Tema 2.- Origen y desarrollo de la lengua española 1. Las lenguas prerromanas 1.1. Al Norte, desde Cantabria a los Pirineos, se hablan lenguas preeuskéricas, de origen preindoeuropeo (tal vez caucásico), que se conservan frente al latín, aunque reciben un fuerte influjo de la civilización romana. 1.2. Al Sur de Andalucía y Portugal se desarrolló hacia el 1100 a. C. la cultura de los tartesios, que disponía de alfabeto escrito, muy semejante al de los iberos; estuvo muy relacionada con los pueblos del Mediterráneo y Oriente: fenicios, griegos. Esta cultura desapareció hacia el 500 a. C. y su lengua no ha sido descifrada. 1.3. En el Levante, desde Andalucía oriental hasta Valencia, Cataluña y más allá de los Pirineos, se asentaban los iberos, conglomerado de pueblos con una lengua y cultura semejantes; se extendieron también por el interior de Iberia, nombre con el que los griegos denominaron a la Península. Su bilingüismo está atestiguado por las inscripciones de sus monedas en ibero y en latín (s. I a. C.). Pueblo cazador y pacífico, orgulloso de su raza, entró muy tempranamente, procedente, según alguna teoría, del Norte Africano y de origen camita. Disponían ya de su propio alfabeto y se conservan textos redactados en su idioma que no se han podido interpretar todavía. Todo este grupo ibero estuvo sometido a las siguientes influencias lingüísticas: 1.3.1. Los fenicios fundaron diversas ciudades Gádir (Cádiz) en el siglo X a. C. Tenían un alfabeto, del que procede el nuestro y la mayor parte de los europeos, que representaba solamente las consonantes; los griegos le añadieron las vocales. Otras colonias fenicias eran Asido, hoy Medinasidonia, relacionable con el Sidón asiático; Málaka (Málaga), probablemente ’factoría’; y Abdera, hoy Adra 1.3.2. Los cartagineses comienzan la colonización a mediados del siglo VII y en en el 206 a. C. son expulsados por los romanos. Tal vez el nombre Hispania ("tierra de conejos") sea cartaginés, así como el de Ebusus (Ibiza), que originariamente querría decir ’isla o tierra de pinos’ o ’isla del dios Bes’, divinidad egipcia, cuyo culto, muy popular en el mundo púnico, se halla atestiguado en monedas y figurillas de la isla. A los cartagineses, se debe la fundación de la nueva Cartago (Cartagena), capital de sus dominios en España, y la de Portus Magonis (Mahón), que lleva el nombre de un hijo de Asdrúbal. 1.3.3. Los griegos, a partir del siglo VI a. C., dejaron numerosas muestras de su cultura y de su lengua; denominaron Iberia a nuestra Península. Fundaron Emporion (Ampurias), Lucentum (Alicante), Hemeroscopion (Denia) y Rhode (Rosas) 1.4. En el Centro y el Noroeste de la Península encontramos la presencia lingüística de: 1. 4.1. Los ligures, pueblo de la costa mediterránea francoitaliana. Su presencia ha quedado fijada en los nombres de ciudades españolas que coinciden con nombres italianos: Toledo, Langa (en Soria, Zaragoza, Cuenca y Ávila), Berganza (Álava) tienen su equivalente en Toleto, Langa y Berguenza en Italia. 1.4.2. Los celtas llegan desde el sur de Alemania en varias oleadas desde el siglo VIII hasta el siglo I a. C. Se instalan en Cataluña, Aragón, Galicia, el sur de Portugal y las regiones altas del Centro (cuenca del Duero) y de Sierra Morena. Su lengua es indoeuropea pero su cultura es inferior a la de los iberos. El espíritu guerrero de los celtas aparece en los nombres de ciudades formados por briga y dunum 'fortaleza' o sego, segi 'victoria': Conimbriga (Coimbra, Portugal), Mirobriga (Ciudad Rodrigo), Brigantium (Betanzos), Brigaetium (Benavente), Navardún 1 (Zaragoza), Segovia, Segisamo (Sasamón, Burgos). Son celtas alondra, añicos (pedazo de pan), centollo (grande), berro, beso, colmena (hecha de paja), comba (valle profundo) 1.5. Conclusión. En la Península Ibérica, antes de la llegada de los romanos, no se hablaba una sola lengua, sino varias; cada pueblo hablaba la suya. Durante un tiempo dichas lenguas convivieron con el latín hasta desaparecer lentamente, absorbidas por aquel, excepto el euskera. Todas ellas han dejado huella en tantas palabras de hoy, cuya etimología no se aclara solamente con el latín. Los hábitos articulatorios no se pierden; decía Dámaso Alonso, que el acento y la entonación son el alma de una lengua; viven y afloran. En cuanto al léxico, las lenguas preindoeuropeas dejaron algunos topónimos y un corpus de palabras, que han pervivido, como: coscojo, mata, sobaco, barranco, sapo, barro, vega, zarza, izquierdo, cigarra, arroyo, bruja, becerro. Así mismo, de las lenguas indoeuropeas -celtas- se conservan, entre otras, las palabras: álamo, losa, rodaballo, broza, huero. En la época prerromana, pues, la Península no tuvo unidad lingüística. 2. El latín La romanización no fue simultánea y homogénea en toda la Península; se produjo, primero, en la Bética; después, en las costas mediterráneas y en el valle del Ebro; y, por fin, en la Lusitania y los pueblos del norte: galaicos, astures y cántabros. Con la romanización, tras un período de bilingüismo, se impone el latín vulgar que hablaban el pueblo, los colonos y legionarios, no el latín clásico. El latín vulgar hispánico desarrolla unas peculiaridades que contienen en embrión los elementos, que van a dar lugar, luego, a la diferenciación lingüística de la Península. Del cristianismo se introducirán en el castellano términos como ángel (mensajero), apóstol (enviado), diablo (calumniador), basílica (palacio que Constantino convirtió en iglesia), mártir (testigo), bautizar (sumergir en el agua), talento (moneda), pagano (campesino), mundo (limpio). 3. Las aportaciones de los godos y los árabes 3.1. La influencia germana.- Sobre los dominios de Roma, incumbía la amenaza de los peligrosos germanos, procedentes de las regiones del Rin y norte del Danubio. A finales del siglo IV, comienzan las invasiones bárbaras, que culminan en el 476 con la destrucción del Imperio Romano de Occidente. En España, entraron los suevos, vándalos, alanos y visigodos, que adoptan el latín, aunque adaptándolo a sus hábitos articulatorios. Los germanos o godos introdujeron, en el latín vulgar peninsular, algunas palabras que subsisten en el uso diario: aspa, espía, agasajar, eslabón, recodo, escote, ropa, galardón, guerra, heraldo, robar, ganar, guiar. Hay además numerosos patronímicos y sus apellidos correspondientes de origen germánico: Álvaro (paz atrevida), Fernando (rico y poderoso), Rodrigo (en dirección al poder), Ramiro, Ramírez, Rosendo, Gonzalo (luchador), Bermudo, Elvira (alegre), Alfonso (preparado para todo). 3.2. El influjo árabe.- En el año 711, tras derrotar a don Rodrigo, en la batalla del Guadalete, los árabes, procedentes del norte de África, al invadir la Península, abren una nueva perspectiva histórico-lingüística con la ruptura de la relativa unidad del latín hablado en el reino visigodo. El territorio queda dividido en dos grandes zonas: por una parte, el sur y centro dominado por los árabes, donde los cristianos sometidos, los mozárabes, mantuvieron su lengua, el latín hispano, a lo largo de más de dos siglos; y, por otra, la cornisa cantábrica, de clima áspero y relieve tortuoso, que sirvió de refugio a los cristianos, en su repliegue. Los hispanos se replegaron hacia las montañas septentrionales, muy pronto liberadas y fácilmente defendidas, y se hicieron fuertes en núcleos aislados de resistencia que, en un proceso secular, dieron lugar a los distintos reinos cristianos con sus lenguas y dialectos. Los árabes, en su larga convivencia, impregnaron el naciente castellano de gran número de usos léxicos, que se calculan en algo más de cuatro mil (palabras). Alcantarilla (puente), alfajor (relleno), alfil (elefante), alhaja (necesario), almadraba (donde se golpean los atunes), almohada (mejilla). 2 4. Teorías sobre el origen del castellano. El castellano primitivo: las glosas. La fragmentación lingüística actual de la Península Ibérica es, en lo fundamental, concluyente resultado de la reconquista. Efectivamente, en los s. VIII y IX, van surgiendo, con entidad singular, varios reinos cristianos, en los que el latín evoluciona de modo particular e independiente. El Mozárabe.- En Al-Andalus, aislados de sus paisanos, quedaron los cristianos que no quisieron o no pudieron huir hacia el Norte. El mozárabe es la modalidad románica a que da lugar la evolución del latín hablado por los hispano-godos bajo dominio árabe. En mozárabe, están escritas las Jarchas, los primeros textos literarios que se conocen en lengua románica. Consisten en unas cancioncillas de tema amoroso, puestas en boca de una niña enamorada, que cuenta sus cuitas amorosas a su madre. Gómez Moreno las descubrió insertas al final de las "Muwasajas" árabes y hebreas. El mozárabe es una preciosa reliquia de la lengua hablada en los últimos tiempos del reino visigodo. Gran parte de las realizaciones intermedias del latín al castellano se encuentran documentados en este dialecto más arcaizante. 4.1. La lengua española. Teorías sobre su origen.- De los primitivos dialectos románicos, tres, gallego, castellano y catalán, alcanzaron la consideración de lengua. Los otros dos, astur-leonés y navarro-aragonés, quedaron reducidos a la consideración de dialectos, cuando fueron perdiendo terreno y hablantes ante el empuje del castellano. Con respecto a su origen, hay dos teorías. Una teoría define al castellano como una lengua simplificada que nació como elemento de comunicación (koiné) en una zona de frontera entre lenguas difícilmente inteligibles entre sí. Es una lengua de gente sin otra nación que ellos mismos y su trabajo. Según Menéndez Pidal, el castellano actuó como una cuña, abriéndose paso y desplazando a las otras lenguas peninsulares. Surgió de la transformación del latín en la montaña santanderina, al extremo oriental de Asturias. Castilla es al principio un conjunto de condados dependientes del reino de León, al que siempre se mostró rebelde. Con la lucha reconquistadora, la lengua castellana avaza hacia el Sur, en forma de abanico invertido, inundando las zonas limítrofes del leonés y del navarro-aragonés, y arroyando al frente, al mozárabe. A partir del siglo XIII, recibe la denominación de castellano, junto al término español, de origen provenzal. En la Edad Media, tiene un valor más preciso el término castellano en oposición a los otros dialectos nacientes; pero, ya, a finales del siglo XV, conseguida la unidad nacional, el nombre de español resulta más adecuado, lo mismo que, por ejemplo, el toscano pasó a ser italiano, al convertirse en la lengua de toda Italia. En la formación del español cabe distinguir tres grandes períodos: el medieval, también denominado del castellano antiguo, fechado entre los siglos X al XV; el español moderno, que evolucionó desde el sigloXVI a finales del XVII, y el contemporáneo, desde la fundación de la Real Academia Española hasta nuestros días. 4.2. Primeras manifestaciones en castellano.- Manuel Alvar propone como primer testimonio del romance la llamada “nodicia de kesos”. Se trata de una nota del siglo X del despensero del monasterio leonés de Rozuela sobre el consumo de quesos, realizada con palabras latinas y romances. Al siglo XI pertenecen las glosas (anotaciones realizadas sobre palabras latinas para aclarar su significado) del monasterio riojano de San Millán de la Cogolla (Glosas Emilianenses) y del monasterio burgalés de Silos (Glosas Silenses). No sabemos nada de su autor, tal vez era un estudiante de latín que aclaraba palabras difíciles del documento latino utilizando la mayor parte de las veces un latín degradado (varios centenares de glosas), otras veces el romance (146 glosas) y el euskera (2 glosas). El castellano primitivo es un islote excepcional, cuya aparición en la escritura es lenta. Adoptó las innovaciones que venían del leonés, vasco y navarroaragonés, añadiendo características propias. 5. Hitos en el desarrollo del castellano: Alfonso X, Nebrija, Valdés, la RAE. 3 En el siglo XII la reconquista desde Portugal, León, Castilla, Navarra, Aragón y Cataluña avanza hacia el interior de Al-Ándalus. Cada dialecto influyó en la zona conquistada, pero, al final, será el castellano el que se impone, ayudado por la literatura. La lengua sigue sin fijeza, sin una norma que le dé uniformidad. Las obras literarias contribuyeron a frenar el proceso de anarquía. Por otra parte, continúa el influjo francés en la lengua a lo largo del Camino de Santiago por el que circulan personas de toda condición, entre otras, poetas provenzales recitando sus poemas a lo largo de aldeas y ciudades. 5.1. La gran figura para la historia de la lengua es Alfonso X el Sabio (1252 - 1284), que prefiere dedicarse más a la cultura que a la guerra. En su corte se crea la prosa castellana y se fija la lengua de acuerdo con el modelo del habla toledana. Esta labor se realizaba en la Escuela de Traductores de Toledo: un judío o un árabe hacía una versión oral en romance de obras árabes o hebreas, un cristiano pasaba dicha versión al castellano literario. Don Juan Manuel continúa la obra de Alfonso X y cuida no sólo el lenguaje, sino también la corrección y transmisión de sus escritos. En el extremo opuesto, Juan Ruiz utiliza un lenguaje vitalista con modismos y refranes; su Libro de Buen Amor queda en manos del pueblo para lo que éste disponga. La lengua toledana sigue su proceso de regularización. En los siglos XIV y XV coexisten dos corrientes. Por una parte la corriente humanística, movimiento cultural de origen italiano que se extiende por toda Europa y fija el latín como modelo. El principal impulsor es Francesco Petrarca. El humanismo considera a las lenguas romances como de inferior categoría y se propone hacer un castellano a imagen y semejanza del latín, justo lo contrario que había intentado Alfonso X. Se toma como ideal a los escritores grecolatinos, cuya obras se traducen al castellano. Paralelamente a esta tendencia culta, la lengua romance continúa su marcha imparable en el habla coloquial y en la literatura. Los poemas épicos y líricos del Romancero recogen esa veta popular del lenguaje, elevada ya a niveles de gran perfección formal. Una obra de finales de siglo, La Celestina, de Fernando de Rojas, recogerá y fundirá los elementos cultos y populares de las dos tendencias. 5.2. Con los Reyes Católicos, en el interior se logra la unidad política y religiosa de España y se fortalece la autoridad real. En el exterior, se amplían las relaciones internacionales y se ponen las bases del Imperio español. También se crea la Inquisición y se establecen las primeras imprentas en Valencia y Zaragoza. En 1492 Elio Antonio de Nebrija, gran humanista español, publica su Gramática Castellana, la primera de las lenguas románicas, a las que servirá de modelo. Los objetivos de su obra los explica en el prólogo: Establecer normas que garanticen la unidad de la lengua a través de los siglos. Facilitar el estudio del latín con el estudio de la gramática castellana. Proporcionar a los pueblos colonizados el instrumento para aprender la lengua del colonizador. En esta época el castellano ha perdido muchos de sus rasgos medievales y, como dice Rafael Lapesa, "la unidad lingüística del centro de la Península estaba casi consumada", siendo el habla toledana "el modelo de buena dicción", frente al terreno perdido por el leonés y el aragonés. Además, se establece como lengua literaria en Cataluña, Valencia, incluso en Portugal. Llega a Canarias entre 1478 y 1483, y a Hispanoamérica a partir de 1492 4