Vencer el miedo 1. Introducción Capítulo 2009

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Capítulo 2009
Vencer el miedo
1. Introducción
Durante muchos años los Compañeros de San Francisco han tenido la tradición de debatir y
reflexionar sobre un tema común cada año. Estos debates se realizan durante los capítulos,
los encuentros, las mini-rutas y, sobre todo, cada verano durante la ruta internacional. En el
Guardianato Internacional que tuvo lugar en octubre de 2006 se eligió el tema propuesto por
los compañeros suecos, “Vencer el miedo”, que fue descrito de la siguiente manera:
La importancia que se da a la seguridad en nuestras sociedades es cada vez mayor. El
mundo que nos rodea es descrito como una amenaza. Con el miedo como motor
construimos muros cada vez más altos contra los inmigrantes y nos replegamos en nosotros
mismos en comunidades cerradas. ¿En qué se basa nuestro miedo? ¿Es el miedo a lo
desconocido?, ¿el miedo a otras culturas y otras religiones, el miedo a lo diferente? ¿Es el
miedo a perder lo que tenemos?, ¿o es el miedo de encontrarse a uno mismo?
¿Cuándo pasa el miedo de ser un buen síntoma de defensa a convertirse en un mal que nos
aprisiona? ¿Existen poderes e intereses económicos que conscientemente quieran que se
extienda el miedo entre la gente? ¿Puede enseñarnos algo san Francisco para superar el
miedo? ¿Y si no actuamos por miedo, qué otras puertas se nos abren?
¿Cómo podría elaborar este tema?... Pensaba buscar ideas y documentarlas... pero no
sabía por dónde empezar.
Después recordé un poema de Eduardo Galeano y me di cuenta que no era el primero en
reflexionar sobre el tema del miedo en nuestra sociedad. En este poema hay un montón de
aspectos por explorar:
Miedo Global
Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo.
Los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo.
Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida.
Los automovilistas tienen miedo de caminar y los peatones tienen miedo de ser
atropellados.
La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de decir.
Los civiles tienen miedo a los militares, los militares tienen miedo a la falta de armas.
Las armas tienen miedo a la falta de guerras.
Es el tiempo del miedo.
Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo.
Miedo a los ladrones, miedo a la policía, miedo a las puertas sin cerraduras, al tiempo sin
relojes, al niño sin televisión.
Miedo a la noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar.
Miedo a la multitud, miedo a la soledad.
Miedo a lo que fue y a lo que puede ser.
Miedo a morir, miedo a vivir…
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El poema establece claramente la compleja cuestión acerca de lo que realmente es el miedo
y permite ver las similitudes con los problemas descritos anteriormente. Con esto como base
empezaremos nuestra reflexión.
2. Miedo al extraño
El sociólogo polaco Zygmunt Bauman escribe en su ensayo Modernidad y ambivalencia:
"Hay amigos y enemigos. Y hay extraños" (2005, pág. 84). La presencia de extraños
perturba la dinámica general entre dentro o fuera, amigos o enemigos. Hoy en día, los
extraños son muy molestos, porque destruyen la posibilidad de predecir, destruyen la lógica
de una sociedad ya determinada. Los enemigos permanecen al otro lado de la línea de
batalla, pero los extranjeros no mantienen la distancia. Nadie sabe si son amigos o
enemigos.
La modernidad tiene dos estrategias para tratar el elemento perturbador que suponen los
extraños. Una estrategia pertenece al liberalismo "moderno" e implica asimilación. La otra
estrategia pertenece al nacionalismo "moderno" e implica exclusión. Ambas estrategias se
basan en la supresión de lo extraño. En el marco modernista no era necesario encontrar una
solución permanente para la convivencia con los extranjeros –se iba a crear un nuevo orden
que lo abarcara todo, y el Estado, que se había encargado de construir el futuro, era
ambicioso y fuerte. Aún existía un objetivo político sobre el que aunarse, un propósito común
que podría, si no erradicarlas, hacer de las diferencias culturales algo irrelevante y conseguir
que todo el mundo trabajase codo con codo por un mismo objetivo.
Sin embargo, este objetivo "moderno" no consiguió ni la asimilación ni mantener fuera a los
extranjeros. En palabras de Bauman: "No obstante, el hecho es que hasta ahora ningún
intento de asimilación, transformación, desculturalización o absorción de lo étnico, religioso,
lingüístico, cultural y de otras heterogeneidades, y su disolución en el cuerpo homogéneo de
la nación, ha obtenido un éxito incondicional"1. A diferencia de los extranjeros de la época
moderna, que estuvieron aquí durante un tiempo limitado mientras se encontraba la solución
adecuada, los extranjeros de la sociedad post-moderna están aquí para quedarse. Así pues,
el hecho de si son amigos o enemigos es más pertinente que nunca. La cuestión principal ya
no es el cómo deshacerse de ellos, sino cómo vivir con ellos y cómo tratar la diversidad en
nuestra vida cotidiana. Mientras que en tiempos pasados se dudaba del compromiso a largo
plazo de los extranjeros –pues él o ella podría regresar en cualquier momento ‘al lugar al
que pertenecía’–, en el mundo actual la probabilidad de que el extranjero se marche es la
misma que la de cualquier otra persona.
El sociólogo francés Alain Touraine (1997) afirma que la sociedad desarrolló en la época
moderna la idea de que era capaz de reducir la brecha existente entre la vida económica y
la experiencia individual así como de proporcionar un marco para la integración, incluso en
una sociedad que había cambiado radicalmente con la industrialización, la urbanización y
las ideas revolucionarias. Pero en la época post-moderna la sociedad, como modelo para el
orden y la integración, se ha desvanecido dejando tras de sí una crisis social.
Mientras la modernidad supuso la victoria del estatus alcanzado sobre el estatus asignado,
la post-modernidad (o como dice Touraine, la desmodernización) ha arruinado la posibilidad
del individuo de definirse a sí mismo a través de la ciudadanía, la profesión o incluso la clase
social, al tiempo que la globalización ha privado a la sociedad de su función normativa. En la
sociedad post-moderna las identidades ya no se construyen o se alcanzan, sino que se
crean. Y necesitan crearse una y otra vez, en función de la situación, los estados de ánimo y
1
Nota del traductor: traducción propia de la cita original en inglés al no haber sido posible localizarla
en la edición en español
3
los cambios en la sociedad. Son como los muebles de IKEA, que nos permiten combinar
diferentes elementos, sustituirlos, y desmontarlos de nuevo fácilmente. Se pone el énfasis
en la variación, el cambio y la diversidad. Touraine afirma que esto es positivo, ya que libera
a la diversidad cultural de la dura cárcel en que había sido encerrada por la racionalidad de
la Ilustración, y sostiene que es hora de sustituir la idea de actores racionales en una
sociedad racional por la idea de múltiples caminos y métodos, y por actores que se definan
tanto por su identidad individual como por su patrimonio individual o colectivo. La época
post-moderna considera la diversidad como algo positivo y valioso, y como algo que
necesita ser cuidado y cultivado. Existe un creciente interés en la defensa de los derechos
de las minorías y, en particular, de los derechos de los pueblos indígenas.
Entonces, ¿ha supuesto la post-modernidad el fin de la visión del extranjero como víctima y
mártir en pro de la pureza? Para Bauman, la respuesta es "no necesariamente". Él reconoce
que la post-modernidad conlleva una actitud tolerante y un reconocimiento de la diferencia.
Pero también existe una prueba de pureza en la sociedad post-moderna: tienes que estar
encantado con las posibilidades ilimitadas y con los continuos cambios, poniéndote y
quitándote identidades y pasándote la vida en una continua búsqueda de sensaciones cada
vez más intensas y de experiencias cada vez más emocionantes. Tienes que tener lo que
los teóricos de la comunicación intercultural llaman tolerancia a la ambigüedad, e ilusionarte
al escuchar a alguien desafiándote, como el director de ópera americano Peter Sellars:
"En esta cuestión de cómo asimilamos aquello que es completamente opuesto a nosotros y
a lo que somos –a quien pensamos que deberíamos ser, y a aquello que deberíamos ser– el
qué pensamos que deberíamos ser quizás sea una conclusión que sacamos de forma
prematura. Tal vez aún queden muchas cosas por venir en nuestras vidas, y quizás
hayamos aceptado demasiado pronto una determinada identidad, cuando puede que la vida
nos tenga reservado algo más importante. ¿Estamos abiertos o cerrados a esto? El mundo
entero está tratando de avisarte de que cambies tu vida y diciéndote 'espera un minuto,
todavía no tienes ni idea”.
No todo el mundo supera esta prueba. Y aquellos que no lo hacen son considerados la
suciedad de la pureza post-moderna.
Otro aspecto relevante es que el mercado tiene intereses creados sobre los beneficios de
una identidad siempre cambiante. El anuncio de un exclusivo reloj tenía como lema "¿Quién
quieres ser hoy?", acompañado de la imagen de una bella mujer. Cada vez más el mundo
parece ser un lugar para las personas de éxito que se dan el lujo de comprar los bienes
necesarios para crear cualquier identidad que ellos quieran.
Sin embargo, hoy en día se priva a mucha gente del derecho al individualismo. Algunas
personas pueden elegir cuándo y dónde y en qué medida se quieren mezclar con los
extranjeros. Disfrutan en los restaurantes "étnicos", la diferencia les parece interesante y
exótica, o la vida en un nuevo país apasionante y gratificante. Por lo general no viven en los
densos suburbios de inmigrantes, y disponen de sus propias lavadoras y de su propio
espacio privado. Mientras tanto, aquellos que no pueden elegir, los que no forman parte de
la escena, los que sienten que carecen de poder sobre su propia vida, los excluidos de la
libre elección, tienden a experimentar la presencia de extraños de manera mucho más
estresante. Jean-Paul Sartre lo ha comparado con "Le visqueux", la viscosidad. La
experiencia de nadar en el agua es refrescante y agradable, pero cuando la gente se siente
invadida por extraños y cree que no controla la situación, experimenta la sensación de nadar
en algo viscoso como, por ejemplo, miel o alquitrán. Bauman afirma que "la viscosidad de lo
viscoso" depende de cómo de fuertes sean los músculos de una persona y del tamaño de su
cartera. Por tanto, es cuestión de poder. El sentimiento de pérdida de la libertad se debe a la
falta de poder y al estrés psicológico y la ansiedad que esto crea.
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Con la post-modernidad hemos visto dos demandas políticas cada vez más fuertes. La
primera es la de privatizar, individualizar, imponer el poder colectivista sobre la vida privada
e incrementar la libertad de consumo de los libres consumidores. La segunda demanda se
refiere a la ley y el orden. Las víctimas de la reducción de la sociedad del bienestar deben
de ser controladas. Si en los tiempos modernos se consideraba a los pobres como un
ejército de reserva para la industria y era mejor que se les educara y movilizara, en los
tiempos post-modernos, los pobres constituyen tan sólo un problema para la ley y el orden.
Los pobres ya no son vistos como víctimas de la injusticia; se les considera innecesarios,
criminales y peligrosos. Y la solución más barata es excluirlos o encerrarlos –¿por qué no?,
después de todo no son más que una carga para el gasto público.
El miedo, y las medidas de seguridad que dicen que nos salvarán del miedo, se utilizan
constantemente en los proyectos políticos. En nombre de la seguridad se están
desestimando convenciones sobre derechos humanos. En nombre de la seguridad se
encarcela a sospechosos sin que hayan sido juzgados. En nombre de la seguridad se
invaden países y se inician guerras. Aquellos que no están con nosotros están contra
nosotros.
El miedo se convierte así en la meta-historia de nuestras sociedades. El miedo a los demás
también es rentable, porque "cuando la gente tiene miedo, compra cosas" (máscaras de
gas, servicios de seguridad, armas), como se señala en la película documental "Bowling for
Columbine", que describe la sociedad americana tras el 11 de septiembre.
El riesgo que se corre es que la segregación se convierta en la respuesta, tanto para los
clasistas como para los etnicistas. Como Touraine ha señalado, la tendencia actual no es
tanto hacia la multi- o interculturalidad sino hacia las multi-comunidades en las que distintos
grupos étnicos viven en diferentes enclaves culturales dentro de la misma ciudad. Y Bauman
cita a Jonathan Friedman, quien se opone a la imagen de que las fronteras y los límites
están desapareciendo en el proceso de globalización: "Más bien parecen ser erigidas en
cada nueva esquina de cada barrio decadente de nuestro mundo". Esto va de la mano con
la creciente tendencia a los enfrentamientos religiosos y/o étnicos en los conflictos locales y
mundiales.
Existe una corriente tanto entre los simpatizantes de izquierdas como de derechas que cree
que es mejor que todos los grupos culturales tengan su propio lugar y que mantengan la
distancia. Bauman considera que esta actitud es más anti-moderna que post-moderna, ya
que la realidad post-moderna es una realidad plural. La segregación permite reducir los
malentendidos entre grupos culturales, y Bauman se refiere a la teoría del lingüista ruso
Mikhail Bakhtin sobre los discursos monológicos y dialógicos. En una sociedad marcada por
"la fobia a la mezcla" el discurso dialógico moriría y sólo habría monólogos que nadie
escucharía. La televisión es sólo otro canal monológico y es evidente que la posibilidad de
aprender sobre otras culturas y la vida de otras personas frente a la pantalla del televisor no
ha reducido la fobia a la mezcla. Y tolerar, aceptar o incluso apreciar la diferencia no es
suficiente. Con el fin de establecer un diálogo real es necesario crear lugares de encuentro.
Touraine piensa que nuestra sociedad se parece cada vez más a un aeropuerto o a un
supermercado donde los principios de conflicto y de identidad están desapareciendo pero
donde no es posible un encuentro real o el diálogo.
3. El miedo difuso y omnipresente
En su libro Miedo líquido: la sociedad contemporánea y sus temores (2006), Bauman
escribe: "Hoy en día los miedos son difusos, dispersos y poco claros. Resulta difícil
identificarlos, encontrar su origen… Por eso los miedos contemporáneos son tan difíciles de
contener y combatir… Estas incertidumbres se retroalimentan y se refuerzan entre sí
5
creando un estado espiritual y de sentimientos que sólo podría describir adecuadamente el
término ‘inseguridad difusa’. Nos sentimos poco seguros de nosotros mismos porque no
sabemos de dónde proceden nuestros miedos o cómo reaccionar”2.
“Supuestamente, la modernidad iba a ser aquel período de la historia humana en el que, por
fin, nos sería posible dejar atrás los temores que dominaron la vida social del pasado,
hacernos con el control de nuestras vidas y domeñar las descontroladas fuerzas de los
mundos social y natural. Y, sin embargo, ya en los albores del siglo XXI, volvemos a vivir
una época de miedo. Tanto si hablamos del miedo a los desastres naturales y a las
catástrofes medioambientales, como el miedo a los atentados terroristas indiscriminados,
hoy en día el mundo experimenta un estado de ansiedad constante por los peligros que
pueden azotarnos sin previo aviso y en cualquier momento. ‘Miedo’ es la palabra que
utilizamos para referirnos a la incertidumbre que caracteriza nuestra era moderna líquida, a
nuestra ignorancia sobe la amenaza concreta que se cierne sobre nosotros y a nuestra
incapacidad para determinar qué se puede hacer (y qué no) para contrarrestarla”3.
En una entrevista para el diario inglés The Guardian (2005), Bauman comenta que “El Libro
de Job plantea esta cuestión que nos preocupa ahora. Job era muy bueno, sin embargo se
le castigaba una y otra vez. ¿Cómo es posible que Dios hiciera esto?, ¿cómo era posible
que desapareciera el vínculo entre la virtud y la recompensa, por un lado, y el pecado y el
castigo por otro? Piensa en las bombas del 7 de julio –se mató gente al azar. Las bombas
terroristas son como las catástrofes naturales, como el huracán Katrina o el tsunami,
impredecibles e incomprensibles”. Bauman los compara con reacciones similares en otros
momentos históricos: “tras el terremoto de Lisboa de 1755 hubo una oleada de miedo
porque no se le encontraba una explicación. Hasta entonces se tenía la noción de que los
virtuosos eran recompensados y los pecadores castigados. De repente, se acababa con
gente muy buena.”
La entrevista continua así: Para Bauman, este hecho impulsó el proyecto de la Ilustración
porque a los europeos les aterrorizaba vivir en un mundo de peligros inexplicables. “Da paso
al proceso de secularización, a lo que Habermas denomina proyecto de modernidad. Se
quería dominar la naturaleza y someterla a acciones intencionadas con la esperanza de que
si todo estaba planeado y diseñado se podría acabar con la era de las catástrofes”. En un
artículo titulado ‘Living in Utopia’ Bauman señala que nuestra búsqueda de utopías fue el
sueño de un mundo sin accidentes y, por tanto, sin miedo. Dice que las utopías eran como
la liebre y el galgo, perseguidas pero nunca alcanzadas.
"Lo que en el siglo XVIII pareció un gran salto adelante no fue tal. En aquellos años lo que
se hizo no fue más que dar un rodeo. Hemos vuelto al punto de partida después de toda
esta enorme inversión en ciencia y tecnología. La única diferencia es que ahora ya no
confiamos en el futuro y no creemos en el progreso, ya no tenemos la ilusión que mantuvo
en pie el proyecto de modernidad.”
“¡Civilización, el mundo ordenado en el que vivimos es frágil! Estamos patinando sobre una
capa de hielo muy fina. Hay miedo a los desastres colectivos. Terrorismo, genocidios,
gripes, tsunamis”. Bauman puntualiza que no se trata tan sólo de miedo a desastres
colectivos, sino a desastres personales –el humillante miedo a caer en lo más bajo o a ser
excluido. “Ese es el miedo –que me echen de la fiesta, y eso está presente en la ideología
popular, lo puedes ver en Gran Hermano y El rival más débil.”
2
Nota del traductor: traducción propia de la cita original en inglés al no haber sido posible localizarla
en la edición en español.
3 Fragmento tomado de la descripción del libro Miedo líquido: la sociedad contemporánea y sus
temores (2006) publicada en su contraportada por la editorial.
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El libro de Bauman, Amor líguido, trata este tema de la exclusión para nosotros, los
‘individuos líquidos modernos’, que hemos perdido la fe en el futuro, que no podemos
comprometernos en relaciones y que tenemos muy pocos lazos familiares. Nos vemos en la
necesidad de estar constantemente dedicando nuestras habilidades, ingenio y entrega a
crear lazos temporales que sean suficientemente flojos como para no ahogarnos pero
suficientemente fuertes para dar esa necesaria sensación de seguridad ahora que en lo que
tradicionalmente nos refugiábamos (la familia, el trabajo, las relaciones sentimentales) está
menos presente que nunca. Bauman ve a su héroe líquido moderno trabajando en todas
partes, hablando por el móvil, enviando mensajes de forma compulsiva, cambiando de un
chat a otro. El individuo líquido moderno está siempre en el trabajo, valorando más la
cantidad de una relación que la calidad, siempre obsesionado con que le dejen atrás o
quedarse obsoleto.
La mejor sociología de Bauman podría interpretarse como una exploración de un comentario
hecho por Sigmund Freud en 1929, que la civilización es un tira y afloja entre la seguridad y
la libertad. Bauman asiente: “Si Freud estuviera ahora aquí mismo diría que hemos
avanzado demasiado hacia la libertad y que ahora estamos volviendo a inclinarnos hacia la
seguridad porque nos hemos dado cuenta de que hemos ido demasiado lejos.
Probablemente volveríamos otra vez a inclinarnos hacia la seguridad”.
No existe el descanso para los individuos líquidos modernos. Tenemos que seguir
moviéndonos, reinventándonos a nosotros mismos si queremos triunfar por encima de
nuestro miedo a quedarnos obsoletos en el trabajo, a quedarnos sin amigos y a ser
rechazados. El último libro de Bauman, Vida líquida, aparece prologado por una cita del
ensayo sobre la Prudencia de Ralph Waldo Emerson: “cuando uno patina sobre hielo fino, la
salvación es la velocidad”.
4. ¿Qué podemos aprender de la Biblia y de las enseñanzas de
Jesús sobre cómo controlar y superar el miedo?
“¡No temáis!” Esta frase es mencionada 365 veces en la Biblia, una por cada día del año. A
continuación mostramos algunos versículos del Nuevo Testamento (traducción tomada de la
Nueva Biblia Española de Luis Alonso Schökel, 1975):
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Marcos 5:36: Jesús que oyó lo que habían dicho, le dijo al jefe de la sinagoga: "No
temas; solamente ten fe y basta."
Lucas 1:30: El ángel le dijo: "No temas, María, porque has hallado gracia delante de
Dios”
Lucas 5:10: Y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran
compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: "No temas. Desde ahora serás pescador
de hombres."
Lucas 8:50: Jesús, que lo oyó, le dijo: "No temas; solamente basta que tengas fe, y
se salvará."
1 Juan 4:18: En el amor no existe temor; al contrario, el amor perfecto echa fuera el
temor, porque el temor lleva en sí castigo, quien siente temor aún no está realizado
en el amor.
Mateo 10: 31: ”No temáis, pues; vosotros valéis más que todos los pajaritos juntos.”
Mateo 14:27: Pero al instante les habló Jesús diciendo: "¡Animo!, que soy yo; no
temáis."
Lucas 2:10: El ángel les dijo: "No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo
será para todo el pueblo:...”
Lucas 12:4: "Os digo a vosotros, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo,
y después de esto no pueden hacer más.”
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El no tener miedo puede resultar muy provocador en nuestra sociedad, y no es considerado
como algo racional. Sin embargo, desde la fe sí que se puede decir que “es cierto que en el
mundo existe el mal y hay problemas pero que el miedo no ayuda, que confiamos en que
Dios camina junto a nosotros y que gracias a ello estamos preparados para enfrentarnos a
diferentes situaciones sin temor”. La creencia en que nuestras vidas tienen un significado
más profundo y que a través de la muerte resucitamos, nos hacen sentir menos miedo ante
los riesgos que conlleva vida.
5. ¿Nos enseña algo san Francisco para superar el miedo?
¡Sí! Acciones como besar a una persona enferma de lepra, darle pan a los ladrones…
ayudan a enfrentarse al miedo y a librarse uno mismo de él.
Puede que también el elegir conscientemente la pobreza nos haga sentir menos miedo.
Cuantas más cosas poseemos, más preocupaciones tenemos y más miedosos nos
volvemos. Si se tiene mucho, se necesitan muros altos para protegerlo.
Creer en que todos los hombres y mujeres han sido creados a imagen de Dios puede
hacernos ver a los demás a través de los ojos del amor. También podemos recrear la
realidad si mostramos una actitud positiva y demostramos confianza. Así manifestamos
amor a los demás.
Hay un frase que dice que “Si no puedo tener tu amor, quiero tu respeto. Si no puedo tener
tu respeto, quiero que me tengas miedo Si no me tienes miedo, ¡ódiame! El ser humano
necesita contacto a cualquier precio.”
Ser Compañero de san Francisco significa “caminar en hechos concretos”. Necesitamos una
estrategia común y buena disponibilidad. Existe un gran poder en el compañerismo. Los
pájaros vuelan juntos en una determinada formación para ahorrar energía (al igual que un
arado). Las decisiones tomadas en conjunto y los objetivos compartidos nos dan fuerzas.
6. Y si no actuamos por miedo, ¿qué puertas y posibilidades se nos
abren?
¿Qué es lo contrario del miedo? La esperanza, la valentía, la confianza, el implicarse y el
estar predispuesto a la solidaridad. Incluso también el amor. Cuando actuamos sin miedos
se nos abren muchas puertas llenas de oportunidades como, por ejemplo, creer en el futuro,
creer en nuestra capacidad para cambiar el mundo. También hablar con extraños en una
estación… incluso con aquellos que nos den miedo, hablar con nuestros vecinos… incluso
con aquellos que nos parecen raros; todo puede cambiar el mundo.
“Nuestro miedo más profundo no es que seamos ineptos. Nuestro miedo más profundo es
que seamos poderosos sin medida. Es nuestra luz, no nuestro lado oscuro lo que más nos
asusta. Nos preguntamos, ¿quién soy yo para ser brillante, maravilloso, talentoso y
fabuloso? En realidad, ¿por qué no deberías serlo? Eres un hijo de Dios. Que juegues a ser
insignificante no le sirve al mundo. No es nada inteligente el esconderse para que los demás
no se sientan inseguros a tu lado. Se supone que todos tenemos que brillar, como lo hacen
los niños. Nacimos para manifestar la gloria de Dios que llevamos en nuestro interior. Y ésta
no se encuentra tan sólo en algunos, sino que está en cada uno de nosotros. Cuando
dejamos que nuestra luz brille, inconscientemente estamos dando permiso a otros para que
hagan lo mismo. Cuando nos liberamos de nuestro miedo, nuestra presencia libera
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automáticamente a los demás.” (Tomado del libro de Marianne Williamson, Volver al amor:
reflexiones sobre los principios de un curso de milagros).
Göran Werin y Kristina Hellqvist, 30 de enero de 2009
Traducción del inglés: Estefanía Arribas y María Lara Sanz
Bibliografía:
BAUMAN, Zygmunt (2005): Modernidad y ambivalencia. Trad. de Enrique y Maya Aguiluz
Ibarguen. Barcelona: Anthropos.
BAUMAN, Zygmunt (2001): La postmodernidad y sus descontentos. Trad. de Marta Malo de
Molina y Cristina Piña Aldao. Madrid: Akal.
BAUMAN, Zygmunt (2006): Miedo líquido: la sociedad contemporánea y sus temores. Trad.
de Albino Santos Mosquera. Barcelona: Paidós.
HELLQVIST, Kristina (2004): Independence and Involvement – an Actor-Perspective on
Building Intercultural Local Societies in a Globalised, Postmodern World. Tesina, Universidad
de Jyväskylä.
JEFFRIES, Stuart (2005): “Interview with Zygmunt Bauman”, The Guardian, 12 de
noviembre de 2005.
TOURAINE, Alain (1997): ¿Podremos vivir juntos?: iguales y diferentes. Madrid: PPC.
WILLIAMSON, Marianne (1993): Volver al amor: reflexiones sobre los principios de un curso
de milagros. Barcelona: Urano.
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