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BIBLIOGRAFÍA
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de Roma en esta provincia, que establece tres regiones: la costa, el pasillo del río Besaya
y la zona de Campoo, en contacto con la meseta. Ahora, naturalmente, se ha procedido
a una ocupación del interior montañoso, surgiendo focos como el de la Liébana o el
valle del Pas. Prefiere para la exposición de los datos la referencia monográfica de cada
monumento, refiriendo los elementos arquitectónicos y escultóricos, pues en cuanto a los
pictóricos sólo contamos con la excepción de San Martín de Elines.
En cada monografía se procede con una ordenación, que arranca de la más amplia
documentación histórica. Gracias a ello sabemos la filiación de los monasterios, que en
este período pasan por lo común a depender de centros monásticos de las actuales
provincias de León, Palencia y Burgos. Santander fue durante los siglos xt y xti región
unida a los destinos históricos de Castilla, de donde llegaba la savia europea que anima
al románico. Téngase presente también la realidad del Camino de Santiago, que seguía
ese corredor paralelo a la costa.
Investigación ejemplar, por la búsqueda afanosa de las fuentes, la indagación en
los yacimientos, la paciencia en la captación de los restos (tanto por medio de la fotografía como del dibujo), por la perspicacia en el establecimiento de vínculos y caracteres
estilísticos. Pero también no menos ejemplar por la riqueza gráfica, por la belleza de la
edición, con un repertorio de planos que explican el desarrollo de la historia y del arte,
de dibujos muy explícitos y sintéticos, de fotograbados de todo tipo, que hacen de la
obra una joya de nuestra bibliografía. El románico de Santander es ya algo más que
media docena de monumentos archiconocidos; aparte de que éstos son estudiados con
minuciosidad, se manifiesta la realidad de un movimiento artístico que afectó a las
principales regiones de la provincia, con una densidad mayor en el mediodía, es decir,
la zona inmediata al norte de Palencia, riquísimo en restos románicos. Nos hallamos ante
un libro de porte superior a las monografías provinciales dedicadas al románico español,
que marca por tanto un hito que debería ser horizonte ideal para futuras empresas.—
J. J. MARTÍN GONZÁLEZ.
GOMEZ RAMOS, Rafael, Las empresas artísticas de Alfonso X el Sabio. Sevilla, 1979.
El autor que ya inició el estudio del período alfonsí en su anterior libro —Arquitectura Alfonsí, Sevilla, 1974— se plantea ahora el tema mucho más a fondo y de forma
más ambiciosa; por eso, no se limitará a Andalucía sino que abarcará todos los lugares
donde hay constancia del afán constructivo y renovador de Alfonso X el Sabio, intentando
ver los puntos de semejanza para establecer las notas del estilo alfonsí.
La estructura del libro es clara y completa. El estudio previo e interesantísimo de
los artistas en el reinado de Alfonso X, desde el punto de vista gremial, centra al lector
y sirve para que el autor pueda remontarse, desde este fundamento, al estudio de las
obras, viendo en las realizaciones artísticas las repercusiones sociales y económicas.
Pero no se limitará sólo el autor al estudio de las empresas arquitectónicas, sino
que abarcará todas las manifestaciones artísticas. Hace por ello un estudio, más breve,
de la escultura, de las vidrieras, de la escuela miniaturista y finalmente de la orfebrería.
No creemos que el autor haya pretendido un estudio exhaustivo y en profundidad
de todos estos campos, sino darnos una visión de conjunto que permita calibrar la importancia de este reinado en el campo artístico y ello está plenamente conseguido. En
algunos de estos campos habrá que precisar más y aportar nuevos datos, pero Gómez
Ramos ha abierto el camino para las futuras investigaciones.
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BIBLIOGRAFÍA
Concluye el autor con un índice cronológico, de artistas y fuentes, extensa bibliografía
y una selección fotográfica.—G. RAMOS.
VALDIVIESO, Enrique y SERRERA, J. M., El Hospital de la Caridad de Sevilla, Sevilla,
1980, 124 pp., 72 láminas.
Los Jeroglíficos de las Postrimerías han hecho famoso al Hospital de la Caridad de
Sevilla, pero en un sentido tétrico. Al extenderse la consideración a otros lienzos de
Murillo del mismo templo, se estableció un puente hacia su significado de conjunto. En
esta orientación se ha venido trabajando últimamente (Julián Gállego, J. Brown, Kinkead).
Llega este trabajo a ultimar la pesquisa. La ojeada es total: edificio y contenido. Hay un
planteamiento metodológico que merece ser valorado, cual es el de historiar la plenitud
artística de un monumento. En esta ocasión la aventura carece de riesgo y aboca al éxito,
por contarse con la intervención de una personalidad que ha guiado el destino del arte:
Don Miguel de Mallara.
Este personaje, hermano mayor y patrono, del Hospital, auspicia la construcción de
una buena parte del edificio, la ultimación de la iglesia y la erección de las nuevas salas
hospitalarias. En éstas se nos da la explicación de su extraña disposición, contradiciente
del hospital de cruz griega, por elevarse sobre los cimientos de las atarazanas. En cuanto
a la iglesia rechazan la asignación a Bernardo Simón Pineda, haciendo responsable de la
misma al arquitecto Pedro Sánchez Falconete, introduciéndose modificaciones sugeridas
por Mañara a cargo del maestro López del Valle.
El conjunto de obras de arte de la iglesia se sucede programáticamente, desde la
lápida del hermano mayor, que por humildad hollan nuestros pies. Este camino espiritual
se adecúa a lo contenido en el Discurso de la Verdad. No hay en este caso necesidad
de acudir a ninguna clave sofisticada: todo aparece patente, pues se trata de poner en
práctica las obras de misericordia. Pintura conforme a programa, más también escultura,
ya que están comprendidos los retablos mayor y laterales. Bienaventuranzas, discurso de
don Miguel, arte, todo en perfecto ensamblaje. Con razón se nos advierte al iniciar la
lectura: ¿es esto una lección de arte, o no más que un medio para obtener la salvación?
El carácter adoctrinante y discursivo resplandece por doquier. Aunque pudiera ocurrir que el lienzo en que aparece Mañara dictando su discurso, en presencia de un niño
que reclama nuestro silencio, no haya sido incorporado al Hospital hasta muy tarde, no
hay duda de que ofrece la verdadera razón de todo el conjunto. Con su mano señala
las dos opciones: la vanidad o la gloria. Los hermanos del hospital han tenido en esta
predicación machacona concebida por Mañara un medio para persistir en esas obras de
misericordia que les encaminan a la salvación. Las inscripciones que figuran en la pared
acentúan el poder visual de la imagen. No puede hallarse prueba más concluyente del
significado unívoco de este arte encaminado a guiar a los hermanos, enseñándoles la
manera cómo habían de comportarse.
Mas como los autores han procurado dedicarse a todo el edificio, catalogan cuanto
hay en las distintas dependencias. Aunque hay piezas de procedencia tardía, también es
posible apreciar este carácter conductista del arte del hospital. Véanse, por ejemplo, las
cinco tablas de Dedicaciones de hermanos, donde se representan escenas misericordiosas
extraídas de la Biblia, en paralelo con las protagonizadas por los mismos hermanos; la
tarea imitatoria es perfecta. Tampoco estarán por casualidad esa singular Vanitas de la
mujer que se torna en muerte en presencia del galán que la espera (que los autores
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