sobre cierto proyecto con el que se pretendía ajardinar la Gran Vía de Madrid

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M2
EL MUNDO / LA REVISTA DIARIA DE MADRID
VIERNES
12
DE
JUNIO
DE
2009
Zarzuela
M2 asiste a uno
de los ensayos de
‘Viva Madrid’, el
espectáculo que
se estrenará el día
17 en los Teatros
del Canal /6
Política
Leguina critica la falta
de autonomía de los
socialistas madrileños
respecto de Ferraz /4
Música
Una coral de 600
aficionados interpreta
‘Carmina Burana’ en
el Auditorio Nacional /8
Una Gran Vía... ¿utópica?
Así sería la Gran Vía vista desde Alcalá en una recreación virtual realizada por el estudio del arquitecto y urbanista Miguel de Oriol.
Empresarios y comerciantes del céntrico eje madrileño apoyan el faraónico e imaginativo
proyecto del arquitecto Miguel de Oriol: un frondoso jardín con estanques ocuparía la
calzada y casi todo el tráfico se canalizaría por un túnel con 3.000 plazas de aparcamiento /2-3
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EL MUNDO. VIERNES 12 DE JUNIO DE 2009
M2
>UN MADRID UTÓPICO / El proyecto urbanístico
Los comerciantes se apuntan, el centenario sopla a favor y hasta la Casa Real está
informada: ¿será posible que un enorme jardín recorra la arteria más comercial del
centro? Un colectivo liderado por el arquitecto Miguel de Oriol e Ybarra dice que sí
¿Será posible esta Gran Vía?
C
QUICO ALSEDO
ierre los ojos. Déjese llevar. Fluya. Imagine: la
Gran Vía. Pero no la de
ahora, llena de humos,
ropa low cost, perritos calientes
y coches, coches, coches y más
coches. No. La Gran Vía (haga el
esfuerzo) es un parque. Un enorme jardín alargado. Y hay fuentes. Y verde. Y árboles. Y un laguito. Y un túnel por debajo, que
se lleva el río de monóxido de
carbono. Y un enorme aparcamiento para 3.000 vehículos. Y
parece que El Retiro ha tomado
la ciudad.
Usted cree que ya ha leído esto
en algún sitio. Es verdad: el ex
candidato Miguel Sebastián llevó
algo parecido en su programa
electoral. Pero aquello era «una
peatonalización sin más, lo que
nosotros proponemos es convertir la Gran Vía en un oasis para
el ciudadano y en un museo de
las culturas hispánicas, un punto
de encuentro para 450 millones
de hispanohablantes».
Habla el arquitecto y urbanista
Miguel de Oriol e Ybarra, autor
de Torre Europa y de la devolución al peatón de la Plaza de
Oriente. Muñidor «de forma
completamente desinteresada»
de una iniciativa que ya apoyan
los colectivos de comerciantes
del lugar y conocen altas instancias del Estado, incluida la mismísima Casa Real.
La cosa parece de locura, y
probablemente aterre pensar en
más y más zanjas en una ciudad
que nunca llega a cicatrizar, pero
Oriol asegura que «todo es perfectamente viable y las obras en
superficie durarían no más de
seis meses, lo justo para ajardinar el lugar».
Pero más palos en las ruedas:
¿y la galopante crisis económica?
También tiene solución para esto
Oriol: «Las 3.000 plazas de aparcamiento podrían ser vendidas a
unos 10 millones de pesetas cada
una, con lo que la operación se
podría financiar ella sola».
El proyecto, nacido de los ratos
libres del arquitecto junto a algunos amigos como Carlos Falcó,
marqués de Griñón, el periodista
Alfredo Amestoy y el músico Antón García Abril, es noticia ahora
porque la Asociación de Comerciantes y Empresarios de Gran
Vía se ha posicionado «radicalmente a favor», según explica su
presidente, Florencio Delgado.
Aspersores de dinero
Es decir, la Gran Vía pide su jardín. Y es que el comercio huele
el dinero que podría regar los
céspedes y, de paso, las tiendas
de la zona.
«Sabemos que la Gran Vía ya
no va a volver a ser la de Sinatra
y Ava Gardner, pero también que
el decaimiento de estos últimos
años hay que detenerlo. Quere-
mos un término medio», dice
Delgado, que explica que la arteria ha perdido «atractivo» porque «predomina la hamburguesería donde antes había restaurantes, y los cines y las joyerías
se han ido a otro lugar».
El proyecto de Oriol, a propósito, pretende atraer y acoger a
«todos los inmigrantes que han
llegado a la ciudad en los últimos
años». Cómo: pues erigiendo, bajo una fastuosa cristalera en la
plaza de Callao, un imperial museo de los cuatro virreinatos españoles en América: Nueva España, Perú, Nueva Granada y Río
de la Plata. Por aquello de celebrar la españolidad. De ahí la
idea de convertir el lugar en
«punto de encuentro de las culturas hispánicas». Un poco como el
Museo de Antropología de México Distrito Federal, sólo que en
pequeñito y madrileñizado.
Una pieza más en el puzzle llega de las más altas instancias.
Delgado mira ya casi exclusivamente hacia el centenario de la
Gran Vía, que se cumplirá exactamente el 6 de junio próximo.
«Alfonso XIII fue quien impulsó
la construcción de la calle hace
100 años, y por eso nos atrevimos a pedirle al Rey que presi-
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EL MUNDO. VIERNES 12 DE JUNIO DE 2009
M2
>UN MADRID UTÓPICO / El proyecto urbanístico
diera la comisión mixta del centenario». Don Juan Carlos ha
aceptado la presidencia de honor, y conoce el proyecto de Miguel de Oriol.
En la citada comisión, además
de varias concejalías del Ayuntamiento, están las fundaciones
Telefónica y Cajamadrid, asociaciones de comerciantes, y la de
Amigos de la Gran Vía. Sigue
Delgado: «Pero no nos podemos
quedar en el centenario, hay que
Un enorme túnel y
un aparcamiento para
3.000 coches harían
posible el milagro
La venta de las plazas
a particulares
financiaría el monto
total del proyecto
mirar al futuro y este proyecto
de Oriol es fantástico. Hay que
agradecerle además que lo ha
hecho de forma totalmente desinteresada. Nosotros jamás habríamos podido pagar un estudio
de esta profundidad y seriedad».
Glosa Oriol: «Madrid siempre
tuvo problemas para comunicarse de este a oeste, y la Gran Vía
vino a solventar ese problema en
1910. Entonces era un lugar joven, apetecible, pero la congestión del tráfico lo profanó, y se
contagió hacia afuera. Así nacen,
como capas de cebolla, las rondas y después la M-30, la M-40...
Ahora se trata de recuperar la
Gran Vía para la ciudad, y de
darle además 3.000 plazas de
aparcamiento. Las grandes capitales europeas tienen unas 4.000
plazas cada una. Madrid, 1.830».
Esto se plasmaría en tres grandes parkings, que a su vez estarían conectados con la miríada
de aparcamientos subterráneos
ya existentes en la zona.
«Además, hay que tener en
cuenta una cosa: una tuneladora
cuesta 20.000 millones de pesetas,
así que imagínate lo que vale tenerla parada. Por eso creemos que
el concurso, porque habría que
convocar un concurso público, podría ser, digamos, limpio», dice
Oriol, que explica también que la
orografía del lugar, una suerte de
colina, facilitaría tunelar atravesando la base del promontorio, como atravesando de lado a lado.
«La obra completa costaría un
8% de lo que se gastó en la M-30,
por poner un ejemplo», explica el
arquitecto, que ha realizado un
minucioso estudio de detalle apoyado codo con codo por el ingeniero de caminos José Manuel
Pradillo, «un auténtico experto en
el vientre de Madrid».
La más luminosa
Termina Oriol: «Podemos tener
en el centro de la ciudad la calle
más bella y luminosa del sur de
Europa». El proyecto, en estudio
por el Ayuntamiento según carta
remitida por el alcalde Gallardón
a sus muñidores, sigue su camino buscando adhesiones entre la
población.
Pero la visión de Oriol no se
queda en el ámbito estrictamente
doméstico. No. Va más allá, y proyecta también una última capa de
cebolla en una hipotética corona
alrededor de las rondas circunvalatorias madrileñas: «París lo ha
hecho muy bien, dando importancia a varias ciudades a su alrededor, y Madrid debería hacer lo
mismo: una corona que pasara
por Ávila, El Paular, Segovia, Maqueda, El Escorial, Toledo, Aranjuez, Chinchón... Son todo poblaciones que podrían recibir y favorecerse del impacto de tener cerca
una ciudad tan grande como es
Madrid. Serían una corona de estrellas, un ramillete de ciudades».
Después de octubre y la consecución o no de los Juegos
Olímpicos para Madrid, siguiente capítulo.
Epicentro imperial de Iberoamérica
Miguel de Oriol e Ybarra
El proyecto que presentamos aspira a recrear
la Gran Vía para convertirla en protagonista estelar entre las grandes arterias circulatorias europeas y representación viva de Iberoamérica en
Madrid, capital universal del idioma español.
Nuestra idea convierte la superficie –hoy de rodadura entrecortada, congestiva y contaminante–
en parque de andancia de traza lineal y sinuosa,
y reserva una banda doble circulatoria lateral para el transporte público –buses y taxis–.
Crea un túnel que, arrancando en la Plaza de
España –la cota más baja de su recorrido– aflora,
frente a Caballero de Gracia, para incorporarse a
la calle Alcalá, en superficie. Túnel desde el que
se accederá al gran aparcamiento situado en el
espacio que media entre los tres tramos (en rampa hasta Callao, plano hasta la Red de San Luis y
en declive hasta Alcalá) y su traza horizontal.
Su capacidad será de alrededor de 3.000 coches. También dará acceso a los aparcamientos
locales, hoy existentes, cuyo servicio de entrada
complica la vida de los dos barrios laberínticos situados a ambos lados de la Gran Vía. Este trazado, en espacio público, ha tenido en cuenta las
cinco líneas de metro que operan en la zona.
El proyecto sumerge en dicho túnel el flujo circulatorio axial, oeste-este. Lo hace canalizando el
tráfico transeúnte residual –el fundamental ya ha
sido desviado por los distintos circuitos –rondas,
M-30, M-40, M-45, M-50–, y ofreciendo las entra-
das al estacionamiento que alberga a quienes tienen la Gran Vía como destino.
Resuelve la intercomunicación entre los lados
norte y sur de la Gran Vía con tres conexiones,
acordes con los proyectos municipales en curso,
situadas en San Bernardo, Callao y Red de San
Luis. Propone la ornamentación tanto escultórica como vegetal, teniendo en cuenta las culturas
hermanas a las que trata de representar.
Supone que el embellecimiento de los 700.000
m 2 (dos por 1.300 metros, longitud de la Gran
Vía) por 30 (que es el fondo de edificación) por
nueve (número de plantas) servidos, y las 3.000
plazas de coches proyectadas, enriquece el patrimonio espacial hasta permitir la autofinanciación
de tan grande obra.
Algunos han sostenido que hacer túneles en el
centro de la ciudad provocaba un efecto reclamo
para los coches, que llenarían la ciudad. Ésa es la
receta que se ha seguido en Madrid durante los
últimos 25 años.
Opinamos lo contrario: un túnel bajo la Gran
Vía no atraería coches hacia Madrid, sino que evita que la toquen, el túnel daría acceso a lo que es
verdaderamente el destino de los que vienen al
centro. Esta operación sólo se podría hacer, por
cierto, si se involucra alguno de los grandes empresarios de la construcción de este país.
Miguel de Oriol e Ybarra es arquitecto y urbanista
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