Capítulo 2009 Vencer el miedo 1. Introducción Durante muchos años los Compañeros de San Francisco han tenido la tradición de debatir y reflexionar sobre un tema común cada año. Estos debates se realizan durante los capítulos, los encuentros, las mini-rutas y, sobre todo, cada verano durante la ruta internacional. En el Guardianato Internacional que tuvo lugar en octubre de 2006 se eligió el tema propuesto por los compañeros suecos, “Vencer el miedo”, que fue descrito de la siguiente manera: La importancia que se da a la seguridad en nuestras sociedades es cada vez mayor. El mundo que nos rodea es descrito como una amenaza. Con el miedo como motor construimos muros cada vez más altos contra los inmigrantes y nos replegamos en nosotros mismos en comunidades cerradas. ¿En qué se basa nuestro miedo? ¿Es el miedo a lo desconocido?, ¿el miedo a otras culturas y otras religiones, el miedo a lo diferente? ¿Es el miedo a perder lo que tenemos?, ¿o es el miedo de encontrarse a uno mismo? ¿Cuándo pasa el miedo de ser un buen síntoma de defensa a convertirse en un mal que nos aprisiona? ¿Existen poderes e intereses económicos que conscientemente quieran que se extienda el miedo entre la gente? ¿Puede enseñarnos algo san Francisco para superar el miedo? ¿Y si no actuamos por miedo, qué otras puertas se nos abren? ¿Cómo podría elaborar este tema?... Pensaba buscar ideas y documentarlas... pero no sabía por dónde empezar. Después recordé un poema de Eduardo Galeano y me di cuenta que no era el primero en reflexionar sobre el tema del miedo en nuestra sociedad. En este poema hay un montón de aspectos por explorar: Miedo Global Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo. Los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo. Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida. Los automovilistas tienen miedo de caminar y los peatones tienen miedo de ser atropellados. La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de decir. Los civiles tienen miedo a los militares, los militares tienen miedo a la falta de armas. Las armas tienen miedo a la falta de guerras. Es el tiempo del miedo. Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo. Miedo a los ladrones, miedo a la policía, miedo a las puertas sin cerraduras, al tiempo sin relojes, al niño sin televisión. Miedo a la noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar. Miedo a la multitud, miedo a la soledad. Miedo a lo que fue y a lo que puede ser. Miedo a morir, miedo a vivir… 2 El poema establece claramente la compleja cuestión acerca de lo que realmente es el miedo y permite ver las similitudes con los problemas descritos anteriormente. Con esto como base empezaremos nuestra reflexión. 2. Miedo al extraño El sociólogo polaco Zygmunt Bauman escribe en su ensayo Modernidad y ambivalencia: "Hay amigos y enemigos. Y hay extraños" (2005, pág. 84). La presencia de extraños perturba la dinámica general entre dentro o fuera, amigos o enemigos. Hoy en día, los extraños son muy molestos, porque destruyen la posibilidad de predecir, destruyen la lógica de una sociedad ya determinada. Los enemigos permanecen al otro lado de la línea de batalla, pero los extranjeros no mantienen la distancia. Nadie sabe si son amigos o enemigos. La modernidad tiene dos estrategias para tratar el elemento perturbador que suponen los extraños. Una estrategia pertenece al liberalismo "moderno" e implica asimilación. La otra estrategia pertenece al nacionalismo "moderno" e implica exclusión. Ambas estrategias se basan en la supresión de lo extraño. En el marco modernista no era necesario encontrar una solución permanente para la convivencia con los extranjeros –se iba a crear un nuevo orden que lo abarcara todo, y el Estado, que se había encargado de construir el futuro, era ambicioso y fuerte. Aún existía un objetivo político sobre el que aunarse, un propósito común que podría, si no erradicarlas, hacer de las diferencias culturales algo irrelevante y conseguir que todo el mundo trabajase codo con codo por un mismo objetivo. Sin embargo, este objetivo "moderno" no consiguió ni la asimilación ni mantener fuera a los extranjeros. En palabras de Bauman: "No obstante, el hecho es que hasta ahora ningún intento de asimilación, transformación, desculturalización o absorción de lo étnico, religioso, lingüístico, cultural y de otras heterogeneidades, y su disolución en el cuerpo homogéneo de la nación, ha obtenido un éxito incondicional"1. A diferencia de los extranjeros de la época moderna, que estuvieron aquí durante un tiempo limitado mientras se encontraba la solución adecuada, los extranjeros de la sociedad post-moderna están aquí para quedarse. Así pues, el hecho de si son amigos o enemigos es más pertinente que nunca. La cuestión principal ya no es el cómo deshacerse de ellos, sino cómo vivir con ellos y cómo tratar la diversidad en nuestra vida cotidiana. Mientras que en tiempos pasados se dudaba del compromiso a largo plazo de los extranjeros –pues él o ella podría regresar en cualquier momento ‘al lugar al que pertenecía’–, en el mundo actual la probabilidad de que el extranjero se marche es la misma que la de cualquier otra persona. El sociólogo francés Alain Touraine (1997) afirma que la sociedad desarrolló en la época moderna la idea de que era capaz de reducir la brecha existente entre la vida económica y la experiencia individual así como de proporcionar un marco para la integración, incluso en una sociedad que había cambiado radicalmente con la industrialización, la urbanización y las ideas revolucionarias. Pero en la época post-moderna la sociedad, como modelo para el orden y la integración, se ha desvanecido dejando tras de sí una crisis social. Mientras la modernidad supuso la victoria del estatus alcanzado sobre el estatus asignado, la post-modernidad (o como dice Touraine, la desmodernización) ha arruinado la posibilidad del individuo de definirse a sí mismo a través de la ciudadanía, la profesión o incluso la clase social, al tiempo que la globalización ha privado a la sociedad de su función normativa. En la sociedad post-moderna las identidades ya no se construyen o se alcanzan, sino que se crean. Y necesitan crearse una y otra vez, en función de la situación, los estados de ánimo y 1 Nota del traductor: traducción propia de la cita original en inglés al no haber sido posible localizarla en la edición en español 3 los cambios en la sociedad. Son como los muebles de IKEA, que nos permiten combinar diferentes elementos, sustituirlos, y desmontarlos de nuevo fácilmente. Se pone el énfasis en la variación, el cambio y la diversidad. Touraine afirma que esto es positivo, ya que libera a la diversidad cultural de la dura cárcel en que había sido encerrada por la racionalidad de la Ilustración, y sostiene que es hora de sustituir la idea de actores racionales en una sociedad racional por la idea de múltiples caminos y métodos, y por actores que se definan tanto por su identidad individual como por su patrimonio individual o colectivo. La época post-moderna considera la diversidad como algo positivo y valioso, y como algo que necesita ser cuidado y cultivado. Existe un creciente interés en la defensa de los derechos de las minorías y, en particular, de los derechos de los pueblos indígenas. Entonces, ¿ha supuesto la post-modernidad el fin de la visión del extranjero como víctima y mártir en pro de la pureza? Para Bauman, la respuesta es "no necesariamente". Él reconoce que la post-modernidad conlleva una actitud tolerante y un reconocimiento de la diferencia. Pero también existe una prueba de pureza en la sociedad post-moderna: tienes que estar encantado con las posibilidades ilimitadas y con los continuos cambios, poniéndote y quitándote identidades y pasándote la vida en una continua búsqueda de sensaciones cada vez más intensas y de experiencias cada vez más emocionantes. Tienes que tener lo que los teóricos de la comunicación intercultural llaman tolerancia a la ambigüedad, e ilusionarte al escuchar a alguien desafiándote, como el director de ópera americano Peter Sellars: "En esta cuestión de cómo asimilamos aquello que es completamente opuesto a nosotros y a lo que somos –a quien pensamos que deberíamos ser, y a aquello que deberíamos ser– el qué pensamos que deberíamos ser quizás sea una conclusión que sacamos de forma prematura. Tal vez aún queden muchas cosas por venir en nuestras vidas, y quizás hayamos aceptado demasiado pronto una determinada identidad, cuando puede que la vida nos tenga reservado algo más importante. ¿Estamos abiertos o cerrados a esto? El mundo entero está tratando de avisarte de que cambies tu vida y diciéndote 'espera un minuto, todavía no tienes ni idea”. No todo el mundo supera esta prueba. Y aquellos que no lo hacen son considerados la suciedad de la pureza post-moderna. Otro aspecto relevante es que el mercado tiene intereses creados sobre los beneficios de una identidad siempre cambiante. El anuncio de un exclusivo reloj tenía como lema "¿Quién quieres ser hoy?", acompañado de la imagen de una bella mujer. Cada vez más el mundo parece ser un lugar para las personas de éxito que se dan el lujo de comprar los bienes necesarios para crear cualquier identidad que ellos quieran. Sin embargo, hoy en día se priva a mucha gente del derecho al individualismo. Algunas personas pueden elegir cuándo y dónde y en qué medida se quieren mezclar con los extranjeros. Disfrutan en los restaurantes "étnicos", la diferencia les parece interesante y exótica, o la vida en un nuevo país apasionante y gratificante. Por lo general no viven en los densos suburbios de inmigrantes, y disponen de sus propias lavadoras y de su propio espacio privado. Mientras tanto, aquellos que no pueden elegir, los que no forman parte de la escena, los que sienten que carecen de poder sobre su propia vida, los excluidos de la libre elección, tienden a experimentar la presencia de extraños de manera mucho más estresante. Jean-Paul Sartre lo ha comparado con "Le visqueux", la viscosidad. La experiencia de nadar en el agua es refrescante y agradable, pero cuando la gente se siente invadida por extraños y cree que no controla la situación, experimenta la sensación de nadar en algo viscoso como, por ejemplo, miel o alquitrán. Bauman afirma que "la viscosidad de lo viscoso" depende de cómo de fuertes sean los músculos de una persona y del tamaño de su cartera. Por tanto, es cuestión de poder. El sentimiento de pérdida de la libertad se debe a la falta de poder y al estrés psicológico y la ansiedad que esto crea. 4 Con la post-modernidad hemos visto dos demandas políticas cada vez más fuertes. La primera es la de privatizar, individualizar, imponer el poder colectivista sobre la vida privada e incrementar la libertad de consumo de los libres consumidores. La segunda demanda se refiere a la ley y el orden. Las víctimas de la reducción de la sociedad del bienestar deben de ser controladas. Si en los tiempos modernos se consideraba a los pobres como un ejército de reserva para la industria y era mejor que se les educara y movilizara, en los tiempos post-modernos, los pobres constituyen tan sólo un problema para la ley y el orden. Los pobres ya no son vistos como víctimas de la injusticia; se les considera innecesarios, criminales y peligrosos. Y la solución más barata es excluirlos o encerrarlos –¿por qué no?, después de todo no son más que una carga para el gasto público. El miedo, y las medidas de seguridad que dicen que nos salvarán del miedo, se utilizan constantemente en los proyectos políticos. En nombre de la seguridad se están desestimando convenciones sobre derechos humanos. En nombre de la seguridad se encarcela a sospechosos sin que hayan sido juzgados. En nombre de la seguridad se invaden países y se inician guerras. Aquellos que no están con nosotros están contra nosotros. El miedo se convierte así en la meta-historia de nuestras sociedades. El miedo a los demás también es rentable, porque "cuando la gente tiene miedo, compra cosas" (máscaras de gas, servicios de seguridad, armas), como se señala en la película documental "Bowling for Columbine", que describe la sociedad americana tras el 11 de septiembre. El riesgo que se corre es que la segregación se convierta en la respuesta, tanto para los clasistas como para los etnicistas. Como Touraine ha señalado, la tendencia actual no es tanto hacia la multi- o interculturalidad sino hacia las multi-comunidades en las que distintos grupos étnicos viven en diferentes enclaves culturales dentro de la misma ciudad. Y Bauman cita a Jonathan Friedman, quien se opone a la imagen de que las fronteras y los límites están desapareciendo en el proceso de globalización: "Más bien parecen ser erigidas en cada nueva esquina de cada barrio decadente de nuestro mundo". Esto va de la mano con la creciente tendencia a los enfrentamientos religiosos y/o étnicos en los conflictos locales y mundiales. Existe una corriente tanto entre los simpatizantes de izquierdas como de derechas que cree que es mejor que todos los grupos culturales tengan su propio lugar y que mantengan la distancia. Bauman considera que esta actitud es más anti-moderna que post-moderna, ya que la realidad post-moderna es una realidad plural. La segregación permite reducir los malentendidos entre grupos culturales, y Bauman se refiere a la teoría del lingüista ruso Mikhail Bakhtin sobre los discursos monológicos y dialógicos. En una sociedad marcada por "la fobia a la mezcla" el discurso dialógico moriría y sólo habría monólogos que nadie escucharía. La televisión es sólo otro canal monológico y es evidente que la posibilidad de aprender sobre otras culturas y la vida de otras personas frente a la pantalla del televisor no ha reducido la fobia a la mezcla. Y tolerar, aceptar o incluso apreciar la diferencia no es suficiente. Con el fin de establecer un diálogo real es necesario crear lugares de encuentro. Touraine piensa que nuestra sociedad se parece cada vez más a un aeropuerto o a un supermercado donde los principios de conflicto y de identidad están desapareciendo pero donde no es posible un encuentro real o el diálogo. 3. El miedo difuso y omnipresente En su libro Miedo líquido: la sociedad contemporánea y sus temores (2006), Bauman escribe: "Hoy en día los miedos son difusos, dispersos y poco claros. Resulta difícil identificarlos, encontrar su origen… Por eso los miedos contemporáneos son tan difíciles de contener y combatir… Estas incertidumbres se retroalimentan y se refuerzan entre sí 5 creando un estado espiritual y de sentimientos que sólo podría describir adecuadamente el término ‘inseguridad difusa’. Nos sentimos poco seguros de nosotros mismos porque no sabemos de dónde proceden nuestros miedos o cómo reaccionar”2. “Supuestamente, la modernidad iba a ser aquel período de la historia humana en el que, por fin, nos sería posible dejar atrás los temores que dominaron la vida social del pasado, hacernos con el control de nuestras vidas y domeñar las descontroladas fuerzas de los mundos social y natural. Y, sin embargo, ya en los albores del siglo XXI, volvemos a vivir una época de miedo. Tanto si hablamos del miedo a los desastres naturales y a las catástrofes medioambientales, como el miedo a los atentados terroristas indiscriminados, hoy en día el mundo experimenta un estado de ansiedad constante por los peligros que pueden azotarnos sin previo aviso y en cualquier momento. ‘Miedo’ es la palabra que utilizamos para referirnos a la incertidumbre que caracteriza nuestra era moderna líquida, a nuestra ignorancia sobe la amenaza concreta que se cierne sobre nosotros y a nuestra incapacidad para determinar qué se puede hacer (y qué no) para contrarrestarla”3. En una entrevista para el diario inglés The Guardian (2005), Bauman comenta que “El Libro de Job plantea esta cuestión que nos preocupa ahora. Job era muy bueno, sin embargo se le castigaba una y otra vez. ¿Cómo es posible que Dios hiciera esto?, ¿cómo era posible que desapareciera el vínculo entre la virtud y la recompensa, por un lado, y el pecado y el castigo por otro? Piensa en las bombas del 7 de julio –se mató gente al azar. Las bombas terroristas son como las catástrofes naturales, como el huracán Katrina o el tsunami, impredecibles e incomprensibles”. Bauman los compara con reacciones similares en otros momentos históricos: “tras el terremoto de Lisboa de 1755 hubo una oleada de miedo porque no se le encontraba una explicación. Hasta entonces se tenía la noción de que los virtuosos eran recompensados y los pecadores castigados. De repente, se acababa con gente muy buena.” La entrevista continua así: Para Bauman, este hecho impulsó el proyecto de la Ilustración porque a los europeos les aterrorizaba vivir en un mundo de peligros inexplicables. “Da paso al proceso de secularización, a lo que Habermas denomina proyecto de modernidad. Se quería dominar la naturaleza y someterla a acciones intencionadas con la esperanza de que si todo estaba planeado y diseñado se podría acabar con la era de las catástrofes”. En un artículo titulado ‘Living in Utopia’ Bauman señala que nuestra búsqueda de utopías fue el sueño de un mundo sin accidentes y, por tanto, sin miedo. Dice que las utopías eran como la liebre y el galgo, perseguidas pero nunca alcanzadas. "Lo que en el siglo XVIII pareció un gran salto adelante no fue tal. En aquellos años lo que se hizo no fue más que dar un rodeo. Hemos vuelto al punto de partida después de toda esta enorme inversión en ciencia y tecnología. La única diferencia es que ahora ya no confiamos en el futuro y no creemos en el progreso, ya no tenemos la ilusión que mantuvo en pie el proyecto de modernidad.” “¡Civilización, el mundo ordenado en el que vivimos es frágil! Estamos patinando sobre una capa de hielo muy fina. Hay miedo a los desastres colectivos. Terrorismo, genocidios, gripes, tsunamis”. Bauman puntualiza que no se trata tan sólo de miedo a desastres colectivos, sino a desastres personales –el humillante miedo a caer en lo más bajo o a ser excluido. “Ese es el miedo –que me echen de la fiesta, y eso está presente en la ideología popular, lo puedes ver en Gran Hermano y El rival más débil.” 2 Nota del traductor: traducción propia de la cita original en inglés al no haber sido posible localizarla en la edición en español. 3 Fragmento tomado de la descripción del libro Miedo líquido: la sociedad contemporánea y sus temores (2006) publicada en su contraportada por la editorial. 6 El libro de Bauman, Amor líguido, trata este tema de la exclusión para nosotros, los ‘individuos líquidos modernos’, que hemos perdido la fe en el futuro, que no podemos comprometernos en relaciones y que tenemos muy pocos lazos familiares. Nos vemos en la necesidad de estar constantemente dedicando nuestras habilidades, ingenio y entrega a crear lazos temporales que sean suficientemente flojos como para no ahogarnos pero suficientemente fuertes para dar esa necesaria sensación de seguridad ahora que en lo que tradicionalmente nos refugiábamos (la familia, el trabajo, las relaciones sentimentales) está menos presente que nunca. Bauman ve a su héroe líquido moderno trabajando en todas partes, hablando por el móvil, enviando mensajes de forma compulsiva, cambiando de un chat a otro. El individuo líquido moderno está siempre en el trabajo, valorando más la cantidad de una relación que la calidad, siempre obsesionado con que le dejen atrás o quedarse obsoleto. La mejor sociología de Bauman podría interpretarse como una exploración de un comentario hecho por Sigmund Freud en 1929, que la civilización es un tira y afloja entre la seguridad y la libertad. Bauman asiente: “Si Freud estuviera ahora aquí mismo diría que hemos avanzado demasiado hacia la libertad y que ahora estamos volviendo a inclinarnos hacia la seguridad porque nos hemos dado cuenta de que hemos ido demasiado lejos. Probablemente volveríamos otra vez a inclinarnos hacia la seguridad”. No existe el descanso para los individuos líquidos modernos. Tenemos que seguir moviéndonos, reinventándonos a nosotros mismos si queremos triunfar por encima de nuestro miedo a quedarnos obsoletos en el trabajo, a quedarnos sin amigos y a ser rechazados. El último libro de Bauman, Vida líquida, aparece prologado por una cita del ensayo sobre la Prudencia de Ralph Waldo Emerson: “cuando uno patina sobre hielo fino, la salvación es la velocidad”. 4. ¿Qué podemos aprender de la Biblia y de las enseñanzas de Jesús sobre cómo controlar y superar el miedo? “¡No temáis!” Esta frase es mencionada 365 veces en la Biblia, una por cada día del año. A continuación mostramos algunos versículos del Nuevo Testamento (traducción tomada de la Nueva Biblia Española de Luis Alonso Schökel, 1975): Marcos 5:36: Jesús que oyó lo que habían dicho, le dijo al jefe de la sinagoga: "No temas; solamente ten fe y basta." Lucas 1:30: El ángel le dijo: "No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios” Lucas 5:10: Y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: "No temas. Desde ahora serás pescador de hombres." Lucas 8:50: Jesús, que lo oyó, le dijo: "No temas; solamente basta que tengas fe, y se salvará." 1 Juan 4:18: En el amor no existe temor; al contrario, el amor perfecto echa fuera el temor, porque el temor lleva en sí castigo, quien siente temor aún no está realizado en el amor. Mateo 10: 31: ”No temáis, pues; vosotros valéis más que todos los pajaritos juntos.” Mateo 14:27: Pero al instante les habló Jesús diciendo: "¡Animo!, que soy yo; no temáis." Lucas 2:10: El ángel les dijo: "No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo:...” Lucas 12:4: "Os digo a vosotros, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más.” 7 El no tener miedo puede resultar muy provocador en nuestra sociedad, y no es considerado como algo racional. Sin embargo, desde la fe sí que se puede decir que “es cierto que en el mundo existe el mal y hay problemas pero que el miedo no ayuda, que confiamos en que Dios camina junto a nosotros y que gracias a ello estamos preparados para enfrentarnos a diferentes situaciones sin temor”. La creencia en que nuestras vidas tienen un significado más profundo y que a través de la muerte resucitamos, nos hacen sentir menos miedo ante los riesgos que conlleva vida. 5. ¿Nos enseña algo san Francisco para superar el miedo? ¡Sí! Acciones como besar a una persona enferma de lepra, darle pan a los ladrones… ayudan a enfrentarse al miedo y a librarse uno mismo de él. Puede que también el elegir conscientemente la pobreza nos haga sentir menos miedo. Cuantas más cosas poseemos, más preocupaciones tenemos y más miedosos nos volvemos. Si se tiene mucho, se necesitan muros altos para protegerlo. Creer en que todos los hombres y mujeres han sido creados a imagen de Dios puede hacernos ver a los demás a través de los ojos del amor. También podemos recrear la realidad si mostramos una actitud positiva y demostramos confianza. Así manifestamos amor a los demás. Hay un frase que dice que “Si no puedo tener tu amor, quiero tu respeto. Si no puedo tener tu respeto, quiero que me tengas miedo Si no me tienes miedo, ¡ódiame! El ser humano necesita contacto a cualquier precio.” Ser Compañero de san Francisco significa “caminar en hechos concretos”. Necesitamos una estrategia común y buena disponibilidad. Existe un gran poder en el compañerismo. Los pájaros vuelan juntos en una determinada formación para ahorrar energía (al igual que un arado). Las decisiones tomadas en conjunto y los objetivos compartidos nos dan fuerzas. 6. Y si no actuamos por miedo, ¿qué puertas y posibilidades se nos abren? ¿Qué es lo contrario del miedo? La esperanza, la valentía, la confianza, el implicarse y el estar predispuesto a la solidaridad. Incluso también el amor. Cuando actuamos sin miedos se nos abren muchas puertas llenas de oportunidades como, por ejemplo, creer en el futuro, creer en nuestra capacidad para cambiar el mundo. También hablar con extraños en una estación… incluso con aquellos que nos den miedo, hablar con nuestros vecinos… incluso con aquellos que nos parecen raros; todo puede cambiar el mundo. “Nuestro miedo más profundo no es que seamos ineptos. Nuestro miedo más profundo es que seamos poderosos sin medida. Es nuestra luz, no nuestro lado oscuro lo que más nos asusta. Nos preguntamos, ¿quién soy yo para ser brillante, maravilloso, talentoso y fabuloso? En realidad, ¿por qué no deberías serlo? Eres un hijo de Dios. Que juegues a ser insignificante no le sirve al mundo. No es nada inteligente el esconderse para que los demás no se sientan inseguros a tu lado. Se supone que todos tenemos que brillar, como lo hacen los niños. Nacimos para manifestar la gloria de Dios que llevamos en nuestro interior. Y ésta no se encuentra tan sólo en algunos, sino que está en cada uno de nosotros. Cuando dejamos que nuestra luz brille, inconscientemente estamos dando permiso a otros para que hagan lo mismo. Cuando nos liberamos de nuestro miedo, nuestra presencia libera 8 automáticamente a los demás.” (Tomado del libro de Marianne Williamson, Volver al amor: reflexiones sobre los principios de un curso de milagros). Göran Werin y Kristina Hellqvist, 30 de enero de 2009 Traducción del inglés: Estefanía Arribas y María Lara Sanz Bibliografía: BAUMAN, Zygmunt (2005): Modernidad y ambivalencia. Trad. de Enrique y Maya Aguiluz Ibarguen. Barcelona: Anthropos. BAUMAN, Zygmunt (2001): La postmodernidad y sus descontentos. Trad. de Marta Malo de Molina y Cristina Piña Aldao. Madrid: Akal. BAUMAN, Zygmunt (2006): Miedo líquido: la sociedad contemporánea y sus temores. Trad. de Albino Santos Mosquera. Barcelona: Paidós. HELLQVIST, Kristina (2004): Independence and Involvement – an Actor-Perspective on Building Intercultural Local Societies in a Globalised, Postmodern World. Tesina, Universidad de Jyväskylä. JEFFRIES, Stuart (2005): “Interview with Zygmunt Bauman”, The Guardian, 12 de noviembre de 2005. TOURAINE, Alain (1997): ¿Podremos vivir juntos?: iguales y diferentes. Madrid: PPC. WILLIAMSON, Marianne (1993): Volver al amor: reflexiones sobre los principios de un curso de milagros. Barcelona: Urano.