Discurso del Señor Presidente Constitucional de la República del Ecuador, Lucio Gutiérrez, en la Ceremonia de inauguración del Décimo Quinto Consejo Presidencial Andino Quito, 12 de julio de 2004 Señoras y señores: En nombre del pueblo del Ecuador, me es honroso darles una cálida bienvenida a la ciudad de Quito, en donde tendremos de nuevo la oportunidad de compartir las expectativas y esperanzas que nuestros pueblos abrigan, de conocernos mejor, y de caminar juntos, para recuperar el sueño del Libertador Simón Bolívar, de una sola gran nación latinoamericana. Si bien es cierto que el devenir histórico-político nos permitió definir la identidad de cada uno de nuestros países, no es menos cierto que en la actualidad, los retos de un mundo globalizado, nos exigen el reencuentro de hermanos, para afrontar unidos los grandes desafíos que se avecinan. La ciudad de Quito, que orgullosamente ostenta el título de Primera Ciudad del Patrimonio Cultural de la Humanidad, abre sus brazos a los ilustres visitantes, líderes de los Países Andinos, y les invita a recorrer las hermosas plazas y calles coloniales, en donde Bolívar y Manuelita acunaron una sublime historia de amor y heroísmo. Casi dos siglos han transcurrido desde las hazañas libertarias; y tan solo a partir de 1969 hemos comenzado a consolidar la idea de unirnos, inspirados en dos íconos históricos y geográficos que orientan la grandeza de nuestro destino: ¡Simón Bolívar y los andes! Empero, mirando hacia el futuro, estamos entrando en el convencimiento de que sólo la integración nos permitirá figurar en el escenario del siglo veintiuno como un ente internacional sólido y poderoso, caracterizado por los mismos elementos etnoculturales e histórico-geográficos que nos vinculan e identifican indisolublemente. Dentro de este contexto, le cupo al Ecuador la grave responsabilidad de ejercer la Presidencia Pro Tempore de la Comunidad Andina; y me corresponde ahora, el alto honor de informar sucintamente la tarea desplegada, con el apoyo de nuestros Países Miembros y la Secretaría General, en momentos de gran expectativa regional y mundial. Nuestro proyecto comunitario acaba de cumplir treinta y cinco años de vida institucional, lo que nos motiva a reflexionar sobre los éxitos alcanzados, las omisiones incurridas, y las metas que aún debemos alcanzar para responder a los retos actuales y futuros. Durante esta trayectoria hemos creado una institucionalidad moderna, equiparable a la de grupos de integración más avanzados. Hemos logrado identificar nuestras realidades comunes y respetar nuestras diversidades, considerando siempre los aportes de la sociedad civil. Sin embargo, aceptamos con franqueza que aún padecemos de algunos vacíos; rémora que nos obliga a trabajar con mayor asiduidad y decisión. El tránsito hacia un mercado común, en la práctica se frena por no haber podido consolidar la unión aduanera, y por tanto, la libre circulación de personas, capitales y servicios. Tomemos por ejemplo el Arancel Externo Común: los Presidentes, hemos expedido directrices claras y firmes para avanzar en esta dirección; sin embargo da la impresión de que el mensaje no fue comprendido. Frente a estas y a otras dificultades evidentes, es necesario que los Jefes de Estado Andinos asumamos la dirección del proceso y trabajemos coordinadamente en los temas pendientes de la agenda. Esta tarea de armonización y convergencia, debe ser permanente entre los diferentes niveles de responsabilidad del sistema andino de integración. Para ello, mediante la reflexión colectiva, el diálogo franco y la flexibilidad indispensable, podríamos desarrollar fórmulas que satisfaga equitativamente los intereses en juego. Desde el punto de vista práctico de la interacción debemos utilizar las modernas herramientas de la tecnología informática, como la viene haciendo con evidente éxito la Secretaría General de la Comunidad Andina. Mediante las videoconferencias, los gobernantes, desde nuestras respectivas capitales, estamos en capacidad de realizar estrechos seguimientos a los temas de mutuo interés, a fin de darles mayor agilidad y eficacia. Me permito exhortar a las distinguidas delegaciones a comprometernos en esta reunión a dar un salto cualitativo trascendental en los esfuerzos de concertación que debemos desplegar en distintas materias, haciendo uso eficiente de estos instrumentos de moderna tecnología. En otro orden de temas, mi país venía propugnando la necesidad de desarrollar una Agenda Social Andina que ofreciera respuestas ágiles y eficientes frente a la pobreza y a la exclusión, que lamentablemente agobian a altos porcentajes de nuestras poblaciones. En este aspecto es reconfortante constatar que hemos coincidido en la aprobación de un acuerdo para el Plan Integrado de Desarrollo Social (P. I. D.) el cual deberá ser puesto en marcha a la brevedad posible, con los recursos y el financiamiento necesarios; aunque es imperativo encontrar fuentes internas y externas. Este plan debe desarrollarse de manera continua y sostenible, junto con otros mecanismos de políticas económico-sociales para derrotar los flagelos de la pobreza, el desempleo y la exclusión social. El éxito que pudiera alcanzarse en este escenario será determinante para asegurar la gobernabilidad, la estabilidad regional, y por ende el bienestar de nuestros pueblos. La consecución de la estabilidad económica y de metas comunes en armonización macroeconómica, garantizan estabilidad y perspectivas de crecimiento intraregional; las cuales devienen en incremento de las fuentes de empleo, desalentando por cierto las aventuras migratorias en que incurren millones de latinoamericanos. El conjunto de las medidas que debemos adoptar en los ámbitos político, social, comercial y económico, deben ser coherentes y encaminarse a un mismo propósito. Así por ejemplo, el compromiso de acabar con las trabas al comercio subregional, y a las exclusiones particularizadas de los principales compromisos que conforman el modelo de integración económica, no puede ser arrítmico. La voluntad política que debemos asumir en esta ocasión, tiene que comprometernos a caminar juntos y en la misma dirección, sin distraernos en intereses contrapuestos, que terminan perjudicando a las decisiones de conjunto. Siendo un deber moral, es también un acierto estratégico, que los gobernantes, en actitud unánime nos dediquemos a atender las acuciantes necesidades de los repartos territoriales más pobres de nuestras geografías desarrollando planes integrales de infraestructura, vías de comunicación, salubridad ambiental, educación, cooperación técnica, y fuentes de trabajo. Procurando sobre todo, unir a los pueblos fronterizos más allá de líneas divisorias que nos fragmentan y empobrecen. En lo que al Ecuador concierne, acabamos de crear una unidad con jerarquía de Subsecretaría de Estado, y cuatro direcciones generales, en la estructura orgánica del Ministerio de Relaciones Exteriores para racionalizar la planificación, la coordinación interinstitucional y el uso de recursos, en beneficio de estas zonas y de sus pobladores. Concretar en hechos reales, la política comunitaria de integración y desarrollo fronterizo nos impone como primer reto la búsqueda de nuevas fuentes de financiamiento, menos onerosas, que hagan factibles esos proyectos de beneficio común y creen verdaderos polos de desarrollo que alejen las potenciales amenazas a la seguridad interna y externa de los países y brinden soluciones tangibles y oportunas al anhelado desarrollo humano. Concretar en hechos la política comunitaria de integración y desarrollo fronterizo, nos impone como primer reto la búsqueda de nuevas fuentes de financiamiento, menos onerosas, que hagan factible esos proyectos de beneficio común y creen verdaderos polos de desarrollo que alejen las potenciales amenazas a la seguridad interna y externa de los países y brinden soluciones tangibles y oportunas al anhelado desarrollo humano. El diseño estratégico para el desarrollo y la inserción de nuestras economías en la nueva realidad de la globalización, que el señor Secretario General de la Comunidad Andina ha planteado, puede en verdad constituir una herramienta adicional para el avance de la Agenda Social Andina. De ahí que el diseño estratégico debe contemplar como elemento principal la consolidación del proceso de integración en todos sus aspectos. Este es el gran reto de esa importante iniciativa; y concretarla en proyectos reales, viables y operativos que permitan alcanzar rápidamente compromisos y resultados palpables, su principal desafío. En ese ámbito, es encomiable la labor desplegada por el Convenio Hipólito Unánue, que, con el apoyo de los Ministros de Salud, viene desempeñando un importante papel en el ámbito de la Agenda Social Andina, mediante la cual se privilegia el acceso a la salud pública de las poblaciones marginales de los Países Miembros, así como en la mitigación de los desastres, emergencias sanitarias y el impulso de las redes de ayuda para la provisión de equipos médicos y vacunas. Es casi inoficioso reafirmar que se hace necesario multiplicar los esfuerzos en materia de educación en la subregión, a fin de identificar elementos y políticas comunes que hagan factible el acceso a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación – lo que se denomina “ la sociedad de la información ”- para que los servicios en general, la libre circulación de profesionales, etc., con la consiguiente elevación de los niveles de competitividad y eficiencia, sean una realidad en beneficio de los usuarios, los consumidores y en última instancia, de las economías de nuestros respectivos países. La Comunidad Andina, por diversas circunstancias, afronta actualmente uno de los retos más importantes en el desarrollo de su Política Exterior Común, cual es buscar legítimamente la posibilidad de concretar en los próximos meses sendos acuerdos de libre comercio con varios esquemas regionales de integración y con terceros países. La Presidencia del Ecuador impulsó decididamente durante su mandato la conclusión del Acuerdo de Diálogo Político con la Unión Europea así como las tratativas para el inicio de las negociaciones de un futuro acuerdo de asociación que incluya un Tratado de Libre Comercio, con ese bloque – que hoy en día representa la primera potencia comercial del mundo; igualmente dinamizó y propugnó la suscripción del Acuerdo de Complementación Económica con el Mercosur, luego de frustrantes 7 largos años de negociación; y activó, por primera vez, el mecanismo de Diálogo Político y Cooperación con la Federación Rusa. Me cupo, de igual manera, el grato honor de proponer al Mercosur y a Chile, la iniciación de conversaciones y la realización de una Cumbre Presidencial, que nos acerque hacia un acuerdo estratégico en Sudamérica, en materia de cooperación política y futura convergencia. Esperamos que esta idea se concrete y fructifique, a la brevedad posible. El conjunto de estas negociaciones comerciales pone a prueba la fortaleza de nuestro esquema y el grado de compromiso para con la integración andina, pues todos los logros alcanzados, constituyen el acervo normativo acumulado durante estos treinta y cinco años del proyecto andino. Es la oportunidad para marchar al unísono, y actuar en forma concertada. El tren de la historia avanza y no podemos auto marginarnos, porque mas tarde podríamos afrontar condiciones aún menos flexibles que las actuales. En la medida en que fortalezcamos nuestra unión andina, habrá esperanzas de que este proceso globalizador no nos arrastre consigo y que la institucionalidad hasta aquí creada, no solamente se mantenga sino que continué siendo fortalecida y profundizada. El desarrollo de una agenda de cooperación política intracomunitaria nos permite afrontar con coherencia la política exterior común. En esta materia, hemos logrado importantes avances al concretar unos lineamientos en materia de Política de Seguridad Común Andina; esperamos aprobar una declaración política en materia de establecimiento y desarrollo de la Zona de Paz Andina. No cesaremos de proseguir en nuestra decisión concertada de continuar la lucha incansable en contra del flagelo de las drogas; la conservación del medio ambiente y el respeto y promoción a los derechos humanos. Tenemos que seguir concretando nuevas políticas comunes que nos permitan consolidar la inserción democrática de la Comunidad Andina. Por ello, la temática relativa al fortalecimiento de la gobernabilidad democrática, la lucha contra la corrupción y el fraude, deben seguir recibiendo nuestra mayor atención, hasta desarrollar estructuras jurídicas sólidas y eficaces, en todos estos críticos ámbitos. No puedo dejar de mencionar la importancia que le atribuimos a la institucionalidad andina y a su futuro. En la medida que los compromisos internos lo permitan, ésta deberá fortalecerse y ampliarse para adaptarse con un sentido dinámico a los retos venideros. En esa dirección, parece ser una necesidad que los Ministros de Economía y Finanzas tengan una incidencia más específica en la adopción de las decisiones comunitarias. Su incorporación al proceso decisorio conferirá una sólida base de concertación y pragmatismo a la agenda económica. Por otro lado, es necesario fortalecer la cooperación financiera en la subregión y proyectarla hacia el continente sudamericano, sin que esto signifique que los Países Andinos pierdan la preeminencia decisoria en esta materia. El Ecuador ha sido beneficiario de la cooperación financiera brindada por la Corporación Andina de Fomento y el Fondo Latinoamericano de Reservas. Ello, sin embargo, se estima que ha sido insuficiente frente a las ingentes y apremiantes necesidades de nuestros países en campos tales como la creación de infraestructura y la estabilización monetaria. El financiamiento externo es insuficiente, volátil y de difícil acceso, como lo ha calificado con verdad y rigor el señor Presidente de la CAF. En su concepto, se convierte en otro factor limitante al proceso de inversión requerido para alcanzar mayores tasas de crecimiento. Como ilustración, nos recuerda el apreciado amigo Doctor Enrique García, que el total de financiamiento externo que requiere América Latina en promedio está por el orden de los 120 mil millones de dólares anuales, de los cuales 50 a 60 mil millones de dólares se destinan para amortizar la deuda vigente. Urge que dispongamos de líneas de crédito de carácter concesionario, con tasas de interés preferentes que no estén condicionadas a programas de estabilización. La institucionalidad andina, por sobre todas las cosas debe estar al servicio de los países miembros. Debo resaltar la labor que viene desempeñando el Parlamento Andino, cuyo fortalecimiento y futura incorporación en el proceso decisorio andino debe ser motivo de una seria reflexión, con miras a aprovechar en forma constructiva y realista, los aportes que puede hacer el órgano parlamentario en favor de la consolidación del Sistema Andino de Integración. Evidentemente, su participación y accionar están supeditados necesariamente al hecho de que todos sus miembros sean elegidos por votación directa y popular. El tribunal de Justicia de la Comunidad Andina realiza una tarea trascendental en la defensa y el respeto de la normativa andina. Esta importante institución también está destinada a desempeñar una proyección continental en la medida en que el proceso de integración avance. Estimo que para que el tribunal mantenga su credibilidad institucional y su propia razón de ser, es necesario promover reformas que le permitan al ente jurisdiccional ampliar su campo de acción, especialmente en la mediación de litigios, no sólo de orden comercial sino en aspectos de derechos humanos y derechos de los pueblos indígenas. De esta manera el respeto de la normativa andina se convertirá en un sólido pilar del proceso de integración y de la cohesión social. Deseo igualmente referirme al excelente desempeño de la Secretaría General de la Comunidad Andina, en el cumplimiento de sus funciones especificas, para promover el proceso de integración andina, proponer las reformas normativas necesarias; y, en suma, para afirmar el avance del proyecto integracionista. Como eje técnico y administrativo del Sistema Andino de Integración, la Secretaria General debe estar alerta ante los peligros y los escollos que pudieran existir en la ruta, poseer una rápida capacidad de respuesta frente a los desafíos de la hora y estar preparada para satisfacer prolija y oportunamente las nuevas demandas y encargos que le hemos endosado conjuntamente. Creemos firmemente que la consolidación de la Comunidad Andina depende del grado de compromiso con que afrontemos el presente y el futuro de nuestro sistema de integración. Ello es compromiso de todos. La futura agenda andina y los compromisos comunitarios, particularmente en materia de relacionamiento y negociaciones con terceros, requerirán de nuevos sacrificios de parte de los Países Miembros, en favor de la Secretaría General. No abogamos por más burocracia sino por una institucionalidad fuerte que permita con eficiencia y oportunidad, cumplir con los objetivos y las directrices establecidos por los Países Andinos en cada oportunidad en la que nos reunimos, como en ésta. Con relación a la participación de la sociedad civil en el proceso de integración, reconocemos las carencias que antes han existido en esta materia y que hemos venido arrastrado desde hace varios lustros, sin justificación. Durante la gestión de la Presidencia del Ecuador, hemos tratado de corregir esta deficiencia en alguna medida, con la incorporación al Sistema Andino de Integración de los Consejos Consultivos Laboral y Empresarial, así como con la creación de la Mesa de Trabajo de los Derechos de los Pueblos Indígenas. Pese a estos avances y al compromiso de incorporar en el futuro a los consumidores, esta sigue constituyendo una asignatura pendiente para los miembros de la Comunidad Andina, circunstancia que nos obliga a buscar nuevas y más imaginativas fórmulas para que nuevos actores, en esta era de la globalización, con espíritu constructivo co-participen en la responsabilidad de diseñar la arquitectura de la integración del futuro. En este contexto, se torna imprescindible exhortar a los Países Miembros que aún no lo hayan hecho, ratifiquen el Protocolo Adicional al Convenio Socio-Laboral Simón Rodríguez, a fin de ponerlo operativo y en pleno funcionamiento. Esa democratización, debe venir aparejada de un amplio programa de difusión en los Países Andinos a todo nivel, de manera de tener una herramienta estratégica que permita difundir en la región y allende, las fortalezas y debilidades que nos entrelazan. Los esfuerzos realizados por la Universidad Andina Simón Bolívar son encomiables en materia de educación. Sin embargo, sentimos la necesidad de dar un salto cualitativo mediante la construcción de una Política de Comunicación Andina que nos posibilite realmente preservar nuestros valores y principios, defender nuestros intereses, al igual que lo han hecho Europa y otras regiones del mundo. Señores Presidentes, señores delegados, representantes y miembros del Sistema Andino de Integración: tenemos conjuntamente una gran responsabilidad para con la historia y para con nuestros pueblos. Que nuestro discurso vaya alineado con nuestra práctica política y nuestras decisiones; y apliquemos toda la voluntad política necesaria a este proceso de integración - al que tantos ilustres hombres le han dedicado incansables horas de trabajo - para que verdaderamente se ponga al servicio de los más caros intereses de nuestros pueblos. No dejemos que la visión y el sueño de Bolívar desfallezcan. El Libertador y sus ideas continúan siendo nuestro norte y marcan nuestro derrotero. Estos treinta y cinco años de historia andina nos demuestran que pese a los embates, a las crisis y a las voces disonantes que se oponen a la integración, el proyecto comunitario persiste, va a persistir y arribará a buen puerto. No pensemos únicamente en nosotros, sino en nuestros hermanos que diariamente emigran de nuestros territorios hacia otros horizontes en la búsqueda de mejores oportunidades de empleo, seguridad y bienestar para ellos y sus familias. Los que lideramos las Naciones Andinas somos los llamados a mantener, practicar y defender sin desmayo este sagrado compromiso. Señoras Muchas Gracias y señores