En el Centenario las mujeres tenían los vientres siempre ocupados... nacidos morían

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1910-2010 La república y las mujeres
Lunes, 13 de Septiembre de 2010 09:49
En el Centenario las mujeres tenían los vientres siempre ocupados pues un tercio de los
nacidos morían
Por Ximena Valdés
Los cuerpos de las mujeres entonces, hace cien años, se mostraban más fatigados que
hoy. Ingresaban apenas unas pocas a la escuela y universidades pero tampoco eran
muchos los chilenos que lo hacían.
Sin embargo, se habían levantado las prohibiciones del ingreso de las mujeres a la
educación. Las más letradas comenzaban a decirse que la calle, lo social, la cosa pública no
era el infierno para las mujeres. Unas desplegaron sus salidas hacia la filantropía y la caridad
–en los albores del Centenario las calles no estaban tranquilas como hoy de hecho tampoco lo
están- mientras otras se preguntaban si no debían ser osadas y no tributarias de otros, hacerse
a la escritura y a descerrajar los candados de vida de la polis.
Lo social se mostraba convulsionado, lo político clausurado. De su lado, en las páginas de los
periódicos de las obreras de comienzos de siglo se leía sobre las deplorables condiciones de
trabajo y a menudo aparecía la palabra “emancipación”. Ellas parecían tener la vista puesta
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en dos lados:
en el trabajo y en la
casa y no ahorraban palabras para señalar que los patrones las explotaban y que sus
compañeros a menudo las maltrataban.
En los años previos y posteriores al Centenario de la República, las mujeres se movían o
comenzaban a hacerlo.
En adelante, tras variados ensayos -prensa, partidos políticos, movimiento sufragista- las
chilenas no sesgaron en la lucha por los derechos cívicos ni tampoco en la conquista de
derechos civiles. La cuestión social, las condiciones de trabajo, la maternidad pero también los
asuntos de la polis, de la guerra que ocurría en otra parte, figuraban en las páginas de su
prensa, en congresos y actividades públicas. Concordaron con los poderes públicos en la
mejoría de la maternidad y de la infancia pero al mismo tiempo denunciaban las tutelas
maritales inscritas en el régimen matrimonial.
Varias décadas después, la polis se enlutó y se hizo más inhóspita. Volvían las mujeres a
tomarse la calle y los espacios públicos; como sordina reclamaron por los derechos humanos;
no sesgaron. Al tiempo que buscaron un nuevo lugar en la sociedad, reclamaron por lo que
acontecía en el mundo privado y en la vida pública, por ser dueñas de sus cuerpos y por estar
en los lugares acaparados por el mundo masculino.
La palabra igualdad fue haciéndose parte, poco a poco, del sentido común conforme se
dejaban atrás las botas militares. Igualdad, sin embargo, instalada en las batallas por la
emancipación y la liberación, reclamada por esas mujeres del siglo XX y nunca desgajada de
los avatares trágicos o luminosos de la vida de la polis. Tal vez, a la hora de hacer visible lo
que han ganado las chilenas en estos cien años, haya sido torcerle la mano a lo que la
República había separado: el gobierno de la ciudad y el gobierno de la familia. Al entrar al siglo
XXI, entre las chilenas algunas saltaban fronteras y ocupaban otros lugares que los diseñados
para ellas en el curso del siglo pasado.
Pero como en el Centenario, ahora en este Bicentenario que algunos celebran, la nueva
cuestión social emerge con fuerza, la calle está de nuevo convulsionada, la sociedad está
inquieta, los malestares modernos hacen ruido. Y aunque los vientres estén menos fatigados
porque han dejado de configurar el único lugar de las mujeres en la sociedad, y aunque la idea
de la igualdad entre los sexos se haya encarnado en el sentido común,
una sociedad de desiguales que no haya superado el estigma en que las diferencias por
origen, status, sexo nutren las desigualdades, arrastra también necesariamente a las
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