LA FILOSOFÍA DE PLATÓN (427/347 a. C.) TEMA 1. La teoría de las Ideas. No es fácil interpretar el sentido exacto de esta teoría, ya que no aparece expuesta sistemáticamente en ningún diálogo de Platón y, además, experimentó una continua evolución y revisión. Aristóteles, que debió conocer muy bien la doctrina de su maestro – no en vano pasó veinte años en la Academia platónica -, nos proporciona algunas pistas de interpretación al indicar cuáles son las fuentes de inspiración y las intenciones de dicha teoría: “Platón, en general, está de acuerdo con las teorías de los pitagóricos, aunque también tiene cosas propias. En efecto, desde su juventud se había familiarizado con Cratilo y con la opinión de Heráclito de que todas las cosas sensibles están en flujo permanente, por lo que no hay ciencia (episteme) posible de estos objetos, y él mismo sostuvo esta doctrina más tarde. Por otra parte, fue discípulo de Sócrates, quien, desentendiéndose de la naturaleza en su conjunto, se consagró exclusivamente a los problemas morales, proponiéndose lo universal como objeto de sus indagaciones y siendo el primero que aplicó el pensamiento a dar definiciones. Por ello, Platón, heredero de esta doctrina y habituado a la indagación de lo universal, pensó que las definiciones no podían referirse a los seres sensibles – ya que no es posible dar una definición común de objetos que cambian continuamente -, sino a otro tipo de seres. A estos seres los llamó Ideas. Y añadió que las cosas sensibles existen separadas de las Ideas, pero que de ellas reciben su nombre, ya que todas las cosas, en virtud de su participación en las Ideas, reciben el mismo nombre que las Ideas. En cuanto a la participación, Platón no hizo sino cambiar el nombre, ya que los pitagóricos afirman que los entes son por imitación (mímesis) de los números, y Platón, que son participación (méthexis), pero ni aquellos ni éste se preocuparon de indagar qué era la participación o la imitación de la Ideas” (Aristóteles, Metafísica, I, 6, 987 a 30 b 15). 1 A partir de estas indicaciones de Aristóteles es posible comprender la evolución de la teoría de las Ideas: 1º. En los primeros diálogos Platón se mantiene fiel a la orientación fundamental de la investigación socrática: buscar la definición de las virtudes. Así, Platón se pregunta, por ejemplo, “¿Qué es el valor?”. Y se responde diciendo que debe haber algo común a todos los actos valientes que pueda ser definido como “el valor”. Ese algo común es llamado por Platón Idea. El término aparece por primera vez en su obra Eutrifón, que trata sobre la piedad (es decir, lo agradable a los dioses). En este estadio inicial, la teoría de las ideas tiene una intención ética de inspiración socrática: para ser virtuoso es preciso saber qué es cada virtud. Es decir, se trata de averiguar cuál es el carácter o idea común que debemos encontrar en las acciones humanas para afirmar que son virtuosas. Una vez que lo hayamos descubierto y definido, esta idea nos servirá de medida para juzgar acerca del valor moral de una acción. Ya no es, como pensaría Protágoras o cualquier sofista, la opinión de cada uno lo que sirve como medida (metron) de la virtud, la medida es algo objetivo e independiente de toda opinión personal o comunitaria. 2º. En los diálogos de madurez la teoría de las ideas experimenta una transformación fundamental. La nueva concepción de las Ideas puede resumirse así: - Las ideas son esencias (ousía = realidad), es decir, aquello por lo que una cosa (particular) es lo que es. Así, la idea de belleza es la Belleza-en-sí y aquello por lo que las cosas son bellas. - La gran novedad de la teoría es la afirmación de que las ideas existen separadas de las cosas particulares. Ya no son, como en el apartado anterior, un algo común que está en las cosas. Menos todavía son conceptos o representaciones mentales. Son entidades que poseen existencia real e independiente. Cada Idea es una sustancia (ousía), algo que existe en-sí como una realidad transcendente y no inmanente a las cosas. - De aquí se deduce una concepción dualista del mundo. Por un lado, el mundo visible, sensible, material, etc. de las cosas particulares, sujetas a la generación y a la muerte, al cambio y a la transformación, al que él llama Cosmos Horatós o Aiszetós; por otro, el Mundo Inteligible o Mundo de las Ideas, al que llama también Cosmos Noetós. Este dualismo aparece bellamente expuesto en el Mito de la Caverna (República VII): el mundo irreal de las sombras en el interior de la caverna y el mundo real de la luz solar en el exterior; el mundo de dentro es un mundo en continuo cambio y transformación (Heráclito), dotado de cosas 2 particulares que, al no tener en sí su propia esencia, carecen de realidad, es decir, son sólo apariencias. En cambio, el mundo de fuera es el verdaderamente real: cada Idea, en cuanto existe en-sí, es una sustancia (ousía = realidad). - Las Ideas, en cuanto esencias o sustancias, gozan de las características del Ser de Parménides: cada una es única, eterna, permanente, inmutable. Pero esto no quiere decir que las Ideas sean realidades corpóreas ni tampoco realidades sensibles, sino únicamente inteligibles, es decir, sólo se pueden conocer por la inteligencia; de ahí la expresión platónica Mundo Inteligible. Por el contrario, las cosas son múltiples, temporales, cambiantes y sujetas a la generación y a la muerte y sólo son conocidas por los sentidos corporales; de ahí la expresión platónica Mundo sensible. - Relación entre las Ideas y las cosas. Para expresar dicha relación Platón usa diversas denominaciones. Desde el punto de vista de las cosas, se dice que es una relación de participación (méthexis) o imitación (mímesis). Desde el punto de vista de las Ideas es llamada presencia (parousía); también se dice que las Ideas son causa (aitía) de las cosas, no en cuanto que produzcan las cosas, sino en cuanto son sus esencias. De ahí que las cosas no sean reales, sino reflejo (eídolon) o imitación de las Ideas. - Clases de Ideas. La teoría de las Ideas implica que debe haber una idea correspondiente a cada nombre común. En los primeros diálogos sólo hay referencia a las Ideas éticas o morales (que son las virtudes, como la Prudencia, Justicia, Fortaleza, Templanza, etc). Sin embargo, en los diálogos de madurez se añaden las Ideas estéticas (Belleza, Orden, Armonía, etc), Ideas de relación (Igualdad, Semejanza, Superioridad, Inferioridad, etc.), Ideas matemáticas o números (Unidad, Paridad, Dualidad, Trinidad, etc.). - Relación entre las Ideas. El Mundo Inteligible está jerarquizado, es decir, tiene un orden, una armonía, un equilibrio, etc., que Platón expresa con la jerarquía que en él tienen las Ideas. De aquí que la relación entre las ideas sea una relación de jerarquía, es decir, de predomino de unas sobre otras. La más principal de todas las ideas es la Idea de Bien, que es como la reina y señora del mundo noético; tras ella, vienen las Ideas éticas; luego, las estéticas, les siguen las ideas de relación y, finalmente, las ideas matemáticas. Estas últimas son realidades intermedias entre las Ideas y las cosas. 3 - Por último, digamos que la intención de la Teoría de las Ideas se amplía: ahora no sólo tiene una dimensión moral, sino que adquiere una dimensión política, claramente perceptible en la República. Esta dimensión política preconiza que los filósofos han de ser los gobernantes de la polis, gobierno que deben ejercer no por ambiciones políticas ni de poder, sino guiados por ideales (las Ideas) transcendentes y absolutos. Hay también otra intención: Una intención científica, es decir, el objeto de la ciencia (episteme) sólo pueden ser las Ideas. - Conclusión. De la doctrina platónica sobre las Ideas podemos deducir: a) Un dualismo ontológico, que consiste en la existencia de dos clases de seres, a saber, los seres materiales, propios del mundo sensible, y los seres ideales, que son las ideas o esencias del mundo noético, verdaderas causas de todo lo real o todo lo que existe. b) Un dualismo epistemológico, consistente en admitir dos clases de conocimiento: el conocimiento sensible, al que Platón llama doxa u opinión, y que es un remedo, intento o apariencia de conocimiento. La doxa está formada por dos grados de conocimiento, que son la eikasia y la pistis. El primer grado o eikasia es el conocimiento que obtenemos de las imágenes, sombras, reflejos o apariencias de las cosas materiales. El segundo grado o pistis es el conocimiento que nos dan las cosas u objetos materiales. La otra clase de conocimiento es el conocimiento inteligible, al que denomina episteme o sabiduría. La episteme está conformada por dos grados del conocer, que son la dianoia y la nóesis. La dianoia es el conocimiento que se deriva de los números o entidades matemáticas, mientras que la nóesis es el conocimiento propiamente dicho, y se obtiene tras conocer las ideas y, sobre todo, la reina de todas ellas, que es la idea de bien. Este último es el único que merece tal nombre y tiene que adquirirlo todo el que quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública. ¿Por qué razón? Pues porque el conocimiento inteligible es el que nos permite conocer el mundo noético, a las ideas que hay en él y a la idea soberana de todas: la idea de bien, dado que ésta es “causa de todo lo recto y bello que hay en las cosas” y “productora de verdad y conocimiento”. c) Un dualismo cosmológico: que sostiene la existencia de dos mundos: a) El mundo sensible, donde están los seres sometidos a la generación y a la muerte, al fluir y al devenir, y que conocemos por los sentidos; estos seres son simple copia o reflejo de las entidades noéticas o ideas, equivalen a los objetos que se 4 ven dentro de la vivienda-prisión, y de ellos obtenemos doxa u opinión. b) El mundo inteligible, que es el de las ideas o esencias, entes reales, auténticos, verdaderos, eternos, permanentes, inmutables y a los que Platón llama ideas o esencias. Estas son modelos o arquetipos del mundo sensible. Equivalen a los seres que hay en el mundo exterior a la caverna. Son, por tanto, independientes del mundo sensible y son la causa del ser de las cosas. En el mundo noético estas ideas están jerarquizadas, es decir, la máxima idea es la idea de Bien, a la que se subordinan todas las demás: ideas éticas, estéticas, de relación, los números, etc. Sólo pueden ser conocidas con los ojos del alma, es decir, con la inteligencia o razón, obteniendo así episteme, sabiduría o conocimiento propiamente dicho. d) La necesidad de la Dialéctica. Tras lo dicho anteriormente cabe preguntarse: ¿Cómo se accede al conocimiento de ese mundo noético? Platón dice que a través de la Dialéctica, que es un proceso realizado por el alma (o la parte racional del alma: la inteligencia) para ascender desde el mundo de las sombras o apariencias, siguiendo luego por el de los objetos o seres sensibles, hasta llegar a las entidades matemáticas o números y finalizando en el mundo de las ideas, para contemplarlas, conocerlas y, luego, tras bajar del mundo inteligible al mundo sensible, enseñar estas ideas a los ciudadanos de la polis. Y es aquí donde Platón deja ver la e) Intencionalidad última de su filosofía: sólo el filósofo, es decir, el que ha salido de las sombras de la caverna y ha ascendido al mundo noético es capaz de crear polis justas y bellas, ciudades ideales. Por eso, la polis platónica necesita de unos gobernantes perfectos y justos, formados desde su niñez en los principios didácticos de la República y llamados a gobernarla según la Justicia en sí, conocida en el mundo noético. Con esta solución Platón se inclina por un tipo de gobierno aristocrático – el de los filósofos – que gobernará la polis, dando lugar a una sociedad rígidamente estructurada: gobernantes, guerreros y productores, equivalentes a cada una de las tres partes del alma respectivamente: gobernantes: alma racional; guerreros: alma irascible; productores: alma concupiscible. Esto explica que se haya podido decir que toda la filosofía platónica tenga no sólo una finalidad política, sino que provenga de la política y por la política. Otro modo de acceso al mundo inteligible es a través de la Educación o Paideia, pero este punto es objeto de otro tema de estudio aparte. En fin, todo lo dicho hasta aquí podríamos representarlo con el cuadro siguiente: 5 MUNDO SENSIBLE A Imágenes/Reflejos/ Apariencias/Sombras de las cosas/ D Cosas u materiales DIA- >>> Conjetura/ Eikasía MUNDO INTELIGIBLE C objetos Números/ Entidades matemáticas LÉC- >>> TI- >>> Creencia/Pistis Discurso Pensamiento/ Diánoia Matemáticas Física DOXA U OPINIÓN O APARIENCIA CONOCIMIENTO SENSIBLE E B o Ideas/Esencias CA o Conocimiento o Sabiduría/ Noésis Dialéctica CIENCIA O EPISTEME O SABIDURÍA CONOCIMIENTO INTELIGIBLE Tema 2º: La Educación platónica I. ORÍGENES DE LA ‘PAIDEIA’ (EDUCACIÓN) PLATÓNICA. El modelo educativo de Platón es una clara reacción a los planteamientos de los sofistas. Estos estaban muy interesados en los asuntos humanos (antropología y educación) a la par que sostenían, por un lado, un relativismo epistemológico (del conocimiento) y, por tanto, la imposibilidad de establecer una verdad única e igual para todos. El bien, la verdad, la justicia, la virtud, etc., las consideraban como el resultado de un pacto entre los hombres y de las tradiciones culturales de cada comunidad. Este relativismo, cultivado con exageración, no tendría otra salida sino el escepticismo. Por otro lado, los sofistas posibilitaban el acceso de cualquiera al conocimiento, aun sin las capacidades adecuadas. Pero este conocimiento, al decir de Platón, no es tal, ya que no procede de las ideas, sino de los intereses del cuerpo y del engaño de los sentidos. Lo mismo que hizo antes su maestro Sócrates, contra esta concepción se rebelará también Platón, al concebir la existencia de un mundo habitado por las ideas eternas, permanentes e inmutables, ajeno a cualquier forma de manipulación humana, y al proponer una pedagogía que conduzca a todos al conocimiento de ese mundo noético, la Dialéctica. La filosofía será para él una incesante búsqueda de la verdad. Y la educación será el método o camino para llegar a ese fin. Además, la verdad y la educación 6 tienen que estar al servicio de la polis para hacer que la justicia resplandezca. Esta educación o paideia platónica persigue mostrar los errores del conocimiento sensible y acceder al mundo de las ideas, ascensión que, en su último tramo, Platón denomina también Dialéctica: contemplación de las ideas como consecuencia de la educación recibida. Durante el proceso de ascensión, el conocimiento camina desde los objetos materiales y sensibles hasta las esencias o ideas. Este tramo ascendente es conocido como dialéctica ascendente o método hipotético-deductivo. El proceso inverso, que va desde las ideas o esencias hasta su aplicación a la práctica, es la dialéctica descendente, que actúa en base a los principios ya descubiertos. A fin de cuentas, el conocimiento de las ideas tiene que servir para aplicarlo a la vida de los hombres o si no todo esfuerzo es inútil. En este sentido se puede decir que los gobernantes ejercen el doble caminar de la dialéctica: primero, ascendiendo hacia las ideas hasta descubrir la idea de bien y de justicia y luego volver al mundo material para aplicar sus conocimientos en la marcha de los asuntos humanos. Esta dialéctica descendente es la que permitirá organizar la vida de los hombres conforme a la idea de Bien, puesto que ya habrán sido conocidas las ideas. II. CONTENIDOS DE LA EDUCACIÓN PLATÓNICA. Lo dicho hasta aquí es sólo una vertiente de la educación platónica, una especie de patrón que podría ser aplicado a cada ser individual. Junto a esta, que podríamos llamar educación formal, se da también en Platón una clara descripción de los contenidos de la educación, que es la educación específica, y la única importante, de los que habrán de dedicarse al gobierno de la polis. Esta educación se describe entre las secciones VI y XIII del libro VII de la República. Consta tanto de una secuencia de materias o asignaturas, como de unos tiempos y edades en las que los distintos conocimientos deberán ser adquiridos. Todo cuidadosamente regulado y prescrito. Esta secuencia de contenidos docentes se iniciará hacia los veinte años, después de que los jóvenes que hayan sido elegidos, tras haber sido observados en su educación tradicional basada en la música y en la gimnástica y hayan conocido los ardores de las guerras. Los conocimientos para los aspirantes a futuros gobernantes se inician con una sinopsis de todo lo estudiado anteriormente (ciencias y conocimientos particulares que, en la línea del conocimiento es la pistis) para pasar luego al estudio de los seres matemáticos (diánoia) por un periodo que alcanza hasta los treinta años de edad. Así, sucesivamente, van estudiando: aritmética, geometría plana, geometría espacial, astronomía y armonía. En cada uno de los grados de ascenso en el conocimiento lo que menos tiene que interesar es la práctica para la que cada uno de los saberes particulares pueda servir, porque en el proceso educativo lo 7 que se busca es el entrenamiento en la generalización y la ampliación del pensamiento abstracto y globalizador que permita acceder al mundo de las esencias (es lo que se conoce como dialéctica ascendente). Por lo tanto, todas las disciplinas matemáticas son un entrenamiento de las capacidades y habilidades del individuo hacia el verdadero conocimiento que, como ya se ha dicho repetidamente, es el de las esencias inmutables o ideas. A partir de los treinta años, y por un periodo de cinco más, los que han ido superando las pruebas se inician en el conocimiento de la verdadera dialéctica. Aquí terminaría el estudio, pero no la misión de quienes han sido preparados, pues, a partir de ese momento, deben regresar al mundo sensible y empezar a ocuparse de puestos de gobierno, cada vez mas importantes. A la edad de cincuenta años ya están preparados para gobernar. Entre las misiones que debe contemplar el gobernante es elegir a nuevos estudiantes para prepararlos para futuras tareas de gobierno. La dialéctica de Platón, bien distinta de otros usos que ha tenido y con diferentes impactos de vigencia en nuestro presente, tiene un doble sentido: por una parte, es el conocimiento de las ideas o esencias y, por otra, es el método educativo de alcanzar el mundo de las ideas. El resumen siguiente podrá ayudarnos a entender lo que acabamos de decir en este segundo apartado: III. ESQUEMA DE LA EDUCACIÓN PLATÓNICA 1. Objetivo: Descubrir las ideas, especialmente la de Bien. 2. Contenido: 3. Periodos: 1. 2. 3. 4. 5. 6. Aritmética Geometría Geometría espacial Astronomía Armonía Dialéctica (ver más abajo) 1. Hasta los 20 años (educación general). 2. De los 20 a los 30: matemáticas. 3. De los 30 a los 35: Dialéctica. 4. De los 35 a los 50: Puestos inferiores de gobierno. 5. A partir de los 50: Gobernar y preparar futuros gobernantes. 8 4. Finalidad: Obtener buenos gobernantes para la polis, por haberse ejercitado en la Dialéctica y haber llegado al conocimiento de las Ideas del Mundo Noético, por lo que habrá sociedades (polis) justas, regidas por la Justicia en sí o Idea de Justicia, ya que no podrá ser manipulada ni tergiversada por los hombres con ningún acuerdo, pacto o convención, tal como sostenían los sofistas. 5. Dialéctica: a) En primer lugar, se entiende por Dialéctica tanto el proceso educativo de ascender desde el mundo sensible al mundo noético (dialéctica ascendente), con el fin de conocer y contemplar las ideas que hay en el mismo, como el proceso de bajar desde el mundo noético al mundo sensible, con el fin de enseñar a los demás el conocimiento de dichas ideas y el método para llegar hasta ellas. b) En segundo lugar, se entiende también por Dialéctica el hecho de conocer las ideas, o sea, el conocimiento y la contemplación de las ideas en el mundo noético. IV. LA REVOLUCIÓN EDUCATIVA DE LOS SOFISTAS Y LA REACCIÓN PLATÓNICA. La renovación intelectual griega en este periodo (siglo V a. C.) va de mano de los sofistas, que aportaron aires nuevos a la sociedad helénica y transformaron la actitud de la gente frente a la filosofía, logrando interesar al público, ya que ellos traen el interés por los temas humanos: sociedad, política, gobierno, ley, comercio, etc. La educación fue el medio por el que transmitieron sus enseñanzas. A través de ella enseñaban conocimientos y capacitaban a cualquier joven para convertirlo en un hombre públicamente brillante. Su paideia (educación) tenía dos novedades: 1) Una sistematización del saber, como no había ocurrido en la educación anterior; 2) aportación de ideas críticas con los valores de la tradición, lo que les hizo entrar en sucesivos conflictos, de los que Sócrates y Platón son un claro exponente. Sócrates se opuso tajantemente al relativismo de los sofistas, del que ya hablamos en el punto primero de este apartado. A Sócrates le parecía inaudito que no pudiera existir un conocimiento definitivo, claro y verdadero sobre las virtudes morales de los hombres, lo que le llevó a rechazar dicho relativismo, pues estaba convencido de que determinados principios y valores no podían ser resultado de una convención entre los hombres, sino necesidad de la naturaleza humana. Platón, siguiendo los pasos de su maestro, reaccionó también contra los sofistas y contra todas las enseñanzas de renovación que significaron los sofistas en el mundo heleno. La democracia ateniense, ligada estrechamente a los sofistas, después de haber mantenido intensas guerras con el resto de los griegos para instalar la hegemonía de Atenas sobre el resto de la Hélade, había 9 degenerado en una sucesiva lucha entre partidos e intereses personales que la sumieron en la decadencia. Reaccionando contra este estado de cosas, Platón construyó un modelo ideal de Estado en el que los gobernantes serían los mejores, es decir, los filósofos (aristocracia del pensamiento), tras recorrer un proceso educativo que les llevara a conocer las ideas de Bien y de Justicia con el fin de regir con ellas la polis, pues así concibe Platón la educación: la sucesiva elección de determinados individuos que van mostrando crecientes capacidades para elevarse a un grado de abstracción tal que les permita comprender y ver las realidades conceptuales, es decir, el mundo noético. Sólo esos tienen que ser educados y no la totalidad de los individuos. Si en los sofistas la educación pretendía ser democrática, aunque pagando, en Platón, siendo gratuita (o así se puede sospechar), sólo está dirigida a unos pocos elegidos (los aristoi, es decir, los mejores). Una educación que tiene que estar completamente al servicio de los fines del Estado, que es quien organiza la vida de los hombres. Puede que los métodos adoptados por los sofistas y Platón difieran entre sí, pues, hasta donde alcanzamos a saber, los primeros sostenían que ellos transmitían conocimientos, mientras que Platón pretendía que el alumno los descubriera por sí mismo, pero es que los fines perseguidos por unos y otro eran bien distintos. Los sofistas nunca diseñaron una ciudad ideal a cuyos fines tenía que someterse todo, mientras que Platón sí concibió esa poli ideal con una forma de gobierno y una educación para unos ciudadanos que son portadores de conocimientos innatos (recuérdese el Mito del carro alado sobre el origen del alma). De esta educación se extrae una consecuencia: como todos los alumnos han contemplado lo mismo y como eso sólo es una cosa, las ideas, sólo hay una verdad (el conocimiento del Mundo Noético) y un método (la Dialéctica) para conducir el alma y educarla. 10 MODELO DE COMENTARIO DE TEXTO DE PLATÓN. [1] TEXTO: “Pues bien –dije–, esta imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh amigo Glaucón!, a lo que se ha dicho antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la vivienda-prisión, y a la luz del fuego que hay en ella, con el poder del sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si la comparas con la ascensión del alma hasta la región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre, que es lo que tú deseas conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea de bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y bello que hay en todas las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública”. PLATÓN, República, libro VII. 1. RESUMEN I. En este fragmento del libro VII de la República, que se nos ofrece para comentar, Platón aplica el mito de la caverna a su filosofía y se sirve de él para exponernos el dualismo de su pensamiento de esta manera: La caverna equivale al mundo sensible (“región revelada por medio de la vista”), la luz del fuego que hay en ella equivale a la luz del sol en el mundo sensible, y el sol equivale al bien en el mundo inteligible; la subida del prisionero al mundo de arriba equivale a la ascensión del alma al mundo inteligible (dialéctica). En su conocimiento reside la verdadera sabiduría, ya que en él están las ideas y la reina de todas ellas, que es el bien. Conociéndolo, deduciremos que es la causa de todo lo recto y bello, de toda verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que conocerlo quien quiera obrar sabiamente en su vida privada o pública. 1. RESUMEN II. En este fragmento del libro VII de la República, que vamos a comentar, Platón se sirve del mito de la caverna (“esta imagen”) para explicar “lo que se ha dicho antes”, es decir, bien lo relativo al estado de la naturaleza humana dotada de educación (paideia) o carente de ella, al que se alude al inicio del libro VII, bien lo referido a la línea dividida en dos segmentos desiguales, tal como se narra al final del libro VI. De todo ello se servirá Platón para exponer su pensamiento filosófico dualista, tal como se deduce del mito de la caverna, mundo de abajo y mundo de arriba, y del ejemplo de la línea dividida en dos segmentos, el del género visible y el del género inteligible. 11 2. EXPLICACIÓN DE DOS NOCIONES PRESENTES EN EL TEXTO a) Ascenso al mundo de arriba y el sol A partir de la interpretación que Platón nos ofrece en el texto, podemos distinguir claramente dos nociones fundamentales: La primera hace referencia al ascenso al mundo de arriba y el sol, es decir, al momento en que el prisionero sale al mundo exterior de la caverna, subida que equivale a la ascensión del alma al mundo noético, tal como dice Platón en el texto. En este mundo de arriba están las ideas o esencias, que son entes reales, auténticos, verdaderos, eternos, permanentes, inmutables y a los que Platón llama ideas o esencias. Estas son modelos o arquetipos del mundo sensible. Equivalen a los seres que hay en el mundo exterior a la caverna, aquellos cuyas sombras veían los prisioneros reflejadas en la pared. . Estas ideas o esencias son independientes del mundo sensible y son la causa del ser de las cosas. En el mundo noético estas ideas están jerarquizadas, es decir, se subordinan unas a otras en virtud de su jerarquía. En la cúspide del mismo se encuentra la idea de Bien, que es la reina o diosa de todas las demás: ideas éticas, ideas estéticas, ideas de relación, los números, etc. Sólo pueden ser conocidas con los ojos del alma, es decir, con la inteligencia o razón, obteniendo así episteme, sabiduría o conocimiento propiamente dicho. La episteme está conformada por dos grados del conocer, que son la dianoia y la nóesis. La dianoia es el conocimiento que se deriva de los números o entidades matemáticas, mientras que la nóesis es el conocimiento propiamente dicho, y se obtiene tras conocer las ideas y, sobre todo, la reina de todas ellas, que es la idea de Bien. La episteme es el único conocimiento que para Platón merece tal nombre y tiene que adquirirlo todo el que quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública. ¿Por qué razón? Pues porque el conocimiento inteligible es el que nos permite conocer el mundo noético, a las ideas que hay en él y a la idea soberana de todas: la idea de bien, dado que ésta es “causa de todo lo recto y bello que hay en las cosas” y “productora de verdad y conocimiento”, como se dice en el texto. La segunda parte de esta noción, es decir, el sol, es el equivalente que hay en el mundo sensible a la idea de Bien en el mundo inteligible. Dicho de otra manera: El sol es el reflejo del Bien en el mundo sensible; así como el sol es quien lo ilumina todo y es fuente de todas las cosas que percibimos por los sentidos, así la idea de Bien es causa de todo lo que se comprende y “es productora de toda verdad y conocimiento”, tal como afirma el texto. Como al sol le están supeditados los otros astros: luna, estrellas, etc., así al Bien quedan sometidas las otras ideas: éticas, estéticas, de relación, números, etc, ya que en el mundo noético éstas están jerarquizadas y sometidas a la reina de todas ellas que es la idea de Bien. Ahora bien, ¿cómo se accede al conocimiento del mundo de arriba o noético? Platón dice que a través de un proceso dialéctico que realiza el alma (o la parte racional del alma: la inteligencia) ascendiendo desde el mundo de las sombras o apariencias, siguiendo por el de los objetos o seres sensibles, hasta llegar a las entidades matemáticas o números y finalizando en el mundo de las ideas, para contemplarlas y conocerlas. Posteriormente, tras este conocimiento, hay que bajar desde el mundo inteligible al mundo sensible y enseñar a los demás ciudadanos de la polis dichas esencias o ideas, con el fin de que reinen entre ellos y en la polis. De este modo tendremos una polis justa al estar gobernada no por intereses espurios o ilegítimos, sino por la Justicia en sí. Con esta referencia a descender del mundo de arriba a la caverna o mundo sensible entramos de lleno en la segunda noción, que es: 12 b) El retorno a la caverna y las tinieblas. Es lo que acabamos de enunciar: que todos los que han llegado al mundo noético tienen la obligación de volver a la caverna, es decir, descender al mundo sensible, para mostrar la verdadera realidad conocida allá arriba a los que aún permanecen en el reino de la opinión o doxa, es decir, a los prisioneros que siguen encadenados en la caverna, con el fin de liberarlos de las cadenas de su ignorancia y ayudarles a ascender al mundo de arriba. La razón de este descenso estriba en que el mundo de la caverna representa al mundo sensible, donde están los seres sometidos a la generación y a la muerte, al fluir y al devenir, y que conocemos por los sentidos, como los prisioneros los conocían por al vista; estos seres son simple copia o reflejo de las entidades noéticas o ideas y equivalen a los objetos que se ven dentro de la viviendaprisión, y de ellos obtenemos doxa u opinión; la doxa está formada por dos grados de conocimiento, que son la eikasia y la pistis. El primer grado o eikasia es el conocimiento que obtenemos de las imágenes, sombras, reflejos o apariencias de las cosas materiales. El segundo o pistis es el conocimiento que nos dan las cosas u objetos materiales. En resumen, que la caverna es imagen del mundo sensible y las tinieblas equivalen a los grados del conocimiento que tienen los hombres que permanecen en ella, a saber, la eikasia y la pistis, cuya suma da doxa, opinión o conocimiento sensible, que no es conocimiento propiamente dicho, sino una copia, remedo o imitación del conocimiento. El retorno a la caverna tiene pretende enseñar a sus moradores el verdadero conocimiento. En este proceso surgen dificultades, tales como la torpeza al tratar sobre asuntos humanos que son opinables, la ceguera de los ojos al volver a las tinieblas, es decir, al mundo de las sombras y de la opinión, la incomprensión de la gente, pues se ríe de ellos, etc. Todo esto manifiesta que quienes han visto las ideas del mundo noético no discuten sobre ellas, como se hace en el mundo de la opinión, sino que gozan con su contemplación y conocimiento y con que los demás las conozcan, las contemplen y las pongan como guías rectoras de su vida en la polis. 3. SINTESIS TEÓRICA O DOCTRINAL: LA TEORÍA DE LAS IDEAS No es fácil interpretar el sentido exacto de esta teoría, ya que no aparece expuesta sistemáticamente en ningún diálogo de Platón y, además, experimentó una continua evolución y revisión. Aristóteles, que debió conocer muy bien la doctrina de su maestro – no en vano pasó veinte años en la Academia platónica -, nos proporciona algunas pistas de interpretación al indicar cuáles son las fuentes de inspiración y las intenciones de dicha teoría: “Platón, en general, está de acuerdo con las teorías de los pitagóricos, aunque también tiene cosas propias. En efecto, desde su juventud se había familiarizado con Cratilo y con la opinión de Heráclito de que todas las cosas sensibles están en flujo permanente, por lo que no hay ciencia (episteme) posible de estos objetos, y él mismo sostuvo esta doctrina más tarde. Por otra parte, fue discípulo de Sócrates, quien, desentendiéndose de la naturaleza en su conjunto, se consagró exclusivamente a los problemas 13 morales, proponiéndose lo universal como objeto de sus indagaciones y siendo el primero que aplicó el pensamiento a dar definiciones. Por ello, Platón, heredero de esta doctrina y habituado a la indagación de lo universal, pensó que las definiciones no podían referirse a los seres sensibles – ya que no es posible dar una definición común de objetos que cambian continuamente -, sino a otro tipo de seres. A estos seres los llamó Ideas. Y añadió que las cosas sensibles existen separadas de las Ideas, pero que de ellas reciben su nombre, ya que todas las cosas, en virtud de su participación en las Ideas, reciben el mismo nombre que las Ideas. En cuanto a la participación, Platón no hizo sino cambiar el nombre, ya que los pitagóricos afirman que los entes son por imitación (mímesis) de los números, y Platón, que son participación (méthexis), pero ni aquellos ni éste se preocuparon de indagar qué era la participación o la imitación de la Ideas” (Aristóteles, Metafísica, I, 6, 987 a 30 b 15). A partir de estas indicaciones de Aristóteles es posible comprender la evolución de la teoría de las Ideas: 1º. En los primeros diálogos Platón se mantiene fiel a la orientación fundamental de la investigación socrática: buscar la definición de las virtudes. Así, Platón se pregunta, por ejemplo, “¿Qué es el valor?”. Un sofista como Protágoras respondería que la palabra “valor” no puede recibir una definición universal, ya que hay tantas opiniones como hombres acerca de lo que es el “valor”. La postura de Sócrates y Platón es muy distinta: debe haber algo común a todos los actos valientes que pueda ser definido como “el valor”. Ese algo común es llamado por Platón Idea. El término aparece por primera vez en su obra Eutrifón, que trata sobre la piedad (es decir, lo agradable a los dioses). En este estadio inicial, la teoría de las ideas tiene una intención ética de inspiración socrática: para ser virtuoso es preciso saber qué es cada virtud. Es decir, se trata de averiguar cuál es el carácter o idea común que debemos encontrar en las acciones humanas para afirmar que son virtuosas. Una vez que lo hayamos descubierto y definido, esta idea nos servirá de medida para juzgar acerca del valor moral de una acción. Ya no es, como pensaría Protágoras o cualquier sofista, la opinión de cada uno lo que sirve como medida (metron) de la virtud, la medida es algo objetivo e independiente de toda opinión personal o comunitaria. 2º. En los diálogos de madurez la teoría de las ideas experimenta una transformación fundamental. La nueva concepción de las Ideas puede resumirse así: - Las ideas son esencias (ousía = realidad), es decir, aquello por lo que una cosa (particular) es lo que es. Así, la idea de belleza es la Belleza-en-sí y aquello por lo que las cosas son bellas. - La gran novedad de la teoría es la afirmación de que las ideas existen separadas de las cosas particulares. Ya no son, como en el apartado anterior, un algo común que está en las cosas. Menos todavía son conceptos o representaciones mentales. Son entidades que poseen existencia real e independiente. Cada Idea es una sustancia (ousía), algo que existe en-sí como una realidad transcendente y no inmanente a las cosas. 14 - De aquí se deduce una concepción dualista del mundo. Por un lado, el mundo visible, sensible, material, etc. de las cosas particulares, sujetas a la generación y a la muerte, al cambio y a la transformación, al que él llama Cosmos Horatós o Aiszetós; por otro, el Mundo Inteligible o Mundo de las Ideas, al que llama también Cosmos Noetós. Este dualismo aparece bellamente expuesto en el Mito de la Caverna (República VII): el mundo irreal de las sombras en el interior de la caverna y el mundo real de la luz solar en el exterior; el mundo de dentro es un mundo en continuo cambio y transformación (Heráclito), dotado de cosas particulares que, al no tener en sí su propia esencia, carecen de realidad, es decir, son sólo apariencias. En cambio, el mundo de fuera es el verdaderamente real: cada Idea, en cuanto existe en-sí, es una sustancia (ousía = realidad). - Las Ideas, en cuanto esencias o sustancias, gozan de las características del Ser de Parménides: cada una es única, eterna, permanente, inmutable. Pero esto no quiere decir que las Ideas sean realidades corpóreas ni tampoco realidades sensibles, sino únicamente inteligibles, es decir, sólo se pueden conocer por la inteligencia; de ahí la expresión platónica Mundo Inteligible. Por el contrario, las cosas son múltiples, temporales, cambiantes y sujetas a la generación y a la muerte y sólo son conocidas por los sentidos corporales; de ahí la expresión platónica Mundo sensible. - Relación entre las Ideas y las cosas. Para expresar dicha relación Platón usa diversas denominaciones. Desde el punto de vista de las cosas, se dice que es una relación de participación (méthexis) o imitación (mímesis). Desde el punto de vista de las Ideas es llamada presencia (parousía); también se dice que las Ideas son causa (aitía) de las cosas, no en cuanto que produzcan las cosas, sino en cuanto son sus esencias. De ahí que las cosas no sean reales, sino reflejo (eídolon) o imitación de las Ideas. - Clases de Ideas. La teoría de las Ideas implica que debe haber una idea correspondiente a cada nombre común. En los primeros diálogos sólo hay referencia a las Ideas éticas o morales (virtudes: Prudencia, Justicia, Fortaleza, Templanza, etc). Sin embargo, en los diálogos de madurez se añaden las Ideas estéticas (Belleza, Orden, Armonía, etc), Ideas de relación (Igualdad, Semejanza, Superioridad, etc.), Ideas matemáticas o números (Unidad, Paridad, Dualidad, Trinidad, etc.). - Relación entre las Ideas. El Mundo Inteligible está jerarquizado, es decir, tiene un orden, una armonía, un equilibrio, etc., que Platón expresa con la jerarquía que en él tienen las Ideas. La principal de todas es la Idea de Bien, que es como la reina y señora del mundo noético; tras ella, vienen las Ideas éticas; luego, las estéticas, le siguen las ideas de relación y, finalmente, las ideas matemáticas. Estas últimas son realidades intermedias entre las Ideas y las cosas. - Por último, digamos que la intención de la Teoría de las Ideas se amplía: ahora no sólo tiene una dimensión moral, sino que adquiere una dimensión política, claramente perceptible en la República. Esta dimensión política preconiza que los filósofos han de ser los gobernantes de la polis, gobierno que deben ejercer no por ambiciones políticas ni de poder, sino guiados por ideales (las Ideas) 15 transcendentes y absolutos. Hay también otra intención: Una intención científica, es decir, el objeto de la ciencia (episteme) sólo pueden ser las Ideas. - Conclusión. De la doctrina platónica sobre las Ideas podemos deducir: a) Un dualismo ontológico, que consiste en la existencia de dos clases de seres, a saber, los seres materiales, propios del mundo sensible, y los seres ideales, que son las ideas o esencias del mundo noético, verdaderas causas de todo lo real o todo lo que existe. b) Un dualismo epistemológico, consistente en admitir dos clases de conocimiento: el conocimiento sensible, al que Platón llama doxa u opinión, y que es un remedo, intento o apariencia de conocimiento. La otra clase de conocimiento es el conocimiento inteligible, al que denomina episteme o sabiduría. Este último es el único que merece tal nombre y tiene que adquirirlo todo el que quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública. ¿Por qué razón? Pues porque el conocimiento inteligible es el que nos permite conocer el mundo noético, a las ideas que hay en él y a la idea soberana de todas: la idea de bien, dado que ésta es “causa de todo lo recto y bello que hay en las cosas” y “productora de verdad y conocimiento”. c) Un dualismo cosmológico: que sostiene la existencia de dos mundos: a) El mundo sensible, donde están los seres sometidos a la generación, etc., tal como acabamos de explicar en el apartado anterior. b) El mundo inteligible, que es el de las ideas o esencias, también explicado en el apartado anterior. d) La necesidad de la Dialéctica. Tras lo dicho anteriormente cabe preguntarse: ¿Cómo se accede al conocimiento de ese mundo noético? Repetimos lo dicho en el párrafo anterior: Platón dice que a través de la Dialéctica, que es un proceso realizado por el alma (o la parte racional del alma: la inteligencia) para ascender desde el mundo de las sombras o apariencias, siguiendo luego por el de los objetos o seres sensibles, hasta llegar a las entidades matemáticas o números y finalizando en el mundo de las ideas, para contemplarlas, conocerlas y, luego, tras bajar del mundo inteligible al mundo sensible, enseñar estas ideas a los ciudadanos de la polis. Y es aquí donde Platón deja ver la e) Intencionalidad última de su filosofía: sólo el filósofo, es decir, el que ha salido de las sombras de la caverna y ha ascendido al mundo noético es capaz de crear polis justas y bellas, ciudades ideales. Por eso, la polis platónica necesita de unos gobernantes perfectos y justos, formados desde su niñez en los principios didácticos de la República y llamados a gobernarla según la Justicia en sí, conocida en el mundo noético. Con esta solución Platón se inclina por un tipo de gobierno aristocrático – el de los filósofos – que gobernará la polis, dando lugar a una sociedad rígidamente estructurada: gobernantes, guerreros y productores, equivalentes a cada una de las tres partes del alma respectivamente: gobernantes: alma racional; guerreros: alma irascible; productores: alma concupiscible. Esto explica que se haya podido decir que toda la filosofía platónica tenga no sólo una finalidad política, sino que provenga de la política y por la política. Otro modo de acceso al mundo inteligible es a través de la Educación o Paideia, pero este punto 16 es objeto de otro tema de estudio aparte. En fin, todo lo dicho hasta aquí podríamos representarlo con el cuadro siguiente: MUNDO SENSIBLE A Imágenes/Reflejos/ Apariencias/Sombras de las cosass/ D Cosas u materiales DIA->>> Conjetura/ Eikasía MUNDO INTELIGIBLE C objetos Números/ Entidades matemáticas LÉC->>> Creencia/Pistis Física DOXA U OPINIÓN O APARIENCIA CONOCIMIENTO SENSIBLE TI->>> Discurso Pensamiento/ Diánoia Matemáticas E o Ideas/Esencias B CA o Conocimiento o Sabiduría/ Noésis Dialéctica CIENCIA O EPISTEME SABIDURÍA CONOCIMIENTO INTELIGIBLE O Como conclusión, digamos que hemos de reconocer en Platón a una de las cimas más altas del pensamiento humano, ya que él dio a la filosofía el estatuto que ésta ha mantenido hasta la actualidad, hasta el punto de que se ha podido decir que toda la filosofía occidental no es sino una nota a pie de página a lo establecido o dicho por Platón (Whitehead). 4. CONTEXTUALIZACIÓN. Como hemos dicho en páginas anteriores, el texto de nuestro comentario es un fragmento de la República de Platón. Esta obra tiene como tema central la justicia. Como en otros diálogos platónicos, los adversarios de Platón son los sofistas, concretamente las dos tesis sofistas según las cuales a) la justicia, de acuerdo con la naturaleza, consiste en el dominio del más fuerte, y b) el injusto es más feliz que el hombre justo (entendiendo por ‘justo’ lo que convencionalmente se entiende). Frente a la primera tesis, Platón tratará de definir qué es la justicia y, contra la segunda tesis, tratará de mostrar que la felicidad sólo es posible si hay justicia. Loa libros II, III y IV de la República están dedicados a definir qué es la justicia. Para ello, Platón examina las clases o grupos sociales de que se compone un estado (productores, guardianes, gobernantes). La justicia consiste en el orden de estos tres grupos, cumpliendo adecuadamente su función cada uno de ellos. Los libros V, VI y VII están dedicados a estudiar bajo qué condiciones puede realizarse un estado justo. De éstos, el libro VII constituye un texto fundamental en el conjunto de la obra platónica, pues en él se cruzan los caminos principales que recorren sus Diálogos. De ahí la posibilidad de una hermenéutica (interpretación) plural de dicho libro VII, como: 17 Una interpretación metafísica, basada en la división de dos mundos, sensible e inteligible, como división de lo aparente y lo verdadero. Una interpretación epistemológica, o explicación de las condiciones, génesis, tipos y niveles de conocimiento. Una interpretación ético-política, construida sobre el destino de la polis, y que es, a nuestro parecer, el hilo conductor más visible del conjunto de la República. Una interpretación pedagógica, que subraya y pretende en este texto el problema de la paideia – educación, en el sentido amplio de cultura y formación –, problema al que se refiere directamente la alegoría de la caverna, al comienzo del Libro VII, y que remite a una detallada explicación sobre cómo organizar académicamente el saber en la ciudad. Una interpretación antropológica, desde la que contemplaríamos el tema del destino del hombre como ser arrojado a una situación original de ignorancia, oscuridad y encierro, y de la que sólo puede escapar mediante una cierta violencia liberadora. Estos esquemas no son excluyentes entre sí, sino que se complementan unos con otros o, mejor dicho, se complican unos con otros. No conviene tampoco olvidar la relación existente entre el final del libro VI y el principio del libro VII de la República. En aquel – final del libro VI –, Platón nos expone por boca de Sócrates el ejemplo de la línea o del segmento: Tomemos, dice Sócrates, una línea cortada en dos segmentos desiguales (puesto que representan mundos heterogéneos), y volvamos a cortar cada uno de dichos segmentos según una misma proporción. El primer subsegmento representa las imágenes en general: las sombras de las cosas, los reflejos de las mismas, u otras cosas semejantes. El segundo corresponde a la parte del mundo sensible – naturaleza: animales y plantas, y a los productos fabricados por el hombre. El tercero representa las entidades matemáticas o números. El cuarto y último es el representante de las ideas o esencias. Como vemos, este símil del libro VI representa lo que de forma más gráfica vemos al inicio del libro VII: la división de la realidad en dos mundos y, a su vez, la subdivisión de cada uno de ellos en otras dos partes, correspondientes a cada uno de los grados del conocimiento, tal como se percibe también en el mito de la caverna. La relación entre ambos mundos es recíproca y complementaria. Los últimos libros de la República – VIII, IX y X – se ocupan de la injusticia, de la educación y del tema de la felicidad. En la República de Platón podemos rastrear la huella o las influencias filosóficas de los pensadores que le precedieron, entre los que destacamos a: Heráclito, de quien recoge el reconocimiento de la existencia de una realidad material y cambiante, sometida al fluir y al devenir. Parménides, de quien acepta la tesis de la unidad e inmutabilidad del Ser - el ser es, el no ser no es, -. Pitágoras y los pitagóricos, de quienes heredará el dualismo materia/espíritu, cuerpo/alma, y, como ellos, privilegiará lo segundo (espíritu - alma) en detrimento de lo primero (materia – cuerpo. Anaxágoras y su teoría de una mente ordenadora o nous que influye en Platón como precedente de la concepción de las Ideas como verdaderas causas de lo real. 18 Su maestro Sócrates, quien sembrará en él la aspiración por llegar al conocimiento de las esencias y el concepto de Dialéctica que, para Platón, no será sólo la Ciencia de las Ideas, sino también el procedimiento, camino o método para conocerlas y contemplarlas. También heredará de Sócrates la preocupación por los problemas de tipo social y político. Pero donde se percibe con toda claridad la presencia de Platón es en la Historia de la Filosofía posterior a él. Se ha dicho, y no sin exageración, que toda la historia de la filosofía occidental no es sino un conjunto de notas a pie de página del pensamiento de Platón (Whitehead). Sea como fuere, una cosa sí es cierta y es que Platón ha influido poderosamente en toda la historia del pensamiento de Occidente. Veamos por qué: 1. 2. 3. 4. 5. 6. En primer lugar, por una razón general y fundamental: aquello que entendemos por filosofía ha alcanzado en Platón su primera y definitiva caracterización. Toda la filosofía que ha venido después tiene que ver con el estatuto que Platón dio a este tipo de conocimiento. Las críticas internas a la historia de la filosofía, como la que hizo Nietzsche, avalan esta idea. En efecto, Nietzsche considera la historia de la filosofía occidental como la historia de un error, que no es otro que el error platónico. Nietzsche entiende por error platónico la división de la realidad en dos mundos – cosmos noetós y cosmos aiszetós –, la supremacía del primero sobre el segundo y la referencia absoluta al Bien y a la Verdad como oposición al error y al mal. En la crítica que Hume hará a los principios básicos de la Metafísica: el principio de causalidad, la idea de sustancia, etc., subyace también una crítica al pensamiento platónico. Dígase lo mismo de la crítica hecha por Kant y Heidegger, acusando este último a Platón de haber subordinado la verdad a la idea. Su mismo discípulo, Aristóteles, criticó algunas doctrinas del maestro, vgr., la existencia de las ideas separadas de las cosas y la división del mundo en sensible e inteligible. Para Aristóteles, las ideas se encuentran integradas en las cosas – son su esencia – y el mundo inteligible se encuentra integrado en el sensible. La tarea del filósofo será captar la universalidad de la esencia en los fenómenos particulares, en el mundo sensible. Aristóteles no desprecia el valor de los sentidos como hizo Platón. Si para éste el conocimiento consiste en la elevación, mediante la dialéctica, desde el mundo sensible al inteligible, Aristóteles piensa que todo conocimiento es abstracción a partir de la sensación: sin sensación no hay conocimiento. La Academia fundada por Platón perduró durante varios siglos. Aunque el pensamiento de la Academia sufrió muchas variaciones al confrontarse con el helenismo, el estoicismo y el escepticismo, hasta el punto de llegar en su última etapa a un cierto grado de escepticismo que podríamos enunciar así: La verdad es la norma absoluta del pensamiento, pero al hombre se le ha negado la posibilidad de conocerla. Contra este escepticismo y este relativismo se rebeló posteriormente San Agustín en su tratado Contra Academicos, donde defiende la posibilidad del conocimiento de la verdad frente al escepticismo de los académicos. En el siglo III d. C. se recupera el sentido metafísico-espiritual del pensamiento platónico a través del llamado Neoplatonismo, cuya máxima figura es Plotino. El Cristianismo se nutrió también del pensamiento platónico y sus variantes: neoplatonismo y helenismo. Por último, en el umbral de la Edad Moderna, en la que confluyen las nuevas ciencias físico-matemáticas y la metafísica, son de nuevo perceptibles los ecos del platonismo. Los encontramos en Descartes, en todo el Racionalismo moderno y en 19 la ciencia que se desarrolla a partir del Renacimiento: allí donde se prescinde de las apariencias sensibles en favor de hipótesis ideales. MODELO DE COMENTARIO DE TEXTO DE PLATÓN [2] TEXTO: “Pues bien – dije – dame también la razón en esto otro: no te extrañes de que los que han llegado a ese punto no quieran ocuparse en asuntos humanos; antes bien, sus almas tienden siempre a permanecer en las alturas, y es natural, creo yo, que así ocurra, al menos si también esto concuerda con la imagen de que se ha hablado [...] ¿Y qué? ¿Crees – dije yo – que haya que extrañarse de que, al pasar un hombre de las contemplaciones divinas a las miserias humanas, se muestre torpe y sumamente ridículo cuando, viendo todavía mal y no hallándose aún suficientemente acostumbrado a las tinieblas que le rodean, se ve obligado a discutir en los tribunales o en otro lugar cualquiera, acerca de las sombras de lo justo o de las imágenes de las que ellas son reflejo, y a contender acerca del modo en que interpretan esas cosas los que jamás han visto la justicia en sí?”. Platón. República, libro VII. 1. RESUMEN.- En este fragmento del libro VII de La República Platón nos habla de la tendencia del alma a permanecer en las alturas (del mundo noético), de su resistencia a bajar al mundo de la opinión (mundo sensible), y de la torpeza que muestra al tener que debatir con quienes no conocen las ideas o esencias, sino las sombras o reflejo de las mismas. 2. NOCIONES PRESENTES EN EL TEXTO.- Del contenido del texto podemos deducir dos nociones fundamentales del pensamiento platónico, que explicamos a continuación. 1) El ascenso al mundo de arriba y el sol. Esta imagen corresponde al momento en que el prisionero sale al mundo exterior de la caverna, subida que equivale a la ascensión del alma al mundo noético, tal como Platón lo interpreta en el texto. En este mundo de arriba están las ideas o esencias, que son entes reales, auténticos, verdaderos, eternos, permanentes, inmutables. Son modelos o arquetipos del mundo sensible. Equivalen a los seres que hay en el mundo exterior a la caverna, aquellos cuyas sombras veían los prisioneros reflejadas en la pared. . Estas ideas o esencias son independientes del mundo sensible y son la causa del ser de las cosas. En el mundo noético estas ideas están jerarquizadas, es decir, se subordinan unas a otras en virtud de su jerarquía. En la cúspide del mismo se encuentra la idea de Bien, que es la reina o diosa de todas las demás: ideas éticas, ideas estéticas, ideas de relación, los números, etc. Sólo pueden ser conocidas con los ojos del alma, es decir, con la inteligencia o razón, obteniendo así episteme, sabiduría o conocimiento propiamente dicho. La episteme está conformada por dos grados del conocer, que son la dianoia y la nóesis. La dianoia es el conocimiento que se deriva de los números o entidades matemáticas, mientras que la nóesis es el conocimiento propiamente dicho, y se obtiene tras conocer las ideas y, sobre todo, la reina de todas ellas, que es la idea de Bien. La episteme es el único conocimiento que para Platón merece tal nombre y tiene que adquirirlo todo el que quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública. ¿Por qué razón? Pues porque las ideas y, sobre todo el Bien, son “causa de todo lo recto y bello que hay en las cosas” y “productora de verdad y conocimiento”. La segunda parte de esta noción, es decir, el sol, es el equivalente que hay en el mundo sensible a la idea de Bien en el mundo inteligible. Dicho de otra manera: El sol es el reflejo del 20 Bien en el mundo sensible; así como el sol es quien lo ilumina todo y es fuente de todas las cosas que percibimos por los sentidos, así la idea de Bien es causa de todo lo que se comprende y “es productora de toda verdad y conocimiento”, tal como afirma el texto. Como al sol le están supeditados los otros astros: luna, estrellas, etc., así al Bien quedan sometidas las otras ideas: éticas, estéticas, de relación, números, etc, ya que en el mundo noético éstas están jerarquizadas y sometidas a la reina de todas ellas que es la idea de Bien. Ahora bien, ¿cómo se accede al conocimiento del mundo de arriba o noético? Platón dice que a través de un proceso dialéctico que realiza el alma (o la parte racional del alma: la inteligencia) ascendiendo desde el mundo de las sombras o apariencias, siguiendo por el de los objetos o seres sensibles, hasta llegar a las entidades matemáticas o números y finalizando en el mundo de las ideas, para contemplarlas y conocerlas. Posteriormente, tras este conocimiento, hay que bajar desde el mundo inteligible al mundo sensible y enseñar a los demás ciudadanos de la polis dichas esencias o ideas, con el fin de que reinen entre ellos y en la polis. De este modo tendremos una polis justa al estar gobernada no por intereses espurios o ilegítimos, sino por la Justicia en sí. Con esta referencia a descender del mundo de arriba a la caverna o mundo sensible entramos de lleno en la segunda noción, que es: 2. El retorno a la caverna y las tinieblas. Como acabamos de enunciar, todos los que han llegado al mundo noético tienen la obligación de volver a la caverna, es decir, descender al mundo sensible, para mostrar la verdadera realidad a los que aún permanecen en el reino de la opinión o doxa, es decir, a los prisioneros que siguen encadenados en la caverna, con el fin de liberarlos de las cadenas de su ignorancia y ayudarles a ascender al mundo de arriba. La razón de este descenso estriba en que el mundo de la caverna representa al mundo sensible, donde están los seres sometidos a la generación y a la muerte, al fluir y al devenir, y que conocemos por los sentidos, como los prisioneros los conocían por al vista; estos seres son simple copia o reflejo de las entidades noéticas o ideas y equivalen a los objetos que se ven dentro de la vivienda-prisión, y de ellos obtenemos doxa u opinión; la doxa está formada por dos grados de conocimiento, que son la eikasia y la pistis. El primer grado o eikasia es el conocimiento que obtenemos de las imágenes, sombras, reflejos o apariencias de las cosas materiales. El segundo o pistis es el conocimiento que nos dan las cosas u objetos materiales. En resumen, que la caverna es imagen del mundo sensible y las tinieblas equivalen a los grados del conocimiento que tienen los hombres que permanecen en ella, a saber, la eikasia y la pistis, cuya suma da doxa, opinión o conocimiento sensible, que no es conocimiento propiamente dicho, sino una copia, remedo o imitación del conocimiento. Este retorno conlleva dificultades, tales como la torpeza al tratar sobre asuntos humanos que son opinables, la ceguera de los ojos al volver a las tinieblas, es decir, al mundo de las sombras y de la opinión, la incomprensión de la gente, pues se ríe de ellos, etc. Todo esto manifiesta que quienes han visto las ideas del mundo noético no discuten sobre ellas, como se hace en el mundo de la opinión, sino que gozan con su contemplación y conocimiento y con que los demás las conozcan, las contemplen y las pongan como guías rectoras de su vida en la polis. 3. SINTESIS TEÓRICA O DOCTRINAL: LA TEORÍA DE LAS IDEAS No es fácil interpretar el sentido exacto de esta teoría, ya que no aparece expuesta sistemáticamente en ningún diálogo de Platón y, además, experimentó una continua evolución y revisión. Aristóteles nos dice que Platón siguió un tiempo la opinión de Heráclito de que todas las cosas sensibles están en flujo permanente, y él mismo sostuvo esta doctrina más tarde (que plasmaría en su Mundo Sensible). Por otra parte, fue discípulo de Sócrates, quien se consagró a los problemas morales, proponiéndose lo universal como objeto de sus indagaciones y siendo el primero que aplicó el pensamiento a dar definiciones. Siguiendo esta doctrina de su maestro, Platón llamó Ideas a dichos objetos universales. De los pitagóricos recibió la importancia de los números (que él coloca en la base del Mundo Noético) y cambió el concepto pitagórico de imitación (mímesis) por el de participación (méthexis). Hasta aquí Aristóteles (Metafísica, I, 6, 21 987 a 30 b 15). A partir de estas indicaciones de Aristóteles es posible comprender la evolución de la teoría de las Ideas: 1º. En los primeros diálogos Platón se mantiene fiel a la orientación socrática: buscar la definición de las virtudes, a las que definirá como algo común a todos los actos humanos. Ese algo común es llamado por Platón Idea. El término aparece por primera vez en su obra Eutrifón. En este estadio inicial, la teoría de las ideas tiene una intención ética de inspiración socrática: para ser virtuoso es preciso saber qué es cada virtud. Es decir, se trata de averiguar cuál es el carácter o idea común que debemos encontrar en las acciones humanas para afirmar que son virtuosas. 2º. En los diálogos de madurez la teoría de las ideas experimenta una transformación fundamental. La nueva concepción de las Ideas puede resumirse así: - Las ideas son esencias (ousía = realidad) que existen separadas de las cosas particulares. Se entiende por esencia aquello por lo que una cosa (particular) es lo que es. Así, la idea de belleza es la Belleza-en-sí y aquello por lo que las cosas son bellas. Son entidades que poseen existencia real e independiente. Cada Idea es una sustancia (ousía), algo que existe en-sí como una realidad transcendente y no inmanente a las cosas. - Las Ideas, en cuanto esencias o sustancias, gozan de las características del Ser de Parménides: cada una es única, eterna, permanente, inmutable. Pero esto no quiere decir que las Ideas sean realidades corpóreas ni tampoco realidades sensibles, sino únicamente inteligibles, es decir, sólo se pueden conocer por la inteligencia; de ahí la expresión platónica Mundo Inteligible. Por el contrario, las cosas son múltiples, temporales, cambiantes y sujetas a la generación y a la muerte y sólo son conocidas por los sentidos corporales; de ahí la expresión platónica Mundo sensible. - Relación entre las Ideas y las cosas. Para expresar dicha relación Platón usa diversas denominaciones. Desde el punto de vista de las cosas, se dice que es una relación de participación (méthexis) o imitación (mímesis). Desde el punto de vista de las Ideas es llamada presencia (parousía); también se dice que las Ideas son causa (aitía) de las cosas, no en cuanto que produzcan las cosas, sino en cuanto son sus esencias. De ahí que las cosas no sean reales, sino reflejo (eídolon) o imitación de las Ideas. - Clases de Ideas. La teoría de las Ideas implica que debe haber una idea correspondiente a cada nombre común. En los primeros diálogos sólo hay referencia a las Ideas éticas o morales (virtudes: Prudencia, Justicia, Fortaleza, Templanza, etc.). Sin embargo, en los diálogos de madurez se añaden las Ideas estéticas (Belleza, Orden, Armonía, etc.), Ideas de relación (Igualdad, Semejanza, Superioridad, etc.), Ideas matemáticas o números (Unidad, Paridad, Dualidad, Trinidad, etc.). - Relación entre las Ideas. El Mundo Inteligible está jerarquizado, es decir, tiene un orden, una armonía, un equilibrio, etc., que Platón expresa con la jerarquía que en él tienen las Ideas. La principal de todas es la Idea de Bien, que es como la reina y señora del mundo noético; tras ella, vienen las Ideas éticas; luego, las estéticas, le siguen las ideas de relación y, finalmente, las ideas matemáticas. Estas últimas son realidades intermedias entre las Ideas y las cosas. - Por último, digamos que la intención de la Teoría de las Ideas se amplía: ahora no sólo tiene una dimensión moral, sino que adquiere una dimensión política, claramente perceptible en la República. Esta dimensión política preconiza que los filósofos han de ser los gobernantes de la polis, gobierno que deben ejercer no por ambiciones políticas ni de poder, sino guiados por ideales (las Ideas) transcendentes y absolutos. Hay también otra 22 intención: Una intención científica, es decir, el objeto de la ciencia (episteme) sólo pueden ser las Ideas. - Conclusión. De la doctrina platónica sobre las Ideas podemos deducir: a) Un dualismo ontológico, que consiste en la existencia de dos clases de seres, a saber, los seres materiales, propios del mundo sensible, y los seres ideales, que son las ideas o esencias del mundo noético. b) Un dualismo epistemológico, consistente en admitir dos clases de conocimiento: el conocimiento sensible, al que Platón llama doxa u opinión, y el conocimiento inteligible, al que denomina episteme o sabiduría. c) Un dualismo cosmológico, que sostiene la existencia de dos mundos: El mundo sensible, donde están los seres sometidos a la generación y a la muerte, etc., y el mundo inteligible, que es el de las ideas o esencias. d) La necesidad de la Dialéctica. Tras lo dicho anteriormente cabe preguntarse: ¿Cómo se accede al conocimiento de ese mundo noético? A través de la Dialéctica, que es un proceso realizado por el alma (o la parte racional del alma: la inteligencia) para ascender desde el mundo de las sombras o apariencias, siguiendo luego por el de los objetos o seres sensibles, hasta llegar a las entidades matemáticas o números y finalizando en el mundo de las ideas, para contemplarlas, conocerlas y, luego, tras bajar del mundo inteligible al mundo sensible, enseñar estas ideas a los ciudadanos de la polis. Y es aquí donde Platón deja ver la e) Una intencionalidad política: Sólo el filósofo, es decir, el que ha salido de las sombras de la caverna y ha ascendido al mundo noético es capaz de crear polis justas y bellas, ciudades ideales. Por eso, la polis platónica necesita de unos gobernantes perfectos y justos, formados desde su niñez en los principios didácticos de la República y llamados a gobernarla según la Justicia en sí, conocida en el mundo noético. Con esta solución Platón se inclina por un tipo de gobierno aristocrático – el de los filósofos – que gobernará la polis, dando lugar a una sociedad rígidamente estructurada: gobernantes, guerreros y productores, equivalentes a cada una de las tres partes del alma respectivamente: gobernantes: alma racional; guerreros: alma irascible; productores: alma concupiscible. Esto explica que se haya podido decir que toda la filosofía platónica tenga no sólo una finalidad política, sino que provenga de la política y por la política. Otro modo de acceso al mundo inteligible es a través de la Educación o Paideia, pero este punto es objeto de otro tema de estudio aparte. En fin, todo lo dicho hasta aquí podríamos representarlo con el cuadro siguiente: MUNDO SENSIBLE MUNDO INTELIGIBLE A D Imágenes/Reflejos/Ap Cosas u ariencias/Som-bras de materiales las cosass/ DIA->>> Conjetura/ Eikasía C E objetos Números/ o Entidades Ideas/Esencias matemáticas LÉC->>> Creencia/Pistis TI->>> Discurso Pensamiento/ Diánoia 23 B CA o Conocimiento Sabiduría/ Noésis o Física DOXA U OPINIÓN O APARIENCIA CONOCIMIENTO SENSIBLE Matemáticas Dialéctica CIENCIA O EPISTEME O SABIDURÍA CONOCIMIENTO INTELIGIBLE Como conclusión, digamos que hemos de reconocer en Platón a una de las cimas más altas del pensamiento humano, ya que él dio a la filosofía el estatuto que ésta ha mantenido hasta la actualidad, hasta el punto de que se ha podido decir que toda la filosofía occidental no es sino una nota a pie de página a lo establecido o dicho por Platón (Whitehead). 4. CONTEXTUALIZACIÓN. Como hemos dicho en páginas anteriores, el texto de nuestro comentario es un fragmento de la República de Platón. Esta obra tiene como tema central la justicia. Como en otros diálogos platónicos, los adversarios de Platón son los sofistas, frente a cuyas tesis Platón tratará de definir qué es la justicia y mostrar que la felicidad sólo es posible si hay justicia. Loa libros II, III y IV de la República están dedicados a definir qué es la justicia. Para ello, Platón examina las clases o grupos sociales de que se compone un estado (productores, guardianes, gobernantes). La justicia consiste en el orden de estos tres grupos, cumpliendo adecuadamente su función cada uno de ellos. Los libros V, VI y VII están dedicados a estudiar bajo qué condiciones puede realizarse un estado justo. De éstos, el libro VII constituye un texto fundamental en el conjunto de la obra platónica, pues en él se cruzan los caminos principales que recorren sus Diálogos. De ahí la posibilidad de una hermenéutica (interpretación) plural de dicho libro VII, como: Una interpretación metafísica, basada en la división de dos mundos, sensible e inteligible, como división de lo aparente y lo verdadero. Una interpretación epistemológica, o explicación de las condiciones, génesis, tipos y niveles de conocimiento. Una interpretación ético-política, construida sobre el destino de la polis, y que es, a nuestro parecer, el hilo conductor más visible del conjunto de la República. Una interpretación pedagógica, que subraya y pretende en este texto el problema de la paideia – educación, en el sentido amplio de cultura y formación –, problema al que se refiere directamente la alegoría de la caverna, al comienzo del Libro VII, y que remite a una detallada explicación sobre cómo organizar académicamente el saber en la ciudad. Una interpretación antropológica, desde la que contemplaríamos el tema del destino del hombre como ser arrojado a una situación original de ignorancia, oscuridad y encierro, y de la que sólo puede escapar mediante una cierta violencia liberadora. Estos esquemas no son excluyentes entre sí, sino que se complementan unos con otros o, mejor dicho, se complican unos con otros. No conviene tampoco olvidar la relación existente entre el final del libro VI y el principio del libro VII de la República. En aquel – final del libro VI –, Platón nos expone por boca de Sócrates el ejemplo de la línea o del segmento: Tomemos, dice Sócrates, una línea cortada en dos segmentos desiguales (puesto que representan mundos heterogéneos), y volvamos a cortar cada uno de dichos segmentos según una misma proporción. El primer subsegmento representa las imágenes en general: las sombras de las cosas, los reflejos de las mismas, u otras cosas semejantes. El segundo corresponde a la parte del mundo sensible – naturaleza: animales y plantas, y a los productos fabricados por el hombre. El tercero representa las entidades matemáticas o números. El cuarto y último es el representante de las ideas o esencias. Como vemos, este símil del libro VI representa lo que de forma más gráfica vemos al inicio del libro VII: la división de la realidad en dos mundos y, a su vez, la subdivisión de cada uno de ellos en 24 otras dos partes, correspondientes a cada uno de los grados del conocimiento, tal como se percibe también en el mito de la caverna. La relación entre ambos mundos es recíproca y complementaria. Los últimos libros de la República – VIII, IX y X – se ocupan de la injusticia, de la educación y del tema de la felicidad. En la República de Platón podemos rastrear la huella o las influencias filosóficas de los pensadores que le precedieron, entre los que destacamos a: Heráclito, de quien recoge el reconocimiento de la existencia de una realidad material y cambiante, sometida al fluir y al devenir. Parménides, de quien acepta la tesis de la unidad e inmutabilidad del Ser - el ser es, el no ser no es, -. Pitágoras y los pitagóricos, de quienes heredará el dualismo materia/espíritu, cuerpo/alma, y, como ellos, privilegiará lo segundo (espíritu - alma) en detrimento de lo primero (materia – cuerpo. Anaxágoras y su teoría de una mente ordenadora o nous que influye en Platón como precedente de la concepción de las Ideas como verdaderas causas de lo real. Su maestro Sócrates, quien sembrará en él la aspiración por llegar al conocimiento de las esencias y el concepto de Dialéctica que, para Platón, no será sólo la Ciencia de las Ideas, sino también el procedimiento, camino o método para conocerlas y contemplarlas. También heredará de Sócrates la preocupación por los problemas de tipo social y político. Pero donde se percibe con toda claridad la presencia de Platón es en la Historia de la Filosofía posterior a él. Se ha dicho, y no sin exageración, que toda la historia de la filosofía occidental no es sino un conjunto de notas a pie de página del pensamiento de Platón (Whitehead). Sea como fuere, una cosa sí es cierta y es que Platón ha influido poderosamente en toda la historia del pensamiento de Occidente. Veamos por qué: 7. 8. 9. En primer lugar, por una razón general y fundamental: aquello que entendemos por filosofía ha alcanzado en Platón su primera y definitiva caracterización. Toda la filosofía que ha venido después tiene que ver con el estatuto que Platón dio a este tipo de conocimiento. Las críticas internas a la historia de la filosofía, como la que hizo Nietzsche, avalan esta idea. En efecto, Nietzsche considera la historia de la filosofía occidental como la historia de un error, que no es otro que el error platónico. Nietzsche entiende por error platónico la división de la realidad en dos mundos – cosmos noetós y cosmos aiszetós –, la supremacía del primero sobre el segundo y la referencia absoluta al Bien y a la Verdad como oposición al error y al mal. En la crítica que Hume hará a los principios básicos de la Metafísica: el principio de causalidad, la idea de sustancia, etc., subyace también una crítica al pensamiento platónico. Dígase lo mismo de la crítica hecha por Kant y Heidegger, acusando este último a Platón de haber subordinado la verdad a la idea. Su mismo discípulo, Aristóteles, criticó algunas doctrinas del maestro, vgr., la existencia de las ideas separadas de las cosas y la división del mundo en sensible e inteligible. Para Aristóteles, las ideas se encuentran integradas en las cosas – son su esencia – y el mundo inteligible se encuentra integrado en el sensible. La tarea del filósofo será captar la universalidad de la esencia en los fenómenos particulares, en el mundo sensible. Aristóteles no desprecia el valor de los sentidos como hizo Platón. Si para éste el conocimiento consiste en la elevación, mediante la dialéctica, desde el mundo sensible al inteligible, Aristóteles piensa que todo conocimiento es abstracción a partir de la sensación: sin sensación no hay conocimiento. La Academia fundada por Platón perduró durante varios siglos. Aunque el pensamiento de la Academia sufrió muchas variaciones al confrontarse con el helenismo, el estoicismo y el escepticismo, hasta el punto de llegar en su última etapa a un cierto grado de escepticismo 25 que podríamos enunciar así: La verdad es la norma absoluta del pensamiento, pero al hombre se le ha negado la posibilidad de conocerla. Contra este escepticismo y este relativismo se rebeló posteriormente San Agustín en su tratado Contra Academicos, donde defiende la posibilidad del conocimiento de la verdad frente al escepticismo de los académicos. 10. En el siglo III d. C. se recupera el sentido metafísico-espiritual del pensamiento platónico a través del llamado Neoplatonismo, cuya máxima figura es Plotino. 11. El Cristianismo se nutrió también del pensamiento platónico y sus variantes: neoplatonismo y helenismo. 12. Por último, en el umbral de la Edad Moderna, en la que confluyen las nuevas ciencias físico-matemáticas y la metafísica, son de nuevo perceptibles los ecos del platonismo. Los encontramos en Descartes, en todo el Racionalismo moderno y en la ciencia que se desarrolla a partir del Renacimiento: allí donde se prescinde de las apariencias sensibles en favor de hipótesis ideales. 26