EL PROCESO DE NEGOCIACIÓN DE LOS PLANES DE IGUALDAD EN LAS GRANDES EMPRESAS ESPAÑOLAS Dra. Rosario Morillo Balado ([email protected]) Área de Sociología. Gabinete Técnico Interfederal. Confederación Sindical de CC.OO Abstract En esta comunicación analizamos el proceso de negociación de los planes de igualdad en las grandes empresas españolas, así como los logros y retos pendientes. Los estudios anteriores se han centrado en analizar el contenido de estos textos, pero desconocemos los elementos que influyen en la negociación y aplicación de los mismos. La metodología se basa en entrevistas a las responsables sindicales del área de mujer en los diferentes sectores de CC.OO. Su perspectiva es importante porque han participado como coordinadoras, negociadoras y asesoras de los planes de igualdad. Para ellas la mayor aportación de estos instrumentos ha sido conseguir sensibilizar a las empresas y a los representantes sindicales en la detección de las desigualdades de género. En esta labor de concienciación una etapa importante es la discusión previa a la negociación, el diagnóstico del que habla la ley, es decir, cuando empresa y sindicatos se sientan a analizar los datos sobre la situación de las trabajadoras en la empresa. Esa fase permite visibilizar y comenzar a cuestionar las prácticas discriminatorias que hasta entonces se han considerado normales. Otra etapa relevante es el seguimiento de la aplicación de los acuerdos alcanzados con el fin de garantizar que la plantilla se beneficia de los mismos. A través de la vigilancia sindical, se trata de evitar que los planes de igualdad se conviertan en un mero formalismo cuya utilidad se reduce a mejorar la imagen pública de la empresa. Introducción Transcurridos cinco años desde la entrada en vigor de la ley 3/2007 para la igualdad efectiva de hombres y mujeres, hemos querido indagar en los resultados de los planes de igualdad, principal instrumento que esta norma contempla para solucionar la discriminación de género en el ámbito laboral. Existen varios métodos para analizar los resultados de los planes de igualdad. El primero es acudir a los textos firmados y evaluar sus contenidos. Esta metodología nos ayuda a entender los temas que se están regulando y el grado de compromiso que se alcanza en cada materia. Se trata del enfoque más habitual en el análisis de estos instrumentos1. Pero este método no informa sobre cómo se ha conseguido llegar a esos resultados, quiénes han participados en la negociación, las dificultades que se han encontrado o los factores que han permitido avanzar. El análisis de los textos tampoco ofrece información sobre su aplicación ni sobre la puesta en práctica de los mecanismos de seguimiento que contempla la ley. 1 Véase, por ejemplo, Añino et al., 2009; Gallardo, 2009; Valdés y Sobrino, 2011. 1 Se han abordado estas cuestiones recurriendo a la metodología cualitativa. Hemos entrevistado a las secretarias de la mujer de las federaciones estatales de CC.OO. entre diciembre de 2011 y febrero de 20122. Ellas han desempeñado un papel central por los siguientes motivos: a. Buena parte de los planes se han negociado en el ámbito estatal y dentro de sus sindicatos ellas eran las expertas que llevaban años intentando impulsar los temas de igualdad. De ahí que se hayan convertido en asesoras y negociadoras de los planes de igualdad que se discutían en las empresas. b. Han desarrollado una labor pedagógica entre los integrantes de las secciones sindicales, a los que con frecuencia han tenido que explicar en qué consiste la igualdad de oportunidades así como convencer de las ventajas de los planes de igualdad. c. También han tenido que llevar a cabo esa función pedagógica entre una clase empresarial escasamente familiarizada con la igualdad de género. Se ha completado el punto de vista de estas actoras con la revisión de los planes de igualdad que las entrevistadas y los estudios anteriores (Añino et al., 2009; Gallardo, 2009; Valdés y Sobrino, 2011) destacaban como buenas prácticas. La comunicación comienza exponiendo el marco legal de los planes de igualdad. Después tratamos algunos de los rasgos diferenciales de estos dispositivos, tales como su extensión, estructura y contenidos. Analizamos luego el proceso de negociación, dimensión poco conocida y crucial para poder hacer un balance de los planes de igualdad. Finaliza la ponencia apuntando las aportaciones de estos instrumentos y los retos pendientes. 1. El marco legal de los planes de igualdad Los planes de igualdad en las empresas se han regulado en la ley 3/2007 para la igualdad efectiva de hombres y mujeres, aprobada el 22 de marzo de dicho año por el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero. Se trata de una norma ambiciosa que va más allá del ámbito laboral en la aplicación de la igualdad de género. Por ejemplo, regula la paridad de género en las listas electorales o el fomento de la presencia femenina en los consejos de administración de las grandes empresas. El texto legal define los planes de igualdad como “un conjunto ordenado de medidas” tendentes a alcanzar la igualdad de trato y oportunidades entre mujeres y hombres, y a eliminar la discriminación por razón de sexo. La ley distingue varias fases en la adopción de un plan de igualdad. La primera etapa es el “diagnóstico de la situación”, que se realizará antes de adoptar las medidas. Pero la 2 Hemos hablado con Yolanda Carrillo de la Federación de Actividades Diversas, Silvia Conde de Agroalimentaria, Cristina García de COMFIA, Esther Muñoz de Enseñanza, Rosalía Pascual de FECOHT, Ramona Parra de FITEQA, Begoña Marugán de FSC, Juana Aguado de Industria y Teresa Jerez de Sanidad. Entrevistamos también a Teodora Castro, secretaria de la mujer de CC.OO. en Extremadura. 2 norma no señala quién elaborará dicho diagnóstico ni cuál ha de ser la participación sindical. La segunda fase son los “objetivo de igualdad” y las “estrategias y prácticas” que se adoptarán para lograr dichas metas. La ley hace referencia a una tercera etapa cuando señala que los planes de igualdad habrán de establecer “sistemas eficaces de seguimiento y evaluación de los objetivos fijados”. El texto legal sugiere una serie de temas que podrán tratar los planes de igualdad, como el acceso al empleo; la clasificación profesional, promoción y formación; ordenación del tiempo de trabajo para favorecer la conciliación laboral, personal y familiar; así como la prevención del acoso sexual y del acoso por razón de sexo. Deja abierta la posibilidad de incluir otros. Los planes de igualdad son obligatorios en las empresas con más de 250 trabajadores, donde habrán de ser negociados con los sindicatos. También deben elaborarse en compañías con menos trabajadores si así lo establece el convenio colectivo aplicable. Pero en este caso la ley no considera preceptiva la negociación del plan, por lo que es posible que el convenio colectivo simplemente recoja la consulta con la representación sindical (Roldán, 2010). La ley contempla dos casos más en los que se puede realizar un plan de igualdad, en ninguno de los cuales es obligatorio negociar con los sindicatos. El primer supuesto se refiere a compañías con menos de 250 personas empleadas, que pueden adoptar voluntariamente un plan de igualdad “previa consulta a la representación legal de los trabajadores”. Otro supuesto, que no se espera se produzca con frecuencia (Escudero, 2008), sucede cuando la autoridad laboral, en lugar de sancionar a una empresa por incurrir en discriminación, le exige elaborar un plan de igualdad. En este último caso, las empresas pueden recurrir a la negociación o a la consulta con los representantes de la plantilla. En relación a las administraciones públicas, la ley de igualdad contempla un plan de igualdad para la administración central que deberá ser negociado con los sindicatos. Se trata de un plan general para el conjunto de la administración central, y no específico de cada administración u organismo público, tal como se establece en el sector privado (Lousada, 2008). Otra ley aprobada un mes después, el Estatuto Básico del Empleado Público (ley 7/2007 de 12 de abril), extiende la obligación de establecer un plan de igualdad a todas las administraciones públicas. La ley de igualdad contiene diferentes estipulaciones para vincular el desarrollo de los planes de igualdad con la negociación colectiva tradicional. En las empresas de más de 250 trabajadores, la obligación de negociar los planes se ha de plasmar en los convenios colectivos de ámbito empresarial. En los centros en los que no exista convenio de empresa, los convenios sectoriales establecerán las líneas generales mientras que la negociación de los detalles del plan tendrá lugar en el nivel empresarial (Escudero, 2008). En las administraciones públicas, el Estatuto Básico del Empleado Público menciona que los convenios colectivos o el acuerdo de condiciones de trabajo del personal funcionario regularán los planes de igualdad. La ley permite también que los convenios colectivos amplíen la obligación de establecer planes de igualdad en empresas de menos de 250 trabajadores, tal como se ha señalado anteriormente. 3 Para garantizar el establecimiento y cumplimiento de los planes, la ley de igualdad introduce penalizaciones e incentivos. Se considera sanción grave no cumplir con las obligaciones que sobre planes de igualdad establece la norma o el convenio colectivo, y se penaliza con multas de 600 a 6000 euros. Los incentivos que contempla el marco legal consisten en la creación de un distintivo en materia de igualdad a las empresas que, entre otras medidas dirigidas a fomentar la igualdad de oportunidades entre sexos, adopten un plan de igualdad. Igualmente las administraciones públicas, al contratar con otras empresas y conceder subvenciones, podrán conceder mayor puntuación a las compañías que cuenten con medidas para favorecer la igualdad de oportunidades entre sexos. Además, algunos gobiernos regionales como Valencia y Extremadura han creado distintivos de igualdad en el ámbito de su comunidad autónoma. En el caso de Extremadura, el anterior gobierno socialista estableció además subvenciones para contratar personas expertas que pudieran asesorar, en las negociaciones, a los agentes sociales. Estas ayudas fueron suprimidas con la llegada del Partido Popular al gobierno regional. 2. Rasgos diferenciales de los planes negociados Cabe destacar tres aspectos de los planes firmados: su extensión hasta la fecha, la estructura que suelen seguir y los temas que abordan. Desde la entrada en vigor de la ley, 282 empresas han negociado con la representación sindical un plan de igualdad. Existen además 170 compañías con procesos de negociación abiertos. En total, son 450 las empresas que han firmado o están negociando un plan de igualdad, cantidad que representa tan solo el 11% de las cerca de 4000 entidades empresariales obligadas a pactar con los sindicatos por tener más de 250 personas en plantilla3. Esta cantidad incluye solo los planes pactados con las organizaciones sindicales y no aquellos que han realizado las empresas unilateralmente, sin ningún tipo de negociación. Como se ha señalado, la ley permite esta última posibilidad en las empresas con menos de 250 trabajadores; pero el problema estriba en que se está produciendo también en entidades privadas y en centros públicos como las universidades que, por su volumen de empleo, están obligadas a negociar con los sindicatos. Una dificultad añadida para conocer el número exacto de planes de igualdad firmados y su contenido es que no existe un registro público de los mismos, por lo que las confederaciones sindicales dependen de la información que les transmiten los órganos sindicales inferiores y de las noticias aparecidas en la prensa. Este problema se da también en el acceso a los textos de los planes de igualdad firmados, cuya publicación depende en ocasiones de la publicidad que las empresas quieran dar a los mismos. En relación a su estructura, los planes de igualdad suelen seguir un esquema similar: 3 Datos de la C.S. de CC.OO. Circular número 17/11 (septiembre 2011), Secretaría de Acción Sindical, C.S. de CC.OO. http://www.ccoo.es/comunes/temp/recursos/1/1053252.pdf 4 a. En primer lugar, la mayoría de ellos incluyen información sobre la situación de las trabajadoras en la empresa. Aunque se tiende a ocultar los datos más sensibles y llamativos, es preciso señalar que suponen una mejora con respecto a la ausencia total de información en esta materia en los convenios colectivos. b. Un segundo apartado son los objetivos que se pretenden lograr. En este caso, se consideran buenas prácticas incluir objetivos concretos frente a las meras declaraciones de intenciones. c. El tercer apartado son los compromisos y mecanismos para conseguir los objetivos fijados. Las mejores cláusulas son aquellas que amplían las previsiones legales y establecen objetivos vinculantes, así como plazos para su cumplimiento. d. Por último, los planes de igualdad incluyen con frecuencia procedimientos para vigilar su implantación. Es común establecer una comisión de seguimiento paritaria. Las buenas prácticas en esta materia son lograr que las comisiones cuenten con recursos –humanos, económicos o en horas sindicales— para poder desarrollar su labor. También se considera positivo establecer plazos e indicadores para evaluar el cumplimiento de los objetivos. En cuanto a las materias reguladas por los planes de igualdad, suelen aparecer todas las mencionadas por la ley (acceso al empleo; promoción y formación; ordenación del tiempo de trabajo para favorecer la conciliación laboral, personal y familiar; prevención del acoso sexual y del acoso por razón de sexo) excepto las clasificaciones profesionales. La falta de regulación de esta materia se debe al rechazo de las empresas a negociar aspectos salariales en los planes de igualdad. Una cuestión relacionada es el grado de compromiso que se alcanza en cada uno de los temas recogidos en los planes. Por ejemplo, en materia salarial, suelen recoger tan solo la obligación de analizar los sistemas retributivos vigentes con el fin de detectar la posible existencia de prácticas discriminatorias. La conveniencia de aumentar la presencia femenina es un tema que aparece que frecuencia en los sectores en los que abunda la mano de obra masculina y, en la mayoría de los sectores, se suele mencionar con respecto al acceso a los puestos superiores. Pero es difícil conseguir que las empresas incluyan objetivos numéricos vinculantes. Los planes de igualdad también han entrado a regular temas diferentes a los mencionados en la ley. Por ejemplo, es común encontrar cláusulas sobre violencia de género, salud laboral, lenguaje no sexista o campañas de información para difundir el contenido del plan. Otra materia novedosa ha sido el cuestionamiento de las culturas organizativas sexistas, al comprometerse a revisar los procedimientos de selección y promoción. El éxito de estas últimas cláusulas depende del seguimiento que la representación sindical pueda hacer de su implantación. 3. El proceso de negociación de los planes de igualdad En el proceso de negociación de los planes vamos a analizar, por un lado, los factores que han posibilitado el acuerdo y, por otro, las etapas más significativas de dicho proceso. 5 El conjunto de sanciones e incentivos contenidos en la ley de igualdad ha sido determinante para conseguir que las empresas se sienten a negociar un plan de igualdad. Las penalizaciones económicas, la presión de la Inspección de Trabajo o el temor a incumplir los plazos previstos en los convenios colectivos son algunas de las razones que han facilitado las negociaciones. Ha contribuido también la preocupación por ser vista como una empresa pionera en materia de igualdad, sobre todo en grandes empresas de alimentación, textil y supermercados. La mayor puntuación que otorga el plan de igualdad en los contratos públicos constituye un incentivo relevante para las grandes empresas de limpieza. Dentro de los sindicatos, destacan dos elementos que contribuyen a la negociación. El primero es la existencia de una estructura sindical sólida en los centros de trabajo. Esto puede incluir aspectos como contar con representantes experimentados en negociar con la empresa, formados en igualdad de oportunidades o simplemente interesados en avanzar en este tema. El segundo elemento consiste en que el sindicato dedique recursos políticos y técnicos a la negociación de los planes de igualdad. Desde el lado político, se considera importante tener secretarías de la mujer en el nivel nacional y territorial. La presencia de una secretaria de la mujer experimentada en las negociaciones se asocia con buenos acuerdos, además de mostrar a la empresa el compromiso sindical en esta materia. Las secretarias de la mujer necesitan también tiempo para dedicar a este asunto, pues a veces una misma persona concentra el trabajo de varios cargos. Por la parte técnica, las secretarias de la mujer aprecian el asesoramiento que las tituladas universitarias pueden ofrecerle en el análisis de los datos y las propuestas. En cuanto al desarrollo de la negociación, se consideran fundamentales el periodo previo a la firma y la fase de seguimiento del acuerdo. En la etapa anterior al acuerdo nos interesa conocer quiénes acuden a las mesas de negociación y cómo se lleva a cabo el diagnóstico que contempla la ley. La fase de seguimiento constituye una etapa clave para garantizar la aplicación de las medidas pactadas y evitar que los planes se conviertan en un documento cuya utilidad finaliza en el momento de la firma. A continuación abordamos estas materias. 3.1. ¿Quién negocia los planes de igualdad? En las empresas suelen negociar los responsables de recursos humanos, pero al contrario de lo que sucede en los convenios colectivos sectoriales, las organizaciones patronales no participan en la negociación de los planes de igualdad. Esto no quiere decir que no influyan en el proceso, ya que pueden hacerlo mediante el asesoramiento a sus miembros o a través de las estipulaciones que sobre planes de igualdad hayan acordado en el convenio sectorial. En las entrevistas se pone de manifiesto que las empresas utilizan estrategias similares y conocen lo que en materia de igualdad se negocia en otras empresas del sector. En relación a qué sindicatos participan en la negociación de los planes de igualdad, la ley no especifica qué sindicatos están legitimados para ello. Debido a esta ambigüedad, en la práctica se dan diversas situaciones. En unos casos participan solo los sindicatos legitimados para negociar un convenio colectivo, es decir, los que han obtenido un determinado nivel de apoyo en las elecciones sindicales. En otros casos intervienen 6 todos los sindicatos presentes en la empresa, independientemente de su nivel de representatividad. En algunos sectores son las empresas las que deciden qué sindicatos participan y en otros, como en supermercados y grandes superficies, las organizaciones sindicales han llegado a acuerdos entre ellas. Dentro de CC.OO., existe un reparto de trabajo entre las diferentes estructuras internas y cargos sindicales. En este sentido, aparecen cuestiones como las siguientes: a. ¿Cómo se dividen el trabajo entre los sindicatos nacionales y regionales? Si los planes de igualdad afectan a una empresa con centros en diferentes regiones la responsabilidad corresponde a la federación estatal. Mientras que si la empresa está situada en una comunidad autónoma, corresponde negociar a los sindicatos territoriales. b. ¿Quién acude a las mesas de negociación dentro de las federaciones estatales de sector? Las secretarias de la mujer de las federaciones estatales suelen asistir en calidad de asesoras de los representantes sindicales en la empresa. Con frecuencia asumen el liderazgo en el proceso negociador, debido a sus conocimientos técnicos y a la experiencia que han ido acumulando en las negociaciones de planes de igualdad. Esto ha supuesto un cambio importante en sus cometidos porque anteriormente las secretarias de la mujer, en general, no participaban directamente en la negociación colectiva. Intentaban introducir la perspectiva de género en las propuestas que discutían empresas y sindicatos, pero no estaban presentes en las negociaciones. c. ¿Qué función desempeñan los representantes sindicales de cada empresa en la negociación del plan de igualdad? La participación de los delegados de empresa no es uniforme en la fase negociadora. Cabe distinguir dos situaciones: primero, planes negociados entre la empresa y los sindicatos sectoriales sin apenas implicación de los delegados de empresa; y segundo, planes negociados únicamente por los delegados de empresa. Entre estos dos extremos, encontramos la opción considerada más adecuada: acuerdos negociados con la participación de los delegados de empresa y el asesoramiento de la secretaría de la mujer de la estructura sindical. La negociación de planes de igualdad sin la implicación de los delegados de empresa – situación, por otro lado, poco común—, puede dar lugar al descontento y a la falta de compromiso de estos últimos, al tener que aplicar un acuerdo en el que no han participado. El éxito de los planes negociados solamente con los delegados de las empresas depende de su nivel de formación. En banca, esto no se considera un problema, pues las secciones sindicales suelen contar con expertas en materia de género además de existir una larga tradición de negociar en el nivel de empresa. Pero en otros sectores, la falta de asesoramiento puede traducirse en la aceptación de la propuesta empresarial, que suele ser una mera declaración de intenciones sin compromisos concretos. 7 3.2. La elaboración del diagnóstico El diagnóstico es una fase importante porque va a detectar los problemas sobre los que habrá de incidir el plan de igualdad. El proceso de discusión del diagnóstico permite también visualizar tanto a la empresa como a los representantes de los trabajadores las situaciones de discriminación. Esto facilita la discusión posterior sobre las medidas que se van a implantar. La participación sindical no está garantizada en la elaboración del diagnóstico. La ley solo menciona la necesidad de realizar un análisis previo pero nada dice sobre quién ha de llevarlo a cabo ni qué datos debe contener. En la práctica, el diagnóstico se ha realizado de diferentes formas. La opción más habitual consiste en que la empresa elabore el diagnóstico, bien directamente o a través de una consultora. En ocasiones, el diagnóstico lo han confeccionado conjuntamente empresa y sindicatos, experiencia que las entrevistadas valoran muy positivamente. En algunas empresas, los organismos públicos de igualdad han participado en la elaboración del diagnóstico. En cuanto a las estrategias de cada parte, algunas compañías se muestran reacias a ofrecer información desagregada en aspectos como salarios, formación o la composición de las plantillas por sexos. Son datos además que las empresas consideran confidenciales. Los representantes sindicales intentan compensar la ambigüedad legal, solicitando información más detallada sobre la situación de las trabajadoras. En algunos convenios colectivos sectoriales, la representación sindical ha aceptado ceder a las empresas la potestad de realizar el diagnóstico, a cambio de regular de forma exhaustiva el tipo de información que éstas deben entregarle4. En esta etapa es importante el asesoramiento que el personal técnico y las secretarías de la mujer puedan ofrecer a los representantes sindicales de las empresas, pues con frecuencia estos últimos se van a encontrar con un volumen elevado de datos estadísticos para analizar. 3.3. El seguimiento del acuerdo Uno de los riesgos de los planes de igualdad es que no tengan continuidad, que una vez firmados no se apliquen. En este sentido, se detecta una cierta tendencia a considerar los planes de igualdad como un mero trámite, una especie de distintivo que se firma pero no es necesario aplicar. Varias cuestiones son relevantes en esta etapa: la extensión del fenómeno, quién realiza el seguimiento, la actitud de las empresas y el papel desempeñado por la representación sindical. 4 Este es el caso del convenio estatal de químicas, el convenio de la industria siderometalúrgica de la Comunidad Foral de Navarra (B.O. Navarra 1 septiembre 2008) o el de la industria siderometalúrgica de Zaragoza (B.O. Zaragoza 27 de enero de 2010). 8 El seguimiento constituye una fase reciente en algunos sectores puesto que los planes se han empezado a revisar a los tres o cuatro años de vigencia. En estos momentos se están examinando los planes de las empresas pioneras en llegar a un acuerdo. No obstante, algunos planes prevén evaluaciones intermedias, por ejemplo, anualmente o a la mitad de la vigencia del acuerdo. Si bien el seguimiento corresponde tanto a las empresas como a los representantes sindicales, en la práctica el éxito de esta fase depende del impulso sindical. Motu proprio las empresas no son partidarias de dar explicaciones sobre sus políticas de personal. Dentro de los sindicatos, la labor de seguimiento se adjudica a las secciones sindicales, puesto que se trata de un trabajo continuo que difícilmente pueden realizar las secretarías de la mujer en cada empresa. El rol de dichas secretarías es más reducido en esta fase, aunque en algunos casos siguen estando presentes como asesoras, acudiendo a las reuniones con la empresa o recordando a las secciones sindicales cuándo corresponde reunirse a las comisiones paritarias de seguimiento. Dos son las cuestiones que más preocupan a las secretarías de la mujer: a. Las secciones sindicales no están formadas en género. Se duda de su capacidad para llevar a cabo la función de seguimiento. Además, en la actual coyuntura económica se están priorizando temas como el mantenimiento del empleo. b. ¿Qué hacer cuando se incumple el acuerdo? Aunque se puede denunciar el incumplimiento, y así se ha hecho en algunos casos, es una decisión difícil porque este tema no se asocia con la conflictividad que caracteriza la negociación de los convenios colectivos. Además de la denuncia, se han utilizado otros medios de presión. Por ejemplo, en el caso de una gran empresa que presta servicios de diferente tipo a las administraciones públicas, los sindicatos están frenando la negociación del plan de igualdad en unas actividades por el incumplimiento del plan ya firmado para otras empresas del grupo. 4. Aportaciones de los planes de igualdad Los planes de igualdad han conseguido sensibilizar y concienciar a los directivos de las empresas en igualdad de género. También se ha logrado concienciar a los representantes sindicales. A través primero del proceso de debate sobre la situación de las mujeres y segundo de la negociación, las desigualdades de género han dejado de considerarse normales. Por ejemplo, se han puesto de manifiesto las inercias de contratación que dan lugar a la segregación ocupacional. En este sentido, las negociadoras aprecian las cláusulas que obligan a revisar los procesos de contratación, como aquellas que exigen a las empresas de selección el envío de candidatas o que limitan el poder de los directores de los centros de trabajo en la cobertura de vacantes. Los planes de igualdad han ampliado también la agenda de la negociación colectiva. Abordan la situación laboral de las mujeres de una manera global (“tocamos todos los palos”), en ocasiones, en aspectos que los convenios no tratan. Se han conseguido 9 además mejoras concretas que superan los contenidos de los convenios colectivos y las estipulaciones legales. Esto es negociación colectiva, insisten las secretaría de la mujer. Señalan que, en el seno del sindicato, ha habido una tendencia a considerar los planes de igualdad como unos documentos, responsabilidad exclusiva de las secretarías de la mujer, con escasa repercusión y vinculación con el proceso negociador de los convenios colectivos. 5. Conclusiones Los planes de igualdad han sido un mecanismo top-down que las grandes empresas se han visto obligadas a negociar. Se trata de un tema que los directivos españoles apenas conocen y sobre el que, en general, existe poca sensibilización en la sociedad española. Algunas empresas han encontrado aspectos positivos de cara a su proyección pública y al logro de contratos con la administración. Esto ha llevado a considerar los planes de igualdad como un distintivo que se intenta conseguir acordando una mera declaración de intenciones. Cuando se han encontrado con una interlocución sindical fuerte y formada, las empresas se han visto obligadas a pactar medidas de igualdad que, en ocasiones, no son una gran novedad, pero que, en otros casos, han supuesto ensanchar los contenidos de la negociación colectiva en materia de igualdad. Los retos sindicales futuros son conseguir explotar todo el potencial que tienen los planes de igualdad y lograr que el género se convierta en una cuestión habitual en las negociaciones. Para ello los planes de igualdad deben convertirse en un instrumento más de la negociación colectiva. Es necesario también conseguir que se cumpla lo pactado y se siga avanzando. Una parte importante de ese trabajo corresponde hacerlo a los representantes sindicales de las empresas, a los que sería conveniente formar en igualdad de género. Un segundo reto estriba en garantizar el apoyo de las instituciones a los planes de igualdad en un momento, además, en el que las políticas de austeridad están dando al traste con las mejoras conseguidas en años anteriores. Si bien las sanciones e incentivos de la ley así como el papel de la Inspección de Trabajo, han contribuido a la firma de los planes de igualdad, no podemos pasar por alto que tan solo una minoría de las empresas de más de 250 trabajadores han cumplido con la obligación legal de negociar este instrumento. Bibliografía Añino, S., Aragón, J. y Rocha F. (2009) Los planes de igualdad entre mujeres y hombres en la negociación colectiva, Instituto de la Mujer, Madrid. Gallardo Moya, Rosario (2009) “Los nuevos planes de igualdad en la empresa: una análisis de las primeras experiencias”, Revista de Derecho Social, nº 48, pp. 83-107. 10 Escudero, R. (2008) “Márgenes y retos de la negociación colectiva tras la ley orgánica de igualdad efectiva entre mujeres y hombres”, en Escudero, R. (ed.) La Negociación Colectiva en España una mirada interdisciplinar, Cinca, Madrid, pp. 178-200. 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