METABOLISMO El metabolismo es el fenómeno biológico de reacciones químicas y físicas que tienen lugar en el organismo, y que aseguran la conservación y la renovación de la materia viva. Este mecanismo consta de determinadas fases: tomar del exterior las sustancias, ya sean simples, como el oxígeno, hasta las más complejas como algunas vitaminas, necesarias para la vida; absorción de los mismos, utilización intermedia (síntesis de material de crecimiento o de reemplazo y producción de energía), y por último la degradación de los elementos químicos que no pueden ser utilizados y que son eliminados al exterior. El mecanismo metabólico se puede dividir en: anabolismo, intermedio y catabolismo. Anabolismo: ingestión y absorción. Intermedio: utilización para fines vitales de las sustancias absorbidas. Catabolismo: degradación de los productos no utilizables y su eliminación. La finalidad del metabolismo es mantener el equilibrio de las funciones del organismo, sintetizando los materiales absorbidos y convertirlos en energía. Por ejemplo el mecanismo metabólico regula la temperatura corporal, el equilibrio hídrico, los lípidos, los glúcidos, las proteínas, las enzimas, etc., para estas funciones intervienen el hígado, el páncreas, las hormonas, el estómago, los riñones, etc.. Las células de las glándulas endócrinas producen hormonas, las células renales elaboran el filtrado glomerular y por lo tanto la orina mediante complejos sistemas, a través de las células hepáticas (que intervienen en el metabolismo intermedio) se producen sustancias para su propia vida y ejercer funciones específicas, el tejido adiposo que producen y sintetizan sustancias de reserva, el tejido óseo y el conectivo también conservan sustancias de reserva. Después de varias etapas metabólicas que transforman los productos en bruto, que han penetrado en la corriente sanguínea en productos más refinados para que puedan ser utilizados por cada uno de los órganos. Si tenemos en cuenta que el fin del metabolismo es la producción de energía, y que el organismo para vivir necesita una cierta cantidad de energía, veremos que ésta tiene diferentes destinos: energía vital, es aquella que es necesaria para que la célula viva; energía de trabajo, es aquella necesaria para que la célula pueda ejercer sus funciones, por ejemplo, la célula hepática para la producción y elaboración de sustancias, la célula renal para depurar la sangre de los restos tóxicos que luego serán eliminados por la orina, la célula cerebral para que lleve a cabo los envíos y transportes de órdenes motoras y sensitivas. Otro tipo de energía es la de la vida vegetativa y de relación, como son las necesarias para las contracciones musculares, para la ejecución de movimientos, y para llevar a cabo todas las funciones que implican una contracción muscular, ya sea de los músculos voluntarios, como los involuntarios. Y por último la energía necesaria para la producción de calor, necesaria para el mantenimiento de un ambiente interno de 38ºC. Si en el transcurso del proceso metabólico falla alguno de los componentes que participan en él, se producen las enfermedades metabólicas: enzimopatías, diabetes, gota, obesidad, etc. Diabetes La insulina, (secretada por el páncreas) disminuye la concentración de glucosa en la sangre, favoreciendo la formación de glucógeno y facilitando su oxidación, que produce energía en la respiración celular. La 1 disminución de la secreción insulínica provoca diabetes, que es una enfermedad caracterizada por una elevada concentración de azúcar en la sangre (glucemia) y en la orina (glucosuria). Sus síntomas son: excesiva eliminación de orina acompañada por sed intensa, deshidratación, adelgazamiento y debilidad. Para su tratamiento se utilizan inyecciones de insulina, que si bien no son curativas, prolongan la vida de millones de diabéticos regulando el nivel de glucosa en la sangre. Por el contrario, el aumento de la secreción insulínica determina una disminución de azúcar, que causa crisis periódicas de convulsiones y pérdidas del conocimiento. El glucagón tiene efecto contrario a la insulina: aumenta el nivel de glucosa en la sangre al promover la transformación del glucógeno (almacenado en el hígado) en glucosa. Obesidad La obesidad es la condición de aumento de la grasa subcutánea, material de reserva o de depósito dispuesto a ser empleado en cualquier situación de emergencia, cuando el aporte alimenticio no sea suficiente para satisfacer las necesidades calóricas. Las grasas y los hidratos de carbono de la dieta (azúcares) son preferentemente aquellos que fácilmente sirven para incrementar estos depósitos. La obesidad se trata de la rotura del equilibrio entre el aporte calórico alimenticio y el consumo energético de un determinado individuo. Este equilibrio se puede alterar de dos formas: el aumento del aporte calórico capaz de superar las necesidades individuales y la disminución del consumo energético. En la obesidad intervienen factores externos e internos al organismo. En los internos o endógenos tenemos diferentes alteraciones del metabolismo como son las insuficiencias hormonales de origen hipofisiario, genital, tiroideo, suprarrenal, etc. Los factores externos son debidos a la ingestión de una cantidad de calorías mayor a la que el organismo necesita. En los casos de obesidad hay que tener en cuenta que cualquiera sea la causa que la produce está forzando el trabajo de diversos órganos, principalmente del corazón, llegando a producir enfermedades como insuficiencia circulatoria, diabetes, problemas de huesos y articulaciones, etc. Gota Es una enfermedad que limita la eliminación de ácido úrico a través de los riñones, la consecuencia es el dolor en las articulaciones, con crisis agudas y recurrentes que llevan a lesiones articulares. Es una alteración en el metabolismo de las nucleoproteínas cuyo producto final es el ácido úrico. Este ácido circula normalmente en la sangre, cuando aumenta se deposita en los tejidos de las articulaciones, principalmente en los dedos del pie, generalmente esta enfermedad está en relación con el aumento en la dieta alimenticia del consumo de carne y vísceras de animal, el frío, la humedad y la vida sedentaria. Los síntomas de la enfermedad son: dolores nocturnos en la articulación del dedo grande del pie, malestar, cansancio, trastornos digestivos, palpitaciones nocturnas, cefaleas y a veces fiebre. Conclusión 2 Las enfermedades producidas por trastornos del metabolismo, en general están relacionadas con la alimentación, o más precisamente con el tipo y la cantidad de alimentos que consumimos. Hoy en día hay campañas publicitarias que impulsan a consumir determinados alimentos indicados como dietéticos, sin colesterol, sin grasas y aptos para cualquier persona. Hay que tener mucho cuidado porque como vemos el organismo necesita mantener el equilibrio en todos los componentes que necesita para funcionar adecuadamente, cualquier alteración en la cantidad nos puede acarrear enfermedades. En el caso de la obesidad los adelgazantes tienen que estar controlados por el médico. Lo ideal es prevenir todas estas enfermedades llevando una vida con cierta actividad física evitando el sedentarismo, una adecuada alimentación, no ingerir vitaminas u otros productos que se comercializan en forma libre sin tener el asesoramiento del médico. Lo mejor es consumir las vitaminas, proteínas e hidratos de carbono contenidos en los alimentos en cantidad adecuada al gasto de energía. Bibliografía Enciclopedia Médica Salvat Biología − Lucy F. de Vatuone 3