Hume_exposición_sistemática

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EL EMPIRISMO: HUME
En la exposición del tema, comenzaremos definiendo y caracterizando el Empirismo, para posteriormente, situar a Hume dentro de
esta corriente. Después plantearemos su proyecto filosófico para adentrarnos a continuación en el desarrollo del mismo, fijándonos
fundamentalmente en los contenidos gnoseológicos (referidos al conocimiento) y éticos del mismo.
Por Empirismo entendemos, en el ámbito de la exposición, la corriente filosófica que se desarrolla durante los siglos XVII Y XVIII
en Gran Bretaña (empirismo inglés) que afirma, por un lado, que todo nuestro conocimiento proviene de la
experiencia sensible (tanto interna como externa) y, por otro, que el valor y justificación del mismo depende de ella (son verdaderos
aquellos conocimientos cuyo origen está en la experiencia).
Esta corriente filosófica ha sido estudiada tradicionalmente por oposición al Racionalismo, y, en este sentido, pasamos a enunciar
sus características:
1.Afirmando que el origen del conocimiento es la experiencia el empirismo niega la existencia de ideas innatas(como sabemos son
fundamentales para la filosofía racionalista).
2.Afirmando que la experiencia es el límite del conocimiento, el empirismo reduce en gran medida las aspiraciones del
Racionalismo, que confía en el poder ilimitado de la Razón para conocer si se guía por el método adecuado.
3. El entendimiento empirista fracasará, por tanto, en la explicación de cuestiones metafísicas y se centrará en mayor medida en lo
moral y lo político.
4. Por último, y esta vez en consonancia con el Racionalismo, el Empirismo afirma que nuestro conocimiento recae directamente
sobre las ideas (idealismo), y no sobre las cosas (realismo).
Los principales autores empiristas son Locke, Berkeley y Hume. De todos ellos, es Hume el que más consecuentemente desarrolla
los principios de esta corriente. Nos dedicaremos ahora a profundizar en su reflexión filosófica.
El proyecto de Hume, pasa por el intento de conocer en primer lugar la Naturaleza humana, puesto que con ella están relacionados
en mayor o menor medida el resto de nuestros conocimientos. Para ello, afirma, debemos investigar cuáles
son las capacidades del entendimiento humano para conocer, y cuáles son los principios que determinan nuestras acciones morales.
Es decir, debemos ocuparnos del conocimiento y de la moral.
Esta será la línea argumental de nuestra exposición, aclarando de antemano, que tras referirnos a la teoría del conocimiento humeana
nos detendremos a exponer las consecuencias de la misma tanto para la física como para la metafísica tradicional (crítica a la idea de causalidad y crítica a la idea de sustancia).
Con respecto a la teoría del conocimiento de Hume comenzaremos analizando los elementos que constituyen el conocimiento para
ocuparnos después de los dos modos de conocer que a su juicio son validos.
Como empirista, Hume afirma que el origen y el límite de nuestro conocimiento es la experiencia sensible. Señalamos en este punto
que la verdad o falsedad de un contenido del conocimiento dependerá, consecuentemente, de que encontremos su origen en las
impresiones sensibles (criterio de verdad empirista).
En consecuencia, todo lo que contiene la mente son percepciones, que pueden se simples o complejas. Hay dos tipos de percepciones
que se distinguen por su grado de vivacidad:
a) impresiones o conocimiento que proviene de los sentidos. Pueden ser de sensación o de reflexión.
b) ideas, representaciones o copias de las impresiones en el pensamiento, y, por lo tanto, menos vivaces.
La diferencia entre impresiones de sensación y de reflexión es que estas últimas se producen una vez que nuestro
entendimiento ha experimentado una idea.
Tanto impresiones como ideas se dividen a su vez en simples (no admiten distinción ni separación) y complejas (en ellas se
distinguen partes).
Cada idea simple deriva entonces de su correspondiente impresión simple (de ello depende su validez). Las ideas complejas pueden
derivar de impresiones complejas o de la asociación de ideas que se produce naturalmente en el entendimiento con ayuda de la
imaginación. La asociación de ideas se produce de acuerdo con tres reglas:
-Semejanza, por la cual asociamos ideas semejantes.
- Contigüidad, por la que asociamos ideas que se presentan de forma contigua tanto espacial como temporalmente.
-Causa-efecto, por la cual asociamos ideas de acuerdo con el esquema de esta relación (si observamos una herida nos
resulta inevitable ponernos a pensar en el dolor que produce).
En conclusión, desde este punto de vista, el entendimiento queda limitado a una serie de elementos (impresiones e ideas) que
provienen de la experiencia y a ciertas combinaciones (asociación de ideas) que se producen entre los mismos.
Por otro lado, Hume afirma que este entendimiento puede conocer sólo de dos modos totalmente distintos:
a)Conocimiento de relaciones de ideas (conocimiento matemático): aunque en último término las ideas provengan de la
experiencia, las relaciones que se establecen entre ellas con independientes de la misma. Este tipo de conocimiento no nos
informa entonces sobre lo que sucede, pero sus conclusiones son necesarias puesto que lo contrario es contradictorio
(razonamientos demostrativos basados en el principio de no contradicción).
b)Conocimiento de cuestiones de hecho. Este tipo de conocimientos nos informa sobre "lo que hay" pero lo hace en
términos de probabilidad. Consiguientemente, es un conocimiento contingente (de lo que puede ser de una forma u otra). Se
expresa por tanto en razonamientos probables basados en la experiencia.
Hasta aquí llega el estudio de la capacidad del entendimiento humano por parte de Hume, que introduce al conocimiento dentro de
unos estrechos límites: Por un lado, conocemos impresiones e ideas, y estas últimas, fundamentalmente a nivel simple, se
corresponden con las primeras. Luego para averiguar la validez de una idea tendremos que buscar su correspondiente impresión.
Por otro lado, conocemos hechos o relaciones de ideas. Cualquier conocimiento que no se explique de uno de los dos modos
carecerá de validez. En estas dos afirmaciones, se basa la crítica de Hume a la idea de causalidad y a la metafísica tradicional.
La noción de causa descansa sobre la idea de que existe una conexión necesaria entre la causa y su efecto. Este es el razonamiento
que sigue Hume para cuestionarse su validez:
-Nuestro conocimiento de hechos viene de impresiones actuales o de recuerdos actuales (ideas) de impresiones pasadas. Queda claro
entonces que no podemos tener conocimiento de hechos futuros, puesto que no hay impresiones de lo que no ha
sucedido.
-No obstante, en nuestra vida contamos con que en el futuro se produciran ciertos hechos. Nos basamos para ello en una inferencia
causal: hay una conexión necesaria entre la causa y el efecto, por lo que podemos afirmar con certeza absoluta que, si se da la causa,
el efecto se producirá.
-Pero en ningún momento percibimos la conexión necesaria entre la causa y el efecto. Lo único que percibimos es que una impresión,
la del efecto, sigue a otra, la de la causa. Por lo tanto, solo puedo afirmar que en el pasado ambas se siguieron. No
tengo ninguna certeza de que continuaran siguiéndose. Sólo suponemos que así sucederá.
-En conclusión, la relación causa-efecto no se basa en ninguna conexión necesaria. Se basa en una inferencia probable que está
fundada en la repetición, es decir, en la costumbre de ver seguidas dos impresiones, que produce la creencia de que continuará siendo
así. La relación causa-efecto se basa entonces en una suposición del entendimiento a partir de la experiencia. En el ámbito de los
hechos no hay necesidad sino probabilidad.
En cuanto a la crítica a la metafísica tradicional, ésta se basa en la crítica a la idea de sustancia, que se apoya, a su vez, en la
afirmación de que a esta idea no le corresponde ninguna impresión: Conocemos percepciones que habitualmente se dan juntas, pero
no tenemos impresiones de algo que las subyace. Por lo tanto, la sustancia no es más que un termino sin significación,
"una colección de ideas simples unidas por la imaginación".
Este es el argumento utilizado en la crítica a las tres sustancias cartesianas la sustancia extensa (mundo exterior al pensamiento), la
sustancia infinita (Dios) y la sustancia pensante (yo). En nuestra exposición seguiremos este orden.
a) Podemos afirmar que tenemos impresiones, pero no que estas provienen de una realidad exterior, puesto que no tenemos
impresiones que se correspondan con esta idea. Consecuentemente, no nos podemos pronunciar sobre la existencia
de un mundo exterior extenso.
b) Tampoco tenemos impresiones de Dios. Además las pruebas de la existencia de Dios basadas en la casualidad no son
válidas, porque como hemos señalado más arriba, la inferencia causal implica probabilidad y no necesidad.
Por otra parte, no podemos establecer una relación causal entre una impresión y algo que no es objeto de impresión
alguna(idea de Dios). Por lo tanto, sobre la existencia de Dios tampoco nos podemos pronunciar.
Conviene señalar en este punto que con respecto a la religión, al igual que en el conjunto de su reflexión, nuestro autor
escapa de cualquier muestra de dogmatismo.
c) Por último, tampoco tenemos ninguna impresión que se corresponda con la idea de yo (identidad personal) como algo
distinto de nuestras percepciones. No podemos afirmar, por consiguiente la existencia del yo como sujeto permanente que
subyace a nuestros actos mentales (ninguna percepción es permanente).
Afirma Hume, que la conciencia de la propia identidad se debe a la memoria por la que reconocemos la conexión existente entre
impresiones sucesivas. Pero la sucesión no implica identidad.
En conclusión, para Hume, nuestro conocimiento está limitado a las impresiones y a las ideas que se derivan de ellas (a las vivencias,
a lo que aparece, a los fenómenos). Ni siquiera podemos conocer de dónde vienen (no sabemos si Dios, o el mundo exterior o la
identidad personal).
La postura de Hume es escéptica en cuanto que marca de modo tajante las limitaciones de nuestro conocimiento para conocer la
realidad. Pero su escepticismo es moderado, dado que se aplica únicamente al ámbito del conocimiento, y no afecta a nuestro
desarrollo vital.
Una vez que hemos expuesto la Teoría del conocimiento de Hume y las consecuencias metafísicas de la misma, pasaremos a
ocuparnos de su concepción de la moral, el segundo ámbito de interés para el estudio de la Naturaleza humana.
Para Hume, la moral (Etica) se ocupa de los juicios morales, los juicios que versan sobre la aprobación o reprobación de las
acciones. Se pregunta Hume cuál es su fundamento: ¿cuál es el fundamento de aprobación y la reprobación en los juicios morales?
Responde que la Razón no se basta para fundamentarlos porque:
-Los juicios morales determinan nuestra conducta. La aprobación o censura nos inclinan a realizar una acción o a no realizarla,
respectivamente.
-Pero la razón no puede determinar nuestra conducta. Puede conocer relaciones de ideas o cuestiones de hecho. Si conoce relaciones
de ideas , se sitúa en el ámbito intelectual matemático que no impulsa por sí mismo a realizar ninguna acción. Si conoce cuestiones
de hecho, conoce las acciones morales, pero la aprobación o reprobación no viene dada por ellas, sino que va más allá de las mismas
y se realiza en nuestro interior.
El papel de la Razón queda reducido en el ámbito de la moral a la instrucción sobre la utilidad de ciertas acciones y en guiar su
desarrollo al realizarlas. Pero, en último término, es el sentimiento o gusto, la impresión moral que las acciones dejan en nuestro
interior lo que hace que las aprobemos o censuremos. La Ética de Hume, que afirma que la base de la moralidad está en el
sentimiento, recibe el nombre de emotivismo moral (como se puede observar contrario al racionalismo e intelectualismo moral).
Este sentimiento de aprobación o censura, es paralelo al sentimiento de placer o "displacer" que acompaña al desarrollo de una
acción y en último término se basa en la utilidad de la acción para la sociedad, dado que es común a todos los hombres debido a la
Naturaleza humana común que comparten.
En consonancia con esta visión de la Etica, Hume entiende por virtud la acción o cualidad mental que produce el sentimiento
placentero y por vicio lo contrario.
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