Artículo 20: Es inviolable la libertad de expresar pensamientos y

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Proy. Nº
De Reforma
Expte.
Corrientes,
Marzo de 2007.-
Señora
Presidente de la
Convención Constituyente
Dña. Josefina Meabe de Matho
SU DESPACHO
El Convencional Constituyente que suscribe la
presente tiene el agrado de dirigirse a Ud., a fin de elevarle el Proyecto de
Reforma de la Constitución que se adjunta.
Sin otro particular, saludo a Ud., muy
atentamente.
Fdo. Lisandro Almirón, Alianza Frente de Integración Nacional.-
DR. LISANDRO ALMIRÓN
CONVENCIONAL CONSTITUYENTE
ALIANZA FRENTE DE INTEGRACIÓN NACIONAL
FUNDAMENTO
Sra. Presidente:
El presente proyecto de resolución propone incorporar una articulo al texto de nuestra Carta
Magna, basado en la Libertad de Expresión, Libertad de Pensamiento, Competencia Justa y
Equitativa, Libertad de prensa y de opiniones y el Libre Acceso a la Información,
fundados en el cumplimiento de la Constitución Nacional y la Declaración Universal de los
Derechos Humanos y toda legislación vigente tendientes a defender y resguardar los
derechos mencionados.
Si bien desde el regreso de la democracia se ha denunciado la injerencia permanente que el
Gobierno de la provincia de Corrientes ha tenido sobre los medios de comunicación, se ha
profundizado una concentración evidente en un determinado grupo de medios de
comunicación, discriminando abierta y públicamente a los demás, negando información a
los que no mantenían una línea editorial complaciente con las políticas del partido
gobernante y persiguiendo a periodistas independientes por el solo hecho de ejercer su
profesión, con campañas de difamación pública, despidos arbitrarios y presiones
personales.Son enriquecedores los fundamentos efectuados por el Dr. Luis Angel Moretti, y el Dr.
Horacio Jaime Romero Villanueva, en la Acción de Amparo de EDITORIAL PERFIL S.A.
y DIARIO PERFIL S.A. C/ ESTADO DE LA NACIÓN ARGENTINA, textos que a
continuación se transcriben:
EL SISTEMA LEGAL VIGENTE, LA CONDUCTA LESIVA Y SUS ALCANCES
a) Introducción.
En la visión liberal clásica -la razón de ser de los medios es controlar la acción
gubernamental-, sólo el libre mercado podía asegurar la indispensable independencia de la
prensa.
Pero desde mediados del siglo XX, la complejidad técnica y financiera de los medios
masivos, tiende hacia la conformación de grandes organizaciones, por un lado, y por el
otro, la independencia económica -vía el mercado- se ve desdibujada por la intervención
estatal. Como resalta Philip Kítzberger "al margen de la prensa ligada a instituciones como
los partidos políticos o Iglesia, la cual ha tendido a declinar en el mundo a partir de la
segunda posguerra, los medios de comunicación se hallan en cuanto a dependencia
económica, en algún punto entre el Estado y el mercado. Del Estado dependen en cuanto a
licencias, subsidios directos, exenciones impositivas, publicidad estatal y demás
regulaciones políticas sectoriales. Los medios más orientados al mercado dependen
básicamente de la publicidad comercial, fijada según la medición de audiencias".
Es evidente que la publicidad oficial constituye una forma de actividad de fomento propia
del Estado a los medios de comunicación donde sobre la base de la asignación de recursos
públicos, se cumple con una finalidad política legitima, la cual consiste en difundir los
actos de gobierno y, eventualmente, mantener informado al electorado sobre la marcha
general de la administración pública centralizada y descentralizada en su gestión.
La publicidad estatal implica de por sí un instrumento político formidable que puede
satisfacer el bienestar general de la comunidad como también una incalculable "espada de
Damodes" para ejercitar la censura indirecta.
En tal escenario se hace necesario, no perder de vista, que los medios de comunicación
privados son vulnerables económicamente puesto que, -a diferencia de los públicos- dependen para financiarse de los
anunciantes y agencias y, en él caso de los periódicos y revistas, también de sus lectores.
En nuestro país, ante las características del mercado, la fuerte competencia y el peso del
Estado, la publicidad oficial se constituye en parte fundamental de los menguados ingresos
de muchos medios, tanto en la órbita nacional como provincial.
Así, la manipulación selectiva de la publicidad oficial se transforma en una de las formas de
coacción que puede conducir a la autocensura, para evitar el riesgo de ser excluido de las
pautas publicitarias. Y no siempre se puede impedir el amiguismo, el favor político o la
represalia ejercida bajo la forma de discriminación en el otorgamiento de la publicidad
oficial.
Téngase en cuenta que el Estado no es propiedad de las personas elegidas para conducirlo
ni tampoco de los partidos políticos en el poder, sino que es de toda la comunidad. Cercenar
la publicidad oficial a quien no comulga con las ideas del Gobierno de turno sería lo mismo
que retacear el subsidio otorgado a los partidos políticos que no participan de las políticas
oficiales. Ello implica usurpar los fondos públicos con fines ajenos a la comunidad.
Mucho de lo expuesto se ha denunciado por la Sociedad Interamericana de Prensa (en
adelante SIP) y la Asociación de Entidades Periodísticas Argentina (en adelante ADEPA)
dado el tratamiento que el gobierno del presidente Néstor Kirchner otorga a quienes no
comparten sus puntos de vista; tal vez por ello, sea el momento para eliminar de raíz, de
una vez y para siempre, tanto la discrecionalidad que conduce al error, como la Injusta
distribución de la publicidad oficial o su utilización como ilícita y desleal a la política para
silenciar o condicionar al periodismo independiente.
b) La prohibición de discriminar.
La palabra castellana "discriminación" proviene directamente de la locución latina
"discriminare", formada por el prefijo "dis" que remite a la noción de separar o poner
aparte, y la locución "crimen", que connota la noción de juicio. De este modo, "discriminare" significa el juicio que separa, distingue o discierne. Pero las dificultades en su
definición provinieron de una progresiva carga emocional negativa al tiempo que su uso se
fue generalizando, adquiriendo en consecuencia una vaguedad e indeterminación que,
precisamente, atenta contra los fines de la cuestión como la aquí tratada.
Como antecedente de este concepto podemos remitirnos a la "acepción de personas", según
la cual, comete grave falta moral quien al adjudicar a otros lo que se les debe según la
justicia distributiva, se deja llevar por consideraciones (basadas en alguna condición de la
persona) ajenas al título que debe ser tenido en cuenta en ese caso concreto. Tomas de
Aquino define a la misma cuando "no se concede a alguien algo por una causa que lo haga
merecedor, sino que pura y simplemente se le atribuye a la persona"; es decir, que se otorga
o quita algo a alguien no en virtud de un título jurídico sino sólo por tratarse de un
individuo que presenta un carácter distintivo y que deriva de su personalidad.Asimismo podemos colegir que el concepto de la discriminación que la ley N° 23.592
recepta no es en esencia idéntica a la sola falta de tratamiento igualitario de una persona en
una determinada situación; sino que resulta de una diferenciación arbitraria sumada a la
intencionalidad de segregar a la misma bajo pretextos o con fundamentos denigrantes;
reconociéndose la diferencia con el único basamento en la mera forma de ser o de pensar, a
la que además se le adjuntan componentes de menos precio e inferioridad, con la clara
intención de fomentar su desprecio.
Debemos partir así de la relación género (ppio. de igualdad) especie (ppio.
antidiscriminatorio) que se presenta entre ambos. Evidentemente toda afectación al segundo
implicará una afectación al primero, pero no a la inversa, ya que el acto censurado por el
principio especifico de no discriminación presenta características que no se evidencian
necesariamente en la vulneración del principio genérico de igualdad. Entonces, la discusión
acerca de qué es lo que en verdad constituye trato discriminatorio y la consiguiente
obligación del Estado de asegurar las condiciones que lo eviten no pueden limitarse a
argumentos vinculados al ejercicio de derechos. Este tipo de respuestas no resultan
suficientemente receptivas del verdadero problema que subyace al del trato discriminatorio
y que es el de la exclusión de aquellos que resultan ser diferentes desde el punto de vista de
la mayoría excluyente o cultura dominante. Un argumento fundado solamente en la
posibilidad de goce igual de los derechos individuales no logra dar respuesta al objetivo
central de las cláusulas antidiscriminatorlas.
La obligación asumida por el Estado Nacional de respetar y garantizar los derechos
humanos, al constitucionalizar -art. 75 tac. 22° de la Constitución Nacional- los standars
receptados por los tratados internacionales y proscribir la arbitrariedad y la prohibición de
la discriminación, dan una particular conformación al derecho a la libertad de expresión e
información.
En el ámbito del Sistema Interamericano de Derechos Humanos existen varios documentos
normativos que ofrecen algunas manifestaciones sobre la noción de discriminación.
El Comité Interamericano de Derechos Humanos se ha referido a la noción de
discriminación diciendo que: "el Comité considera que el término 'discriminación', tal como
se emplea en el Pacto, debe entenderse referido a toda distinción, exclusión, restricción o
preferencia que se basen en determinados motivos, como la raza, el color, el sexo, el
idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen nacional o social, la
posición económica, el nacimiento o cualquier otra condición social, y que tengan por
objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en
condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales de todas las
personas".
En similar sentido, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante CIDH) se
ha pronunciado sobre la discriminación, distinguiéndola de la noción de igualdad ante la ley
indicando que: "En función del reconocimiento de la igualdad ante la ley se prohíbe todo
tratamiento discriminatorio de origen legal".
En virtud de la noción de igualdad, podemos afirmar que es incompatible la dignidad
esencial que toda persona posee por sus naturales cualidades intrínsecas de genero humano,
que, se menoscabe o disminuida por considerarla inferior a un determinado grupo, o que se
la trate con hostilidad o de cualquier forma lo discrimine del goce de derechos que sí se
reconocen a quienes no se consideran incursos en tal situación de inferioridad. No es
admisible crear diferencias de tratamiento entre seres humanos que no se correspondan con
su única e idéntica naturaleza.
No habrá, pues, discriminación si una distinción de tratamiento está orientada
legítimamente, es decir; si no conduce a situaciones contrarias a la justicia" a la razón o a la
naturaleza de las cosas.
De ahí que no pueda afirmarse que exista discriminación en toda diferencia de tratamiento
del Estado frente al individuo, siempre que esa distinción parta de supuestos de hecho
sustancialmente diferentes y que expresen de modo proporcionado una fundamentada
conexión entre esas diferencias y los objetivos de la norma, los cuales no pueden apartarse
de la justicia o de la razón, vale decir, no pueden perseguir fines arbitrarios, caprichosos,
despóticos o qué de alguna manera repugnen a la esencial unidad y dignidad de la
naturaleza humana.
Debe destacarse que los derechos humanos encuentran fundamento y origen en la dignidad
de todos los seres, la cual es igual para todos, no susceptible de distinción, escisión o
división; en ese sentido, los Derechos Humanos, como una expresión del ordenamiento
jurídico no puede tener otro fundamento último que el reconocimiento, la protección y la
garantía de la dignidad humana y su inviolabilidad, y en ese sentido, la interdicción de la
arbitrariedad y la prohibición de la discriminación pasan a ser, más que postulados
normativos, condiciones de legitimidad de la acción de los Estados.
Una actuación estatal motivada arbitrariamente o estimulante de la discriminación carece
de legitimidad.
Lo anterior implica que las actuaciones estatales deben dirigirse, esencialmente, hacia la
consecución de fines congruentes con la protección de la dignidad humana, y al mismo
tiempo, sin provocar un trato diferente entre las personas que culminen con la afectación de
los derechos de alguno ó algunos.
El artículo 13 de la CADH prescribe que: "1. Toda persona tiene derecho a la libertad de
pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y
difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea
oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de
su elección... 2. El ejercicio del derecho previsto en el inciso precedente no puede estar
sujeto a previa censura sino a responsabilidad ulteriores, las que deben estar expresamente
fijadas por la ley y ser necesarias para asegurar: a. El respeto a los derechos o a la
reputación de los demás,
b. La protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas...
3. No se puede restringir el derecho de expresión por vías o medios indirectos, tales
como el abuso de controles oficiales o particulares de papel para periódicos, de
frecuencias radioeléctricas, o de enseres y aparatos usados en la difusión de
información o por cualesquiera otros medios encaminados a impedir la comunicación
y la circulación de ideas y opiniones... 4. Estará prohibida por la ley toda propaganda a
favor de la guerra y toda apología del odio nacional, racial o religioso que constituyan
incitaciones a la violencia o cualquier otra acción ilegal similar contra cualquier persona o
grupo de personas, por ningún motivo, inclusive los de raza, color, religión, idioma u
origen nacional."
Sobre la libertad de expresión y los alcances de ésta en la sistemática de los derechos
humanos se han configurado ya algunas ideas importantes que es necesario retomar. En
primer lugar, con relación al artículo 13 CADH se ha destacado que el alcance del mismo
es, en comparación con el contenido de las otras normas pertenecientes a tos restantes
sistemas internacionales 'de protección a los derechos humanos atinentes a la libertad de expresión, el más amplió.
Por otra parte también se ha destacado que el contenido esencial de la libertad de expresión
no se agota con la posibilidad de decir cada persona lo que considere y desee, sino que
implica el derecho de buscar, recibir y difundir, tanto informaciones como ideas; desde esa
perspectiva, se ha interpretado que el derecho a la libertad de expresión es de una
dimensión dual, pues implica, por una parte, la consideración de un emisor que difunda
opiniones e informaciones, pero también la consideración de un receptor que pueda buscar
y recibir tales opiniones e informaciones.
Asimismo, el sistema interamericano ha considerado que la libertad de expresión no sólo es
un derecho que permite la protección y el desenvolvimiento libre de la dignidad de las
personas, sino que también es una piedra angular para la consolidación de la democracia,
que es, en definitiva y considerada como sistema de gobierno, otra de las fuentes de los
derechos humanos.
De igual forma se ha destacado que la libertad de expresión, dentro del esquema de la
CADH implica la prohibición de la censura previa, y la habilitación exclusiva de
responsabilidades ulteriores, que deben estar fijadas por ley y fundarse en algunos de
los motivos que la Convención Americana autoriza como necesarios en una sociedad
democrática. Por otra parte, se ha destacado que una adecuada indagación de los hechos a
los efectos de concluir sobre la eventual existencia de una violación a la libertad de
expresión debe realizarse teniendo en cuenta el contexto en el que esta se desarrolla, con el
propósito de advertir claramente los motivos y resultados de una presión directa o indirecta
en el ejercicio de la libertad de expresión.
Sin duda la mayor cantidad de pronunciamientos sobre la situación de la libertad de
expresión, con relación a situaciones y circunstancia y prácticas, proviene de la Comisión
Interamericana.
Ha sido el Relator Especial para la Libertad de Expresión quien en su más reciente informe
ha dado cuenta de los diversos temas abordados por ese organismo internacional, siendo
ellos los relativos a violencia y asesinatos de comunicadores sociales, intimidación,
amenazas y hostigamiento a consecuencia de expresiones, censura previa,
responsabilidades ulteriores por declaraciones, colegiación obligatoria para el
ejercicio profesional del periodismo, restricciones indirectas a la libertad de expresión,
derecho a la verdad y derecho a réplica. Sin embargo, hasta el momento no se han
conocido pronunciamientos relacionados directamente con el uso de la publicidad oficial
como un mecanismo de premio o castigo hacia los medios de comunicación por ocasión de
sus líneas editoriales y/o informativas.
Una manifestación de la importancia del tema en el funcionamiento del sistema se aprecia
con la aprobación, por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en su
108 período de sesiones desarrollado en octubre 2000, de la Declaración de Principios
sobré Libertad de Expresión (en adelante DPLE), que recoge, como su nombre lo indica, un
conjunto de principios que dentro del sistema interamericano dan contenido especifico al
derecho a la libertad de expresión establecido por el artículo 13 CADH.
Este artículo reconoce que el derecho a la libertad de expresión no sólo puede ser coartado
mediante censura previa, sino también a través de vías o medios indirectos, ejemplificando
algunas de esas vías o medios indirectos que pueden ser empleados; el artículo 13.4 CADH
dispone el único caso admisible de censura previa, y las únicas finalidades que pueden
justificar su utilización, y finalmente, el artículo 13.5 CADH crea la obligación a los
Exigídos para prohibir ciertos tipos de expresión que se orienten a promover el odio
nacional, racial o religioso.
Con relación a la temática de la distribución de la publicidad oficial, la DPLE en su
principio 13 reza:"... la asignación arbitraria y discriminatoria de publicidad oficial...
con el objetivo de presionar y castigar o premiar y privilegiar a los comunicadores
sociales y a los medios de comunicación en función de sus líneas informativas, atenta
contra la libertad de expresión y deben estar expresamente prohibidos por la ley Los
medios de comunicación social tienen derecho a realizar su labor en forma
independiente. Presiones directas o indirectas dirigidas a silenciar la labor
informativa de los comunicadores sociales son incompatibles con la libertad de
expresión."
Es claro que la preocupación contenida en el principio 13 DPLE no surge en el vacío, sino
que tiene referencias concretas en las que se ha conocido que desde el aparato estatal se ha
tratado de interferir en la línea editorial e informativa de algunos medios de comunicación,
por la vía de la distribución de la publicidad oficial, y en otros casos, tal distribución ha
sido empleada como un mecanismo de premio o castigo en función de esas mismas lineas.
Sobre la obligación de respetar los derechos y libertades reconocidos en la Convención, la
CIDH ha señalado que: "en toda circunstancia en la cual un órgano o funcionario del
Estado o de una institución de carácter público lesione indebidamente uno de tales derechos
(consagrados en la Convención), se está ante un deber de inobservancia del deber dé
respeto.. .(E)l Estado responde por los actos de sus agentes realizados al amparo de su
carácter oficial y por las omisiones de los mismos aún si actúan fuera de los limites de su
competencia o en violación del derecho interno".
En lo que se refiere a la segunda obligación, la de "garantizar" el pleno y libre ejercicio de
los derechos reconocidos en la Convención, la Corté ha dicho que esta obligación implica:
"el deber de los Estados de organizar todo él aparato gubernamental y, en general, todas las
estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de manera tal
que sean capaces de asegurar jurídicamente el pleno y libre ejercicio de los derechos
humanos. Como consecuencia de esta obligación los estados deben prevenir, investigar y
sancionar toda violación de los derechos reconocidos en la Convención y procurar, además
el restablecimiento, si es posible, del derecho conculcado y, en su caso, la reparación de los
danos producidos por la violación de los derechos humanos".
Asimismo, la CIDH ha señalado que "la obligación de garantizar el libre y pleno ejercicio
de los derechos humanos no se agota con la existencia de un orden normativo dirigido a
hacer posible el cumplimiento de esta obligación, sino que comporta la necesidad de una
conducta gubernamental que asegure la existencia, en la realidad, de una eficaz garantía del
libre y pleno ejercicio de
los derechos humanos".
Resulta claro, en consecuencia, que los gobiernos -provinciales o nacionales- no pueden,
según la Convención Americana, utilizar el dinero de los contribuyentes para presionar a
los medios de comunicación cuya critica política les resulta molesta a través de la
asignación "arbitraria y discriminatoria de publicidad oficial".
Sin embargo, esta es la situación denunciada a través de nuestra pretensión que únicamente
puede tener remedio por medio de una sentencia judicial.
En igual sentido, se ha pronunciado nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Existen precedentes recogidos por la Corte Federal en los que se considera la particular
situación de los medios de comunicación frente a las facultades del Estado como regulador.
En el voto encabezado por el Dr. J. Severo Caballero en "La Prensa SA s/ apelación multa
Ley 20.680" (rta. 2/9/1987), señala que "es parte de la libertad de imprenta que se ejerce a
través de la publicación del producto, el fijar el precio, y resulta obvio que
si se faculta al poder administrador regular éste, o se somete a las propias empresas a la
previa autorización para aumentar los precios de las ediciones, pueden alterarse garantías
constitucionales, pues el art. 32 de la Ley Fundamental refuerza, en este sentido, la
protección del derecho de propiedad consagrado en el art. 17 de la Constitución Nacional."
De lo que se extrae la finalidad de resguardar a los diarios de la posibilidad dé que el
Estado pueda Inmiscuirse en sus mecanismos legítimos de financiamiento como
mecanismo de presión y cercenamiento de la libertad de prensa.
Tanto es asi, que el voto concurrente del Dr. Belluscio, en esas mismas actuaciones, agrega
que se puede poner en peligro por vías económicas "la subsistencia de las publicaciones
desafectas a los gobernantes" porque "...de la autorización administrativa para la fijación
del precio de los diarios al sometimiento de laprensa libre rio media más que un corto paso;
y la libertad de prensa constituye uno de los pilares fundamentales del régimen republicano
de gobierno establecido por el art. 1° de la Constitución."
Agrega el Dr. Belluscio un concepto del que no se puede prescindir para la solución de esta
contienda: "...entre las libertades que la Constitución Nacional consagra, la de Prensa es
una de las que poseen mayor entidad, al extremo de que sin su debido resguardo existiría
sólo una democracia desmedrada o puramente nominal; incluso no serla aventurado afirmar
que, aún cuando el art. 14 enuncia derechos meramente individuales, está dar o que la
Constitución, al legislar sobre libertad de prensa, protege fundamentalmente su propia
esencia democrática contra toda posible desviación tiránica" (fallos 248:291, cons. 25.)".
Esta ponderación de razonabilidad aparece reiterada en el Considerando 13.
de la sentencia de la Corte en el caso "S.A. La Nación s/ inf. Ley 11.683" (del 9 de
diciembre de 1993) y en el Considerando 6° del voto conjunto de Fayt, Levene (h).
Nazareno y Moliné 0'Connor en los mismos autos.
Finaliza su voto el Dr. Belluscio advirtiendo sobre la eventual asfixia de un medio por
razones económicas y que ello puede afectar la continuidad de la publicación.
En su, voto propio, el Dr. Fayt señala en su considerando 6° que "...la prensa en nuestro
país, en tanto medio de expresión referido... a sus productos -el libro y el diario-, debe .ser
objeto de la máxima protección jurisdiccional en todo cuando se relacione con su finalidad
de servir leal y honradamente a la información y a la formación de la opinión pública, es
decir a la función que deben cumplir los diarios en servicio de la comunidad."
En el considerando 7° señala "El tema (se refiere al caso "La Prensa"), pues, se relaciona
con la estructura económica de la información ya que la capacidad financiera se
corresponde con el grado de independencia y eficacia de la prensa. Cuando la empresa
periodística dispone de recursos financieros y técnicos puede cumplir sin
condicionamientos externos los servicios de información y de crónica. Cuando no es así por
reducción del número de lectores, disminución de la publicidad privada y reducción y/o
falta de avisos oficiales y el incremento de los gastos fijos, la inseguridad económica afecta
la actividad periodística, la que debe optar por mantener su integridad e independencia en
condiciones agónicas o someterse al condicionamiento directo o indirecto de los que tienen
recursos económicos o ejercen el gobierno o en defensa de sus intereses pretenden ser el
gobierno del gobierno."
Igual de medulosos son los conceptos volcados en el considerando 8° "Las empresas
periodísticas configuran el ejercicio privado de funciones de interés social... De ahí que los
diarios no deban ser una faceta más de la actividad estatal, máxime cuando, conscientes las
empresas de que a mayor libertad mayor responsabilidad, los hechos se erigen en sagrados
en tanto el comentario es libre. Que corresponde pues, garantir que la empresa esté en
condiciones de cumplir su misión de informar a los ciudadanos y al propio estado; fiscalizar
el ejercicio del poder estatal; y educar y formar mediante la crítica social y educacional."
c) La distribución arbitraria y discriminatoria de la publicidad oficial es una violación
a los derechos humanos.
A manera de conclusión adelantada debe afirmarse que la distribución arbitraria y
discriminatoria de la publicidad oficial es una violación a los derechos humanos. El tema
que se presenta es el relativo a las acciones que se pueden o deben adoptarse a los efectos
de evitar que sean criterios arbitrarios y discriminatorios los que determinen la distribución
de la publicidad oficial.
Un intento para lograr una aproximación hacia algunos criterios que permitan distribuir la
publicidad oficial de una manera que no sea arbitraria ni discriminatoria, pasa
necesariamente por la determinación de los deberes del Estado en materia de libertad de
expresión, específicamente, sus deberes genéricos de respeto y garantía, y la obligación
derivada directamente del derecho internacional, en el sentido de adecuar el derecho interno
a las obligaciones emanadas de fuentes internacionales.
Tratándose del reconocimiento de la libertad de expresión en el ámbito del sistema
interamericano, las obligaciones de respeto y garantía deben analizarse, en lo concerniente,
al derecho a no ser sometido a presiones indirectas tendientes a impedir la libertad de
buscar, recibir y difundir informaciones e ideas.- El fin de esta norma no es la
supervivencia económica de las empresas
mediáticas per se; todo parece indicar, por ser su contenido una normatividad en el ámbito
de derechos humanos, que el verdadero propósito es la de permitir el ejercicio de la libertad
de expresión en todas las implicaciones que se desprenden de su carácter dual: el derecho
de cada persona a buscar, recibir y difundir informaciones e ideas.
Ahora bien, las pautas publicitarias pueden tener un doble propósito: posicionar un servicio
o producto, por una parte, o posicionar a una entidad o institución, por la otra. Los
anteriores propósitos de las pautas publicitarias no deben confundirse con los objetivos que
se persiguen con una pauta publicitaria, que pueden ser: mejorar el entorno mercadológico,
por una parte, o simplemente comunicar para el entendimiento público. El derecho contra
la asignación arbitraria de publicidad estatal también ha sido reconocido por la Corte
Europea de Derechos Humanos. En el caso de Vgt Verein gegen Tierfabriken c/. Suiza, la
empresa responsable de colocar publicidad en la radio nacional se había negado a divulgar
un anuncio que había sido presentado por el demandante, una asociación para la protección
delos animales. El anuncio, que apuntaba a disuadir del consumo de carne en Suiza, fue
rechazado por la estación de radio con base en que tenía un carácter claramente político. La
Corte concluyó que la restricción en cuestión equivalía a una violación por parte de Suiza al
derecho a la libertad de expresión garantizado en el articulo 10 de la Convención Europea.
Al determinar si la interferencia había sido "necesaria en una sociedad democrática", la
Corte expresó que: "...es verdad que grupos financieramente poderosos pueden obtener
ventajas competitivas en el área de la publicidad y pueden con ello ejercer presión en las
estaciones de radio y televisión, y eventualmente, coartar la libertad de estas. Esas
situaciones socavan el papel fundamental de la libertad de expresión en una sociedad
democrática consagrada en el artículo 10 de la Convención, en particular en los casos en
que sirve para comunicar información e ideas de interés general que el público, además,
tiene derecho a recibir".
Aunque el caso "Vgt Verein gegen Tierfabriken" refiere a la prohibición de anuncios
políticos por particulares, y no a la publicidad estatal, condenó efectivamente una ley que
daba lugar a la asignación discriminatoria de publicidad, al respaldar la idea de que dicha
asignación -sea hecha por entidades particulares o estatales- no puede estar fundada en
criterios claramente discriminatorios.
Es por ello que para evitar que la publicidad del Estado se convierta en una herramienta de
presión implícita, a fin de recompensar o castigar a las expresiones de la prensa en función
de su contenido sistemático, es conveniente que exista una definición ex ante y pública de
los criterios de asignación, plasmados preferentemente en una ley ordinaria. Sin duda estas
prevenciones de alcance general se tornan imprescindibles para aquellos sistemas que
manifiestan un evidente déficit democrático. El tratamiento que ha dado el derecho
comparado sobre el particular no ofrece soluciones unívocas; pero aporta luces de relevante
interés sobre el estado de la cuestión aquí tratada.Asi, por ejemplo, existen países donde la publicidad estatal cuenta con una base legal y se
rige por criterios de equidad social.
En este grupo destacan Holanda, Italia y Portugal. En Holanda, la publicidad del Estado
tiene como instrumento normativo la Ley sobre la Publicidad de la Administración, del 1 de
mayo de 1980 (WOB).
Además de establecer formalmente el derecho a la información del ciudadano por parte del
Estado, la WOB establece las líneas generales sobre las que debe fundarse la política
informativa estatal, la cual resumidamente descansa entre otras, en las siguientes
consideraciones: a) La política informativa debe tener la mayor cobertura social posible,
incluyendo mensajes especiales dirigidos a empresarios, estudiantes, campesinos,
transportistas, comerciantes, órganos de bienestar, etc.; y b) Las campañas promocionales
deben difundirse entre los medios de comunicación con criterios equitativos de
distribución, evitando marginaciones o prejuicios.
Ello hace al interés de los diversos medios de comunicación para consensuar su
supervivencia económica y también al de los / lectores que tienen derecho a encontrar en
los medios que adquieren habitualmente el contenido de los actos gubernamentales. En
Italia, la Ley 67, de 25 de febrero de 1987, que reforma y adiciona la Ley de Prensa e
Imprenta de 1981, contiene un apartado dedicado a la regulación de la publicidad del
Estado. En efecto, los artículos 5 y 6 de la Ley 67/87 establecen las siguientes
disposiciones: Las Administraciones del Estado y los entes públicos no territoriales
están obligados a destinar a la publicidad en diarios y revistas una cuota no inferior al
50% de los gastos publicitarios presupuestados, así como a establecer en su
presupuesto una partida para gastos publicitarios, la cual no puede ser modificada o
ampliada durante el ejercicio presupuestal correspondiente.
En nuestro país también existen antecedentes normativos en el ámbito de algunas
provincias como la de Chubut que dicto el Decreto N° 156/2002 que regula el régimen de
publicidad oficial y crea el Registro de Publicidad Oficial donde se asientan todos los
contratos de publicidad oficial de los organismos de la Administración Central, organismos
descentralizados, autárquicos, autofinanciados, sociedades del Estado, sociedades anónimas
con participación estatal mayoritaria y entes públicos no estatales creados por el Estado
provincial, excluyéndose el Instituto de Asistencia Social (art. 5°).
En igual sentido, la Provincia de Córdoba mediante el Decreto No 1815/1999, regula la
publicidad oficial y la define como"[...] inversión de fondos para difusión de todos aquellos
actos, obras y realizaciones que el Poder Ejecutivo, en cumplimiento de preceptos
republicanos; deba comunicar a la opinión pública en general; compra de espacios
publicitarios en radio, televisión y otros medios, como asi también avisos oficiales
determinados por la Ley 7631 y su reglamentación".
Por ultimo, la Prov. de Buenos Aires mediante el Decreto N° 1868/2005 establece un
contrato tipo para la adquisición de espacios para publicidad de los actos de gobierno y
entre sus fundamentos reconoce que por" [...]el monto global de facturación que eroga la
provincia en publicidad oficial y los volúmenes de operaciones que requieren los distintos
organismos a los medios masivos de comunicación, posicionan claramente a la provincia de
Buenos Aires como uno de los principales dientes del mercado".
d) La lesión directa a la libertad de expresión
y el manejo arbitrario.
El alcance de la protección de la libertad de expresión y el manejo de publicidad a la luz del
artículo 13 del Pacto de San José de Costa Rica para la prevención de vías o medios
indirectos de censura guarda una intima relación con la calidad institucional del
sistema democrático. La CADH, en su artículo 13, asienta los principios inclaudicables en
materia de sujetos y medios en el ejercicio del derecho a la información, señalando que toda
persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión, la cual puede ser
ejercida
por todos los medios y no puede ser objeto de censura, sin perjuicio de las
responsabilidades ulteriores.
También aparece este reconocimiento en la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre en su artículo 4 señala que "Toda persona tiene derecho a la libertad
de investigación, de opinión y de expresión y difusión del pensamiento por cualquier
medio."
Reiteradamente la Corte mteramericana ha señalado que: "La libertad de expresión es una
piedra angular en la existencia misma de una sociedad democrática. Es indispensable para
la formación de la opinión pública-Es, en fin, condición para que la comunidad, a la hora de
ejercer sus opciones, esté suficientemente informada. Por ende, es posible afirmar que una
sociedad que no esté bien informada, no es plenamente libre."
En este sentido, el Informe del año 2002 del Relator de Libertad de Expresión de la OEA
señala que: "Con toda certeza podría afirmarse que el estándar básico para la interpretación
del contenido del derecho a la libertad de expresión lo constituye su ligazón a la
democracia, y por ello resulta un derecho humano que si se pierde, pone en peligro la
vigencia de todos los demás. Consecuentemente, la protección del derecho a expresar las
ideas libremente es fundamental para la plena vigencia del resto. Sin libertad de expresión e
información no hay una democracia plena, y sin democracia, la triste historia hemisférica
ha demostrado que desde el derecho a la vida hasta la propiedad son puestos seriamente en
peligro."
Pero los principios de universalidad a los que nos hemos referido como resultado de los
tratados internacionales que consagran, protegen y garantizan el derecho a la información
exceden de la persona de quien podemos denominar como emisores o sujetos productores
de la información.
Efectivamente, el derecho a la información solo, o la libertad de expresión sola, no tendría
mayor sentido si no estuviera acompañado de otros derechos.
De lo expuesto se deduce fácilmente, que el derecho a ser informado trae aparejado,
automáticamente, otros derechos: a) el derecho o facultad de los periodistas a recabar la
información en nombre de la sociedad; b) la libertad de difundir sin interferencias de
ningún tipo esta información; c) la libertad de recibir la información, que es la contracara
de la libertad anterior, ya que si tengo derecho a proveer de información, otros tiene
derecho a
recibirla.
El derecho humano a estar adecuadamente informado a su vez, legitimador del derecho a
investigar y transmitir información- opera como condición necesaria para el ejercicio de
otros
derechos fundamentales y como facilitador para que la sociedad y cada uno de sús
miembros puedan, en el campo del derecho público, participar en la gestación y
construcción de las leyes, criticar y controlar los actos de gobierno y, en el terreno del
derecho
privado, orientar su comportamiento para tomar decisiones.
El artículo 13 señala que la libertad de pensamiento y expresión "comprende las dos
dimensiones de la libertad de expresión. En efecto, ésta requiere, por un lado, que nadie sea
arbitraria-
mente menoscabado o impedido de manifestar su propio pensamiento y representa, por
tanto, un derecho de cada individuo; pero implica también, por otro lado, un derecho
colectivo a recibir cualquier información y a conocer la expresión del pensamiento
ajeno".
No sin dejar de mencionar, además, que según palabras de la propia CIDH, la comparación
hecha entre el articulo 13 y las disposiciones relevantes de la Convención Europea (artículo
10) y del Pacto (artículo 19) demuestra claramente que las garantías de la libertad de
expresión contenidas en la CADH fueron diseña das para ser las más generosas y para
reducir al mínimum las restricciones a la libre circulación de las ideas.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el caso "Informationsverein Lenfia y otros
c/ Austria", analiza el respeto a la libertad de expresión e información desde la perspectiva
de la
doctrina de las injerencias.
Así, el Tribunal establece que el Estado es el último garante de la libertad de información.
Ello supone, en definitiva, la adopción de medidas por parte del Estado tendientes a
garantizar el pluralismo informativo, la cual ha enfatizado -ese Tribunal Europeo- por el
"rol fundamental de la libertad de expresión en una sociedad democrática, en particular
donde a través de la prensa, ella sirve a difundir informaciones e ideas de interés general,
las
cuales el público tiene, sobre todo, derecho a recibir". Por ejem-plo, mutatis mutandis, The
Observer and The Guardián v. The United Kingdom del 26 Nov; 1991, Series A no. 216,
pp. 29-30.."[...]
Este compromiso no puede ser exitosamente llevado a cabo a me- nos que esté asentado en
el principio del pluralismo, del cual el Estado es el último garante." (par. 59).El consenso observado en los órganos de derechos humanos de América y de Europa pone
de manifiesto que la protección de la libertad de expresión como elemento indispensable de
la democracia se encuentra perfectamente fundamentada en el derecho internacional. .
Al protegerse este derecho conforme lo estipula el articulo 13 de la Convención, la CIDH
no ha hecho más que reforzar el propósito de la Convención, que es el de crear un sistema
de "libertades personales y justicia social" dentro del "marco de las instituciones
democráticas". Resulta evidente que el derecho a la libertad de expresión y pensamiento
garantizado por la Convención está indisolublemente vinculado a la existencia misma de
una sociedad democrática. Es más, la plena y libre discusión evita
que se paralice una sociedad y la prepara para las tensiones y fricciones que destruyen las
civilizaciones. Una sociedad Ubre, hoy y mañana, es aquélla que pueda mantener
abiertamente un debate público y riguroso sobre sí misma.
Dice la Corte interamericana de Derechos Humanos en la Opinión Consultiva 5/85 "...en
principio la libertad de expresión requiere que los medios de comunicación estén
virtualmente
abiertos a todos sin discriminación o, más exactamente, que no haya individuos o grupos
que a priori, estén excluidos del acceso a tales medios, exige igualmente ciertas condiciones
respecto de estos, de manera que, en la práctica, sean verdaderos instrumentos de esa
libertad y no vehículos para restringirla. Son los medios de comunicación social los que
sirven para materializar el ejercicio de la libertad de expresión, de tal modo que sus
condiciones de funcionamiento deben adecuarse a los requerimientos
de esa libertad. Para ello es indispensable la pluralidad de medios y la prohibición de todo
monopolio respecto de ellos, cualquiera fuera la forma que pretenda adoptar...".
Se ve también recogida esta tesitura de universalidad de medios y sujetos por la CIDH,
cuando subraya, con arreglo al art. 13 del Pacto antes transcripto, las dimensiones
individuales y sociales de la libertad de expresión:"[...] así como comprende el derecho de
cada uno a tratar de comunicar a los otros sus propios puntos de vista implica también el
derecho de todos a conocer
opiniones y noticias. Para el ciudadano común tiene tanta importancia el conocimiento de la
opinión ajena o de la información que disponen otros como el derecho a difundir la propia
[...]" y también: "La libertad de prensa no se agota en el reconocimiento teórico del derecho
a hablar o escribir, sino que comprende, inseparablemente, el derecho a utilizar cualquier
medio apropiado para difundir el pensamiento y hacerlo llegar al mayor número de
destinatarios...".
Asimismo, la CIDH entiende que: "Cuando la Convención proclama que la libertad de
pensamiento y expresión comprende el derecho de difundir informaciones e ideas 'por
cualquier... procedimiento', está subrayando que la expresión y la difusión del pensamiento
y de la información son indivisibles, de modo de que una restricción de las probabilidades
de divulgación representa directamente, y en la misma medida, un límite al derecho
de expresarse libremente".
"Las dos dimensiones mencionadas (supra 30) de la libertad de expresión deben ser
garantizadas simultáneamente. No sería lícito invocar el derecho de la sociedad a estar
informados verazmente para fundamentar un régimen de censura previa supuestamente
destinado a eliminar las informaciones que serían falsas a criterio del censor. Como
tampoco sería admisible que, sobre la base de derecho a difundir informaciones e
ideas, se constituyeran monopolios públicos o privados sobre los medios de
comunicación para intentar moldear la opinión pública desde un solo punto de vista".
En igual sentido se ha expresado la Comisión respecto a la importancia de los medios de
radiodifusión y su inclusión en los ámbitos de la universalidad reconocida por el articulo 13
de la
CA.D.H.
Además, en el art. 14 de la Constitución Nacional se dispone que todos los habitantes de la
Nación gozan del derecho de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa, mientras
que en el art. 32 se establece que "el Congreso federal no dictará leyes que restrinjan la
libertad de prensa o establezcan sobre ella la jurisdicción federal".
En este orden de ideas, la Corte Suprema, en el fallo "Ponzetti de Balbín", del 11/12/1984,
de modo claro ha establecido que lo estatuido sobre la libertad de prensa en nuestra ley
fundamental no debe ser apreciado en un sentido literal, sino de un modo amplio y
abarcativo de la libre expresión e información por otros medios diferentes a la prensa
escrita (CSJN Fallos 306:1892).
Por su parte nuestra Corte Suprema en "Emisiones Platenses c/ Municipalidad de La Plata
s/ amparo", la disidencia de los jueces Fayt, Petraccbi y Bossert consideró que la negativa a
otorgar publicidad oficial es un supuesto de conculcamiento de la libertad de prensa. Para
ello se basó en los argumentos siguientes:
"(,..)E1 caso en examen se vincula también con la necesidad de preservar el discurso de
toda cortapisa. Si el otorgamiento de la propaganda oficial es un arbitrio discrecional de la
autoridad competente, que se concede o retira a modo de recompensa o de castigo, y si
ello gravita sobre la fuente preferente de flnanciamiento del medio, unos serán
proclives a endulzar sus críticas al gobierno de turno para mantener la que les fue
asignada y otros,
para alcanzada. Esto no es consistente con la protección de que goza el derecho de
prensa en nuestro ordenamiento, que no admite un condicionamiento de esta especie",
(el destacado nos pertenece).
Y continua"(...) es irrelevante que el municipio (-o se puede decir el Estado, en sentido lato, aclaramos) haya actuado o no con ánimo de discriminar al matutino en razón de sus ideas,
y-que ésto haya probado o no tal intención, pues, a los efectos de brindar la protección de
los artículos 14 y 32 de la Constitución Nacional, es suficiente con que resulto un
tratamiento desparejo y que éste no se encuentre debidamente justificado, tal como se
verifica en
la especie".
"Resta añadir que la moderna práctica constitucional ha advertido que los perjuicios y
atentados a la prensa hallan orígenes diversos. Pueden desprenderse no sólo de violaciones
groseras al derecho de expresar las ideas por ese medio, sino también de perturbaciones no
menos efectivas, entre ellas el manejo discrecional en la entrega de la publicidad oficial".
e) La discrecionalidad de la Administración; su desnaturalización en arbitrariedad y
desvío de poder.
El gobierno de modo arbitrario y discriminador exilia de la pauta publicitaria al Diario
PERFIL y las Revistas NOTICIAS, FORTUNA y a las restantes editadas por Editorial
PERFIL S.A. mediante una conducta encubierta de "escudarse" en la "discrecionalidad
política" que cae en la arbitrariedad, irrazonabilidad e ilegalidad manifiesta, tal como
sostenemos desde las primeras líneas de este escrito.
A lo largo délos años, la discrecionalidad de las autoridades en la asignación de los recursos
públicos destinados a la inversión en publicidad estatal ha sido asumida como una
prerrogativa propia de quienes resultan victoriosos en las contiendas electorales, o como
una discriminación de signo pendular un mal inevitable.
El hecho de destinar recursos o fondos públicos a la publicidad estatal, coloca sobre la
autoridad la responsabilidad de administrarlos adecuadamente y con transparencia.
El Estado de Derecho exige, por lo tanto, que la inversión estatal en publicidad año esté
sometida a la discreción unilateral de la autoridad, sino que esté reglada, responda a
objetivos de interés público, en los términos y condiciones que aseguren la optimización de
los recursos comunes; porque la actuación de la administración pública es siempre
motivada por un fin igualmente público, común, y la utilización de los poderes y facultades
otorgadas temporalmente a las autoridades para lograr fines no pueden destinarse a otros,
personales, particulares o político-partidarios, sin incurrir en una desviación del poder que
es evidentemente ilegal.
El poder discrecional sobre el manejo de la publicidad oficial no puede constituir en
argumento válido para aparentar una conducta que, en realidad, es manifiestamente
arbitraria, irrazonable y discriminatoria y demanda el control de constitucionalidad; ya que
la imposibilidad de judicializar el ejercicio de facultades discrecionales, tendiente a evitar
un menoscabo a la plena vigencia del principio de separación de funciones, demanda la
plenitud
del control jurisdiccional en tanto y en cuanto la actuación de tales prerrogativas en el caso
concreto es de la toda arbitrariedad.
Ello ha sido puesto de manifiesto desde antiguo cuando Jefferson, en cuyas ideas se inspiró
la Constitución Norteamericana de 1787 que sirvió de antecedente a la Constitución
Nacional de 1853, dijo que "...La Constitución quiere que los poderes coordinados se
contrapongan y balanceen entre sí. Pero la opinión de que la Constitución ha dado a los
jueces el derecho de decidir lo que es constitucional y lo que no lo es, no sólo en su propia
esfera de acción, sino también en las del Legislativo y el Ejecutivo, haría del Poder Judicial
un poder despótico...". Sostuvo también que "cada uno de los poderes debe tener igual
derecho para decidir por sí
mismo lo que significa la Constitución en los casos sometidos a su decisión", doctrina que
tuvo positiva recepción enla jurisprudencia de la Corte Suprema de Estados Unidos in re
"Küiboum v. Thomson" de 1881, donde se expresó categóricamente que "Es esencial al
funcionamiento positivo de este sistema que las personas a que se ha confiado el poder en
cualquiera de estas ramas o poderes no se inmiscuyan en los poderes conferidos a los otros,
sino que cada uno según el derecho de su creación se limite al ejercicio de los poderes
apropiados a su propia esfera y no a la de los otros".
Por lo expuesto y en absoluta concordancia con los argumentos aquí esbozados y
considerando :
Que el uso de la discrecionalidad en el marco de la juridicidad, implica en su operatividad
una serie de momentos de libre valoración y elección, entremezclados por elementos
fuertemente reglados por el ordenamiento jurídico.
Que el análisis de la orientación político administrativa en materia de publicidad oficial
tiene que ser apreciada por
esta Convención Constituyente en las particulares
circunstancias donde se desarrolla los medios de comunicación social.
Que habrá de individualizar los variados intereses en juego, su comparación valorativa en
función con el interés público especifico (la difusión o publicidad de los actos de gobierno),
la determinación del momento decisivo de lo discrecional que se traduce en la elección de
la alternativa que el órgano competente considera más conveniente, que constituyen
diferentes etapas por las cuales atraviesa la modalidad discrecional.Por ello:
LA CONVENCIÓN CONSTITUYENTE DE LA PROVINCIA DE CORRIENTES
SANCIONA LOS SIGUIENTES ARTÍCULOS:
LIBERTAD DE EXPRESION
ARTICULO ( ) - Es inviolable la libertad de expresar pensamientos y opiniones por
cualquier medio, sin censura previa e inclusive la de recibir o suministrar informaciones e
ideas, constituye un derecho asegurado a todos los habitantes de la Provincia. Este derecho
involucra el de obtener
los elementos necesarios a su ejercicio y la facultad de responder o rectificar las
referencias o informaciones erróneas susceptibles de afectar la reputación personal,
respuesta que deberá publicarse dentro del más breve plazo, gratuitamente, en igual forma
y por el mismo medio en que se dieron las aludidas referencias o informaciones. El
derecho de respuesta es acordado por vía judicial sumarísima. Queda garantizado el secreto
profesional periodístico
LIBERTAD DE PRENSA
Art. ( ) La Legislatura no dicta medidas preventivas ni leyes o reglamentos que coarten,
restrinjan o limiten la libertad de prensa. No se podrá trabar la circulación ni distribución
de las publicaciones ni obstaculizar por restricciones en el suministro de materia prima su
impresión, ni serán expropiables los medios de difusión del pensamiento, papel,
imprentas, maquinarias o materiales dedicados a publicaciones de cualquier índole, salvo
los edificios donde se encuentran instalados y sólo puede tomarse posesión de ellos cuando
se provea para la publicación un local adecuado para continuar operando.
.
ABUSOS DE LA LIBERTAD DE PRENSA
Art ( ) .- Sólo pueden calificarse como abusos de libertad de prensa los hechos
constitutivos de delitos comunes. Mientras no se dicte la ley correspondiente, se aplican las
sanciones determinadas por el Código Penal.
DELITOS POR MEDIO DE LA PRENSA
ARTICULO ( ) .- Los delitos cometidos por medio de la prensa nunca se reputan
flagrantes. No pueden secuestrarse las imprentas ni sus accesorios como instrumentos de
delito durante los procesos. Se admite siempre la prueba de descargo cuando se trata de la
conducta oficial de los funcionarios o empleados públicos y, en general, en caso de
calumnia. Resultando ciertos los hechos denunciados el acusado queda exento de pena.
ACAPARAMIENTO DE PAPEL
Art. ( ) .- Queda prohibido el acaparamiento de papel y el monopolio de cualquier medio
de difusión por organismos estatales o grupos económicos, que tienden directa o
indirectamente a coartar la libertad de expresión, de la noticia o del comentario.
DE LA INFORMACIÓN PÚBLICA .
Art. ( ) “La Legislatura de la provincia de Corrientes sancionará en un plazo de 90 días una
Ley provincial completa y abarcativa sobre acceso a la información pública, basada en
criterios de apertura y máxima revelación al público. La mencionada Ley Reglamentaria
establecerá también un sistema de contratación de medios de comunicación, periodistas,
locutores y trabajadores de prensa en general; de espacios de publicidad y pautado de
publicidad oficial del estado y todos sus entes centralizados, descentralizados y empresas
públicas, en los niveles provincial y municipal.
Art. ( ) La Legislación a aprobar deberá contener procedimientos de contratación justos,
competitivos y transparentes. Es decir procedimientos de concursos públicos cuyas
condiciones sean conocidas por todos los medios de comunicación y la comunidad en
general, teniendo especialmente en cuenta factores como precios, medición de circulación o
audiencia y otros factores objetivos y tangibles. La ley deberá prohibir el pago relacionado
con publicidad oficial a periodistas y cualquier otro pago que no sea parte de un proceso
transparente y licitatorio o concursar según corresponda. La ley deberá ordenar la
publicación mensual del listado de medios contratados con las especificaciones de espacios
contratados y valores.”
DR. LISANDRO ALMIRÓN
CONVENCIONAL CONSTITUYENTE
ALIANZA FRENTE DE INTEGRACIÓN NACIONAL
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