Tanto en el mercado del trabajo como en las organizaciones... diferenciadas para hombres y mujeres. Pero estas condiciones no son...

Anuncio
Mujeres, Trabajo y Sindicalismo. Más allá del feminismo
Jueves, 09 de Mayo de 2013 16:47
Tanto en el mercado del trabajo como en las organizaciones sociales se producen condiciones
diferenciadas para hombres y mujeres. Pero estas condiciones no son sólo diferentes, sino que
sistemáticamente favorecen a los varones que se ajustan al patrón de conducta patriarcal y
desfavorecen a las mujeres y todas las demás categorías sociales que no se ajustan al modelo
predominante de trabajador masculino.
Por Claudia Cerda Becker y Hernán Cuevas Valenzuela
Ver informe completo
Usualmente se señala que el género es un constructo social y que el sexo es una realidad
biológica. Con ello se enfatiza que el género es un hecho cultural y no natural. El género se
refiere a los roles y expectativas sociales que adjudicamos a las personas que poseen cuerpos
sexuados. Estos roles y expectativas cambian históricamente. Así ocurre también en el campo
del mercado del trabajo, en que los roles y las expectativas de la sociedad hacia las personas
han ido cambiando. De este modo, hace algunas décadas no se esperaba que las mujeres
fueran jefas de hogar ni que recibieran una remuneración para sostener su familia ni que
participaran crecientemente del mercado del trabajo.
Pero este proceso no ha estado exento de injusticias y opresiones que encuentran su origen
último en una cultura y estructura social patriarcal que pervive y promueve ciertos principios
como el machismo, la competencia, el individualismo, la ética del mérito individual y la
racionalidad instrumental. Hoy, el mercado laboral y las organizaciones de trabajadores se
están recién acomodando a estas cambiantes circunstancias de la creciente incorporación de
las mujeres al trabajo.
1/2
Mujeres, Trabajo y Sindicalismo. Más allá del feminismo
Jueves, 09 de Mayo de 2013 16:47
Aunque aquí nos concentraremos en describir la situación de las mujeres trabajadoras en
Chile, es importante consignar que el feminismo no se ha ocupado sólo de las mujeres. En
efecto, tanto como movimiento social como movimiento de ideas, el feminismo sostiene que
la cultura y la estructura social patriarcal no sólo es injusta con las mujeres, sino
también con todos aquellos que no calzan con la imagen del sujeto masculino
dominante: individualista, competitivo, racional y calculador.
Así, además de las mujeres, minorías sexuales, minorías étnicas, extranjeros, menores de
edad, personas con capacidades diferentes, entre otros, sufren bajo esta cultura y estructura
social conformada según los principios patriarcales.
Además de las injusticias y opresiones que se derivan de ese dominio patriarcal, otra
consecuencia de sus principios es que concebimos el trabajo como un hecho social que debe
reflejar la distinción básica entre categorías sexuales de sujetos. Asistimos así a una división
sexual del trabajo que asigna, por una parte, a los varones una gran variedad de trabajos
remunerados y, por otra, a las mujeres preferentemente tareas que son concebidas
como una extensión de la procreación y de la reproducción, de la mantención del hogar.
Se tiende de este modo a concebir a las mujeres como naturalmente o esencialmente
aptas para tareas de cuidados de otros, como ocurre en los servicios de salud y
educación, o en tareas domésticas.
Además, la cultura patriarcal favorece una concepción del trabajo masculino como aquel que
es esencial e importante para el sustento del hogar, desfavoreciendo en términos relativos el
trabajo femenino que es frecuentemente concebido como sólo complementario del ingreso
masculino. De este modo se reduce el trabajo de la mujer a una concepción de la femineidad
entendida como algo natural, inmodificable y esencialmente subordinada en importancia,
cuando en verdad toda concepción del trabajo de la mujer es necesariamente una definición
social e histórica marcada por inequidades que debieran ser corregidas.
Como consecuencia de lo anterior, tanto en el mercado del trabajo como en las organizaciones
sociales producen condiciones diferenciadas para hombres y mujeres. Pero estas condiciones
no son sólo diferentes, sino que, como venimos señalando, sistemáticamente favorecen a los
varones que se ajustan al patrón de conducta patriarcal y desfavorecen a las mujeres y todas
las demás categorías sociales que no se ajustan al modelo predominante de trabajador
masculino. En el informe veremos cómo sucede aquello en el mercado laboral y en la
organización sindical con respecto a las mujeres.
2/2
Descargar