En torno al casticismo; Miguel de Unamuno

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EN TORNO AL CASTICISMO
Consta de los cinco artículos de Miguel de Unamuno publicados por la revista La España moderna entre
febrero y junio de 1895. En verdad el libro no es más que una recopilación hecha por el autor de los mismos 7
años después de que se publicasen. Como en esos siete años ocurrieron muchos acontecimientos, como la
Guerra de Cuba y la pérdida de las últimas colonias españolas de Cuba y Filipinas, el autor incluyó un prólogo
en el que explicaba las razones y sentimientos que le empujaron a escribir aquellos artículos. Recuerda al
lector un aspecto muy importante, como es el de que la publicación de los artículos es anterior a los hechos
que en ellos se intuyen, y también que si por él fuese, debido a los acontecimientos y la crisis de 1898,
cambiaría unas cuantas cosas de lo que dijo siete años atrás, pero que prefiere ser fiel y dejarlos tal y como
fueron publicados.
El objetivo principal del autor es hacernos entender la situación contemporánea al libro, según su punto de
vista claro, y para ello se valdrá de una exposición de sus ideas solamente interrumpida por descripciones
subjetivas, comparaciones aleccionadoras y que aportan claridad, y por las opiniones de otros personajes. Se
vale de muchas de las ideas de filósofos, políticos, escritores, intelectuales en general, personajes literarios,
etc. Algunos de ellos son: Spinoza, Prim, Cervantes, Fray Luis de León, Calderón, Renán, Michelet, San Juan
de la Cruz, Schiller, Azcárate, Schopenhauer, Kant, Rousseau, etc. Unamuno deja bien claro que si consigue
crear opinión en tan solo uno de los lectores estará satisfecho porque, y según sus palabras, aunque las hojas
de su libro se sequen y se pudran crearán un mantillo para nuevas ideas.
Ya desde el principio empieza ablando sobre lo que significa castizo. Que algo sea castizo significa que es
puro, sin elementos extraños, y por ello, alguien castizo es reconocido popularmente como alguien más
español que los demás (relacionado con las viejas tradiciones). Mucho de lo que dice es sabido por casi todos
sus contemporáneos, aunque él lo repite porque la gente de puro sabido se le olvida. También nos advierte de
las contradicciones que puedan surgir debido a que no sigue el patrón tradicional de excluir los extremos de
una idea para quedarnos con lo principal y así entenderla. Unamuno cree que para entender una idea hay que
resaltar la fuerza de los extremos. Como consecuencia el libro sigue un patrón que puede confundir al lector
pues está lleno de contradicciones y giros bruscos en las reflexiones. Un ejemplo de esto es cuando dice: Y
aquí tolere el lector que, dejando por el pronto suspendido este oscuro cabo suelto, prosiga el hilo de mis
reflexiones.
El tema central gira entorno al fenómeno de la invasión europea, y de la postura de los españoles frente a él. Y
hay muchas posturas: los que rechazan sistemáticamente, los que deciden absorber, los que protegen lo suyo,
los que rechazan lo propio, los que se dejan conquistar, para civilizarse, etc. En definitiva, no tenemos término
medio porque o somos amos o somos esclavos.
En cuanto a la caracterización nacional, defiende que, como cada hombre, cada pueblo tiene su representación
propia, aunque esto no implica que esa caracterización sea aplicable a todos los campos. Por ejemplo, para él
no hay ciencia nacional y la explicación que nos da es que la ciencia tiene una parte intra−científica teñida de
materia nacional. El día que la ciencia se libere de esa materia nacional, las ideas fluirán libres y se producirá
un progreso real. Luego empieza a juzgar al arte, que sí tiene tintes nacionales porque no se puede separar de
la literatura. Esto también es otro ejemplo de cómo sus ideas evolucionan alejándose de la idea principal. Esta
técnica de explicar los extremos de una idea por medio de asociaciones me parece efectiva, al menos en mi
caso, pues te ayuda a entender la idea principal sin dejar lagunas, pero también hace un poco lento y difícil
seguir el hilo del libro. Pero ese factor lo equilibra con comparaciones como la antes mencionada del mantillo
o como esta otra: el río del progreso siempre fertiliza, sea cual sea su cauce o destino. También compara a la
Historia con el mar y las olas. No se puede vivir en ella pues el oleaje y el ruido de la superficie son un
obstáculo; pero tampoco se puede vivir al margen de ella, hundido en el silencio de las aguas. Hay que
aprender de ella sin llegar a depender de ella. En el fondo del mar se encuentra la tradición eterna, pero en el
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agua del presente, no en los témpanos del pasado.
El tema de la tradición eterna es fundamental entenderlo pues juega un papel principal en la red de ideas del
libro. El autor cree que para encontrar la tradición eterna hay que buscar al hombre en nuestra alma, pero en la
sociedad contemporánea buscamos en lo exterior y llamamos humano a lo que no lo es. Los tradicionalistas
buscan en la sombra de la tradición eterna, aunque destaca la importancia de los desenterradores de lo
olvidado pues lo olvidado se hunde hasta lo eterno y cuando es desenterrado, junto con ello surge parte de ese
aspecto eterno del que se ha empapado en el fondo. Como se ve, hay que tener en cuenta las comparaciones
anteriores, pues sirven para explicar ideas posteriores. Aparte de esto, también es un ejemplo de
contradicción, pues posteriormente se pone en contra de los desenterradores porque rechazan la historia del
presente y para él el mejor historiador es aquel que consigue revivir el alma del presente. El problema de los
tradicionalistas es que el presente les confunde pues está vivo y no lo pueden manejar, y ahí radica su error,
porque es de necios querer talar los árboles porque te impidan la visión del bosque.
En ocasiones el autor también utiliza otros métodos de intensificar los extremos. Uno de ellos es detenerse
para hablarnos de una idea alejada de la principal pero que poco a poco se acerca al tema original:
Detengámonos un poco en esto del pastor, que las reflexiones que nos sugiera, aunque digresivas al pronto,
afluirán al cabo a la corriente central de esta meditación.
Aunque el libro pueda estar destinado a un público con un nivel cultural alto y aunque esto fuese verdad en la
época contemporánea a él, no es aplicable en la actualidad. El registro que utiliza puede parecer complicado y
técnico en algunas ocasiones, pues el autor utiliza términos personalizados, pero Unamuno nos ayuda cada
vez que se requiera un aporte por parte del lector, hace de guía y nos pone en antecedentes, y al poco tiempo
manejas los términos que él emplea.
Otro aspecto muy importante es que dedica una buena parte del libro en describir Castilla ( paisaje, cultura,
historia, gente, pueblos y ciudades, etc.) para acercarnos a su idea del casticismo español. Tengo que decir que
su descripción de Castilla me gusta mucho más que la de Antonio Machado en Campos de Castilla, y eso que
Machado dedicó un libro entero a esta tarea. Creo que la descripción de Unamuno es muy fiel y despierta en
mí sentimientos de orgullo que Machado no logró despertar. En definitiva, esta parte del libro me ha gustado
mucho, ya sea porque supone una especie de paréntesis en el fluir de ideas o por su precisión, y creo que
responde perfectamente a la expresión popular ¡Ancha es Castilla!
Unamuno dedica un apartado de un artículo a analizar el teatro que considera castizo, y en especial el de
Calderón. Él cree que Calderón es quien mejor encárnale símbolo de casta y el espíritu local y transitorio de la
España castellana castiza. Hace un amplio estudio del teatro calderoniano a la vez que de su poesía idealista.
Defiende la mezcla de ideas, como lo trágico y lo cómico, pero sin llegar a fundirlas. Esta idea la compara con
la situación de Sancho y Don Quijote, dos polos que se juntan pero conservan su individualismo, es decir, no
se funden. Unamuno pone a Calderón por encima de Shakespeare, quien penetra en la intra−historia y alma
romana con Hamlet. Aunque admite que el teatro de Calderón no es un modelo de belleza, ni refleja lo
universal y eterno del corazón humano.
También hace un análisis de los castellanos. Los describe como gente con alma, voluntad y fuerza de acción
sin que ello determine su inteligencia o su espíritu. Luchan contra la tensión interior y la presión exterior con
esfuerzo y astucia pícara. La holgazanería y la simpleza de los castellanos entran en contraste con los
conquistadores castizos ( Sancho, El Cid, Pizarro). El autor incluye un apartado en el que analiza a la mujer
castellana y su relación con el marido y con los hijos, y la compara con las mujeres de otras sociedades. Otro
aspecto del castellano es el de hacerse respetar, busca ser temido y defiende su honor con la vida (como
ejemplo analiza Las mocedades del Cid). Tesón hasta morir sin flaquear, y si se flaquea que no se entere
nadie. Es un honor macizo, natural y más plebeyo que el francés (sus héroes suelen lamentarse y llorar).
Extrae versos de libros para apoyar sus reflexiones.
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En cuanto al artículo que trata la mística del espíritu castellano, lo considero la parte que menos me gusta.
Aquí su lenguaje se hace más técnico (propedéutica, panteísmo y demás ismos); es mucho más difícil seguir el
hilo y se frena la fluidez de las ideas. También hace referencia a muchos personajes con todo lujo de detalles,
sobre todo se para mucho a hablarnos sobre las ideas de San Juan de la Cruz, demasiado en mi opinión. Da
demasiados ejemplos y en vez de ayudarme a entender las ideas, me confunden más y se aleja demasiado de
lo que debería ser el tema principal del artículo, el misticismo castizo castellano. Tengo una cierta aversión
por este tema y quizás esa sea una razón por la que no me gusta esta parte, pero no es la única. Otra razón es
que las ideas que él expone no son en absoluto aplicables a la realidad, porque el contexto religioso del país ha
cambiado mucho en un siglo. Creo que de este artículo solamente considero buenos el principio del primer
capítulo y el capítulo cinco porque se aleja demasiado del tema principal.
El quinto y último artículo es como el resultado de todas las ideas, la conclusión. Es el más relevante de todo
el libro, pro con esto no quiero decir que sea un resumen, ya que si no te has leído y comprendido todo lo
anterior, no puedes comprender las conclusiones. Tras estudiar el estereotipo castellano, Unamuno lo compara
con sus contemporáneos. Y ve que sigue el terror por el trabajo y la admiración por la voluntariedad del
arranque, sigue la importancia por el parecer bien ante los demás, sigue la tendencia de disociar las ideas, y
como ejemplo hace un contraste entre el campo literario y el científico. Llega a la conclusión de que un
pueblo ha de mantenerse en equilibrio asimilando lo de afuera. Existe una lucha entre casta interna y externa,
pero que también la hay, dentro de la interna, entre casta vieja y joven. La sociedad, junto con su formalismo
y su intolerancia, aplasta los aplasta los nuevos brotes pero no quita las ramas podridas. La juventud no puede
echar raíces y remover el agua estancada, porque todas sus fuerzas las gastan en poder separarse de los padres.
La pobreza hace que los jóvenes solo puedan acomodarse en el ambiente que hay, sin opción a cambiarlo. Un
ambiente en el que cualquier queja está mal vista y tachado de pesimista quien la formula, en el que no puedes
hablar ni opinar hasta que envejeces, porque al alcanzar cierta edad ya no tienes quejas pues te has amoldado a
lo que hay. A partir de esta idea Unamuno analiza el estado de la prensa periodística, de cómo las redacciones
y los periodistas solo se preocupan de ellos mismos sin contar con el público. Pide menos formalidad y
corrección y más fomentabilidad y dirección, seriedad y no gravedad, y libertad pura, no la oficial.
Es nuestro espíritu histórico quien reacciona contra la europeización. La Inquisición latente, que una vez nos
protegió, ahora nos debilita. Grande fue España cuando Castilla abrió sus puertas. España despertará cuando
nos abramos a Europa y se haga caso al pueblo. Al pueblo se le sigue tomando por masa electoral, pero aun
siendo más tradicionalista que los que viven de la historia, al menos su tradicionalismo es sentido, no
pensado. Compara a la europeización como una excursión al campo, que sirve para cambiar de aires y llenar
el alma.
Para finalizar que los casticismos que viven del pasado solo empobrecen el espíritu de un pueblo, pues de
nada sirve crear un capullo alrededor si luego no se rompe para convertirnos en mariposa. La miseria de
España se debe a ese cierre hacia Europa, y solo nos recuperaremos chapuzándonos en los vientos europeos y
en el pueblo sin temer que la corriente se lleve nuestros rasgos.
Unamuno deja ideas al aire libre que prefiere que sea el lector quien las rellene porque si lo hace él se perdería
en digresiones y divagaciones. Pone sus esperanzas en las manos de una posible juventud verdadera que avive
el real espíritu colectivo intra−castizo.
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