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La experiencia latinoamericana del daño a la persona.
Sheraldine Pinto Oliveros*.
Sumario: 1. Introducción. 2. El daño a la persona en la experiencia venezolana. 3. El
daño a la persona en la experiencia brasileña. 4. El daño a la persona en la
experiencia argentina. 5. El daño a la persona en la experiencia peruana. 6. El daño
al proyecto de vida en la jurisprudencia de la Corte Interamericana de derechos
humanos. 7. Conclusión.
1. Introducción.
El análisis comparativo de la experiencia latinoamericana del daño a la persona
exige dos premisas. En primer lugar, es necesario recordar que el surgimiento de dicha
categoría conceptual (y, más específicamente, del daño a la integridad psicofísica del
individuo, constatado mediante un examen médico-legal, o del también denominado
daño a la salud, cual categoría que agrupa otras (pseudo) figuras daño conexos a éste)
respondió en cierta medida a la necesidad de superar los límites que imponía el artículo
20591 del código civil italiano, en materia de resarcimiento del daño no patrimonial2.
Por esta vía, se intentaba consentir la reparación de aquellas lesiones que, por
encontrarse privadas de una incidencia inmediata en la capacidad de producir ingresos
económicos de la víctima, quedarían sin tutela jurídica.
Situación que, como observaremos, no se corresponde completamente con la
realidad de los sistemas que serán objeto de análisis en estas reflexiones.
En cambio, la segunda premisa se refiere al impacto y al empleo de la norma
constitucional – en los sistemas latinoamericanos – a los fines de extender los confines
* Investigadora en Derecho Privado Comparado, Scuola Superiore di Studi Universitari e di
Perfezionamento Sant'Anna.
Profesora de Derecho Civil III, Universidad Central de Venezuela (2001-02). Doctor en Derecho mención
Summa cum laude, Scuola Superiore di Studi Universitari e di Perfezionamento Sant'Anna. Diploma del
Corso di Perfezionamento en «Diritto dei Consumi e della Responsabilità Civile», Università degli Studi
di Roma I «La Sapienza». Magister, Università degli Studi di Roma II «Tor Vergata». Abogado mención
Cum laude, Universidad Católica Andrés Bello.Email: [email protected]
Artícolo 2059, “Il danno non patrimoniale deve essere risarcito solo nei casi determinati dalla legge”.
En práctica, el daño no patrimonial podía ser resarcido sólo cuando el hecho generador del daño
constituyese delito. Sin embargo, se debe indicar que este límite fue superado con las sentencias de la
Casación italiana Sez. III, 31 de mayo de 2003, n. 8828 y Sez. III, 31 de mayo 2003, n. 8827. Para
mayores detalles, véase, BUSNELLI, F. D., “Chiaroscuri d’estate. La Corte di Cassazione e il danno alla
persona”; PONZANELLI, G., “Ricomposizione dell’universo non patrimoniale: Le scelte della Corte di
Cassazione”; y, PROCIDA MIRABELLI DI LAURO, A., “L’art. 2059 C.C. va in paradiso” en Danno e
Responsabilità, 8-9, 2003, págs. 826 y sgtes.
2
La bibliografía en materia del daño a la persona es amplia, baste señalar: BUSNELLI, F.D., Il danno
biologico. Dal diritto vivente al diritto vigente, Giappichelli editore, Turín, 2001; AA.VV., La
valutazione del danno alla Salute a cura di BARGAGNA, M. y BUSNELLI, F.D., CEDAM, Padua,
2001.
1
1
de la responsabilidad civil y, más específicamente, de la resarcibilidad del daño no
patrimonial.
Aspecto que se encuentra reforzado por la directa aplicabilidad de los derechos
fundamentales a las relaciones entre particulares; la cual, además, está asegurada por las
garantías constitucionales como la denominada “acción de amparo3” y el “mandado de
injunção”4 .
En pocas páginas, resulta imposible realizar un análisis de la entera experiencia
latinoamericana del daño a la persona. Por este motivo, el presente estudio se limitará a
cuatro países elegidos con base a la novedad de sus normativas constitucional y civil, o
por la relevancia que se ha otorgado al daño a la persona en sus formantes5 doctrinal y
jurisprudencial.
2. El daño a la persona en la experiencia venezolana.
En Venezuela, la determinación del daño resarcible deriva de la combinación de
los artículos 11856 – que prescribe la obligación de reparar el daño – y 1196 del código
civil que afirma:
“La obligación de reparación se extiende a todo daño material o moral
causado por el acto ilícito.
El Juez puede, especialmente, acordar una indemnización a la víctima
en caso de lesión corporal, de atentado a su honor, a su reputación, o a
los de su familia, a su libertad personal, como también en el caso de
violación de su domicilio o de un secreto concerniente a la parte
lesionada.
El Juez puede igualmente conceder una indemnización a los parientes,
afines, o cónyuge, como reparación del dolor sufrido en caso de
muerte de la víctima”.
3
La génesis del amparo constitucional puede encontrarse en la Constitución Federal mexicana de 1857.
Sucesivamente, la disciplina mexicana influenció las diversas modalidades del instituto en América
Latina. Cfr., AYALA CORAO, C., “La recepción de la jurisprudencia internacional sobre derechos
humanos por la jurisprudencia constitucional” (http://www.cajpe.org.pe/guia/ayala-1.HTM), pág. 3 y
sgtes.
4
En algunos países las instituciones equivalentes al amparo reciben una denominación diversa, tal es el
caso de Brasil. En este país, la Constitución contempla el mandado de segurança y el mandado de
injunção. Con relación a la distinción entre estos institutos, véase, LENZA, P., Direito constitucional
esquematizado, Editora LTR, Sao Paulo, 2000, págs. 339 y 343.
5
«Legal formant is an any legal proposition that affects the solution of a legal problem». De esta manera,
se hace referencia a la célebre teoría de los “formantes jurídicos” de SACCO, R., “Legal Formants: A
Dynamic approach to Comparative Law” en The American Journal of Comparative Law, 39, 1991, pág.
1-39 y 343-401; y en, Introduzione al diritto comparato, Giappichelli editore, Turín, 1980, pág. 58 y
sgtes.
6
Art. 1185: “El que con intención, o por negligencia, o por imprudencia, ha causado un daño a otro, está
obligado a repararlo”.
2
De esta manera, se observa que el sistema venezolano acoge la tradicional
bipartición entre daño material7 y el daño moral, según el carácter patrimonial o no
patrimonial del derecho o interés lesionado.
Por otra parte, es posible evidenciar la inexistencia de una disposición expresa
que contemple el daño a la persona8. De allí que, a los fines de determinar su evolución
en Venezuela, sea necesario profundizar el estudio del daño moral.
El daño moral ha sido caracterizado en forma negativa, es decir, todo daño que
no afecte un derecho o interés patrimonial. MELICH ORSINI, siguiendo la doctrina a la
que se supone afiliado el código civil venezolano, distingue entre daños morales que
afectan la parte social del patrimonio de la persona (daños a la vida de relación,
atentados al honor o a la reputación, daño estético, etc.) y daños morales que afectan
exclusivamente la parte afectiva del patrimonio moral9.
Una revisión de la jurisprudencia, sin embargo, permitiría constatar que el daño
moral ha sido limitado a la reparación del dolor sufrido por la persona como
consecuencia a una pérdida inmaterial, espiritual o afectiva. De allí que, «por su
naturaleza esencialmente subjetiva no está sujeto a una comprobación material directa,
pues ella no es posible»10. En otros términos, una vez que se ha demostrado el
7
Conforme al artículo 1273, los daños materiales se subdividen en: daño emergente y lucro cesante.
Respecto a este último, la jurisprudencia utiliza como parámetro de valoración la denominada aspectativa
de vida útil.
8
MELICH ORSINI (La responsabilidad civil por hechos ilícitos, Biblioteca de la Academia de Ciencias
Políticas y Sociales, Caracas, 2001, págs. 35 y 213) no considera conveniente crear otras categorías
autónomas para agrupar en ellas determinadas hipótesis de daños que pueden descomponerse en
elementos agrupables dentro de esa gran división fundamental, que es la única señalada en el código
venezolano. Por otra parte, es oportuno señalar que, aún cuando este Jurista reconozca la integridad física
o moral de la persona como un bien supremo, sostiene la reparación del daño en función de la capacidad
reditual del sujeto. Por su parte, MILIANI BALZI (citado por HERNÁNDEZ, N., De la responsabilidad
jurídica del médico, Editorial Ateproca, Caracas, 1999, pág. 147) consideraba la lesión a la salud, a la
vida, o a la psique como daño moral.
9
Cfr. MELICH ORSINI, J., La responsabilidad civil por hechos ilícitos, Op. cit., págs. 33 y 43.
10
Entre otras, SPA, Corte Suprema de Justicia (CSJ), 11 de febrero de 1985, caso Cedeño Salazar vs.
CADAFE. Salvo expresa referencia, las decisiones jurisprudenciales citadas pueden consultarse en la
página internet del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ): http://www.tsj.gov.ve
3
denominado hecho generador del daño procede la estimación del daño moral11, la cual
debe ser realizada por el Juez con prudente arbitrio12.
Otro sector de la doctrina, teniendo en consideración el dispositivo del artículo
119613 del c.c., distingue entre aquellos daños morales independientes de todo daño
corporal o material y aquellos que son consecuencia de un daño corporal (daño a la
persona física) o material.14.
En este específico sector, la jurisprudencia de los años setenta y ochenta había
interpretado en forma extensiva dicha norma a los fines de incluir en la misma,
cualquier lesión a la integridad física de la persona, independientemente de su
incidencia en la capacidad reditual del individuo; considerando, por esa vía, obsoleta la
concepción según la cual era necesario demostrar las repercusiones económicas en el
caso del daño a la persona15.
Sin embargo, esta intuición de la Corte Suprema de Justicia venezolana fue
atenuada por la jurisprudencia sucesiva que, únicamente, toma en cuenta el sufrimiento
o el dolor generado por la lesión corporal.
11
Esta interpretación también se aplica en materia accidentes laborales. En este ámbito, de conformidad
con la teoría del riesgo profesional elaborada por la jurisprudencia, la responsabilidad del patrón por daño
moral es objetiva. Por lo tanto, es suficiente la demostración del hecho generador (o sea, el accidente de
trabajo o la enfermedad profesional que pueda repercutir en la esfera moral de la persona) para que
prospere la reclamación. En este sentido, véase, SCS, TSJ, Sentencia n. 116, 17 de mayo del 2000.
Máxima confirmada por SCS, TSJ, Sentencia 7 de septiembre de 2004, caso N. González vs Promotora
Payobi y Concretera del Centro. En esta última decisión, la Sala de Casación Social tomó en cuenta la
relevancia del daño en la vida cotidiana del sujeto y, además, observó como parámetro la indemnización
prevista – en casos de incapacidades parciales y permanentes – en la Ley Orgánica del Trabajo.
12
En la decisión SCS, CSJ, 16 de novembre de 1994, caso Suárez Galeano vs. C.A. Venezolana de
Navegación se estableció: «el daño moral no es en si mismo susceptible de prueba, sino de estimación; lo
que debe acreditarse plenamente en una reclamación por daño moral es el llamado ‘hecho generador del
daño moral’, o sea el conjunto de circunstancias de hecho que generan la aflicción cuyo petitum doloris se
reclama (...) Probado que sea el hecho generador, lo que procede es una estimación, lo cual se hace al
prudente arbitrio del Juez». Criterio confimado en la sentencia SCS, CSJ, 19 de septiembre de 1996, Caso
S. Zouras Cumpi Vs. Pepeganga, C.A.
13
Unánimemente, la doctrina y la jurisprudencia venezolana estiman que la enumeración prevista por el
artículo 1196 del Código Civil sea de carácter meramente enunciativo. Sin embargo, en la jurisprudencia,
no se han verificado casos diversos a dichas hipótesis o que no corresponda al daño moral en sentido
subjetivo.
14
MADURO LUYANDO, E., y PITTIER SUCRE, E., Curso de obligaciones. Derecho civil III, Tomo I,
UCAB, Caracas, 2000, pág. 151. Por otra parte, es posible reconocer un sector de la doctrina que sostiene
una noción restringida de daño moral. En tal sentido, véase: HERNÁNDEZ, N., De la responsabilidad
jurídica del médico, Op. cit., pág. 153; PADILLA ALFONZO, A., “El daño moral y los elementos que
debe seguir el juez para su estimación” en AA.VV., Estudios de derecho Civil. Libro Homenaje a José
Luis Aguilar Gorrondona, Vol. II, Fernando Parra Aranguren Editor, TSJ, Colección Libros Homenaje, n.
5, Caracas, 2002, pág. 23.
15
CSJ, Sala de Casación Civil, 10 de octubre de 1973 en G.F., 1973, 388; CSJ, Sala de Casación Civil, 25
de abril de 1979 en G.F., 1979, 738; y, CSJ, Sala de Casación Civil, 3 de mayo de 1984 en G.F., 1984,
785.
4
De hecho, en la actualidad, las lesiones corporales o físicas son consideradas
como una especie del daño moral por la jurisprudencia venezolana. En tal sentido, el
Tribunal Supremo de Justicia ha reconocido que si bien éstas constituyen un daño
material orgánico, participan primordialmente de una característica de dolor físico y
sufrimiento moral, conceptualizandolas como daño moral16.
En el específico caso de las lesiones deformantes o mutilantes, la jurisprudencia
ha afirmado que el daño moral se encuentra caracterizado por el menoscabo espiritual
que la alteración de la estética personal ocasiona a la víctima. En consecuencia, se toma
en cuenta la magnitud del trastorno espiritual sufrido, que adquiere mayor gravedad
cuando la deformación o alteración estética tenga carácter permanente17.
Con relación al quantum resarcitorio, se conceden amplios poderes de valoración
del daño al Juez a los fines de determinar, con criterio equitativo y racional, el monto de
la reparación. En este orden de ideas, la jurisprudencia ha especificado algunos
parámetros que deben orientar dicha valoración, a saber:
a) La entidad (importancia) del daño, tanto físico como psíquico (la denominada
escala de los sufrimientos morales);
b) el grado de culpabilidad del accionado o su participación en el accidente o acto
ilícito que causó el daño;
c) la conducta de la víctima18;
d) el grado de educación y cultura y la posición socio-económica del reclamante19;
e) la capacidad económica de la parte accionada, así como los posibles atenuantes a
favor del responsable y
f) el tipo di retribución satisfactoria que necesitaría la víctima para ocupar una
situación similar a la anterior al accidente o enfermedad.
A partir de la decisión de la Sala de Casación Social del Tribunal Supremo de
Justicia en el caso José Tesorero vs. Hilados Flexilon20, estos criterios han sido
confirmados por la jurisprudencia sucesiva.
16
SCC, TSJ, Sentencia 6 de abril del 2000, caso José Rujano y otros vs. La Popular SRL y Venezolana de
Seguros Caracas.
17
A tal efecto, adquieren importancia ciertos factores como la edad, profesión y la condición social del
sujeto. Cfr. SCC, CSJ, Sentencia 29 de septiembre de 1988. Criterios confirmados en SCC, CSJ, 14 de
febrero de 1990, caso D. Ramírez Molina vs. Concretera Las Tapias, SRL; y en, SCC, CSJ Sentencia 4 de
noviembre de 1998, caso Victor Diaz vs. Distribuidora Menudo y otras.
18
Los primeros tres parámetros ya habían sido enunciados en la decisión de la SCS, TSJ, Sentencia n.
116, 17 de mayo de 2000, entre otras sentencias.
19
SCS, TSJ, Sentencia n. 116, 16 de febrero de 2002.
20
SCS, TSJ, Sentencia 07 de marzo de 2002, José Tesorero vs. Hilados Flexilon.
5
Con la entrada en vigencia de la Constitución venezolana21, el sistema delineado
(que aparentemente no concede amplio espacio al daño a la persona) debería ser
reexaminado a la luz de la norma constitucional. A tal efecto, es pertinente observar que
la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia22 negó el carácter programático de las
disposiciones constitucionales.
Ahora bien, la relevancia de la norma constitucional en el ámbito de la
responsabilidad civil resulta del derecho al respeto de la integridad física, psíquica y
moral de la persona consagrado23 y del papel (primordial) que la Carta Magna confiere a
la tutela de la persona y al respeto de su dignidad24.
A la luz de estas disposiciones, la reparación de los daños causados a la persona
podría asumir una dimensión constitucional; característica que, indudablemente, debería
determinar una variación en la (tradicional) óptica con la que se enfrenta las
problemáticas de la responsabilidad civil. En tal sentido, el respeto a la integridad
psicofísico de la persona deviene un valor que debe insertarse al sistema.
En este orden de ideas, las disposiciones constitucionales relativas a la
obligación del Estado de indemnizar integralmente a las víctimas de violaciones de los
derechos humanos que le sean imputables, o a sus derechohabientes, incluyendo el pago
de daños y perjuicios25, y a la responsabilidad patrimonal del Estado por los daños que
sufran los particulares en cualquiera de sus bienes y derechos, siempre que la lesión sea
imputable al funcionamiento de la Administración Pública26, suscitan interés en el
desarrollo del tema.
Sin embargo, la doctrina civilista no pareciera percibir el impacto que las
disposiciones constitucionales podrían ejercer en el campo de la responsabilidad civil y
continúa emparejando la persona humana a un mero factor de rédito.
A pesar de ello, algunas recientes decisiones jurisprudenciales – en materia
administrativa – sugieren una postura diversa.
21
Gaceta Oficial, N. 5.453 Extraordinario, 24 marzo 2000.
SE, TSJ, Sentencia n. 51, 19 maggio 2000, caso Asociación de Profesores de la Universidad Central de
Venezuela.
23
Cfr., artículo 46.
24
De acuerdo con el artículo 3 de la Constitución venezolana, el desarrollo de la persona y el respeto a su
dignidad son fines esenciales del Estado.
25
Cfr., artículo 30. Es importante señalar que esta norma expresa, además, que el Estado protegerá a las
víctimas de delitos comunes y procurará que los culpables reparen los daños causados.
26
Artículo 140.
22
6
Así, en el caso de los daños causados por la Administración Pública a los
particulares, la Sala Político-Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia27 ha
afirmado que la norma constitucional «estableció la responsabilidad de la
Administración (...) sin referirse a un tipo de bienes o derechos en específico, por lo que
es necesario asumir un concepto amplio de patrimonio en el que se transcienda de la
esfera estrictamente económica (bienes), y se abarcan los derechos inherentes a la
persona». Por lo tanto, «la responsabilidad de la Administración (...) debe entenderse
referida a los bienes y derechos jurídicamente protegidos, sea cual fuere su naturaleza».
Por otra parte, en la sentencia nota como “sobre bomba”28, la misma Sala
manifiestó cuales son los presupuestos necesarios para configurar la responsabilidad
patrimonial de la Administración Pública y, a pesar de sostener expresamente la
tradicional noción restringida de daño moral, se afirma que la perdida de una mano y
parte del antebrazo – para una persona de 28 años que llevaba una vida sin limitación
física alguna – trunca cualquier actividad propia de un hombre joven y capaz, por lo que
concede a la víctima una indemnización y una pensión vitalicia.
3. El daño a la persona en la experiencia brasileña.
Previamente a la entrada en vigencia del nuevo código civil29, el reconocimiento
del daño a la persona en Brasil fue consolidándose progresivamente debido a la
influencia ejercida por la Constitución brasileña de 1988.
De hecho, si bien la jurisprudencia se había demostrado sensible al problema de
la resarcibilidad del daño en aquellas hipótesis que no encajaban fácilmente en una
concepción restringida del daño moral, o que no eran reconducibles a la disminución de
la capacidad reditual de la víctima (en particular, mediante el criterio de la presumible
ganancia futura en el caso de lesión y/o muerte de niños y adolescentes30); la
metamorfosis31 en la forma de concebir el daño tuvo principalmente lugar a través de la
27
SPA, TSJ, Sentencia 2 de mayo de 2000, caso César Cheremos y otros vs. ELENCENTRO.
SPA, TSJ, Sentencia 9 de octubre de 2001, caso Hugo Betancourt vs República de Venezuela.
29
Ley 10.406 del 10 de enero de 2000.
30
La jurisprudencia respecto a este tema es amplia; en particular, con relación al período durante el cual
debe extenderse el resarcimiento. Por ello, baste citar la Súmula 491 del 3 de diciembre de 1969 que
estableció la resarcibilidad del daño por muerte del menor de edad aún cuando este no ejerciera actividad
laboral.
31
Se parafrasea a BUSNELLI, (F.D., La parabola della responsabilità civile en: Rivista critica di diritto
privato, 1988, 652 ), quien con la expresión «doble metamorfosis del daño» hace referencia al
«ribaltamento del rapporto tra danno al patrimonio e danno alla persona e, quanto a quest’ultimo, lo
spostamento del relativo «fulcro» da un danno parametrato sul guadagno a un danno rapportato al «valore
uomo» nella sua concreta dimensione».
28
7
construcción de (pseudo)figuras de daño que progresivamente han extendido los
confines de la responsabilidad civil y, más específicamente, del daño no patrimonial.
Bajo la vigencia del código de 1916, diversas (pseudo)figuras de daño
reconducibles al daño a la persona podían ser comprendidas en el daño moral entendido
en sentido amplio32; en cuanto, dicho texto normativo carecía de restricciones a la
resarcibilidad del daño moral (o no patrimonial) y a la formulación de nuevos supuestos
(siendo materia regulada por diversas cláusulas generales).
A pesar de ello, la jurisprudencia brasileña inicialmente fue modesta. De allí que
el desarrollo de las diversas figuras englobables en el daño a la persona se justificó por
dos razones: en primer lugar, a los fines de dar cumplimiento a la Carta Magna brasileña
que concedia una renovada centralidad de la persona33 y otorgaba una dimensión
constitucional a la responsabilidad civil34; y, en segundo lugar, con el objeto de extender
los límites del daño moral, que había sido asociado al pretium doloris.
En este orden de ideas, la primera decisión35 en materia otorgó reconocimiento
al daño psíquico, dada su calificación como daño en sentido jurídico. Este criterio fue
confirmado por el Juez Superior, quien sostuvo que el derecho debe proteger a la
persona con una visión humanística, con sus predicados y atributos.
En el desarrollo de estas (pseudo)figuras de daño, un lugar importante ha sido
ocupado por el daño estético36, respecto al cual se ha generado un intenso debate a nivel
doctrinario y jurisprudencial.
MARTINS-COSTA, J., “Os danos à pessoa no direito brasileiro e a naturaleza da sua reparação” en
Roma e America, 10, 2000, pág. 165.
33
De acuerdo con el aparte III del artículo 1° de la Constituón, la República Federal del Brasil tiene como
fundamento la dignidad de la persona humana. Respecto a este tema, MARTINS-COSTA (“Os danos à
pessoa no direito brasileiro, Op. cit., pág. 161 y sgte) ha señalado que la alusión a la dignidad de la
persona humana permite la reconstrucción conceptual del término persona en el derecho civil. Por otra
parte, la jurista destaca que la personalidad humana no se circunscribe únicamente a la esfera patrimonial;
sino que posee una dimensión existencial valorizada jurídicamente en cuanto persona. Asimismo, sostiene
que los principios y garantías (constitucionales) – expresados en cláusulas generales – permiten el
desarrollo jurisprudencial de nuevas hipótesis; por lo que es legítimo sostener la elaboración de un
derecho general de la personalidad que no se agota en el reconocimiento de los tradicionales atributos
como el honor, el nombre, la imagen, la intimidad y la vida privada.
34
En los apartes V y X del artículo 5, la Constitución brasileña garantiza el derecho a la reparación de los
daños materiales, morales o a la imagen. Igualmente, se decreta la inviolabilidad de la imagen de la
persona, asegurando el derecho a la reparación por los daños materiales o morales que deriven de su
violación.
35
Acórdão da 3ª Câmara Civel, comentario de AGUIAR DIAZ, “Dano psíquico e dano estético – uma
decisão memorável” en Revista Ajuris, 29, 1983, 65; citada por MARTINS-COSTA, J., “Os danos à
pessoa no direito brasileiro”, Op. cit., pág. 168.
36
Definido por ARAGÃO (citado por MACHADO BARROS, F. L., “O dano estético e a
responsabilização civil” en Jus navigandi (http://www1.jus.com.br) como: “toda alteração morfológica do
indivíduo que, além do aleijão, abrage as deformidades ou deformações, marcas e defeitos, ainda que
mínimos, e que impliquem sob qualquer aspecto um afeiamento da vítima, consistindo numa simples
32
8
Inicialmente, dicha tipología de daño fue reparada en consideración a la pérdida
de ganancias37, como se evidencia de la jurisprudencia del Supremo Tribunal Federal.
Sin embargo, el desarrollo jurisprudencial es confuso38.
En tal sentido, es significativo que el Supremo Tribunal Federal haya
expresamente sostenido «la progresiva conversión del daño estético en daño
patrimonial39» en una decisión de los años sesenta; a pesar de que las reparaciones
acordadas en sus sentencias precedentes tomaran en consideración – exclusivamente –
el criterio reditual.
El posterior desarrollo de la jurisprudencia condujo a la negación del
resarcimiento de esta categoría como daño moral, en cuanto ya indemnizada como daño
material40. Sin embargo, en los años ochenta, se reconoció la resarcibilidad del daño
estético resultante de la razonable interpretación de la demanda judicial, teniéndose en
cuenta las peculiaridades del caso. A pesar de ello, esta decisión pareceria mantener el
criterio conforme al cual en las hipótesis en las que resulte indemnizado el daño estético
no es posible conceder la reparación del daño moral41.
En realidad, el problema es de gran importancia práctica debido a que
resarciendo ambas categorías (daño moral y daño estético) podría configurarse una
duplicación de reparaciones por un mismo daño. De hecho, esta problemática fue
enfrentada en el IX Incontro Nacional dos Tribunais de Alçada (1997), donde fue
confirmada la imposibilidad de flanquear o acumular estos supuestos, debido a que el
daño estético implica un daño material o está incluido en el daño moral42.
La jurisprudencia del Superior Tribunal de Justiça amplió ulteriormente el
debate reconociendo la resarcibilidad del daño estético en distintos dictámenes como:
lesão desgostante ou num permanente motivo de exposição ao ridículo ou de completo de inferioridade,
esercendo ou não influência sobre sua capacidade lavorativa”. Por su parte, DINIZ (Curso de direito civil
brasileiro, 7° Vol., Saraiva, São Paulo, 2000, pág. 73) considera esta categoría como parte del daño
moral, pudiendo constituir o no un daño patrimonial. De esta manera, a su juicio, es posible la
acumulación resarcitoria. De opinión contraria, RIBEIRO, A. S., “Não se cumulam danos estéticos com
danos morais e/ou materiais” en Jus navigandi (http://www1.jus.com.br).
37
Re38341/rel. L. de Andrada, STF, 2ªT., 12 de agosto de 1958. La jurisprudencia del Supremo Tribunal
Federal es consultable en http://www.stf.gov.br
38
En la decisión Re19974/rel. A. de Vasconcelos, STF, 2ªT., 11 de julio de 1952, el Juez no pareciera
atender a un criterio reditual; en cuanto, rechaza la demanda presumiendo la inexistencia de lesiones
deformantes debido a que la víctima contrajo (posteriormente) matrimonio.
39
Re57697/GB/rel. V. Nunes, STF, Tribunal Pleno, 26 de octubre de 1966. Mutatis mutandis, idénticas
afirmaciones en Re80158/rel. A. Baleeiro, STF, 1ªT., 14 de marzo de 1975.
40
Re 84734/rel. R. Alckmin, STF, 1ªT., 16 de noviembre de 1976. Criterio confirmado por Re91164/RJ,
rel. D. Miranda, STF, 2ªT., 26 de junio 1979.
41
Re93169/RJ, rel. R. Mayer, STF, 1ªT., 18 de noviembre de 1980.
42
Cfr., MACHADO BARROS, F. L., “O dano estético e a responsabilização civil”, Op. cit.
9
una categoría distinta del daño moral43, corolario de este último44 y, previendo la
posibilidad de acumularlos45.
Finalmente, en sentencia del 6 de noviembre de 2000, el Superior Tribunal de
Justiça resolvió la problemática determinando que cuando el daño estético se diferencie
del daño moral, ambos deben ser resarcidos singularmente46. A partir de esta decisión,
la jurisprudencia sucesiva ha considerado el daño moral y el daño estético como valores
autónomos47.
A nivel general, puede observarse que la jurisprudencia brasileña ha reconocido
diversas categorías reconducibles al daño a la persona48. Entre los diversos dictámenes,
merece especial atención la sentencia del 1° de febrero de 2000 del Superior Tribunal
de Justiça, donde se afirma que al Juez no deban interesar las discusiones doctrinales
respecto a las etiquetas otorgadas al daño no patrimonial (y sus clasificaciones en: daño
moral, daño a la persona, daño biológico, daño fisiológico, daño a la salud, daño a la
vida de relación, etc., cada una constituyente – autónomamente – de una especie de
daño) salvo en la medida en que sirvan para evidenciar los múltiples aspectos que la
realidad presenta, con la finalidad de percibir las diversas categorías que pueden y deber
ser apropiadamente valoradas desde el punto de vista jurídico49.
Si bien el panorama brasileño del daño a la persona había sido fructífero bajo la
vigencia del Código de 1916; pareciera indudablemente que su desarrollo será
influenciado con la entrada en vigencia del nuevo código civil.
Con relación a este instrumento, debe resaltarse la importancia de la distribución
de la normativa en el ámbito de la división entre parte general y parte especial50; y, en
43
Resp.144430/MG, Recurso esp. 1997/0057717-1, Rel. Min. R. Rosado de Aguiar, STJ, 4ªT., en 4 de
noviembre de 1997. La jurisprudencia del Superior Tribunal de Justiça es consultable en la página web:
http://www.stj.gov.br/webstj/
44
Resp 434903/RJ, Recurso esp. 2002/0059542-5, Rel. C. Filho, STJ, 3ªT., 24 de septiembre de 2002.
45
Resp 228244/SP, Recurso esp. 1999/0077417-5, Rel. S. de Figueiredo Teixeira, STJ, 4ªT., 9 de
noviembre de 1999. Criterio confirmado por Resp 247266/SP, Recurso esp. 2000/0009917-1, Rel. C.
Menezes Direito, STJ, 3ªT., 20 de junio de 2000.
46
STJ, AGA 312702/SP, 3ª T, Rel. A. Pargendler, DJ 06 de noviembre de 2000.
47
Resp 540021/ES; Recurso esp. 2003/00668664-3, Rel. C. Asfor Rocha, STJ, 4ªT., 19 de diciembre de
2003. Criterio confirmado por Resp 595866/RJ; Recurso esp. 2003/0176897-3, Rel. C. Asfor Rocha, STJ,
4ªT., 20 de mayo de 2004.
48
Respecto al daño estético y otros daños a la persona, Resp. 65.393/RJ, 4ª T, Rel. R. Rosado de Aguiar,
DJU 18 de diciembre de 1995. Con relación al daño en la vida de relación, Resp 404706/SP; Recurso esp.
2002/003753-9, Rel. Ruy Rosario de Aguiar, STJ, 4ªT., 27 de junio de 2002. En materia de accidentes
laborales, Resp 588649/RS, Recurso esp. 2003/0158041-4, Rel. A. Passarinho Jr, STJ, 4ªT., 2 de
septiembre de 2004.
49
Cfr., Resp. 2226190/RJ, Rel. Min. R. Rosado de Aguiar Jr, STJ, 4ªT. en DJ 1 de febrero 2000, unânime.
50
Aspecto destacado por BUSNELLI (F.D., “Persona umana e responsabilità civile nel nuovo codice
brasiliano” en Roma e America, 16, 2003, pág. 65). En este mismo sentido, MOTA PINTO, P., “Direitos
10
particular, la previsión de la acción de resarcimiento del daño en caso de amenaza o
lesión a los derechos de la personalidad51, cual cláusula general que precede la
disciplina de la responsabilidad civil.
La determinación del daño resarcible52 resulta de la combinación del artículo
927, que dispone: «aquel que, con acto ilícito, ha causado un daño a otro, está obligado
a repararlo53», con el artículo 186, según el cual, «el que, por acción u omisión
voluntaria, negligencia o imprudencia, viole un derecho y cause un daño a otro, aunque
exclusivamente moral54, comete acto ilícito55».
Las novedades más importantes introducidas por el artículo 186 se refieren: por
una parte, a la previsión expresa y general de la resarcibilidad del daño moral, a la luz
de la carta constitucional; y, por la otra parte, a la sustitución de la expresión “violar
direito ou causar prejuízo” con la alternativa “violar direito e causar dano”.
En particular, esta última modificación es de gran importancia debido a que la
formula precedente podía dar lugar a la erronea interpretación según la cual podría
existir responsabilidad civil (y, por tanto, obligación resarcitoria) aun cuando existiese
solo violación de un derecho sin daño56.
El resarcimiento se determina con base a la extensión del daño, de acuerdo con
el artículo 944 que, además, no distingue el tipo de daño y confiere al Juez el poder de
reducir equitativamente el importe en caso de excesiva desproporción entre la gravedad
de la culpa y el daño57.
de personalidade no Código civil português e no novo Código civil brasileiro” en AA.VV., Il nuovo
Codice civile brasiliano a cura di CALDERALE, A., Giuffrè editore, Milano, 2003, pág. 19.
51
Art. 12: “Pode-se exigir que cesse a ameaça, ou lesão, a direito da personalidade, e reclamar perdas e
danos, sem prejuízo de outras sanções previstas em lei”.
52
Aunque la reparación del daño a la persona es subsumible en estas normas, también podría deducirse de
la combinación del aparte segundo del artículos 188 en concordancia con el artículo 929, que prescriben
la reparación del daño a la persona, cuando este no hubiese sido ocasionado para evitar un peligro
inminente.
53
Art. 927 Aquele que, por ato ilícito (art. 186 e 187), causar dano a outrem, fica obrigado a reparárlo.
54
Para BUSNELLI (“Persona umana e responsabilità civile nel nuovo codice brasiliano”, Op. cit., pág.
67), la expresión «ainda que exclusivamente moral» condiciona la resarcibilidad al «filtro» de la (que, en
el sistema italiano, sería) injusticia del daño. Por esa vía, se evitaría la incontenible dilatación de las
reparaciones de daños morales subjetivos derivantes de la frustracción de meros deseos y, además, se
manifestaría la intención de resarcir todos los daños morales, siempre que sean consecuencia de la lesión
de un (verdadero y propio) derecho de la personalidad.
55
Art. 186: “Aquel que, por ação ou omissãa voluntária, negligência ou imprudência, violar direito e
causar dano a outrem, ainda que exclusivamente moral, comete ato ilícito”.
56
IUDICA, G., “Profili della responsabilità extracontrattuale secondo il nuovo Código civil brasiliano” en
AA.VV., Il nuovo Codice civile brasiliano, a cura di CALDERALE, A., Giuffrè, Milano, 2003, pág. 295.
57
Art. 944: “A indenização mede-se per la extensão do dano. Parágrafo único. Se houver excessiva
desproporção entre a gravidade da culpa e o dano, poderá o juiz reduzir, equitativamente, a
indenização”.
11
Esta potestad del Juez de reducir el quantum resarcitorio ha concedido mayor
fundamento a los criterios de moderación y razonabilidad, construidos por las
jurisprudencia del Superior Tribunal de Justiça, en aquellos casos sometidos a su
control por el carácter exorbitante o ínfimo del resarcimiento.
Tales criterios han permitido limitar la resarcibilidad de hipótesis consideradas
por la jurisprudencia como meras molestias58 o meras contrariedades59; así como, en
casos de irritabilidad o sensibilidad excesiva de un sujeto60.
4. El daño a la persona en la experiencia argentina.
En el caso argentino, la reparación del daño resulta de diversas normas. En
primer lugar, el artículo 110961 del código civil reconoce el principio alterum non
laedere y dispone una noción amplia de daño.
En tal sentido, el daño subsistirá siempre que haya un perjuicio susceptible de
valoración económica, directamente en los bienes de la víctima o indirectamente por el
mal causado a su persona o derechos62.
Por su parte, la obligación resarcitoria incluye – de acuerdo con el artículo 1078
– la indemnización del daño patrimonial y la reparación del agravio moral causado a la
víctima63. Esta disposición fue objeto de un intenso debate relativo a la posibilidad de
distinguir entre daño y agravio moral64. Sin embargo, en la actualidad, la doctrina
58
Resp 653819/ MG, T3, STJ, 21 de noviembre del 2006. En cambio, en la decisión Resp 732982/PR,
T4, STJ, 20 giugno 2006, se concedió el resarcimiento por el retardo de cuarenta y ocho horas de un
vuelo. Esta circunstancia fue considerada excesiva debido a que «superaba la mera vicisitud que sería
soportable».
59
Resp 592776/PB, T4, STJ, 28 de septiembre de 2004.
60
Resp 689213/RJ, T4, STJ, 11 de diciembre de 2006.
61
Artículo 1109: “Todo el que ejecuta un hecho, que por su culpa o negligencia ocasiona un daño a otro,
está obligado a la reparación del perjuicio”. Esta obligación es regida por las mismas disposiciones
relativas a los delitos del derecho civil. Vale la pena observar que el artículo 1066, previendo una
antijuridicidad específica, modera el principio en los siguientes términos: “Ningún acto voluntario tendrá
el carácter de ilícito, si no fuere expresamente prohibido por las leyes ordinarias, municipales o
reglamentos de policía; y a ningún acto ilícito se le podrá aplicar pena o sanción de este Código, si no
hubiere una disposición de la ley que la hubiese impuesto”. Sobre este aspecto, véase: ANDORNO, L.
O., “Daño (e injusticia del daño)” en Roma e America, 10, 2000, pág. 132 y sgtes.
62
Artículo 1068: “Habrá daño siempre que se causare a otro algún perjuicio susceptible de apreciación
pecuniaria, o directamente en las cosas de su dominio o posesión, o indirectamente por el mal hecho a su
persona o a sus derechos o facultades”.
63
Artículo 1078: “La obligación de resarcir el daño causado por los actos ilícitos comprende, además de
la indemnización de pérdidas e intereses, la reparación del agravio moral ocasionado a la víctima.
La acción por indemnización del daño moral sólo competerá al damnificado directo; si del hecho hubiere
resultado la muerte de la víctima, únicamente tendrán acción los herederos forzosos”.
64
La tesis fue obra de Llambias, quien consideraba el daño moral como el género y el agravio la especie.
Este último tenía lugar cuando el daño sea ocasionado con dolo y era el único sancionable mediante una
condena punitiva. Cfr. ALTERINI, A.A., AMEAL, O.J., y LÓPEZ CABANA, R.M., Derecho de
obligaciones civiles y comerciales, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1993, pág. 290, y LLAMBIAS, “El
12
unánimemente habla de daño patrimonial y daño no patrimonial (o moral) sin distinguir
entre daño y agravio.
Más que en otros sistemas, en el ordenamiento argentino, la consagración del
daño a la persona se encuentra vinculada a los episodios que determinaron la completa
admisibilidad del resarcimiento del daño moral; así como, a su incapacidad de dar una
respuesta a ciertas hipótesis que no podían ser comprendidas en el daño moral stricto
iure.
Ello, debido a que el texto original del artículo 1078 del código civil argentino
disponía la resarcibilidad del daño moral solo cuando el hecho constituía delito.
Con base a esta norma, se excluyó la resarcibilidad del daño moral en diversas
hipótesis. En tal sentido, es paradigmática la decisión de la Cámara Nacional en lo Civil
en pleno65 que reputó improcedente la reparación del daño moral derivante de delitos y
cuasidelitos civiles, salvo cuando configuren delito. Criterio que, por mucho tiempo, fue
seguido por la jurisprudencia de la capital federal
Con posterioridad a la reforma de la norma66 en el 1968, el desarrollo de las
diversas (pseudo)categorías reconducibles al daño a la persona se justificó por dos
factores: de un lado, como consecuencia del sentido estricto tradicionalmente atribuido
al daño moral67; y, del otro lado, debido a que la regla que prohíbe dañar a otros posee
implícitamente reconocimiento constitucional, en atención al artículo 1968 de la Carta
Magna argentina.
precio del dolor” en J.A., t. 1954-III, pág. 358 y en Código civil anotado, pág. 158; citado por
LORENZETTI, R.L., Responsabilidad civil de los médicos, Rubinzal-Culzoni Editores, Santa Fe, 1986,
pág. 295.
65
15-III-43, Iribarren c/ Sáenz Briones, J.A., 1943-I-844 citada por ALTERINI, A.A., AMEAL, O.J., y
LÓPEZ CABANA, R.M., Derecho de obligaciones civiles y comerciales, Op. cit., pág. 291.
66
Actualmente, la doctrina sostiene el carácter resarcitorio de la indemnización del daño moral (II
Jornadas Sanjuaninas de Derecho Civil, 1984); auspiciando su amplia aplicación, independientemente del
factor de atribución (V Jornadas Nacionales de Derecho Civil, 1971; VII Jornadas Nacionales de Derecho
Civil, 1979; Jornadas Australes de Derecho, 1980; II Jornadas Sanjuaninas de Derecho Civil, 1984).
67
En las II Jornadas Sanjuaninas de derecho civil (1984) se discutió si el daño a la persona se encontraba
contenido en la noción de daño moral. A tal efecto, se concluyó que cuando éste es considerado
restringidamente (identificándolo con el dolor o el sufrimiento), resulta posible distinguirlo del daño a la
persona. Sin embargo, tales diferencias se diluyen cuando se equipara el daño moral a lesión gerérica de
las afecciones. Cfr. ALTERINI, A.A., AMEAL, O.J., y LÓPEZ CABANA, R.M., Derecho de
obligaciones civiles y comerciales, Op. cit., pág. 217.
68
Artículo 19: “Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral
pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los
magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de
lo que ella no prohíbe”. Respecto a este aspecto, véase, IRIBARNE, H.P., “L’indemnisation du prejudice
corporel dans le droit argetin” en Journees Quebecoises (13-17 septembre 2004). Questionnaire relatif au
thème n° 3. Le prejudice corporel, Association Henri Capitant des amis de la culture juridique française,
pág. 2.
13
Así, fue establecido por la Corte Suprema de Justicia69 en 1986 a los fines de
declarar arbitraria una decisión – de la Corte Federal de apelación en materia civil y
comercial de Buenos Aires – que concedió un resarcimiento a título de daño moral por
la muerte de tres hijos en un accidente ferroviario, equivalente al doble de los gastos
funerarios.
En este caso, la Corte sostuvo que el principio alterum non laedere posee
fundamento constitucional70 y que las soluciones jurídicas deben adecuarse al sentido de
justicia de la sociedad.
A la luz del texto constitucional y del desarrollo jurisprudencial, la doctrina ha
impulsado una nueva visión de la responsabilidad civil que coloca al centro de la
reflexión a la persona71; al punto que la vertiente predominante admite la (progresiva)
sustitución del daño moral por la noción del daño a la persona72.
Esta interpretación se percibió en las XII Jornadas Nacionales de Derecho Civil
del 1989; en las cuales, el daño fue estimado el centro del sistema de responsabilidad
civil y, además, se sostuvo que una moderna concepción del derecho de daños debería
concentrar su atención en la víctima73.
A pesar de ello, no se le reconoció carácter de categoría autónoma al daño a la
persona en el II Congreso Internacional de Daños (1991) 74.
69
CSJN in re Santa Coloma Luis F. y otros c/ Impresa Ferrocarriles argentinos). Narran los hechos,
ALTERINI, A.A., Informe sobre la responsabilidad civil en el proyecto argentino de código civil de 1998
en Roma e America, 8, 1999, pág. 148; e, IRIBARNE, H.P., “L’indemnisation du prejudice corporel dans
le droit argetin”, Op. cit, pág. 6.
70
Criterio confirmado en CSJ, 21 de septiembre de 2004, Aquino, Isacio c/ Cargo servicios industriales.
Las decisiones jurisprudenciales citadas, en este capítulo, pueden ser consultadas en la página internet de
la Corte Suprema de Justicia de la Nación: http://www.csjn.gov.ar/
71
Destaca la mayor consideración de la persona, LORENZETTI, R.L., Responsabilidad civil de los
médicos, Op. cit., pág. 279.
72
MOSSET ITURRASPE (“El daño a la persona en el Código civil peruano” en Los diez años del
Código civil, Universidad de Lima, Lima, Tomo I, pág. 213; citato por FERNÁNDEZ SESSAREGO, C.,
“Deslinde conceptual entre “daño a la persona”, daño al proyecto de vida y “daño moral”, pág. 64
(http://dike.pucp.edu.pe/bibliotecadeautor_carlos_fernandez_cesareo/articulos/ba_fs_6.PDF), afirma que
la noción de daño moral integra la más amplia de daño a la persona. Este autor sostiene que, con el dolor
o sin él, se debe respetar la intimidad, la vida de relación, los proyectos, la salud, entendida de una
manera plena e integral. Términos similares expresaba el mismo autor en Responsabilidad por daños,
Vol. IV-El daño moral, 1986. En el mismo sentido, IRIBARNE, H., De los daños a la persona, Ed.
Zavalía; citatos por LORENZETTI, R. L., “El daño a la persona: solución de casos de colisión de
derechos fundamentales”, pág. 1. (http://www.foroderecho.com/secciones/danos/danos1.htm)
73
En este sentido, se expresan: ANDORNO, L.O., “Daño (e injusticia del daño)”, Op. cit., pág. 136 y
BESALÚ PARKINSON, A.V.S., “La responsabilidad civil: tendencias actuales. La experiencia argentina
y su posible proyección al derecho mexicano” en Boletín mexicano de derecho comparado, 91, 1998, pág.
2 (http://www.juridicas.unam.mx/publica/rev/boletin/cont/91/art/art3.htm).
74
Cfr., ALTERINI, A.A., AMEAL, O.J., y LÓPEZ CABANA, R.M., Derecho de obligaciones civiles y
comerciales, Op. cit., pág. 217.
14
En todo caso, la jurisprudencia se ha demostrado susceptible a este cambio de
perspectiva, focalizando su atención en la víctima sin limitarse a considerar únicamente
el daño no patrimonial como daño moral en sentido subjetivo, o la sola incidencia del
daño en la capacidad reditual del sujeto. En este sentido, la Corte Suprema de Justicia
ha afirmado que el Juez puede valorar no solo las consecuencias redituales sino,
además, las consecuencias que lesionan a la víctima sea desde una perspectiva personal
que desde una perspectiva social75.
Ahora bien, como en otros sistemas, el desarrollo jurisprudencial ha seguido su
curso a través del empleo de (pseudo)figuras de daño como el daño psíquico76, el daño
de la vida de relación77 y el daño estético78.
Por otra parte, la Corte Suprema de Justicia argentina ha reiterado que «la
integridad física tiene en sí misma un valor indemnizable y su lesión afecta diversos
75
Así, confirmando el criterio adoptado en el Fallo 310:1826, CSJ, 10 de diciembre de 1992, caso Dorallo
Romero Ramón c/ Ministerio de Salud y Buenos Aires, Provincia de.
76
CSJ, 13 de febrero de 1996, caso Mahdjoubian, Romualdo Juan y otro c/ Equino, Arturo y otro.
77
La decisión de la Cám. 7ª. Civil y Comercial de Córdova (16/06/88, Semanario Jurídico, 11/8/88, 391
sgtes; citada por ANDORNO, L.O., “Daño (e injusticia del daño)”, Op. cit., pág. 154) reconoce el daño
de la vida de relación en los siguientes términos: “El daño a la vida de relación queda incluido dentro del
daño moral cuando no se traduce en un perjuicio patrimonial para el damnificado”.
78
El daño estético no ha sido considerado una categoría autónoma, sino integrante del daño moral o del
daño material, o de ambos. Cfr., CSJ, 28 de abril de 1998, Martínez, Diego Daniel c/ Corrientes,
Provincia de. Criterio reafirmado en CSJ, 27 de mayo de 2003, Sitjá y Balbastro, Juan Ramón c/ La Rioja,
provincia de y otros. Por otra parte, en las Jornadas sobre responsabilidad por Daños, esta (pseudo) figura
fue definida como “toda alteración disvaliosa para la víctima en su armonía, expresión y esquemas
corporales”, la cual comprende “las anormalidades anatómicas y funcionales, permanentes o transitorias,
que se manifiestan exteriormente”. Asimismo, fueron formulados – como parámetros para su valoración –
los siguientes criterios: 1) tratamientos médicos posibles y 2) circunstancias de la víctima, es decir: sexo,
edad, aspecto anterior, tamaño y ubicación de la lesión, situación familiar y, en general, toda otra
circunstancia trascendente de acuerdo con la persona y el medio donde actúa. Cfr. ALTERINI, A.A.,
AMEAL, O.J., y LÓPEZ CABANA, R.M., Derecho de obligaciones civiles y comerciales, Op. cit., pág.
284. La resarcibilidad del daño estético prescindiendo del carácter reditual, como criterio único de
valoración., es sostenida por la doctrina por LEMEGA, M.G., “El daño estético en la legislación, doctrina
y jurisprudencia” en L.L., t. 26, pág. 654; MOSSET ITURRASPE, Responsabilidad civil del médico, pág.
231; ZANNONI, E., El daño en la responsabilidad civil, Astrea, 1982, pág. 128; citados por
LORENZETTI, R.L., Responsabilidad civil de los médicos, Op. cit., pág. 299.
15
aspectos de la personalidad79 que hacen al ámbito doméstico, social, cultural y deportivo
con la consiguiente frustración del desarrollo pleno de la vida»80.
Esta expresión “frustración del desarrollo pleno de la vida”, usada por la
jurisprudencia argentina, ha promovido un interés particular – bajo la influencia de la
doctrina peruana, como observaremos – respecto al denominado daño al proyecto de
vida. De hecho, esta categoría ocupa un puesto importante en el proyecto de reforma del
código civil argentino81 que comprende, en el daño extrapatrimonial, al que interfiere en
el proyecto de vida, perjudicando a la salud física o psíquica o impidiendo el pleno
disfrute de la vida; así como al que causa molestias en la libertad, en la seguridad
personal, en la dignidad personal, o en cualesquiera otras afecciones legítimas82.
5. El daño a la persona en la experiencia peruana.
Un estudio del daño a la persona en América Latina no puede prescindir de una
referencia a la obra del jurista a quien se le atribuye la paternidad de la categoría, en
dicha región, ni a la experiencia de su país. Es por ello que, sin pretensiones de
exhaustividad, proponemos algunos aspectos de la teoría de Carlos Fernández
Sessarego, con el objeto de presentar la experiencia peruana del daño a la persona.
Desde el 198483, con base a un estudio antropológico y filosófico del ser
humano, Fernández Sessarego ha elaborado su teoría del daño a la persona.
79
En este orden de ideas, vale la pena destacar que la Suprema Corte declaró la inconstitucionalidad del
primer aparte del artículo 39 de la Ley N° 24.557 de riesgos del trabajo, según el cual, la responsabilidad
de los empleadores se limitaba sólo al resarcimiento del daño material (específicamente del lucro
cesante); circunstancia que, en opinión de la Corte, se aparta de la concepción reparadora integral y,
además, es contraria a la dignidad humana ya que entraña una suerte de pretensión de reificar a la
persona, por considerarla no más que un factor de producción, un objeto del mercado de trabajo. Cfr.,
CSJ, 21 de septiembre de 2004, Equino, Isacio c/ Cargo Servicios Industriales. La situación previa a la
declaratoria de inconstitucionalidad es referida por: IRIBARNE, H.P., “L’indemnisation du prejudice
corporel dans le droit argetin”, Op. cit., pág. 9 y sgtes.
80
CSJ, 31 de agosto de 1999, Izaurralde, Roque Rafael c/ Buenos Aires Provincia de y otros (que ratifica
el criterio adoptado en los Fallos 308:1109; 312:2412; 315:2834). Además, esta máxima fue confirmada
en la decisión CSJ, 27 de mayo de 2003, Sitjá y Balbastro, Juan Ramón c/ La Rioja, provincia de y otros.
81
El proyecto de código civil es consultable en http://infoleg.mecon.gov.ar/basehome/codigos.htm
82
Cfr. Artículo 1571, literal b. ANDORNO (“Daño (e injusticia del daño)”, Op. cit., pág. 153) recoge y
replica las inquietudes de BIANCA (Si torna a parlare di danno ingiusto, Roma, 2000), referidas a la
correspondencia entre la expresión “impidiendo el pleno disfrute de la vida” y el denominado daño
existencial. Para una exposición de la responsabilidad civil en el proyecto, véase, ALTERINI, A.A.,
“Informe sobre la responsabilidad civil en el proyecto argentino de código civil de 1998”, Op. cit., pág.
143 y sgtes.
83
Como apunta el mismo autor, refiriéndose a: FERNÁNDEZ SESSAREGO, C., “El daño a la persona
en el Código civil peruano de 1984” en Libro homenaje a José León Barandiarán, Lima, Editorial Cuzco,
1985, pág. 153 sgtes. Cfr., “Deslinde conceptual entre “daño a la persona”, Op. cit., pág. 18; y, “Apuntes
sobre
el
daño
a
la
persona”,
pág.
15.
(http://dike.pucp.edu.pe/bibliotecadeautor_
carlos_fernandez_cesareo/articulos/ba_fs_4.PDF).
16
En tal sentido, el jurista recuerda que la persona es un ente ontológicamente
libre, temporal y coexistencial. Sucesivamente, afirma que el daño puede ser apreciado
desde dos distintos planos: uno, en función de la calidad ontológica del ente dañado, es
decir, en atención a su naturaleza; y, el otro, en función de las consecuencias que dicho
daño ha ocasionado al ente.
Ahora bien, en atención a la calidad ontológica del ente pueden diferenciarse dos
tipos de daños: el daño a la persona (o daño subjetivo84) y el daño a las cosas (o daño
objetivo85).
En consideración la naturaleza bidimensional del ser humano, el daño a la
persona es clasificado en: a) daño psicosomático86, es decir aquel que incide en algún
aspecto de la unidad psicosómatica del ser humano, bien sea que afecte al soma o
cuerpo (daño físico o somático) o que lesione a la psique (daño psíquico), siendo
posible suponer repercusiones recíprocas entre ambos; y, b) daño a la libertad
fenoménica o al proyecto de vida87.
Sin embargo, la teoría se vuelve vaga con relación a este último aspecto relativo
al destino que la persona se propone y que, además, es considerado por el autor el daño
más grave que se puede causar a la persona. En este sentido, genera perplejidad la
imposibilidad de individuar cuál es «el» proyecto de vida de un sujeto, que el jurista
califica como único88.
El daño moral (que posee gran relevancia en la materia; por cuanto, conforme a
la legislación precedente al código civil de 1984, solo eran resarcibles el daño material y
el daño moral) es incluido, por el autor, entre los daños psicosomáticos, cual daño
emocional que causa perturbaciones psíquicas de carácter no patológico, generalmente
transitorias, como dolores o sufrimientos.
84
Definido como aquel que incide sobre el ser humano, en sí mismo considerado.
El daño objetivo es aquel que recae sobre lo que no es el ser humano, es decir, sobre los entes que se
hallan en el mundo, que son los objetos conocidos y utilizados por el hombre.
86
Fernández Sessarego distingue entre la lesión sufrida considerada en sí misma (daño biológico), y la
múltiples consecuencias que la lesión produce en la existencia, es decir, las repercusiones que ella origina
en el bienestar o la salud de la víctima (daño a la salud). En este último destaca el denominado daño a la
vida de relación, es decir, las consecuencia de la lesión que afectan las normales actividades de la
persona, ya sean afectivas, de relación social, familiares, laborales, sexuales, recreativas u otras.
87
El jurista designa “proyecto de vida” el rumbo o destino que la persona otorga a su vida, o sea, el
sentido existencial derivado de una previa valoración. Fernández Sessarego señala tres modalidades en las
cuales se pueden manisfestar las consecuencias del daño al proyecto de vida, siendo la más grave aquella
que hipotiza una frustracción total del proyecto.
88
FERNÁNDEZ SESSAREGO, C., “Deslinde conceptual entre “daño a la persona”, Op. cit., pág. 41.
85
17
En conclusión, la noción de daño a la persona comprende todos los daños que
inciden o lesionan el ente «ser humano», entendido como estructura psicosomática,
constituida y sustentada en su libertad89.
La obra de Fernández Sessarego dividió a la doctrina peruana. Algunos autores
sostienen una posición similar a la del gran jurista con algunas variantes90. Otros
concuerdan con él pero critican la denominación «daño a la persona», indicando que
resultaría más apropiado referirse al daño subjetivo91; así, el sujeto de derecho
devendría el parámetro para diferenciar los distintos tipos de daños92.
Otro sector de la doctrina critica la teoría de Fernández Sessarego debido a su
fundamento filosófico. Algunos autores manifiestan recelo93; mientras que otros
sostienen que exista concordancia entre el daño moral y el daño a la persona94.
A esta última posición podría reprocharse que si bien, en el pasado, la
jurisprudencia95 había predominantemente indemnizado el daño moral96; con la entrada
89
Ibidem, pág. 16.
TABOADA CÓRDOVA (Elementos de la responsabilidad civil, Lima, Grijley, 2003, pág. 68 y sgte.)
afirma que “la fórmula más sencilla y adecuada para entender el significado del daño a la persona es
estableciendo que se produce dicho daño cuando se lesione la integridad física del sujeto, su aspecto
psicológico y/o su proyecto de vida, todo lo cual deberá ser objetivamente acreditado. En el mismo
sentido, ESPINOZA ESPINOZA, J., Derecho de la responsabilidad civil, Gaceta Jurídica, Lima, 2003.
91
Es decir, aquel ocasionado al sujeto de derecho. A dicho daño subjetivo se opone el daño no subjetivo.
Cfr., CÁRDENAS QUIRÓS, C., “Apuntes sobre el denominado daño a la persona en el Código Civil del
Perú del 1984” en: Aequitas. Revista de derecho y ciencia política, n. 1, 1989, pág. 78.
92
ESPINOZA ESPINOZA (Derecho de la responsabilidad civil, Op. cit.) considera más adecuado el
término daño subjetivo, por cuanto, también lo pueden sufrir el concebido y las organizaciones de
personas no inscritas. Por otra parte, la necesidad de incluir en la categoría el daño causado al nasciturus
es la base de la crítica de CÁRDENAS QUIRÓS, C., “Apuntes sobre el denominado daño a la persona”,
Op. cit., pág. 78.
93
En este sentido, LEÓN BARANDIARÁN, J., “Responsabilidad extracontractual” en Código civil,
Exposición de motivos y comentarios, REVOREDO, D. (compiladora), Vol IV, Lima, s.e., 1988, pág.
807; citado por LEÓN, L., “Funcionalidad del “daño moral” e inutilidad del “daño a la persona” en el
derecho civil peruano”, pág. 17. (http://www.geocities.com/leysser.rm/Schmerzensgeld.htm).
94
Así, TRAZEGNIES GRANDA (La responsabilidad extracontractual, t. II, Fondo editorial de la
Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1990, pág. 110; citado por LEÓN, L., “Funcionalidad del
“daño moral”, Op. cit., pág. 18) asevera que: “la categoría «daño a la persona» no parece conllevar
derechos u obligaciones diferentes a las que usualmente se atribuía a la categoría «daño moral» (en el
sentido más puro del término)”. LEÓN (Ibidem), como fundamento de su posición, alega que la
jurisprudencia continúa razonando con base al daño moral.
95
Dada la ausencia de una compilación sistemática de la jurisprudencia, las decisiones mencionadas en el
presente capítulo (salvo expresa citación) fueron obtenidas en el archivo personal del Prof. R. MORALES
HERVIAS, a quien se agradece su gentil concesión a la autora.
96
Al daño moral, tradicionalmente, se le había asignado el significado de lesión en los derechos de la
personalidad o en valores que pertenecen al campo de la afectividad (Cfr., Cas. N. 949-95, Cas. N. 107095 y Cas. N. 231-98; citadas por LEÓN, L., “Funcionalidad del “daño moral”, Op. cit., pág. 1, y Sala
Civil Permanente de la Corte Suprema de Justicia, 10 de julio de 1998, caso Zacarias Linares). La
jurisprudencia de instancia había determinado que el daño moral lesiona bienes jurídicos como la vida, la
salud, la honra, los sentimientos, los afectos, es decir, bienes inmateriales (Cfr. 14° Juzgado Civil de
Lima, resolución n° 4, 08 de abril de 1997, expediente 19-7-97). En cambio, la Casación ha reconocido el
daño moral como sufrimiento, dolor, pena, angustia que sufre una persona (Cfr. Cas. N. 3267-99- Lima, 4
de octubre del 2000).
90
18
en vigencia del código civil de 1984, se ha iniciado a reconocer la operatividad del daño
a la persona97.
En todo caso, más allá de las discusiones doctrinarias, es indudable que las
reflexiones de Fernández Sessarego influenciaron el sistema previsto por el vigente
código civil peruano de 1984, en el cual se reconoce expresamente el daño a la persona
como daño resarcible.
En el código peruano, la disciplina de los derechos de la personalidad precede la
sección de la responsabilidad civil, caracterizando como irrenunciables – de acuerdo
con el artículo 5 – la vida y la integridad física98. De esta forma, se actúa el precepto
constitucional conforme al cual la integridad moral, psíquica y física99, así como, el
libre desarrollo y el bienestar de la persona constituyen derechos de la personalidad100.
Además, la Constitución peruana propone una renovada centralidad de la
persona101 y, al mismo tiempo, establece la tutela de los derechos fundados en la
dignidad humana102. En este orden de ideas, es oportuno señalar que el Tribunal
Constitucional – en sentencia del 20 de abril de 2004 – declaró que «en sede
jurisdiccional ningún análisis puede desarrollarse sin verificar el respeto a la dignidad
del hombre, tanto en la actuación del Estado como en la de los particulares» 103.
97
El reconocimiento jurisprudencial de algunas figuras reconducibles al daño a la persona se percibió en
la decisión de la Sala de Procesos Abreviados y de Conocimiento (01 de julio de 1999, exp. 4347-98) que
resolvió la indemnización del daño moral, solicitado por la víctima, teniendo en consideración el daño
estético. En este caso, se afirmó que la indemnización “debe ser fijada teniendo en cuenta la condición de
mujer de la actora y lo que las cicatrices pueden causar en el ánimo de una persona”. Por otra parte, la
resarcibilidad del daño a la persona ha sido acogida en materia de accidentes de tránsito (Exp. N. 2972000, Distrito Judicial de Lima, 16 de mayo de 2000).
98
Artículo 5.- “El derecho a la vida, a la integridad física, a la libertad, al honor y demás inherentes a la
persona humana son irrenunciables y no pueden ser objeto de cesión (...)”.
99
Estos atributos fueron reconocidos jurisprudencialmente en la decisión, del 12 de agosto de 2004, del
Tribunal Constitucional que examina ampliamente el alcance de los mismos. Cfr., Exp n. 2333-2004HC/TC, Callao, Natalia Foronda Crespo y otras. Las decisiones del Tribunal Constitucional son
consultables en http://www.tc.gob.pe/
100
Artículo 2: “Toda persona tiene derecho: 1. A la vida, a su identidad, a su integridad moral, psíquica
y física y a su libre desarrollo y bienestar. El concebido es sujeto de derecho en todo cuanto le
favorece”.
101
Conforme al artículo 1°, la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin
supremo de la sociedad y del Estado.
102
Artículo 3°: “La enumeración de los derechos establecidos en este capítulo no excluye los demás que
la Constitución garantiza, ni otros de naturaleza análoga o que se fundan en la dignidad del hombre, o
en los principios de soberanía del pueblo, del Estado democrático de derecho y de la forma republicana
de gobierno”.
103
Exp. N. 2945-2003-AA/TC, Lima, Azanca Alheli Meza Garcia. En otro dispositivo, el Tribunal
Constitucional había determinado que: “en el ordenamiento constitucional peruano todas las leyes,
reglamentos y sus actos de aplicación, deben interpretarse y aplicarse de conformidad con los derechos
fundamentales”. Cfr., Exp. N. 0858-2003-AI/TC, 11de noviembre del 2003, Huanuco, Eyler Torres del
Aquila.
19
Ahora bien, retomando la normativa del código civil, se debe recordar que el
daño resarcible resulta de la combinación de los artículos 1969104 y 1985.
Según esta última norma, «la indemnización comprende las consecuencias que
deriven de la acción u omisión generadoras del daño, incluyendo el lucro cesante, el
daño a la persona y el daño moral».
A primera vista, la redacción del artículo 1985 sugiere un tertium genus de daño
respecto a la (tradicional) bipartición del daño patrimonial o material (representado por
el lucro cesante) y daño no patrimonial, extrapatrimonial o moral. Sin embargo, esta
interpretación fue contrastada por la Casación peruana cuando afirmó que, en el sistema
de responsabilidad civil, rige la regla según la cual el daño debe ser reparado o
indemnizado, teniendo como daños patrimoniales: el daño emergente y el lucro cesante;
y, como daños extrapatrimoniales: el daño moral y el daño a la persona105.
A pesar de este dictamen, la resarcibilidad del daño a la persona en el
ordenamiento jurídico peruano es incontestable. Sin embargo, el sistema descrito no se
libra de la crítica de Fernández Sessarego, quien denuncia la incongruencia de mantener
el daño moral (que, de conformidad con el artículo 1984, es indemnizado considerando
su magnitud y el menoscabo producido a la víctima o a su familia) como una categoría
autónoma respecto al daño a la persona106.
Vale la pena concluir esta sección recordando que la Casación peruana
reconoció la resarcibilidad del daño al proyecto de vida, considerándolo un mecanismo
que cristaliza lo que para el ser humano constituye su plena realización en cuanto
persona107. En este específico caso, se precisó que en la situación en examen (o sea,
incapacidad permanente por cuadriplegia espástica, consecuencia de un accidente de
tránsito), y dadas las condiciones personales de la víctima (28 años, de estado civil
soltero y profesor de educación física), resultaba aplicable la teoría del proyecto de vida
creada por Fernández Sessarego.
Artículo 1969: “Aquel que por dolo o culpa causa un daño a otro está obligado a indemnizarlo”.
Cas. N° 114-2001 Callao, 9 de abril de 2001 (publicada en El peruano, 31 de agosto de 2001). Criterio
confirmado en Cas. N° 3063-2001-El Santa, 6 de septiembre de 2002. Por otra parte, es necesario señalar
que la actividad jurisprudencial podría ser influenciada por la disposición que impone al Juez la
obligación de aplicar la norma pertinente, aunque no haya sido invocada en la demanda (Cfr., artículo VII
del Código civil). Obligación que fue reconocida en la decisión 18 de febrero de 2002 (referida a una
indemnización consecuente a la nulidad de escritura pública). Cfr., Cas. N. 2676-01-Ucayali en
Jurisprudencia civil seleccionada y sumillada, Centro de Investigaciones judiciales del Poder Judicial,
pág. 67. (http://www.pj.gob.pe/cij/boletin%201.pdf)
106
Cfr. FERNÁNDEZ SESSAREGO, C., “Deslinde conceptual entre “daño a la persona”, Op. cit., pág.
17 y sgte.
107
Cas. N. 937-2002-Chincha, 1 de septiembre de 2003 (publicada en El peruano 02 de diciembre del
2003).
104
105
20
6. El daño al proyecto de vida en la jurisprudencia de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos.
Un impulso al estudio del daño a la persona en América Latina puede
encontrarse en la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos108,
en cuya jurisprudencia ha sido acogido el daño al proyecto de vida como daño
resarcible. Sin embargo, debe observarse que se trataban de hipótesis en las cuales la
gravedad de la ofensa justificaba el resarcimiento.
En la decisión del caso Loayza Tamayo109, la Corte Interamericana reconoció el
daño al proyecto de vida; afirmando que este atiende a la realización integral de la
persona afectada, considerando su vocación, aptitudes, circunstancias, potencialidades y
aspiraciones, las cuales le permitirían fijarse razonablemente determinadas expectativas
y acceder a ellas.
En este caso, la Corte no consideró el proyecto de vida de la víctima un
resultado seguro sino una situación probable que fue interrumpida por los hechos
violatorios de sus derechos humanos. Sin embargo, se estimó razonable que los
hechos110 impidieron la realización de las expectativas de la víctima y, por ende,
alteraron el desarrollo (de la vida) de la persona.
Por esa vía, se reconoció la existencia de un grave daño al “proyecto de vida” de
la víctima. No obstante, a juicio de la Corte, la evolución de la jurisprudencia y la
doctrina no permitían traducir dicho reconocimiento en términos económicos y, por
ello, la Corte Interamericana se abstuvo de cuantificarlo111.
108
La jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos puede ser consultada en
http://www.corteidh.or.cr/inicio.html
109
Caso Loayza Tamayo vs Perú, Reparaciones. Sentencia 27 de noviembre de 1998, Serie C, n° 42.
110
La Corte Interamericana tomó particularmente en cuenta la interrupción de los estudios por parte de
Maria Loayza Tamayo, producto del largo arresto ilegal del cual fue objeto, y las secuelas (en su vida)
consecuentes a su decisión de trasladarse al extranjero por temor a represalias, entre otros motivos.
111
En su voto parcialmente disidente, el Magistrato Roux Rengifo sostuvo que las alteraciones de las
condiciones de existencia no guardan relación – en cuanto formas específicas de daño – con el
sufrimiento o la aflicción subjetivos de la víctima, los cuales son indemnizados como perjuicios morales.
Asimismo, aseveró que no toda modificación de las condiciones de existencia merece ser indemnizada.
Por lo que, debe tratarse de cambios de gran entidad. Por otra parte, en voto conjunto, los magistrados
Cançado Trindade y Abreu Burelli afirmaron que las reparaciones deben determinarse no sólo con base a
criterios que se fundamentan en la relación del ser humano con sus bienes o su patrimonio, o en su
capacidad laboral, y en la proyección de estos elementos en el tiempo. Al contrario, sostienen que el ser
humano no se reduce a un mero agente de producción económica. Además, sostuvieron que el proyecto
de vida se encuentra indisolublemente vinculado a la libertad, entendida como derecho de cada persona a
elegir el propio destino. Por su parte, el Juez Jackman afirma que la noción del denominado proyecto de
vida adolece de claridad y fundamento jurídico. Una interpretación de esta decisión es dada por
21
La sentencia Niños de la Calle112 no añadio ningún aspecto de interés al tema; en
cuanto, el daño al proyecto de vida fue comprendido en la reparación del daño moral113.
En cambio, la decisión Cantoral Benavides114 presenta aspectos de relevancia.
En este caso, la Corte Interamericana juzgaba hechos sustancialmente idénticos a
los eventos del caso Loayza Tamayo.
Sin embargo, a tres años de distancia, la Corte probablemente había madurado
su propia doctrina115. Así, teniendo principalmente en cuenta la formación académica y
la actividad laboral de la víctima (aspectos que fueron interrumpidos como
consecuencia de la violación de los derechos humanos), sostuvo que los hechos
ocasionaron una grave alteración del curso que habría seguido la vida de Luis Cantoral
Benavides, impidiéndole la realización de su vocación, sus aspiraciones y
potencialidades, lo cual representaba un serio menoscabo para su proyecto de vida.
En consideración a ello, la Corte Interamericana estimó que la vía más idónea
para restablecer el proyecto de vida de la víctima era que el Estado le proporcionara una
beca de estudios superiores o universitarios, en un centro de reconocida calidad
académica escogido de común acuerdo entre la víctima y el Estado.
7. Conclusión.
En América Latina, la consolidación del daño a la persona está actualmente en
curso. A pesar de la inexistencia de límites normativos a la reparación del daño no
patrimonial, similares a los imponía el artículo 2059 del código civil italiano, la
jurisprudencia demuestra que el daño no patrimonial, extrapatrimonial o moral
corresponde a la noción de daño moral subjetivo.
Por lo tanto, quedarían privadas de tutela jurídica una serie de hipótesis que no
se identifican con el dolor o el sufrimiento de la víctima, o que no poseen incidencia
inmediata en su capacidad de producir ingresos económicos.
FERNÁNDEZ SESSAREGO, C., “El daño al proyecto de vida en una reciente sentencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos”. (http://www.alterini.org/tonline/to_fsc1.htm)
112
Caso de los Niños de la Calle (Villagrán Morales y otros) vs. Guatemala, Reparaciones. Sentencia 26
de mayo de 2001, Serie C, n° 77.
113
Si bien la Corte sostuvo que consideró los diversos aspectos del daño moral, no los analizó
singularmente y determinó la reparación equitativamente. Esta circunstancia originó la crítica del Juez
Roux Rengifo.
114
Caso Cantoral Benavides vs. Perú, Reparaciones. Sentencia 3 de diciembre de 2001, Serie C, n° 88.
115
Nótese que, a partir de esta sentencia, la Corte divide las categorías de daños en “daño material e
inmaterial”, en lugar de “daño material y daño moral”. Cfr. Trujillo Oroza vs. Bolivia, Reparaciones,
Sentencia 27 de febrero de 2002, Serie C, n° 92; El Caracazo vs. Venezuela, Reparaciones, Sentencia 29
de agosto de 2002, Serie C, n° 95; Molina Theissen vs. Guatemala, Serie C, n° 108, Sentencia 3 de julio
de 2004.
22
La toma de conciencia de esta problemática por parte de la doctrina y la
jurisprudencia latinoamericana es indudable. Sin embargo, se requiere una mayor
atención respecto a aquellas hipótesis en las cuales la víctima no realiza ninguna
actividad retribuida (el caso del menor de edad, de los ancianos, del ama de casa, del
desempleado, etc.), debido a que dichas situaciones ponen en relieve los inconvenientes
del sistema tradicional de valoración del daño basado en la pérdida del rédito o que se
limita al daño moral en sentido subjetivo.
Por otra parte, es necesario enfrentar numerosos aspectos116 que aún no han sido
suficientemente analizados por la doctrina; en particular, la naturaleza del daño a la
persona y la función de su resarcimiento.
Asimismo, se requiere explorar los problemas de la duplicación resarcitoria y de
la dilatación de los confines de la responsabilidad civil, a los fines de evitar que los
recursos necesarios para garantizar el resarcimiento se pierdan en una multiplicidad de
(pseudo) daños o de daños triviales.
A tal efecto, se requiere desligar la valoración de las lesiones a la integridad
psicofísica del individuo de la valoración del daño moral, privilegiando criterios
objetivos y uniformes de valoración del daño con base a la prueba médico-legal. De esta
manera, se podría evitar que la excesiva dilatación de los confines de la responsabilidad
civil diera cabida a la resarcibilidad de meros deseos, frustracciones, molestias, etc. y, al
mismo tiempo, se respetaría el principio de igualdad.
En este sentido, se debe recordar que junto a la exigencia de uniformidad
pecuniaria (consecuencia del principio de igualdad), el daño a la integridad psicofísica
del individuo, o el daño a la salud, intenta dar respuesta a una exigencia de elasticidad y
flexibilidad dirigida a adaptar el resarcimiento a la efectiva incidencia de la lesión en la
vida del sujeto.
De allí que, teniendo en consideración tanto su aspecto dinámico como su
aspecto estático, el daño a la salud asuma una posición central en el resarcimiento del
daño a la persona debido a su fundamento jurídico, a su frecuencia en la práctica y por
el lugar que el respeto de la integridad psicofísica del individuo ocupa en la escala de
valores de los sistemas latinoamericanos.
Para mayores detalles, véase, PINTO OLIVEROS, S., “Il danno alla persona in America Latina tra
circolazione delle idee e assetti locali”, en vías de publicación en AA.VV., Giuffrè editore, 2008.
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