Palabras del Dr. Alan García Pérez, Presidente del Perú, en... de Instalación del IX Período Extraordinario de Sesiones del Parlamento

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Palabras del Dr. Alan García Pérez, Presidente del Perú, en la Sesión Solemne
de Instalación del IX Período Extraordinario de Sesiones del Parlamento
Andino
Lima, 25 de setiembre de 2006
Señor Presidente del Parlamento Andino, honorables representantes a este centro
deliberativo que debe construir la fortaleza de la integración de nuestros pueblos.
Ningún argumento u ocupación podría lograr que no estuviera en esta reunión, porque
comprendo, y tengo fe, en que la integración es el verdadero y gran propósito de toda
trasformación de nuestros pueblos, de nuestros países y de nuestro continente.
La verdadera estrategia del desarrollo, la verdadera fortaleza, potencial de nuestros
países, está en nuestra capacidad de integrar nuestros actos económicos, nuestras
vocaciones culturales, nuestras ilusiones, nuestra literatura, nuestra actividad
deportiva.
En este tiempo en el que la inmensa velocidad de las comunicaciones y el incremento
acelerado de la tecnología informática, permite que el mundo esté al alcance de todos,
se forman grandes fusiones y se consolidan grandes corporaciones empresariales y
también de países que logran de esa manera la fortaleza que antes no tenían.
Y en ese camino, la construcción y la constitución de la Unión Europea, son un ejemplo
concreto, como lo es la enorme fortaleza de la China, país continental, que por su
combinación de factores culturales y de pueblos diferentes ha logrado integrarse en un
país, que como Napoleón augurara, hace temblar hoy al mundo.
Pero de igual manera, la enorme realidad norteamericana, apoyada en su momento
también en el Nafta, nos muestran solo tres de estos grandes conglomerados. En este
camino de respuesta a la velocidad informática, tecnológica, al derrumbe de las
fronteras nacionales, que demuestra que solo los que se unen son fuertes.
Y el Parlamento Andino y la Comunidad Andina de Naciones son un paso en la
construcción en esa fortaleza, para enfrentar con eficiencia, pero también para afirmar
la fortaleza cultural de nuestros pueblos andinos, que antaño fueron uno. Y para dar
mayor vigor ha crecentado a nuestra producción, a nuestras monedas, solo el camino
de la integración es la verdadera revolución.
Como seguidor y alumno de Haya de la Torre, a su vez continuador del pensamiento
de Simón Bolívar, el más grande de los audaces. Creo en la integración profundamente,
y sé que ninguno de nuestros pueblos, por sí solo, podrá salir de su retraso y de sus
dificultades sin este verdadero proyecto constitucional, que la geografía escribió antes
para nosotros.
Somos en conjunto un pueblo, que a diferencia de los europeos o otros países
continentales fue descubierto, y el haber sido descubierto encontrado por otras
civilizaciones o haber hecho un encuentro con ellas, le da a nuestra idiosincrasia, a
nuestra sicología social básica, un fundamento que siempre busque en el pensamiento
mágico el nuevo encuentro o el nuevo descubrimiento.
Somos un pueblo que tiene en su Cordillera de los Andes el eje vertebral de las alturas
y en lo fluyente de sus ríos, lo que otros pueblos no tienen, que es la inmensidad de la
fortaleza amazónica.
Nos unen, entonces, continentes geográficos que otros países no tienen, nos une lo
desconocido, lo interrumpido, lo fluyente, lo inacabable, lo alto. Somos un país distinto,
pensamos distinto, somos andinos. Nos dividen, por el momento, ciertamente
banderas y fronteras; pero en el fondo de nosotros, somos siempre andinos. Y
recuperar esa fuerza básica identitaria, es darle a nuestra propia personalidad un
autoestima mayor.
Hoy somos la Comunidad Andina y frente a ella el Mercosur, y países que hacen hoy la
condición de bisagras entre ambos, como Chile y como México dentro de poco. Pero
ese camino constructivo debe conduciros al gran objetivo de la Unión Sudamericana.
La Unión Sudamericana debe ser el objetivo de esta generación de acción política, de
esta generación de protagonismo público. No podremos, sin construir la Unión
Sudamericana, tener un sitio cabal en la velocidad de la economía, de las ciencias en la
obsolescencia permanente de la información y de la informática.
Sin construir decididamente la Unión Sudamericana, seguiremos siendo 12 ó 15 países
dispersos, frente a países que han encontrado, como China, en la unidad y en la
fortaleza del desarrollo un papel que, repito, arrincona al mundo.
Hasta el año pasado, 2005, Sudamérica, en conjunto, producía más que China. A partir
de este año será China la que produzca más que Sudamérica, pero China tiene una
sola moneda, nosotros tenemos 15 monedas.
El yuan hace temblar y retroceder al dólar por su poder devaluatorio. Nosotros con
nuestras 15 monedas no tenemos un papel en la mesa del mundo, solamente la
articulación de la unidad por sí misma podría darnos mayor fortaleza; porque a
diferencia del cálculo elemental y matemático, que poco tiene que ver con las ciencias
sociales y la historia, uno más uno no son dos. En el cálculo histórico, Comunidad
Andino más Mercosur son tres, porque fortalecen ampliamente la fuerza negociadora
del continente.
Si volvemos los ojos hacia China y vemos —como usted ha dicho, con un buen decir
colombiano— que tiene menos oxígeno, menos agua dulce, menos recursos minerales,
comprobamos por qué hoy nosotros somos el primer proveedor de recursos minerales
de China.
China compra cobre colombiano, compra cobre peruano, compra cobre chileno,
petróleo venezolano, es el primer comprador, como país, de la América del Sur. Y eso
significa, a breve plazo, que estamos iniciando dentro de nuestra América del Sur una
suerte de guerra fría de los dos grandes poderes que a breve plazo quieren disputar la
supremacía sobre América del Sur.
Ya no es la guerra nuclear ni las amenazas de la guerra violenta y física, pero es la
penetración y la influencia la que en estos momentos demuestra que tenemos una
suerte de guerra fría dentro de la América del Sur. ¿Quién podría negar eso, ante
eventos evidentes que vivimos?
Y es que en el fondo lo que está luchándose aquí es quién tendrá en el futuro la
prelación o la precedencia para el cobre chileno o peruano, para el petróleo colombiano
o venezolano, para la producción de Argentina, ¿quién tendrá la precedencia respecto
a eso? ¿El Nafta de los Estados Unidos o la China, que avanza incontrolablemente
sobre los mercados mundiales?
El viejo Carlos Marx, continuado por Lenin, había dicho una vez, a través de su gran
discípulo: todo país que alcanza un nivel capitalista de alguna manera se vuelve
imperialista. Agresivo o no, su nuevo peso le permite influir o, en algún caso,
dominar.
Y en este momento estamos viendo un conflicto internacional silencioso, frío, pero
presente en nuestra Sudamérica, que está generando eventos políticos dentro de
nuestra Sudamérica.
¿Vamos a ser otra vez un escenario pasivo del conflicto de dos mundos o vamos a dar
un paso acelerado por consolidar la unión sudamericana para dar a nuestros países el
salto cualitativo que multiplique con los mismos bienes su capacidad de negociación en
el mundo?
Yo creo que esa es la apuesta de esta generación, es la apuesta de este momento
histórico.
Es nuestro espacio-tiempo. Construir a través de la Comunidad Andina, que se
fortalezca a través del Mercosur y con la Unión Sudamericana. No la mera Comunidad
de Naciones, sino la integración auténtica en una unión, que se lance con audacia a
tener una sola moneda, que será más poderosa que el yuan chino, aquí y ahora; que
se lance con audacia a negociar en conjunto los bienes que provee y que por nuestra
propia competencia, unos contra otros, fluctúan en un precio que no alcanza a ser el
que podría tener.
Yo pienso que hay mucho por hacer en el tema de la integración, pero que vamos por
el buen camino. El que este Parlamento andino se mantenga, a pesar de las
dificultades y vicisitudes, a veces ignorado por los propios gobiernos de los pueblos de
los que emana.
La propia afirmación, aquí y hoy, de este Parlamento Andino es un paso decisivo, es
una demostración de fe, es una comunión de esperanzas, en el buen sentido de la
religión política.
Por eso estamos aquí y por eso vengo, dejando cualquier cosa, porque creo que esto
es lo importante. Hay cosas urgentes, lugares en huelga, naturalmente, hay temas de
emergencia en los que tomar decisiones; pero lo verdaderamente importante y
futurible es esto: la integración. Que no lo sienten muchos, papel que los
parlamentarios andinos tienen que tener, pero no dentro de su propio país. A usted le
toca, y a usted, hacerse líder en países distintos para demostrar que no somos más
que un país andino y que nuestra nacionalidad básica es andina.
Fácil sería para el parlamentario andino, con tan buen decir y oratoria de buen
colombiano que usted tiene, hablar ante los pueblos de mi querida Colombia. Venga
usted a hablar aquí, recorra las regiones, convenza a los peruanos de qué cosa es lo
importante en la política y cuál es la apuesta que deben tener ante la historia en este
momento.
Veo que vamos por buen camino y pondré mi vida y el esfuerzo que pueda lograr a
cumplir este objetivo, que además nos viene como un legado de quien pensó más y
mejor que nosotros, que fue Haya de la Torre.
Creo que la integración latinoamericana, y como primer paso la unión sudamericana,
impone el fortalecimiento de la Comunidad Andina, del Parlamento Andino, pero
fundamentalmente de la conciencia andina e integracionista de nuestros pueblos. Y en
eso necesitamos el liderazgo y el mito promotor del líder, y en eso la persona de cada
uno debe encender la llama de la ambición, del cambio del mundo, en este tiempo en
el que todos parecemos estar sometidos a la inmediatez, al cumplimiento eficaz de lo
pequeño, al éxito personal. La integración tiene que cumplir el papel que en nuestra
generación tuvo la ilusión del cambio del mundo, que es en efecto cambiar nuestro
mundo sudamericano y nuestra Comunidad Andina.
Yo tengo fe en que la Comunidad Andina se fortalece. No me preocupa que entre o
salga un país, en el fondo es una realidad la que tenemos. Esto es la realidad de todos
los tiempos, vertebrada por nuestra cordillera. Y el que se salga, volverá a entrar. Y si
alguien, por riqueza súbita, se sale para acompañar a los más ricos, que son Brasil y
Argentina, verá cómo la realidad lo devuelve poco a poco a su realidad andina; pero
todos tienen derecho a tener ilusiones o todos tienen derecho a dar saltos precipitados,
de los que deberán volver.
Confío en la fortaleza de la unidad andina, y es tan fuerte que tenemos otro andino,
que es Chile. El gobierno dictatorial sacó a Chile de esta casa, el gobierno democrático
del pueblo devuelve a Chile a esta casa, y eso es lo importante.
Creo que la promoción de la conciencia integracionista deben hacerla a través de sus
leyes, de sus propuestas, de sus recorridos. Vayan ustedes, señores, a Puno, a Cusco,
a predicar integración; son los grandes predicadores los que han motivado las grandes
cruzadas y los grandes hechos históricos. Usted no tiene ya un sitio y una curul allá en
el Parlamento senatorial de Bogotá, usted se debe a la causa andina: predique, pues,
desde los confines de la nación andina, de vuelta al centro hacia Bogotá.
No olvide usted que la independencia de América la comenzó Bolívar, no en su propia
casa, llegó en 1812 a Cartagena y escribió desde ahí un hermoso opúsculo, y comenzó
diciendo "yo soy, granadinos, un hijo de la infeliz Caracas"; porque fue en Nueva
Granada y en Bogotá donde consolidó y desde donde partió la verdadera y profunda
independencia del norte de nuestro continente.
Predicó en otras tierras. Hagan eso, ese es el Parlamento Andino, no una reunión de
hombres ilusionados y de buena voluntad en torno a una mesa —cualquiera podría
hacerlo—, sino un compromiso de prédica de camino de dificultad por los hermosos y
polvorientos terrenos de nuestra América.
Y creo que hay que lograr hacer que el pueblo acompañe el movimiento integracionista,
porque muchas veces parece un acto de academia, muchas veces parece un encuentro
de oradores diestros; pero no se expande hacia el pueblo en forma de integración.
Y el pueblo tiene otras formas de vivir la integración, que no son solamente leyes.
¿Qué hay, por ejemplo, del turismo andino? ¿Por qué no señalamos como objetivo, a
través del Parlamento o de los ministros andinos, el turismo andino, para devolvernos
identidad, para devolvernos valor cultural?
¿Es que acaso desde los llanos lejanos y limítrofes con Venezuela, pasando por
Cartagena y las tierras cafetaleras de Medellín, bajando por Turbaco, no podemos
llegar para conocer lo profundo del Ecuador, de su riqueza en el Guayas y de su fuerza
andina en Quito y volver los ojos al Perú milenario, con sus pirámides de Túcume en el
norte y su hermosa Machu Picchu, pero también con los nuevos hallazgos que
demuestran nuestra versión andina y profunda, para llegar, camino de Bolivia, hasta lo
que Bolívar, desde las faldas del Potosí, decía "es la envidia del universo la que los
contempla", cuando hablaba mirando hacia la Argentina —a la que no llegó— y lindar
en el norte chileno de los desiertos, de los tremendos y cupríferos desiertos de
Neruda?
Todo eso es parte de la arquitectura, que está en nosotros, porque está en nuestra
carne, que es polvo de esta tierra. Todo eso es parte de nuestra identidad, de nuestro
valor cultural.
¿Qué hacer, entonces, por el turismo andino? ¿Lo vamos a gravar de la misma manera
que gravamos con impuestos y aranceles al turismo con otros pueblos? Yo digo que
somos parte de lo mismo y, por consiguiente, el turismo andino.
¿Y qué, señor, de la telefonía andina? ¿Vamos a imponerle los mismos impuestos y
aranceles que para aquellos que hablan a otras partes del mundo? Y entonces para qué
sirve la Comunidad Andina y el Parlamento Andino.
¿Y qué, finalmente, de aquello que mueve las pasiones y las multitudes mucho más
que los discursos de los oradores? El fútbol.
¿Vamos a seguir poniendo trabas para que un gran futbolista colombiano venga o no
pueda venir al Perú porque ya se cerró la cuota de extranjeros? ¿Es que acaso es un
extranjero aquí un futbolista colombiano?
Déjenme recordar, aunque no es una ciencia en la que yo sea maestro, y usted lo debe
saber que el buen fútbol colombiano se hizo con la presencia de grandes estrellas del
Perú y que más de 40 futbolistas peruanos, casi en bloque, equipos enteros, se
trasladaron allá, a Medellín, a Bogotá, a Barranquilla, no digo yo que a enseñar —y
mucho antes, el 50—, no digo que a enseñar buen fútbol, que parece han aprendido
mucho mejor que nosotros ustedes ahora, pero sí a demostrar lo que es lo andino.
¿Cómo podríamos nosotros poner cuota de extranjeros a los futbolistas andinos?
El pueblo entenderá mejor lo que es lo andino el día que aquí tengamos, sin límite, sin
cuota, futbolistas bolivianos, colombianos, ecuatorianos y allá tengan también a los
peruanos. Y en ese camino se pueden hacer 50 cosas —llámeme usted, señor, cuando
necesite un asesor—, se pueden hacer muchas cosas, como el turismo andino, la
telefonía andina, el fútbol andino, que estoy seguro, y en otros campos del deporte
también, podría dar unido lecciones inmensas al deporte mundial. Pero como vamos
solos, separados, diferentes y enfrentados, volvemos con los crespos hechos de todos
los mundiales, cuando podemos llegar.
Yo estoy seguro que si entre nosotros jugaran para emular, para enseñar y aprender,
futbolistas de todas las naciones andinas, el 2010, el Perú, estoy seguro, llegaría
nuevamente y después de tanto tiempo al mundial. Pero es solamente un camino.
¿Sabe por qué? Porque la integración no es un papel ni una Constitución, está en el
alma de los pueblos. Y usemos entonces el vehículo por el que transita el alma de los
pueblos: es la emoción del fútbol, es la emoción del vóley, es la emoción de la cultura,
es la emoción del libro, del libro andino, la educación andina, el grado universitario
andino. Todo aquello en lo cual ya se avanzó, pero deja camino y enseñanza para
avanzar mucho más.
Señor Presidente, honorables hermanos parlamentarios andinos, este Perú, y déjenme
recordarlo con soberbia y con orgullo, que fue centro de nuestra civilización andina,
que entonces llegó hasta Popayán, que entonces tuvo relación e incas ecuatorianos,
que tuvo presencia en Bolivia y llegó hasta el norte de Chile. Claro, señor, este Perú
donde surgieron los capitanes generales, como el Marqués de Cañete, que fueron, a lo
que es hoy día Santiago de Chile, este Perú tiene derecho a exigir que volvamos a la
fortaleza de lo andino, a que lo alto de nuestros andes sea lo que nos una como
concepción, como psicología esencial. Y tener entonces la dimensión de lo alto, de lo
audaz, de lo azañoso, para poder construir la unión sudamericana que debe darle a
nuestros pueblos y a nuestros ciudadanos: la fortaleza de ser también ciudadanos del
mundo en igualdad de condiciones.
Muchas gracias.
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