domingo 19 110813

Anuncio
Domingo, 11 Agosto, 2013 - Enseñanza de Jesús sobre la vigilancia - Lucas 12, 32-48
Oración inicial
Ven, oh Santo Espíritu, llena los corazones de tus fieles. Tú que ya has venido para hacernos fieles, ven
ahora para hacernos dichosos.
Tú que has venido para que, con tu ayuda, pudiésemos gloriarnos en la esperanza de la gloria de los hijos
de Dios, ven de nuevo para que podamos gloriarnos también de su posesión.
A ti te concierne el confirmar, consolidar perfeccionar y llevar a cumplimiento. El Padre nos ha creado, el
Hijo nos has redimido: cumple pues, lo que a ti te compete.
Ven a introducirnos en toda la verdad, al gozo del Sumo Bien, a la visión del Padre, a la abundancia de
todas las delicias, al gozo de los gozos. Amén. (Gualtero de San Victor)
Clave de lectura:
Estamos en un doble contexto: la formación de los discípulos y de las discípulas durante el camino de
Jesús a Jerusalén (9,51-19,28) y la reacción de los paganos convertidos, en las comunidades lucanas,
después del entusiasmo inicial y el prolongarse la venida del Señor. Los discípulos tienen miedo (9,45) de la nueva perspectiva de la
misión de Jesús, que deberá sufrir (9,22.43-44), continúa dominando en ellos la mentalidad de un Mesías glorioso, más seguro. Así
también en las nuevas comunidades cristianas (años 80), comienza a retoñar el espíritu pagano. Mejor es esperar antes de convertirse
estable y profundamente, poner a un lado el cambio de vida y mentalidad. Jesús asegura a los discípulos y discípulas, con tres pequeñas
parábolas les hace reflexionar sobre el significado del encuentro con Dios, sobre el sentido de la vigilancia y de la responsabilidad
de cada uno en el momento presente.
32
«No temas, pequeño rebaño, porque al Padre de ustedes le ha parecido bien darles a ustedes el Reino.
«Vendan sus bienes y den limosna. Háganse bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos,
donde no llega el ladrón, ni la polilla corroe; 34 porque donde esté su tesoro, allí estará también su corazón.
35
«Tengan ceñida la cintura y las lámparas encendidas, 36 y sean como hombres que esperan a que su señor
vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. 37 Dichosos los siervos a quienes
el señor, al venir, encuentre despiertos: yo los aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de
uno a otro, les servirá. 38 Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos
ellos! 39 Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le
horadasen su casa. 40Estén también ustedes preparados, porque cuando menos lo piensen, vendrá el Hijo del
hombre.»
41
Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?» 42 Respondió el Señor: «¿Quién es,
pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su
tiempo su ración conveniente? 43 Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo
así. 44 De verdad les digo que le pondrá al frente de toda su hacienda.45 Pero si aquel siervo se dice en su
corazón: `Mi señor tarda en venir', y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a
emborracharse, 46 vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le
castigará severamente y le señalará su suerte entre los infieles.
47
«Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su
voluntad, recibirá muchos azotes; 48 el que no la conoce y hace cosas que merecen azotes, recibirá pocos; a
quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más.
33
Un momento de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
Mi vida consagrada: ¿Cuánto tiene para mí de gozo, cuánto de peso? ¿Cuánto es deber, cuánto es amor?
¿En qué medida es esperada la comunión con Dios, en qué medida se posee de mi?
La mentalidad pagana del “carpe diem”, contraria a los valores evangélicos: ¿Cómo se manifiesta hoy?
- Ser vigilantes, fieles, trabajadores por el Reino, preparados: ¿Qué implica para mi vida?
“Cuanto más difíciles sean los tiempos más debes orar y vigilar. La oración y la vigilancia, he aquí, para ti, los dos grandes medios de salvación”. (JMLM
A IV, 141).
“Aprovechemos los unos y los otros, los pocos días que aún nos quedan por pasar en este mundo, para trabajar por nuestra salvación; no perdamos ni
un solo instante de esta vida tan corta; aprovechemos el tiempo, como nos lo aconseja el Apóstol; es decir empleémoslo siguiendo los designios de
Dios, para prepararnos una santa muerte y hacernos dignos del cielo para toda la eternidad. […] Perseveremos hasta el fin, sin dejarnos quebrantar;
uno, dos, tres años ¡qué es esto! Ya, ¡ah!, ya la eternidad abre sus puertas ; aún un momento, y vamos a entrar, y vamos a sentarnos sobre los tronos
gloriosos que están preparados para los valientes. Nada de dudas, nada de debilidad; vamos al cielo, hijos míos; vamos al cielo para siempre. (JMLM
Para el primero de enero, S. II 505.).
Vivir en minoría
Lucas ha recopilado en su evangelio unas palabras, llenas de afecto y cariño, dirigidas por Jesús a sus seguidores y seguidoras. Con
frecuencia, suelen pasar desapercibidas. Sin embargo, leídas hoy con atención desde nuestras comunidades menesianas, cobran una
sorprendente actualidad. Es lo que necesitamos escuchar de Jesús en estos tiempos no fáciles para la fe y la fidelidad.
“Mi pequeño rebaño”. Jesús mira con ternura inmensa a su pequeño grupo de seguidores. Son pocos. Tienen vocación de minoría. No
han de pensar en grandezas. Así los imagina Jesús siempre: como un poco de “levadura” oculto en la masa, una pequeña “luz” en medio
de la oscuridad, un puñado de “sal” para poner sabor a la vida.
Los discípulos de Jesús – y los menesianos como discípulos que queremos ser - hemos de aprender a vivir en minoría. Es un error
añorar una Congregación poderosa y fuerte. Es un engaño buscar poder mundano o pretender dominar la sociedad. Educar no se
impone por la fuerza. El evangelio, tampoco. Se trata de contagiar el estilo de vida de Jesús haciendo que la vida de los niños y jóvenes
sea más humana.
“El alma que es dócil y moldeable bajo las manos de Dios, que no se resiste a las inspiraciones de la gracia, que, olvidándose de
ella misma, no desea y no busca más que la gloria de Aquel a quien ama, que tiene una profunda convicción de la acción de Dios en todo,
que mira, en todo cuanto se refiere a los hombres y sus consejos, desde las más pequeñas triquiñuelas a los grandes acontecimientos
que cambian la cara de los imperios, este alma, lo digo, lejos de irritarse por la contradicción de ser dolorosamente agitada por continuos
movimientos de impaciencia y de despecho, goza de una paz que nada altera, y siempre bendice y adora, con alegría deleitosa y tierno
amor, los designios de la Providencia sobre ella. Todo lo que ve, todo lo que oye, nunca puede ser objeto de tristeza u ocasión de
turbación, porque al fin y al cabo Dios lo quiere y esto es suficiente. (JMLM A la señora Jallobert, A I 293 – 97)
“No tengan miedo”. Es la gran preocupación de Jesús. No quiere ver a sus seguidores paralizados por el miedo ni hundidos en el
desaliento. No han de perder nunca la confianza y la paz. También hoy somos un pequeño rebaño, pero podemos permanecer muy
unidos a Jesús, el Pastor que nos guía y nos defiende. El nos puede hacer vivir estos tiempos con paz.
No te turbes fácilmente, cuando experimentas tentaciones y miserias, humíllate profundamente, pero, aún una vez más, no te desanimes
y cuenta siempre con su inagotable bondad, con la gran misericordia del Señor Jesús. (JMLM A VI, 222.)
“Su Padre de ustedes ha tenido a bien darles el reino”. Jesús se lo recuerda una vez más. No han de sentirse huérfanos. Tienen a
Dios como Padre. Él les ha confiado su proyecto del reino. Es su gran regalo. Lo mejor que tenemos en nuestras comunidades: la tarea
de hacer la vida más humana y la esperanza de encaminar la historia hacia su salvación definitiva.
“Vendan sus bienes y den limosna”. Los seguidores de Jesús son un pequeño rebaño, pero nunca han de ser una secta encerrada en
sus propios intereses. No vivirán de espaldas a las necesidades de nadie. Será comunidades de puertas abiertas. Compartirán sus bienes
con los que necesitan ayuda y solidaridad. Darán limosna, es decir “misericordia”. Este es el significado original del término griego.
Los menesianos como los cristianos necesitaremos todavía algún tiempo para aprender a vivir en minoría en medio de una sociedad
secular y plural. Pero hay algo que podemos y debemos hacer sin esperar a nada: transformar el clima que se vive en nuestras
comunidades y hacerlo más evangélico.
PARA ORAR CON JUAN MARÍA
Si dos o tres se reúnen en mi nombre, dice Jesús, yo estaré en medio de ustedes. Admirables palabras por las que Nuestro Señor nos
testimonia su compromiso de estar cerca de aquellos de sus discípulos, a quienes la oración reúne. Es suficiente con que sean dos para que Jesucristo
venga pronto a santificar su unión. Así pues, Jesucristo nuestro Señor, está en medio de ustedes, hermanos míos, porque es por su nombre y para su
gloria, por lo que están reunidos. Al formar esta sociedad solo han buscado animarse, los unos a los otros, a servirle mejor y amarle cada día más. Sí,
él está presente en sus reuniones; las preside, en cierto modo, y ustedes forman ese pequeño rebaño que él ha bendecido y que el Buen Pastor se
complace en conducir a los pastos más abundantes. (JMLM Sobre las ventajas de pertenecer a la congregación de la Santísima Virgen, S III, 1012 – 14)
El corazón sufre porque no es verdaderamente pobre, y porque ha colocado en el lugar de las cosas a las que ha renunciado, otras
que han llegado a ser objeto de sus afectos ocultos, y de un amor, tanto más peligroso cuanto más profundamente está escondido en el
alma. Esto es tan cierto, mis queridas hermanas, que frecuentemente vemos, aún en el seno de las mejores comunidades, discusiones muy fuertes por
tonterías igual que las que dividen a los hombres del mundo, cuando se trata de los mayores intereses .(JMLM A las religiosas, S VII 2184)
Cada hermano aceptará, sin la más ligera murmuración, el empleo que se le designe. La más completa y entera obediencia es indispensable
para que el orden, la caridad y la paz reinen en la comunidad; no se tendrá miedo de pedir permiso para las cosas más pequeñas. (JMLM. Instrucciones
para los Hermanos destinados a la Guayana, A IV 255)
R. Lifton considera que el problema central de la persona contemporánea es la pérdida del sentido de inmortalidad. Esa conciencia de
inmortalidad «que representa un estímulo irresistible y universal a conservar un sentido interior de continuidad, más allá del tiempo y del espacio».
Y, sin embargo, quienes formamos la sociedad de hoy, como la de siempre, necesitamos poner nuestro corazón en un «tesoro que no pueda
ser arrebatado por los ladrones, no roído por la polilla». ¿Cómo encontrarlo?
Desde la fe cristiana vivida como menesianos no existe otro camino sino el de penetrar hasta el centro mismo de nuestra existencia, no
evitar el encuentro con el Invisible, sino abrir nuestro corazón al misterio de Dios que da sentido y vida a todo nuestro ser.
Descargar