En la ciudad que vivimos han matado a palos, patadas,... homosexual. La ciudad que habitamos está en el siglo XXI...

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En la ciudad que vivimos han matado a palos
Viernes, 06 de Abril de 2012 01:22
En la ciudad que vivimos han matado a palos, patadas, piedras y cuchillazos a un joven por
homosexual. La ciudad que habitamos está en el siglo XXI pero el hecho nos evoca la Edad
Media: caballos, extremidades atadas de la víctima del castigo con el afán de que el acto
punitivo cristalice en el destrozo del cuerpo.
Por Ximena Valdés, Directora de CEDEM
La vida onírica junta en desorden escenas desparramadas en el tiempo, dispares. A la
mañana queda un sentimiento de desazón, tal vez asombro, más bien perplejidad, una
mueca de indignación pero más que nada corren las lágrimas por el rostro.
Nuestra sociedad es responsable de la creación de la categoría de los "anormales" y de la
barbarie de estos días.
Y son los que mayor prestigio acaparan los más responsables de la confección minuciosa de la
intolerancia, bordada a través de distintos episodios.Y en ese hilván, desde esos discursos
públicos normalizadores, la miseria humana se despliega.
Como decía el dirigente del MOHVIL, nos han tratado de "enfermos" y de "desviados", a
manera de no entrar en mayores adjetivaciones del discurso moral de los sostenedores de los
así llamados "temas valóricos" como si las libertades individuales formaran parte de los
des-valores.
Cuán responsable –decía el dirigente del MOHVIL- es la misma Iglesia católica de todo esto.
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En la ciudad que vivimos han matado a palos
Viernes, 06 de Abril de 2012 01:22
Entonces, recordamos a los Obispos y Monseñores bajo sotana en sus prédicas moralizantes
sobre como ha de casarse la gente, quienes pueden llegar al matrimonio, que tienen que ser
del mismo sexo, porqué esa santa institución no ha de disolversejamás ni menos cobijar
uniones pecaminosas; cuándo y quienes pueden tener vida sexual y asi en adelante
acompañando todo este concierto de buenas normas para la sociedad conla defensa del que
"está por nacer", en estos mismos días. Los parlantes de tal contribución a las definiciones de
los que son normales y los que son anormales se hallan en la sociedad y sus miserias pero
sobre todo en sus instituciones:iglesias, miembros de Senados y Cámaras de legistadores,
instituciones civiles que nos predican cómo debemos ser y lo que no debemos hacer y no
hacer, como si fuéramos todos nosotros menores de edad.
Ya no creemos en nada cuando las justicias tienen apellido. Valen para algunos y no para los
otros. Los frailes manosean y violan a los niños y los mismos claustros religiosos los protegen
de las cárceles para la gente común y corriente: todos los que no estamos bajo protección.
La agonía del joven, su muerte en la ciudad de Santiago, sin embargo no concitó el
voyerismo cómplice, el triunfo del miedo ante una masa de siervos frente a la ejecución
de la pena medioeval. Hay otra calle que no concuerda con la estigmatización de la
homosexualidad. El único gesto que amerita no perder las esperanzas es esa calle, la gente
común y corriente del anonimato con sus velas y carteles desplegados frente a la Posta central.
Y por cierto, los que han luchado incansablemente por tener un lugar en este mundo.
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