FILOSOFÍA POLÍTICA MAQUIAVELO

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FILOSOFÍA POLÍTICA
MAQUIAVELO
1. Biografía:
1469: Nace en Florencia, en la casa solariega, junto al ponte Vechio. Su padre,
notario, de familia noble rural pero venido a menos, le educa esmeradamente.
1494: Tiene veinticinco años y ve roto el equilibrio de los estados italianos según la
paz de Loti, al ser invadidos por Carlos III, rey de Francia: Italia es el campo de
batalla entre franceses y españoles (“Bárbaros” los llamará siempre
Maquiavelo).
Carlos III expulsa a los Médicis; impone la república en Florencia, siendo uno de
sus más famosos presidentes el dominico Savonarola, iluminado, asceta y que
acabará siendo quemado por sus enemigos. Acto presenciado por Maquiavelo.
Caído Savonarola, entra en el juego político Maquiavelo: Es nombrado
Secretario “de la segunda Cancillería de la República” y, más tarde, secretario
“De los nueve” encargado de reclutar la milicia.
Son años de gran actividad política llegando a presidir embajadas ante gran
parte de las Cortes absolutistas europeas.
1512: Los españoles ayudan a derrotar la República y restablecer a los Médicis.
Maquiavelo es multado, desterrado y condenado a la total inactividad política.
Muere el político y nace el escritor. Tiene cuarenta y cuatro años.
En la campiña, a 15 Km. de Florencia, a la que se le ha prohibido visitar,
participa en la vida rural de trabajo y de ocio, incluso en las partidas de naipes
del mesón: Su intención es estudiar a los campesinos en sus reacciones
primarias.
Sus análisis son descritos en la correspondencia que mantiene con su amigo
Francesco Vettori y serán el esquema de sus tres obras posteriores.
1530: Muere en Florencia, a la que puede retornar por haber sido derrotados los
Médicis y restablecida la segunda República. Deja a sus hijos en extrema
pobreza.
Nacionalista. Escritor comprometido. Entusiasmado con los nacientes estados
europeos, pretende hacer de Florencia el estado fuerte, la república del Norte de
Italia.
2. Obras
Carta de Maquiavelo desde su exilio:
“Llegada la tarde, vuelvo a casa, me despojo de la ropa de cada día, llena de fango y
porquería y me pongo paños reales y curiales.
Vestido decentemente entro en las antiguas cortes de los antiguos hombres, donde –
recibido por ellos amistosamente- me alimento con aquella comida que es la única
verdaderamente mía y para la cual nací. No me avergüenzo de hablar y preguntarles la
razón de sus acciones y ellos por su amistad me responden: durante cuatro horas no
siento pesar alguno; me olvido de todo afán, no temo a la pobreza, no me acobarda la
muerte: todo lo transfiero a ellos.”
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Es evidente el paralelo con De consolatione Philosophiae:
- Il Príncipe, escrito en 1513, pero publicado en 1533: en italiano, pero con los
títulos de los capítulos en latín. Dedicado a Lorenzo de Médicis para
recuperar la confianza perdida. Su respuesta fueron unas botellas de vino …
- Discorsi sopra la prima deca de Tito Livio (1513-21).
- Istoria Fiorentine (1521-25) sobre encargo de los Médici para que escribiera
los Annales de Florencia.
3. Esquema de su pensamiento político-filosófico
3.1.
Realismo político: Testigo directo de la caída del feudalismo, de la llegada del
renacimiento, partícipe en la política italiana y en varias cortes absolutista
europeas, se convierte en el mejor ensayista de política que dice basarse en
“Lunga esperienza delle cose moderne… et continua lezione delle antique”.
Considerado el padre de la Ciencia Política porque pretende basarla en
regularidades, convertirla en un arte racional: calcular las empresas y dosificar
la fuerza y astucia.
Su política será sin connotaciones morales, trascendentales o fantásticas
buscando en el acto político puro: autónomo y simple, que sólo es válido si
resulta eficaz: “No vale la pena empezar con métodos condenados al fracaso”.
Su método es calificado de precientífico y su pretensión es hallar las leyes
inmutables y necesarias que rigen el universo del hombre histórico basa en una
repetición constante de los hechos del hombre: que es, ha sido y será siempre
igual. Por lo tanto, tal cual ha sido, podemos deducir que será la historia que
resta por hacer.
3.2.
Naturaleza humana: la valorización del hombre es radicalmente pesimista:
… “Porque en general se puede decir de los hombres los siguiente: son ingratos,
volubles, simulan lo que no son, huyen del peligro, están ávidos de ganancia; y
mientras les haces favores son todo tuyos, te ofrecen la sangre, los bienes, los hijos
cuando la necesidad de todo ello está lejos…” (Príncipe XVII).
… “Aspirando a compartir con los nobles los honores y las riquezas, las dos cosas que
los hombres más estiman.” (Discorsi 1.5.).
… “Siendo además los deseos del hombre insaciables porque su propia naturaleza le
impulsa a quererlo todo.” (Discorsi II.89.).
3.3.
La personalidad del político: aunque el Príncipe estuviera dedicado a Lorenzo de
Médicis, con la esperanza de recuperar la confianza perdida, Maquiavelo quiere
presentar el arquetipo de cualquier político.
Su personalidad debe poseer condiciones especiales para llegar al poder y
mantenerse en él:
- Capacidad de manipular situaciones ayudándose de cuantos medios precise
mientras consiga sus fines: lo que vale es el resultado. “El que consigue el
poder es el Príncipe, es que consigue el orden y la paz son los súbditos.”
- Adornado de la Virtu –término intraductible- que sería destreza,
combinación de intuición y tesón, habilidad para sortear obstáculos.
- Protegido por la Fortuna, elemento irracional, mal traducido por azar.
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- Sorteando la Necesita, o la fuerza de los acontecimientos, “moverse según los
vientos”.
- Diestro en el engaño: no debe ser tener virtudes sino aparentarlas.
- Amoral: indiferencia ante el bien y el mal: está por encima.
3.4.
Formas de gobierno: La mejor es la República: El gobierno de muchos es siempre
mejor que el de pocos (La despreciada nobleza). Justifica la romana como la más
perfecta. Incluso hay una velada defensa de confianza en el hombre como ser
social capaz de gobernarse: “Es más justo luchar por alcanzar un Estado más
alto, que permanecer en el que se tiene; la libertad está mejor en manos del
pueblo, que en la de los grandes.” Esta es la temática de sus Discorsi, obra poco
conocida pero muy importante.
Aunque Maquiavelo personalmente, era republicano y aspiraba a convertir a
Florencia en un Estado fuerte, en el Príncipe, como mal menor, acepta que en
ciertos momentos de corrupción y desorden es más útil y eficaz la acción de un
solo personaje, adornado de cualidades excepcionales.
3.5.
El maquiavelismo: Seguramente que es un plagio, pero varios han afirmado: que
Maquiavelo no es maquiavélico.
Desde la aparición póstuma de sus obras se ha urdido una leyenda
simplificando sus teorías, que se conocen en forma axiomática, sin rigor: “El fin
justifica los medios, ley es lo que dice el rey…” Incluso existen réplicas curiosas:
“El anti-maquiavelo de Federico II”
Otros le han seguido enfervorizados. Recordemos a Napoleón, que le dedica
setecientas setenta y dos frases comentadas.
Sin embargo, es Bacon quien le brinda el mejor análisis: “Hay que agradecer a
Maquiavelo y a los escritores de este género, el que digan abiertamente y sin
disimulo lo que los hombres acostumbran a hacer, no lo que deben hacer.”
Maquiavelo plantea unas hipótesis de gobierno: El gobernante es bueno –no por
sus connotaciones ético-religiosas- sino por su eficacia. “Y se ha de tener en
cuenta que un príncipe –especialmente un Príncipe nuevo- no puede observar
todas aquellas cosas por las cuales los hombres son tenido por buenos, pues a
menudo se ve obligado para conservar su Estado a actuar contra la fe, contra la
caridad, contra la humanidad, contra la religión. Por eso, necesita moverse
según le exigen los vientos y las variaciones de la fortuna y como ya dije
anteriormente, a no alejarse del bien, si puede, pero a saber entrar en el mal, si
se ve obligado”. Pues a un pueblo le resulta más eficaz un gobernante
deshonrado pero útil, que un honrado inútil. Había sido testigo de demasiadas
acciones de los cristianísimos reyes de Europa y del Papado para seguir
ofreciendo modelos éticos.
No hay que olvidar las aspiraciones nacionalistas de Maquiavelo. Por eso su
obra no es un panfleto cordial sino el estudio científico de las estrategias
eficaces para conseguir que un príncipe de los Médicis consiga hacer de su
Florencia el mejor Estado de Italia con niveles europeos. Léase el último
capítulo de El Príncipe y se descubrirá a un Maquiavelo que incluso contagia su
pasión por una patria que quiere ser fuerte, autónoma y libre.
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