Movimiento y Partido Armando Bartra Morena es ya un movimiento y seguirá siéndolo ¿debe conformar también un partido? La respuesta que demos tiene que ver con la condición del país y la coyuntura en que nos encontramos, con la organización que ahora tenemos y con la necesidad de transformarla en la que hace falta para impulsar con más éxito el cambio verdadero. La circunstancia en que estamos y sus desafíos La definición del tipo de programa, estrategia y organización que necesitamos deriva de nuestra apreciación de la circunstancia histórica y coyuntural en que vivimos. México es una sociedad injusta y polarizada (ricos-pobres, patronestrabajadores, ciudad-campo, indios-mestizos, hombres mujeres) y cada vez más supeditada a EU; una sociedad estancada en lo económico, socialmente desmoralizada y ambientalmente degradada; una sociedad antidemocrática regida por una oligarquía rapaz enriquecida a la sombra del poder y a costa de la nación, que está empeñada en conservar a toda costa los privilegios y complicidades que obtiene de su maridaje histórico con el Estado y por tanto en mantener el control directo del poder político, razón por la que ya orquestó tres fraudes electorales contra la izquierda. En una circunstancia y coyuntura como estas, los movimientos sociales que defienden causas particulares: salvación del campo, derechos laborales, defensa del medioambiente, equidad de género… siendo justos y necesarios no bastan para remediar las cosas cuando lo que hace agua es el sistema en su conjunto. Tampoco bastan los partidos estrechamente institucionales que buscan atacar los males accediendo al poder por la vía electoral, pues está visto que la oligarquía no está dispuesta a cederlo ordenadamente y lo defiende reprimiendo, comprando o domesticando a los opositores y orquestando megafraudes comiciales. La prisa es mala consejera pero lo cierto es que el cambio verdadero que ni los movimientos ni los partidos institucionales pueden materializar por si solos, además de necesario es urgente porque el país va en picada y los envalentonados personeros de la oligarquía se disponen a desmantelar lo que queda del nacionalismo y del estado social. 1 Sólo una trasformación profunda y un viraje histórico sacarán al país del estado ruinoso en que se encuentra, pero la experiencia reciente demuestra a) que los movimientos sociales en el mejor de los casos detienen por un tiempo algunos males que luego regresan en un forcejeo de nunca acabar y b) que para cambiar de modelo la vía partidista electoral convencional está taponada por el empecinamiento antidemocrático de la oligarquía, de modo que si bien no renunciamos a la vía comicial, hemos aprendido que para ganar elecciones no basta con prepararse para las elecciones. Para impulsar el cambio verdadero necesitamos la energía social de los movimientos y la visión incluyente y estratégica de los partidos. ¿Cómo combinarlas? La organización que tenemos y sus posibilidades El Movimiento Regeneración Nacional, con antecedentes en la lucha contra el desafuero pero fundado hace menos de dos años para cambiar impulsar el cambio de régimen, tiene principios éticos y críticos: moral política, revolución de las conciencias, entre otros valores no solo discursivos sino que en efecto practica. Tiene un programa estratégico construido colectivamente: el “nuevo proyecto de nación”, por el que se guía y por el que ha combatido denodadamente, como lo hizo en la defensa del petróleo y en las recientes elecciones. Tiene una extensa organización nacional con cerca de cuatro millones de adherentes y con presencia en todos los municipios. Y tiene en Andrés Manuel López Obrador, un líder incuestionable. Es, además, una organización activa y de lucha, capaz de moverse -ya se vio- como un gran ejército comicial. Morena es la mayor y más consistente agrupación de la izquierda en la historia de México, un movimiento con principios, programa, estructura y liderazgo en lucha por el cambio verdadero con métodos pacíficos y desde la sociedad. Morena es un gran movimiento plural e incluyente pero en la práctica es también un partido, más partido que muchos de los que dicen serlo. No lo que la legislación mexicana exige, si lo que la historia demanda. Cuándo y cómo el Morena busque su registro, porque así convenga a su mayor profesionalización o a sus planes electorales, es tema importante y urgente (tiene plazos) pero en el fondo derivado. Lo que importa es que el Morena 2 sigue en pié; lo que importa es que no se va a rendir, lo que importa es que no va a claudicar. Lo principal es que Morena siga siendo un movimiento amplio, plural, incluyente y combativo. Un movimiento que lucha por el cambio de régimen vía electoral pero también resistiendo junto con otros actores las reformas neoliberales y las políticas públicas antipopulares, apoyando las justas demandas de la población e impulsando desde abajo los cambios justicieros incluidos en nuestro programa. Como se vio en la defensa del petróleo y de la economía popular, en estos combates Morena no esta solo, marcha junto a numerosos movimientos sociales en convergencias que son indispensables para que la correlación de fuerzas nos favorezca. En este sentido Morena podría impulsar con otros la conformación de un Movimiento de Movimientos o Frente Popular cuyas reivindicaciones están ya en las plataformas de cada uno de sus posibles participantes de modo que bastaría con ponerlas juntas. Pero Morena no se debe fragmentar en múltiples morenas dispersándose en combates sectoriales o puntuales que lo lleven a perder su condición de gran movimiento nacional ciudadano en lucha estratégica por un nuevo proyecto de país. No por ser movimiento Morena debe renunciar a lo que tiene de partido. Pensar a los partidos como meras instituciones electorales, como grupos vanguardistas o como aparatos políticos profesionales, es tener una visión limitada de lo que es realmente un partido progresista: una fuerza social organizada para el cambio, con presencia en la mayor parte del país, con principios claros, con un programa estratégico de carácter nacional y capaz de movilizarse en defensa de dicho programa. Una organización así puede, o no, tener registro como partido y participar, o no, en elecciones; puede encabezar las luchas o compartir el liderazgo; pude tener más o menos aparato y militantes profesionales… Pero todo eso es adicional a lo que define un partido y, además, depende de las circunstancias. Son pocos los movimientos que por su amplitud, universalidad y visión de futuro tienen, como Morena, el carácter de partido, pero un partido que no es movimiento o no forma parte de un movimiento, no es un partido verdadero ni puede realmente empujar el cambio. Lo que es más cierto en México, donde 3 la oligarquía y el PRIAN dinamitaron la democracia comicial y el “juego de partidos” es una burla. Aproximaciones a una nueva estrategia La imposición en curso deja lecciones y retos. Enseña que frente una oligarquía aferrada al poder que controla el gran dinero, además de los recursos públicos, casi todos los gobiernos e instituciones, la mayor parte de los medios de comunicación y los gremios corporativos la izquierda no ganara elecciones sólo preparándose para las elecciones. Para impulsar el cambio verdadero desde abajo, pero también ganando elecciones locales y federales pues sin la Presidencia de la República y peso en el poder legislativo no podrá completarse la regeneración de México, será necesario ir cercando socialmente al poder económico y sus personeros, habrá que aislarlos y encerrarlos en un mar de organizaciones populares. Y para esto son necesarias muchas cosas, entre ellas pasar de ejército comicial centrado en su candidato a movimiento en resistencia con intensa y cotidiana vida democrática, liderazgo electo y organizado territorial y sectorialmente. Y sobre todo que conserve su espíritu movimientista y visión de partido. Morena debiera transformarse en un Movimiento-Partido. Con menos no podremos. 4