En la medida que existiría violencia excesiva proveniente de agentes... ciudadanía, pasa a ser problema de derechos humanos y por...

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Violencia policial: ¿habremos tocado fondo?
Miércoles, 05 de Septiembre de 2012 09:29
En la medida que existiría violencia excesiva proveniente de agentes del Estado en contra de la
ciudadanía, pasa a ser problema de derechos humanos y por tanto responsabilidad del Estado
de Chile de cara a sus compromisos internacionales en esta materia.
Por Ana Piquer, Directora Ejecutiva Amnistía Internacional Chile
Recientemente nos hemos escandalizado con gravísimas denuncias de violencia policial
ocurridas en el contexto de las manifestaciones estudiantiles de las últimas semanas, que han
incluido denuncias de golpizas severas y abusos sexuales a niñas. Sin embargo, esto no es
algo nuevo. Desde hace ya más de un año, con el inicio del movimiento estudiantil, en Amnistí
a Internaciona
l venimos recibiendo denuncias de violencia policial después de cada manifestación
invariablemente, las que van desde uso indiscriminado del lanzaaguas, uso indebido de
bombas y gases lacrimógenos, golpes durante el proceso de detención, hasta malos tratos
dentro de los carros policiales y una vez detenidos. Esto se repitió en manifestaciones fuera de
Santiago, incluyendo los casos de movimientos sociales en Aysén, Pelequén y Freirina.
Es fundamental no perder de vista que esto no es un problema de los manifestantes ni un
problema de seguridad ciudadana exclusivamente. En la medida que existiría violencia
excesiva proveniente de agentes del Estado en contra de la ciudadanía, pasa a ser
problema de derechos humanos y por tanto responsabilidad del Estado de Chile de cara
a sus compromisos internacionales en esta materia. Por supuesto que el Estado tiene el
deber de resguardar el orden público, pero cualquier medida que se adopte en este
sentido, debe tener siempre como base el pleno respeto de los derechos humanos de
todas las partes involucradas.
La violencia policial en el contexto de una manifestación ciudadana lesiona obviamente el
derecho a la integridad física y psíquica de las personas afectadas. Pero además tiene
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consecuencias adicionales, pues atenta gravemente contra los derechos a reunión y a la
libertad de expresión: al verse una violencia indiscriminada, que afectaría por igual a
manifestantes pacíficos y a personas que cometen actos de violencia dentro de la misma
manifestación, se está dando la señal de que lo repudiable es la manifestación misma y
coartando el actuar de quienes se manifiestan pacíficamente, pese a que sea simplemente el
ejercicio de derechos humanos básicos. Esta es también una de las razones por las que hemos
criticado la Ley de Resguardo del Orden Público (más conocida como "ley Hinzpeter"), en
cuanto estaría dando otra señal en este mismo sentido criminalizador de las manifestaciones
como tales, se les estigmatiza.
Por ello hemos estado constantemente haciendo ver nuestra preocupación en diferentes
instancias, incluyendo una carta que Amnistía Internacional dirigió al Presidente Sebastián
Piñera en marzo de este año, a la cual la respuesta inmediata fue una declaración del Ministro
Andrés Chadwick diciendo que "no compartía" nuestras apreciaciones. Más aún, en más de
una ocasión en que, ciudadanos y ciudadanas, haciendo uso de la Ley de Transparencia,
requirieron información al Ministerio del Interior a propósito de las medidas que
adoptaría para investigar las denuncias de violencia policial, éste deslindó su
responsabilidad, respondiendo que el Ministerio sólo tiene injerencia en aspectos de
tipo administrativo de Carabineros, pero no en lo relativo a su actuar y protocolos,
derivando la solicitud de información a Carabineros.
Hemos visto con cautelosa esperanza las declaraciones recientes tanto del Presidente Piñera
como del Ministro Chadwick, indicando que serán implacables en aplicar sanciones a
Carabineros que hayan cometido "excesos". De manera similar, Carabineros ha reconocido
"excesos", sancionando —al menos provisoriamente— a algunos Carabineros por casos de
violencia y declarando la necesidad de proporcionar mejor capacitación a fuerzas especiales.
Esto podría dar luces de un cambio de actitud por parte del Gobierno en el sentido de asumir la
responsabilidad del Estado de Chile por lo que podrían ser violaciones de derechos humanos y
tortura, reconocer la gravedad de los hechos y la necesidad de adoptar medidas al respecto.
Sin embargo, es una esperanza cautelosa, considerando que este cambio parece estar
llegando tarde y ser todavía insuficiente.
Llega tarde, considerando que sucede tras más de un año de denuncias de abusos policiales a
las que las autoridades no habían dado relevancia, ni aun tras la muerte de Manuel Gutiérrez.
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Fue necesario llegar a denuncias de actos casi extremos como un carabinero pateando en la
cabeza a un joven, o pasando sus genitales por la cara a una niña, sumado tal vez a la presión
proveniente de artículos en importantes medios extranjeros, para que hubiera una reacción.
Pero al uso rutinario e indiscriminado del "guanaco" y las lacrimógenas pareciéramos habernos
acostumbrado sin cuestionarlo, pese a que deja serias dudas en cuanto al uso proporcional y
gradual de los medios disuasivos de acuerdo a las normas internacionales.
Y es insuficiente, en cuanto parece estarse limitando a estos casos "emblemáticos", siendo que
se trata de un problema recurrente, que es necesario enfrentar desde dos frentes: mejorar la
formación y la capacitación del personal de Carabineros, y la investigación y sanción de todas
las denuncias de violencia. Para que hechos como estos no se repitan, es fundamental que no
queden impunes cuando se cometan. Es esencial que se investigue de manera
independiente e imparcial todas las denuncias y se sancione a las personas
responsables con penas acordes al delito cometido, con procedimientos y sanciones
conocidas y transparentes. Y es fundamental que los casos de violencia cometidos por
Carabineros en contra de civiles, sean llevados ante la justicia ordinaria, siendo urgente
modificar la competencia de los tribunales militares en este sentido.
Esto último además para cumplir las obligaciones que desde hace años tiene pendiente el país
tras un fallo en contra en la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Quizá las recientes declaraciones de las autoridades y Carabineros a propósito de los llamados
"excesos" —que en realidad son violaciones a los derechos humanos— den cuenta de que
llegamos a un punto en que se tocó fondo y el tema ya no podía ser ignorado. Esperemos que
esto lleve a la adopción de medidas efectivas, como las anteriormente señaladas, que nos
permitan construir un sistema legal, judicial y de control del orden público que permita a la
ciudadanía manifestarse libremente y en la confianza de que sus derechos humanos serán
respetados y garantizados.
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