PIOT Y TURISMO: LA PROFECÍA AUTOCUMPLIDA. El teorema de Thomas, muy conocido en Sociología, afirma que aquello que los seres humanos definen como real es real en sus consecuencias. A partir de esta idea querría reflexionar aquí sobre los mecanismos que hacen que nuestra realidad más inmediata, la isla, sea un reflejo de las definiciones que hacemos de ella. Se encuentra actualmente en período de exposición pública el Plan Insular de Ordenación (PIO) de Gran Canaria. En términos generales, tanto el PIO de 1995 como el actual conciben Gran Canaria, (así se afirma textualmente),como el gran espacio europeo del ocio. Nuestra isla vendría a ser como una gran empresa, o conjunto de empresas, predominantemente turístico. No voy a tratar el tema de si una isla puede gobernarse como si se tratara de una empresa, ni si es posible considerar a la gestión política un mero añadido de la gestión empresarial. Al respecto sólo recordaré que lo que se define como real acaba siendo real en sus consecuencias. Querría más bien cuestionar el presupuesto de que la única actividad económica viable en nuestra isla es el turismo. A lo largo 500 años Canarias se ha especializado en exportar sol. Sol que permitió cultivar caña de azúcar y vid, sol que madura nuestros plátanos y tomates, y, actualmente el sol que se llevan en la piel los turistas que nos visitan. Según cierta manera de ver las cosas, lo natural es que las islas se amolden a los dictados de la Economía (Internacional). “Es imposible detener a las fuerzas de la economía”, se afirma, olvidando que la economía no es un fenómeno natural sino una construcción social. Lo que aquí pasa es resultado no sólo de los cambios mundiales, sino también de las maneras concretas en que se crean aquí las condiciones para que esos cambios adopten una determinada forma. El desarrollo turístico de nuestra isla se ha dado porque ha existido una demanda turística hacia nuestra isla, ocasionada por los cambios en el estilo de vida y el nivel de renta de las sociedades europeas. Pero también porque a lo largo de los últimos cuarenta años se han dado cambios en la estructura social isleña, que han permitido que nuestra isla sea definida (y ofertada) como el gran espacio europeo del ocio. Para comprender porqué ha pasado esto hemos de desarrollar un pensamiento complejo que entienda los fenómenos locales como consecuencia y causa de los fenómenos globales, abandonando el hipersimplificado pensamiento único que lo explica todo en función de la economía internacional. Las profecías que pretenden predecir el desarrollo social como si fuera un fenómeno físico sujeto a leyes ahistóricas sirven, en lugar de para permitirnos entender lo que sucede, para que los que las elaboran nos impongan su definición de lo que debería pasar, y así conseguir finalmente que lo que se había predicho se cumpla. Se afirma que el turismo y la construcción se han desarrollado en Gran Canaria porque son las actividades económicas más productivas, más rentables. Los campos se abandonan, los cultivos se convierten en eriales o en apartamentos, los trabajadores agrícolas se convierten en camareros, cocineros y gobernantas. Todo ello, porque una hectárea plantada de apartamentos produce más que una hectárea plantada de tomates, plátanos o de cualquier otra actividad. Porque de camarero se gana más y se trabaja menos que en la agricultura. Si en base a esta suposición se conceden préstamos y subvenciones a las empresas que se dediquen a la actividad turística y se fomenta que los trabajadores se preparen para el sector servicios, es obvio que lo que inicialmente era una profecía finalmente será una realidad. Y esto, en buena manera, es lo que sucede actualmente. El planeamiento actual contempla la construcción de varias decenas de miles de camas turísticas en la Costa Suroeste, y para poder atenderlas se prevé la prolongación de la autopista hasta el Puerto de Mogán, además de la creación de varios puertos deportivos, y la ampliación del aeropuerto de Gando. Todo ello, para conseguir que nuestra isla se convierta en el gran espacio europeo del ocio. Invertir decenas de miles de millones en ampliar el aeropuerto, prolongar la autopista hasta Mogán, construir paseos marítimos, adecuar litorales y crear puertos deportivos y playas artificiales equivale de hecho a pagar con dinero público los costes de dos actividades económicas privadas, el turismo y la construcción, que son las que resultan más económicamente rentables, entre otros motivos, porque parte de sus costes son pagados, de esta manera, por todos. Si queremos dedicar un terreno a la agricultura tendremos que construir bancales si hay una fuerte pendiente, estanques, vallas e infraestructuras para el riego por goteo y exterminar las malas hierbas e impedir que vuelvan a crecer. Si queremos dedicar un terreno al turismo tendremos que construir autopistas si está lejos de un aeropuerto, playas artificiales, si no existen, y exterminar las actividades económicas que impiden que el territorio se dedique al turismo. Volviendo al teorema de Thomas conviene preguntarse: ¿convertirse en el gran espacio europeo del ocio es realmente la única alternativa para nuestra isla?. Al contestar de manera apresurada a la pregunta anterior estamos creando las condiciones para que se dé una profecía que se cumple a sí misma: estamos haciendo que el turismo sea la única actividad económica rentable. En el marco de posibilidades que crea el PIO, lo normal es que todas otras actividades económicas se abandonen a favor del turismo. Es preferible invertir en Turismo, en que los costes de acondicionamiento del terreno para su explotación (autopistas, puertos deportivos, playas artificiales) corren a costa del Estado, que en Agricultura, donde los bancales y los sistemas de riego por goteo los ha de pagar el empresario, o en industria, en que hay que hacerse costear el transporte de los productos hasta su lugar de consumo. El actual PIO puede acabarse convirtiendo en una herramienta que haga realidad lo que inicialmente era sólo una profecía: el turismo como única actividad económica. ¿Es eso lo que verdaderamente queremos para nuestra isla?. Algunos estarán ilusionados con una futura Gran Canaria llena de hoteles de lujo y puertos deportivos, sin industria, sin ganadería, y sin más plantas que las de los hoteles. Si esa parte de la sociedad consigue imponer al resto su definición de la situación acabará convirtiendo en realidad algo que favorece a sus intereses. De manera muy acertada las leyes establecen que los procedimientos de Ordenación del Territorio, como el PIO, se han de basar en la participación ciudadana. Esperemos que efectivamente esto sea así, y que la Isla de mañana sea el resultado de la participación de todos los ciudadanos de hoy. Manuel Ángel Santana Turégano, artículo publicado en “La Provincia”, 6-10-2001.