0_04_12_08Imputacion Objetiva

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Concepto de la Teoría de Imputación Objetiva:
a) Según Eugenio Raúl Zaffaroni: “Es el intento de
reemplazar el dogma causal por el aumento del riesgo”.
Solo
se
puede
responsabilizar
al
autor
si
su
comportamiento provoca un aumento del riesgo más allá
del riesgo permitido.
Este criterio no solo prescinde del concepto ontológico
de la conducta valiéndose de uno normativo, sino que
prescinde de la causalidad misma.
El derecho penal ya no se apoya sobre la categoría del
ser, parece que el legislador ha logrado su máxima
omnipotencia” (Eugenio Raúl Zaffaroni, “Teoría del
delito”, Ed. Ediar, 1973).
b) Según Gladys Romero, “la relación de causalidad no es
sino el límite mínimo pero no suficiente para atribuir
un resultado. Comprobada la causalidad natural se
requiere además verificar: 1) Si la acción ha creado un
peligro (riesgo) jurídicamente desaprobado para la
producción del resultado y 2) si el resultado producido
es
la
realización
del
mismo
peligro
(riesgo)
jurídicamente desaprobado por la acción. Ambos puntos de
partida son deducidos del fin de protección de la norma
penal” (Gladys Romero, “Casos de derecho penal”).
c)
Según
Creus:
“Este
mecanismo
de
corregir
la
causalidad natural para reducirla a una causalidad
jurídico-penalmente relevante recibe hoy la denominación
“teoría de imputación objetiva”, intentando purificar la
cuestión de la causalidad en la teoría del delito, de
peso
demasiado
grande
procedente
de
criterios
naturalísticos para centrar la atención sobre su
verdadero sentido jurídico-penal de atribución de un
resultado, común factor de responsabilización”. Esta
teoría (Honig y Roxin) nada tiene de novedoso, trata de
exponer, quizá, con mayor precisión “la teoría de la
adecuación típica” (Carlos Creus, “Derecho penal, parte
general”, Ed. Astrea, 1988).
e) Enrique Bacigalupo afirma con relación a la Teoría de
la imputación objetiva: “Esta teoría que tiende a
imponerse ampliamente en la actualidad es consecuencia
de la teoría de relevancia. Su punto de partida es el
reemplazo de la relación de causalidad por una relación
elaborada sobre la base de consideraciones jurídicas y
no naturales” (“Manual de derecho penal”, Ed. Temis,
1996).
f) Günther Jakobs define la imputación objetiva diciendo
que es el reparto de responsabilidades para establecer a
quien pertenece el suceso lesivo, por haberlo creado o
haber permitido que tuviera lugar (María Gabriela López
Iñiguez, “Teoría de la Imputación Objetiva en el derecho
penal actual”, Orden Jurídico Penal, 1999).
La imputación objetiva y el delito imprudente:
La Teoría de la Imputación Objetiva se vincula en su
origen al delito imprudente (culposo).
Surgió precisamente pata limitar el ámbito de la
tipicidad en el delito culposo, excluyendo aquellas
conductas descuidadas en las que el resultado producido
por aplicación de principios teleológicos de carácter
normativo deben ser considerados un caso fortuito o
consecuencia del azar.
La relevancia práctica de la Teoría de la Imputación
Objetiva del comportamiento se manifiesta más bien
(aunque no siempre) en el delito imprudente (Jakobs, “La
imputación objetiva en derecho penal”, Ed. Ad-Hoc,
2002).
Sostiene Roxin, que la tipicidad, la antijuridicidad,
y la culpabilidad deben sistematizarse desde el punto de
vista de sus funciones político-criminales.
La función político-criminal del tipo consiste en la
realización del principio de legalidad.
Recaudos de la imputación objetiva:
Según Roxin es necesario para la imputación objetiva,
verificar tres recaudos: 1) Que la acción del sujeto
haya creado un riesgo (peligro); 2)Que ese riesgo sea
jurídicamente desaprobado; 3)Que se haya concretado en
un resultado típico.
Afirma Roxin que el derecho debe limitarse a la
protección de los bienes jurídicos.
La preservación de la norma moral como tal, no es
misión del derecho penal siempre y cuando, mediante
tales comportamientos nadie se vea perjudicado o
importunado en su intimidad. La moral no es un bien
jurídico. Con esta afirmación coincide Zaffaroni. Al
respecto expone:”Desde ningún punto de vista puede ser
la moral un bien jurídico. Distingue lo ético de lo
moral. Lo ético está referido al comportamiento social y
la moral hace referencia a la conciencia individual
(“Teoría del Delito”).
Con la culpabilidad se trata de averiguar si el sujeto
es responsable del hecho cometido y si existen razones
de prevención que justifiquen la imposición de una pena.
Imputación objetiva, versión amplia de Günther Jakobs:
Las ideas funcionalistas de Günther Jakobs, según Paz
M. De la Cuesta Aguado, tienen aceptación en la
Argentina por parte de Sancinetti.
La concepción de Jakobs se relaciona con una visión
funcionalista del derecho penal. Va más allá del tipo
objetivo y se manifiesta en todas las categorías del
delito.
Para Jakobs la Teoría de la Imputación Objetiva se
divide en dos niveles: 1) Por una lado la imputación
objetiva del comportamiento como típico y 2) por otro la
constatación en el ámbito de los delitos de resultado de
que el resultado producido queda explicado precisamente
por el comportamiento objetivamente imputado (Imputación
objetiva del resultado).
En el primer nivel de la
imputación objetiva
(Imputación del comportamiento), Jakobs a través de
cuatro instituciones dogmáticas concreta el juicio de
tipicidad: 1) El riesgo permitido; 2) Principio de
confianza; 3) Prohibición de regreso y 4) Actuación a
propio riesgo de la víctima.
Riesgo permitido:
El riego permitido es para Jakobs el estado normal de
interacción, es decir, como el vigente status quo de
libertad de actuación. El riesgo permitido está y
siempre estuvo presente en todos los ámbitos vitales. No
es hijo de la técnica (Günther Jakobs, “La imputación
objetiva en el derecho penal”, Ed. Ad-Hoc, 2002).
El riesgo permitido es el resultado del cálculo entre
costos y beneficios. La configuración de la sociedad es
el fundamento del riesgo permitido.
Existe el riesgo no permitido cuando el propio derecho
lo define como tal por su peligrosidad concreta o
abstracta.
Principio de confianza:
En cuanto al principio de confianza, Jakobs sostiene
que en los casos de la vida social en que intervienen
varias personas cada una de las que participa debe poder
confiar en que los demás se comportarán de acuerdo al
cuidado debido ya que el otro está sometido al orden
jurídico y tiene el carácter de una persona responsable.
Prohibición de regreso:
Existe una prohibición de regreso cuando se trata de
un comportamiento que de modo estereotipado es inocuo.
Ello no constituye participación.
En la prohibición de regreso se trata de casos en los
que un autor desvía hacia lo delictivo el comportamiento
de un tercero que carece de sentido delictivo.
La prohibición de regreso es la prohibición de
recurrir en el marco de la imputación a personas que si
bien física y psíquicamente podrían haber evitado el
curso lesivo, hubiese bastado la voluntad de hacerlo, a
pesar de la no evitación, no han quebrantado el rol de
ciudadano que se comporta legalmente (Günther Jakobs,
“La imputación objetiva en el derecho penal).
Como regla general se excluye la responsabilidad por
la acusación imprudente de un hecho doloso de otro.
Características de la Teoría de la Imputación Objetiva
Cancio Meliá, sobre las características de la Teoría
de la Imputación Objetiva trae la opinión de distintos
autores entre los cuales destaca las siguientes: a)
Indefinición sistemática de la construcción dogmática;
b) Distancia entre la teoría y la práctica; c) Es un
enorme pulpo con innumerables tentáculos (Manuel Cancio
Meliá, “Líneas básicas de la Teoría de la Imputación
Objetiva”, Ediciones Jurídicas Cuyo, 2001, Pág.24). Un
ejemplo de la mencionada indefinición dogmática es el
siguiente caso: El sobrino que envía al tío millonario
al bosque un día de tormenta, con la esperanza que caiga
un rayo y lo mate, para algunos es un caso de atipicidad
por la aplicación de la teoría de la adecuación social
de Welzel y para otros, como De la Cuesta Aguado es un
caso de falta de acción por faltar la evitabilidad y la
dominabilidad que es esencial en el concepto de acción.
Atribuilidad
Respecto de la Teoría de la Imputación Objetiva David
Baigún dice: “La Teoría de la Imputación Objetiva puede
ser utilizada como correctivo de la insuficiencia de la
adecuación o de la relevancia con el objeto de decidir,
en ciertos casos límite, la verificación de la tipicidad
de los delitos de resultado, mediante ciertos parámetros
de imputación extraídos de la propia norma”. “Debemos
reconocer que la imputación objetiva, amén del papel
correctivo del tipo, sirve de eje a la atribuilidad,
presupuesto
de
la
responsabilidad,
categoría
esta
última, que en el sistema diseñado sustituye a la
culpabilidad”.
Sostiene Baigún, además, en el sistema que propone
para las personas jurídicas: a) que el tipo debe
prescindir del dolo tradicional; b) concibe a las causas
de justificación, en la antijuridicidad, sin el elemento
subjetivo; c) sostiene en su propuesta que: en las
personas jurídicas el conocimiento institucional y la
voluntad
social
solo
pueden
relacionarse
con
el
resultado mediante la imputación objetiva; d) a la
acción de la persona jurídica la denomina acción
institucional.
Concretamente propone un nuevo esquema con dos vías de
imputación en el caso de delitos cometidos por personas
jurídicas: a) una para las personas físicas que la
integra; b) otra para la persona jurídica como unidad
independiente.
En la primera se aplicará el modelo de la teoría
tradicional. En la segunda está la acción institucional
dividida en tres ámbitos: normativo, organizativo y
económico.
Respetando
la
relación
del
mandato
o
prohibición con la naturaleza de la acción institucional
se pueden mantener las categorías institucionales (de la
imputación individual) en relación a los delitos de
comisión, culposos y omisivos.
En la acción institucional la toma de decisión integra
el tipo. Aunque la ejecución sea llevada por terceros
ajenos a la persona jurídica esta tiene el carácter de
sujeto activo. En cuanto a la relación de causalidad no
hay diferencia con el sistema tradicional. La imputación
objetiva es la base sin la cual es imposible construir
la responsabilidad social. El dolo se transforma en
voluntad social dolosa. La voluntad social dolosa es
propia de la decisión institucional no de los individuos
que integran el órgano. La culpabilidad pierde su
sentido pues está ausente el aparato psíquico de hombre
y entonces habrá que recurrir a la responsabilidad como
algo congruente con la estructura del tipo.
En cuanto a la pena a imponer a la persona jurídica
tenemos: la multa; cancelación de la personería;
suspensión parcial o total de su actividad y difusión de
la sentencia. En lo relativo a las medidas de seguridad:
autorización judicial para actos particulares, consejo
de vigilancia especial y auditoría periódica entre otros
medios
(“La
tipicidad
en
el
sistema
de
la
responsabilidad
penal
de
las
personas
jurídicas
denominado doble Imputación”, Cuadernos del departamento
de Derecho Penal y criminología, Nueva Serie, N°1, 1995,
edición homenaje a Ricardo Núñez, de la Universidad
Nacional de Córdoba y Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales, Págs.56/91).
A
los
fines
de
interpretar
correctamente
el
pensamiento de Baigún vamos a exponer cómo conciben el
concepto de atribuilidad, Luis Jiménez de Asúa y Parma.
Jiménez de Asúa afirma: “La culpabilidad a partir de
Roma ha afinado el elemento subjetivo. Es necesario
ratificar
ese
concepto”.
“La
atribuilidad
implica
anteponer un grado preliminar de responsabilidad que no
tiene carácter penal. El estado peligroso requiere
protección,
corrección
para
el
propio
agente
y
aseguramiento para los terceros. La culpabilidad acarrea
la pena, que es ante todo retribución, aunque tenga
fines resocializantes con relación al delincuente e
intimidación en función de la prevención general, para
los demás. La atribuilidad es la responsabilidad lato
sensu de los inimputables a condición de que sean
socialmente peligrosos, responsabilidad que se basa en
la mera atribuilidad. Para ello es necesario partir de
una determinada concepción jurídica y de una condición
psicológica. Es necesario una infracción dañosa, que no
es delito. El delito es un acto típico, antijurídico y
culpable. El hecho que solo es típico y antijurídico es
una infracción dañosa”.
El estado peligroso no es una característica de acto
sino del hombre. El acto típico, antijurídico y culpable
acarrea la responsabilidad penal. El acto con la
característica de tipicidad y antijuridicidad es una
infracción
dañosa
que
lleva
asociada
la
mera
responsabilidad por el acto que por recaer sobre persona
inimputable peligrosa solo permite someterla a una
medida de seguridad.
En las causas de justificación no hay delito, en las
causas de inimputabilidad no hay delincuente, en las
excusas absolutorias no hay pena.
Para que la infracción dañosa pueda atribuirse a un
causante necesita ser de él, proceder de su mismidad.
Pertenecen al agente no solo los actos típicos y
antijurídicos realizados por el enfermo mental, por el
niño, sino los casos en que se comete una infracción
dañosa en situación crepuscular hípnica y en aquellos
casos
en
que
la
conciencia
se
halla
perturbada
cualitativa y cuantitativamente. En estos casos el acto
es inimputable pero atribuible al agente porque procede
de su mismidad. Por el contrario no son suyas las
acciones y omisiones aunque sean dañosas que se causen
por fuerza irresistible de otro, por ajena sugestión o
por mandato hípnico, los actos reflejos, los actos
instintivos, los actos de absoluta falta de conciencia,
el sueño, el sonambulismo. “Por ser suya por pertenecer
a su psiquismo, por proceder de su mismidad son
atribuibles
al
enfermo
mental,
al
niño,
a
los
inimputables en general, sus actos lesivos de bienes
jurídicos o de interés de la comunidad y se lo
atribuimos en vista de consecuencias jurídicas. En
efecto con la atribuilidad de la infracción dañosa
producida por acción u omisión de la mismidad del
causante se ha hecho posible construir jurídicamente las
consecuencias de tales actos: la medida de seguridad ya
sea con fines de enmienda o curación”. Si un niño o un
demente realizan un acto típico y antijurídico (hurtar)
esa acción pertenece al niño o al demente porque procede
de su mismidad. El acto es inimputable pero atribuible
al niño o al demente.
Cuando hay responsabilidad pero no responsabilidad
penal por no haber culpabilidad, existe atribuilidad
(Jiménez de Asúa, “Tratado de Derecho Penal”, 2°
edición, Tomo V, Ed. Losada SA, Págs.30/38).
Por su parte Carlos Parma dice, citando a Maurach:
“Por atribuilidad de una acción debe entenderse la
constatación de que, mediante, la comisión de su acción
típica y antijurídica, el autor no se ha comportado en
correspondencia
con
las
exigencias
del
derecho”
(“Culpabilidad, lineamientos para su estudio”, Ediciones
Jurídicas Cuyo, 1997, Pág.125).
Para Maurach la atribuilidad es un juicio de disvalor
pero no de reproche, pues el juicio de reproche solo
puede hacerse a aquel de quien pueda esperarse que se
conduzca normalmente.
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