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¿COMUNICACIÓN CON EL BEBÉ RECIÉN NACIDO?
Una vez que nace tu bebé, un pensamiento que causa gran
inquietud es:
¿De qué manera nos
comunicamos con él?
Durante todo el embarazo, el útero le
proveyó un lugar con una temperatura
constante y un ambiente líquido que le
permitía realizar sus movimientos sin
dificultad. Durante este periodo, no tuvo
necesidad de alimentarse ya que tú, su
madre, le proporcionabas todo lo que
necesitaba para crecer y desarrollarse
a través de la placenta y el cordón
umbilical. Los estímulos que le llegaban
del exterior eran pocos y sin embargo,
lo acunabas con tus movimientos o
cuando acariciabas tu abdomen y todo
el tiempo escuchó tu corazón y tu voz.
Este ambiente ideal concluye en el
momento del nacimiento cuando se
inicia lo que llamamos vida
extrauterina. El primer esfuerzo por
respirar de manera independiente se
convierte en el primer gran reto y logro
de tu bebé en el mundo exterior.
Inmediatamente después, el recién
nacido es bombardeado por numerosos
estímulos desconocidos y nuevas
emociones empiezan a invadirlo: la
sensación de frío o calor, el apetito o la
sed, la diferencia entre estar seco o
mojado, las luces intensas, los ruidos
desconocidos, las voces, el ser tocado.
Una de sus pérdidas más significativas
al momento del nacimiento, es el dejar
de escuchar tu corazón por lo que cada
vez que lo cargues debes recordar que,
además de alimentarlo debes
acercártelo al pecho y acariciarlo con
amor y suavidad. Esto le ayudará a
adaptarse con seguridad en estas
primeras semanas de vida.
¿Cómo establece contacto un recién nacido?
El bebé sano es capaz de establecer contacto con su entorno a
través del uso de recursos como los órganos de los sentidos:
ojos, oídos, nariz, boca y piel, los cuales funcionan como
antenas para localizar las fuentes de estímulos que lo
ayudarán en el aprendizaje. Para que estos estímulos logren
su objetivo, es necesario que cumplan con dos requisitos:


Ser tolerados por el bebé y
Ser generadores de interés.
Por ejemplo, en la habitación donde está el bebé, los estímulos
son abundantes en cantidad e intensidad: luz natural y artificial,
grado de humedad, ruidos habituales del hogar, etc. Si
sumamos estos estímulos a los que se dirigen especialmente
al bebé para su cuidado al ser tocado y cargado, al colocarle
en nueva posición, al cambiarle de ropa o al momento de
bañarlo, cuando se le amamanta, canta o arrulla, la música que
se elige para que escuche, etc. Todos estos estímulos
auditivos o visuales son casi permanentes.
¿Cómo reacciona el bebé a esta
“invasión” de su espacio y su
cuerpo?
Diversos estudios han hallado que los
bebés buscan, desde sus primeras horas
de vida, estimular sus sentidos. Con ello
inicia la construcción de su propia
experiencia del mundo exterior.
Pero la naturaleza no puede hacerlo todo
sola. Necesita nuestra valiosa ayuda. El
bebé se encuentra inmerso en un mundo
de afectos que él construye a partir de la
manera en que sus padres, hermanos,
etc., le hablan y en general lo cuidan.
Las caricias, las miradas, las palabras,
son imprescindibles para su maduración.
Privarles de estas manifestaciones
afectivas podría perjudicarle seriamente.
Pero tampoco nos obsesionemos
intentando que el bebé, a toda costa, se
adapte a un gráfico de desarrollo. Cada
quien se desarrolla a su manera y con un
ritmo propio que tenemos que respetar.
¿Cuáles son los sentidos que
se desarrollan en un bebé y
porqué?
Hemos aprendido a sentir antes que a
comprender
Cómo cinco oráculos privados, los
sentidos nos dan la posibilidad de
renovar el vinculo que nos une con la
vida. Los bebés nacen equipados con
sus cinco sentidos: vista, oído, gusto,
tacto y olfato, plenamente desarrollados,
(aunque algunos de ellos sean menos
precisos que otros) y están deseosos de
ponerlos a trabajar para aprender acerca
de su nuevo medio ambiente.
El oído: ¿Puede oír?
El oído del bebé está perfectamente
organizado y desarrollado desde antes
del nacimiento, escuchando las voces de
sus padres, desde que está en el útero.
El útero es un lugar sonoro. Los ruidos
del entorno llegan amortiguados por el
agua que rodea al bebé. Desde el interior
esos sonidos se mezclan con su propio
latido, el de su madre y los ruidos
intestinales. Su audición es capaz de
percibir frecuencias que no son audibles
para nosotros. Después de la piel, el oído
es el primer órgano en desarrollarse.
Al nacer, empieza a distinguir toda clase
de sonidos, la estructura de su oído es
muy delicada y son especialmente
sensibles al volumen. El sonido fuerte
puede causar daño auditivo. Los ruidos
inesperados lo asustan y lo hacen llorar la voz suave lo calma. El recién nacido
oye, pero no puede localizar los ruidos.
Existe evidencia de que los bebés
responden más positivamente a la voz
humana que a cualquier otro estímulo
auditivo. Esta preferencia por la voz
humana aumenta en los primeros cuatro
meses de vida.
Por supuesto, una de las primeras voces
que reconoce es la de mamá ya que
tiene preferencia por los sonidos agudos.
Después de la primera semana también
reconocerá los sonidos graves con lo que
empieza a reconocer la voz de papá. Los
bebés aunque no reconocen el
significado del lenguaje, reciben los
mensajes emocionales por el tono de la
voz utilizado, debemos acompañar las
palabras con gestos, será la mejor
manera de estimular su capacidad
auditiva.
La vista: ¿Mi bebé puede ver?
Antes se creía que los bebés nacían prácticamente ciegos,
pero las últimas investigaciones han demostrado que su
capacidad visual está bastante más desarrollada de lo que se
pensaba.
Los ojos están bien formados antes del nacimiento y ya en el
útero el bebé ejercita su vista abriendo y cerrando los
párpados. Después del nacimiento mueve los ojos aún cuando
no tiene suficiente agudeza visual para distinguir los objetos
con claridad, ve, pero no mira.
Lo que más atrae al bebé los primeros días es el rostro de sus
padres. Según los psicólogos, una cara humana es el estímulo
más variado, rico y completo para el bebé y como una de las
cosas más curiosas de la Madre Naturaleza, el bebé puede
enfocar mejor a una distancia de 20 a 30 cm., justo la distancia
a la que estaría tu cara cuando le das de comer. Le atraen
también los objetos de colores llamativos y contrastantes.
La visión del bebé mejorará día a día. A los 2 meses de edad,
los infantes prestan más atención al estímulo visual y hasta
pueden seguir con la mirada el movimiento de ciertos objetos,
si algo de colores vibrantes se coloca como a 30 centímetros
de distancia, los bebés concentrarán su mirada y lo seguirán
con sus ojos conforme se mueve de lado a lado.
A los 4 meses empezará a desarrollar la visión binocular, o sea
la habilidad de enfocar con sus dos ojos al mismo tiempo.
Los primeros seis meses del bebé estarán dedicados a ir
“afinando” su visión
Al comenzar a movilizarse aprecia las cosas en forma
tridimensional y tratará de alcanzar los objetos. Llegará a la
madurez y total desarrollo al año de edad.
El olfato: ¿Ya puede oler?
Otro de los sentidos que se encuentra desarrollado en el
momento del nacimiento es el olfato el cual también lo ayuda a
fomentar la relación con mamá al reconocer su olor y el de la
leche materna.
El centro olfatorio (del olfato) del cerebro se forma al comienzo
del desarrollo fetal. Se comprobó que los recién nacidos tienen
un agudo sentido del olfato. Dentro de los primeros días de
vida, prefieren el olor de la madre, especialmente de la leche
materna que ésta les proporciona y esta habilidad para
detectar tu olor, lo ayuda a encontrar el alimento que necesita
para crecer y desarrollarse. Sí le molesta un aroma, notaremos
una reacción de disgusto por parte del bebé.(hace gestos, se
mueve, cambia su ritmo respiratorio).
El gusto: ¿Distingue los sabores?
Las papilas gustativas comienzan a formarse durante los
primeros meses del desarrollo fetal. Es importante considerar
que en un primer momento el bebé se familiarizará con su
entorno a través de la boca por lo que ésta se vuelve el centro
para reconocer objetos.
Se comprobó que los bebés prefieren sabores dulces a
sabores agrios o amargos. Además, los bebés demuestran
tener una marcada preferencia por la leche materna y la
lactancia, especialmente después de los primeros meses.
El tacto: ¿Es importante tocar a
mi bebé?
La piel es todo un sistema sensorial
en si mismo. La piel es como una
gran oreja sensible, es la vía de
comunicación más importante en las
primeras semanas.
A través de su cuerpo le llegan al
bebé señales llenas de sentido a
través de las cuáles aprende quien
es. Tocar a tu bebé hace que se
produzcan las hormonas del
crecimiento- nos dice el investigador
Saul Schanberg de la Universidad
Duke- y continúa: los bebés a los
que se les limita este contacto, son
bebés que no crecen porque los
genes que reaccionan a estas
hormonas dejan de trabajar.
Normalmente, como madre buscas
tocar a tu bebé con frecuencia para
asegurarte de que se mueve,
reacciona y responde a los
estímulos.
La piel además protege al
organismo del entorno y desempeña
una función fundamental al
establecer la unión entre dos
maneras de comunicación:


La corporal la cual se
fortalece al tocar, acariciar,
cargar y mecer al bebé
La verbal fomentada desde
el momento de su
nacimiento cuando se le
arrulla, habla, canta, lee,
etc.
Es por esto que la comunicación
corporal es el soporte de la
comunicación verbal. Ambas se
fortalecen entre sí de tal forma que
no es suficiente sólo acariciar al
bebé o únicamente hablarle; debe
haber siempre una combinación de
ambos tipos de comunicación.
Y esto, que comienza en los
primeros días de su vida, llevará a
estrechar los lazos afectivos que lo
vinculan con sus padres y hermanos
y viceversa.
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