Entrevista a Arnaldo Pangrazzi : “Hay que buscar el espacio para

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Entrevista a Arnaldo Pangrazzi : “Hay que buscar el espacio para comunicar el dolor”
Aleyda Domínguez
Alandar
Arnaldo Pangrazzi es religioso camilo, doctor en teología y graduado en supervisión de
educación de la pastoral clínica. Junto a su labor en el Instituto Internacional de Teología
Pastoral Sanitaria de Roma, coordina la animación de diversos grupos de ayuda mutua con
personas que han sufrido pérdidas. Con su estilo claro y sencillo, aborda la experiencia del
duelo ofreciendo pistas muy prácticas y realistas muchas de las cuales están recogidas en su
libro, La pérdida de un ser querido. Un viaje dentro de la vida.
¿Qué es el duelo?
Desde el punto de vista terminológico el duelo viene del latín dolus, que significa dolor,
dolor ante el desprendimiento de alguien o algo. Dolor frente a los desapegos, que pueden
ser de muy distinta naturaleza. Es decir, se produce una situación de duelo en las cosas más
sencillas hasta en las más complicadas. Por ejemplo la pérdida de un trabajo, de la pareja,
de un partido de fútbol, de un proyecto o de un sueño. El duelo está presente en todas las
parcelas de la vida, la vida es un duelo.
¿Todas las personas reaccionan igual ante una situación de duelo?
A lo largo de nuestra existencia todos nos tenemos que enfrentar a diversas situaciones de
duelo. Hay personas que afrontan más pérdidas que otras porque hay situaciones que
escapan a nuestro control. Sin embargo, el modo en que afrontamos estos duelos varía en
función de cada una. Existen personas que desarrollan mayor conciencia y familiaridad con
el proceso de duelo diario. Interiorizan que cada cosa es un don, que todo es vulnerable y
que todo lo podemos perder en cualquier momento. Este tipo de personas aprecian más lo
que viven, son personas para las que las separaciones son menos traumáticas.
Sin embargo, en los países del Norte recibimos mensajes contrarios. Los influjos que
recibimos son lo de una sociedad que niega el dolor, las pérdidas y que está obsesionada
con el éxito.
Sin duda, la cultura del materialismo, del hedonismo, de la relativización de los valores son
obstáculos que impiden ir al corazón de la vida, a la sustancia. Uno cree que lo externo es
lo esencial y lo interno es lo secundario. Después de una situación de pérdida, un conflicto,
un fracaso hay personas que caen derrumbadas porque a pesar de que externamente lo
tenían todo para ser felices, les faltaba la fortaleza interior que les permitía enfrentarse con
sus fracasos y pérdidas.
¿Cómo podemos educarnos en la dinámica de la continua separación?
Las personas podemos aprender a vivir con nuestros límites, a vivir con los desapegos que
debemos experimentar a lo largo de nuestra vida. A veces es un proceso instintivo. Otras es
un proceso racional que se produce cuando la persona aprende a interiorizar el fracaso,
frente al desánimo y la autolimitación se dice a sí mismo que sí que puede sobrevivir ante
la pérdida. Otras, es un proceso emotivo cuando comunicamos nuestras tristezas,
manifestamos nuestro sentido de culpabilidad o desahogamos la rabia. Todos estos
procesos nos permiten ver que podemos seguir adelante.
¿Qué es lo más difícil en una situación de duelo?
El mayor desafío ante un duelo es la aceptación, es decir, reconciliarse con la pérdida y
aprender a vivir en paz. Algunos logran la aceptación en las primeras etapas tras la
separación; otros, en cambio, el desafío de la aceptación se convierte en el logro de su vida
y hay otros que nunca lo consiguen. Sin duda, cada persona tiene que experimentar su
propio proceso. Profesionales, psicólogos, psiquiatras, sacerdotes, tenemos que estar
presentes para facilitar el proceso, pero las personas tienen que asumirlo y aceptarlo. En
este sentido, la comunicación es clave para lograr la aceptación de la pérdida. De alguna
forma hay que buscar el espacio para comunicar el dolor, el vacío que se siente tras la
pérdida.
¿Cómo se afronta el duelo desde la fe?
En primer lugar habría que ver cómo cada persona practica, entiende o da testimonio de su
fe. Para algunos su fe está ligada a su pertenencia religiosa en la que su fe se expresa desde
una doctrina, la católica, la judía, la islámica… Para otras la fe es tener una conexión con
otra realidad trascendente a la vida que va más allá de lo material. Buscan su fe en el
significado más profundo de las vivencias humanas. Por otro lado, para otros la fe es en
alguien o algo. Para otros la fe es donación, entregarse a los demás, es amar a Dios y al
prójimo como a ti mismo. También hay quienes entienden su fe como estar en paz consigo
mismos, es decir, con sus propios límites y los dones que han recibido intentando compartir
con los otros. Para otros, en cambio, es vivir con la impotencia, aceptar la mortalidad e
intentar ver que la única certidumbre es la incertidumbre: valorar el presente. En definitiva,
la fe, en cualquiera de sus manifestaciones, ilumina las etapas de la vida, pérdidas incluidas.
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