ANTROPOLOGIA de la crisis - Universidad de Montevideo

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Antropología de la Crisis
por Alejandro Cid – Profesor de Economía, Universidad de Montevideo - 26 de noviembre de 2008 – El
Observador (newspaper)
¿No habían dicho que no habría más crisis, que estábamos cerca del fin de la historia?
¿Y el progreso sin fin? ¿No se habían acabado los ciclos económicos? ¿No era el
mercado financiero el mejor ejemplo de equilibrio y eficiencia por transparencia y
rapidez de información? ¿No tenían riesgo cero las colocaciones en instituciones de
nombres ingleses con más un siglo de vida?
Ir a las raíces
Me comentaba un amigo: “¡cuánto hemos aprendido de las crisis tan cercanas!”.
¿Aprendimos?. Veamos que nos dice Robert Fogel1, premio Nobel en Economía:
“creo muy necesario que los economistas tomen en cuenta los procesos dinámicos de
largo plazo a través de un estudio de la historia. Descubrir los acontecimientos
pasados demanda una importante inversión en tiempo y esfuerzo, y afortunadamente
este gasto lo han hecho los historiadores económicos. El que elabora teoría económica
necesita comprender lo que han descubiertos aquellos. Un conocimiento superficial de
los descubrimientos de los historiadores económicos es por lo menos tan peligroso
como un conocimiento superficial de la teoría”.
Animal Spirits
Se prevé una ola reguladora que, en el pensamiento de muchos, va a construir unas
estructuras que establecerán de manera definitiva el “bien”.
Esto es una utopía, es ignorar la libertad humana. En el hombre conviven los más altos
ideales con las tendencias rastreras: ganas de cambiar el mundo y brotes de egoísmo;
preocupación por los demás y codicia; momentos de lucidez y errores e ignorancia,
racionalidad, pasiones, hábitos y sentimientos… En consecuencia, hay que tener en
cuenta aquello de un buen amigo: “la libertad debe ser conquistada para el bien una y
otra vez”. Por supuesto que hay que mejorar los ordenamientos de la sociedad –
constituyen la estructura de incentivos- pero, por si solas, las estructuras no bastan.
Hace falta que cada hombre busque el bien, generación tras generación (menuda
tarea...).
Lo siento, pero lamento decirte que…
La economía es una ciencia inexacta, pero no porque los economistas trabajen mal o
estudien poco, sino porque su objeto de estudio es la acción humana, que es libre. Y
libertad implica no determinación (es imposible una previsión perfecta en el ámbito de
las decisiones humanas). Si sostenemos que la libertad tarde o temprano conduce al
equilibrio, paradójicamente “estamos afirmando que su mérito radica en lo que
precisamente no tiene de libre”2 (estaríamos frente a una conducta necesaria, no frente a
una elección). Esto hace a la ciencia económica desafiante: la acción humana es como
Fogel, Robert W. “Economic Growth, Population Theory, and Physiology: The Bearing of Long-Term
Processes on the Making of Economic Policy”, American Economic Review, Junio 1994.
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Crespo, Ricardo. 1998. “Las crisis de las teorías económicas liberales”.
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un diamante de mil caras donde uno intenta aproximarse a entenderlo desde distintas
perspectivas. Es un gran reto y una invitación a estudiar más y a trabajar mejor.
Pura matemáticas
Pero no es lo mismo decir que la economía es una ciencia inexacta que decir que las
matemáticas y los modelos no sirven para nada. Las matemáticas y sus modelos son
instrumentos válidos pero no agotan la realidad -¡riquísima!- que estudia la economía
(como no lo hace ningún otro método). Sheila Dow3 muestra la incidencia del álgebra
en dos de las principales publicaciones económicas como son American Economic
Review y Economic Journal: crece desde el 10% en 1930 al 75% en los ‘80. Robert
Lucas4, defendiendo este incremento, señalaba que una de las funciones de los modelos
matemáticos “es proveer de sistemas económicos artificiales, totalmente articulados,
que pueden servir como laboratorios donde las políticas que se piensan implementar
pueden ser testeadas de manera mucho más barata”.
Milton Friedman5, también premio Nóbel, refiriéndose a Walras (uno de los pioneros en
el uso de las matemáticas en la economía), resumía así sus aportes a la ciencia
económica: “traduciendo palabras vagas en formas simbólicas rigurosas, Walras fue
capaz de deshacerse de material irrelevante en los razonamientos, demostrar que
algunas afirmaciones comúnmente aceptadas eran mutuamente contradictorias y
especificar las condiciones bajo las cuales algunas afirmaciones eran válidas”. Ya se ve
que las matemáticas tienen virtudes, y proveen de un lenguaje y un marco para
organizar las ideas. Pero también se necesitan ideas.
Volver a los clásicos
Lionel Robbins6, director durante una década del Financial Times y emblemático
profesor de la London School of Economics (LSE), afirma: “...debemos estar
preparados para estudiar no sólo los principios económicos y la economía aplicada;
debemos estar preparados para estudiar también muchas otras disciplinas. Debemos
estudiar filosofía política. (…) Debemos estudiar historia, la cual, aunque no da reglas
para la acción, dilata nuestro espectro de posibilidades. Debería afirmar, además, que
también debemos estudiar las obras clásicas de literatura, preciosa herencia en la que
se expresan las mejores experiencias y aspiraciones de la raza; un hombre puede
aprender más cosas relevantes al estudio de la sociedad de los grandes dramaturgos y
novelistas que de cien libros de sicología.” En este verano me propongo volver a
Shakespeare…
Dow, Sheila C. 2002. “Economic Methodology: an Inquire”, Oxford University Press.
Lucas, R.1980. “Methods and Problems in Business Cycle Theory”, Journal of Money Credit and
Banking, 12: 696-715
5
Friedman, Milton. “Leon Walras and his Economic System”, American Economic Review, Diciembre
1955.
6
Robbins, Lionel. 1949. “The Economist in the Twentieth Century”, en “Economica”, Mayo 1949.
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