TEORIA CUANTITATIVA VS - Fundación Buenos Aires XXI

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Teoria Cuantitativa vs. Teoria Cualitativa de la Moneda
Prof. Carlos Alberto Ragonesi
Prefacio
El dinero es a la economía como la sangre es al cuerpo humano. Cuando a un
individuo le falta sangre su organismo se debilita y, por ende, se encuentra
imposibilitado de desarrollar las funciones para las cuales fue creado. En esos
casos necesita de una transfusión.
Los síntomas de debilidad de una
economía a la que le falta dinero, se denomina recesión, necesita por lo tanto,
de una impresión de billetes.
Si a un individuo le sobra sangre, es menester extraerla para que su organismo
funcione correctamente.
Si a una economía le sobra dinero, es preciso
retirarlo de la circulación para evitar que los precios enfermen de inflación.
Silvio Gesell, pionero de la moneda inconvertible, estudiando el acontecer
económico de la Argentina de fines del siglo XIX y principios del XX dijo, entre
otras verdades, que los problemas económicos que plantea un país pueden
ser reducidos a saber manejar una prensa (máquina impresora) y un horno. La
prensa se necesita para imprimir la cantidad de papel moneda inconvertible
que se precisa para alimentar adecuadamente a la economía evitando su
recesión y el horno para quemar los billetes sobrantes impidiendo de esta
forma que se genere inflación.
Introducción
El objetivo de este trabajo es comparar los postulados y definiciones de dos
teorías monetarias. Una de ellas la cuantitativa, de varios siglos de antigüedad
y puesta en práctica por la mayoría de los países del mundo, apunta al estudio
de los efectos que producen los agregados monetarios en función de la
cantidad o abundancia que de los mismos existe en una comunidad. La otra, la
cualitativa, de reciente aparición en la década del ochenta, en el siglo veinte,
cuyo autor es Walter Beveraggi Allende, tiene como norte explicar los
fenómenos económicos atendiendo a la calidad direccionada de la emisión
monetaria. En síntesis, cantidad vs. calidad, es la clave inteligible del presente
trabajo.
Desde el siglo XVIII hasta la Gran Depresión de 1930/34, los procesos
económicos mundiales dirigidos desde una ortodoxia clásico-liberal no sufrieron
grandes alteraciones significativas. La teoría cuantitativa de la moneda reinó
pacíficamente en todo ese largo período, con sus proposiciones de neutralidad
monetaria y un prudente manejo de la tasa de interés.
La Gran Depresión 1930/34 produjo alteraciones sustantivas en los procesos
económicos mundiales. Como consecuencia de este acontecer económico, se
desató una violenta recesión con cierre de comercios, quebrantos bancarios y
desocupación en grado elevado.
La caída vertical de los precios
retroalimentaba la espiral deflacionaria y la tasa de interés cercana a cero,
resultó impotente para impedir el descenso de los mismos, lo cual alertó al
economista John Maynard Keynes a esbozar su renovador enfoque neoliberal: La solución al problema de la deflación debe provenir del gasto público,
decía Keynes, (aún a expensas del abultado déficit presupuestario) destinado a
reactivar al sector privado a través del efecto multiplicador que se genera en
toda la economía, con el impacto que provoca la inversión pública que
retroalimenta a los demás sectores.
Ej. una obra pública que se inicia
demanda acero, madera, cemento, género para vestir los obreros y alimento
para su subsistencia y disminuye la desocupación. A su vez, cada una de
estas industrias nombradas con más el salario pagado a los obreros que
ejecuta la obra pública, genera un efecto retroalimentador en cascada o
multiplicador de la economía revitalizando sus fibras financieras y la
rentabilidad de las empresas. El efecto de demanda de bienes y servicios hace
subir los precios equilibrando el sistema.
Keynes se preocupó de solucionar los problemas de caída de precios en un
contexto deflacionario post crisis mundial. Poco o nada dijo cuando el
problema era al revés, es decir dentro de un marco inflacionario. En ese
sentido Keynes no cuestionó la teoría cuantitativa, sino que, dentro de sus
postulados, sugirió imponer algunas modificaciones correctoras que permitieran
solucionar los problemas que se estaban presentando en la economía. Su
aporte más valioso fue atacar la deflación con el incremento del gasto público y
su aporte menos valioso fue que dejó intacta a la tasa de interés, no
descubriendo que en ella se encerraba el cáncer destructor de la
economía.
El monetarismo impulsado por Milton Friedman aparece promediando la
década de 1950 con planteos que no difieren de los que poseía la teoría
cuantitativa, pero critica la política fiscal de Keynes, reafirmando la necesidad
de estabilizar el contingente monetario, dejando librado a la oferta y demanda
de dinero la evolución de las tasas de interés.
Walter Beveraggi Allende establece en su libro “Teoría Cualitativa de la
Moneda” que el rasgo común a todos los enfoques derivados de la teoría
cuantitativa y a la vez distintivo de su teoría cualitativa, es el de proponer en
todos los casos y en última instancia, la confrontación global de la masa
monetaria por una parte, y la suma de bienes y servicios (o transacciones entre
ellos) por la otra. A lo largo del análisis dentro del cual nos vamos a introducir,
demostraremos de qué forma la teoría cualitativa de Walter Beveraggi Allende,
logra demostrar las falacias e incongruencias de la teoría contraria, la que
debería aplicarse para corregir los desvíos que produjo su antecesora.
Teoría Cuantitativa de la Moneda
La teoría cuantitativa de la moneda, explica los fenómenos económicos de
aumentos o disminuciones de precios a través de la cantidad de moneda que
existe en el mercado. La abundancia del metálico genera inflación y la escases
del mismo genera deflación. Los más altos exponentes de esta teoría fueron
David Hume, Irving Fischer, Thomas Tooke, Aftalión, Alfred Marshall, Knut
Wicksell , Ralph G. Hawtrey, Alvin Hansern y John Maynard Keynes.
La concepción monetaria que primó en la opinión de los economistas de hace
dos siglos a esta parte fue la idea cardinal de la neutralidad monetaria, el cual
es un derivado necesario de la teoría cuantitativa de la moneda. Dicha
concepción se afirma en la siguiente ecuación matemática:
P =
M
Q
Donde:
P = Precios
M = Moneda
Q = Bienes y servicios
La estabilidad de los precios (P), depende de que el manejo del caudal
monetario (M) o cantidad de moneda existente en el mercado sea igual al
caudal de bienes y servicios (Q). Esto significa que, dado que la moneda es
directamente proporcional a los precios (por estar en el numerador de la
fracción), cualquier aumento o decremento de la cantidad de ésta, se
direcciona inevitablemente al aumento (inflación) o decremento de los precios
(deflación). Y si los bienes y servicios (que están en el denominador de la
fracción) aumentan, entonces bajarán los precios, lo cual los hace actuar
como inversamente proporcional a los mismos reduciéndolos y, a la inversa, si
los bienes y servicios decrecen, los precios aumentarán.
Dentro de este contexto, actúa una herramienta reguladora que se encuentra a
disposición de los Bancos Centrales del mundo y de los sistemas financieros
en general: la tasa de interés. A la cual, el sistema cuantitativo la hace
funcionar de la siguiente forma: Si los precios aumentan, entonces debe
aumentar la tasa de interés, para seducir a la gente a no gastar su dinero en
consumo y colocarlo en bancos con altos rendimientos. Con la baja en el
consumo, la teoría cuantitiativa desea enfriar la economía evitando la
demanda de bienes y servicios, provocando iliquidez secando la plaza
financiera y quitándole al sistema económico su sangre regeneradora: el
dinero.
La escases de dinero impide el incremento de los precios. Por el contrario la
caída de la tasa de interés libera fondos bancarios hacia la plaza comercial, se
produce un exceso de liquidez y se retroalimenta la espiral inflacionaria por la
abundancia de medios de pago. Como corolario o síntesis de este análisis
bien se puede afirmar que, el sistema cuantitativo de la moneda regula los
desfasajes monetarios mediante la tasa de interés. Un exceso de moneda (M)
sobre los bienes y servicios (Q) genera inflación y lo inverso genera deflación,
ambas posturas representan una enfermedad monetaria, la cual se remedia
con la tasa de interés y con el control de la emisión.
Por lo tanto, en base a lo establecido en los párrafos anteriores, el pensamiento
cuantitativo, establece que, si queremos evitar la inflación es necesario evitar el
exceso de los medios de pago con relación a la cantidad de bienes y servicios
y, para evitar la deflación hay que evitar la disminución de los medios de pago
con relación a la cantidad de bienes y servicios
.
El Monetarismo
La teoría monetarista deviene de la teoría cuantitativa de la moneda. Su
principal exponente fue Milton Fiedman el que califica a su planteo monetarista
(en forma exagerada a mi entender) como de contrarrevolución en teoría
monetaria. Su análisis, efectuado al promediar la década del cincuenta en
pleno siglo XX, parte del planteo efectuado por Irving Fischer, el cual responde
a la siguiente ecuación matemática:
M.V=P.T
Donde:
M=
V =
P=
T=
Moneda
Velocidad de circulación de la moneda
Precios
Transacciones
La cantidad de moneda multiplicada por la velocidad de circulación, resulta
equivalente a los precios multiplicados por la cantidad de transacciones.
En dicho análisis, la velocidad de circulación es un factor tan extremadamente
estable que se acerca a una constante. Con esta última aclaración, el
monetarismo pretende estudiar los fenómenos económicos recurriendo a un
viejo modelo perimido e ineficaz, en el cual, para simplificar y entender su
análisis, hace abstracción de algunas variables que necesariamente se
encuentran presentes en la economía. Acercar a cero el valor de la circulación
monetaria puede resultar un exceso de simplicidad, y los excesos de
simplicidad, al igual que las abstracciones, desfiguran los modelos económicos
alejándolos de la realidad.
Los postulados fundamentales del monetarismo se pueden resumir en los
siguientes conceptos:
1) Existe una relación consistente entre el incremento de la cantidad de
moneda y el incremento del ingreso nominal (este ingreso no es medido
en bienes, sino en moneda).
2) La relación establecida en el punto anterior no se verifica en forma
inmediata. Es decir que, un incremento de la cantidad de moneda hoy,
no se manifiesta inmediatamente en el crecimiento de ingreso nominal,
sino que es necesario esperar un lapso más o menos largo para que el
ingreso nominal acuse el impacto del incremento monetario. Dice Milton
Friedman que lo que ocurre con el dinero hoy, determina lo que ocurrirá
3)
4)
5)
6)
7)
con el ingreso en el futuro (aproximadamente el tiempo de espera es de
6 a 9 meses).
La modificación de la tasa de crecimiento del ingreso nominal se
manifiesta primero en las cantidades de producto producidas y luego en
los precios. Pero una vez que el efecto llega a los precios y se ha
disparado la inflación, resulta muy difícil detenerla. En los hechos un
incremento en la cantidad de moneda puede demorar entre 12 y 18
meses su traslado a los precios.
De lo expuesto en los puntos anteriores, se deduce que el incremento
de los precios o inflación, se produce exclusivamente como
consecuencia del incremento de la cantidad de moneda circulando. En
una palabra, la inflación para Milton Friedman es un fenómeno
monetario.
El gasto fiscal puede o no ser inflacionario. Si es financiado por la
impresión de billetes es inflacionario, pero si es financiado por la
recaudación tributaria o por empréstitos no lo es.
El efecto inicial de un cambio en la cantidad de moneda influye sobre los
precios de los activos existentes en lugar de influir sobre el ingreso.
Esta proposición se contradice con la del punto 3.
Un incremento monetario afecta a las tasas de interés, disminuyéndolas
al principio, pero luego, en una segunda instancia aumentándolas como
consecuencia del incremento del gasto y la estimulación de la inflación,
lo cual hace incrementar la demanda de créditos empujando a las tasas
hacia arriba.
En síntesis, para el sistema monetarista la inflación es un problema
exclusivamente y fundamentalmente monetario y su tasa de crecimiento
depende de la tasa de crecimiento de la moneda que exista en el mercado, sin
importar para sostener esta conclusión, qué sucede con el crédito bancario, a
qué valor pueden trepar las tasas de interés o qué sucede con el gasto fiscal.
El pensamiento monetarista puede resumirse en la simplificación de ver a la
inflación como el origen de todos los males económicos y al control de la
emisión monetaria como el único recurso capaz de derrotarla. La herramienta
adicional que se utiliza en esa contienda es la regulación de la tasa de interés.
Cuando hay inflación se eleva la tasa para evitar que el consumo retroalimente
al sistema inflacionario y cuando hay deflación, se baja para que suceda el
efecto inverso.
Efectos Prácticos de la Aplicación de la Teoría Monetarista
El Monetarismo en la Argentina
Desde su nacimiento y hasta la segunda guerra mundial, la economía argentina
transitó, relativamente,
por un tranquilo sistema de fluidez monetaria,
crecimiento del producto interno, bajo nivel de desocupación, baja tasa de
interés y acumulación de reservas internacionales.
En 1956 Raúl Prebisch decide atender necesidades financieras del gobierno
retirando $ 10 mil millones del sector privado y transfiriéndoselos al sector
público, con restricción crediticia hacia aquél sector y achicamiento de la
economía por la vía de la astringencia monetaria, olvidando que lo que
realmente vale en economía es el sector privado productor de bienes y
servicios y sostenedor del sistema público a través de los impuestos.
Asimismo, siguiendo la más fiel de las conductas monetaristas, se abstuvo de
financiar los déficits públicos con emisión de moneda nacional y los cubrió con
divisas inaugurando un nuevo ciclo de endeudamiento externo, el cual había
quedado en cero cuando en julio de 1947, el gobierno pagó totalmente la
deuda externa argentina.
El denominado “Proceso de Reorganización Nacional”,
que desde lo
económico comandó José Alfredo Martínez de Hoz, aplicó en forma ortodoxa
la receta monetarista, a tal punto que Milton Friedman llegó a reconocer, en el
entonces ministro de economía argentino, a uno de sus mejores discípulos.
Los puntos más salientes de la receta monetarista aplicada en el plan de
Martínez de Hoz fueron:
1) Altísimas tasas internas de interés que tuvieron dos efectos: a) Ingreso
del capital golondrina dolarizado, que cambiaba sus dólares por pesos,
no para colocarlos en actividades productivas, sino para obtener alta
rentabilidad financiera especulativa, la que, al amparo de la tablita que
aseguraba el valor del dólar a futuro, embolsó sus ganancias en pesos,
transformándolas en dólares y retirándolas del país antes de la debacle.
b) Traslado de las altas tasas de interés pagadas por los préstamos
solicitados, hacia los costos de producción, incrementando de esta
forma la inflación, no ya de demanda de dinero, sino de costos.
2) Fuerte ajuste de tarifas de servicios públicos que elevaron los costos
internos de producción y encarecieron el costo de vida.
3) Elevada presión impositiva, sobre todo al capital productivo al par que se
otorgaron liberalidades fiscales al capital financiero.
4) Liberalización del comercio exterior con liberalización del control del
movimiento de capitales externos. Reducción inadecuada de aranceles
que permitió importar de todo, incluso aquello que no necesitábamos,
cuya consecuencia fue la destrucción casi total de la industria nacional.
5) Restricción del crédito bancario (fiel a la consigna monetarista de que el
crédito y la emisión enferman a la moneda con inflación), provocando
inusitadas manifestaciones de iliquidez y ayudando a empujar las tasas
hacia arriba, retroalimentando el sistema descripto en 1.
6) Transformación de lo que hasta ese momento era una economía
productiva, en una economía financiera, en la cual se enriquecieron
unos pocos bancos internacionales y se marginaron miles de obreros
con conflicto social y desocupación crecientes.
7) Manutención de abultados déficits fiscales, los cuales eran financiados
con deuda externa, lo cual fue el comienzo de la estrategia monetarista
para poner al país de rodillas ante los organismos financieros
internacionales, condicionando el futuro de varias generaciones de
argentinos.
El Monetarismo en Otros Países
En los Estados Unidos y en Inglaterra, el monetarismo ha influído con el
mantenimiento de altas tasas de interés con el pretexto de subvencionar la
alicaída balanza de pagos.
En el caso especial de Inglaterra , la
sobrevaluación de la libra esterlina que dificultó el comercio exterior por el
encarecimiento que producía en las exportaciones, no hizo reaccionar las
fibras de los sostenedores del sistema, los que obsesivamente continuaban el
recetario monetarista.
En España, los depósitos bancarios no se aplicaron a financiar el crecimiento
del sector privado, sino que fueron dirigidos casi exclusivamente a sufragar el
déficit público a través préstamos que el sector financiero le hizo al Estado
español a altas tasas de interés y riesgo cero.
En síntesis, en ningún lugar del mundo la receta monetarista ha resuelto los
problemas que decía venía a solucionar, antes bien los efectos de tales
medidas han provocado el efecto contrario, es decir, más inflación, más
recesión y más desocupación.
Teoría Cualitativa de la Moneda
Walter Beveraggi Allende es el padre de esta singular teoría, la que se
encuentra en el camino opuesto de la cuantitativa. En su libro denominado “La
Teoría Cualitativa de la Moneda” dicho autor sostiene que el valor del dinero,
depende en una economía monetaria, esencialmente de “cuál fue el destino
productivo con que dicho dinero fue insertado en la economía, antes que
de la relativa abundancia o escasez del mismo, respecto del cúmulo de
bienes y servicios que aquél dinero (o moneda) tiene por objeto
inmovilizar en todo género de transacciones y en su carácter de
intermediario en los cambios”. En síntesis lo primordial no es la abundancia
o escasez de moneda (cantidad), sino el destino cualitativo que diera origen a
la emisión monetaria (calidad). No obstante, el autor no desconoce la
importancia que la cantidad de moneda tiene en el mantenimiento de una
economía sana, en su relación con la cantidad de bienes y servicios que se
pueden comprar con esa moneda, pero desea destacar que el protagonismo
de las condiciones básicas de un sistema económico, se encuentran en la
calidad o direccionamiento hacia lo productivo, antes que en la cantidad de la
emisión monetaria estudiada en forma global. Dicho en otros términos, dentro
del concepto cualitativo, se encuentra ínsito el concepto cuantitativo.
La teoría cualitativa también toma como punto de partida en su análisis al
cociente “moneda / bienes y servicios” para establecer el nivel de precios, pero
en lugar de hacer un análisis global del cociente, realiza innumerables análisis
parciales de emisiones direccionadas al sector público y al privado. Dentro de
este último la teoría establece un análisis de emisión necesario para satisfacer
las demandas monetarias del subsector textil, otro para las demandas del sub
sector metalúrgico, etc.
El error fundamental de la teoría cuantitativa y del monetarismo es que en
la ecuación de precios, donde impera el cociente “moneda / bienes y
servicios”, se le ha dado importancia exclusiva al factor moneda que
impera en el numerador, olvidando totalmente la existencia del factor
bienes y servicios que impera en el denominador.
Como consecuencia de lo manifestado en el párrafo anterior, el cuantitativismo
necesita de una tasa de interés elevada para frenar la expansión de la
demanda monetaria y, de esta forma, evitar la inflación, no advirtiendo que el
exceso de tasas de interés por los préstamos que solicitan los productores, se
traslada indefectiblemente a los costos, transmutando el origen de la inflación
que originalmente era de demanda de dinero, en una inflación de costos
retroalimentando el sistema inflacionario y originando ingentes transferencias
de fondos del capital productivo hacia el capital financiero improductivo, lo cual
vuelve a transformar nuevamente la génesis inflacionaria, dado que de una
inflación de costos pasamos a una inflación estructural, por la ineficiencia que
posee el capital industrial por hacerse presente como variable macroeconómica
productora de bienes en su afán de dejar paso libre al capital financiero
totalmente improductivo y especulativo.
En cambio, el cualitativismo necesita de una baja en la tasa de interés para
liberar fondos en el mercado privado de capitales productivos. De esta forma,
el dinero líquido y barato, al aplicarse a factores productivos, tiende a
incrementar el denominador de la ecuación de precios, es decir: los bienes y
servicios, logrando entonces contrarrestar la emisión monetaria y volviendo a
equilibrar el sistema de precios. El efecto resulta más pronunciado, cuando
elegimos cuál es el sector privado-productivo que necesita ser atendido con el
direccionamiento de la calidad de moneda.
Dice Walter Beveraggi Allende textualmente: “La posición cualitativa es no
solamente alentar la producción de bienes y servicios a través de las bajísimas
tasas de interés, sino particularmente por la mejor selección de destino de los
incrementos monetarios, en función de la cualidad o propósito productivo de los
mismos”.
Causa Real del Efecto Inflacionario
La inflación no se genera (tal como así lo entienden los monetaristas) por el
exceso de masa monetaria por sobre la existencia física global de bienes y
servicios, sino que se genera por la ausencia de equilibrio en la
distribución poblacional entre el trabajo productivo y el improductivo.
Toda la población necesita consumir para poder subsistir. Algunos integrantes
de esa población no producen. Entre los que producen, es menester distinguir
los que ofrecen bienes y servicios esenciales y los que ofrecen bienes y
servicios accesorios. Se denomina bienes y servicios esenciales, a aquellos
que la actividad económica no puede prescindir, so pena de quedar paralizada
o insatisfecha en lo necesario e insustituíble
para la vida humana.
Concretamente nos referimos a alimentos, tejidos, metales, papel, lapiceras,
productos electrónicos, transportes, etc. En pocas palabras, los denominados
servicios esenciales, poseen las siguientes características:
a) Deben ser demandados, es decir que debe haber alguien que quiera o
necesite tenerlos y que esté dispuesto a dar a cambio de ellos otra
mercancía.
b) Para que se produzca tal demanda, es necesario que sea útil al
comprador, pues de lo contrario no se paga nada por ella.
Los bienes y servicios accesorios son los que surgen como producto de la
ocupación poblacional en sistemas administrativos públicos o privados,
controles, logística, asesoramiento, actividades políticas, etc. Dado que la
producción de esta clase de bienes carece de valor o, por lo general posee un
valor económico muy reducido, la financiación monetaria dirigida a esta clase
de bienes y servicios queda esterilizada y comienza a generar inflación.
La inflación de precios se genera cuando el equilibrio distributivo poblacional
se rompe y la producción de bienes y servicios accesorios se privilegia por
sobre los esenciales.
La razón de este aserto es muy simple. Los bienes y servicios que toda la
población necesita consumir son los esenciales y no los accesorios. Ergo la
demanda de los consumidores hace presión sobre los productores de bienes y
servicios esenciales que con su esfuerzo mantienen a toda la economía. Vg.
Una población puede prescindir de un empleado público cuya función es poner
sellos en un papel para habilitar un trámite burocrático, pero esa misma
población no puede prescindir del productor de alimentos, so pena de morirse
de hambre. El productor de alimentos es esencial, el empleado administrativo
público o privado es accesorio.
Si en una economía la producción de bienes y servicios accesorios representan
por ejemplo el 90 % del producto bruto nacional y la producción de bienes y
servicios esenciales el 10 % restante, la inflación sería galopante, porque todo
el conjunto poblacional pujaría por comprar los bienes y servicios escasos que
representan ese 10 %. En cambio, si fuera a la inversa y los bienes esenciales,
además de ser abundantes estarían bien distribuídos, es decir, equitativamente
repartidos, no sólo no habría inflación, sino que toda la población gozaría de
una economía de bienestar.
Esto mismo explicado en términos técnicos significa que el exceso de
financiación del sector público en detrimento del sector privado, produce una
transferencia de fondos del sector productivo (privado) hacia el sector no
productivo (público). La expansión indefinida de la demanda de bienes que
realiza el sector público por exceso de financiación dirigida hacia ese sector y
las altas tasas de interés, presiona sobre el sector privado, el que, por
deficiencia de financiación, no puede producir cantidades inmensas de bienes
y servicios demandados por el sector público improductivo y responde
entonces elevando los precios de los pocos productos que produce.
Esto que se acaba de explicar en el párrafo anterior, no es otra cosa que la
encerrona monetarista y cuantitativista que, protegiendo a su teoría del dinero
con un halo científico, esconde sus verdaderos propósitos al servicio del capital
financiero. La inflación estructural obtenida gracias al sobredimensionamiento
del sector público y las altas tasas de interés que impiden al sector privado
responder con bienes y servicios, garantiza científicamente a la inflación y al
desempleo. Y si a ese condimento le agregamos la actividad especulativa del
sistema financiero que crea dinero de la nada, no nos debería sorprender que
nuestras economías estén tan mal.
Queda pues al descubierto que los déficits continuos y estructurales del
Estado, como consecuencia, no del financiamiento de obras públicas, sino del
gasto improductivo, el cual no se permite financiar con fondos nacionales, sino
con endeudamiento externo, ha formando parte integrante de la estrategia
monetarista para perpetuar la inflación y el desempleo y, de paso, crear las
condiciones permanentes de una economía sujeta a la dependencia externa.
El Efecto Espejo o el Verdadero Valor del Dinero
El pueblo es el único dueño del dinero y el Estado lo emite y lo distribuye por
cuenta y orden de aquél a través del presupuesto nacional, para lo cual no
necesita endeudarse, ni con el Banco Central del propio país, ni con
organizaciones públicas o privadas nacionales o extranjeras, reconociendo
como UNICO costo: el de su impresión por la Casa de la Moneda de la Nación.
El dinero es papel y tinta, por lo tanto no puede ser una riqueza en sí mismo,
sino la representación de esa riqueza. Es decir que, el dinero es el reflejo de la
riqueza. En eso consiste el efecto espejo. Cuando observamos nuestra propia
imagen en un espejo creemos que nos estamos viendo a nosotros mismos.
Pero esa imagen no somos nosotros, es una mera ilusión física de nuestro
sentido óptico. Esa imagen carece de pensamiento y voluntad. Ella no podría,
por un acto de su propia voluntad, tomar la decisión de apartarse de nuestra
visión, sencillamente por la razón de que ella no se encuentra capacitada para
tomar decisiones. La imagen es un mero reflejo. Si confundimos ese reflejo
con la existencia real de la persona que se refleja en el espejo, nos estaríamos
engañando a nosotros mismos. De la misma manera, podemos decir que el
dinero es la imagen de los bienes y servicios productivos o esenciales
(observar las palabra “productivos o esenciales”, las cuales fueron puesta ex
profeso) que existen en una economía. La cualidad metafísica de la existencia
de la riqueza recae en esos bienes y servicios y no en la imagen que ellos
proyectan sobre el dinero, el cual carece de entidad ontológica propia, porque
dicha entidad la recibe de los bienes y servicios que refleja.
Supongamos dos economías diferentes. En una solo existen bienes y servicios
productivos, pero no existe el dinero. En la otra existe sólo dinero pero sin
bienes y servicios productivos. La primera de esas economías tendrá acero,
alimentos, tejidos, logística y todo lo necesario para la vida. Es muy probable
que subsista gracias al trueque.
La segunda condicionará su existencia al
hecho que los habitantes aprendan a alimentarse y a vestirse con papel y tinta.
Esto es a comer dinero (cuyo componente químico de la tinta es un veneno) y
a cubrir sus cuerpos con billetes (lo cual dudo que los abrigue del frío).
A veces es necesario, a los fines didácticos, llevar los ejemplos al extremo
burdo, pueril y fantasioso para comprender que vivimos engañados y le damos
al dinero el valor del principal, cuando en realidad no tiene ni siquiera el valor
de lo accesorio.
En base a lo expuesto y gracias al efecto espejo se puede concluir que, en una
economía el dinero carece de suficiente entidad como factor fundamental de la
riqueza. La entidad la poseen los bienes y servicios productivos y su correcta
y justa distribución entre los factores que componen los mismos.
El dinero sólo sirve como herramienta simplificadora del intercambio. Lleva y
trae valor, pero no lo posee en sí mismo, sino que refleja el valor de los bienes
y servicios productivos para facilitar el canje y evitar el fastidioso y engorroso
trueque.
De acuerdo entonces con la teoría cualitativa del dinero de Walter Beveraggi
Allende, el direccionamiento del mismo hacia las actividades productivas que el
país necesita desarrollar, es causa y consecuencia de su emisión. El dinero
no es un bien en sí mismo, el Estado debe emitirlo, controlarlo y direccionarlo
cuando falte y recogerlo y quemarlo cuando sobre. Si quemamos dinero, sólo
estaremos incinerando papel y tinta y nada malo sucederá (Silvio Gesell).
Pero si quemamos los bienes (Vg. Toneladas de trigo) estaremos condenando
al hambre al país. El efecto espejo destruye las consecuencias espúreas de la
creación del dinero mediante el anatocismo y los encajes bancarios, pues esa
creación es el fiel reflejo de NADA, porque no existen bienes ni servicios
productivos que la respalden y den origen a una imagen
Conclusiones sobre la Confrontación de Ambas Teorías
Las teorías cuantitativas y monetaristas, han desconocido el denominador de la
ecuación P= M/Q. Han realizado todos sus estudios en función del numerador
(M), analizado como oferta global de dinero, ignorando que se puden aplicar
incrementos a las cantidades de bienes y servicios (Q), lo que hace bajar la
inflación, ayudado, incluso, por una reducción de la tasa de interés.
El cualitativismo le ofrece protagonismo a la cantidad de bienes y servicios (Q)
a través de un direccionamiento estratégico de la emisión monetaria (M), sin
perder de vista la medición de esa emisión. Dicha emisión (cantidad) se
encuetra comprendida (ínsita) en el concepto cualitativo del direccionamiento
(calidad).
El monetarismo no advierte que el aumento de la tasa de interés se traslada a
los costos empresarios, transformando lo que en principio era una inflación de
demanda monetaria en una inflación de costos, la que, una vez disparada,
es mucho más difícil de parar que la primera.
Una baja en la tasa de interés, acompañada de una asignación dirigida de los
préstamos bancarios hacia los sectores productivos más necesitados desde el
punto de vista estratégico del desarrollo nacional, según la teoría cualitativa,
ayuda a producir mayor cantidad de bienes y servicios por aplicación de los
préstamos a promover el recambio tecnológico. La mayor oferta de bienes
obtenida mediante este sistema controla la inflación.
El monetarismo tampoco advierte que la sobrefinanciación del sector público
(improductivo) se realiza sobre la desfinanciación del sector privado
(productivo), lo cual reduce la cantidad de bienes y servicios esenciales (Q) y
retroalimenta la espiral inflacionaria debido a la ineficiencia del sector privado
para ofrecer bienes por falta de financiación adecuada.
El cualitativismo asigna el crédito bancario en función de las necesidades
productivas del sector privado, aconsejando al sector público a mantener su
eficiencia en el control del gasto para evitar solicitar financiamientos que
pongan en peligro el equilibrio.
La estrategia monetarista favorece al capital financiero y especulativo teniendo
como único sector beneficiado a la alta banca y los grupos financieros
internacionales en detrimento del sector productivo, PyMe(s) y población en
general.
La estrategia cualitativista hace crecer la producción y prepara la economía
para el desarrollo del paso siguiente: la equitativa distribución de la riqueza.
En Síntesis:
El cuantitativismo combate la inflación con un decremento de agregados
monetarios y un aumento de la tasa de interés, lo cual provoca astringencia
monetaria, enfriamiento de la economía, recesión y desocupación.
El cualitativismo, en cambio, combate la inflación con el mejoramiento de la
liquidez direccionada en forma estratégica, disminuyendo la tasa de interés
para facilitar la liquidez de las transacciones y el acceso al crédito, lo que
provoca un incremento de bienes y servicios que evita la elevación de los
precios, sin perder de vista el control econométricamente adecuado de la
emisión monetaria.
El efecto espejo desmistifica la importancia que el mundo capitalista le atribuye
a los agregados financieros, negándole entidad ontológica y le devuelve a los
bienes y servicios esenciales su cualidad valorativa.
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