Recurso Extraordinario:

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Recurso Extraordinario:
Sentencia arbitraria: casuística; accidentes de trabajo; responsabilidad de la aseguradora de riesgos del trabajo;
procedencia.
1 – Si bien los agravios relacionados con la atribución de responsabilidad de la aseguradora de riesgos
del trabajo, remiten al examen de cuestiones de hecho, prueba, y derecho común, materia ajena –como regla y
por su naturaleza– a la instancia del art. 14 de la ley 48, ello no resulta óbice para admitir el recurso, cuando se
ha omitido dar un tratamiento adecuado a la controversia de acuerdo a los términos en que fue planteada, el
derecho aplicable y la prueba rendida, y por tanto el pronunciamiento no constituye un acto judicial válido (Del
dictamen de la Procuradora Fiscal de la Nación).
2 – Toda vez que el a quo ignoró cuestiones esenciales atinentes a la responsabilidad por omisión de
la ART al responder genéricamente, a los agravios concretos de la recurrente y a su vez, se remitió al voto de la
minoría sentado en el caso “Soria”, sin hacerse cargo de los serios fundamentos que sostuvieron los jueces que
integraron la mayoría en el sentido que no corresponde eximir de responsabilidad a la ART en los términos del
art. 1074 del cód. civil, basado exclusivamente en descartar la relación de causalidad entre el daño y la
conducta de aquélla en la observancia de sus obligaciones, sin efectuar el previo examen de las circunstancias
de hecho propias de la causa y agotándose en conclusiones no precedidas de demostración alguna, corresponde
dejar sin efecto el fallo (Del dictamen de la Procuradora Fiscal de la Nación).
3 – Atento el carácter eminentemente fáctico de la responsabilidad en el infortunio laboral, no puede
entenderse que la ausencia de motivación de la sentencia quede saneada por la remisión a precedentes que
conciernen a otros litigios (Del dictamen de la Procuradora Fiscal de la Nación). R.S.
CS, marzo 26-2013. – P., A. M. c. La Holando Sudamericana Compañía de Seguros S.A. y otro
s/accidente acción civil.
Dictamen de la Procuradora Fiscal ante la Corte:
La sala VIII de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo –CNAT– confirmó la sentencia de primera
instancia en cuanto declaró la inconstitucionalidad del art. 39, primer párrafo, de la Ley de Riesgos del Trabajo
(LRT nº 24.557) y admitió el reclamo de indemnización por accidente de trabajo con fundamento en normas de
derecho común condenando solidariamente a la empleadora y a la Aseguradora de Riesgo de Trabajo en los
términos del contrato de seguro. Respecto de esta última –y lo que es materia de debate– rechazó la demanda
con fundamento en el art. 1074 del Código Civil, decisión que motivó el recurso extraordinario federal de la
actora cuya denegación dio origen a la queja en examen (v. fs. 718/722, fs. 648/655 y fs. 662, fs. 730/745 de
los autos principales que se citarán en lo sucesivo; y fs. 89/93 del cuaderno respectivo).
Para así decidir, el a quo –en síntesis y en lo que interesa– sostuvo que ni aún la omisión total de los deberes
relacionados con la prevención de los accidentes de trabajo podría ser calificada como tal, ya que su estricto
cumplimiento no hubiera evitado el siniestro. Agregó que no se debe confundir la responsabilidad
administrativa por omisión de un comportamiento debido, sancionable en el marco de la ley especial, con la
responsabilidad civil genérica, que requiere, para su operatividad, la concurrencia de una relación de causalidad
material entre el hecho o acto y el resultado, también material, lesivo para el sujeto pasivo.
Asimismo, se remitió a los votos en minoría de los jueces Lorenzetti y Fayt en el precedente “Soria” (Fallos
330: 1550) afirmando que la Corte no fijó doctrina interpretativa de la Constitución Nacional en un caso regido
por el derecho común, pues afirma que dicho tribunal anuló una sentencia de segunda instancia por
arbitrariedad y las consideraciones doctrinarias del dictamen al que adhirió son, según su parecer, obiter dicta.
Recordó su voto en la causa “Rivera” y señaló que dicho fallo fue confirmado por la Corte (Fallos 325:3265).
Por último, concluyó, la responsabilidad de la aseguradora no debe exceder de la asumida al contratar el
seguro, salvo que incurra en un comportamiento dañoso subsumible en alguno de los subsistemas de la relación
de responsabilidad por ilicitud, daño, relación causal y factor de imputación legal, que –según su particular
criterio– no se perfilan en el caso.
III. En el remedio federal la aclara se agravia, con sustento en la doctrina de la arbitrariedad, porque la
sentencia del a quo vulnera las garantías constitucionales de propiedad, de defensa en juicio y el derecho al
debido proceso (art. 17 y 18 de la Constitución Nacional). Dice que la sentencia impugnada fundamenta su
decisión remitiéndose de manera dogmática a un precedente cuyos antecedentes no guardan relación con las
presentes actuaciones y sin contar con elementos que lo relacionen con los hechos debatidos en la presente
causa. Afirma que el accidente se produjo con la intervención de la escalera propiedad de la demandada que no
contaba con los elementos de seguridad que se requieren para ser una herramienta de trabajo segura, pues el
daño ocurre en momentos en que dicha escalera se cerró, por no tener los elementos de seguridad adecuados
(tacos pertinentes que impidieran ese movimiento). Asevera que dicha circunstancia pudo haber sido evitada si
la ART hubiera cumplimentado las visitas periódicas de control exigidas por las normas de la LR:, a saber: el
plan de acción, la evaluación de riesgos existentes, evolución e implementación de medidas correctivas.
Destaca el informe técnico del cual se desprende que dicho control no fue ejercida durante la fecha en que
ocurrió el accidente (año 2004) ni tampoco en los años 2001 y 2005, además de detectarse incumplimientos,
que la ART reconoce que existieron, y que no fueron denunciados a la Superintendencia de Riesgos del
Trabajo. Reflexiona que la sentencia impugnada se sustenta en la desestimación de la relación de causalidad
entre la conducta omitida por la ART y el daño causado (incapacidad física del 25% de la t.o. y por estrés
postraumático del 10% de la t.o.), sin analizar las circunstancias fácticas concretas de la causa, basándose en
conclusiones no precedidas de demostración alguna y remitiéndose a pronunciamientos anteriores y opiniones
minoritarias, sin aclarar el nexo que mediaria con la causa decidida en esta oportunidad.
IV. En primer término, cabe señalar que si bien los agravios relacionados con la atribución de responsabilidad
de la aseguradora de riesgos del trabajo, remiten al examen de cuestiones de hecho, prueba, y derecho común,
materia ajena –como regla y por su naturaleza– a la instancia del artículo 14 de la ley 48, V.E. también tiene
dicho que ello no resulta óbice para admitir el recurso, cuando se ha omitido dar un tratamiento adecuado a la
controversia de acuerdo a los términos en que fue planteada, el derecho aplicable y la prueba rendida, y por
tanto el pronunciamiento no constituye un acto judicial válido (doctrina de Fallos 311: 1656, 2547; 317:768,
entre otros).
En efecto, el a quo señala genéricamente que “…ni aún la omisión total de cumplimiento de deberes
relacionados con la prevención de los accidentes de trabajo podría ser calificada como tal, ya que su estricto
cumplimiento no hubiera evitado el siniestro...” (v. fs. 720, punto IV), argumento que carece de respaldo con
los hechos probados en la causa, pues se formuló de manera genérica sin contenido fáctico vinculado con los
sucesos que culminaron en el daño sufrido por el trabajador.
Además el juez de grado tuvo en cuenta que la escalera, como herramienta de trabajo, debe ser segura y sobre
la base de la declaración de los testigos destacó que la caída del actor se produjo porque la escalera se cerró,
pues no contaba con los elementos de seguridad adecuados para evitarlo, transformando dicho instrumento en
una cosa riesgosa o viciosa en los términos del art. 1113 del Código Civil (v. fs. 651). Dicho extremo, motivó
que la parte actora recurriera el fallo con fundamento en el art. 1074 de dicho cuerpo normativo, al no haberse
tratado la responsabilidad por omisión de la ART en el marco de su incumplimiento de las obligaciones que le
imponen los arts. 4 y 31 de la LRT. Máxime cuando surgía del expediente que no se había tenido en cuenta el
informe del perito técnico que informó que fue discontinuo el seguimiento y control del Plan de Acción
implementado por la aseguradora. Además del informe del experto surge que dicho control no se realizó en
diferentes períodos y, precisamente, en el transcurso del año (2004) en que ocurrió el accidente (v. fs. 308).
También que la evaluación periódica de los riesgos existentes efectuada, en los tramos en que concurrió a la
empresa no se advierte que se vinculen con la mencionada escalera (v. fs. 284/305). A estas circunstancias
relevantes se suma la falta de constancias que respalden si efectivamente la ART realizó las denuncias
respectivas ante la Superintendencia de Riesgos del Trabajo, las que fueron negadas, a pesar del requerimiento
del perito técnico (v. fs. 337).
Estos elementos de la causa que el a quo ignoró al responder genéricamente, sin ningún análisis concreto
referido a las circunstancias del caso, a los agravios concretos de la recurrente (v. fs. 689vta.l691). A su vez, se
remitió al voto de la minoría sentado en el caso “Soria”, ya citado, sin hacerse cargo de los serios fundamentos
que sostuvieron los jueces que integraron la mayoría en el sentido que no corresponde eximir de
responsabilidad a la ART en los términos del art. 1074 del Código Civil, basado exclusivamente en descartar la
relación de causalidad entre el daño y la conducta de aquélla en la observancia de sus obligaciones, sin efectuar
el previo examen de las circunstancias de hecho propias de la causa y agotándose en conclusiones no
precedidas de demostración alguna. Además, atento el carácter eminentemente fáctico de la responsabilidad en
el infortunio laboral, no puede entenderse que la ausencia de motivación de la sentencia quede saneada por la
remisión a precedentes que conciernen a otros litigios (Fallos 330:1550).
Es del caso añadir que esta Procuración General tuvo oportunidad de expedirse en un precedente similar, en el
antecedente citado por el a quo, “Rivero”, en sentido contrario (Fallos: 325:3265). Es más, sobre el punto
también se manifestó en los dictámenes en autos: S.C. P. nº 661, L. XXXVII, “Ponce, Ricardo Daniel c.
Ferrosider S.A. y otro”; del 10 de marzo de 2004; y S.C. P. nº 1819, L. XXXIX; “Pesaresi, Walter D. c.
Cooperativa de Agua y Luz de Pinamar s/accidente”, del 30 de septiembre de 2004; a cuyos términos cabe
remitir, en lo pertinente, por razón de brevedad.
V.E. puntualizó, en el caso “Soria” (Fallos 330:1550), que de no seguirse la línea señalada, se incurriría en un
apartamiento palmario del derecho aplicable (art. 1074 C.C.), al consagrar una suerte de exención de
responsabilidad civil, absoluta y permanente, de las ART respecto de sus obligaciones en materia de
prevención de los riesgos del trabajo, pues uno de los objetivos que caracteriza a la ley 24.557 y su decreto
reglamentario 170/96, es reducir la siniestralidad laboral a través de la prevención de los riesgos, a lo que se
suma haber emplazado a los entes aseguradores, entre otros sujetos, como obligados a adoptar las medidas
legalmente previstas para prevenir eficazmente dichos riesgos (Fallos 330:1550). Finalmente, para la correcta
solución del caso, cabe agregar lo dicho por V.E. en el precedente “Torrillo” (Fallos 332:709, considerando 8º).
Concluyo, entonces, que el fallo no constituye una derivación razonada del derecho vigente con arreglo a las
circunstancias del caso, por lo que, al afectar las garantías constitucionales invocadas, corresponde
descalificarlo sobre la base de la doctrina de la arbitrariedad, máxime cuando la interpretación del a quo se
limita a un análisis parcial y aislado de los diversos elementos de juicio, pero no los integra ni armoniza
debidamente en su conjunto (Fallos 303:2080, 311:112, entre otros).
Por todo lo expresado, opino que V.E. debe hacer lugar a la queja y al recurso extraordinario, dejar sin efecto la
sentencia apelada, y mandar a que se dicte una nueva ajustada a derecho. Buenos Aires, 27 de diciembre de
2011. – Marta A. Beiró de Gonçalvez.
Buenos Aires, 26 de marzo de 2013.
Vistos los autos: “Recurso de hecho deducido por la actora en la causa Pacheco, Antonio Manuel c. La
Holando Sudamericana Compañía de Seguros S.A. y otro, s/accidente acción civil”, para decidir sobre su
procedencia.
Considerando.
Que la sala VIII de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo confirmó la sentencia que había condenado
a La Holando Sudamericana Cía. de Seguros S.A. dentro de los límites del aseguramiento frente a un reclamo
basado en el art. 1074 del Código Civil, por juzgarla responsable solo en el marco obligacional de la ley
24.557. Contra ello, la parte actora interpuso el recurso extraordinario que, al ser desestimado, dio origen a la
queja en examen.
Que los agravios planteados encuentran respuesta en el precedente de esta Corte “Torrillo” (Fallos: 332:709), a
cuyos fundamentos corresponde remitir, en lo pertinente, en razón de brevedad.
Por ello, y lo concordemente dictaminado por la señora Procuradora Fiscal, se hace lugar a la queja, se admite
el recurso extraordinario y se revoca la sentencia apelada con los alcances indicados, con costas (art. 68 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación). Hágase saber, agréguese la queja al principal y,
oportunamente, devuélvase a fin de que se dicte un nuevo pronunciamiento con arreglo al presente. – Carlos S.
Fayt. –Enrique S. Petracchi. – Juan C. Maqueda. – E. Raúl Zaffaroni. – Elena I. Highton de Nolasco (en
disidencia). – Carmen M. Argibay (en disidencia).
Disidencia de la señora vicepresidenta doctora doña Elena I. Highton de Nolasco y de la señora ministra
doctora doña Carmen M. Argibay:
Considerando:
Que el recurso extraordinario, cuya denegación dio origen a la presente queja, es inadmisible (art. 280 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación).
Por ello, se desestima la queja. Hágase saber y, oportunamente, archívese. – Elena I. Highton de Nolasco. –
Carmen M. Argibay.
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