CENTRO DE ESPIRITUALIDAD PAULINA – MÉXICO PAUTAS DE RETIRO DEL MES DE OCTUBRE “MIRADA DE LOS DISCIPULOS MISIONEROS SOBRE LA REALIDAD” (Documento de Aparecida, capítulo 2). Introducción Continuamos con la reflexión, comenzada el mes de septiembre, sobre el Documento de Aparecida. Entre las posibles claves de lectura, queremos subrayar dos: 1º. Ver nuestros retos pastorales con los ojos de “discípulos misionero” de Jesucristo. Ante todo, somos una comunidad de discípulos del Maestro divino. 2º. Traducir nuestra misión de evangelizar como “la defensa y la promoción de la dignidad humana en todas sus dimensiones”. La visión y el análisis de la realidad fueron para nuestro fundador, P. Alberione, una guía para la fundación de la Familia Paulina con sus diversos apostolados. En sus notas autobiográficas Abundantes Divitiae Gratiae Suae, No. 14, escribe que, durante un congreso celebrado poco antes de nacer el siglo XX, las palabras del sociólogo y economista José Toniolo acerca de la situación del mundo y de la Iglesia en ese tiempo, le inspiraron su misión paulina. De la misma manera, los mensajes sociales del Papa León XIII lo llevaron a “oponer prensa contra prensa, organización contra organización… Hacer penetrar el evangelio en las masas, hablar de las cuestiones sociales…”. El mismo Padre Alberione escribió muchas veces sobre problemas sociales y pastorales. Su obra fundamental al respecto es el Catecismo Social --publicado como un tomo más de su Opera Omnia--, donde da una lección sobre los derechos y la dignidad de la persona humana, a más de muchas otras secciones acerca de la sociedad, el trabajo y el orden económico, la comunidad internacional, etc. Es fundamental, pues, que también nosotros veamos y analicemos nuestra realidad con los ojos de apóstoles de Jesús, para hacer más eficiente y pastoral nuestro apostolado. 1 Mirando nuestros Signos de los Tiempos Vivimos un momento de la historia en que la globalización es el nuevo orden económico mundial. Entendemos por globalización el conjunto de transformaciones políticas, económicas y culturales, “con la capacidad de crear una red de comunicaciones de alcance mundial, tanto pública como privada, para interactuar en tiempo real” (Aparecida 34). Intrínsecamente ligado a la globalización está el neoliberalismo. La ideología neoliberal es, actualmente, la principal controladora de las relaciones comerciales y económicas que se establecen entre los distintos países y dentro de cada país. Este modelo económico tiene como principios básicos: restringir al máximo la participación del Estado en el mercado, exigir la total libertad de comercio y la máxima desregularización de las economías nacionales. En otras palabras, “este sistema se basa en una concepción economicista del hombre, considera el lucro y las leyes de mercado como principios absolutos y, con esto, va en detrimento de la dignidad y de los derechos de la persona humana y del pueblo” (Ecclesia in America 56). La globalización ofrece puntos positivos, tales como la eficiencia y el aumento de la producción; el crecimiento de las relaciones comerciales entre los países; incentiva la comunicación entre diversos pueblos y culturas, reforzando los lazos de una sola familia humana. Sin embargo, si la globalización es dirigida por las puras leyes del mercado, a conveniencia de los más poderosos, las consecuencias son muy negativas. Tales son, por ejemplo, la atribución de un valor absoluto a la economía, el desempleo, la pérdida o deterioro de servicios básicos como educación y salud, la destrucción del medio ambiente, la competencia injusta para las naciones pobres y una consecuente acumulación de riqueza que aumenta la diferencia entre ricos y pobres. México, con 106 millones de habitantes, empezó el tercer milenio como una de las sociedades más injustas y desiguales del mundo. Aunque constituimos un pueblo cristiano, católico, la distancia entre los más ricos y los más pobres se ha acentuado en los últimos años gracias a la implementación de planes económicos de tendencia neoliberal. El Tratado de Libre Comercio no ha ayudado a los más pobres y ha dañado mucho al campo mexicano y a los campesinos, provocando el aumento de emigración. Dentro de este contexto neoliberal, se ha agudizado la concentración de la riqueza en pocas manos, y ha aumentado la corrupción, el narcotráfico y otros negocios ilícitos, la violencia y el desempleo… El desarrollo de la comunicación y, sobre todo, la avalancha de información disponible a través de los medios masivos, nos presentan un panorama social cada vez “más opaco, complejo y fragmentado”, donde ya no se percibe el “sentido” que da unidad a la vida y al comportamiento individual y social. En medio de tanta información, el individuo pierde el sentido de su vida. El mundo se vuelve incomprensible, y “la información transmitida por los medios sólo nos distrae… o aumenta la ansiedad de quien percibe que está en un mundo opaco y que no comprende” (Aparecida 38). 2 Por último, también a nivel mundial han aumentado las relaciones de violencia, sobre todo con la llamada “guerra contra el terrorismo”. Varias de las naciones más poderosas, bajo el liderazgo de los Estados Unidos, han puesto en marcha políticas y estrategias de dominación imperial violenta. En este contexto de globalización, “podemos ver, con la mirada de fe, el rostro humillado de tantos hombres y mujeres de nuestros pueblos y, al mismo tiempo, su vocación a la libertad de los hijos de Dios, a la plena realización de su dignidad personal y a la fraternidad entre todos” (Aparecida 31). Evangelizar es defender y promover la dignidad humana Somos discípulos de Jesucristo para evangelizar, él nos llamó para anunciar su buena nueva a través de nuestro apostolado. Nos dice el apóstol san Pablo: “¡Ay de mí si no evangelizara!” (I Cor 9, 16). El Documento de Aparecida nos dice que evangelizar es trabajar por la dignidad humana de “quienes sufren”. ¿Quiénes son los más necesitados de defensa y promoción de su dignidad de hijos de Dios? ¿Cuáles son los destinatarios prioritarios de nuestro apostolado? En el No. 65, el documento nos da una lista de personas con las que y por las que debemos hacer nuestro apostolado: - Comunidades indígenas que no son tratadas con dignidad… Muchas mujeres excluidas en razón de su sexo, raza o pobreza… Jóvenes que no pueden estudiar ni encontrar un trabajo digno… Pobres: desempleados, migrantes, campesinos sin tierra, trabajadores de la economía informal… Niños y niñas maltratados y explotados… Víctimas del aborto. Portadores de enfermedades graves como tuberculosis, sida… Ancianos rechazados, considerados incómodos e inútiles… Presos y víctimas de la violencia… Etc. La globalización no se conforma con explotar u oprimir a estos hermanos, sino que les impone algo nuevo: “la exclusión social. Con ella queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está abajo o en la periferia, sino que se está afuera. Los excluidos no son solamente explotados, sino que ahora son sobrantes y desechables” (Aparecida 65). Frente a estos rostros de Cristo, ante estos hermanos que sufren “sentimos un fuerte llamado para promover otra globalización, que esté marcada por la solidaridad, por la justicia y por el respeto a los derechos humanos” (Aparecida 64). En su tarea de evangelizar, la Familia Paulina, con su variedad de apostolados, “se pone en actitud de servicio al hombre, en el cual ve el rostro doliente de Cristo; 3 escucha sus necesidades e inquietudes… ayuda al hombre a descubrir que Cristo camina con todos los pobres y afligidos del mundo”. La Familia Paulina “se pone en actitud de diálogo, confrontándose con todos, permitiéndoles expresarse, sin prejuicios ni discriminaciones debidas a sexo, raza, partido clase social. Abrimos las puertas de los propios medios de apostolado para que sean el areópago de los tiempos modernos, palestra de debate, para que emerjan las semillas de bien y de honradez que hay en todos… Debemos emplear la estrategia típicamente paulina de Hacerse todo a todos (Flp 2, 7), esto es, adoptar la lógica de la encarnación” (del Doc. “Líneas editoriales, contenidos y destinatarios del Apostolado Paulino). Algunos cuestionamientos ¿Qué canales de información y qué medios de formación continua tenemos y usamos para conocer y analizar nuestra realidad social? ¿Hasta qué punto nos interesamos por conocer los “signos de nuestro tiempo”? A partir de los valores del Evangelio, ¿cómo definimos o describimos la dignidad humana? ¿Por qué el Documento de Aparecida traduce “evangelizar” como “defender y promover la dignidad humana”? Con nuestros medios de apostolado, ¿cómo podemos trabajar a favor de la dignidad humana? ¿Cuáles son los grupos prioritarios de gente que, en nuestro medio, tenemos que conocer y con los cuales tenemos que dialogar para trabajar en bien de su dignidad? Pautas preparadas por el P. Eduardo Rivera, ssp. 4