“VEN y VERÁS”, un modelo siempre nuevo para formar en valores

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“VEN y VERÁS”, un modelo siempre nuevo para
formar en valores.
Pbro. Víctor Leonard Flores Rojas.Como habrán podido darse cuenta hemos iniciado esta conferencia de una
manera distinta. La pregunta que se deben estar planteando es ¿porqué empezó de esta
manera?, la pregunta cobra mayor fuerza cuando ustedes se percatan de quien es el
que está dirigiéndoles la palabra, entonces se preguntan: ¿Porqué él comenzó de esa
manera? ¡Las respuestas son muy sencillas! 1era: ¡Me encanta romper paradigmas! y 2ª:
La música es una herramienta que yo he usado para la formación en valores.
Ahora bien, nuestro punto de partida va a ser clarificar algunos aspectos
relevantes. Cuando tuvieron la gentileza de invitarme a estas jornadas (¡lo cual
agradezco!) y me propusieron el tema, muchísimas ideas pasaron por mi mente... Lo
primero que pensaba era ¿cómo presentarles un tema que en los últimos años ha
cobrado tanto auge y del que tanto se ha hablado? Se han escrito muchísimos libros al
respecto; se han abierto cátedras; se han desarrollado cursos, talleres, simposios,
seminarios, etc., etc. ¿No correría el riesgo de decir más de lo mismo?... y en este
momento entonces tengo que hacer una confesión pública: ese fue mi gran temor...
pero recordé lo que SOY... ¡Soy SACERDOTE!
No puedo hablarles de otra
manera, no puedo dirigirme a ustedes dejando a un lado mi realidad; sería una osadía
de mi parte pretender negar mi esencia.
Por eso, con toda sinceridad les digo, NO vengo a hacer una disertación basada
en una recopilación de distintos autores que ustedes ya deben conocer y a quienes
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tienen suficiente acceso, no por eso voy a dejar de echar mano de algunos conceptos
que algunos autores han desarrollado. Pero mi intención es compartir con ustedes lo
que han sido 8 años formándome y ya casi 3 años formando, en ambos casos la
formación ha sido en valores. Formación en valores que tiene unas características propias
porque tienen como experiencia fundante el encuentro con una persona...
Cuenta una leyenda que hace miles de años en un país muy lejano, existían unas
comunidades de maestros. Cada una de las cuales tenía sus propios discípulos. Sin
embargo, tenían algunos puntos en común:
a) Los discípulos escogían a sus maestros. Era un privilegio ser aceptado por algún
maestro de renombre.
b) Los maestros se esforzaban por lograr que sus alumnos imitaran al máximo las
enseñanzas por ellos impartidas.
c) Los discípulos soñaban con el día en que ellos también alcanzarán el nivel de
maestros y después tener su propia escuela.
Un día apareció en la ciudad un nuevo maestro, nadie lo había visto antes. Al
parecer no estaba en la lista de los grandes maestros.
Sólo uno lo reconoció. Sólo uno se dio cuenta que éste era el gran maestro
esperado y le dijo a dos de sus discípulos: ¡Es ÉL! Estos dos discípulos salieron
corriendo y le preguntaron: - ¿Dónde está tu escuela? Y entonces el gran maestro les
respondió: “VEN y lo VERÁS”...
“Fueron, pues, vieron donde vivía y se
quedaron con Él aquel día. Eran más o menos las cuatro de la tarde.” (Juan 1,
39)
No sé si a alguno de ustedes les suena familiar este relato, pero lo cierto es que
NO es ninguna leyenda, es una escena de la vida de Jesús, el Cristo, cuando dio inicio a
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lo que nosotros llamamos “Ministerio Público”, dicho en términos no bíblicos y
aplicados a estas jornadas, el inicio de la formación en valores que Él llevó a cabo.
En este momento debo hacer otra aclaratoria. Se me ocurre pensar que a lo
mejor ya alguno se está haciendo una imagen de lo que cree va a escuchar y lo está
expresando mentalmente de la siguiente manera: ¡Ya este cura nos va a “sermonear”!
¡Perdí mi tiempo! ¡Yo no vine para escuchar esto! Etc., etc., etc. Otros, sin ninguna
manifestación de resistencia al cambio, estarán pensando: ¡Qué interesante! ¡Nunca
pensé que un cura iba a estar entre los ponentes, pero me parece muy bueno!! A los
primeros les respondo: NO vengo a dar un sermón, porque ni siquiera en mis misas
lo hago. A los segundos: anhelo que sea más que una charla interesante que al final les
lleve a decir: ¡Qué nota el padre! ¡Qué nice!...
Para ambos casos: El planteamiento que vengo a hacer tiene fundamento porque es
experiencial, es decir, brota de una experiencia transformadora, y quien les habla ha
VIVIDO esa experiencia. Hace 10 años yo ingresé a la escuela “Ven y Verás”, desde
ese día mi escala de valores cambió, y durante estos 10 años he podido constatar
como, a partir del “encuentro personal con Jesucristo”, muchísimas personas han
cambiado sus vidas, dicho de otra manera, ha cambiado su patrón de conducta.
Volvamos al relato, pero no de cualquier manera, vamos “adentrarnos”, vamos
a tratar de ingresar con esos dos discípulos en esa escuela, vamos a descubrir que fue
lo que VIERON y que provocó ese cambio en el patrón de conductas, como hemos
dicho antes; cambio que en la teología recibe el nombre de conversión, proveniente
del griego metanoia (μετανοια), que significa “CAMBIO DE MENTALIDAD”.
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UNA PEDAGOGÍA NUEVA
Antes de realizar ese recorrido vamos a definir algunos términos. Para esto voy
a recurrir al padre de la “axiología”: Max Scheler, filósofo alemán de finales del siglo
XIX, quien mantenía que el conocimiento del bien y del mal se tiene por vías
distintas de las racionales, por los caminos del sentimiento1. Es lo que se conoce
como la aprehensión de los valores por la vía afectiva2; las nociones éticas no
derivan del conocimiento del ser, sino que tienen su fuente en una categoría
especial de sentimientos en que nos son revelados los valores, afirmaba.
Habiendo hecho esa aclaratoria lo primero que hay que decir es que estos dos
discípulos eran hombres que ya habían recibido una formación, habían estado en otra
escuela; ya habían adquirido criterios y sin embargo, eso no fue motivo para que se
opusieran a los NUEVOS criterios, a los nuevos valores que iban a conocer a partir de
ese momento. Me atrevo a afirmar que no tuvieron resistencia al cambio por la forma
como les fueron comunicados esos valores.
Este nuevo Maestro a quien siguen tiene una pedagogía distinta a todos los
demás maestros conocidos. No es sólo su forma de hablar sino su ACTUAR, hay una
total coherencia entre sus palabras y sus acciones. Y ésta es una las cualidades que más
impactan en sus seguidores.
1
2
URDANOZ, Teofilo. Historia de la filosofía VI, p. 417
Idem
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Uno de los cuestionamientos que he hecho a todo este boom en materia de
valores es que para mí no es garantía el dictar talleres, abrir simposios u otro tipo de
espacios que permitan la transmisión de información concerniente, y no estoy
diciendo con esto que no haya que hacerlo, sino que eso no garantiza la
FORMACIÓN en valores.
Permítanme ponerles un ejemplo que sustente mi afirmación. Hace ya casi 8
años, un 1º de diciembre, me dirigí a una de nuestras conocidas avenidas de la ciudad
para entrar en un mundo que hasta ese momento era totalmente desconocido para mí:
el mundo de los niños de la calle. Por un período de tres años estuve visitando a esos
pequeños. En una oportunidad, cual fervoroso estudiante de filosofía en los primeros
años de formación del Seminario, me dispuse a hablarle a una niña de quién era Dios
y lo primero que se me ocurrió decirle, ¡porque es así!, que Dios es papá. Para mi
sorpresa tal definición de Dios, lejos de agradarle lo que hizo fue molestarla e incluso
decepcionarla. Su respuesta así lo evidenciaba: Si el papá que tuve aquí en la tierra me hizo
bastante daño, ¿para que quiero uno en el cielo?...
A partir de ese momento me propuse
“demostrarle” que Dios era un papá distinto al que ella había conocido; lo hice no con
mis palabras sino con mis hechos. ¡aunque no dejé de hablarle!
Poco tiempo después de haberme retirado de las calles, tuve noticias de esa
niña: ¡ella también se había alejado de la calle!
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Es por eso que el modelo empleado por Jesús provoca un impacto. Su
metodología rompe con todos los esquemas que hasta ese momento se habían
planteado. No se queda en meros discursos. Sus palabras son corroboradas por sus
hechos. Y este es un modelo que hoy más que nunca se hace imperioso . Nuestros
niños y jóvenes a diario reciben gran cantidad de información a través de diversos
medios, la pregunta es ¿cuántos de esos discursos son constatados con acciones por
sus respectivos interlocutores?
Vayamos más en profundidad. Al haber un equilibrio (una coherencia) entre
hechos y palabras, Jesús no sólo está adquiriendo una autoridad que le va a hacer ganar
adeptos, sino que con sus obras está “cubriendo la necesidad” más esencial del
hombre: el afecto. Con sus acciones llegaba a los anhelos más profundos del corazón
humano. Jesús se estaba adelantando con muchísimos años a lo que el Dr. Víctor
Frankl bautizaría como “logoterapia”: en algunos casos la terapia apropiada e
idónea no es la psicoterapia en general, sino la logoterapia, es decir, una
terapia que se atreva a penetrar en la dimensión espiritual de la existencia
humana3. Ahora bien, sus obras abarcaban el SER completo del hombre, no sólo la
dimensión espiritual sino el hombre en su totalidad. Es por ello que esta experiencia
tiene como consecuencia un modo de vivir propio, un comportamiento, un patrón de
conductas, una ética específica, como lo quieran llamar.
NO es un mero
sentimentalismo, el encuentro personal con Cristo lleva a actuar de una manera muy
específica. Y hago hincapié en la palabra experiencia porque no se reduce “sólo” a
una simple actividad cogniscitiva y/o intelectual, la requiere pero no es exclusiva.
3
FRANKL, Víktor. El hombre en busca de sentido, p. 144
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LOS “HACE” NUEVOS
Otro de los paradigmas con los que este nuevo Maestro rompe es el de la
selección de sus discípulos. Los otros maestros de la época que también trataban de
formar en valores no escogían a sus alumnos, esperaban ser seleccionados y se daban
el gusto de rechazar a quienes le parecía no debían ser admitidos.
Jesús, en cambio, escoge Él mismo a sus discípulos. Y permítanme hacer una
observación lingüística. En el texto que nos narra este proceso de “selección y
admisión” encontramos una palabra muy particular para expresar la acción que
realmente llevó a cabo.
El término empleado es έποίησεν (epoiesen) que proviene del verbo ποιέω
(poieo) que significa: hacer, fabricar, edificar, engendrar, dar a luz... Es decir que la
escogencia de Jesús NO ES una simple selección. Cuando leemos en nuestras
traducciones “ y escogió a doce” debería decir realmente HIZO doce, ENGENDRÓ
doce, DIO A LUZ a doce.
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¿Se dan cuenta de la gran responsabilidad que tenemos en nuestras manos
cuando estamos educando? Más aún ¿cuando nos tomamos en serio la empresa de
educar en valores?
NO podemos sentir conformidad por haber cumplido con la transmisión de un
mensaje. A mí me preocupa mucho eso, se los confieso... cada domingo en las misas
que celebro, por ejemplo, me pregunto: ¿realmente esta gente está experimentando la
Presencia de DIOS en esta misa?...
Hace unos días atrás fui a una misa, yo no
presidía y me fijaba en las conductas de las personas que estaban en esa Iglesia:
muchas estaban distraídas, ¡otras le rezaban a los santos!!, internamente pensé: ¡no las
culpo! Por eso trato en mis misas no sólo de repetir sino de DAR-me, de VIVIR lo
que estoy haciendo.
Trasladen esta realidad a sus aulas de clases...
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ESPÍRITU NUEVO, CORAZÓN NUEVO.Habrán podido constatar que no he venido solo; hay un grupo de jóvenes que
me han estado acompañando... algunos están aquí arriba, otros están allá abajo! Todos
ellos forman parte de un grupo que fundé hace 2 años que se llama “NOVUS”.
Todos ellos han tenido la experiencia del modelo “Ven y Verás”
Todos ellos son testimonian que el modelo da resultados, si eso es lo que a lo mejor
alguno ha estado cuestionando...
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CONCLUSIÓN
La conclusión no la escribì porque la conclusión deben sacarla ustedes
mismos..!!
¡Muchas gracias!
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