Bartolom é de l as Casas y
Francisco de Vitori a (c.1483 -1546.), no falt aron qui enes impusieron
por codici a l a condi ción de no hombres a los a mericanos.
En Pisa Jerónimo S avonarol a un predi cador dominico fue
ahorcado por denunciar al poder de los Médicis y al Papa Borgi a
Alejandro VI por su vida lujosa y l ujuriosa .7.
La reacción reli giosa no se hizo esperar y luego nadie s e
salvaba de l a intol er anci a .
La tortura lo incluyo a Maquiavelo entre l a list a de los
sufri entes de aquellos años .
La imprent a fue el instrument o con el cual Martín Lutero
(1483 -1546) había podido propagar l a R eforma y denunci ar a Roma a
quien l a llam aba “l a prostituta ”.
En la opinión de muchos cristi anos, allí, habí an proli ferado
las Mesalinas del antiguo Imperio, y las envenenadoras de profesión.
“Alej andro VI, un P apa Borgi a, sobrino de ot ro Papa Borgi a, padre de
Cesar y de Lucreci a Borgia, con qui en vive en concubi nato en el
Vaticano, son los monstruos casi apocal ípticos de depravaci ón, la más
horribl e que ha ya avergonzado a la especie.” 8
Se había det eriorado ya tanto el espíritu moral del
cristi anismo, que había dej ando de dar impulso y fines a la sociedad,
re yes, prínci pes y papas se habían entregado a los más espantosos
desordenes.
Sin Alejandro VI no ha y Lutero, ni probablem ente el cisma
de la Igl esia .
Alejandro V I Borgi a –cali ficado por muchos fiel es
cristi anos como un abusivo vendedor de indul genci as, era t ambién
descreí do en su sabi duría por l as decisiones terrenales.
El Re y de Franci a, cuando l a bul a “Int er Caetera” Tratado
de Tordesill as de (1493), dijo que l e m ostraran el test amento de Adán
gracias al cual le habían dado a España más de medio mundo.
España desde los R e yes Católi cos y el descubrimi ento era
el est andart e de la C ristiandad.
Fue en sus barcos que los frail es fueron capellanes en el
descubrimi ento, luego en el ejercito predicadores del Evangelio a los
Carlos Fuentes, en “El espejo enterrado”, Colección Tierra Firme, Fondo de Cultura Económica, México 1992,
refiere a Vasco de Quiroga, Obispo Franciscano de Michoacán, llegado a México en 1530 con la Utopía de
Tomas Moro bajo el brazo.
7
Fue en 1498.
8
Del texto de la Conferencia leída por Domingo Faustino Sarmiento en el Teatro Nacional el día 30 de mayo de
1881, en ocasión de la muerte de Darwin por invitación del Circulo Médico. Publicada por Jackson en la Colección “Grandes Escritores Argentinos”, prologada por Aristóbulo del Valle.
6
6
pueblos conquist ados o maestros en las nuevas ciud ades Americanas
fundadas por la colonización.
Así la visión escol ástica se expandió mientras que en el
resto de Europa ya estaba en crisi s. 9
Por eso en América continuó esa visión escol ástica incluso
hasta después de l as guerras de la independencia.
La Orden del C apitán Lo yol a echó bases considerándos e el
Ejercito de Cristo (1534).
Fue España la que hizo la fl ota crist iana, que junto a
Veneci a y la Santa Sede bajo el mando de Don Juan de Austri a, en
Lepanto m ató a Ali Bachá (1576).
En los tiempos de Galileo , los turcos ya no eran l a misma
amenaza.
La im prenta llevaba ahora la
educación, que hast a
entonces habían llevado los monjes. La educación de los pueblos habí a
comenz ado a ser Lai ca.
El orden, úni co, dogmáti co y ort odoxo del mundo
represent ado claram e nte por la pintura de El Greco “El entierro del
Conde de Orgaz” de (1586), donde coexiste lo humano y lo divino,
había sido ridi culizado por l a locura de Don Quijot e cu ya única certeza
está en “palabras, palabras, palabras”.
España era un gi gante que se ha bía comenzado a
desmoronarse.
Frente a Pl ymouth (1588) 130 naves, arm adas con 2.431
piezas de artillería y cargadas con 29.300 soldados y 180 monjes y
frail es son derrotados por una flota británi ca bast ant e i nferior en
número, pero mu y bien diri gida , 10, pero sobre todo fueron los
elem entos natural es los que allí acabaron con la pret ensi ón de una
Europa Católi ca baj o los preceptos dict ados por el Concilio de Trento
(1536) .
La Europa protest ante, y los estados nación estaban
emergiendo con toda su fuerza.
Cervantes (1547 -1616) ya había publicado su “Don
Quijote” y Giordano Bruno ya había sido quem ado públi cam ente por la
inquisición en (1600).
Es esa época donde al decir de C ervant es, “..el fraude, el
engaño, l a mali cia t odo est a m ezclándose con la verdad y l a llaneza”
9
La Orden Jesuítica había nacido en el Concilio de Trento al igual que la Inquisición en 1542, La Iglesia de la
Compañía de Jesús en la Ciudad de Córdoba tiene anotado el año 1666 como el de final de su construcción, la
mayoría de las ciudades argentinas fueron fundadas y establecidos su primeras poblaciones después de 1550.10© Espasa Calpe, S. A., 1997. © Bordas, 1992. Reservados todos los derechos.
7
Calderón de l a Barca, con “ La vida es sueño” de 1635
plantea el drama existenci al vivido en l a época: ¿Qué es lo real, donde
se encuentra, como defini rlo, como saberlo, de donde venim os, adonde
vamos? .
La obra fue escrit a en el medio de una dis puta ent re
jesuitas, que subra yaban el libre albedrío y dominicos que destacaban
la omnipot encia de l a justici a divi na.
En ese año de 1633, cuando el Duque de Olivares
gobernaba en nombre de Felipe IV, los embaj adores Españoles eran
recibidos después de l os que envi aba Lui s XIII de Franci a 11 no
quedaban ya ni sombras de Felipe II, con todo su monasterio “El
Escorial ” com o cent ro del imperio y su férrea disciplina personal.
Urbano VIII era el Papa en épocas del juicio a Galileo. El
mismo que mandó construir la villa de Castel Gandolfo y el palacio
Barberini.
Cristina de Suecia, quien l e da el control del Bálti co a su
nación, luego de reunir una corte brill ante, en la que había recibido
incluso a Descart es, en 1649 abdica en su primo Carl os Gustavo, y
termina llevando en Roma una vida fastuosa y excént rica. 12
El corazón de los hombres había dej ado de ser el lugar de
construcción de l a Igl esia, el enorme San Pedro convocaba al lujo y al
trabajo de los artist as como Mi guel Ángel y Rafael. Todo era pom pa
carent e d e reli giosidad.
Monteverdi, con sus operas 13 “La coronación de Popea” y
“Orfeo” del eitaban a los Romanos de ent onces.
Bocaccio con su Decam eron alegraba la alcoba, y el
“Princi pe” de Maqui avelo guiaba a Duques y cort esanos.
El Escol astici smo,
que
habí a receptado casi en su
totalidad la obra aristotélica comenzaba a ser duramente cuest ionado.
Ya Paracelso(1490 - 1541), había quemado solemnem ente l a
obra de Aristót eles antes de em pezar sus enseñanzas médi cas.
Francis Bacon (1561 -1626), incul caba una cont ra posición
entre inductismo y escolasti cismo. 14
Hast a cl éri gos formados en el ám bito escolásti co como
Pierre Gassendi (1592 - 1655) escribí an contra Aristótel es, sustituyendo
su base fil osófi ca por una base “inductiva” o “em pirista” al estilo
epicúreo. 15
11
Fundador de la Academia de Artes y Ciencias de Francia12© Espasa Calpe, S. A., 1997. © Bordas, 1992. Reservados todos los derechos.
13
Nació en 1567 y murió en 1643.
Schumpeter, en la obra ya citada, afirma que esta contraposición no es real y que Bacon contribuyo más que
ningún otro a desconocer el verdadero trabajo de los escolásticos.
15
Citado por Joseph Schumpeter en su “Historia del Análisis Economico” Ed. Ariel-Barcelona- 1995, pag.128.14
8
Galileo se dest acaba en ese plano , ridiculizaba a
Aristót eles poni éndolo en boca de un objetor escol ástico en su famoso
dialogo sobre el sist ema heliocént rico.
Que difí cil debió ser vivir en aquellos años de guerras
reli giosas, int ri gas palaciegas , contubern ios diplom áticos y est ados
emergent es.
Im aginémonos por un moment o, actuar como un soldado
bajo l as ordenes de Orange el Taciturno en una guerra como la de
Flandes, o ver al cri men y la viol ación a las le yes Divinas servidas con
el pillaj e y el exterminio.
Im aginemos t ambién aquella horrorosa pompa de ceremonia
reli giosa y civil, verdadera colusión del trono y el alt ar que haci a 1630
era el ll amado “auto de fé”.
Nadi e en el puebl o podía eludir l a edifi cante ceremonia.
Adem ás de al gunas indulgenci as de prem io, la presenci a
era obli gada.
Allí caminaban con toda pompa encabez ando l a procesión ,
las fuerzas vivas, las órdenes reli giosas, todos los notables de la
ciudad disput ándose el honor de escolt ar la gran bandera de cruz verde
con fondo blanco del Santo O ficio 16,
Precedi endo a los condenados, los mi embros del t ribunal
cerraban la m archa.
Los herej es, bajo todas las miradas exhibían sus San
Benito, sus t raj es variaban según l a condena, ll amas y di ablos
dibujados en sus ropas para el declarado “impenit ente” al que s e l e
quemaba vivo, y a aquel que l a tortura habí a l ogrado un
“arrepentimiento”, gozaba de l a calidad de “relapso” y hecha ant e el
patíbulo l ectura de las pruebas que establ ecí an su culpabilidad y
condena, se los ahorcaba para luego quemarlos, o se les daba “garrote
vil” para luego entregar el cuerpo a l a purificación por el fuego.
Quienes no eran ent regados al brazo secular, por sentencias
de muert e y fuego, podían aspi rar a su “reconciliación” que implicaba
en todos los casos prisión o desti erro y automáti cam ent e el embargo de
todos los bi enes del condenado y l a infamia en adel ant e asociada a su
nombre y al de su familia.
Pero no ha y unos si n los otros, si est as eran las victim as,
los otros eran los privilegi ados o mej or “famili eros” como se l es
denominaba, cu yo ori gen estaba en l as escolt as de Torquemada. Tras
las ordenanz as de 1561, adem ás de cont rolar los libros tení an vent ajas
tan import ant es que el Santo Oficio comenzó a vender “familiaturas”,
verdadero cargo real , desde el cual cometieron t oda cl ase de abusos.
Ahora entiendo porque el gallego de la Avda. Córdoba y Jujuy que me decía de niño “Y tu que sabes” cuando le preguntaba por el nombre de su negocio “Cruz verde” en vez de “Cruz roja” en el que colocaban inyectables.
16
9
Pero no ha y que engañarse, l a intol erancia no sol o existía
en España, quemaban bruj as los ingl eses, con parecida pompa y
circunstanci a, y sin pompa al guna los Franceses, qui enes en la noche
de San Bartolom é el 24 de agosto de 1572 sali ero n a cazar a los
protest ant es parisinos calcul ándose que solo allí murieron tres mil
personas, más que t odos los condenados por la inquisi ción español a. 17
Ante el horroroso acecho de la inquisi ci ón y de l as guerras
reli giosas, es glori osa esa prot esta cont ra la intol eranci a que aún
retumba, “eppur si muove!”
Este cuadro incompleto de hechos y personaj es, lo único
que ha int entado es ser un marco de referencia a esa protesta, un
enlace para ent ender de toda la val entí a que implicaba la protest a. Es
solo un a imagen para refl exionar sobre l a vida, preocupaciones e ideas
de los tiempos de Galileo y sobre las di fíciles rel aciones que tuvieron
la fe y l a ciencia en aquell os años, que habían perdido el ám bito propi o
de la libertad y tol eranci a que l as había cara ct erizado con anterioridad.
Opiniones
“Galileo Galilei (1564 -1642) y R ené Descart es (1596 1650), por ejem plo, inocultabl e sintonía con los plant eamientos de
estos utópicos renacentist as. Por est a razón, no parece descabell ado
califi car a Francis Bacon y, en ci ert a medida a Tomaso Campanella,
como los ini ciadores de lo que después devendrá en la mentalidad
tecnol ogista y el tecnocentrismo, es deci r la ment alidad que absolutiza
de tal manera el papel de la t ecnología que termina desplazando otros
ámbitos del saber y de l a realidad, con grave desm edro del fin último
del ser humano. Esta aproximación constitu ye un reducci onism o
metodológi co --t ant o valorativo como práctico -- cu ya norma suprem a
es la efi cacia por l a efi cacia sin ningún interés por la verdad o el bi en
y mucho menos por la belleza. Es una m entalidad que se expres a en el
cienti ficismo y que en el fondo no es otra cosa que una máxima
confusión de los m edios con l os fines o, si se qui ere, l a perversión de
los medios. Est a m entalidad evolucionó y se fu e di fundi endo s obre
todo por obra de los iluministas. De la Ilustración pasó al positivismo
y de allí a los liberalismos y a ese derivado antitético que es el
marxismo. Ho y en día se descubre muy extendida, como se puede
colegi r de lo que hemos mencionado en relación a los tecnófobos y
tecnófilos. 18
Otra mu y diferente es la que si gue, como oposi ción al
secul arism o absolut o, ent endiendo a Secul ar por civil, lai co, s eglar,
Ver Gerard Dufour “La Inquisición en España” Editorial Cambio 16, Madrid España .ISBN 84-7679-222-0C
(©) VE Multimedios™."doig, Klinge, Germán, Tecnología, utopía y cultura, en Vida y Espiritualidad, VE, mayoagosto 1997, año 12, Nro. 37, p. 51".WWW.multimedios.org/bec/etexts/tecno
17
18
10
temporal, t errenal, mundanal, profano, lego, en oposi ción a lo divino y
reli gioso. 19
“Hace treint a años, la constitución conciliar Gaudium et
spes lo había subrayado y los t res decenios ya transcurridos lo han
confi rmado con el peso de l a histori a. Frent e al ll amado ecl ipse de l o
sagrado, se ha mani fest ado una necesidad crecient e de la experie ncia
reli giosa.
Ho y, m ás que nunca, const atamos que la cultura es del
hombre, la hace el hombre y est á destinada al hombre.
Baj o esta premisa el Papa reflexiona sobre l a act ualidad
que ti ene la contradicción de un m odelo único de orden y la
multiplicidad de m odelos que permit an com prender l a complejidad
creci ente de l as ciencias de l a naturaleza.” 20
La actual posi ción de la Igl esia sobre el tema, en particul ar
después del Conci lio Vaticano II, esta cl aramente expuesta en
(Gaudium et spes 36) «La investi ga ción metódi ca en todos l os campos
del saber, si est á realizada de form a aut énticam ente científi ca y
conform e a las norm as moral es, nunca será realmente cont raria a la fe,
porque las realidades profanes y las de l a fe tienen ori gen en un mismo
Dios ».
Todaví a persisten por suerte mu y di ferentes puntos de
vista.
Para valorar correct ament e el jui cio a Galileo, su sanción y
la actual posición de la Igl esia, deberí am os tener en cuenta el problem a
epistemol ógico en primer termino, estando obli gada cada di sciplina a
delimitar su propi o campo y a deci r cuál es el alcance de sus
concl usiones - y en segundo término el modo o procedimiento con el
que avanzaran en la búsqueda de l a verdad.
La idea del conocimiento sol ament e posible por los
sentidos o contrari amente solo p roducto de l a raci onalidad humana, ha
sido superado por los estudi os posteriores de Kant y todos aquellos que
propusi eron soluciones a la irreductibil idad de los lenguaj es sensibles
y del conocimient o t eóri co por múltipl es caminos.
El problema del método.
¿Compilar opiniones?
Muchas cosas son las que se habí an dicho sobre el juici o a
Galileo Galilei, por lo que una tarea de com pilación de opiniones y
contrastarlas con el actual enfoque de l a Igl esi a podrí a ser un modo de
encarar el t ema.
19 Diccionario Espasa de sinónimos y antónimos.© De esta edición: Espasa Calpe, S. A., 1996. Reservados todos los derechos.
20
Del Discurso del Papa en ocasión de los 350 años del fallecimiento de Galileo ante la Academia Pontificia de
Ciencias.
11
Pero una compil aci ón de opiniones sobre el particul ar
puede resultar mu y extensa si se pret ende que si gni fique un aport e, ya
que l a exhaustivi dad más que la sel ección pareciera dar ma yor valí a. a
una t area encarada desde esa perspecti va.
¿Racionalizar?
En sentido cont rari o una sel ección de opiniones , y los
fundamentos en que se sust entan obvi ament e t endrá com o principal
enemi go mi subj etividad, ella perm anent ement e traicionara l a búsqueda
de un resultado obj etivo.
La psicología actual llaman a esto raci onalización, hábito
consist ente en impresionar a ot ros m ediante una est ampa de nosot ros
mismos, de nuestros motivos, nuest ros amigos o nuest ros enemi gos .
Nuest ra reli gión, nuestro país, etc..los que t rat amos que se parezcan
más a l o que querríamos que fueran que a lo que real ment e son.
Antes que la Psicol ogí a actual, este fenómeno habí a si do
descripto por Marx y Engels al decir que las ideas de los hombres no
son motores de los acontecimientos históricos, sino que conforman una
“sobrest ructura” basadas en ot ros factores, com o glori ficar intereses y
acciones de una clase en posi ción de i mponerse, y por lo tanto mu y
alej adas de la verdad. Que estos factores manti enen a una estructura
social de un mundo que ti enden a presentar con un aspecto m u y
diferent e al verdadero si el obse rvador esta situado en ot ro tiempo y
otra clase soci al. A ese fenómeno ellos l o llamaron “ideologí a”.
Ahora bien, si nuestro resultados pueden estar vici ados
por la Ideol ogía, “¿Qué garantía lógica tenemos para afirm ar eso? ¿Hay
al gún procedimi ento para i dentifi car , reconocer y acaso el iminar los
elem entos del análisis que est én ideol ógicam ente vici ados? ¿Y quedan
los sufi cient es una vez hecho esto? ” 21
Sigui endo en esto a Schumpeter, que afina el concepto de
ideologí a por el de inflexión ideológica, est e sería solo uno de los
peli gros, el ot ro es la emisión de juicios de val or, que revel an una
ideologí a pero que no son necesariam ent e su ideologí a.
Teun Van Dijk, di ce que en l a t radi ción m arxista ( y a
menudo en oposi ci ón a ell a), los sociólogos y los filós ofos han
continuado debati endo con creciente sut ileza las dimensiones social es
y políticas del conocimiento, la verdad y el saber. Durante mucho
tiempo, sus concepciones de l a sociedad fueron precisam ente
autodefinidas como no ideológicas y, por lo t anto, verdaderas y
cientí ficas. El marxismo no fue l a excepción, ni política ni
académi cam ent e. Así, por sobre l a cont ienda política y desligados de
intereses soci ales o económicos, la m a yor parte de los eruditos se
consideraron a sí mismos como freischwebende I ntelli genz, esto es, al
21
Joseph Schumpeter, Id. Idem pag. 73.
12
margen de l a falsedad, al servi cio propi o, e interesados úni cam ente en
la búsqueda desinteresada de la verdad, sólo para ser acusados por
otros más críti cos de enredarse precisamente en lo que ell os querían
evitar en primer término, o sea, una ideologí a. Esta ideologí a de l a
ciencia, que trata de ocult ar sus intereses y pret ende que sus propi as
creencias sean acept adas como l a verdad por aquell os que reconocen su
poder y dominaci ón, es así apenas diferente de otras ideologías que se
desarroll an para lograr la hegem onía, l egitimar el poder u ocult ar la
desi gualdad, aunque tan sólo sea en el dominio del conocimi ento. Es en
este punt o fundamental donde se superponen la filosofí a y l a sociologí a
de la ideol ogía y la filosofía y la sociol o gí a de la cienci a. i
¿Historia de opiniones?
El trabajo que aquí se present a, ti ene como obj eto
reconocible de carácter general justam ente a las rel aciones ent re l a
ciencia y fé en la época de Galil eo y en el pensami ento actual
Si este es el obj eto, t eni endo en cuenta lo anterior,
corresponderí a defi nir ahora bajo que condi ciones y reglas vamos a
examinarl o.
Y por si esto fuera poco, como dice Humberto Eco, el
trabajo debería trat ar de ser útil a l os demás, deberá suministrar
elem entos que permitan veri f icarl o o refut arlo en las hipótesis que
present a. 22.
Adem ás de l os problemas que pl ant ea “lo ideológico”
tenemos que agregar que la físi ca y l a matem ática eran de interés a l a
mentalidad pública del lugar y l a época en que aconteció el juici o a
Galileo, po r lo que es factible escribir una histori a de las opiniones
populares sobre el t ema y otra mu y di ferent e sobre l os fundamentos de
las teorías Ptolomei cas, en cont radi cción con l as de Galileo.
¿Una aproximaci ón a la histori a de las mutaciones?
Por último s i se quiere, el t ema da para una histori a
rel ativa a las mut aci ones de identidad provocada en las organizaciones
social es como consecuencia de la rupt ura de l a cosm ogonía que las
aglutinaba, y las nuevas organizaciones emergentes. 23
Evolución del método y los paradigmas.
Galileo se encuent ra ent re los hombres singulares que han
dado lugar con sus trabajos y descubri mientos a un salto brusco en el
conocimiento de l a naturaleza por l a humanidad.
Junto con Aristótel es, Copérni co, Newton, Einstein, y mu y
pocos mas, lograron defini r paradi gmas cientí ficos. Esto es, un
Uberto Eco, “Como se hace una tesis”, Ed. Gedisa, Barcelona 1996 ISBN 84-7432-451-3.
Los nuevos Estados Nación, las Iglesias Protestante, la Educación Laica organizada fuera de la Iglesia Católica son solo algunos ejemplos de esas mutaciones consecuentes de la perdida de visión única.
22
23
13
conjunto de hipót esis fundam ent ales y críticas sobre l as que pueden
desarroll arse t eorí as y m odelos.
Entre los paradi gm as más import ant es siguiendo a Khun
están : 1) el cart esiano; 2) el termodinámic o;3) el estructuralista; y 4)
el sistémi co cibernét ico. ii
El criterio de l a existenci a de m ultiplici dad de m odelos al
que aluden los documentos de l a Academia Pontifi cia de las Ciencias
pert enece al paradi gma sistémi co cibernético.
El problema de la identidad .
La “ci encia” concebida como camino para alcanzar una
verdad, es tambi én un factor que
permite exclui r o incluir
corporativam ente.
Es indudable que la interpretación del t exto bíblico era un
objeto principal de confli cto de l as épocas de Galil eo, ta mbién es
indudabl e que la visión que se daba de di cho texto unificaba
corporativam ente a l os grupos que pugnan en l as guerras reli gios as.
En esos años donde la concepción de Tol omeo del Universo
estaba direct amente vincul ado a la regl a explicita con la que la Iglesi a
como grupo se reconocía asimism a, ser partici pe de la idea copernicana
o tolomeica, si gnifi caba mucho más que sostener una teorí a sobre el
movimiento pl anetario.
Esto nos lleva di rectam ente a una consideración sobre l as
rel aciones del grupo qu e cultiva una cienci a, sus mét odos y sus
result ados desde una perspectiva diferente. iii , con lo que el concepto
de multiplici dad de modelos result a entonces fundam ental para
comprender el juici o, y los nuevos rol es que estaban asumiendo las
organizaciones q ue mutaban su identidad en esa época.
La Iglesi a, los estados, las organizaci ones todas sufrían el
impacto de l a ampliación del entorno.
Estaban mut ando l os factores de cohesión, lo que los
amal gamaba, lo que les daba sentido y fi nalidad. iv
Esta crisis de ident idad tiene parecidos a l a que se vive
ho y con el adveni miento de l a soci edad gl obalizada y la llam ada
sociedad de l a información. 24
Esta crisis de identi dad, se ahondará si n duda en un futuro
cercano, cuando l a seguri dad de lo que definimos como ”hom bre” ho y,
hombre como aquel ser form ado por un cuerpo mat eri al y un alm a
24
Ver, Manuel Castells LA ERA DE LA INFORMACIÓN, pag. 298, Identidades, Gobiernos Locales, y Deconstrucción del Estado Nación.
14
espiritual creada por Dios a imagen y semej anza su ya, sea irrum pida
por la existencia de las llam adas “m aqui nas espirituales”. 25
De ahí l a import anci a y actualidad de un análisis de l jui cio
de Galil eo Galil ei, ya que aporta al pensamiento académi co i ncitándolo
a un estudio históri co comparati vo de aquellos procesos de interacción
entre tecnología y economí a, entre comunicaciones y transformación de
instituciones políticas, ent re evol ución de paradi gm as de investi gación
cientí fica e identi dad de organizaci ones y sus miembros
La búsqueda de “la Verdad” o la búsqueda de “una verdad.”
Para aproximamos al probl ema de las relaciones entre
ciencia y fe, debem os encont rar un adecuado enfoque metodológico y
epistemol ógico.
Entendi endo a l a ci enci a como un conocimiento ci erto de
las cosas por sus pri ncipios y causas, o como un conjunto sist ematizado
de conocimient os que constitu yen un ramo del saber humano, es
diferent e la búsqueda de la verdad para l a teologí a, que la búsqueda de
la verdad por la físi ca.
El crit erio de verdad será diferente en una o otra
disciplina.
La epist emologí a, es aquella que pregunt a por l a verdad del
pensamiento, por su concordanci a con el objeto; es la teorí a del
pens amiento verdadero que di fiere del análisis formal propio de l a
lógi ca.
Por
consi guient e,
los
princi pales
probl emas
epistemol ógicos a resolver son: l a posibilidad del conoci miento, su
ori gen o fundament o, su esenci a o trascendenci a, y el criterio de
verdad con el que se alcanza ese conoci miento.
Hacia el año 2099, Ray Kurzweil vaticina “ Habrá una fuerte tendencia a mezclar el pensamiento humano con el mundo de la inteligencia de la máquina, creada inicialmente por la especie humana. Ya no
hay distinción clara entre seres humanos y ordenadores. La mayoría de las entidades conscientes no tienen presencia física permanente. Las inteligencias basadas en máquinas que derivan de modelos extendidos de inteligencia humana afirman que son humanos, a pesar de que su cerebro no tenga como soporte
procesos celulares a base de carbono, sino sus equivalentes electrónicos y fotónicos. La mayoría de estas
inteligencias no están ligadas a una unidad específica de procesamiento computacional. La cantidad de
seres humanos en soporte de software superan con mucho a quienes continúan utilizando la computación
neuronal originaria a base de carbono. Incluso entre las inteligencias humanas que siguen usando neuronas a base de carbono es común la tecnología de implantes neuronales, lo que les proporciona una enorme potenciación de sus capacidades perceptivas y cognitivas. Los seres humanos que no utilizan estos
implantes son incapaces de participar en conversaciones con los que los utilizan. Puesto que la mayor
parte de la información se publica en protocolos de conocimiento normalizados y asimilados, su inteligibilidad es inmediata. El objetivo de la educación, y de los seres inteligentes, es descubrir nuevo conocimiento que aprender. LA ERA DE LAS MAQUINAS ESPIRITUALES, Buenos Aires, Ed. Planeta
1999.25
15
Entiendo que en el caso de Galil eo existió una confusión
evidente provocada por un equi vocado análisis epistemológi co v.
Allí ha y sin duda una de las causas de l a condena.
Galileo y antes C opérnico al asi gnarle a la tierra su
verdadera condi ción, la de un planeta que gira alrededor del sol entre
Venus y Marte com pletaban la tarea de ubicar a los hom bres en el
Universo de un modo totalmente disti nt o al que lo hacía l a astronomía
tradi cional adopt ada canónicamente, cont ribuían de est e modo al
desplaz amiento de la ment alidad públi ca m edi eval y al sentido de
posesión del mundo, tal como lo hicieron los nuevos descubrimientos,
las nuevas pl ant as, animales, especies y culturas t raídas a Europa desde
las lej anas tierras ahora ciertas y present es.
Adviértase que se dice astronomía t radicional adoptada
canónicament e, y est o fue una enorm e confusión. -de filosofía, teologí a,
reli gión y astronomía propio de esa época. 26
El caso de Galileo como objeto de análisis
Ubicados com o obs ervadores, debemos determi nar con
precisión cuales son los limites para conocer un fenómeno con el
método que usemos, y si est e mét odo es apropiado al obj eto en si.
La finalidad del est udio o si se quiere “la t eleología” será
la que nos da el rango de imp ortancia que t endrán los hechos o
circunstanci as del objeto en análisis .
Entonces por ej emplo, una carta com o la diri gida por el
Cardenal Bel armino al carm elita Foscarini en la perspectiva del
análisis de la rel aci ón de la ciencia y l a fe en l a época de G alileo s erá
substancial para un análisis históri co.
Advirt amos las di ferencias. Lo que ocurre con el
pensamiento de una época, o sea la suma de las opi niones y deseos
referent es que conforman l a ment alidad pública frente a un problem a
son distintos al prob lema en sí. La t el eologí a definirá cual hecho es
rel evant e para nuest ro est udio.
El caso Galileo como objeto de análisis plantea sin duda
esta riquez a de posibilidades, de allí que el encargar a la Academi a
Pontifici a de l as Ciencias su análisis desde dist int as disci plinas – como
lo hizo oportunam ente Juan Pabl o II. -es ya una tom a de posición que
exclu ye l a posibilidad de una verdad contradi ctori a, ent re l a búsqueda
de la verdad ci entífi ca y la búsqueda de la verdad desde la fe.
Como una conclusi ón provision al puede afirm arse que con el
juicio a Galil eo se quebró la tradi ción de libert ad y universalidad que
26
En la puerta de la Iglesia de la Compañía de Jesús en Córdoba, -que da a la calle Caseros y
que data de 1666, todavía puede leerse “Puerta de dios y camino del cielo”.-
16
vivió para cuestiones que no eran “de fide” las corporaciones de
estudiantes, “uni versidades”, y ordenes monásticas en l a época feudal.
Que los paradi gm as y condi ciones epistemológicas que fueron
usados para juzgar a Galileo pusi eron erróneam ent e en cont radicción fe
y cienci a.
Que el Sant o Ofi cio, actuó en est e caso omiti endo las
advertenci as explicitas de San Agustín y Santo Tom ás sobre l os errores
que se pueden com eter al justifi car los fenómenos natural es con una
interpret ación literal de los t extos bíblicos. vi
Notas al final.
i
Teun Van Dijk, en IDEOLOGÍA-UN ENFOQUE MULTIDISCIPLINARIO Ed. Gedisa, Barcelona 1999.Pag.16 “En un permanente diálogo con la rama marxista de la tradición (y a menudo en oposición a ella), los sociólogos y los filósofos han continuado debatiendo con creciente sutileza las dimensiones sociales y políticas del conocimiento, la verdad y el saber. Durante
mucho tiempo, sus concepciones de la sociedad fueron precisamente autodefinidas como no
ideológicas y, por lo tanto, verdaderas y científicas. El marxismo no fue la excepción, ni política ni académicamente. Así, por sobre la contienda política y desligados de intereses sociales o
económicos, la mayor parte de los eruditos se consideraron a sí mismos como freischwebende
Intelligenz, esto es, al margen de la falsedad, al servicio propio, e interesados únicamente en la
búsqueda desinteresada de la verdad, sólo para ser acusados por otros más críticos de enredarse
precisamente en lo que ellos querían evitar en primer término, o sea, una ideología. Esta ideología de la ciencia, que trata de ocultar sus intereses y pretende que sus propias creencias sean
aceptadas como la verdad por aquellos que reconocen su poder y dominación, es así apenas diferente de otras ideologías que se desarrollan para lograr la hegemonía, legitimar el poder u
ocultar la desigualdad, aunque tan sólo sea en el dominio del conocimiento. Es en este punto
fundamental donde se superponen la filosofía y la sociología de la ideología y la filosofía y la
sociología de la ciencia.
Sólo en una etapa posterior, en la segunda mitad del siglo xx, se desarrollan nociones más inclusivas y menos peyorativas. Aquí, las ideologías se definen habitualmente como sistemas políticos o sociales de ideas, valores o preceptos de grupos u otras colectividades y tienen la función de organizar o legitimar las acciones del grupo..
DOCUMENTOS DEL CREI.- Benito Roldan Casañe.- “Seminario de Gestión Automatizada
de la Administración Judicial y Penitenciaria” – San Juan, Agosto 1982. Pag.11.- “El paradigma cartesiano, o de la mecánica racional, es el paradigma de la -física clásica, de las simplicidades organizadas. Su tesis, es que la estructura del objeto determina la función. Lo que interesa al científico es el estudio de las entidades para descubrir las in variancias estructurales mediante el análisis, practicado -en última instancia- siguiendo los cuatro preceptos del Discurso
del Método.
ii
17
El paradigma termodinámico, o de la mecánica cuántica, es el paradigma de los fenómenos estadísticos, de la complejidad caótica, y considera -en cambio-, siguiendo a Boltzmann, que lo
esencial son las transformaciones internas, que tienen lugar en los sistemas cerrados y las propiedades de cada uno de ellos, visto como un todo. Su tesis es que la estructura -del objeto se
modifica como resultado de dichas transformaciones, es decir de su evolución en el tiempo.
El paradigma estructuralista es una síntesis dialéctica de los -dos anteriores, debida a la gran intuición de J. Piaget, para quien el objeto funciona y se transforma al mismo tiempo. F. de
Chaussure acuñará después los términos de diacronía y sincronía, que –aplicados por él a la
lingüística- tienen, sin embargo, validez universal en el campo científico
El paradigma sistémico es el paradigma de la complejidad organizada, que abre nuevos horizontes a la Ciencia en nuestros días. Frente a la visión mecanicista de la Física clásica, Bertalanffy nos ofrece una nueva visión organicista; y, frente a los sistemas cerrados de la Termodinámica, los sistemas abiertos, es decir, en intercambio con su entorno. Por tanto, la estructuraya no explica necesariamente la función, ni tampoco es -Meramente consecuencia de la evolución resultante de las transformaciones internas. Se vuelve a las viejas fuentes de Heráclito y
Aristóteles, renace con firmeza la hipótesis teleológica y se interpreta y representa el
Objeto como una interacción finalista con su entorno.
El paradigma cibernético por último presentado por N. Wiener en su obra 'Cibernética o comunicación y control en los animales y las maquinas, que era inicialmente de base mecanicista
como claramente indican los términos escogidos por el autor, ha rebasado por las aportaciones
posteriores, el ámbito de aplicación acotado por su título y se ha confundido, prácticamente,
con el paradigma sistémico.
iii Joseph A. Schumpeter, HISTORIA DEL ANÁLISIS ECONÓMICO, Ed. Ariel Economía,
Barcelona 1995. Pero había de contar con otras dos secciones (2. Las fuerzas motoras del esfuerzo científico y el mecanismo del desarrollo científico; 3. El personal de la ciencia en general y de la ciencia económica en particular)….Entre las notas del autor aparecieron algunos párrafos introductorios (probablemente dictados) que tratan con cierto detalle del problema del
personal de la ciencia. Se dan a continuación. 1 El lector percibirá sin dificultad la relación que
existe entre la definición de una ciencia como una técnica que se desarrolla en un grupo social
profesionalmente dedicado a cultivarla y los aspectos ideológicos de los métodos y los resultados que surjan de las actividades "científicas" de un grupo semejante. Evidentemente ha de haber cierta cohesión entre sus miembros, por lo menos cuándo el grupo ha conseguido una existencia suficientemente determinada, un espíritu corporativo que produce reglas explícitas o
subconscientes según las cuales los miembros se reconocen mutuamente, admiten a ciertos individuos y excluyen a otros. Recogeremos unos pocos fenómenos originados por esos hechos y
completaremos así lo poco que aquí puede decirse a propósito de la sociología de la ciencia. Si
es posible imaginar un individuo que por una razón cualquiera se lance por sí "sino a la investigación de cualquiera de esos conjuntos de fenómenos que se han ido convirtiendo en objetos
del esfuerzo científico, se podrá también comprobar una verdad sencilla, pero muy básica.
Nuestro imaginado individuo ha de empezar por identificar los fenómenos sobre los cuales
quiere trabajar, y tiene que identificarlos precisamente como fenómenos relacionados de algún
modo entre ellos y distintos de cualesquiera otros. Esta identificación es un acto cognoscitivo.
Pero no es parte del trabajo analítico. Por el contrario, lo que hace es suministrar el objeto, el
18
material sobre el cual trabajará el análisis, por lo que es un requisito previo de éste. El trabajo
analítico mismo consiste en dos actividades diferentes, aunque inseparables. La primera es la
conceptuación de los contenidos de la visión. Queremos decir con esto la fijación de sus elementos en conceptos precisos que reciben nombres o etiquetas para fijar-su identidad, y el establecimiento de relaciones (teoremas o proposiciones) entre ellos. La segunda consiste en buscar
más datos empíricos (hechos) con los que enriquecer y contrastar los hechos inicialmente percibidos. Es natural que esas dos actividades no sean independientes la una de la otra, sino que
haya un constante intercambio entre ellas. Los intentos de conceptuación estimulan la búsqueda
de más hechos, y los nuevos hechos descubiertos tienen que ordenarse y conceptuarse a su vez.
Ambas actividades, en una secuencia infinita, perfeccionan, profundizan y corrigen la visión
inicial y todos los demás resultados. En algún estadio de nuestra empresa científica intentamos
construir esquemas, sistemas o modelos mediante los cuales describir del mejor modo el conjunto de fenómenos que nos interesa, los cuales se desarrollan entonces "deductivamente" o
“inductivamente". Pero por naturaleza son esos esquemas provisionales y siempre relativos al
acervo de hechos de que disponemos. Estamos dando una descripción muy imperfecta del procedimiento científico, pero lo suficientemente veraz para poner de manifiesto un hecho que se
acentuará repetidamente en estas páginas: no hay ni puede haber oposición fundamental alguna
entre "teoría" e investigación factual", y aún menos entre deducción e inducción. Una de nuestras tareas consistirá en mostrar por qué, a pesar de ello, se ha producido la apariencia de dicha
oposición.
Desde luego que, en la práctica, ningún científico recorre él mismo todos los estadios del trabajo de la ciencia, empezando con una visión independiente y exclusiva suya. Sin duda la percepción intuitivo de aspectos nuevos está siempre presente, si es que la ciencia está de verdad viva.
Pero la visión del tipo que produce nuevos métodos o nuevas proposiciones, o que lleva al descubrimiento de nuevos hechos -todo lo cual ingresa entonces en la ciencia bajo la forma de
nuevas hipótesis o nuevas restricciones- se limita a enriquecer o a desplazar acaso parcialmente
estructuras científicas existentes, el grueso de las cuales se sigue transmitiendo obviamente de
generación en generación, No es nunca, prácticamente, la sociedad en su conjunto, ni tampoco
una muestra arbitraria de miembros de la sociedad, los que transmiten el tronco del conocimiento científico: lo transmite siempre un grupo más o menos determinado de profesionales,
los cuales enseñan a la generación que sube no sólo sus métodos y sus resultados, sino también
sus opiniones acerca de la orientación y de los medios de un avance ulterior. En la mayoría de
los casos la competencia para realizar trabajo científico no se puede adquirir de más fuente que
la enseñanza de profesionales reconocidos, o bien sólo individuos de originalidad y fuerza excepcionalísimas- la pueden conseguir de otro modo. Echemos brevemente un vistazo a algunas
consecuencias de ese hecho.
En primer lugar, hay que observar que este mecanismo social es de enorme eficacia en el ahorro de trabajo. Gracias a él el principiante que sigue el consejo recibido y hace el trabajo que se
le asigna adquiere un conocimiento de hechos, una percepción de problemas y un dominio de
métodos con un ahorro de energía que dejará libre lo principal de su fuerza para la exploración
de territorios situados más allá del límite en el cual termina la competencia de su propio maestro. Por lo tanto, no hay duda razonable posible acerca de que el mecanismo social que estamos
considerando es primariamente no sólo favorable el desarrollo del aparato conceptual y a la
acumulación de conocimiento de hechos, sino también origen de la fuerza motora más potente
de lo que generalmente se llama progreso científico. Pero es obvio que la medalla tiene otra cara. La enseñanza de cualquier ciencia establecida estereotipa el espíritu del principiante y puede
19
esterilizar toda la originalidad que posea. Esto tiene una consecuencia menos obvia. A causa de
la resistencia ofrecida por la estructura científica existente, los cambios importantes de perspectiva y de métodos, retrasados al principio, se imponen finalmente por vía de revolución, no de
transformación, y elementos de la vieja estructura que podían tener un valor permanente o que,
por lo menos, no habían tenido tiempo de dar todos sus frutos, puede perderse en ese proceso.
Por eso hay tantas justificaciones, a la vez, para la propensión que tiene cierto tipo de mentalidad a acentuar la continuidad y defender las viejas intelecciones contra las nuevas y para los resentimientos de los revolucionarios. En este libro se registrarán muchos ejemplos pertinentes.
Segundo. el hecho de que, una vez establecidas, las estructuras existentes tiendan a mantenerse
explica en el campo del esfuerzo científico -igual que en otros- un fenómeno que no es fácil
aclarar: el fenómeno de las "generaciones". Considérese una población con una distribución de
edades constante y en la cual, además, el número de las personas que ingresan en las profesiones científicas es igual al número de las personas que se retiran. Una profesión dada, por ejemplo, la de economista científico, presentaría una distribución por edades constante. Sin duda será posible construir subgrupos de los que puede esperarse que desarrollen determinados puntos
de vista y métodos, y no ha problema alguno en cuanto al antagonismo entre esos grupos de y
edad que podemos observar. Pero ése no es el problema de las generaciones científicas, pues
también observamos que, en cualquier época dada, una mayoría de las personas de todos los
grupos de edad presentan ciertas semejanzas de actitud; así, por ejemplo, es lícito hablar de una
generación de 1880-1900 y contraponer-la a la generación de 1920-1940, aunque presumiblemente los jóvenes y los viejos- diferían en el primer período tanto cuanto definieron en el segundo. Todo esto carecería de interés si el cambio de métodos y de resultados procediera de
modo constante. En el caso de los economistas se puede tener la tentación de explicar ese cambio por el cambio de las condiciones económicas y socíales y por el cambio consiguiente de los
problemas prácticos que llaman la atención en los correspondientes períodos. Pero el mismo
fenómeno se presenta en ciencias que trabajan en ambientes invariantes. Eso es precisamente lo
que nos da la clave de la naturaleza del problema y, al mismo tiempo, de su solución. Los problemas y los métodos cambian no sólo porque cambian los ambientes. También cambian a consecuencia del [hecho de que] el trabajo analítico incluido en una determinada estructura de una
ciencia tiene su propio modo de resistirse al cambio.
Tercero: el profesional que se dedica al trabajo científico en un campo determinado, e incluso
todos los profesionales que se dedican al trabajo científico en cualquier campo, tienden a convertirse en un grupo sociológico. Eso significa que tienen más cosas en común, aparte del interés por el trabajo científico o por una ciencia determinada “per se”. En la mayoría de los casos
enseñan la ciencia que intentan construir, con objeto de ganarse la vida. Como es natural, eso
tenderá a cuajar en un tipo social y económico. El grupo acepta o rechaza colaboradores también por razones que no son la competencia o la incompetencia profesional de éstos. En la economía esta agrupación o cristalización ha tardado más en madurar, pero cuando lo ha hecho ha
tenido mucha más importancia que en física, por ejemplo. Veremos cómo en la mayoría de los
países los que escriben de asuntos económicos proceden de todos los sectores de la sociedad.
Ya de antiguo ha habido factores que promovían la agrupación, cuyo ejemplo temprano más
notable es el de .los escolásticos católicos; pero en general se trata de tipos que proceden de todos los grados de la jerarquía social o de la escala de ingresos. En Inglaterra la situación era así
ya en la primera mitad del siglo XLX. En esos casos hemos de utilizar la palabra profesión con
reservas. Había, en efecto, en la Inglaterra de la época dicha una profesión de economista, en el
sentido de que había autores dedicados a cuestiones económicas y que se reconocían recíprocamente competencia en la materia. Pero luego la reunión de trabajo científico y enseñanza
20
produjo una profesión económica en un sentido más pleno, y esta profesión económica produjo
a su vez actitudes respecto de las cuestiones sociales y políticas que eran análogas también por
razones diferentes de la analogía de opiniones científicas. Esta analogía de condiciones de vida
y de localización social produce filosofías análogas de la vida y análogos juicios de valor acerca de los fenómenos sociales. Sería inútil detenerse en las consecuencias de esos hechos si no
fuera porque están íntimamente relacionados con el fenómeno de las escuelas científicas. Como
este concepto tendrá inevitablemente una función de importancia en nuestra historia, valía la
pena detenerse un momento a estudiar su significación.
iv De Manuel Castells, LA ERA DE LA INFORMACIÓN, Vol. 2 El poder de la Identidad.
Identidades, gobiernos locales y deconstrucción del estado nación
El 25 de diciembre de 1632, el Conde duque de Olivares escribió a su rey, Felipe IV:
Tenga V. Majestad. por el negocio más importante de su Monarquía el hacerse rey de España;
quiero decir, señor, que no se contente V. Majestad. con ser rey de Portugal, de Aragón, de Valencia, conde de Barcelona, sino que trabaje y piense con consejo maduro y secreto por reducir
estos reinos de que se compone España al estilo y leyes de Castilla, sin ninguna diferencia en
todo aquello que mira de dividir límites, puertos secos, el poder de celebrar cortes de Castilla,
Aragón y Portugal en la parte que quisiere, a poder introducir V. Majestad. acá y allá ministros
de las naciones promiscuamente [...1 que si V. Majestad. lo alcanza será el príncipe más poderoso del mundo .
El rey siguió su consejo, con lo que indujo un proceso que acabó llevando a la revuelta de los
Segadores en Cataluña, a la revuelta contra el estanco de la sal en el País Vasco y a la rebelión
e independencia final de Portugal. Al mismo tiempo, también puso, en el proceso, los cimientos
del estado-nación español moderno y centralizado, si bien de una manera tan precaria que provocó casi tres siglos de levantamientos, represiones, guerras civiles, terrorismo e inestabilidad
institucional II. Aunque el estado español, hasta 1977, representaba una situación extrema de
homogeneidad impuesta, la mayoría de los estados-nación modernos, sobre todo el estado revolucionario francés, se han construido sobre la negación de las identidades históricas /culturales
de sus constituyentes en beneficio de la identidad que mejor se acopla a los intereses de los
grupos sociales dominantes que se encuentran en los orígenes del estado. Como sostuve en el
capítulo 1, el estado, no la nación (definida cultural o territorialmente, o de ambos modos), creó
el estado-nación en la Edad Moderna. Una vez que se establecía una nación, bajo el control territorial de un estado dado, la historia compartida sí indujo lazos sociales y culturales, así como
intereses económicos y políticos, entre sus miembros. No obstante, la representación desigual
de intereses sociales, culturas y territorios en el estado-nación sesgó las instituciones nacionales
hacia los intereses de las elites que lo originaron y su geometría de alianzas, abriendo paso a
crisis institucionales cuando las identidades sometidas, arraigadas en la historia o restauradas
ideológicamente, fueron capaces de movilizarse para obtener una renegociación de su contrato
nacional histórico.
v El texto que sigue fue tomado del DICCIONARIO ESPASA CALPE.
Doctrinas epistemológicas:
Realismo: doctrina epistemológica y ontológica, que afirma la existencia de objetos reales independientes de la conciencia y asequibles a nuestras facultades cognoscitivas.
1.En la filosofía medieval, esp.,doctrina opuesta al nominalismo, que afirma la existencia real,
objetiva de los universales, es decir, los considera como la verdadera esencia de los objetos
pensados:
21
~ ingenuo, actitud filosófica desprovista de toda reflexión crítica acerca del conocimiento y
que, al no hacer distinción entre los contenidos de la conciencia y los objetos percibidos, identifica unos con otros y atribuye a estos últimos todas las propiedades encerradas en aquellos; las
cosas son, pues, tales como las percibimos;
~ natural, doctrina influida ya por reflexiones epistemológicas que la conducen a distinguir los
objetos percibidos de los contenidos de la conciencia, pero sostiene que éstos corresponden
exactamente a aquellos; por consiguiente, las propiedades percibidas son también propiedades
objetivas de las cosas;
~ crítico, doctrina epistemológica que se apoya totalmente en reflexiones críticas sobre el conocimiento y distingue en los contenidos de la conciencia las cualidades primarias de las secundarias; estas últimas son las que percibimos por un solo sentido y representan reacciones de
nuestra conciencia, es decir, son enteramente subjetivas aunque suponen algo real, pero distinto, en los objetos mismos que las determinan;
~ volitivo, doctrina epistemológica que funda la existencia de los objetos de la percepción en
la resistencia que éstos ofrecen a nuestras voliciones y deseos; es decir, según el realismo volitivo, el intelecto se enfrenta con la esencia de las cosas, pero es la voluntad la que nos hace vivir su existencia, porque los objetos se nos presentan como factores adversos en nuestra vida
volitiva. Sus principales representantes son Maine de Biran (1766-1824) y Dilthey(1833-1911)
2 conducta o manera de ser del que se atiene a los hechos más que a los principios o razones, en
oposición a idealismo.
Nominalismo: doctrina metafísica opuesta al realismo, según la cual los universales carecen de
toda existencia tanto en la realidad donde sólo existen los objetos individuales o particulares,
como en el pensamiento donde los universales no son sino meros nombres.
Conceptualismo :doctrina metafísica que trata de mediar entre el nominalismo y el realismo, a
base de admitir la realidad de las nociones universales en cuanto son conceptos de la mente, pero negándosela fuera de ésta.
Idealismo: doctrina epistemológica y ontológica que niega realidad al objeto del conocimiento,
es decir, que niega la existencia de cosas independientes de la conciencia:
~ psicológico u subjetivo, el que afirma que las cosas no son nada más que contenidos de la
conciencia, que todo su ser consiste en ser percibidas (esse percipi); lo real, pues, es lo percibido y deja de existir en cuanto deja de ser percibido; su principal representante es Berkeley
(1685-1753).
Idealismo lógico u objetivo, el que considera como realidad no lo inmanente en las conciencias
individuales, sino el contenido lógico de una «conciencia general» tal como se expresa en las
obras científicas; este contenido no es un complejo de proceso psicológicos, sino una suma de
pensamientos, de juicios. En oposición al realismo y al idealismo psicológico, el idealismo lógico no considera los objetos del conocimiento ni como independientes del pensamiento ni como meros contenidos de la conciencia, sino como engendrados por el pensamiento. Es decir,
los datos de la percepción han de definirse lógicamente para constituirse en objeto del conocimiento. Sus principales representantes son Fichte (1762-1814), Schelling (1775-1854), Hegel
(1770-1831) y los neokantianos de la escuela de Marburgo, esp. Cohen (1842-1918).
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De A.C. Crombie, en su traducción de José Bernia, HISTORIA DE LA CIENCIA, De San
Agustín a Galileo, Colección Alianza Universidad. Pag. 294.
“El error del Santo Oficio
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1. La condena de Galileo fue un error excepcionalmente grave por parte de los altos ministros
de la Iglesia (que obraban como causa propia): error que durante mucho tiempo ha salpicado a
la persona de la Iglesia y puesto en peligro muchas almas que creían que esa condena cm un acto de la misma Iglesia, de la “una, santa, católica”
Declarar que pensar que la tierra gira alrededor del sol es insensato y absurdo en filosofía , y
formalmente herético, como lo hicieron los teólogos del Santo Oficio en 1616; y declarar, como lo hicieron en 1633, que el heliocentrismo es una teoría falsa y contraria a las Sagradas Escrituras, un error y una herejía, y que, para lavarse de la sospecha de haber creído en ella, hay
que abjurar, detestar y maldecir era construir un «embuste» de primera magnitud, que pronto
iba a ser reconocido como tal en todo el universo de la cultura.
Y si los jueces del Santo Oficio se equivocaron tan gravemente es que, por error de principio
todavía más peligroso al ser de alcance general, consideraban la ciencia de los fenómenos en su
desarrollo propio como justificable por la teología y por una interpretación literal de la Escritura contra la cual San Agustín y Santo Tomás ya habían puesto en guardia. La gran falta, como
lo escribe el Cardenal Journet, es «haber carecido de la audacia necesaria para des-solidarizar
en seguida la Escritura de la disputa que se emprendía por o contra el geocentrismo».
Finalmente, para decir las cosas tal y como son de hecho y en lo concreto, se confundieron no
ya en su cerebro y en los juicios de su intelecto, sino en su psicología profunda y en los reflejos
de su inconsciente tanto como en su comportamiento práctico, haciéndose ilusiones sobre si
mismos y sobre su posición (justo por encima del Papa, en la cima de la jerarquía), y considerándose prácticamente como la misma Iglesia De ahí, la arrogancia y el autoritarismo que hombres, cuya humildad personal podía ser muy profunda, desplegaban en su función, y los esplendores honoríficos de que querían verla rodeada. Error onírico, si puedo decirlo, y tanto más tenaz por eso mismo, y en donde no cayeron solamente los jueces de Galileo.
Si el Santo Oficio tardó tanto tiempo en reconocer su error ,y si lo ha hecho tan furtivamente ,
es que creía que su decreto de condenación (obra de los ministros de la Iglesia actuando como
causa propia) era un acto de la misma Iglesia (de la persona de la Iglesia).
2. Que la condena de Galileo tuviera lugar en la época en que tuvo lugar, y que el Santo Oficio
hubiera caído entonces en un error tan craso -y tan humillante- ¿no tenía una alta significación
histórica y el valor de una singular advertencia?
Había llegado el tiempo, para los ministros de la Iglesia, de tomar, para la defensa de la fe, otro
camino' distinto al de los medios de fuerza, camino abierto por la Inquisición medieval. La paciencia de Dios es mucho mayor que lo que creemos, pero sin embargo tiene sus límites. El
error en que cayó el Santo Oficio al condenar a Galileo marcó el límite de una paciencia secular.
Pero para comprender la advertencia ha hecho falta a los ministros de la Iglesia tres buenos siglos, hasta que la misma persona de la Iglesia ha hecho oír su voz mediante el Concilio Vaticano II.”
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