modelo de comentario de texto de platón

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LA FILOSOFÍA DE PLATÓN
(427/347 a. C.)
TEMA 1. La teoría de las Ideas.
No es fácil interpretar el sentido exacto de esta teoría, ya que no
aparece expuesta sistemáticamente en ningún diálogo de Platón
y, además, experimentó una continua evolución y revisión.
Aristóteles, que debió conocer muy bien la doctrina de su maestro
– no en vano pasó veinte años en la Academia platónica -, nos
proporciona algunas pistas de interpretación al indicar cuáles
son las fuentes de inspiración y las intenciones de dicha teoría:
“Platón, en general, está de acuerdo con las teorías de los
pitagóricos, aunque también tiene cosas propias. En efecto, desde su
juventud se había familiarizado con Cratilo y con la opinión de Heráclito de
que todas las cosas sensibles están en flujo permanente, por lo que no hay
ciencia (episteme) posible de estos objetos, y él mismo sostuvo esta doctrina
más tarde. Por otra parte, fue discípulo de Sócrates, quien, desentendiéndose
de la naturaleza en su conjunto, se consagró exclusivamente a los problemas
morales, proponiéndose lo universal como objeto de sus indagaciones y siendo
el primero que aplicó el pensamiento a dar definiciones. Por ello, Platón,
heredero de esta doctrina y habituado a la indagación de lo universal, pensó
que las definiciones no podían referirse a los seres sensibles – ya que no es
posible dar una definición común de objetos que cambian continuamente -,
sino a otro tipo de seres. A estos seres los llamó Ideas. Y añadió que las cosas
sensibles existen separadas de las Ideas, pero que de ellas reciben su nombre,
ya que todas las cosas, en virtud de su participación en las Ideas, reciben el
mismo nombre que las Ideas. En cuanto a la participación, Platón no hizo
sino cambiar el nombre, ya que los pitagóricos afirman que los entes son por
imitación (mímesis) de los números, y Platón, que son participación
(méthexis), pero ni aquellos ni éste se preocuparon de indagar qué era la
participación o la imitación de la Ideas” (Aristóteles, Metafísica, I, 6, 987 a
30 b 15).
1
A partir de estas indicaciones de Aristóteles es posible comprender la
evolución de la teoría de las Ideas:
1º. En los primeros diálogos Platón se mantiene fiel a la orientación
fundamental de la investigación socrática: buscar la definición de
las virtudes. Así, Platón se pregunta, por ejemplo, “¿Qué es el
valor?”. Y se responde diciendo que debe haber algo común a todos
los actos valientes que pueda ser definido como “el valor”. Ese algo
común es llamado por Platón Idea. El término aparece por primera
vez en su obra Eutrifón, que trata sobre la piedad (es decir, lo
agradable a los dioses).
En este estadio inicial, la teoría de las ideas tiene una intención
ética de inspiración socrática: para ser virtuoso es preciso saber
qué es cada virtud. Es decir, se trata de averiguar cuál es el
carácter o idea común que debemos encontrar en las acciones
humanas para afirmar que son virtuosas. Una vez que lo hayamos
descubierto y definido, esta idea nos servirá de medida para juzgar
acerca del valor moral de una acción. Ya no es, como pensaría
Protágoras o cualquier sofista, la opinión de cada uno lo que sirve
como medida (metron) de la virtud, la medida es algo objetivo e
independiente de toda opinión personal o comunitaria.
2º. En los diálogos de madurez la teoría de las ideas experimenta
una transformación fundamental. La nueva concepción de las
Ideas puede resumirse así:
-
Las ideas son esencias (ousía = realidad), es decir, aquello por lo
que una cosa (particular) es lo que es. Así, la idea de belleza es la
Belleza-en-sí y aquello por lo que las cosas son bellas.
-
La gran novedad de la teoría es la afirmación de que las ideas
existen separadas de las cosas particulares. Ya no son, como en
el apartado anterior, un algo común que está en las cosas.
Menos todavía son conceptos o representaciones mentales. Son
entidades que poseen existencia real e independiente. Cada
Idea es una sustancia (ousía), algo que existe en-sí como una
realidad transcendente y no inmanente a las cosas.
-
De aquí se deduce una concepción dualista del mundo. Por un
lado, el mundo visible, sensible, material, etc. de las cosas
particulares, sujetas a la generación y a la muerte, al cambio y a
la transformación, al que él llama Cosmos Horatós o Aiszetós; por
otro, el Mundo Inteligible o Mundo de las Ideas, al que llama
también Cosmos Noetós. Este dualismo aparece bellamente
expuesto en el Mito de la Caverna (República VII): el mundo irreal
de las sombras en el interior de la caverna y el mundo real de la
luz solar en el exterior; el mundo de dentro es un mundo en
continuo cambio y transformación (Heráclito), dotado de cosas
2
particulares que, al no tener en sí su propia esencia, carecen
de realidad, es decir, son sólo apariencias. En cambio, el
mundo de fuera es el verdaderamente real: cada Idea, en cuanto
existe en-sí, es una sustancia (ousía = realidad).
-
Las Ideas, en cuanto esencias o sustancias, gozan de las
características del Ser de Parménides: cada una es única,
eterna, permanente, inmutable. Pero esto no quiere decir que
las Ideas sean realidades corpóreas ni tampoco realidades
sensibles, sino únicamente inteligibles, es decir, sólo se pueden
conocer por la inteligencia; de ahí la expresión platónica Mundo
Inteligible. Por el contrario, las cosas son múltiples,
temporales, cambiantes y sujetas a la generación y a la
muerte y sólo son conocidas por los sentidos corporales; de ahí
la expresión platónica Mundo sensible.
-
Relación entre las Ideas y las cosas. Para expresar dicha
relación Platón usa diversas denominaciones. Desde el punto de
vista de las cosas, se dice que es una relación de participación
(méthexis) o imitación (mímesis). Desde el punto de vista de las
Ideas es llamada presencia (parousía); también se dice que las
Ideas son causa (aitía) de las cosas, no en cuanto que
produzcan las cosas, sino en cuanto son sus esencias. De ahí que
las cosas no sean reales, sino reflejo (eídolon) o imitación de
las Ideas.
-
Clases de Ideas. La teoría de las Ideas implica que debe haber
una idea correspondiente a cada nombre común. En los primeros
diálogos sólo hay referencia a las Ideas éticas o morales (que
son las virtudes, como la Prudencia, Justicia, Fortaleza,
Templanza, etc). Sin embargo, en los diálogos de madurez se
añaden las Ideas estéticas (Belleza, Orden, Armonía, etc),
Ideas de relación (Igualdad, Semejanza, Superioridad,
Inferioridad, etc.), Ideas matemáticas o números (Unidad,
Paridad, Dualidad, Trinidad, etc.).
-
Relación entre las Ideas. El Mundo Inteligible está
jerarquizado, es decir, tiene un orden, una armonía, un equilibrio,
etc., que Platón expresa con la jerarquía que en él tienen las
Ideas. De aquí que la relación entre las ideas sea una relación de
jerarquía, es decir, de predomino de unas sobre otras. La más
principal de todas las ideas es la Idea de Bien, que es como la
reina y señora del mundo noético; tras ella, vienen las Ideas
éticas; luego, las estéticas, les siguen las ideas de relación y,
finalmente, las ideas matemáticas. Estas últimas son
realidades intermedias entre las Ideas y las cosas.
3
-
Por último, digamos que la intención de la Teoría de las Ideas se
amplía: ahora no sólo tiene una dimensión moral, sino que
adquiere una dimensión política, claramente perceptible en la
República. Esta dimensión política preconiza que los filósofos
han de ser los gobernantes de la polis, gobierno que deben
ejercer no por ambiciones políticas ni de poder, sino guiados por
ideales (las Ideas) transcendentes y absolutos. Hay también otra
intención: Una intención científica, es decir, el objeto de la
ciencia (episteme) sólo pueden ser las Ideas.
-
Conclusión. De la doctrina platónica sobre las Ideas podemos
deducir:
a) Un dualismo ontológico, que consiste en la existencia de dos
clases de seres, a saber, los seres materiales, propios del
mundo sensible, y los seres ideales, que son las ideas o
esencias del mundo noético, verdaderas causas de todo lo real o
todo lo que existe.
b) Un dualismo epistemológico, consistente en admitir dos
clases de conocimiento: el conocimiento sensible, al que
Platón llama doxa u opinión, y que es un remedo, intento o
apariencia de conocimiento. La doxa está formada por dos grados
de conocimiento, que son la eikasia y la pistis. El primer grado o
eikasia es el conocimiento que obtenemos de las imágenes,
sombras, reflejos o apariencias de las cosas materiales. El segundo
grado o pistis es el conocimiento que nos dan las cosas u objetos
materiales. La otra clase de conocimiento es el conocimiento
inteligible, al que denomina episteme o sabiduría. La
episteme está conformada por dos grados del conocer, que son la
dianoia y la nóesis. La dianoia es el conocimiento que se deriva
de los números o entidades matemáticas, mientras que la nóesis
es el conocimiento propiamente dicho, y se obtiene tras conocer
las ideas y, sobre todo, la reina de todas ellas, que es la idea de
bien. Este último es el único que merece tal nombre y tiene que
adquirirlo todo el que quiera proceder sabiamente en su vida
privada o pública. ¿Por qué razón? Pues porque el
conocimiento inteligible es el que nos permite conocer el
mundo noético, a las ideas que hay en él y a la idea
soberana de todas: la idea de bien, dado que ésta es “causa de
todo lo recto y bello que hay en las cosas” y “productora de verdad
y conocimiento”.
c) Un dualismo cosmológico: que sostiene la existencia de dos
mundos: a) El mundo sensible, donde están los seres sometidos
a la generación y a la muerte, al fluir y al devenir, y que
conocemos por los sentidos; estos seres son simple copia o reflejo
de las entidades noéticas o ideas, equivalen a los objetos que se
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ven dentro de la vivienda-prisión, y de ellos obtenemos doxa u
opinión. b) El mundo inteligible, que es el de las ideas o
esencias, entes reales, auténticos, verdaderos, eternos,
permanentes, inmutables y a los que Platón llama ideas o
esencias. Estas son modelos o arquetipos del mundo sensible.
Equivalen a los seres que hay en el mundo exterior a la caverna.
Son, por tanto, independientes del mundo sensible y son la
causa del ser de las cosas. En el mundo noético estas ideas
están jerarquizadas, es decir, la máxima idea es la idea de Bien,
a la que se subordinan todas las demás: ideas éticas, estéticas, de
relación, los números, etc. Sólo pueden ser conocidas con los
ojos del alma, es decir, con la inteligencia o razón, obteniendo
así episteme, sabiduría o conocimiento propiamente dicho.
d) La necesidad de la Dialéctica. Tras lo dicho anteriormente
cabe preguntarse: ¿Cómo se accede al conocimiento de ese
mundo noético? Platón dice que a través de la Dialéctica, que
es un proceso realizado por el alma (o la parte racional del alma:
la inteligencia) para ascender desde el mundo de las sombras
o apariencias, siguiendo luego por el de los objetos o seres
sensibles, hasta llegar a las entidades matemáticas o
números y finalizando en el mundo de las ideas, para
contemplarlas, conocerlas y, luego, tras bajar del mundo
inteligible al mundo sensible, enseñar estas ideas a los
ciudadanos de la polis. Y es aquí donde Platón deja ver la
e) Intencionalidad última de su filosofía: sólo el filósofo, es
decir, el que ha salido de las sombras de la caverna y ha
ascendido al mundo noético es capaz de crear polis justas y
bellas, ciudades ideales. Por eso, la polis platónica necesita de
unos gobernantes perfectos y justos, formados desde su niñez en
los principios didácticos de la República y llamados a gobernarla
según la Justicia en sí, conocida en el mundo noético. Con esta
solución Platón se inclina por un tipo de gobierno aristocrático – el
de los filósofos – que gobernará la polis, dando lugar a una
sociedad rígidamente estructurada: gobernantes, guerreros y
productores, equivalentes a cada una de las tres partes del alma
respectivamente: gobernantes: alma racional; guerreros: alma
irascible; productores: alma concupiscible. Esto explica que se
haya podido decir que toda la filosofía platónica tenga no sólo una
finalidad política, sino que provenga de la política y por la política.
Otro modo de acceso al mundo inteligible es a través de la
Educación o Paideia, pero este punto es objeto de otro tema de
estudio aparte. En fin, todo lo dicho hasta aquí podríamos
representarlo con el cuadro siguiente:
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MUNDO SENSIBLE
A
Imágenes/Reflejos/
Apariencias/Sombras de las cosas/
D
Cosas u
materiales
DIA- >>>
Conjetura/ Eikasía
MUNDO INTELIGIBLE
C
objetos Números/
Entidades
matemáticas
LÉC- >>>
TI- >>>
Creencia/Pistis
Discurso
Pensamiento/
Diánoia
Matemáticas
Física
DOXA U OPINIÓN O APARIENCIA
CONOCIMIENTO SENSIBLE
E
B
o Ideas/Esencias
CA
o Conocimiento
o
Sabiduría/ Noésis
Dialéctica
CIENCIA O EPISTEME O SABIDURÍA
CONOCIMIENTO INTELIGIBLE
Tema 2º: La Educación platónica
I. ORÍGENES DE LA ‘PAIDEIA’ (EDUCACIÓN) PLATÓNICA.
El modelo educativo de Platón es una clara reacción a los
planteamientos de los sofistas. Estos estaban muy interesados en los
asuntos humanos (antropología y educación) a la par que sostenían,
por un lado, un relativismo epistemológico (del conocimiento) y, por
tanto, la imposibilidad de establecer una verdad única e igual para
todos. El bien, la verdad, la justicia, la virtud, etc., las consideraban
como el resultado de un pacto entre los hombres y de las tradiciones
culturales de cada comunidad. Este relativismo, cultivado con
exageración, no tendría otra salida sino el escepticismo. Por otro
lado, los sofistas posibilitaban el acceso de cualquiera al
conocimiento, aun sin las capacidades adecuadas. Pero este
conocimiento, al decir de Platón, no es tal, ya que no procede de las
ideas, sino de los intereses del cuerpo y del engaño de los sentidos.
Lo mismo que hizo antes su maestro Sócrates, contra esta
concepción se rebelará también Platón, al concebir la existencia de un
mundo habitado por las ideas eternas, permanentes e inmutables,
ajeno a cualquier forma de manipulación humana, y al proponer una
pedagogía que conduzca a todos al conocimiento de ese mundo
noético, la Dialéctica. La filosofía será para él una incesante
búsqueda de la verdad. Y la educación será el método o
camino para llegar a ese fin. Además, la verdad y la educación
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tienen que estar al servicio de la polis para hacer que la
justicia resplandezca.
Esta educación o paideia platónica persigue mostrar los errores
del conocimiento sensible y acceder al mundo de las ideas, ascensión
que, en su último tramo, Platón denomina también Dialéctica:
contemplación de las ideas como consecuencia de la educación
recibida. Durante el proceso de ascensión, el conocimiento camina
desde los objetos materiales y sensibles hasta las esencias o ideas.
Este tramo ascendente es conocido como dialéctica ascendente o
método hipotético-deductivo. El proceso inverso, que va desde las
ideas o esencias hasta su aplicación a la práctica, es la dialéctica
descendente, que actúa en base a los principios ya descubiertos. A fin
de cuentas, el conocimiento de las ideas tiene que servir para
aplicarlo a la vida de los hombres o si no todo esfuerzo es inútil. En
este sentido se puede decir que los gobernantes ejercen el doble
caminar de la dialéctica: primero, ascendiendo hacia las ideas hasta
descubrir la idea de bien y de justicia y luego volver al mundo
material para aplicar sus conocimientos en la marcha de los asuntos
humanos. Esta dialéctica descendente es la que permitirá organizar la
vida de los hombres conforme a la idea de Bien, puesto que ya
habrán sido conocidas las ideas.
II. CONTENIDOS DE LA EDUCACIÓN PLATÓNICA.
Lo dicho hasta aquí es sólo una vertiente de la educación platónica,
una especie de patrón que podría ser aplicado a cada ser individual.
Junto a esta, que podríamos llamar educación formal, se da también
en Platón una clara descripción de los contenidos de la educación,
que es la educación específica, y la única importante, de los que
habrán de dedicarse al gobierno de la polis. Esta educación se
describe entre las secciones VI y XIII del libro VII de la República.
Consta tanto de una secuencia de materias o asignaturas, como de
unos tiempos y edades en las que los distintos conocimientos deberán
ser adquiridos. Todo cuidadosamente regulado y prescrito.
Esta secuencia de contenidos docentes se iniciará hacia los
veinte años, después de que los jóvenes que hayan sido elegidos,
tras haber sido observados en su educación tradicional basada en la
música y en la gimnástica y hayan conocido los ardores de las
guerras. Los conocimientos para los aspirantes a futuros gobernantes
se inician con una sinopsis de todo lo estudiado anteriormente
(ciencias y conocimientos particulares que, en la línea del
conocimiento es la pistis) para pasar luego al estudio de los seres
matemáticos (diánoia) por un periodo que alcanza hasta los treinta
años de edad. Así, sucesivamente, van estudiando: aritmética,
geometría plana, geometría espacial, astronomía y armonía.
En cada uno de los grados de ascenso en el conocimiento lo que
menos tiene que interesar es la práctica para la que cada uno de los
saberes particulares pueda servir, porque en el proceso educativo lo
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que se busca es el entrenamiento en la generalización y la ampliación
del pensamiento abstracto y globalizador que permita acceder al
mundo de las esencias (es lo que se conoce como dialéctica
ascendente). Por lo tanto, todas las disciplinas matemáticas son un
entrenamiento de las capacidades y habilidades del individuo hacia el
verdadero conocimiento que, como ya se ha dicho repetidamente, es
el de las esencias inmutables o ideas.
A partir de los treinta años, y por un periodo de cinco más, los
que han ido superando las pruebas se inician en el conocimiento de la
verdadera dialéctica.
Aquí terminaría el estudio, pero no la misión de quienes han
sido preparados, pues, a partir de ese momento, deben regresar al
mundo sensible y empezar a ocuparse de puestos de gobierno, cada
vez mas importantes. A la edad de cincuenta años ya están
preparados para gobernar. Entre las misiones que debe contemplar el
gobernante es elegir a nuevos estudiantes para prepararlos para
futuras tareas de gobierno.
La dialéctica de Platón, bien distinta de otros usos que ha
tenido y con diferentes impactos de vigencia en nuestro presente,
tiene un doble sentido: por una parte, es el conocimiento de las ideas
o esencias y, por otra, es el método educativo de alcanzar el mundo
de las ideas.
El resumen siguiente podrá ayudarnos a entender lo que
acabamos de decir en este segundo apartado:
III.
ESQUEMA DE LA EDUCACIÓN PLATÓNICA
1. Objetivo:
Descubrir las ideas, especialmente la de Bien.
2. Contenido:
3. Periodos:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
Aritmética
Geometría
Geometría espacial
Astronomía
Armonía
Dialéctica (ver más abajo)
1. Hasta los 20 años (educación general).
2. De los 20 a los 30: matemáticas.
3. De los 30 a los 35: Dialéctica.
4. De los 35 a los 50: Puestos inferiores de gobierno.
5. A partir de los 50: Gobernar y preparar futuros
gobernantes.
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4. Finalidad: Obtener buenos gobernantes para la polis, por haberse
ejercitado en la Dialéctica y haber llegado al conocimiento de las
Ideas del Mundo Noético, por lo que habrá sociedades (polis) justas,
regidas por la Justicia en sí o Idea de Justicia, ya que no podrá ser
manipulada ni tergiversada por los hombres con ningún acuerdo,
pacto o convención, tal como sostenían los sofistas.
5. Dialéctica:
a) En primer lugar, se entiende por Dialéctica tanto el proceso
educativo de ascender desde el mundo sensible al mundo noético
(dialéctica ascendente), con el fin de conocer y contemplar las ideas
que hay en el mismo, como el proceso de bajar desde el mundo
noético al mundo sensible, con el fin de enseñar a los demás el
conocimiento de dichas ideas y el método para llegar hasta ellas.
b) En segundo lugar, se entiende también por Dialéctica el hecho de
conocer las ideas, o sea, el conocimiento y la contemplación de las
ideas en el mundo noético.
IV. LA REVOLUCIÓN EDUCATIVA DE LOS SOFISTAS Y LA
REACCIÓN PLATÓNICA.
La renovación intelectual griega en este periodo (siglo V a. C.)
va de mano de los sofistas, que aportaron aires nuevos a la sociedad
helénica y transformaron la actitud de la gente frente a la filosofía,
logrando interesar al público, ya que ellos traen el interés por los
temas humanos: sociedad, política, gobierno, ley, comercio, etc. La
educación fue el medio por el que transmitieron sus enseñanzas. A
través de ella enseñaban conocimientos y capacitaban a cualquier
joven para convertirlo en un hombre públicamente brillante. Su
paideia (educación) tenía dos novedades: 1) Una sistematización
del saber, como no había ocurrido en la educación anterior; 2)
aportación de ideas críticas con los valores de la tradición, lo
que les hizo entrar en sucesivos conflictos, de los que Sócrates y
Platón son un claro exponente.
Sócrates se opuso tajantemente al relativismo de los sofistas,
del que ya hablamos en el punto primero de este apartado. A
Sócrates le parecía inaudito que no pudiera existir un conocimiento
definitivo, claro y verdadero sobre las virtudes morales de los
hombres, lo que le llevó a rechazar dicho relativismo, pues estaba
convencido de que determinados principios y valores no podían ser
resultado de una convención entre los hombres, sino necesidad de la
naturaleza humana.
Platón, siguiendo los pasos de su maestro, reaccionó también
contra los sofistas y contra todas las enseñanzas de renovación que
significaron los sofistas en el mundo heleno. La democracia
ateniense, ligada estrechamente a los sofistas, después de haber
mantenido intensas guerras con el resto de los griegos para instalar
la hegemonía de Atenas sobre el resto de la Hélade, había
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degenerado en una sucesiva lucha entre partidos e intereses
personales que la sumieron en la decadencia. Reaccionando contra
este estado de cosas, Platón construyó un modelo ideal de Estado en
el que los gobernantes serían los mejores, es decir, los filósofos
(aristocracia del pensamiento), tras recorrer un proceso educativo
que les llevara a conocer las ideas de Bien y de Justicia con el fin de
regir con ellas la polis, pues así concibe Platón la educación: la
sucesiva elección de determinados individuos que van mostrando
crecientes capacidades para elevarse a un grado de abstracción tal
que les permita comprender y ver las realidades conceptuales, es
decir, el mundo noético. Sólo esos tienen que ser educados y no la
totalidad de los individuos. Si en los sofistas la educación pretendía
ser democrática, aunque pagando, en Platón, siendo gratuita (o así se
puede sospechar), sólo está dirigida a unos pocos elegidos (los
aristoi, es decir, los mejores). Una educación que tiene que estar
completamente al servicio de los fines del Estado, que es quien
organiza la vida de los hombres.
Puede que los métodos adoptados por los sofistas y Platón
difieran entre sí, pues, hasta donde alcanzamos a saber, los primeros
sostenían que ellos transmitían conocimientos, mientras que
Platón pretendía que el alumno los descubriera por sí mismo, pero
es que los fines perseguidos por unos y otro eran bien distintos. Los
sofistas nunca diseñaron una ciudad ideal a cuyos fines tenía que
someterse todo, mientras que Platón sí concibió esa poli ideal con una
forma de gobierno y una educación para unos ciudadanos que son
portadores de conocimientos innatos (recuérdese el Mito del carro
alado sobre el origen del alma). De esta educación se extrae una
consecuencia: como todos los alumnos han contemplado lo mismo y
como eso sólo es una cosa, las ideas, sólo hay una verdad (el
conocimiento del Mundo Noético) y un método (la Dialéctica) para
conducir el alma y educarla.
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MODELO DE COMENTARIO DE TEXTO DE PLATÓN.
[1]
TEXTO:
“Pues bien –dije–, esta imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh amigo
Glaucón!, a lo que se ha dicho antes; hay que comparar la región revelada
por medio de la vista con la vivienda-prisión, y a la luz del fuego que hay en
ella, con el poder del sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la
contemplación de las cosas de éste, si la comparas con la ascensión del alma
hasta la región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre, que es lo
que tú deseas conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo
cierto. En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo
último que se percibe, y con trabajo, es la idea de bien, pero, una vez
percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y bello que
hay en todas las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la
luz y al soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de
verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera
proceder sabiamente en su vida privada o pública”.
PLATÓN, República, libro VII.
1. RESUMEN I. En este fragmento del libro VII de la República, que se nos ofrece
para comentar, Platón aplica el mito de la caverna a su filosofía y se sirve de él para
exponernos el dualismo de su pensamiento de esta manera: La caverna equivale al
mundo sensible (“región revelada por medio de la vista”), la luz del fuego que hay en
ella equivale a la luz del sol en el mundo sensible, y el sol equivale al bien en el mundo
inteligible; la subida del prisionero al mundo de arriba equivale a la ascensión del alma
al mundo inteligible (dialéctica). En su conocimiento reside la verdadera sabiduría, ya
que en él están las ideas y la reina de todas ellas, que es el bien. Conociéndolo,
deduciremos que es la causa de todo lo recto y bello, de toda verdad y conocimiento, y
que tiene por fuerza que conocerlo quien quiera obrar sabiamente en su vida privada o
pública.
1. RESUMEN II. En este fragmento del libro VII de la República, que vamos a
comentar, Platón se sirve del mito de la caverna (“esta imagen”) para explicar “lo que se
ha dicho antes”, es decir, bien lo relativo al estado de la naturaleza humana dotada de
educación (paideia) o carente de ella, al que se alude al inicio del libro VII, bien lo
referido a la línea dividida en dos segmentos desiguales, tal como se narra al final del
libro VI. De todo ello se servirá Platón para exponer su pensamiento filosófico dualista,
tal como se deduce del mito de la caverna, mundo de abajo y mundo de arriba, y del
ejemplo de la línea dividida en dos segmentos, el del género visible y el del género
inteligible.
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2. EXPLICACIÓN DE DOS NOCIONES PRESENTES EN EL TEXTO
a) Ascenso al mundo de arriba y el sol
A partir de la interpretación que Platón nos ofrece en el texto, podemos
distinguir claramente dos nociones fundamentales: La primera hace referencia al
ascenso al mundo de arriba y el sol, es decir, al momento en que el prisionero sale al
mundo exterior de la caverna, subida que equivale a la ascensión del alma al mundo
noético, tal como dice Platón en el texto. En este mundo de arriba están las ideas o
esencias, que son entes reales, auténticos, verdaderos, eternos, permanentes, inmutables
y a los que Platón llama ideas o esencias. Estas son modelos o arquetipos del mundo
sensible. Equivalen a los seres que hay en el mundo exterior a la caverna, aquellos
cuyas sombras veían los prisioneros reflejadas en la pared. . Estas ideas o esencias son
independientes del mundo sensible y son la causa del ser de las cosas. En el mundo
noético estas ideas están jerarquizadas, es decir, se subordinan unas a otras en virtud
de su jerarquía. En la cúspide del mismo se encuentra la idea de Bien, que es la reina o
diosa de todas las demás: ideas éticas, ideas estéticas, ideas de relación, los números,
etc. Sólo pueden ser conocidas con los ojos del alma, es decir, con la inteligencia o
razón, obteniendo así episteme, sabiduría o conocimiento propiamente dicho. La
episteme está conformada por dos grados del conocer, que son la dianoia y la nóesis.
La dianoia es el conocimiento que se deriva de los números o entidades matemáticas,
mientras que la nóesis es el conocimiento propiamente dicho, y se obtiene tras conocer
las ideas y, sobre todo, la reina de todas ellas, que es la idea de Bien. La episteme es el
único conocimiento que para Platón merece tal nombre y tiene que adquirirlo todo el
que quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública. ¿Por qué razón? Pues
porque el conocimiento inteligible es el que nos permite conocer el mundo noético, a
las ideas que hay en él y a la idea soberana de todas: la idea de bien, dado que ésta
es “causa de todo lo recto y bello que hay en las cosas” y “productora de verdad y
conocimiento”, como se dice en el texto.
La segunda parte de esta noción, es decir, el sol, es el equivalente que hay en el
mundo sensible a la idea de Bien en el mundo inteligible. Dicho de otra manera: El
sol es el reflejo del Bien en el mundo sensible; así como el sol es quien lo ilumina todo
y es fuente de todas las cosas que percibimos por los sentidos, así la idea de Bien es
causa de todo lo que se comprende y “es productora de toda verdad y conocimiento”, tal
como afirma el texto. Como al sol le están supeditados los otros astros: luna, estrellas,
etc., así al Bien quedan sometidas las otras ideas: éticas, estéticas, de relación, números,
etc, ya que en el mundo noético éstas están jerarquizadas y sometidas a la reina de
todas ellas que es la idea de Bien.
Ahora bien, ¿cómo se accede al conocimiento del mundo de arriba o noético?
Platón dice que a través de un proceso dialéctico que realiza el alma (o la parte racional
del alma: la inteligencia) ascendiendo desde el mundo de las sombras o apariencias,
siguiendo por el de los objetos o seres sensibles, hasta llegar a las entidades
matemáticas o números y finalizando en el mundo de las ideas, para contemplarlas y
conocerlas. Posteriormente, tras este conocimiento, hay que bajar desde el mundo
inteligible al mundo sensible y enseñar a los demás ciudadanos de la polis dichas
esencias o ideas, con el fin de que reinen entre ellos y en la polis. De este modo
tendremos una polis justa al estar gobernada no por intereses espurios o ilegítimos, sino
por la Justicia en sí. Con esta referencia a descender del mundo de arriba a la caverna o
mundo sensible entramos de lleno en la segunda noción, que es:
12
b) El retorno a la caverna y las tinieblas.
Es lo que acabamos de enunciar: que todos los que han llegado al mundo
noético tienen la obligación de volver a la caverna, es decir, descender al mundo
sensible, para mostrar la verdadera realidad conocida allá arriba a los que aún
permanecen en el reino de la opinión o doxa, es decir, a los prisioneros que siguen
encadenados en la caverna, con el fin de liberarlos de las cadenas de su ignorancia y
ayudarles a ascender al mundo de arriba. La razón de este descenso estriba en que el
mundo de la caverna representa al mundo sensible, donde están los seres sometidos a la
generación y a la muerte, al fluir y al devenir, y que conocemos por los sentidos, como
los prisioneros los conocían por al vista; estos seres son simple copia o reflejo de las
entidades noéticas o ideas y equivalen a los objetos que se ven dentro de la viviendaprisión, y de ellos obtenemos doxa u opinión; la doxa está formada por dos grados de
conocimiento, que son la eikasia y la pistis. El primer grado o eikasia es el
conocimiento que obtenemos de las imágenes, sombras, reflejos o apariencias de las
cosas materiales. El segundo o pistis es el conocimiento que nos dan las cosas u objetos
materiales. En resumen, que la caverna es imagen del mundo sensible y las tinieblas
equivalen a los grados del conocimiento que tienen los hombres que permanecen en ella, a
saber, la eikasia y la pistis, cuya suma da doxa, opinión o conocimiento sensible, que no
es conocimiento propiamente dicho, sino una copia, remedo o imitación del conocimiento.
El retorno a la caverna tiene pretende enseñar a sus moradores el verdadero
conocimiento. En este proceso surgen dificultades, tales como la torpeza al tratar sobre
asuntos humanos que son opinables, la ceguera de los ojos al volver a las tinieblas, es
decir, al mundo de las sombras y de la opinión, la incomprensión de la gente, pues se ríe de
ellos, etc. Todo esto manifiesta que quienes han visto las ideas del mundo noético no
discuten sobre ellas, como se hace en el mundo de la opinión, sino que gozan con su
contemplación y conocimiento y con que los demás las conozcan, las contemplen y las
pongan como guías rectoras de su vida en la polis.
3. SINTESIS TEÓRICA O DOCTRINAL: LA
TEORÍA DE LAS IDEAS
No es fácil interpretar el sentido exacto de esta teoría, ya que no aparece expuesta
sistemáticamente en ningún diálogo de Platón y, además, experimentó una continua
evolución y revisión.
Aristóteles, que debió conocer muy bien la doctrina de su maestro – no en vano pasó
veinte años en la Academia platónica -, nos proporciona algunas pistas de
interpretación al indicar cuáles son las fuentes de inspiración y las intenciones de
dicha teoría:
“Platón, en general, está de acuerdo con las teorías de los
pitagóricos, aunque también tiene cosas propias. En efecto, desde su
juventud se había familiarizado con Cratilo y con la opinión de Heráclito de
que todas las cosas sensibles están en flujo permanente, por lo que no hay
ciencia (episteme) posible de estos objetos, y él mismo sostuvo esta doctrina
más tarde. Por otra parte, fue discípulo de Sócrates, quien, desentendiéndose
de la naturaleza en su conjunto, se consagró exclusivamente a los problemas
13
morales, proponiéndose lo universal como objeto de sus indagaciones y siendo
el primero que aplicó el pensamiento a dar definiciones. Por ello, Platón,
heredero de esta doctrina y habituado a la indagación de lo universal, pensó
que las definiciones no podían referirse a los seres sensibles – ya que no es
posible dar una definición común de objetos que cambian continuamente -,
sino a otro tipo de seres. A estos seres los llamó Ideas. Y añadió que las cosas
sensibles existen separadas de las Ideas, pero que de ellas reciben su nombre,
ya que todas las cosas, en virtud de su participación en las Ideas, reciben el
mismo nombre que las Ideas. En cuanto a la participación, Platón no hizo
sino cambiar el nombre, ya que los pitagóricos afirman que los entes son por
imitación (mímesis) de los números, y Platón, que son participación
(méthexis), pero ni aquellos ni éste se preocuparon de indagar qué era la
participación o la imitación de la Ideas” (Aristóteles, Metafísica, I, 6, 987 a
30 b 15).
A partir de estas indicaciones de Aristóteles es posible comprender la evolución de la
teoría de las Ideas:
1º. En los primeros diálogos Platón se mantiene fiel a la orientación fundamental de la
investigación socrática: buscar la definición de las virtudes. Así, Platón se pregunta,
por ejemplo, “¿Qué es el valor?”. Un sofista como Protágoras respondería que la
palabra “valor” no puede recibir una definición universal, ya que hay tantas opiniones
como hombres acerca de lo que es el “valor”. La postura de Sócrates y Platón es muy
distinta: debe haber algo común a todos los actos valientes que pueda ser definido
como “el valor”. Ese algo común es llamado por Platón Idea. El término aparece por
primera vez en su obra Eutrifón, que trata sobre la piedad (es decir, lo agradable a los
dioses).
En este estadio inicial, la teoría de las ideas tiene una intención ética de inspiración
socrática: para ser virtuoso es preciso saber qué es cada virtud. Es decir, se trata de
averiguar cuál es el carácter o idea común que debemos encontrar en las acciones
humanas para afirmar que son virtuosas. Una vez que lo hayamos descubierto y
definido, esta idea nos servirá de medida para juzgar acerca del valor moral de una
acción. Ya no es, como pensaría Protágoras o cualquier sofista, la opinión de cada uno
lo que sirve como medida (metron) de la virtud, la medida es algo objetivo e
independiente de toda opinión personal o comunitaria.
2º. En los diálogos de madurez la teoría de las ideas experimenta una transformación
fundamental. La nueva concepción de las Ideas puede resumirse así:
-
Las ideas son esencias (ousía = realidad), es decir, aquello por lo que una cosa
(particular) es lo que es. Así, la idea de belleza es la Belleza-en-sí y aquello por lo
que las cosas son bellas.
-
La gran novedad de la teoría es la afirmación de que las ideas existen separadas
de las cosas particulares. Ya no son, como en el apartado anterior, un algo común
que está en las cosas. Menos todavía son conceptos o representaciones mentales.
Son entidades que poseen existencia real e independiente. Cada Idea es una
sustancia (ousía), algo que existe en-sí como una realidad transcendente y no
inmanente a las cosas.
14
-
De aquí se deduce una concepción dualista del mundo. Por un lado, el mundo
visible, sensible, material, etc. de las cosas particulares, sujetas a la generación y a
la muerte, al cambio y a la transformación, al que él llama Cosmos Horatós o
Aiszetós; por otro, el Mundo Inteligible o Mundo de las Ideas, al que llama también
Cosmos Noetós. Este dualismo aparece bellamente expuesto en el Mito de la
Caverna (República VII): el mundo irreal de las sombras en el interior de la caverna
y el mundo real de la luz solar en el exterior; el mundo de dentro es un mundo en
continuo cambio y transformación (Heráclito), dotado de cosas particulares que, al
no tener en sí su propia esencia, carecen de realidad, es decir, son sólo
apariencias. En cambio, el mundo de fuera es el verdaderamente real: cada Idea,
en cuanto existe en-sí, es una sustancia (ousía = realidad).
-
Las Ideas, en cuanto esencias o sustancias, gozan de las características del Ser de
Parménides: cada una es única, eterna, permanente, inmutable. Pero esto no
quiere decir que las Ideas sean realidades corpóreas ni tampoco realidades
sensibles, sino únicamente inteligibles, es decir, sólo se pueden conocer por la
inteligencia; de ahí la expresión platónica Mundo Inteligible. Por el contrario, las
cosas son múltiples, temporales, cambiantes y sujetas a la generación y a la
muerte y sólo son conocidas por los sentidos corporales; de ahí la expresión
platónica Mundo sensible.
-
Relación entre las Ideas y las cosas. Para expresar dicha relación Platón usa
diversas denominaciones. Desde el punto de vista de las cosas, se dice que es una
relación de participación (méthexis) o imitación (mímesis). Desde el punto de
vista de las Ideas es llamada presencia (parousía); también se dice que las Ideas
son causa (aitía) de las cosas, no en cuanto que produzcan las cosas, sino en cuanto
son sus esencias. De ahí que las cosas no sean reales, sino reflejo (eídolon) o
imitación de las Ideas.
-
Clases de Ideas. La teoría de las Ideas implica que debe haber una idea
correspondiente a cada nombre común. En los primeros diálogos sólo hay
referencia a las Ideas éticas o morales (virtudes: Prudencia, Justicia, Fortaleza,
Templanza, etc). Sin embargo, en los diálogos de madurez se añaden las Ideas
estéticas (Belleza, Orden, Armonía, etc), Ideas de relación (Igualdad, Semejanza,
Superioridad, etc.), Ideas matemáticas o números (Unidad, Paridad, Dualidad,
Trinidad, etc.).
-
Relación entre las Ideas. El Mundo Inteligible está jerarquizado, es decir, tiene un
orden, una armonía, un equilibrio, etc., que Platón expresa con la jerarquía que en
él tienen las Ideas. La principal de todas es la Idea de Bien, que es como la reina y
señora del mundo noético; tras ella, vienen las Ideas éticas; luego, las estéticas, le
siguen las ideas de relación y, finalmente, las ideas matemáticas. Estas últimas
son realidades intermedias entre las Ideas y las cosas.
-
Por último, digamos que la intención de la Teoría de las Ideas se amplía: ahora no
sólo tiene una dimensión moral, sino que adquiere una dimensión política,
claramente perceptible en la República. Esta dimensión política preconiza que los
filósofos han de ser los gobernantes de la polis, gobierno que deben ejercer no
por ambiciones políticas ni de poder, sino guiados por ideales (las Ideas)
15
transcendentes y absolutos. Hay también otra intención: Una intención científica,
es decir, el objeto de la ciencia (episteme) sólo pueden ser las Ideas.
-
Conclusión. De la doctrina platónica sobre las Ideas podemos deducir:
a) Un dualismo ontológico, que consiste en la existencia de dos clases de seres, a
saber, los seres materiales, propios del mundo sensible, y los seres ideales, que
son las ideas o esencias del mundo noético, verdaderas causas de todo lo real o
todo lo que existe.
b) Un dualismo epistemológico, consistente en admitir dos clases de
conocimiento: el conocimiento sensible, al que Platón llama doxa u opinión, y que
es un remedo, intento o apariencia de conocimiento. La otra clase de conocimiento
es el conocimiento inteligible, al que denomina episteme o sabiduría. Este último
es el único que merece tal nombre y tiene que adquirirlo todo el que quiera proceder
sabiamente en su vida privada o pública. ¿Por qué razón? Pues porque el
conocimiento inteligible es el que nos permite conocer el mundo noético, a las
ideas que hay en él y a la idea soberana de todas: la idea de bien, dado que ésta
es “causa de todo lo recto y bello que hay en las cosas” y “productora de verdad y
conocimiento”.
c) Un dualismo cosmológico: que sostiene la existencia de dos mundos: a) El
mundo sensible, donde están los seres sometidos a la generación, etc., tal como
acabamos de explicar en el apartado anterior. b) El mundo inteligible, que es el de
las ideas o esencias, también explicado en el apartado anterior.
d) La necesidad de la Dialéctica. Tras lo dicho anteriormente cabe preguntarse:
¿Cómo se accede al conocimiento de ese mundo noético? Repetimos lo dicho en
el párrafo anterior: Platón dice que a través de la Dialéctica, que es un proceso
realizado por el alma (o la parte racional del alma: la inteligencia) para ascender
desde el mundo de las sombras o apariencias, siguiendo luego por el de los
objetos o seres sensibles, hasta llegar a las entidades matemáticas o números y
finalizando en el mundo de las ideas, para contemplarlas, conocerlas y, luego, tras
bajar del mundo inteligible al mundo sensible, enseñar estas ideas a los
ciudadanos de la polis. Y es aquí donde Platón deja ver la
e) Intencionalidad última de su filosofía: sólo el filósofo, es decir, el que ha
salido de las sombras de la caverna y ha ascendido al mundo noético es capaz
de crear polis justas y bellas, ciudades ideales. Por eso, la polis platónica necesita
de unos gobernantes perfectos y justos, formados desde su niñez en los principios
didácticos de la República y llamados a gobernarla según la Justicia en sí, conocida
en el mundo noético. Con esta solución Platón se inclina por un tipo de gobierno
aristocrático – el de los filósofos – que gobernará la polis, dando lugar a una
sociedad rígidamente estructurada: gobernantes, guerreros y productores,
equivalentes a cada una de las tres partes del alma respectivamente: gobernantes:
alma racional; guerreros: alma irascible; productores: alma concupiscible. Esto
explica que se haya podido decir que toda la filosofía platónica tenga no sólo una
finalidad política, sino que provenga de la política y por la política. Otro modo de
acceso al mundo inteligible es a través de la Educación o Paideia, pero este punto
16
es objeto de otro tema de estudio aparte. En fin, todo lo dicho hasta aquí podríamos
representarlo con el cuadro siguiente:
MUNDO SENSIBLE
A
Imágenes/Reflejos/
Apariencias/Sombras de las cosass/
D
Cosas u
materiales
DIA->>>
Conjetura/ Eikasía
MUNDO INTELIGIBLE
C
objetos Números/
Entidades
matemáticas
LÉC->>>
Creencia/Pistis
Física
DOXA U OPINIÓN O APARIENCIA
CONOCIMIENTO SENSIBLE
TI->>>
Discurso
Pensamiento/
Diánoia
Matemáticas
E
o Ideas/Esencias
B
CA
o Conocimiento
o
Sabiduría/ Noésis
Dialéctica
CIENCIA
O
EPISTEME
SABIDURÍA
CONOCIMIENTO INTELIGIBLE
O
Como conclusión, digamos que hemos de reconocer en Platón a una de las cimas
más altas del pensamiento humano, ya que él dio a la filosofía el estatuto que ésta ha
mantenido hasta la actualidad, hasta el punto de que se ha podido decir que toda la
filosofía occidental no es sino una nota a pie de página a lo establecido o dicho por
Platón (Whitehead).
4. CONTEXTUALIZACIÓN.
Como hemos dicho en páginas anteriores, el texto de nuestro comentario es un
fragmento de la República de Platón. Esta obra tiene como tema central la justicia.
Como en otros diálogos platónicos, los adversarios de Platón son los sofistas,
concretamente las dos tesis sofistas según las cuales a) la justicia, de acuerdo con la
naturaleza, consiste en el dominio del más fuerte, y b) el injusto es más feliz que el
hombre justo (entendiendo por ‘justo’ lo que convencionalmente se entiende). Frente a
la primera tesis, Platón tratará de definir qué es la justicia y, contra la segunda tesis,
tratará de mostrar que la felicidad sólo es posible si hay justicia.
Loa libros II, III y IV de la República están dedicados a definir qué es la
justicia. Para ello, Platón examina las clases o grupos sociales de que se compone un
estado (productores, guardianes, gobernantes). La justicia consiste en el orden de estos
tres grupos, cumpliendo adecuadamente su función cada uno de ellos.
Los libros V, VI y VII están dedicados a estudiar bajo qué condiciones puede
realizarse un estado justo. De éstos, el libro VII constituye un texto fundamental en el
conjunto de la obra platónica, pues en él se cruzan los caminos principales que recorren
sus Diálogos. De ahí la posibilidad de una hermenéutica (interpretación) plural de dicho
libro VII, como:
17





Una interpretación metafísica, basada en la división de dos mundos, sensible e
inteligible, como división de lo aparente y lo verdadero.
Una interpretación epistemológica, o explicación de las condiciones, génesis,
tipos y niveles de conocimiento.
Una interpretación ético-política, construida sobre el destino de la polis, y que es,
a nuestro parecer, el hilo conductor más visible del conjunto de la República.
Una interpretación pedagógica, que subraya y pretende en este texto el problema
de la paideia – educación, en el sentido amplio de cultura y formación –, problema
al que se refiere directamente la alegoría de la caverna, al comienzo del Libro VII, y
que remite a una detallada explicación sobre cómo organizar académicamente el
saber en la ciudad.
Una interpretación antropológica, desde la que contemplaríamos el tema del
destino del hombre como ser arrojado a una situación original de ignorancia,
oscuridad y encierro, y de la que sólo puede escapar mediante una cierta violencia
liberadora.
Estos esquemas no son excluyentes entre sí, sino que se complementan unos con
otros o, mejor dicho, se complican unos con otros.
No conviene tampoco olvidar la relación existente entre el final del libro VI y el
principio del libro VII de la República. En aquel – final del libro VI –, Platón nos
expone por boca de Sócrates el ejemplo de la línea o del segmento: Tomemos, dice
Sócrates, una línea cortada en dos segmentos desiguales (puesto que representan
mundos heterogéneos), y volvamos a cortar cada uno de dichos segmentos según una
misma proporción. El primer subsegmento representa las imágenes en general: las
sombras de las cosas, los reflejos de las mismas, u otras cosas semejantes. El segundo
corresponde a la parte del mundo sensible – naturaleza: animales y plantas, y a los
productos fabricados por el hombre. El tercero representa las entidades matemáticas o
números. El cuarto y último es el representante de las ideas o esencias. Como vemos,
este símil del libro VI representa lo que de forma más gráfica vemos al inicio del libro
VII: la división de la realidad en dos mundos y, a su vez, la subdivisión de cada uno de
ellos en otras dos partes, correspondientes a cada uno de los grados del conocimiento,
tal como se percibe también en el mito de la caverna. La relación entre ambos mundos
es recíproca y complementaria.
Los últimos libros de la República – VIII, IX y X – se ocupan de la injusticia, de la
educación y del tema de la felicidad.
En la República de Platón podemos rastrear la huella o las influencias filosóficas de
los pensadores que le precedieron, entre los que destacamos a:




Heráclito, de quien recoge el reconocimiento de la existencia de una realidad
material y cambiante, sometida al fluir y al devenir.
Parménides, de quien acepta la tesis de la unidad e inmutabilidad del Ser - el ser es,
el no ser no es, -.
Pitágoras y los pitagóricos, de quienes heredará el dualismo materia/espíritu,
cuerpo/alma, y, como ellos, privilegiará lo segundo (espíritu - alma) en detrimento
de lo primero (materia – cuerpo.
Anaxágoras y su teoría de una mente ordenadora o nous que influye en Platón
como precedente de la concepción de las Ideas como verdaderas causas de lo real.
18

Su maestro Sócrates, quien sembrará en él la aspiración por llegar al conocimiento
de las esencias y el concepto de Dialéctica que, para Platón, no será sólo la Ciencia
de las Ideas, sino también el procedimiento, camino o método para conocerlas y
contemplarlas. También heredará de Sócrates la preocupación por los problemas de
tipo social y político.
Pero donde se percibe con toda claridad la presencia de Platón es en la Historia de la
Filosofía posterior a él. Se ha dicho, y no sin exageración, que toda la historia de la
filosofía occidental no es sino un conjunto de notas a pie de página del pensamiento de
Platón (Whitehead). Sea como fuere, una cosa sí es cierta y es que Platón ha influido
poderosamente en toda la historia del pensamiento de Occidente. Veamos por qué:
1.
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3.
4.
5.
6.
En primer lugar, por una razón general y fundamental: aquello que entendemos por
filosofía ha alcanzado en Platón su primera y definitiva caracterización. Toda la
filosofía que ha venido después tiene que ver con el estatuto que Platón dio a este
tipo de conocimiento.
Las críticas internas a la historia de la filosofía, como la que hizo Nietzsche, avalan
esta idea. En efecto, Nietzsche considera la historia de la filosofía occidental como
la historia de un error, que no es otro que el error platónico. Nietzsche entiende
por error platónico la división de la realidad en dos mundos – cosmos noetós y
cosmos aiszetós –, la supremacía del primero sobre el segundo y la referencia
absoluta al Bien y a la Verdad como oposición al error y al mal. En la crítica que
Hume hará a los principios básicos de la Metafísica: el principio de causalidad, la
idea de sustancia, etc., subyace también una crítica al pensamiento platónico.
Dígase lo mismo de la crítica hecha por Kant y Heidegger, acusando este último a
Platón de haber subordinado la verdad a la idea. Su mismo discípulo, Aristóteles,
criticó algunas doctrinas del maestro, vgr., la existencia de las ideas separadas de
las cosas y la división del mundo en sensible e inteligible. Para Aristóteles, las
ideas se encuentran integradas en las cosas – son su esencia – y el mundo
inteligible se encuentra integrado en el sensible. La tarea del filósofo será captar la
universalidad de la esencia en los fenómenos particulares, en el mundo sensible.
Aristóteles no desprecia el valor de los sentidos como hizo Platón. Si para éste el
conocimiento consiste en la elevación, mediante la dialéctica, desde el mundo
sensible al inteligible, Aristóteles piensa que todo conocimiento es abstracción a
partir de la sensación: sin sensación no hay conocimiento.
La Academia fundada por Platón perduró durante varios siglos. Aunque el
pensamiento de la Academia sufrió muchas variaciones al confrontarse con el
helenismo, el estoicismo y el escepticismo, hasta el punto de llegar en su última
etapa a un cierto grado de escepticismo que podríamos enunciar así: La verdad es
la norma absoluta del pensamiento, pero al hombre se le ha negado la posibilidad
de conocerla. Contra este escepticismo y este relativismo se rebeló posteriormente
San Agustín en su tratado Contra Academicos, donde defiende la posibilidad del
conocimiento de la verdad frente al escepticismo de los académicos.
En el siglo III d. C. se recupera el sentido metafísico-espiritual del pensamiento
platónico a través del llamado Neoplatonismo, cuya máxima figura es Plotino.
El Cristianismo se nutrió también del pensamiento platónico y sus variantes:
neoplatonismo y helenismo.
Por último, en el umbral de la Edad Moderna, en la que confluyen las nuevas
ciencias físico-matemáticas y la metafísica, son de nuevo perceptibles los ecos del
platonismo. Los encontramos en Descartes, en todo el Racionalismo moderno y en
19
la ciencia que se desarrolla a partir del Renacimiento: allí donde se prescinde de las
apariencias sensibles en favor de hipótesis ideales.
MODELO DE COMENTARIO DE TEXTO DE PLATÓN
[2]
TEXTO: “Pues bien – dije – dame también la razón en esto otro: no te extrañes de que los que
han llegado a ese punto no quieran ocuparse en asuntos humanos; antes bien, sus almas tienden
siempre a permanecer en las alturas, y es natural, creo yo, que así ocurra, al menos si también
esto concuerda con la imagen de que se ha hablado [...] ¿Y qué? ¿Crees – dije yo – que haya que
extrañarse de que, al pasar un hombre de las contemplaciones divinas a las miserias humanas, se
muestre torpe y sumamente ridículo cuando, viendo todavía mal y no hallándose aún
suficientemente acostumbrado a las tinieblas que le rodean, se ve obligado a discutir en los
tribunales o en otro lugar cualquiera, acerca de las sombras de lo justo o de las imágenes de las
que ellas son reflejo, y a contender acerca del modo en que interpretan esas cosas los que jamás
han visto la justicia en sí?”. Platón. República, libro VII.
1. RESUMEN.- En este fragmento del libro VII de La República Platón nos habla de la
tendencia del alma a permanecer en las alturas (del mundo noético), de su resistencia a bajar al
mundo de la opinión (mundo sensible), y de la torpeza que muestra al tener que debatir con
quienes no conocen las ideas o esencias, sino las sombras o reflejo de las mismas.
2. NOCIONES PRESENTES EN EL TEXTO.- Del contenido del texto podemos deducir dos
nociones fundamentales del pensamiento platónico, que explicamos a continuación.
1) El ascenso al mundo de arriba y el sol.
Esta imagen corresponde al momento en que el prisionero sale al mundo exterior de la
caverna, subida que equivale a la ascensión del alma al mundo noético, tal como Platón lo
interpreta en el texto. En este mundo de arriba están las ideas o esencias, que son entes reales,
auténticos, verdaderos, eternos, permanentes, inmutables. Son modelos o arquetipos del
mundo sensible. Equivalen a los seres que hay en el mundo exterior a la caverna, aquellos cuyas
sombras veían los prisioneros reflejadas en la pared. . Estas ideas o esencias son
independientes del mundo sensible y son la causa del ser de las cosas. En el mundo noético
estas ideas están jerarquizadas, es decir, se subordinan unas a otras en virtud de su jerarquía.
En la cúspide del mismo se encuentra la idea de Bien, que es la reina o diosa de todas las demás:
ideas éticas, ideas estéticas, ideas de relación, los números, etc. Sólo pueden ser conocidas
con los ojos del alma, es decir, con la inteligencia o razón, obteniendo así episteme, sabiduría
o conocimiento propiamente dicho. La episteme está conformada por dos grados del conocer,
que son la dianoia y la nóesis. La dianoia es el conocimiento que se deriva de los números o
entidades matemáticas, mientras que la nóesis es el conocimiento propiamente dicho, y se
obtiene tras conocer las ideas y, sobre todo, la reina de todas ellas, que es la idea de Bien. La
episteme es el único conocimiento que para Platón merece tal nombre y tiene que adquirirlo
todo el que quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública. ¿Por qué razón? Pues
porque las ideas y, sobre todo el Bien, son “causa de todo lo recto y bello que hay en las cosas”
y “productora de verdad y conocimiento”.
La segunda parte de esta noción, es decir, el sol, es el equivalente que hay en el mundo
sensible a la idea de Bien en el mundo inteligible. Dicho de otra manera: El sol es el reflejo del
20
Bien en el mundo sensible; así como el sol es quien lo ilumina todo y es fuente de todas las
cosas que percibimos por los sentidos, así la idea de Bien es causa de todo lo que se comprende
y “es productora de toda verdad y conocimiento”, tal como afirma el texto. Como al sol le están
supeditados los otros astros: luna, estrellas, etc., así al Bien quedan sometidas las otras ideas:
éticas, estéticas, de relación, números, etc, ya que en el mundo noético éstas están jerarquizadas
y sometidas a la reina de todas ellas que es la idea de Bien.
Ahora bien, ¿cómo se accede al conocimiento del mundo de arriba o noético? Platón
dice que a través de un proceso dialéctico que realiza el alma (o la parte racional del alma: la
inteligencia) ascendiendo desde el mundo de las sombras o apariencias, siguiendo por el de
los objetos o seres sensibles, hasta llegar a las entidades matemáticas o números y
finalizando en el mundo de las ideas, para contemplarlas y conocerlas. Posteriormente, tras
este conocimiento, hay que bajar desde el mundo inteligible al mundo sensible y enseñar a
los demás ciudadanos de la polis dichas esencias o ideas, con el fin de que reinen entre ellos y
en la polis. De este modo tendremos una polis justa al estar gobernada no por intereses espurios
o ilegítimos, sino por la Justicia en sí. Con esta referencia a descender del mundo de arriba a la
caverna o mundo sensible entramos de lleno en la segunda noción, que es:
2. El retorno a la caverna y las tinieblas.
Como acabamos de enunciar, todos los que han llegado al mundo noético tienen la obligación
de volver a la caverna, es decir, descender al mundo sensible, para mostrar la verdadera realidad
a los que aún permanecen en el reino de la opinión o doxa, es decir, a los prisioneros que siguen
encadenados en la caverna, con el fin de liberarlos de las cadenas de su ignorancia y ayudarles a
ascender al mundo de arriba. La razón de este descenso estriba en que el mundo de la caverna
representa al mundo sensible, donde están los seres sometidos a la generación y a la muerte, al
fluir y al devenir, y que conocemos por los sentidos, como los prisioneros los conocían por al
vista; estos seres son simple copia o reflejo de las entidades noéticas o ideas y equivalen a los
objetos que se ven dentro de la vivienda-prisión, y de ellos obtenemos doxa u opinión; la doxa
está formada por dos grados de conocimiento, que son la eikasia y la pistis. El primer grado o
eikasia es el conocimiento que obtenemos de las imágenes, sombras, reflejos o apariencias de
las cosas materiales. El segundo o pistis es el conocimiento que nos dan las cosas u objetos
materiales. En resumen, que la caverna es imagen del mundo sensible y las tinieblas equivalen a
los grados del conocimiento que tienen los hombres que permanecen en ella, a saber, la eikasia y
la pistis, cuya suma da doxa, opinión o conocimiento sensible, que no es conocimiento
propiamente dicho, sino una copia, remedo o imitación del conocimiento.
Este retorno conlleva dificultades, tales como la torpeza al tratar sobre asuntos humanos
que son opinables, la ceguera de los ojos al volver a las tinieblas, es decir, al mundo de las sombras
y de la opinión, la incomprensión de la gente, pues se ríe de ellos, etc. Todo esto manifiesta que
quienes han visto las ideas del mundo noético no discuten sobre ellas, como se hace en el mundo
de la opinión, sino que gozan con su contemplación y conocimiento y con que los demás las
conozcan, las contemplen y las pongan como guías rectoras de su vida en la polis.
3. SINTESIS TEÓRICA O DOCTRINAL: LA TEORÍA DE LAS IDEAS
No es fácil interpretar el sentido exacto de esta teoría, ya que no aparece expuesta
sistemáticamente en ningún diálogo de Platón y, además, experimentó una continua evolución
y revisión.
Aristóteles nos dice que Platón siguió un tiempo la opinión de Heráclito de que todas
las cosas sensibles están en flujo permanente, y él mismo sostuvo esta doctrina más tarde (que
plasmaría en su Mundo Sensible). Por otra parte, fue discípulo de Sócrates, quien se consagró a
los problemas morales, proponiéndose lo universal como objeto de sus indagaciones y siendo
el primero que aplicó el pensamiento a dar definiciones. Siguiendo esta doctrina de su maestro,
Platón llamó Ideas a dichos objetos universales. De los pitagóricos recibió la importancia de
los números (que él coloca en la base del Mundo Noético) y cambió el concepto pitagórico de
imitación (mímesis) por el de participación (méthexis). Hasta aquí Aristóteles (Metafísica, I, 6,
21
987 a 30 b 15). A partir de estas indicaciones de Aristóteles es posible comprender la evolución
de la teoría de las Ideas:
1º. En los primeros diálogos Platón se mantiene fiel a la orientación socrática: buscar la
definición de las virtudes, a las que definirá como algo común a todos los actos humanos. Ese
algo común es llamado por Platón Idea. El término aparece por primera vez en su obra
Eutrifón. En este estadio inicial, la teoría de las ideas tiene una intención ética de inspiración
socrática: para ser virtuoso es preciso saber qué es cada virtud. Es decir, se trata de averiguar
cuál es el carácter o idea común que debemos encontrar en las acciones humanas para afirmar
que son virtuosas.
2º. En los diálogos de madurez la teoría de las ideas experimenta una transformación
fundamental. La nueva concepción de las Ideas puede resumirse así:
-
Las ideas son esencias (ousía = realidad) que existen separadas de las cosas particulares.
Se entiende por esencia aquello por lo que una cosa (particular) es lo que es. Así, la idea de
belleza es la Belleza-en-sí y aquello por lo que las cosas son bellas. Son entidades que
poseen existencia real e independiente. Cada Idea es una sustancia (ousía), algo que existe
en-sí como una realidad transcendente y no inmanente a las cosas.
-
Las Ideas, en cuanto esencias o sustancias, gozan de las características del Ser de
Parménides: cada una es única, eterna, permanente, inmutable. Pero esto no quiere decir
que las Ideas sean realidades corpóreas ni tampoco realidades sensibles, sino únicamente
inteligibles, es decir, sólo se pueden conocer por la inteligencia; de ahí la expresión
platónica Mundo Inteligible. Por el contrario, las cosas son múltiples, temporales,
cambiantes y sujetas a la generación y a la muerte y sólo son conocidas por los sentidos
corporales; de ahí la expresión platónica Mundo sensible.
-
Relación entre las Ideas y las cosas. Para expresar dicha relación Platón usa diversas
denominaciones. Desde el punto de vista de las cosas, se dice que es una relación de
participación (méthexis) o imitación (mímesis). Desde el punto de vista de las Ideas es
llamada presencia (parousía); también se dice que las Ideas son causa (aitía) de las cosas,
no en cuanto que produzcan las cosas, sino en cuanto son sus esencias. De ahí que las
cosas no sean reales, sino reflejo (eídolon) o imitación de las Ideas.
-
Clases de Ideas. La teoría de las Ideas implica que debe haber una idea correspondiente a
cada nombre común. En los primeros diálogos sólo hay referencia a las Ideas éticas o
morales (virtudes: Prudencia, Justicia, Fortaleza, Templanza, etc.). Sin embargo, en los
diálogos de madurez se añaden las Ideas estéticas (Belleza, Orden, Armonía, etc.), Ideas
de relación (Igualdad, Semejanza, Superioridad, etc.), Ideas matemáticas o números
(Unidad, Paridad, Dualidad, Trinidad, etc.).
-
Relación entre las Ideas. El Mundo Inteligible está jerarquizado, es decir, tiene un orden,
una armonía, un equilibrio, etc., que Platón expresa con la jerarquía que en él tienen las
Ideas. La principal de todas es la Idea de Bien, que es como la reina y señora del mundo
noético; tras ella, vienen las Ideas éticas; luego, las estéticas, le siguen las ideas de
relación y, finalmente, las ideas matemáticas. Estas últimas son realidades intermedias
entre las Ideas y las cosas.
-
Por último, digamos que la intención de la Teoría de las Ideas se amplía: ahora no sólo
tiene una dimensión moral, sino que adquiere una dimensión política, claramente
perceptible en la República. Esta dimensión política preconiza que los filósofos han de
ser los gobernantes de la polis, gobierno que deben ejercer no por ambiciones políticas ni
de poder, sino guiados por ideales (las Ideas) transcendentes y absolutos. Hay también otra
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intención: Una intención científica, es decir, el objeto de la ciencia (episteme) sólo pueden
ser las Ideas.
-
Conclusión. De la doctrina platónica sobre las Ideas podemos deducir:
a) Un dualismo ontológico, que consiste en la existencia de dos clases de seres, a saber,
los seres materiales, propios del mundo sensible, y los seres ideales, que son las ideas o
esencias del mundo noético.
b) Un dualismo epistemológico, consistente en admitir dos clases de conocimiento: el
conocimiento sensible, al que Platón llama doxa u opinión, y el conocimiento inteligible,
al que denomina episteme o sabiduría.
c) Un dualismo cosmológico, que sostiene la existencia de dos mundos: El mundo
sensible, donde están los seres sometidos a la generación y a la muerte, etc., y el mundo
inteligible, que es el de las ideas o esencias.
d) La necesidad de la Dialéctica. Tras lo dicho anteriormente cabe preguntarse: ¿Cómo se
accede al conocimiento de ese mundo noético? A través de la Dialéctica, que es un
proceso realizado por el alma (o la parte racional del alma: la inteligencia) para ascender
desde el mundo de las sombras o apariencias, siguiendo luego por el de los objetos o
seres sensibles, hasta llegar a las entidades matemáticas o números y finalizando en el
mundo de las ideas, para contemplarlas, conocerlas y, luego, tras bajar del mundo
inteligible al mundo sensible, enseñar estas ideas a los ciudadanos de la polis. Y es aquí
donde Platón deja ver la
e) Una intencionalidad política: Sólo el filósofo, es decir, el que ha salido de las
sombras de la caverna y ha ascendido al mundo noético es capaz de crear polis justas y
bellas, ciudades ideales. Por eso, la polis platónica necesita de unos gobernantes perfectos
y justos, formados desde su niñez en los principios didácticos de la República y llamados a
gobernarla según la Justicia en sí, conocida en el mundo noético. Con esta solución Platón
se inclina por un tipo de gobierno aristocrático – el de los filósofos – que gobernará la
polis, dando lugar a una sociedad rígidamente estructurada: gobernantes, guerreros y
productores, equivalentes a cada una de las tres partes del alma respectivamente:
gobernantes: alma racional; guerreros: alma irascible; productores: alma concupiscible. Esto
explica que se haya podido decir que toda la filosofía platónica tenga no sólo una
finalidad política, sino que provenga de la política y por la política. Otro modo de
acceso al mundo inteligible es a través de la Educación o Paideia, pero este punto es
objeto de otro tema de estudio aparte. En fin, todo lo dicho hasta aquí podríamos
representarlo con el cuadro siguiente:
MUNDO SENSIBLE
MUNDO INTELIGIBLE
A
D
Imágenes/Reflejos/Ap Cosas
u
ariencias/Som-bras de materiales
las cosass/
DIA->>>
Conjetura/ Eikasía
C
E
objetos Números/ o Entidades Ideas/Esencias
matemáticas
LÉC->>>
Creencia/Pistis
TI->>>
Discurso
Pensamiento/
Diánoia
23
B
CA
o Conocimiento
Sabiduría/ Noésis
o
Física
DOXA U OPINIÓN O APARIENCIA
CONOCIMIENTO SENSIBLE
Matemáticas
Dialéctica
CIENCIA O EPISTEME O SABIDURÍA
CONOCIMIENTO INTELIGIBLE
Como conclusión, digamos que hemos de reconocer en Platón a una de las cimas más
altas del pensamiento humano, ya que él dio a la filosofía el estatuto que ésta ha mantenido
hasta la actualidad, hasta el punto de que se ha podido decir que toda la filosofía occidental no
es sino una nota a pie de página a lo establecido o dicho por Platón (Whitehead).
4. CONTEXTUALIZACIÓN.
Como hemos dicho en páginas anteriores, el texto de nuestro comentario es un
fragmento de la República de Platón. Esta obra tiene como tema central la justicia. Como en
otros diálogos platónicos, los adversarios de Platón son los sofistas, frente a cuyas tesis Platón
tratará de definir qué es la justicia y mostrar que la felicidad sólo es posible si hay justicia.
Loa libros II, III y IV de la República están dedicados a definir qué es la justicia. Para
ello, Platón examina las clases o grupos sociales de que se compone un estado (productores,
guardianes, gobernantes). La justicia consiste en el orden de estos tres grupos, cumpliendo
adecuadamente su función cada uno de ellos.
Los libros V, VI y VII están dedicados a estudiar bajo qué condiciones puede realizarse
un estado justo. De éstos, el libro VII constituye un texto fundamental en el conjunto de la
obra platónica, pues en él se cruzan los caminos principales que recorren sus Diálogos. De ahí la
posibilidad de una hermenéutica (interpretación) plural de dicho libro VII, como:





Una interpretación metafísica, basada en la división de dos mundos, sensible e inteligible,
como división de lo aparente y lo verdadero.
Una interpretación epistemológica, o explicación de las condiciones, génesis, tipos y
niveles de conocimiento.
Una interpretación ético-política, construida sobre el destino de la polis, y que es, a
nuestro parecer, el hilo conductor más visible del conjunto de la República.
Una interpretación pedagógica, que subraya y pretende en este texto el problema de la
paideia – educación, en el sentido amplio de cultura y formación –, problema al que se
refiere directamente la alegoría de la caverna, al comienzo del Libro VII, y que remite a una
detallada explicación sobre cómo organizar académicamente el saber en la ciudad.
Una interpretación antropológica, desde la que contemplaríamos el tema del destino del
hombre como ser arrojado a una situación original de ignorancia, oscuridad y encierro, y de
la que sólo puede escapar mediante una cierta violencia liberadora.
Estos esquemas no son excluyentes entre sí, sino que se complementan unos con otros o,
mejor dicho, se complican unos con otros.
No conviene tampoco olvidar la relación existente entre el final del libro VI y el principio
del libro VII de la República. En aquel – final del libro VI –, Platón nos expone por boca de
Sócrates el ejemplo de la línea o del segmento: Tomemos, dice Sócrates, una línea cortada en
dos segmentos desiguales (puesto que representan mundos heterogéneos), y volvamos a cortar
cada uno de dichos segmentos según una misma proporción. El primer subsegmento representa
las imágenes en general: las sombras de las cosas, los reflejos de las mismas, u otras cosas
semejantes. El segundo corresponde a la parte del mundo sensible – naturaleza: animales y
plantas, y a los productos fabricados por el hombre. El tercero representa las entidades
matemáticas o números. El cuarto y último es el representante de las ideas o esencias. Como
vemos, este símil del libro VI representa lo que de forma más gráfica vemos al inicio del libro
VII: la división de la realidad en dos mundos y, a su vez, la subdivisión de cada uno de ellos en
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otras dos partes, correspondientes a cada uno de los grados del conocimiento, tal como se
percibe también en el mito de la caverna. La relación entre ambos mundos es recíproca y
complementaria.
Los últimos libros de la República – VIII, IX y X – se ocupan de la injusticia, de la
educación y del tema de la felicidad.
En la República de Platón podemos rastrear la huella o las influencias filosóficas de los
pensadores que le precedieron, entre los que destacamos a:
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



Heráclito, de quien recoge el reconocimiento de la existencia de una realidad material y
cambiante, sometida al fluir y al devenir.
Parménides, de quien acepta la tesis de la unidad e inmutabilidad del Ser - el ser es, el no
ser no es, -.
Pitágoras y los pitagóricos, de quienes heredará el dualismo materia/espíritu, cuerpo/alma,
y, como ellos, privilegiará lo segundo (espíritu - alma) en detrimento de lo primero (materia
– cuerpo.
Anaxágoras y su teoría de una mente ordenadora o nous que influye en Platón como
precedente de la concepción de las Ideas como verdaderas causas de lo real.
Su maestro Sócrates, quien sembrará en él la aspiración por llegar al conocimiento de las
esencias y el concepto de Dialéctica que, para Platón, no será sólo la Ciencia de las Ideas,
sino también el procedimiento, camino o método para conocerlas y contemplarlas.
También heredará de Sócrates la preocupación por los problemas de tipo social y político.
Pero donde se percibe con toda claridad la presencia de Platón es en la Historia de la
Filosofía posterior a él. Se ha dicho, y no sin exageración, que toda la historia de la filosofía
occidental no es sino un conjunto de notas a pie de página del pensamiento de Platón
(Whitehead). Sea como fuere, una cosa sí es cierta y es que Platón ha influido poderosamente en
toda la historia del pensamiento de Occidente. Veamos por qué:
7.
8.
9.
En primer lugar, por una razón general y fundamental: aquello que entendemos por
filosofía ha alcanzado en Platón su primera y definitiva caracterización. Toda la filosofía
que ha venido después tiene que ver con el estatuto que Platón dio a este tipo de
conocimiento.
Las críticas internas a la historia de la filosofía, como la que hizo Nietzsche, avalan esta
idea. En efecto, Nietzsche considera la historia de la filosofía occidental como la historia
de un error, que no es otro que el error platónico. Nietzsche entiende por error platónico la
división de la realidad en dos mundos – cosmos noetós y cosmos aiszetós –, la supremacía
del primero sobre el segundo y la referencia absoluta al Bien y a la Verdad como oposición
al error y al mal. En la crítica que Hume hará a los principios básicos de la Metafísica: el
principio de causalidad, la idea de sustancia, etc., subyace también una crítica al
pensamiento platónico. Dígase lo mismo de la crítica hecha por Kant y Heidegger,
acusando este último a Platón de haber subordinado la verdad a la idea. Su mismo
discípulo, Aristóteles, criticó algunas doctrinas del maestro, vgr., la existencia de las ideas
separadas de las cosas y la división del mundo en sensible e inteligible. Para Aristóteles,
las ideas se encuentran integradas en las cosas – son su esencia – y el mundo inteligible se
encuentra integrado en el sensible. La tarea del filósofo será captar la universalidad de la
esencia en los fenómenos particulares, en el mundo sensible. Aristóteles no desprecia el
valor de los sentidos como hizo Platón. Si para éste el conocimiento consiste en la
elevación, mediante la dialéctica, desde el mundo sensible al inteligible, Aristóteles piensa
que todo conocimiento es abstracción a partir de la sensación: sin sensación no hay
conocimiento.
La Academia fundada por Platón perduró durante varios siglos. Aunque el pensamiento de
la Academia sufrió muchas variaciones al confrontarse con el helenismo, el estoicismo y el
escepticismo, hasta el punto de llegar en su última etapa a un cierto grado de escepticismo
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que podríamos enunciar así: La verdad es la norma absoluta del pensamiento, pero al
hombre se le ha negado la posibilidad de conocerla. Contra este escepticismo y este
relativismo se rebeló posteriormente San Agustín en su tratado Contra Academicos, donde
defiende la posibilidad del conocimiento de la verdad frente al escepticismo de los
académicos.
10. En el siglo III d. C. se recupera el sentido metafísico-espiritual del pensamiento platónico
a través del llamado Neoplatonismo, cuya máxima figura es Plotino.
11. El Cristianismo se nutrió también del pensamiento platónico y sus variantes:
neoplatonismo y helenismo.
12. Por último, en el umbral de la Edad Moderna, en la que confluyen las nuevas ciencias
físico-matemáticas y la metafísica, son de nuevo perceptibles los ecos del platonismo. Los
encontramos en Descartes, en todo el Racionalismo moderno y en la ciencia que se
desarrolla a partir del Renacimiento: allí donde se prescinde de las apariencias sensibles en
favor de hipótesis ideales.
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