selección de cachorras de reemplazo de camadas pequeñas

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SELECCIÓN DE CACHORRAS DE REEMPLAZO DE CAMADAS PEQUEÑAS
Tim Safranski
Experto en cría de porcinos a nivel estatal
University of Missouri-Columbia
Teléfono: 573-884-7994
En el escenario actual de la producción porcina, el productor comercial cuenta con
numerosas fuentes de abastecimiento de cachorras de reemplazo. Este artículo está dirigido a
quienes seleccionan al menos parte de las cachorras en función de la producción en granja,
por ejemplo en los casos en que las cachorras provengan de la fase rotacional de un sistema
de cruzamiento rotativo terminal o en los puntos de compra de las hembras abuelas (hallará la
explicación de estos sistemas en las páginas G2310 y G2311 de la Guía de MU).
Tradicionalmente, los productores comerciales se han inclinado por producir las
cachorras de reemplazo en granja. Si bien los principios que han regido la selección de
cachorras siguen vigentes -las cachorras de reemplazo deben tener una estructura fuerte con
un mínimo de 12 ó 14 pezones aptos, etc.- algunas ideas podrían modificar sus
procedimientos de selección.
Es importante tener presente que el cambio genético se produce en respuesta a la
selección y puede acumularse en el transcurso del tiempo en la progenie. Sin embargo, esta
acumulación está ausente en las piaras comerciales que incorporan stock de reemplazo.
Lamberson (1988) demostró claramente este principio; consideremos, por ejemplo, al
propietario de un tambo que posee vacas Holstein promedio. Para obtener la máxima
producción de leche este productor decide escoger vaquillonas de reemplazo exclusivamente
de vacas superiores. Supongamos, además, que este tambero no aprecia las diferencias de
razas y decide comprar semen a su cuñado que cría Hereford. En la primera generación, las
vaquillonas de reemplazo serán en un 50% Hereford. Incluso si se seleccionan hijas de vacas
de máxima producción, la progenie en la siguiente generación será ¾ Hereford y así
sucesivamente, de modo que el productor lechero ordeñará vacas Hereford. En las piaras
comerciales se observa un fenómeno similar, y el hecho es que la mejora genética a largo
plazo está en manos de quienes proveen los animales de reemplazo.
El desempeño fenotípico no depende totalmente de la constitución genética. En su
expresión más simple diríamos que fenotipo = genotipo + ambiente + interacción genotipo x
ambiente. En el caso de un productor comercial de porcinos esto en realidad complica el
escenario en comparación con el ejemplo del productor del tambo. Es un hecho ampliamente
aceptado que los cerdos con una estructura genética similar criados en camadas pequeñas se
desarrollan más rápidamente que los criados en camadas numerosas. Ello se verifica al menos
en el grado en que la producción de leche limita el crecimiento de los lechones. Se genera así
un conflicto ya que las cachorras de reemplazo normalmente se seleccionan de las camadas
más numerosas en un intento de incrementar el mérito genético. ¡Recuerde que esta selección
no es acumulativa en las granjas comerciales!
Desde 1976, se informó el desempeño reproductivo de las cachorras criadas en
camadas estandarizadas de seis o 14 (Nelson y Robison). Como era previsible, los lechones
de las camadas menos numerosas pesaron más a los 14 días (450 g [1 libra]) y en el destete a
los 56 días (4,500 kg [10 libras]). Posteriormente las cachorras se engordaron y aparearon; las
procedentes de camadas más pequeñas produjeron 1,01 óvulos más en la ovulación y 1,2
embriones más a los 25 días de gestación. Aunque sólo se pudo lograr que pariera un escaso
número de estas cachorras, la diferencia numérica persistió en la cantidad de nacidos vivos.
Aparentemente el estrés nutricional y ambiental previo a los 56 días de edad tuvo efectos
adversos en la reproducción subsiguiente.
La producción de óvulos a lo largo de la vida del animal se establece antes de los 40 días de
edad.
En 1985 se dio a conocer un estudio similar (Van der Steen) en el que las camadas se
estandarizaron en seis o 12 lechones antes del destete a las cinco semanas. También se
informaron ventajas de peso en el destete para las cachorras criadas en las camadas menos
numerosas (de casi 2,300 kg [5 libras]), mayor peso uterino y mayor cantidad de nacidos
vivos.
Un informe danés (Jorgenson, 1989) evaluó los registros de una granja de
investigación e incluyó una amplia gama de valores de tamaños de camadas. El análisis
comprobó que las cachorras que presentaron mayor peso al nacer parieron camadas mayores,
y las que presentaron mayor peso en el destete tuvieron pariciones más numerosas, mayor
cantidad de nacidos vivos y destetados desde su primera camada. Los datos sugieren que una
diferencia de casi 1 kg (2,2 libras) en el peso de las cachorras de tres semanas se tradujo en
una diferencia de 0,2 a 0,3 nacidos vivos en sus primeras camadas subsiguientes. En otras
palabras, una cachorra que haya pesado unos 8 kg (18 libras) a las tres semanas parirá
aproximadamente medio lechón nacido vivo más en su primera camada que una de
constitución genética similar que haya pesado 6,350 kg (14 libras) a las tres semanas de edad.
La consideración conjunta de los dos puntos de este trabajo (es decir, la no
acumulación de selección genética dentro de las piaras comerciales y los efectos ambientales
negativos de las camadas numerosas en la reproducción subsiguiente) sugiere un cambio de
nuestras ideas tradicionales sobre la selección de cachorras en granjas comerciales. Esto NO
se aplica a las granjas de producción donde no se acumulan los cambios genéticos derivados
de la selección.
Entre las opciones que podría considerar un productor comercial se incluyen la
selección de cachorras de camadas menos numerosas (hasta diez lechones) o la cruza para
mejorar el ambiente materno de las potenciales cachorras de reemplazo. Ello sería posible
amontonando capones y algunas cachorras en camadas más numerosas dentro de las 24 horas
de su nacimiento. También podría ser beneficiosa la selección de cachorras más grandes
dentro de camadas más numerosas. Si bien las diferencias pueden no ser notorias en la
productividad general de piaras, estos puntos son dignos de consideración.
Referencias
Jorgenson, J.N. 1989. The Influence of Maternal Effects on Litter Size in pigs. Acta Agric.
Scand. 39:421-429.
Lamberson, W.R. 1988. Dissemination of Genetic Change Through the Swine Industry,
págs. 5364 in Proceedings of the National Swine Improvement Federation Conference
and Annual Meeting.
Nelson, R.E. y O.W. Robison. 1976. Effects of Postnatal Maternal Environment on
Reproduction of Gilts. J. of Animal Science 43:71-77.
Van der Steen, H.A.M. 1985. Maternal Influence Mediated by Litter Size During the
Suckling
Period on Reproduction Traits in Pigs. Livestock Production Science 13:147158.
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