TRES PROFECÍAS PARA NUESTRO TIEMPO

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TRES PROFECÍAS PARA NUESTRO TIEMPO
Rick Joyner, de North Carolina, U.S.A.
Publicaciones Cristianas
Tel. 2040403
Santafé de Bogotá, D.C., Colombia, América del Sur.
E-mail: [email protected]
Tres Profecías
para este tiempo
Rick Joyner
CONTENIDO
Los dos ministerios ............................................................................................................................................. 7
Liberación de la marca de la bestia .................................................................................................................. 21
Una visión del avivamiento venidero ................................................................................................................ 37
1
LOS DOS MINISTERIOS
Hay dos ministerios que van continuamente ante el trono de Dios: uno es el ministerio de intercesión y el otro es
el de la acusación. Jesús “vive para interceder” por Su pueblo. De acuerdo con el grado en que permanezcamos
en Él, Jesús nos usará para interceder. Su Iglesia debe ser “una casa de oración para todos los pueblos” (Is.
56:7). A Satanás se le llama el “acusador de los hermanos”, y se nos dice que su ministerio es “de día y de
noche, ante el trono de Dios” (Apo.12:10). Según el grado en que el enemigo tenga acceso a nuestras vidas,
nos usará para acusar y criticar.
Podemos preguntar ¿cómo Satanás puede seguir acusando a los santos ante Dios, si se le ha expulsado de los
cielos y ya no tiene más acceso al trono de la gracia? La respuesta consiste en que usa a los santos, que sí
pueden entrar a la presencia de Dios, a fin de que hagan su trabajo diabólico para él. Satanás recibe muchos
nombres, pero ciertamente su disfraz más efectivo ha sido el de “acusador de los hermanos”. Este título se le dio
debido a su efectividad para conseguir que un hermano se vuelva contra otro. Provocar las divisiones es una de
sus especialidades. Su mayor victoria sobre la Iglesia es hacer que los hermanos se vuelvan uno contra otro. La
acusación ha sido la herramienta más efectiva y mortífera para destruir la luz, el poder y el testimonio del Cuerpo
de Cristo.
La mayor amenaza para el dominio de Satanás es la unidad de la Iglesia. El diablo conoce muy bien la
autoridad que Jesús ha dado cuando dos creyentes se ponen de acuerdo. Sabe que basta sólo un acuerdo entre
dos santos, para que el Padre les dé todo lo que pidan. Comprende que un santo puede hacer que huyan mil,
pero que dos juntos, al estar de acuerdo, pueden poner en fuga a diez mil. La unidad no sólo aumenta nuestra
autoridad espiritual, sino que la multiplica.
Irónicamente, el acceso que el acusador tiene a casi todos nosotros, es por medio de nuestras inseguridades
que nos llevan a volvernos territoriales. Los inseguros se sienten amenazados por todo aquello que no pueden
controlar. Podemos usar doctrinas o una decisión considerada como noble para proteger la verdad o las ovejas,
pero muy pocas divisiones en la Iglesia se deben a algo distinto a la preservación territorial. La división que
provocamos mientras procuramos proteger nuestros dominios, es exactamente aquello que acaba con nuestra
autoridad espiritual y con nuestra unción verdadera. El resultado final es la pérdida precisa de lo mismo que
procuramos conservar con tanta desesperación. Se trata aquí de una incontrovertible ley del espíritu:
“...todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará”
(Mateo 16:25).
El profeta se dirigió a este tema de una manera mucho más exacta:
“8Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la
gloria de Jehová será tu retaguardia. 9Entonces invocarás y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si
quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador y el hablar vanidad” (Is. 58:8-9).
¿Necesitamos más luz en nuestras vidas? ¿Nos preguntamos por qué no llegan la recuperación y la sanidad?
¿Por qué, en lugar de la gloria del Señor alrededor nuestro, no hay sino problemas y dolor? Llamamos al Señor
pero no nos responde; inclusive podemos clamarle pero no le podemos encontrar. La razón para esto es casi
siempre la misma: en medio nuestro hay un yugo que se llama “el dedo señalador y el hablar vanidad”; es decir,
tenemos un espíritu de Crítica. Dios prometió por medio de Isaías que nuestras vidas iban a cambiar radicalmente
al quitar ese yugo. Como el sabio Salomón observó:
“18Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.
19
El camino de los impíos es como la oscuridad; no saben en qué tropiezan” (Prov. 4:18-19).
Si caminamos en rectitud y justicia, andaremos en una luz siempre creciente. También es cierto que los que
tropiezan en la oscuridad rara vez saben la razón para esas tinieblas. La persona con un espíritu de crítica,
usualmente critica a todos, menos a sí misma; como dijo el Señor, está tan ocupada buscando la paja en el ojo de
los hermanos, que no puede ver que la viga en su propio ojo es la razón de su ceguera.
Cuando criticamos a un hermano o a una hermana, en realidad decimos que la habilidad de Dios no llena
nuestros patrones y que lo podríamos hacer mejor. ¿Quién de nosotros puede siquiera hacer que fuéramos como
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deberíamos ser? Si inclusive no podemos cambiarnos nosotros mismos, ¿cómo vamos a cambiar a otro? Cuando
criticamos al hijo de alguno, ¿quién lo defenderá? ¡Claro que los padres! Entonces, lo mismo es cierto con
respecto a Dios. Cuando juzgamos a uno de su pueblo, realmente lo juzgamos a Él. Cuando juzgamos a uno de
sus líderes, en verdad juzgamos el liderazgo del Señor. Decimos que Él no sabe lo que hace con el liderazgo que
ha provisto. Exactamente ese mismo tipo de murmuración y de queja impidió que la primera generación de los
israelitas pudiera tomar posesión de la Tierra Prometida. La murmuración les hizo pasar la vida entera en un
recorrido inútil por lugares secos. Y esta es la misma razón para que muchísimos cristianos no anden en las
promesas de Dios. En lugar de eso pasan sus vidas por el desierto, siempre alrededor de las mismas montañas
(problemas), una y otra vez. Por todo lo cual la Escritura nos ha advertido:
“11Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano,
murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez. 12Uno solo es
el dador de la ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?” (Sant. 4:11-12).
Cuando “señalamos” con el dedo para criticar, nosotros mismos nos ponemos el yugo. Con toda razón
Jesucristo nos amonestó:
“1No juzguéis, para que nos seáis juzgados. 2Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la
medida con que medís, os será medido” (Mateo 7:1-2).
Una vez estuve en una región que se encontraba bajo el más poderoso espíritu de pobreza que he visto en este
país. Una característica sobresaliente en relación con la naturaleza de las personas allí era cómo murmuraban y
criticaban la riqueza o a cualquiera que le iba bien. La Biblia establece que a veces podemos tener falta de algo, y
estar abatidos, mientras otras estamos en abundancia. Inclusive el apóstol Pablo dijo que en ocasiones había
sufrido hambre y nos advirtió que deberíamos estar contentos si apenas teníamos comida y abrigo (1 Timoteo 6:8).
Sin embargo, si sufro falta de algo, quiero estar así en sumisión a Dios y a todo cuanto Él procura obrar en mi vida,
pero no estar sometido a un espíritu diabólico de pobreza. Ciertamente no quiero el yugo de la pobreza, cuando
se debe a mis malos juicios de los demás.
En aquella región, en realidad, muchos de los pastores se habían puesto a sí mismo un yugo de pobreza (y
también a sus congregaciones), al criticar a los otros hombres de Dios que recibían ofrendas. Debido a sus juicios
ni siquiera podían recibir una ofrenda bíblica sin que se sintieran culpables. Como sus juicios regresaban sobre
ellos, sólo conocían las tinieblas y las oraciones sin respuesta.
Otros hombres de Dios que conocí allá tenían mantos excepcionales de autoridad espiritual, hombres que
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Tres profecías para este tiempo
deberían haber tenido una gran influencia nacional e internacional en la Iglesia, pero que habían gastado sus vidas
en ministrar con muy poco fruto a iglesias que siempre se encogían. A veces nuestras multitudes disminuirán
porque hacemos lo correcto, como cuando el propio Señor predicó cosas cúyo recibo fue difícil para sus oyentes,
pero este no era el caso con tales pastores. Habían juzgado y criticado los ministerios de otros cuya influencia iba
en ascenso y, así, se habían puesto un yugo. Dios no podía darles la plataforma que hubiera producido el fruto
que su unción y su autoridad debían entregar. Nuestras críticas nos llevarán a la pobreza. “La vida y la muerte
están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos” (Proverbios 18:21).
La crítica es una de las manifestaciones finales del orgullo, porque supone superioridad. El orgullo trae aquello
que todo ser humano racional debería temer al máximo: La resistencia de Dios. En efecto, la Biblia dice: “...Dios
resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Santiago 4:6). Para nosotros sería mucho mejor tener a todos
los demonios del infierno resistiéndonos, y no tener a Dios levantado en contra nuestra.
Por favor, entendamos. Nuestras críticas pueden tener sus raíces en un discernimiento verdadero. Aquellos a
quienes criticamos pueden muy bien estar en error. Los pastores que criticaban a los otros en la forma como
levantaban el dinero por medio de las manipulaciones y a veces por medio de engaños, estaban en lo cierto. Pero
debemos andar en discernimiento. El apóstol lo aclaró al preguntar: “...¿No juzgáis vosotros a los que están
dentro?” (De la Iglesia) (1 Corintios 5:12). El punto es cómo vamos a tratar con lo que discernimos: ¿Lo vamos a
usar para acusar a nuestros hermanos o para interceder en su favor? ¿De cuál ministerio vamos a ser parte?
Según sea nuestro trato con el discernimiento, se puede determinar el producto de nuestras propias vidas
espirituales.
“12El hombre malo, el hombre depravado, es el que anda en perversidad de boca; 13que guiña los ojos, que
habla con los pies, que hace señas con los dedos. 14Perversidades hay en su corazón; anda pensando el mal
en todo tiempo; siembra las discordias. 15Por tanto, su calamidad vendrá de repente; súbitamente será
quebrantado, y no habrá remedio” (Proverbios 6:12-15).
El Señor indicó que ser piedra de tropiezo sería lo último que uno debe desear. Para nosotros sería mejor no
haber nacido, que hacer tropezar a uno de sus pequeñitos. En el mismo pasaje en Mateo 18, Jesús dio claras
instrucciones sobre cómo debemos tratar con un hermano que esté en pecado. Dejó esta instrucción para impedir
que nos convirtiéramos en piedra de tropiezo. Primero, debemos ir al hermano en privado. Si rechaza nuestro
consejo, debemos volver a visitarlo, pero con otro hermano. Sólo después que haya rechazado esa comisión de
dos de sus hermanos, si acaso, podríamos ir al resto de la comunidad para informar el punto. Si no seguimos este
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patrón estaremos en peligro de convertirnos en lo último que jamás quisiéramos venir a ser: Una persona que ha
hecho tropezar a aquellos por quienes el Señor dio su propia vida preciosa.
He oído muchísimas excusas para no conseguir el modelo de corrección que aparece en Mateo 18. Una muy
popular es: “Sabía que no me escucharían”. También he oído la excusa: “Si tienen un ministerio público, estamos
en todo nuestro completo derecho al exponerlos públicamente”. Esto es bastante discutible, pues todo ministerio
es público, por lo menos hasta cierto grado. Pero, ¿quién decide hasta qué punto ha venido a ser público, y así
liberarnos de no cumplir con la Palabra de Dios? El Señor no dio ninguna de esas condiciones. Quiénes se toman
tales libertades con las claras órdenes emitidas por Jesús mismo, reclaman tener autoridad para agregar a la
Palabra de Dios. Si el hombre de quien creemos que está en pecado, tiene un ministerio grande y no somos
capaces de ir a él con todo nuestro discernimiento, entonces no debemos ser los que traigamos juicio. No
debemos acusar; por el contrario, debemos interceder. El Señor tiene capacidad suficiente para juzgar a su propia
casa y nos puede abrir un camino si somos aquellos a quienes Él quiere usar. Si no nos abre camino, confiemos
que lo hará en su propio tiempo. Seguir el orden de Dios, nos impedirá caer bajo un juicio que será mucho más
grave que el del hermano que está en pecado.
Si no hemos seguido la manera prescrita por el Señor para tratar con el hermano en pecado, no tenemos
absolutamente ningún derecho para hablar de ese punto con nadie, y muchísimo menos para exponerlo en
público. Ni siquiera se debe compartir, como para tener la opinión de alguien. Lo que podemos llamar “obtener el
concepto de alguno”. Dios lo llama murmuración y chisme. Él no es tonto y pagaremos el precio de nuestras
indiscreciones. Su orden fue: ir primero a la persona en privado. Sólo después de haberlo hecho, podremos
hablar con otra persona, y eso apenas con el propósito de ir en ayuda de quien está en pecado. Nuestra meta
siempre debe ser salvar al hermano de su falta, y justamente, no exponerlo nunca. Por eso la Biblia expresa la
advertencia:
“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle en
espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado” (Gálatas 6:1).
Y no seamos ligeros con nuestros desafíos ante las supuestas faltas de otro. “...el amor cubrirá multitud de
pecados” (1 Pedro 4:8). Casi todos nosotros tenemos en nuestras vidas unos cuantos centenares de cosas con
las que el Señor todavía no termina. Habitualmente trata con una o dos de ellas a la vez, porque eso es todo
cuanto podemos manejar. Una de las estrategias de Satanás es procurar distraernos para que tratemos también
con los otros trescientos problemas, de donde resultan frustraciones y derrota. No se nos dio Mateo 18 para usarlo
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como un garrote a fin de dejarle saber a nuestro hermano cómo nos ha ofendido. Si tenemos amor, cubriremos la
mayoría de esas ofensas, a menos que al hacerlo así causemos una lesión innecesaria a nuestro hermano.
Debemos usar esa porción de las Escrituras, y naturalmente todos las demás pasajes, en amor, no para nuestra
autoconservación, ni con un sentido retaliador o vengativo.
Desde luego, el mismo Señor Jesús es nuestro modelo perfecto. Cuando corrigió a las siete iglesias en
Apocalipsis, nos dejó un excelente ejemplo sobre cómo traer corrección a la iglesia. Primero alabó a cada iglesia y
resaltó todo cuanto habían hecho bien. Luego, sin temor alguno señaló sus problemas. Aunque parezca increíble,
hasta dio a Jezabel la oportunidad de arrepentirse. Después, ofreció a cada iglesia una promesa maravillosa de
recompensa para que superara y venciera sus dificultades. El Señor nunca cambia. Hoy, cuando debe corregir,
sus correcciones siempre vienen envueltas en aliento, esperanza y promesas.
El “acusador de los hermanos” también procura corregir a la iglesia. Obviamente sus métodos y sus objetivos
son muy distintos. Jesús anima y da esperanza; Satanás condena y trata de impartir desesperanza. Jesús nos
edifica de manera que podamos manejar la corrección; Satanás nos desgarra y pretende que abandonemos todo.
Jesús nos ama y quiere llevarnos a los lugares más elevados; la meta de Satanás es la destrucción.
Uno de los más notorios fenómenos en los movimientos pentecostal y carismático, ha sido la incapacidad de
quienes tienen dones y experiencias espirituales, para discernir los espíritus, especialmente al más mortífero
enemigo espiritual de todos: “el acusador de los hermanos”. ¿Podría ser que nuestros juicios contra quienes no
tienen el bautismo en el Espíritu u otras experiencias espirituales como las nuestras, nos hayan puesto un yugo
con incompetencia para discernir los espíritus? Mucho de lo que se ha exhibido como discernimiento, no es otra
cosa sino el don de la sospecha, un disfraz pseudo espiritual que usamos para enmascarar la conservación de
nuestros territorios. Inclusive, sin el don espiritual del discernimiento, el apóstol nos indicó claros elementos para
discernir la fuente de la sabiduría que, si se hubieran seguido, habrían preservado a la Iglesia de algunos de sus
más humillantes fracasos.
“13¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia
mansedumbre. 14Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis ni mintáis contra
la verdad; 15porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. 16Porque
donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. 17Pero la sabiduría que es de los
alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin
incertidumbre ni hipocresía. 18Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz“ (Sant.
3:13-18).
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Somos salvos por gracia y necesitamos toda la gracia que podamos conseguir para llevarla a través de esta
vida. Si queremos recibir gracia, mejor deberíamos aprender a dar gracia porque sólo cosechamos lo que
hayamos sembrado. Si esperamos recibir misericordia, mejor comencemos ahora a sembrar misericordia, pues
todos nosotros vamos a necesitar toda la misericordia que podamos obtener. La última cosa que quisiéramos
hacer es presentarnos ante el Señor en ese día con la sangre de nuestro hermano en las manos. De ahí la
advertencia:
“21Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. 22Pero
yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga:
Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al
infierno de fuego. 23Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo
contra ti, 24deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y
presenta tu ofrenda. 25Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino,
no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel (servidumbre,
esclavitud, tormento demoniaco). 26De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último
cuadrante” (Mateo 5:21-26).
El contexto de esta advertencia está en que si hemos sido culpables de ofender a un hermano, debemos olvidar
nuestras ofrendas ante el Señor, hasta cuando nos hayamos reconciliado con el hermano. Con frecuencia
pensamos que nuestros sacrificios y ofrendas pueden compensar por tales pecados, pero nunca lo harán.
Permaneceremos en la prisión que nosotros mismos hicimos hasta cuando paguemos el último centavo o hasta
cuando nos reconciliemos con el hermano a quien ofendimos.
El Señor dijo que cuando regresara, juzgaría entre las ovejas y los cabritos (Mateo 25:31-46). A quienes se
considere como ovejas, heredan el Reino y la vida eterna. A los que se designe como cabritos, son enviados al
juicio eterno. La separación la determina la forma como los miembros de cada gripo hayan tratado al Señor, lo que
a su turno, se decide por la manera como trataron a su pueblo. En efecto, el apóstol dijo:
“Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano
a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? (1 Juan 4:20).
“15Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna
permanente en él. 16En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros
debemos poner nuestras vidas por los hermanos” (1 Juan 3:15-16).
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Si en verdad tenemos el Espíritu de Cristo, entonces también tenemos su naturaleza. Si tú y yo hubiésemos
sabido que nuestros mejores amigos por quienes derramamos nuestras vidas durante tres años y medio, nos iban
a abandonar e inclusive hasta negar que nos conocieron, ¿habríamos deseado ardientemente tener una última
cena con ellos? El amor de nuestro Señor por sus discípulos nunca se vio condicionado por sus obras de justicia.
Aunque sabía que lo iban a abandonar y negar, los amó hasta el fin -aun dio su vida por amor a ellos. Él nos
ordenó amar con ese mismo amor.
Una de las grandes tragedias de la historia de la Iglesia ha sido la forma cómo los líderes de cada mover de Dios
se han vuelto opositores y perseguidores de los movimientos posteriores. Hasta la fecha este patrón no ha fallado.
Muchísimos líderes gastaron sus vidas en servicios muy fieles, sólo para terminar como objetos o blancos del
acusador, que les convierte en piedras de tropiezo ante el siguiente mover.
Como en la actualidad se descubre un nuevo movimiento del Espíritu, esa separación terrible entre las
generaciones espirituales, ha comenzado a aparecer de nuevo. Conforme advertimos a nuestros lectores en el
mes de enero de 1989 con el artículo “Embestida contra la Iglesia”, el “acusador de los hermanos” se ha
desencadenado con una rabia sin precedentes.
El objetivo más alto de Satanás es hacer que los hermanos se acusen entre sí y, como consecuencia, se
separen. El Señor permite este ataque a fin de purificar a los miembros de su Iglesia y de hacer obrar la humildad
en muchos de aquellos a quienes Él muy pronto ha de enviar con poder y autoridad crecientes. También permite
al acusador salir a la superficie de la Iglesia, para que Él le pueda cortar la cabeza. El Señor defenderá y justificará
a los acusados falsamente, de manera tal que habrá un santo y puro temor de Dios en su pueblo, para que no
haya más dominio del acusador en nuestros corazones.
¿Qué es lo que hace que los líderes de un mover de Dios se conviertan en los opositores del siguiente? Allí hay
varios factores comprometidos que debemos entender y de los que debemos ser liberados o terminaremos en la
repetición de los mismos errores. Podemos pensar y decir que jamás haremos esto, pero precisamente cada uno
de los que han pensado y dicho, terminaron haciéndolo. “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1
Corintios 10:12). El orgullo de suponer que no caeremos, es uno de los factores que lleva a la caída.
Este problema, en realidad, precede a la historia de la Iglesia y se remonta hasta los mismos primeros dos
hermanos que hubo en este mundo. El mayor no pudo soportar al menor, debido a los celos, conforme se lee en la
Biblia:
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Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. 12No como
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Caín, que era del maligno, y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas. Y las
de su hermano justas” (1 Juan 3:11-12).
Cada mover del Espíritu Santo ha resultado en la restauración de más luz para la Iglesia. Esta no es una verdad
nueva, sino parte de aquella que la Iglesia perdió durante lo que se llama en su historia la Edad de la Tinieblas.
Sin considerar lo que llamamos nuestra posición, un motivo básico para casi toda ésta, se encuentra en los celos.
Quienes ocupan el liderazgo o quienes han sido fieles a la luz que han tenido durante cierto tiempo, no pueden
creer que el Señor vaya a usar a alguien distinto de ellos para una restauración adicional de Su verdad y Sus
propósitos.
Los hombres con las capacidades naturales para el liderazgo, son quienes habitualmente en la Iglesia alcanzan
las mayores posiciones de influencia. Estas no son una tontería, y para ellos quizás renunciar al liderazgo, sea la
cosa más difícil en el mundo. Si nos apoyamos en nuestras capacidades naturales de liderazgo, casi seguramente
estaremos condenados al fracaso final de convertirnos en piedras de tropiezo. “Todo el que se ensalza, será
humillado”. Si sólo nos hemos ensalzado un poquito, puede que no nos maltratemos mucho con la caída. Pero si
por nuestras propias capacidades nos hemos ensalzado mucho, nuestra caída puede ser una genuina catástrofe
espiritual.
El liderazgo espiritual verdadero tiene sus raíces en la humildad de la servidumbre, no en las capacidades
naturales. Entre más crecía el apóstol Pablo en autoridad espiritual auténtica, estaba mucho más firme en “no
poner su confianza en la carne”, sino en “gloriarse en sus debilidades”. Sólo tendremos que proteger los dominios
que nosotros mismos hayamos establecido. Quienes en verdad tienen su autoridad venida de Dios, pueden
descansar en la certeza que el Señor les guardará todo cuanto Él les haya confiado.
La única protección que los líderes tienen contra la caída final en esta terrible trampa, es buscar la humildad y la
naturaleza de Juan el Bautista. Este hombre es uno de los tipos más grandes de ministerio espiritual honesto.
Todo su propósito en esta vida fue preparar el camino de Jesús, señalarlo a Él, y luego menguar mientras crecía el
Único y más grande. El pozo de Juan Bautista estaba en el regocijo de ser el amigo del esposo (Juan 3:29-30).
Los líderes espirituales verdaderos en sus principios, deben ser eunucos “espirituales”. El objetivo completo y
final del eunuco era preparar la esposa para el rey. Ni siquiera la podía desear, pues todo su gozo estaba en el
gozo del rey. Jesús “se despojó a sí mismo, y tomó forma de siervo”. Así deben hacer todos los que andan en
autoridad espiritual sincera. Cuando usamos el ministerio para hacernos a nombre y reputación, para encontrar a
quienes nos han de servir y para llenarnos nosotros mismos, no estaremos en la autoridad de Cristo Jesús.
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Uno de los más ilustrativos ejemplos bíblicos de cómo el acusador usa el liderazgo previo para perseguir a los
líderes que surgen, se encuentra en la historia de Saúl y David. Muy poco tiempo después de habe r tomado la
posición directiva para la que había sido distinguido, a Saúl se le sometió a una prueba que, tarde o temprano,
vendrá a todos los que están en el liderazgo. La gente comenzó a separarse de él, mientras el enemigo se juntaba
contra él; al mismo tiempo se le dijo que se sentara y esperara. Esta prueba determinará si vamos a andar en una
autoridad espiritual verdadera o si más bien preferimos elegir el curso de la autoridad espiritual falsa: la hechicería.
En nosotros hay la tendencia a considerar la hechicería como una forma de religión satánica o quizás aun como
una secta, pero en verdad el apóstol Pablo la enumeró entre las “obras de la carne” (Gálatas 5:20). La hechicería
básicamente es la autoridad espiritual espuria. Consiste en el empleo de cualquier otro espíritu distinto al Espíritu
Santo, para manipular, dominar o controlar a los demás. La vía que lleva a los líderes cristianos a caer en la
hechicería es la misma que siguió Saúl: temor del pueblo y de las circunstancias por encima, es decir, más alto que
el temor de Dios. Como Saúl tuvo un temor del pueblo superior al temor de Dios, se le quitó el reino y perdió la
autoridad espiritual verdadera.
Si en este punto permitimos que las presiones de la gente o de las circunstancias nos controlen, comenzamos a
separarnos de la autoridad espiritual genuina. No podemos estar bajo el liderazgo de Cristo y al mismo tiempo
estar sujetos a las presiones y circunstancia exteriores. Para mantener nuestra influencia, cuando dejamos de
depender del Señor, sólo nos quedarán el dominio, la manipulación y el control. Hasta pudimos haber tenido una
comisión verdadera de Dios pero, a partir de ese momento, comenzaremos a procurar cumplirla con una autoridad
falsificada, cuyas raíces están en las potestades del alma o inclusive en algún espíritu del mal. Entre mayor sea la
influencia, más tendremos que luchar para sostener nuestro control, y más intimidados estaremos ante cualquiera
que amenace ese control. Debido a que el pueblo del Señor está comprometido en la unción, entre más verdadera
sea la unción que alguien tiene, más amenazados estaremos por ese individuo y entonces nuestros ataques e
intolerancia serán más desesperados.
Sólo hay una cosa que impide a un líder espiritual la caída en la naturaleza de Saúl -debe temer a Dios más que
al pueblo o a las circunstancias-. En contraste notorio con esa naturaleza de Saúl, se dice de David que cada vez
que le presionaban las circunstancias o las personas, con todo su corazón buscaba al Altísimo.
Cuando la gente buscó a Jesús para hacerlo rey, huyó al monte. Si a ti te hacen rey, ¿quién va a gobernar? El
pueblo no podía hacer rey a Jesús, ¡porque Él había nacido Rey! Recibió su autoridad de lo alto, como todo líder
espiritual verdadero. Para nosotros es algo simple determinar la fuente de nuestra autoridad: todo lo que debemos
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hacer es decidir el origen de nuestro valor o de nuestro desaliento y a quién miramos primero en casos de crisis.
¿Cuántas veces no te han dicho: “No podíamos hacer ninguna otra cosa, sino orar”, una indicación diciente que
para quienes te hablaban tal era el último recurso en lugar de haber sido el primero?
No siempre ha sido la precedente generación de líderes la piedra de tropiezo; la generación nueva puede ser tan
culpable de tropiezos como la anterior. La misma arrogancia de presumir que somos la generación nueva (en
contraste con la vieja), es también orgullo que Dios debe resistir. Así se da una bofetada humillante al rostro de
hombres y mujeres que rindieron sus vidas con toda fidelidad en el servicio del Señor y de Su pueblo.
Jesús no atacó a Juan Bautista por ser parte del orden antiguo; por el contrario, le ofreció palabras de honra.
Hasta el mismo Jesús se sometió al ministerio del Bautista. Esta sumisión no implicó permitirle a Juan que lo
controlara, sino que lo reconoció al expresarle su aprecio tanto a él como a su obra. Luego, cuando a Jesús los
fariseos y los escribas le averiguaron el origen y la fuente de su autoridad, señaló a Juan y preguntó a sus
inquisidores si sabían de dónde había venido el bautismo de Juan. La respuesta a esta pregunta era la
contestación exacta a los interrogantes de sus enemigos. Juan fue el último de un orden que estaba allí para
representar a todos los que profetizaron la venida del Mesías desde el mismo principio de los tiempos. Juan era su
representante para reconocer a Jesús como el Único de quien todos habían hablado, y que desde luego era el
Cordero de Dios. A su vez, Jesús reconoció como credenciales de su autoridad el bautismo de quienes habían
venido antes que Él.
De la misma manera quienes han de constituir la nueva generación se deben someter al ministerio de todos
aquellos que les han precedido, si van a cumplir toda justicia. Aunque creo que sería terriblemente presuntuoso
considerarme como miembro del orden nuevo, sé que viene un orden aun más nuevo. También es muy claro que
los movimientos previos comienzan a decrecer a medida que surge el orden nuevo, pero ese orden futuro no irá
muy lejos, si es que llega a algún sitio, de no haber sido por los santos valerosos y pioneros que pagaron el precio
y tomaron tanto terreno durante actividades del Espíritu Santo tan recientes como los movimientos pentecostales,
la renovación carismática, y hasta lo que se denominó con propiedad la tercera onda.
Ahora casi que está de moda recibir el bautismo en el Espíritu Santo, cuando hace apenas unas pocas décadas,
precisamente en muchas partes de los Estados Unidos y en otros países, se golpeaba a diario en las escuelas a
los hijos de los pentecostales y a éstos se les negaban los empleos y hasta la oportunidad para proveer al sustento
de sus familias porque hablaban en lenguas. Si somos parte de un orden nuevo deberíamos estimar a quienes
fueron antes que nosotros, no porque se suponga que debemos hacerlo, sino porque ellos lo merecen. La
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arrogancia del orden nuevo puede ser tanta afrenta al Espíritu de Dios, como la que producen los miembros del
orden antiguo que insisten en resistir a Dios en las cosas nuevas que Él principia a hacer.
¿Por qué los niños maltratados al crecer son maltratadores? ¿Por qué los santos acusados se convierten en
acusadores? En ambos casos la respuesta es la misma. Los niños a quienes los adultos maltrataron, usualmente
crecen decididos a no ser como sus padres y entonces se vuelven reaccionarios, cosa que nos les lleva a la gracia
sino que les alimenta y les nutre la amargura, que, en últimas, hace que sean exactamente como sus padres. Sólo
la humildad y el perdón romperán para siempre ese círculo vicioso. Los pecados de los padres vendrán a ser los
de los hijos, hasta cuando recibamos la gracia de la cruz. Dios da su gracia a los humildes, es decir, a quienes
entienden que sin la ayuda del Señor serán como sus padres.
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Habrá una generación que será perseguida como todas las anteriores que en el pasado no siguieron el
movimiento nuevo. Este no tendrá que sujetarse al “orgullo generacional” que supone que todas las cosas
concluirán con ellos. Los miembros de tal generación hallarán la gracia de la cruz y recibirán el perdón de los
corazones de quienes les maltrataron. También percibirán y hasta esperarán que sus hijos, espirituales y
naturales, han de avanzar más en Cristo que ellos mismos y se regocijarán en esa certeza. Darán sus vidas para
facilitar al máximo el camino a sus descendientes, y luego se gozarán en menguar mientras crecen los que les
siguen. Así será la generación del espíritu de Elías que hará volver el corazón de los padres hacia los hijos y el
corazón de los hijos hacia los padres.
Nuestra capacidad para ser la generación que prepare el camino del Señor y de sus propósitos finales, se
definirá según a cuál de los dos ministerios decidamos pertenecer: acusación o intercesión. Quitemos de en medio
de nosotros el yugo terrible del “dedo señalador” y comencemos cuanto antes a convertir nuestras críticas en
intercesión.
“8Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la
gloria de Jehová será tu retaguardia. 9Entonces invocarás y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si
quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador y el hablar vanidad... 11Jehová te pastoreará siempre,
y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial
de aguas, cuyas aguas nunca faltan. 12Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación
en generación levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar” (Isaías
58:8-9, 11-12).
Tres profecías para este tiempo
20
2
LIBERACIÓN DE LA MARCA DE LA BESTIA
En Apocalipsis 13:11-18, vemos una bestia que sube sobre la tierra, que ejecuta grandes señales y engaña a
quienes viven en la tierra. Luego, hace que todos los habitantes del mundo reciban una marca en la frente o en la
mano derecha de modo que sólo ellos pueden comprar, vender y negociar. En Apocalipsis 14:9-10, vemos que la
ira de Dios vendrá sobre quienes adoren a la bestia y hayan recibido su marca.
En Apocalipsis 7:1-3, se nos muestra que se envía a cuatro ángeles para detener los cuatro vientos de la tierra
hasta cuando los siervos de Dios hayan sido sellados en sus frentes con la marca de Dios.
Los cristianos han pasado mucho tiempo en su búsqueda para descifrar cómo vendrá la marca de la bestia, de
Los dos ministerios
21
modo de no ser engañados por ella, pero casi no se presta atención sobre cómo recibir la señal de Dios. La única
forma para no recibir la marca de la bestia, independientemente de si sabemos lo que es o no, consiste en tomar la
señal de Dios.
Esta señal divina no sólo se da a los “creyentes,” sino también a los “siervos.” La clave para entender este sello
de Dios, es comprender qué es ser “siervo,” así como la comprensión de la marca de la bestia, consiste en
entender a “la bestia.” Aunque debemos entender y captar tanto la señal de Dios como la marca de la bestia,
debemos hacer una elección entre ambas. Podemos pensar que esto será fácil si simplemente comprendemos
cuál es la escogencia, pero no vamos a elegir correctamente, a pesar de entenderlas ambas, a menos que
nuestros corazones sean rectos.
No puede existir obediencia que venga del corazón, si no tenemos libertad para desobedecer. Dios puso el Árbol
de la Ciencia en el huerto, a fin de dar al hombre la libertad y la oportunidad para elegir a quién serviría. Esto no se
hizo para provocar la caída del hombre, sino más bien para que el hombre pudiera probar su devoción. Si todo lo
que Dios hubiese deseado fuese la obediencia, habría hecho mucho mejor simplemente creando computadores y
programándolos para que le adoraran. ¿Sería esta clase de adoración aceptable para cualquiera, incluso para
nuestro glorioso Creador? Para la adoración verdadera que se origina en nuestro interior, es indispensable la
libertad. De manera semejante, quienes estén al servicio del Señor deben ser los que así lo hayan decidido.
No todos los cristianos son siervos. Hay muchos que han llegado y creído en el Señor, pero aún viven para sí
mismos. En la Biblia, un siervo hebreo podía ser libre después de seis años de haber servido, pero si amaba tanto
a su amo que prefería ser su siervo por el resto de la vida, se le marcaba en forma permanente (Éxodo 21:5-6).
Nosotros, también, somos libres para elegir si seremos siervos o no.
El compromiso para ser siervo no es apenas un acuerdo intelectual con ciertos principios bíblicos. No; es el
compromiso con un radical estilo de vida de obediencia. Un siervo ya no vive más para sí mismo, vive para su
Señor. Un siervo no tiene dinero propio y, por tanto, no puede gastar libremente lo que se le ha confiado, porque no
le pertenece. Su tiempo, y hasta su familia, pertenecen a su amo. Convertirse voluntariamente en esclavo es el
compromiso último y definitivo que se puede hacer en este mundo, y sólo un necio lo haría sin considerar muy
cuidadosamente todo lo que implica.
El yugo de la bestia
Quizá la razón número uno para explicar por qué los cristianos no tienen libertad hoy para responder al llamado
23
de Dios en sus vidas, reside en el aspecto financiero. Cuando se nos llama a hacer algo, desde ingresar al
ministerio de tiempo completo, hasta salir en un viaje misionero, nuestra primera consideración consiste en ver si
podemos hacer frente al reto económico. Aquí hay una indicación muy clara sobre cómo nuestras condiciones
monetarias nos rigen más que la voluntad de Dios. Así se nos revela precisamente cuánto hemos edificado
nuestras vidas sobre los cimientos de este siglo, en lugar de oír y obedecer la Palabra del Señor.
Esto debe cambiar, y cambiar con suma rapidez, para todos nosotros. Sin tener en cuenta cuán desobedientes o
cuán necios hayamos sido en el pasado, o cuán mala sea nuestra situación económica ahora, si hay un
arrepentimiento verdadero, el Señor nos ayudará. Él va a suministrar una vía de escape para quienes han de ser
obedientes. Y cuando Él ayuda, eso quiere decir que no hay ningún límite a todo cuanto se puede hacer.
Sin embargo, se necesitará un arrepentimiento verdadero antes que se produzca la intervención de Dios en
nuestro favor. Se debe recordar que arrepentirse no significa que lo lamentemos, sino también apartarnos de
nuestras sendas de perversidad. Como lo expresó en alguna oportunidad C.S. Lewis, una vez que nos equivocamos en una vuelta y tomamos el camino errado, nunca se convertirá en la vía correcta. La única forma en que
podemos regresar al buen camino, consiste en volver atrás hasta el sitio donde nos equivocamos en la vuelta. El
Señor no quiere liberarnos para que simplemente nos volvamos a poner en servidumbre por el hecho de no haber
cambiado nuestras sendas.
La meta
Hay un claro procedimiento bíblico para salir de deudas, para permanecer fuera de deudas, y para llegar a ser
por completo independientes y libres desde el punto de vista financiero. La definición bíblica de independencia
económica no es necesariamente ser rico y tener mucho dinero, sino estar en el sitio donde jamás tengamos que
hacer una decisión que se base en consideraciones monetarias, sino tan sólo en hacer la voluntad de Dios. Esta es
la condición en que debería vivir todo cristiano. Esta debería ser la meta financiera para cada uno de nosotros.
Sin considerar cuán mala pueda ser nuestra condición económica actual, hay una vía de escape muy sencilla -la
obediencia. Si obedecemos la sabiduría bíblica, simple y clara, para el manejo financiero, escaparemos a las
situaciones actuales, y comenzaremos a vivir una existencia de libertad que es mucho más grande de lo que
probablemente jamás hayamos podido soñar. Esta es nuestra herencia como hijos del Rey.
Habitualmente pensamos que la forma de salir de nuestra situación es hacer más dinero. Sin embargo, esa casi
nunca es la respuesta, y puede incluso empeorar las cosas. El plan de Dios no nos exige hacer más dinero del que
24
Tres profecías para este tiempo
hacemos ahora y eso no es porque Dios nos vaya a dar una revelación de modo que nos ganemos la lotería.
Podemos pensar que no hay otro camino, pero sí lo hay. Si Dios puede multiplicar los panes y los peces, puede
hacer que cualquiera cosa que hagamos ahora vaya tan lejos como Él lo quiera. Todo lo que tenemos que hacer
es obedecerle, y cumplir con lo que las Escrituras nos dicen que hagamos con todo aquello que se nos ha
confiado.
Primero debe venir la sanidad
El primer principio para salir de nuestra situación financiera actual no consiste en conseguir más, sino en dar. Si
esta declaración nos mortifica, es evidente que tenemos una herida que se debe sanar. A la iglesia la han violado.
La han violado financieramente mediante manipulaciones y a veces por el espíritu de control. Cuando a uno lo
han maltratado tanto, es comprensible que se encoja ante el contacto más leve. Aun así, el Señor va a hacer un
milagro. Va a tomar la iglesia que ha sido violada en forma tan repetida y que otras veces ha representado el papel
de ramera con el espíritu del mundo, y la va a convertir en una virgen pura, limpia y casta de nuevo, que sea capaz
de amar con el amor de Dios.
El Todopoderoso va a levantar un ministerio del último día que nunca volverá a violar a su novia. Habrá eunucos
espirituales por amor del reino. El eunuco ni siquiera experimentará el más leve deseo hacia la novia. Todo su
propósito será preparar la novia para el rey y su satisfacción vendrá al ver la satisfacción del rey. Esa será la
naturaleza del ministerio que ha de venir.
La Iglesia es ahora como una jovencita de quien se ha abusado sexualmente en forma repetida, y que en otras
ocasiones ha caído en la promiscuidad. Si se empleasen los más modernos métodos psicológicos, se necesitaría
toda una vida para sanar a esa niña. El Señor lo puede hacer en muchísimo menos tiempo, pues “para con el
Señor un día es como mil años, y mil años como un día” (2 Pedro 3:8). En un día Él puede hacer en nosotros
todo lo que pensamos que necesitaría mil años. Así, hoy, podemos ser libres de todas nuestras heridas
espirituales, y nunca jamás volver atrás para recordarlas.
El camino para nuestra sanidad es la muerte. Es ir a la cruz, que es el poder de Dios. La forma como la cruz
libera el poder de Dios es por medio del poder de la resurrección. Para ser resucitados, primero debemos morir.
Para un hombre muerto es imposible preocuparse con sus heridas, los maltratos y abusos que ha sufrido, el
rechazo, e inclusive lo que los demás piensan de él. Un muerto es verdaderamente libre. Si queremos conocer el
poder diario de Dios en nuestras vidas, sólo debemos tomar nuestra cruz cada día. Debemos morir todos los días,
Liberación de la marca de la bestia
25
pero si morimos a diario, también experimentaremos una resurrección diaria. La vida en verdad crucificada, quizá
se demuestra mucho mejor, al máximo, por el perdón.
Dos de los seres más poderosos en el universo tratan de matarnos –Dios y Satanás. Uno de ellos lo va a lograr.
¿Cuál de los dos quiere usted que sea? Se puede asignar todas las heridas e injusticias cometidas contra usted, y
dejar que Satanás lo mate. O puede ir a la cruz, perdonar y ser perdonado, y permitirle a Dios que lo mate. Hay
cosas positivas y negativas al dejar que uno de los dos le dé muerte. Si usted deja a Satanás, la muerte será
mucho más lenta. También usted conservará su amargura y su resentimiento. Asimismo usted puede tener la
satisfacción de ver a aquellos que le han maltratado, y eso a veces le hará sentirse verdaderamente bien.
Si usted deja que el Señor le quite la vida, habrá algunas cosas descendentes en ambos lados. Lo hará muy
rápido, y porque es así de rápido, podrá haber algún dolor muy intenso. ¡La cruz duele! También tendrá que
renunciar a sus planes de venganza contra quienes le han maltratado. Inclusive, tendrá que renunciar al deseo de
ver que Dios los juzgue. Tendrá que perdonar completamente, y en realidad orar por aquellos que le persiguen.
¡Hasta tendrá que amar a sus enemigos! Dios no le dejará que usted se quite de la cruz, sino hasta cuando usted
lo haga. Uno de los mayores descensos consiste en que su perdón y su amor puede aun hacer que alguno de sus
enemigos venga al Señor y ¡usted tendrá que vivir con ellos para siempre!
Hay también algunos otros beneficios al permitir que el Señor le quite a usted la vida. Si El lo hace, usted tendrá
una paz que nadie ni ninguna circunstancia jamás le podrán robar. Y el amor en verdad hace que usted se sienta
mucho mejor que con el resentimiento. Pero, lo mejor de todo -si usted le permite al Señor matarle, El le levantará
para que viva con El para siempre.
Todos queremos ir al cielo, pero antes que lo hagamos, el Señor quiere traer algo del cielo a la tierra. Nos ha
llamado a ser embajadores de su Reino. Eso quiere decir que debemos ser demostraciones andantes del Reino de
Dios. ¿Lo somos?
La última batalla
El Señor dijo: “la siega es el fin del siglo” (Mateo 13:39). La siega es la cosecha de todo lo que se haya
sembrado, tanto bueno como malo. También vemos que la cizaña se recoge primero (versículo 30). Habrá, pues,
una siega o recolección de lo malo, antes de cosechar lo bueno.
La Biblia dice: “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios ” (1 Pedro 4:17). El Señor
26
Tres profecías para este tiempo
comienza el juicio por su propia casa porque no puede juzgar al mundo si su pueblo vive en los mismos caminos
de los malos. Cuando llegue el juicio, habrá una distinción entre su pueblo y el mundo, pero será porque Su pueblo
es diferente.
Una de las razones para que la marca de la bestia sea una señal económica se debe a que el dinero revela
alguno de los puntos decisivos y definitivos del corazón humano. Aunque no amemos el dinero, con suma
frecuencia en él ponemos toda nuestra confianza. El amor al dinero o la confianza en él, pone en libertad algunos
de los males peores que hay en el corazón de los hombres. Al final del siglo, vamos a ser o completamente libres
de esto o vendremos a ser totalmente sus esclavos.
“7Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, 8no endurezcáis vuestros corazones, como
en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, 9donde me tentaron vuestros padres; me probaron,
y vieron mis obras cuarenta años. 10A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, y dije: Siempre
andan vagando en su corazón, y no han conocido mis caminos. 11Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi
reposo” (Hebreos 3:7-11).
Hoy, quizá en realidad, podamos hacer la decisión definitiva con respecto a quién vamos a servir: al Señor o al
dios de este mundo. Si no nos entregamos a conocer los caminos de Dios, y a vivir de acuerdo con ellos, jamás
conoceremos el reposo y serviremos al maligno por vivir en completo acuerdo con sus senderos.
Entonces, los puntos básicos aquí son de mucha mayor importancia que si vamos a salir de los problemas
financieros que nos oprimen. Este no es el caso apenas de independencia económica. Tiene que ver con destruir
nuestros ídolos y convertirnos en verdaderos adoradores de Dios, para adorarle en espíritu y en verdad.
Vivir en la casa del Rey
La única casa que va a permanecer contra las tormentas que vienen, es la casa del Señor. Esto no se relaciona
con construir nuestras propiedades, sino las de El. Si lo vamos a hacer sólo para nosotros, ya hemos tropezado, y
regresaremos en nuestra caída a las muletas del mundo aunque hagamos lo mejor para nosotros mismos durante
cierto tiempo.
“24Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y
menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas [este término en griego es mamón = μαμωv
(riqueza idolatrada)]... 31No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué
Liberación de la marca de la bestia
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vestiremos? 32Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis
necesidad de todas estas cosas. 33Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas
cosas os serán añadidas. 34Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su
afán. Basta a cada día su propio mal” (Mateo 6:24,31-34).
Es factible pensar que nadie puede vivir esto en la edad actual, y así es. Para hacerlo, se debe ser liberado de la
presente edad mala, y comenzar a vivir por el poder de Aquel que gobernará los siglos venideros. Si vamos a ser
verdaderos embajadores del Reino, debemos vivir como ciudadanos de tal reino ahora mismo. No podemos
continuar en la vida por los caminos de esta época perversa y decir que servimos a Dios. Debido a esto, tanto Juan
como Santiago nos advirtieron:
“15No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no
está en él. 16Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la
vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 17Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que
hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:15-17).
“¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues,
que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Sant. 4:4).
Simplemente no podemos vivir por los patrones, deseos, concupiscencias y caminos de la presente edad mala y
por el Reino de Dios al mismo tiempo. Esto no quiere decir que no podemos tener una casa, un carro, o un equipo
de televisión. Tampoco significa que no podamos seguir una carrera lucrativa, o poseer un negocio. Sólo implica
que únicamente podemos tener aquello que se nos permite poseer. También quiere decir que debemos hacer
todas las cosas “por causa del evangelio” (1 Cor. 9:23), porque hemos sido comprados con precio y no debemos
vivir para nosotros mismos, sino para el Señor.
Una prosperidad verdadera
El camino para abandonar las muletas y el yugo del mundo, se cumple cuando se entra al Reino. Alcanzamos
esta meta cuando primero nos sometemos al Rey en todo y, luego, vivimos de acuerdo con su Palabra. Nuestra
consideración principal al tomar una decisión importante, debe ser determinar la voluntad de nuestro Amo.
Asimismo, debemos hacer todo cuanto esté claramente escrito en su Palabra. Dos de los textos bíblicos más
importantes para la Iglesia hoy, se encuentran en Hageo 1 y en Malaquías 3. A continuación se citan algunos
pasajes de estos capítulos:
28
Tres profecías para este tiempo
“4¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está
desierta? 5Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos. 6Sembráis mucho,
y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el
que trabaja a jornal recibe su salario en saco roto. 7Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre
vuestros caminos. 8Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad, y seré
glorificado, ha dicho Jehová. 9Buscáis mucho, y halláis poco; y encerráis la casa, y yo lo disiparé en un soplo.
¿Por qué? dice Jehová de los ejércitos. Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su
propia casa” (Hageo 1:4-9).
“8¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En
vuestros diezmos y ofrendas. 9Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado.
10
Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los
ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que
sobreabunde. 11Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra
vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. 12Y todas las naciones os dirán bienaventurados;
porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos” (Mal. 3:8-12).
¿Están ustedes tan bendecidos ahora que no tienen espacio suficiente para guardar toda esa abundancia? ¿O,
por el contrario, falta la bendición? Entonces ensayen esto: Traigan “todos los diezmos” a la iglesia local. Eso
quiere decir el diezmo antes de la reserva que se debe hacer para pagar los impuestos (diezmar es dar el primer
diez por ciento, 10%, de todos nuestros ingresos al Señor). Si en realidad creemos la Palabra de Dios, ¿por qué no
queremos entregar todo el diezmo?
Muchos creen que no pueden hacer frente al diezmar, pero eso no debe ser así. Casi todos nosotros no
necesitamos aumentar tanto nuestros ingresos, cuanto que se reprenda al devorador. Podemos ganar mucho más,
pero también se agrandan los agujeros de nuestros bolsillos. Sin embargo, el Señor promete no sólo reprender al
devorador, sino además abrir las ventanas de los cielos. Una cosa importante: Este es el único sitio de las
Escrituras donde Dios en realidad nos dice que le probemos. Probémosle en esto. Siempre he visto que todos los
que comenzaron a diezmar fielmente, nunca han dejado de experimentar la fidelidad del Señor a su Palabra.
Para ser obedientes al Señor, debemos obedecer por completo. He podido observar que algunas personas se
han hundido financieramente porque dijeron que iban a apartar sus diezmos hasta cuando el Señor les mostrara
dónde entregarlos. Tal frase puede parecer muy noble y hermosa, pero si el dinero todavía se halla en nuestra
Liberación de la marca de la bestia
29
cuenta, entonces no lo hemos entregado. Es sabio a veces separar algún dinero y ponerlo en cuentas especiales,
pero no de los diezmos, sino de las ofrendas que deben estar aparte del diezmo.
La Palabra es muy clara sobre dónde depositar los diezmos –en el alfolí, que se encuentra en la iglesia local. Si
no podemos confiar en nuestros pastores y líderes para que manejen nuestros dineros, ciertamente entonces
seremos más que necios al confiarles nuestras almas (Hebreos 13:17).
He oído a otros decir que no diezman porque todo lo que tienen es del Señor. Aquí hay otro trágico engaño, una
alucinación completa. Si todo lo que tenemos es del Señor, deberíamos obedecer su Palabra y diezmar. A El no le
podemos burlar con esa clase de necio razonamiento. Debemos comprender que Dios no necesita nuestro dinero.
Todo lo que hay en el mundo le pertenece. Tal argumento es sólo para nosotros, no para El. Nuestras excusas
únicamente nos harán daño a nosotros mismos.
Lo que es bueno para el ganso
Las mismas verdades se aplican a nuestras iglesias y a nuestros ministerios. Como toda iglesia local es el alfolí
de Dios, ¿eso significa que nuestras iglesias también deberían diezmar? ¡Claro que sí! Dar es cristianismo básico y
fundamental. De nuevo, el Señor nos llama a hacer esto por nuestro bien, no por el bien de Él. Dios busca
personas fieles en quienes pueda confiar que sean sus canales para repartir sus suministros. Él quiere que todo el
mundo mire a su Iglesia para que vean que sus miembros son tanto benditos como bendiciones. No buscamos la
prosperidad para nosotros mismos, pero si somos como los siervos fieles en la parábola de los talentos que
invirtieron bien lo que su amo les confió, entonces se nos confiará mucho más.
Cuando iniciamos nuestra congregación, descuidamos empezar a diezmar de los ingresos que recibíamos.
Sufrimos pérdidas económicas significativas hasta cuando comenzamos a diezmar e inmediatamente nuestras
finanzas se enderezaron. Podríamos comentar esto como una coincidencia, pero tendríamos que estar en estado
de muerte cerebral si lo hiciéramos.
Cuando diezmamos, de acuerdo con las enseñanzas que sobre el diezmo tiene la Biblia, es decir, cuando
tomamos las “primicias” y los diezmos propiamente dichos, y los entregamos al Señor, declaramos y afirmamos
que confiamos en Él como nuestra fuente, y no en nosotros mismos, o en nuestros trabajos, o en ninguna otra
fuente. Esto es de importancia capital tanto para las personas desde el punto de vista individual, como para las
iglesias y para todos los diversos ministerios dentro de las congregaciones locales.
Tres profecías para este tiempo
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Dónde invertir
En la Iglesia primitiva, cuando se profetizó que ocurriría una hambruna sobre toda la tierra, las iglesias no se
asustaron ni se recluyeron en sí mismas. En lugar de hacerlo, tomaron una ofrenda –es decir, dieron (Hechos
11:28-30). Cuando damos, ponemos nuestros tesoros en los cielos y nuestra confianza en Dios.
La Biblia con toda claridad nos advierte que en los últimos tiempos tendrá lugar una época de problemas muy
serios, como el mundo no los había conocido jamás. Inclusive si creemos que vamos a ser arrebatados y que se
nos sacará de esta tierra antes de la tribulación, lo que el Señor denominó “el comienzo de dolores,” es mucho más
terrible que todo cuanto el mundo haya experimentado antes. Aun así, sin tener en cuenta los problemas y los
conflictos, podremos tener la paz de Dios, aquella paz a la que no afectan las circunstancias. Independientemente
de las dificultades económica, viviremos en una prosperidad mayor como nunca la habíamos conocido. En la
medida que permanezcamos en el Señor, que es el Príncipe de Paz, andaremos a través de los más difíciles
campos minados que la vida pueda poner ante nosotros, ¡y, lo mejor del caso consiste en que nos gozaremos de
ello!
“2Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, 3sabiendo que la prueba de
vuestra fe produce paciencia. 4Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales,
sin que os falte cosa alguna” (St. 1:2-4).
Este pasaje nos pone de presente que las pruebas producen la paciencia que nos lleva a la perfección de
manera que nada nos faltará. Esta es la verdadera prosperidad bíblica. Nuestro Padre es dueño de todo el ganado
que se alimenta en todos los pastizales –pues posee todos los potreros. De hecho, es el dueño de todo el universo
porque: “De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo y los que en él habitan” (Salmo 24:1). Al Señor no le
preocupa en lo más mínimo la economía, y a nosotros tampoco nos debería preocupar. Si en verdad le conocemos
como nuestra Fuente, no importa lo que suceda en el mundo. Lo que tenemos es muchísimo mejor que ser dueños
de una mina de oro que puede suplir todas nuestras necesidades durante todos los años de vida que Dios nos dé.
Conocemos a Aquel que tiene la capacidad de llenar todos lo que le falte a todos los habitantes de esta tierra en
todos los tiempos, y lo hará tan pronto como el mundo se vuelva a Él.
Las leyes de la física y la riqueza
Liberación de la marca de la bestia
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Una de las leyes fundamentales de física establece que la energía nunca se destruye; simplemente cambia de
forma. Lo mismo acontece con la riqueza; jamás se puede destruir, pero a menudo cambia de manos. Inclusive
durante la Gran Depresión en realidad ninguna riqueza se perdió; tan sólo pasó a quienes estaban en una posición
que les permitía aprovecharse de la época. Ocupaban tal posición únicamente los que carecían de deudas y
podían contar con efectivo disponible de forma inmediata. Hubo muchos negocios que se compraron hasta en 10%
de su valor nominal. Quienes se habían sobrepasado en sus deudas, vendían la tierra hasta en un dólar por acre.
Vamos derecho hacia un desastre económico aun mayor que el que se vivió en la época de la Gran Depresión.
Quienes no están preparados para ese momento serán víctimas de la devastación. En cambio, los que sí se
encuentren listos, se aprovecharán de los tiempos. El Señor quiere que su pueblo se prepare para esas ocasiones,
no sólo para que todo se pueda soportar, sino también para que los creyentes las sepan aprovechar. Pero esto no
es apenas para que nos hagamos ricos, sino para el bien del Evangelio. De conformidad con la promesa de la
Escritura, la riqueza de las naciones se entregará a quienes sirven al Señor (Eclesiastés 2:26).
Dios ahora prepara a su pueblo para lo que se halla próximo a suceder. Ha advertido a su Iglesia, desde hace
más de veinticinco años que sus miembros salgan de deudas. Nos ha dado tiempo suficiente para hacerlo. Sin
embargo, debido a la catástrofe esperada que se relaciona con los problemas económicos y debido al tiempo que
se han tomado en ocurrir, muchos han descuidado estas advertencias. Aunque todavía hay tiempo para
arrepentirse y poner las casas en orden, ya no hay tiempo para más demoras.
Fuimos comprados con precio: la sangre del Cordero. Porque “el que toma prestado se convierte en siervo
del que presta” (Proverbios 22:7). Cuando nos endeudamos nos vendemos para hacernos esclavos de otro. Si
pertenecemos a Cristo, no somos dueños de nosotros mismos para que nos vendamos de esa manera. Aquí hay
un serio y grave apartarse de la gracia que nos traerá consecuencias trágicas si no nos arrepentimos.
Porque “raíz de todos los males es el amor al dinero ” (1 Timoteo 6:10), el dinero prueba los puntos
definitivos del corazón humano, por ejemplo, a quién vamos a adorar. En la actualidad el dinero es el mayor ídolo
que separa a las personas de la adoración verdadera a Dios. Esto es cierto, inclusive con los cristianos, pues
muchos ponen más confianza en sus trabajos o en sus cuentas bancarias que en el Señor.
Por esta razón la prueba final que reta a las personas para que vivan en los últimos días se relaciona con “la
marca de la bestia,” que es una señal económica que decide si podemos comprar, vender o comerciar bajo sus
sistemas.
32
Tres profecías para este tiempo
Verdad o consecuencias
Nuestro Padre nos ama tanto que envió a su propio Hijo a morir por nuestros pecados. Sin embargo, la Biblia
con toda claridad advierte que la transgresión voluntaria continua, después que hemos llegado al conocimiento de
la verdad es una de las cosas más presuntuosas y llenas de peligro que podamos hacer (Hebreos 6:4-8).
Muchos suponen que como estamos ahora en la Era de la Gracia, podemos voluntariamente continuar en
nuestro pecado, y que Dios ha de pasar por alto esta actitud. Tal pensamiento es un engaño trágico. En realidad,
nos encontramos en la Era de la Gracia y la Verdad (Juan 1:17). Nuestro Dios nos ama y ha provisto su gracia
insondable por medio del sacrificio de su propio Hijo. Sin embargo, nuestra salvación depende del hecho que Él es
fiel a sus promesas y que mantiene su palabra. Su gracia no sería digna de nuestra confianza si Él no guardase su
palabra de verdad. Esta palabra exige que su pueblo, constituido por quienes son llamados a ser como Él, sea
también un pueblo que sabe guardar su palabra y todo lo que promete.
Si vamos a ser como Él, debemos también ser personas dignas de cumplir nuestra propia palabra. Se supone
que nuestro “sí” significa “sí,” y que nuestro “no” quiere decir “no,” sin que entremos en componendas y sin que
cedamos en nuestros compromisos. Romper nuestra palabra a un hombre es ya de por sí suficientemente malo,
pero quebrantarla y romperla delante de Dios podría ser la necedad y la tontería humana más grande. Ananías y
Safira tuvieron que soportar las consecuencias de mentir al Espíritu Santo. Querían que se les identificara con las
personas que lo daban todo, mientras sustraían del precio y guardaban una parte (Hechos 5:2). Para nosotros será
mucho mejor jamás comprometernos a ser siervos de Cristo, que haber hecho tal compromiso y retener parte del
precio.
Debemos ahora tratar estos puntos tan delicados porque llegamos a los tiempos más serios y delicados. Si usted
se estremece de susto al leer esto, es porque debería temer. Pero es un temor santo y bueno –es el temor de Dios.
La ausencia de este temor puro y santo de Dios es una de las razones para que las iglesias hayan estado por tanto
tiempo atrapadas en la necedad y en el engaño.
El Dios que nos amó tanto hasta el punto de entregar a su único Hijo, en favor nuestro, no extrema su severidad
para condenarnos por pequeños errores. El conoce y sabe las presiones a que estamos sujetos en este mundo. El
sabe que a veces podemos tropezar, pero las Escrituras son suficientemente claras para permitirnos suponer que
en su gracia, si retrocedemos cuando nos hemos comprometido a darlo todo, sólo resultará en tragedia. Ahora es
el momento de obedecer su voz. Así lo entendió David: “Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que
puedas ser hallado; ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él” (Salmo 32:6).
Liberación de la marca de la bestia
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Esperar hasta cuando la inundación llegue para poner en orden nuestras casas, será el más terrible de todos los
errores. Pero también como el Señor prometió:
“18He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia, 19para librar
sus almas de la muerte, y para darles vida en tiempo de hambre” (Sal. 33:18-19).
“6Este pobre clamó, y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias. 7El ángel de Jehová acampa
alrededor de los que le temen, y los defiende. 8Gustad, y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que
confía en él. 9Temed a Jehová, vosotros sus santos, pues nada falta a los que le temen. 10Los leoncillos
necesitan, y tienen hambre; pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien” (Sal. 34:6-10).
Las grandes promesas de las Escrituras son para quienes temen a Dios. Quienes poseen el temor del Señor, no
tienen porqué temer a nada en la tierra. Los que le conocen pero no le temen de manera adecuada y correcta, han
caído en algunas de las tragedias más grandes de la humanidad. Juan estuvo en intimidad con el Señor. Judas
tuvo familiaridad con Él. Aquí puede haber una gran diferencia. La familiaridad con Dios que alimenta la
presunción, posiblemente es el engaño más terrible.
Comprometerse a ser siervos de Cristo y luego irse a vivir la propia existencia para sí mismos, sería una
espantosa necedad. Conocer la verdad, comprometernos a vivir por ella y no hacerlo, no cumplirlo, es la definición
exacta de “hipócritas” para quienes el Señor reservó las condenaciones más vehementes.
Aunque fuimos comprados con el precio de la sangre del Cordero, Dios no nos forzará a servirlo. Se necesita la
obediencia, pero es necesario elegir obedecer. Dios jamás nos va a obligar a que sigamos la senda de la vida, pero
los resultados de andar en la necedad y la locura, son tremendos. A pesar de que hayan pasado años sin sufrir
ningunas de tales consecuencias, con toda certeza han de venir. Así lo afirma la Santa Biblia: “Por cuanto no se
ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto
para hacer el mal” (Eclesiastés 8:11). Habitualmente el Señor espera tanto como puede antes de traer juicio, con
la esperanza que los hombres nos arrepintamos. Sin embargo, a los que saben hacer lo bueno pero eligen no
hacerlo, el tiempo se encargará de endurecerlos en su pecado.
Podemos pensar que si el Señor simplemente ejecutara sus juicios con mayor rapidez, no estaríamos tan
dispuestos a ser malos. Esto es cierto, pero también inhibiría la libertad que se le concedió al hombre de manera
que podamos probarle nuestra devoción a El. ¿Quién se atrevería a desobedecer si sabe que viene un juicio veloz
e inmediato? La misma libertad que Dios nos brinda para desobedecer es la misma libertad que debe darnos para
demostrarle nuestra devoción. Quienes aman la verdad vivirán por la verdad aunque el momento no sea oportuno
Liberación de la marca de la bestia
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ni conveniente.
Tomar la marca de la bestia no es el pecado que trae el juicio; es más bien la adoración a la bestia. La marca
solamente es una simple prueba que se ha estado adorando a la bestia. ¿Usted cree que escapará al juicio si se
niega a tomar la marca, pero vive su vida de acuerdo con los caminos de la bestia?
La marca de la bestia probablemente es mucho más sutil de lo que muchos han sido guiados a creer, tal como la
marca de Dios no es algo literal, sino espiritual. Inclusive, si es una marca literal, la única manera de no tomarla es
tener la marca como siervos de Dios. Por esta razón los sucesos de los últimos tiempos han frenado a los cuatro
ángeles que retienen los vientos. Sin embargo, no los retendrán para siempre; ahora, pues, es el tiempo para que
pongamos nuestras casas en orden.
“24Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a
pobreza. 25El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado” (Pro. 11:24-25).
“6Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra
generosamente, generosamente también segará. 7Cada uno dé como propuso en su corazón; no con tristeza,
ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. 8Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros
toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas lo suficiente, abundéis para toda buena obra;
9
como está escrito: Repartió, dio a los pobres; su justicia permanece para siempre. 10Y el que da semilla al que
siembra y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra
justicia” (2 Co. 9:6-10).
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UNA VISIÓN DEL AVIVAMIENTO VENIDERO
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Tres profecías para este tiempo
El Señor ha revelado a muchos de sus profetas que pronto habrá un gran derramamiento de Su Espíritu. Este
avivamiento será mayor que todos los que le precedieron. Esta visión incluye los elementos importantes para esta
cosecha venidera y lo que el Señor está haciendo en la Iglesia ahora para prepararla para esto.
Este derramamiento resultará en último análisis, en algunos cambios muy radicales, tanto para la Iglesia como
para el mundo. Estas cosas precisan ser comprendidas por las personas que desean ser usadas por Dios para
uno de los mayores eventos de la historia.
A los que buscan a Dios diligentemente y son obedientes a Su voluntad, esta visión no representa una ruptura.
Estas cosas les acontecerán como un fluir natural del Espíritu, llevándolos a una luz más resplandeciente y a una
mayor intimidad con El.
Aquellos que se encuentran en una posición confortable y resisten los cambios, tendrán un período de muchas
dificultades. Les pido que reflexionen abiertamente y en actitud de oración en lo que estoy compartiendo. Algunas
de estas afirmaciones tal vez no hablen con usted ahora, mas creo que hablarán en el futuro, dándole una gran paz
y confianza a medida en que se acuerde de ellas.
Para la cosecha venidera, el Señor está preparando una gran red espiritual capaz de contener la cosecha que
está por venir. Esta red está formada por la unión conjunta de Su pueblo. Cuanto más fuerte llegaren a ser las
intercomunicaciones y los interrelacionamientos, tanto más fuerte será esta red.
Esto está aconteciendo no solamente entre los miembros de las Iglesias Locales, sino también entre los
ministerios y congregaciones por todas las ciudades y estados, y está cruzando barreras internacionales alrededor
del mundo.
En Efesios 4:15,16 vemos este principio: “Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel
que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las
coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir
edificándose en amor”.
Una coyuntura no es una parte, sino que es donde dos o más partes se unen. Está aconteciendo ahora un gran
ajuste en el Espíritu, y esto aumentará en un futuro próximo en todos los niveles.
El Espíritu está compeliendo a los pastores a reunirse con otros pastores, profetas con profetas, apóstoles con
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apóstoles, e incluso congregaciones enteras están comenzando a visitarse e interrelacionarse con otras
congregaciones, independiente de otros círculos de énfasis. Esto es obra del Señor.
Algunas de estas reuniones pueden parecer infructíferas debido a agendas inadecuadas, mas producirán frutos.
Ligaciones serán hechas. En breve la presencia del Señor en estas reuniones derretirá toda presunción y
removerá todas las fachadas y máscaras que nos separan de la unión con Él y de unos para con los otros.
Su Presencia estimulará una adoración que produzca la unidad del Salmo 133. En la medida en que unjamos a
la Cabeza con nuestra adoración, la unción descenderá hasta el borde de sus vestiduras, cubriendo el Cuerpo
entero.
El está comenzando a derribar las barreras que existen en el liderazgo, porque es allí donde se originan la
mayoría de las barreras y donde éstas son más fuertes. A medida en que las murallas fueren derribadas en este
punto, todo el Cuerpo comenzará a fluir en forma conjunta.
Si los líderes se resistieren a este mover, el Señor lo continuará a través de las congregaciones. Algunos
pastores y líderes que continuaren resistiendo contra esta onda de unidad, serán removidos de sus lugares.
Algunos de ellos estarán tan endurecidos que se tornarán opositores y resistirán a Dios hasta el fin. La mayoría de
ellos serán transformados y se arrepentirán de su resistencia. Esos grupos comenzarán a relacionarse con otros
miembros del Cuerpo de Cristo y sus vínculos se tornarán más fuertes, independientemente de la resistencia o
amonestaciones de sus pastores. Debido a la magnitud de la pesca, esta red será partida muchas veces y tendrá
la necesidad de constantes remiendos.
La mayoría de las discordias que están aconteciendo ahora en las iglesias están siendo usadas por el Se ñor
para preparar a aquellos cuya tarea en la cosecha será casi exclusivamente la de remendar y ligar esta gran red.
Estos pacificadores tendrán una gran influencia en la ejecución de la red y tendrán un gran impacto en la eficacia
de todo el avivamiento. Los que aparentemente se encuentran siempre en medio de conflictos deberían ser
animados con el conocimiento de que están siendo preparados para una gran obra.
Algunos de los que fueron grandemente usados en el pasado, se habrán tornado por demás rígidos en énfasis
doctrinarios o estarán excesivamente enmarañados con “ismaeles” espirituales para participar de este avivamiento.
Algunos de ellos intentarán unirse a la obra mas sus interrelacionamientos serán tan superficiales que serán
rápidamente arrancados y removidos de la red para la pesca.
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Tres profecías para este tiempo
Los que estén ligados y unidos por la doctrina o que se estén reuniendo alrededor de personalidades, serán
rápidamente arrancados y removidos. Solamente aquellos que estén unidos por JESUCRISTO, y tan sólo a través
de Él, resistirán las presiones que esta cosecha traerá sobre la Iglesia (“Y Él es antes de todas las cosas, y todas
las cosas en El subsisten” [Colosenses 1:17]).
La redención de tantas personas así traerá mucha alegría, mas los recién convertidos vendrán con problemas
que traerán una enorme tensión a las congregaciones y a los ministerios. Los vínculos de la unidad precisan ser
muy fuertes para resistir estas presiones.
Aquellos que aún no hayan aprendido a tomar el yugo del Señor y a resistir, intentando cargar los fardos por sí
mismos, quedarán aplastados. La entrada en el descanso del Señor ha de tornarse un énfasis principal en la
preparación para la cosecha. Atiendan la Palabra.
Un gran número de personas que ahora son consideradas cristianas, e incluso consideradas llenas del Espíritu,
nunca fueron llevadas al Señor. Fueron llevadas a la Iglesia, a una personalidad, a una doctrina o énfasis.
Algunas de estas personas pensarán que son hilos importantes de esta red, mas de hecho harán parte de la
cosecha, comenzando todo de nuevo sobre el fundamento adecuado: JESUCRISTO.
Este grupo incluirá muchos ministerios y pastores bien conocidos. La humildad de ellos en este asunto llevará
multitudes a cuestionarse y a fortalecer sus propias relaciones con el Señor. Esto fortalecerá y animará a todo el
Cuerpo de Cristo.
Muchas denominaciones, comunidades extralocales, y círculos de énfasis comenzarán a dispersarse y a cortar
ese tipo de vínculo, incluso aquellos que fueron ordenados por algún tiempo por Dios, a fin de poder ocupar sus
lugares en esta gran red que el Señor está formando ahora.
Para algunos, ese tipo de vínculos simplemente será ignorado u olvidado hasta que se hayan acabado, casi que
imperceptiblemente, debido a la mayor intensidad y substancia de este nuevo mover.
Para otros, será un rompimiento muy doloroso, pues serán perseguidos y rechazados por aquellos que no
comprenden. Aquellos que tuvieren la necesidad de dejar mucho, un poco más adelante recibirán muchas veces
más de lo que dejaron atrás.
Algunos líderes, es verdad, desmantelarán sus organizaciones por comprender que ya no están siendo más
relevantes para lo que Dios está haciendo ahora. Otros simplemente las dejarán para que se dispersen por sí
Una visión del avivamiento venidero
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mismas. En último análisis, todos los círculos de ministerio o influencias con identidades individuales se disolverán
en una única identidad, la de simplemente ser cristianos para todos los que pasaren a ser parte de esta cosecha.
Un sólo presbiterio se formará para cada ciudad y localidad. Estos presbiterios estarán constituidos de pastores
y líderes de todos los tipos de formación. La unidad y la armonía de ellos en sus propósitos, como también la
unidad y la armonía de las muchas congregaciones, se tornarán una maravilla para el mundo. El Señor dará a
estos presbiterios una gran sabiduría y discernimiento, mas no habrá dudas de que solamente JESUCRISTO es la
Cabeza de Su Iglesia.
Lo que está por venir será mayor de lo que cualquier hombre o consejo de hombres podría controlar o
administrar.
El propósito del Señor en la preparación para la cosecha es el de unir y no el de separar. El desmantelamiento
de organizaciones y la dispersión de algunas obras será una experiencia positiva y animadora para los siervos
fieles del Señor. Ellos no estarán simplemente dejando atrás algo, sino que estarán prosiguiendo para una obra
mucho mayor.
Los que se dejaren llevar a adorar la obra de Dios más que al Dios de la obra tendrán problemas, mas la
mayoría de ellos serán liberados por la tremenda unción que está por venir.
Aquellos que a sí mismos se sienten llamados para atacar y demoler las cosas antiguas no serán enviados del
Señor. Habrá muchas piedras de tropiezo circulando en la Iglesia y que causarán confusiones y algunas
destrucciones de vez en cuando. Estas personas se considerarán a sí mismas como profetas enviados para juzgar
y “liberar”. Aquellos que estuvieren sirviendo en el liderazgo necesitarán confiar en su discernimiento y remover
estas piedras de tropiezo.
A fin de ser distinguidos de estas piedras de tropiezo, un gran ejército de profetas, maestros, pastores y
apóstoles serán levantados con el espíritu de Finees. Así como el hijo de Eleazar no conseguía tolerar la iniquidad
en el campamento del Señor, este “ministerio de Finees” salvará congregaciones y a veces incluso hasta naciones
enteras de las plagas que estarán barriendo la tierra. Ellos se levantarán por causa del celo del Señor para la
pureza de Su pueblo. Ellos serán enviados para salvar y preservar la obra del Señor, y no para destruir como lo
hacen las piedras de tropiezo.
Por algún tiempo habrá un enorme flujo de entrada de personas que incluso esta gran red no podrá contenerlas
42
Tres profecías para este tiempo
a todas. Muchas de las antiguas obras e “iglesias” organizadas quedarán llenas con este trasbordamiento. Por
causa de esto afirmarán que ellas son tanto la causa como el propósito principal de este avivamiento. Esta ilusión
no durará por mucho tiempo, porque, simultáneamente con la cosecha, surgirá en el mundo una tribulación
angustiante que eventualmente las consumirá. Este es el juicio del Señor contra las obras en las que Él no
incumbió a las personas. El gran mar o masa de la humanidad que ellos intentaron dominar se levantará y las
destruirá.
Las guerras aumentarán. Habrá incluso algunos intercambios nucleares, mas de forma limitada, especialmente
entre las naciones del tercer mundo.
Durante el período de esta visión, un número mucho mayor de personas perecerán debido a plagas y desastres
naturales, más que a través de guerras.
Los mismos fundamentos de la civilización se estremecerán y corroerán. Hasta los gobiernos más estables del
mundo estarán derritiéndose como cera, perdiendo la autoridad y el control sobre sus poblaciones. Posteriormente
será difícil de encontrar a alguien con el coraje para asumir alguna autoridad. Esto causará una paranoia general
en toda la tierra.
Multitudes enormes atacarán todo en sus caminos. La infraestructura de las grandes denominaciones y de los
grandes ministerios visibles será uno de los principales objetivos de estas multitudes, y se desvanecerán casi de la
noche a la mañana.
Las religiones paganas, las sectas y la hechicería se esparcirán como plaga, mas estas cosas también se
tornarán los objetivos de las multitudes. En esta época, los gobiernos ya se habrán desmantelado hasta tal punto
que los linchamientos y ejecuciones en masa perpetrados por esas multitudes serán ignorados por las autoridades.
El temor y profundas tinieblas cubren la tierra, mas esto simplemente torna más notable la gloria que está
apareciendo sobre los santos.
Grandes masas de personas estarán fluyendo hacia el Señor. Este flujo será tan grande en algunos lugares,
que cristianos nuevos estarán pastoreando grandes grupos de creyentes. Gimnasios y estadios de deportes
quedarán abarrotados todas las noches a medida en que los creyentes se reúnen para oír a los apóstoles y
maestros.
En esa época pocas congregaciones permanecerán como entidades separadas o individuales. Tal vez muchos
Una visión del avivamiento venidero
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presbíteros y pastores estén fijos, mas los grupos que supervisan se estarán mudando constantemente. Algunos
de ellos estarán mudándose por causa de persecuciones, y otros porque el Señor los esparcirá para llevar Su
mensaje como simientes al exterior.
Cerca del final de la visión, el Cuerpo de Cristo será como un gran río que fluye y abarca a todas las regiones tan
libremente como el viento. Tal vez haya en un día reuniones en un lugar público o en un estadio; al día siguiente
en un parque, y así continuamente de casa en casa. Grandes reuniones que movilicen ciudades enteras
acontecerán espontáneamente.
Milagros extraordinarios serán comunes, a la vez que aquellos que son considerados grandes hoy en día, serán
ejecutados casi que desapercibidamente por creyentes recién convertidos. Las apariciones angelicales serán
comunes a los santos, y una gloria visible del Señor aparecerá sobre algunos por largos períodos de tiempo en la
medida que el poder fluya a través de ellos.
Conferencias de apóstoles, profetas, pastores, presbíteros, etc. serán convocadas y grandemente usadas por el
Señor, mas sin denominacionalizarlas y sin separarlas del resto del Cuerpo. La unidad de ellos estará en
JESUCRISTO y solamente Él será la Cabeza de Su Iglesia.
Eventualmente la manifestación de la presencia del Señor será tan grande durante este avivamiento que, de la
misma forma como los 24 ancianos del Apocalipsis, todos lanzarán sus coronas a sus pies, y la presunción
espiritual será inimaginable, y los que se encuentren en el liderazgo serán los más humildes de todos. Cuando
cualquier persona tuviere una presunción en relación con un cargo de liderazgo sin un llamado, eso será visible a
todos.
Los líderes de este mover serán verdaderos siervos, y no estarán interesados en reputaciones o posiciones. La
humildad de ellos les abrirá para que se tornen canales para onda tras onda de agua viva. “Él habitará con los
humildes de la tierra”.
Esta cosecha será tan grande que nadie mirará para atrás a la Iglesia primitiva como un patrón, y todos estarán
diciendo que el Señor ciertamente guardó el mejor vino para el final. La Iglesia primitiva fue una ofrenda de
primicias. ¡Verdaderamente esta será una cosecha!
Se decía del apóstol Pablo que él estaba poniendo el mundo de cabeza para abajo. Se dirá de los apóstoles
que pronto deberán ser ungidos, que ellos colocaron el mundo, que estaba de cabeza para abajo, con el lado
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Tres profecías para este tiempo
correcto para arriba. Las naciones temerán las menciones de sus nombres.
Estos celosos hombres y mujeres casi no se detendrán a observar sus propias realizaciones debido a su
ardiente amor que opera a través de ellos y del reconocimiento de las realizaciones Suyas. De manera semejante
a Jesús, ellos huirán a las montañas cuando los hombres intenten hacer de ellos reyes o exaltarlos de alguna
forma.
La exaltación de la autoridad de ellos no vendrá a través de los hombres, sino tan sólo de lo Alto. En la medida
en que las masas humanas estuvieren buscando a alguna persona para asumir alguna autoridad durante estos
tiempos, esto vendrá como una amonestación. Si las personas hicieren de usted un rey, ¿quién gobierna?
La autoridad que el Señor establecerá será bien diferente de lo que incluso su propio pueblo comprende ahora.
No intente gobernar. ¡Simplemente sirva! A través de esto la autoridad del Señor fluirá y comenzará a traer un
nuevo orden a través de la paz. No creo que la verdadera magnitud de estos eventos pueda ser expresada aquí, ni
el caos, ni el mover del Espíritu Santo.
En cuanto al arrebatamiento o segunda venida del Señor Jesús, tengo mis propias ideas, mas no recibí nada con
relación a estas cosas en esta visión. Lo que tuve el permiso de prever terminó con un creciente caos y con un
creciente avivamiento.
Habrá palabras y exhortaciones que se originarán del mismo Trono del Señor, transmitiendo una gran autoridad
con el objetivo de preparar a Su Iglesia para los días venideros. Aunque yo no tenga la presunción de que lo
siguiente será todo lo que Él estará diciendo, creo que pronto oiremos a sus profetas y maestros comenzando a
enfatizar lo siguiente:
Edifiquen sobre el único fundamento que puede ser puesto: el mismo JESUCRISTO
Obras que son edificadas sobre verdades, en vez de sobre La Verdad, no resistirán en estos días. Muchas
congregaciones y ministerios son devastados hoy por los más insignificantes temblores. Las obras que estén
adecuadamente edificadas sobre JESUCRISTO resistirán las mayores provocaciones y ataques sin ser derribadas.
Habrá un gran énfasis sobre el mismo Señor Jesús en los días venideros. La creciente revelación de Jesús
oscurecerá los muchos énfasis del pasado, así como el sol oscurece la luna al nacer. Las verdades que han sido
una enorme distracción, parecerán insignificantes en la medida en que la Iglesia comenzare a conocer al Señor
Una visión del avivamiento venidero
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mismo “en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Colosenses 2:3).
Remuevan las barreras y máscaras que nos separan del Señor y unos de otros
Precisamos tornarnos más íntimos con el Señor y por medio de Él unos para con otros. El orgullo espiritual y la
exaltación de los hombres, verdades u obras individuales, pasarán por una implacable disciplina del Señor, y luego
serán considerados como fuego extraño.
Aquellos que continúen ofreciéndolo perecerán en el ministerio con una gran demostración, que un puro y santo
temor del Señor cubrirá todo el Cuerpo de Cristo. Esto ayudará a la Iglesia a entrar en una verdadera adoración y
en la unidad que se basa en esta adoración.
Permanezcan en el reposo del Señor
Esto se tornará no solamente un creciente énfasis en la enseñanza, sino también una realidad en la medida en
que el Señor entrare en Su Templo, la Iglesia. Nuestra creciente intimidad con Él traerá la paz y calmará las
tempestades de la ascendiente mar de la humanidad. La intensidad de estos tiempos sobrepujará cualquier falsa
paz. Precisamos ser uno con el Señor del reposo.
Atiendan a la preparación espiritual que puede reflejarse en su ambiente natural
Algunas personas comenzaron a transferir sus metales preciosos o tierra. Esto tal vez sea útil, mas es mucho
más importante tomar posesión de la tierra espiritual y de amontonar nuestros tesoros en el cielo.
El Señor está procurando personas dadivosas que se tornen canales de Su suplemento. Para ellos no habrá
falta de nada. Los que acumulan las riquezas y que no aprenden a dar liberalmente tal vez sufran crecientes crisis
en sus negocios terrenos. Esta es la disciplina del Señor para liberarlos.
Algunos que son dadivosos fieles y generosos tal vez pasen también por crecientes crisis en esto, mas es para la
preparación de ellos, para que lleguen a ser grandes canales para el suplemento de muchos. Acuérdense de
José.
Algunos hallan que deberían limitar sus viajes a ciertas regiones y están comenzando a enfatizar la limpieza por
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Tres profecías para este tiempo
causa de la epidemia de Sida. Esto tal vez sea útil, mas solamente hay una liberación del juicio de Dios: la que se
encuentra en JESUCRISTO. La pureza espiritual es mucho más importante que la natural, y solamente ella nos
puede proteger del sida o de cualquier otra plaga.
- “El justo vivirá por la fe”, no por el temor
Los temores aumentarán tremendamente en el mundo. Las actitudes tomadas por la Iglesia debido a los
temores casi siempre probaron que son destructivas. Algunas “enseñanzas sobre la fe” enlodaron las aguas hasta
tal punto que algunas personas ni siquiera quieren oír la palabra “fe”. Esto frecuentemente acontece antes de que
el Señor comience una gran obra.
Está llegando una gran revelación de la verdadera fe. Será una gran revelación esencial para nosotros, para que
podamos servir en estos días. Algunos serán llamados para caminar donde los ángeles temen colocar los pies.
Sepan que Aquel que está en nosotros es mucho mayor que aquel que está en el mundo.
Los vasos que El está preparando ahora caminarán con una intrepidez y confianza tales que asombrarán al
mundo atormentado por el temor. Nuestra fe crecerá en la medida en que la manifestación de la presencia del
Señor aumentare.
La verdadera fe es el reconocimiento de Aquel en quien creemos. Cuando verdadera y adecuadamente
temamos al Señor, no temeremos a ninguna otra cosa. En los días venideros muchas personas permanecerán en
el ámbito de los milagros en una base continua. Esto se tornará tan natural para ellos como lo era en Israel la
recolección del maná.
Algunas de las hazañas del Señor a favor de Su pueblo serán sin precedentes, con excepción de los mayores
milagros bíblicos. Estas cosas parecerán casi normales al acontecer, porque la presencia misma del Señor
maravillará más que sus obras. Estaremos bien cerca de Su pueblo en estos días.
Una visión del avivamiento venidero
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El Señor abrirá pronto nuestra comprensión de Su Palabra y propósito a una profundidad que va más allá
de nuestra comprensión actual
Los libros todavía están por ser abiertos como lo serán de hecho. Cuando fueren abiertos, nuestra comprensión
de incluso verdades básicas como la salvación, el nacer de nuevo, etcétera, será grandemente aumentada. Esto
dará una mucho mayor sustancia y profundidad de propósito a todo el Cuerpo de Cristo.
El funcionamiento de los dones y ministerios vendrá con una creciente autoridad y poder en la medida en que la
confianza en ellos aumentare con el conocimiento. La dimensión espiritual se tornará más real a la Iglesia que la
natural.
Cuando el fundamento apropiado hubiere sido colocado en la Iglesia, nuestra unión y devoción al mismo Señor
JESUCRISTO, el espíritu de revelación será derramado como nunca antes.
No resistan al Señor en esta obra. Busquen una mayor intimidad con el Señor y ábranse a los miembros y
compañeros del Cuerpo de Cristo. Alcáncenlos y remuevan las barreras. El Señor hará para que Su pueblo se
levante de las diferencias y lo adore en unidad.
En la medida en que El fuere exaltado, comenzaremos gradualmente a preguntarnos cómo cuántas cosas que
eran tan importantes para nosotros, y que en general nos dividían, pudieron atraer tanto nuestra atención.
Cuando esta batalla final comenzare, todos quedaremos atónitos y a veces avergonzados con las personas que
encontremos a nuestro lado. Humíllense bajo la poderosa mano del Señor a fin de que puedan hacer parte de una
gran exaltación. Los que permitan ser vaciados y que coloquen de lado todas las ambiciones personales para
tornarse personas sin reputación, que sufren pacientemente rechazos y mal entendidos, dentro de poco
movilizarán el mundo entero con el mensaje del Rey
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Tres profecías para este tiempo
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