Macarena Brechner Vega Segismundo y Hamlet: entre la acción y la melancolía Una mirada comparada Por Macarena Brechner Vega [email protected] “La vida es una tragedia cuando se la ve en primer plano y una comedia cuando se la mira desde lejos” (Charles Chaplin) “La vida es una comedia, el mundo teatro, los hombres representantes, Dios el autor; a Él toca repartir los personajes y a los hombres representarlos bien” (Quevedo, Epicteto y Focílides en español con consonantes) El objetivo de este análisis es, hacer una comparación entre dos obras, con el fin de dar cuenta del hombre melancólico y las consecuencias que trae la misma en su actuar. Inspirará mi estudio ciertas obras cumbres del pensamiento ingles y español: el drama “Hamlet” (Shakespeare, 1601), y el drama barroco: “La vida es sueño” (Calderón de la Barca, 1635). A su vez me basaré en textos de Freud, como ser “Duelo y Melancolía” como así también “Hamlet o Hécuba” de Carl Schmitt, “Espectros de Marx”, de Jacques Derrida, “la melancolía” de Aristóteles, y “Hamlet un caso clínico”, de Jacques Lacan. Se ofrecen como visibles, en las dos obras principales que condicionan mi estudio, juegos entre la vida-la muerte, el poder del dominante y de los dominados, los homicidios y fratricidios reales, los parricidios posibles, horrores que provoquen la catarsis y finalmente la comprensión y la autorealización. Las obras constituyen una reflexión sobre la precariedad y fragilidad de la vida y del bien. Exponen la finitud de la existencia ante lo impredecible de la muerte. Sin embargo, es en ambas donde se plantea la existencia de un conflicto, en “la Vida es sueño” el conflicto se resuelve bien: el hijo vence al padre. En Hamlet, el conflicto se resuelve mal: el padre, en forma de espectro, termina venciendo al hijo. Es así que queda expuesto el drama, es decir una determinada articulación entre la tragedia y la comedia. Pues quedan entrelazados determinados juegos de palabras cómicos con la irresolución del conflicto y el proceso reflexivo propio del personaje principal, en busca de darle fin. Ambos autores se jactan de utilizar de manera abusiva metáforas, y a su vez una figura típicamente barroca como es el retruécano, (juego de palabras, con ambigüedad intencionada) .Durante toda la obra se dan indeterminaciones en el sentido de las palabras generando la posibilidad de poder leerlas de dos modos diferentes; se habla rebuscado o se juega con el equivoco. Es así que uno de los grandes temas de Hamlet será la palabra y la existencia de desentendidos y confusión. Muchos de estos juegos son utilizados en los momentos de mayor dramatismo, y a su vez esconden tras sí, un sentido político. Queda expuesto, como el lenguaje esta fuera de quicio al no haber acuerdos universales sobre los significados de las palabras (podríamos afirmar que son tragedias del lenguaje). El mismo, constituirá el espacio posible para el malentendido, el engaño y la ambigüedad. Al no haber universalidad del sentido, no hay por lo tanto organización del Estado, un orden hegemónico, ni una Historia oficial (definición 1 Macarena Brechner Vega impuesta a todos y obligatoria, por medio de un contrato); se lucha por la primacía de determinado significado, generando un estado de naturaleza de perpetua guerra de todos contra todos, ya que nadie logra entenderse. Sintetizando, la indecisión en tanto el sentido, determina la imposibilidad de Soberanía. Notemos que en el final de la obra, tras la entrada de Fortinbrás, y su pedido de “sacar los cadáveres”, se da inicio a la Política en términos Modernos (los cadáveres serán condición sine que non, para dar inicio al imperio de la ley). Restaura el orden, (que descasará en la construcción de una versión oficial compartida por todos los sujetos), erigiéndose él mismo, como sujeto soberano y responsable del advenimiento de un sentido unívoco y universal, allí donde no lo había. De este modo, queda demostrado que las alegorías y los retruécanos de las obras, son también reflejo de la indecisión, del caos, y de la fragmentación. “Hamlet, príncipe de Dinamarca”, y “La vida es sueño” se erigen como obras cumbres; (grandes alegorías) que denotan el pasaje “de la teocracia a la polis”1, es decir, denotan la transición hacia el modo de producción capitalista, hacia el Estado Moderno y el imperio de la ley, y hacia la sociedad Burguesa. A su vez, los autores se dan el privilegio de crear “neologismos”, es decir, de inventar palabras: por ejemplo “Segismundeasteis”. Insisto aquí, en las reciprocas influencias y relaciones entre el gran dramaturgo ingles y la literatura española, de ahí que podemos notar las analogías hispano-shakespearianas. Finalmente, no debemos olvidar de decir, que los autores, plantean a la vida y la muerte como dos caras de una misma moneda: todo lo que nace sabe que inevitablemente va a perecer. En el origen de la vida, está la muerte. Para comenzar con el desarrollo del análisis debemos afirmar, que en “la Vida es sueño”, dos temas están estrechamente ligados: el del libre Albedrío y el del conflicto de la existencia humana, entre la realidad y el sueño. Cuestiones las dos, que incentivan al personaje a reducirlo a un estado de perpetua melancolía, y de duda: ¿se encuentra viviendo la realidad, o es simplemente un sueño? Queda desde un principio planteado el conflicto entre la realidad y el sueño, entre la Voluntad de Dios en cuanto al destino de los hombres, y la libertad de toda cadena a la hora de optar actuar acertadamente y elegir libremente. Esto trae a colación, el famoso mito Platónico de la “Caverna”, donde se encuentra el hombre encadenado de pies y manos, de manera que solo logra percibir apariencias a través de las sombras proyectadas en la pared. Incrédulo piensa que esa es la verdadera realidad, sin pensar en lo que le aguarda en el exterior al romper con sus ataduras: “Represéntate a unos hombres encerrados en un especia de vivienda subterránea en forma de Caverna, cuya entrada, abierta a la luz, se extiende en toda su longitud. Allí desde su infancia, los hombres están encadenados por el cuellos y las piernas (…).Detrás de ellos a cierta distancia y a una cierta altura, hay un fuego cuyo resplandor los alumbra, y entre es fuego y los cautivos se extiende un camino escarpado, a lo largo del cual imagina que se alza una tapia semejante al biombo que los titiritero levantan entre ellos y los espectadores y por encima del cual exhiben sus fantoches”(…)2. Gruner, “El estado pasión de multitudes: Spinoza versus Hobbes, entre Hamlet y Edipo”,Ed CLACSO, 2000, Cáp V, Pág 145. 2 Platón, La Republica, Ed. Eudeba,, 1998, Cáp. VII, Pág. 439 1 2 Macarena Brechner Vega “es indudable- proseguí- que no tendrán por verdadera otra cosa que no sea la sombra de esos objetos artificiales”3 La libertad de esas cadenas y su ascenso al mundo real, será un camino tortuoso y doloroso, lleno de “quejas y gritos de cólera”, pero que finalmente logrará darle al hombre una visión verdadera. Me atrevo aquí a decir, que la liberación de las cadenas, en Segismundo (como así también en Hamlet) tendrá por motor, a la misma melancolía y a la duda. Será de este modo un camino tortuoso que los llevará a libertad. Según el psicólogo social y filólogo alemán, Gerhard Maletzke, “todos nos volvemos sentimentales, sensibles, quejumbrosos, al ser privados de nuestras posibilidades de acción…La incapacidad de actuar puede repentinamente provocar la sentimentalidad” Es entonces el hombre una universalidad, una totalidad (incompleta), donde en su interior se encuentra una contradicción entre el deseo de actuar y algo que lo cohíbe cuando llega su hora. La actitud de Segismundo (violenta, colérica y vengativa) suele ser comparada entonces con la de Hamlet shakesperiano. Pero si el rasgo del príncipe de Dinamarca, es el escepticismo y el desencanto, Segismundo no puede dudar de la realidad de la otra vida y ve en la muerte un seguro despertar. Es así que entonces se considerará a la muerte como un despertar para la vida de ultratumba, para la resurrección. Se tomara entonces el concepto de la vida como sueño, del cual se despierta en la Eternidad. Propio del Barroco, el mundo en su totalidad se trasformó en una escena teatral. “El hombre activo de esta época se veía a si mismo sobre un proscenio frente a espectadores, y se entendía a sí mismo y su actividad en la teatralidad de su obrar”.4 Paralelamente, podemos notar que se concibe en ambas obras la alegoría de la vida como una obra de teatro (“El gran teatro del mundo”). Se plantea entonces que: el escenario es el mundo, los actores los hombres, y lo que se representa es la vida. De ser así, existirá cierta semejanza entre esta última y el teatro. Ambos tienen carácter transitorio y dinámico, se ve movimiento y cambios de apariencia. A su vez se dan gusto por los contrastes y los opuestos, la oposición oscuridad y claridad, el lenguaje elevado y el chascarrillo. Queda de esta manera planteada, a la vida como una obra de teatro representada: Segismundo es espectador de los que sucede en el “gran teatro del mundo”. Si lo que sucede es real, o no, se justificara en que el cambie de actitud o persevere en ella. La vida queda así establecida como una comedia, y los hombres los representantes de la obra, Dios será el autor. SEGISMUNDO:”(…)Salga a la anchurosa plaza Del gran teatro del mundo Este valor sin segundo (…)” BASILIO “(…) teatro funesto es, donde importuna Representa tragedias la fortuna (…)” 3 4 Platón, La Republica, Ed. Eudeba., 1998, Cáp. VII, Pág. 440 Schmitt, “Hamlet o Hécuba: la irrupción en el tiempo en el drama.”Universidad de Murcia, 1993. 3 Macarena Brechner Vega Hamlet también tiene una estructura teatral o ficcional del mundo, de la vida y de la verdad. Hay también una fuerte presencia de los verbos: “to be, to play, to show”. HAMLET:”El drama es el lazo En el que atraparé la conciencia del rey” (II, 2, Pág.88) HAMLET:” Esta noche en presencia del rey se representará una pieza Una de cuyas escenas tiene un cierto parecido con las circunstancias De la muerte de mi padre, que ya te he referido” (III; 2, Pág.96) Notamos que en la comedia analizada, existe la influencia de la astrología en la conducción política (es así que se le recomienda a Segismundo que sea humilde, porque quizás su súbito encumbramiento no ocurra en la realidad, sino sea ilusión de un sueño). Siendo Basilio, el rey de Polonia y padre del encarcelado Segismundo, y Hamlet padre, rey de Dinamarca, son quienes representan el poder absoluto del reino en sus excesos y limitaciones, pero también el poder del pater familias. Queda, de esta manera unido el poder paterno al político. De este modo, en ambas obras, serán los padres (ya sea en la forma de espectro o de persona real de carne y hueso) los que se convertirán en custodios del honor y los que determinarán el destino de sus hijos. (No debemos dejar de tener en cuenta, el hondo sentimiento filial experimentado por Shakespeare, al escribir Hamlet, ante la muerte del su padre). El honor y la venganza serán los motores que inician la acción. Es Hamlet, quien no quiere cumplir con la orden de su padre. Citando a Derrida " Hamlet (…) maldice su propia misión, el castigo que consiste en deber castigar, vengar, ejercer la justicia y el derecho bajo la forma de represalias (…)”5 Sus reflexiones éticas lo llevan a la inacción y la duda. Sin embargo, moralmente se ve ante la necesidad de cumplir con el deseo de honor y venganza que clama el espectro. Al final, terminará muriendo por los valores del rey, a pesar de que él mismo, no desee ser lo que su padre le pide; un asesino. En tanto Segismundo, por su parte, no quiere cumplir con los augurios que le dispone el destino y confirma su padre, los desafía, pero con el fin de obrar mejor, “ya que obrar bien es lo importante” SEGISMUNDO dice: “Que estoy soñando, y que quiero Obrar bien, pues no se pierde El hacer bien, aun en sueños. (…)” “Mas, sea verdad o sueño, Obrar bien es lo que importa: Si fuere verdad por serlo; Sino por ganar amigos Para cuando despertemos. (…)” En la modernidad, el conflicto y la lucha política toman como escenario la propia alma del sujeto, haciéndolo dudar. Derrida, Jacques. “Espectros de Marx El estado de la deuda, e l trabajo del duelo y la nueva internacional”, Ed. Trotta, 2003, Pág. 34 5 4 Macarena Brechner Vega En su interior, en el propio corazón atormentado, en la subjetividad dividida y “fuera de quicio”, se presenta una agónica lucha entre sistemas de valores diferentes, como ya hicimos notar en párrafos anteriores. Uno representado por la medievalidad (de sus padres -lo medieval residirá en la concepción barroca del hombre que incluye la confrontación con la muerte y en la moral de la venganza y de la honra-) y por otro lado la modernidad (los hijos). Será un conflicto entre morales antagónicas que llevan a una resolución, como hemos visto, no pacífica (en Hamlet); pacífica (en Segismundo). Rinesi asevera que se plantea “un desquicio moral de las almas, torturadas y escindidas” que llevan a los personajes a tener que “convivir y pertenecer simultáneamente con las dos épocas, los dos mundos”. En Hamlet convivirán de manera tensionada dos roles: el del vengador apasionado y perseverante y el del crítico sagaz, irónico y reflexivo. Es así que podemos observar diálogos internos entre un Hamlet aparentemente loco y uno moralizador y sentencioso. Las consideraremos entonces a dichas obras, tragedias “de los valores” ya que llevan al sujeto a pensar con responsabilidad y eticidad los efectos y consecuencias que trae un hecho tan trágico como la venganza. Y tragedias “de la acción” porque se duda actuar hasta el final de la obras, se peca de pasividad y prudencia, ya que actuar será sinónimo de asesinar… La melancolía El Mito de la melancolía: Popularmente, en el siglo XVII, se creía que era una enfermedad ligada a lo físico. La palabra se ubica por primera vez en dentro de la teoría de los cuatro humores o Humorología, explicando que la melancolía no es un estado psíquico de desanimo ante los fenómenos de la existencia, sino mas bien algo que puede situarse en algún lugar de la estructura del cuerpo y que es el resultado de la sangre estropeada por la bilis y la flema. Esto se va a manifestar en: falta de apetito, desaliento, insomnio, malestar, accesos de ira, creando así una disposición anímica .En esta teoría, la melancolía, surge de los movimientos anormales de la bilis y de su color negruzco. Se formularon entonces, modos para resolverlo, prevenirlo o curarlo por ejemplo a través de operaciones o sangrías. Aquellos aquejados por esta enfermedad se caracterizan por ser personas obsesivas, que por momentos desprecian la vida, y anhelan la muerte. Subsumidos bajo una profunda tristeza, física o moral, quien la padece no siente gusto, placer ni diversión. Son de caracteres astutos, iracundos, tímidos, tristes, industriosos y geniales. El tema remonta a Aristóteles. Es en el problema XXX donde queda relacionada la genialidad con la melancolía. Será él mismo, quien sostenga que éstos son seres extraordinarios, que no se comparan con el común de los mortales y que pueden llegar a ser geniales. El melancólico es extraordinario por que tiene una disposición natural a la concentración reflexiva. Es una estructura misma del genio creador; como motor para la acción pero también como límite, como posesión de un deseo y, a la vez, la incapacidad de satisfacerlo. Retorna entonces a la problemática de la primera relación libidinal con la persona amada real o ideal ( la madre, en el caso de Hamlet o la libertad, en el caso de” La vida es sueño”) 5 Macarena Brechner Vega ” ¿Por que los hombres excepcionales, en la filosofía en la política, o en las artes, son ostensiblemente melancólicos, algunos al grado de padecer males provocados por la bilis negra? (Aristóteles De la melancolía; problema XXX, El genio y la melancolía) “muchas de esas personas padecen trastornos de resultas de esa clase de mezcla en el cuerpo; algunas tienen solo una clara tendencia natural a esas afecciones, pero, por decirlo brevemente, todas son, como ya se ha dicho, melancólicas por constitución. Para descubrir el por qué hemos de empezar sirviéndonos de una analogía; es manifiesto que el vino, tomado en gran cantidad, produce en todos los hombres unas características muy semejantes a las que atribuimos a los melancólicos” (Aristóteles De la melancolía; problema XXX, El genio y la melancolía) Sin embargo, y por su parte Platón también plantea el tema y afirma: “Pues si las flemas ácidas y saladas de este o sus humores amargos y biliosos, vagan por el cuerpo sin encontrar salida exterior, ruedan de un lado al otro y mezclan el vapor que expiden con la revolución del alma, de modo que dan lugar a múltiples enfermedades (Platón, Timeo Pág. 247e) Del mismo modo, encontramos definiciones de la melancolía como problema clínico que desemboca, por un lado, en la idea actual de depresión. El psicoanálisis, por cierto, acepta los melancólicos, ya que nunca se engañan. Freud afirmará que la melancolía plantea diversas formas clínicas. Se caracteriza por “un estado de ánimo profundamente doloroso, una cesación del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de todas las funciones y la disminución de amor propio,”6 o sea que existirá un empobrecimiento del yo. El sujeto se reprocha amargamente, se insulta y se acusa a sí mismo, delira en la espera de cierta repulsa o castigo, se considera indigno de toda estimación, se humilla frente al otro y se siente incapaz de rendimiento valioso, por lo que se considera moralmente condenable. Compadece a los que se ubican en su alrededor por estar ligados a una persona tan despreciable. Con respecto a esto y justificando lo anteriormente afirmado, Freud dirá “Que esta valoración de si propio, es análoga a la que el príncipe Hamlet se aplicaba y aplicaba a todos los demás”. Tiene el deseo de comunicar a todos sus defectos, como si en el hecho de rebajarse, encontrara satisfacción. Atormenta a los que ama, por medio de la enfermedad (o en Hamlet a través de su supuesta locura) y se refugia en la misma como modo de no tener que demostrar directamente su hostilidad y su odio. El sujeto melancólico extiende su autocrítica al pasado, se empequeñece, se percibe como un ser egoísta, deshonesto, carente de ideas, incapaz de amor y preocupado siempre por ocultar sus debilidades. A esta caracterización tan extrema se la completa con insomnio, y el rechazo a alimentarse (síntomas propios de Hamlet). Se constituye así, una reacción frente a la perdida real o ideal del objeto amado, es decir que la causa de la melancolía será la misma pérdida. Los reproches con los que el melancólico se abruma corresponden a la otra persona, al objeto erótico ausente. Ante la imposibilidad de canalizar sus reproches (ya que se pierde al ser amado), se ven vueltos contra el propio yo. Queda expuesto entonces, que una parte del yo, se 6 Freud, “Duelo y Melancolía,”Obras completas, Volumen II, ED. Orbis, S.A. 6 Macarena Brechner Vega enfrenta a la otra, y la valora críticamente, como si ésta la tomara por objeto. El yo vueltose hacia si mismo, se humilla y se encoleriza. Se plantea en aquel momento, un conflicto por ambivalencia, siendo el mismo el motor de la duda. Sin embargo, y a pesar de todo, son personas lúcidas y despejadas; son sabios. Esto concuerda perfectamente con la idea aristotélica de melancolía. Los melancólicos encierran dentro de su tristeza, la capacidad de una profunda dicha, que tiene estrecha relación con el conocimiento. En un pasaje culmine de “Duelo y Melancolía”, Freud sintetiza lo anteriormente expuesto refiriéndose a “que al principio existía una elección del objeto, o sea un enlace de la libido a una persona determinada. Por la influencia de una ofensa real o un desengaño, inferido por la persona amada surgió una conmoción de esta relación objetual, cuyo resultado no fue normal, o sea una sustracción de la libido de este objeto y su desplazamiento hacia uno nuevo”. En el caso de Hamlet y en el de Segismundo, la libido libre no fue desplazada y encauzada hacia otro objeto, sino retraída a las profundidades del yo. Segismundo considera como la base esencial de su actitud melancólica: el desengaño. La amargura de un mundo donde las utopías no pueden pasar de ser sueños, lo lleva inevitablemente a un estado reflexivo, de pura intelectualidad e interioridad. A pesar de ello, podemos notar que en el desarrollo de la obra existe, un Segismundo que parece un Hamlet: dudando, buscando el control de su propia fiereza, reflexionando sobre sí mismo y sobre la condición humana. Es así que la melancolía nace cuando nos damos cuenta de la vanidad de nuestra vida, cuando percibimos la inutilidad de los vacuos placeres, cuando el mundo pierde color. Nada nos atrae ya, y todo se vuelve gris. El hombre se transforma en uno hastiado, aburrido, se queda en lo inmediato, y no logra el disfrute, se empobrece en alma y cuerpo y no encuentra salida. Kierkegaard afirma que la melancolía es la” madre de los todos los pecados”, es el “estigma del hombre que no quiere nada ni profunda ni sinceramente”; una enfermedad. Sabemos que para él, la melancolía está sumergida en "el abismo de la profunda desesperación", es decir que el sujeto está desgarrado entre el deseo de absoluto y el objeto inasible que le corresponde. Para salir de esta situación es necesario, “saltar”, entrar en acción, decidir, salir de este estado desesperante, terminar con este estado dubitativo de pura meditación y contemplación. Solo teniendo una pasión, un móvil, un amor, podemos volver al mundo de la posibilidad, de la acción, y de la praxis. Dicho sujeto que es totalidad, busca lo absoluto, la plenitud y al no encontrarlo se melancoliza y decepciona. Es así que el hombre melancólico duda. Con respecto a esto dice Kierkegaard: “la duda es la desesperación del espíritu, la desesperación es la duda de la personalidad (...) La duda descansa en la diferencia, la desesperación en lo absoluto”. En Hamlet y Segismundo la melancolía surge en la extrañeza al padre. Es ante esta situación, que los personajes deben elegir entre ser los inventores y ejecutores de su propio destino, o responder a la voluntad de la figura paterna. Aquí es donde el sujeto decide entre ambas posibilidades, constituyéndose como los dos extremos de la duda. Un ejemplo de ellos es cuando vuelven a prisión a Segismundo, dormido con un veneno (tema recurrente en ambas obras), y tras despertar duda de su experiencia anterior, lo que da pie a Calderón de la Barca a introducir el tema de la vida como un sueño Queda entonces planteado una confrontación y un conflicto entre el mundo interior melancólico y un exterior no melancólico, que lleva a la exacerbación de la 7 Macarena Brechner Vega enfermedad. Se produce un quiebre “psicológico” entre lo endógeno y el mundo que lo rodea, o el cosmos. Sin embargo, Segismundo logra superar la escisión. Ejemplo de ello es cuando en el final de la obra, se supera interiormente, llenando la vida de sentido y decide poner fin a ese estado melancólico dándose para sí mismo, libertad y responsabilidad. Esto lo notamos en frases como: “(…) Y cuando no sea, el soñarlo solo basta, pues así llegue a saber que toda la dicha humana, en fin, pasa como un sueño, y quiero hoy aprovecharla, el tiempo que durare :pidiendo de nuestras faltas perdón, pues de pechos nobles es tan propio el perdonarlas”. Toma finalmente la decisión de "obrar bien”, perdona a su padre y alcanza la tan ansiada libertad, convirtiéndose en un "ser éticamente responsable". En tanto Hamlet, lo somete el deseo de suicidarse, se angustia, duda, lo inunda la incertidumbre, es atormentado por voces que logran ponerlo fuera de sí. Se convierte en un moralizador sentencioso e insoportable, un verdadero “malcontent”. Paralelamente, sufren ambos de confusión en cuanto al tiempo (Hamlet no sabe hace cuanto se produjo la muerte de su padre, y Segismundo no sabe cuanto tiempo fue encerrado en la torre; -en tanto a la ubicación temporo-espacial de su acción, se plantea en un tiempo imaginario-), Se produce un desafío a la linealidad de la obra, el tiempo esta descompuesto, la época deshornada, el mundo fuera de quicio. HAMLET:”Ah, si esta carne tan, tan sólida, Se disolviera y convirtiera en un rocío; O si el Eterno no hubiera establecido Su ley contra el suicidio. ¡OH, Dios, Dios! ¡Que molestas, viciadas, mortecinas e infructuosas Me parecen todas las cosas de este mundo! ¡Cuanta miseria! Es un huerto sin cultivo Y sin desmalezar. Lo fétido y grosero Lo ha invadido. ¡Que se haya llegado a esto! Apenas dos meses lleva muerto, -no, no tanto: ni dos. (…)” Pasemos ahora analizar bajo el supuesto del hombre melancólico el carácter de ambos personajes: Hamlet Hamlet ha sido considerado a lo largo de los siglos un icono de la melancolía. Será Carl Schmitt quien vea oculto tras la fachada de este personaje a Jacobo I. Es así que el moderno mito Europeo hunde sus raíces en la realidad Inglesa de la época. Shakespeare refleja en su drama, su presente histórico; una Inglaterra dividida entre dos estructuras políticas opuestas. Estudios planteaban que la melancolía podía surgir entre los 21 y 40 años, por lo que podemos afirmar que Hamlet, se ubicaría (si contemplamos que en la obra dice tener 30 años, en la escena en el cementerio) en el auge del sentimiento. Debemos notar que en el príncipe, se plantean dos tipo de melancolía, la primera a causa de su padre muerto, y la segunda a causa del desengaño amoroso de Ofelia (melancolía amorosa o erótica). Es así, que busca la soledad y el aislamiento. 8 Macarena Brechner Vega Fenómenos como la ausencia de sueño o la misma locura, ayudan a exacerbar su estado melancólico. HAMLET:”(…)Últimamente, aunque no sé por qué motivo, he perdido por completo la alegría y abandonando todas mis actividades, y mis estado de animo es tan malo que incluso este hermoso sitio, el mundo, me parece un promontorio estéril, que esta bóveda magnífica, el cielo, miradlo, este bello firmamento que esta sobre nosotros, este techo majestuoso cincelado de áureo fuego, pues bien no es para mi otra cosa que un viciado y pestilente conjunto de vapores (…)”( II, 2, Pág.81) “Lo hizo, y mi consejo le dio fruto, Pues, para abreviar, al verse por ella rechazado, Le entró melancolía, después inapetencia, Después insomnio, después debilidad, Después mareos y, siguiendo este declive, La locura que le hace delirar Y que todos lamentamos”. (II, 2 Pág. 77) “El espíritu que he visto Puede ser un diablo,- y el diablo tiene poderes Para asumir un aspecto agradable. Sí, y tal ves quiera, Aprovechando mi debilidad y mi melancolía, Ya que tiene mucho poder sobre los espíritus en este estado, Abusar de mí para dañarme. Quiero tener, para actuar, Pruebas contundentes. El drama es el lazo En el que atraparé la conciencia del rey” (II, 2, Pág.88) Dividido y reprimido por la reflexión, inseguro de su misión vengadora el príncipe de Dinamarca se (auto) considera melancólico por los síntomas que posee. Propenso a tener alucinaciones en el estado en le que se encuentra, duda en actuar, duda con respecto a que medios prácticos utilizar. Hace de su problema uno ético y dramático, por el hecho de pensar en que tal vez la presencia de su padre en forma espectral, fuese un demonio que intenta” engañarlo y condenarlo”. Schmitt agregará: “(…) El arranque de la duda y la inacción de Hamlet es el momento en que se pregunta si el espíritu paterno de le ha aparecido no será un demonio salido del infierno (…)” REY “¿Amor? No, por ahí no se encamina Y, aunque fuera algo confuso, lo que ha dicho No es indicio de locura. Algo lleva en el alma Que su melancolía está incubando Y temo que al romperse el cascarón Habrá peligro. Para evitarlo, Como medida inmediata he decidido Que parta sin demora hacia Inglaterra A reclamar el tributo que nos debe. Quizá la travesía, el cambio de país Y de escenario consigan arrancarle De su pecho la inquietud tan arraigada, Que no deja reposo a su cerebro 9 Macarena Brechner Vega Y le saca de sí mismo. ¿Qué os parece?” (III, 1, Pág. 93) Queda establecido en este párrafo que lo que posee Hamlet no es locura sino melancolía. La misma puede movilizarlo para que lleve a cabo la muerte del nuevo rey, su tío. Sin embargo uno de los rasgos predominantes de Hamlet será la presencia de la duda, qué en vez de impulsar a su voluntad para que actúe, lo paraliza, lo detiene, lo hace vacilar. Es por esto que lo consideraremos un hombre contemplativo, vuelto melancólicamente al mundo de la Edad Media, como afirmaría Schmitt, un hombre que vive retraído y prevalece en él la tendencia a no actuar. Las vacilaciones y contradicciones en su interior, son las culpables de su inacción. A pesar de ser un hombre honrado, generoso, racional, justo y equitativo fracasa en toda intención, ahogado en debilidad y melancolía: no puede cumplir con la tarea que el hado (o el espectro) ha establecido. Finalmente será él entonces, el depositario y autor de la tragedia política (ya que se le usurpa el derecho de sucesión del hijo a la corona) y a su vez amorosa (Ofelia se suicida). Esto desencadenará en los infortunios de toda una familia, donde todos son perdedores, todos son victimas. No debemos olvidar que la muerte tiene una estrecha relación con la melancolía. (Lo notamos en Hamlet, en su obsesión de venganza y en la imposibilidad de superar la muerte de su padre, es así que colérico y falto de piedad se ve necesitado de reparar la injusticia, dando fin a la vida de su propio tío). Paralelamente y como otra característica del “ser melancólico”, hacemos énfasis en la brillantez intelectual, el ingenio y en la inteligencia para dar rienda suelta a su lengua a la hora de contestar. Por último también es reseñable cómo Hamlet responde a la atribución de los Melancólicos bajo el signo de Saturno, quien detuvo la línea generacional castrando a su padre y devorándose a sus hijos por miedo a ser destronado. Saturno devora a su progenie, defiende los límites del yo, y se niega a dar cabida a nada nuevo. Es así que Hamlet, tras haber muerto su padre, ve la necesidad de matar a su tío, como forma de defender al yo, de cualquier otro usurpador. Sin embargo, éste muere, dando fin a la generación. Segismundo En tanto Segismundo, prevalece un espíritu positivo guiado por la acción más que por la inacción, es decir, que desencadena su acción trayendo beneficios para todos. Su sabiduría proviene de su inteligencia realista, producto de un choque con una vivencia extrema y desafortunada. (Es condenado por su padre a la reclusión perpetua en una torre y por el destino a ser una fiera y un tirano). En los monólogos de Segismundo encontramos rasgos de sabiduría, prudencia e ingenio para poder superar todo condicionamiento impuesto. A pesar de las actitudes y sentimientos contradictorios e inconexos, será finalmente considerado como “héroe” (a diferencia de Hamlet) por las consecuencias positivas, que trae apareada la decisión de actuar. En este héroe, encontramos cierta rebeldía frente al padre-rey y frente al destino. Es así que intenta poner fin a los límites impuestos por el hado desde su cuna. Aquí radica el principio de la acción de Segismundo: buscar dar fin a la predestinación, para 10 Macarena Brechner Vega dar rienda suelta al libre albedrío. Se desata de las cadenas, se rebela contra la naturaleza, la opresión, es entonces que se pregunta por su existencia y se interroga sobre el misterio de la vida. Está en el príncipe darse respuesta a sus repetitivas preguntas. La vida humana transcurrirá como sueño, pero tras el sueño de la vida, estará en uno dejar huellas, obrando bien, para ser recordados y dar paso a la eternidad, convirtiéndose de este modo en un sujeto trascendental, conciente de lo fugaz de la vida y de lo inconsistente del individuo en su paso por la tierra Aunque Segismundo se vea mísero e infeliz, y atormente su ánimo y se exaspere, es escuchado por una dama, Rosaura, que se apiada y compadece: “No es sino un triste, ¡ay de mí!, Que en estas bóvedas frías Oyó tus melancolías”. A Segismundo no le importa averiguar si el vivir, es soñar o no, lo importante será el buen obrar. (Hasta en los mismo sueños). A diferencia del monologo de Hamlet (“ser o no ser”) Segismundo sabe que “es” y no mira el morir como un dormir, sino como un eterno despertar. Sin embargo, comparten el estado melancólico a causa de las desdichas padecidas ¿Yo despertar de dormir? ¿En lecho tan excelente? ¿Yo en medio de tanta gente? ¿Que me sirva de vestir? ¡Decir que es sueño es engaño! Bien sé que despierto estoy. ¿Yo Segismundo no soy? Dadme, cielos, desengaño. Decidme, ¿qué pudo ser Esto que a mi fantasía Sucedió mientras dormía, ¿Que aquí me he llegado a ver? Pero sea lo que fuere, ¿Quién me mete en discurrir? Dejarme quiero servir, Y venga lo que viniere. CRIADO 2: ¡Qué melancólico está! CRIADO 1: Pues a quién le sucediera ¿Esto, que no lo estuviera? CLARÍN: A mí.” Se describe a Segismundo como un hombre fuerte, racional, intelectual, talentoso, sabio, viril y en la plenitud de su juventud (a pesar de haberse pasado la vida encerrado). Es un genio (deja atrás su condición de fiera, violento, y tirano y esa necesidad loca de vengar su encierro matando a sus carceleros y su padre).Esto lo notamos cuando este último arrodillado, es perdonado. Puede perdonar ya que se transforma en un ser piadoso y justo en el castigo, qué plantea el buen obrar en la vida y en el sueño. BASILIO: “hijo que tan noble acción Otra vez en mis entrañas 11 Macarena Brechner Vega ¡Te engendra, príncipe eres! Para proseguir: BASILIO: tu ingenio a todos admira ASTOLFO: ¡qué condición tan mudada! ROSAURA: ¡qué discreto y que prudente! Calderón de la Barca ha conseguido convertir su personaje en un icono de la melancolía en la literatura universal. Semejanzas y oposiciones En los Monólogos más famosos del drama “La vida es sueño”, se toma como concepción a la vida como un sueño -metáfora que da título a la obra-, y el problema de la libertad. Segismundo vive encadenado -símbolo de la naturaleza humana y demostrado anteriormente con el “Mito de la caverna”- en el interior de una torre .Es entonces donde podemos ver el conflicto entre la libertad humana y sus condicionamientos materiales. Por lo tanto Segismundo, al no tener posibilidad de cambiar la situación en la que se encuentra, y no saber que es lo que hay fuera de ella, “no conocer otra cosa”, maldice continuamente su existencia:“ Ay mísero de mí!, ay infelice!”, y“ Siendo un esqueleto vivo, siendo un animado muerto” .Caracteriza a la vida como "carente de sentido”, sujeta a las propias leyes del destino, llena de penas, tomentos y desdichas. Se ve, entonces imposibilitado de alcanzar el valor y las virtudes naturales de ser humano. En llegando a esta pasión, Un volcán, un Etna hecho, Quisiera arrancar del pecho Pedazos del corazón: ¿Qué ley, justicia o razón Negar a los hombres sabe Privilegio tan suave, Exención tan principal Que Dios le ha dado a un cristal, A un pez, a un bruto y a un ave? (Esc. 2ª, Jorn. lª) ¿Qué es la vida?. Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión Una sombra, una ficción, Y el mayor bien es pequeño; Que toda la vida es sueño, Y los sueños, sueños son. (Esc. 19ª, Jorn. 2ª) En tanto Hamlet, y a diferencia de lo analizado en Segismundo, no consigue "autotrascenderse", hecho desencadenante de la tragedia. Su actuar es origen de desorden. Es así que el mismo se hunde entre sentimientos desencontrados, y confusión, no logra resolver el problema del duelo ante la perdida del ser amado; el padre. El mismo clama venganza por su vil asesinato (ideado, por su hermano Claudio mediante un veneno que penetra por su oído) convertido en un indecidible, un espectro, una “cosa difícil de nombrar” ya que no es ni alma ni cuerpo, y a la vez una, y otro, no se sabe si esta vivo o muerto, si es, si existe, si esta presente o no-presente, si tiene alguna esencia, o no la tiene. Según Derrida será, el momento espectral, uno que ya no pertenece al tiempo, quedando el mismo, completamente desarticulado, disyunto, y desquiciado. 12 Macarena Brechner Vega El casamiento de su madre con su propio cuñado (en cierta forma se podría llegar a decir, que de este modo, la madre legítima el asesinato de su esposo, y al asesino), activan según Lacan: El problema del deseo: “Hamlet es el que no sabe lo que quiere”(…) “mientras que él esta ahí sin hacer nada, teniendo todo para hacerlo, la causa, la voluntad, la fuerza y los medios”Como el miso dice”me quedo siempre en decir, es la cosa lo que hay que hacer”. Según Lacan, su inacción se basa en el deseo por la madre, (reprimido) que causa no dejarlo avanzar hacia la acción de venganza encomendada, (venganza contra el actual poseedor ilegítimo de su madre). Aquí se recuerda el deseo infantil e impuro por la madre, y el deseo edípico de matar al padre, ahora materializado en la figura del tío. Sin embargo, también se convertiría en cómplice del actual poseedor, legitimando en cierta forma, la muerte del rey. Schmitt agregará, que el hijo se ve ante el conflicto de deber vengar la muerte de su progenitor, pero a su vez el deber de mantener el vínculo con la madre, protegiéndola y apartándola de toda misión vengadora. Quedará de este modo, alejada del núcleo dramático de la obra, ante el reclamo exasperado del Espectro por su indulgencia. Es entonces que se le plantean dos situaciones: la orden de su padre, y por otro lado la voluntad de defender a su madre, de protegerla de cualquier agresividad, para guardársela para sí mismo. Por lo tanto durante toda la obra se ve esta pelea en el interior del corazón del personaje, que finalmente consistirá en el “desvío de la figura del vengador hacia la del melancólico inhibido por la reflexión”.7 Queda establecido el problema del objeto amado por intermedio del objeto perdido. Será entonces un drama del deseo, que va entre lo digno y lo indigno, la locura y la reflexión, entre el duelo y el deseo, entre el hacer y el no hacer. He aquí el tema, ser o no ser. Ser uno mismo o ser una sombra de su padre, un mero resultado de las circunstancias. De esta forma quedan reflejadas algunas semejanzas entre los personajes. Estos son dos príncipes privados de la herencia, de su destino y su corona, uno por su padre, (que no le deja reinar al encerrarlo en la torre) y el otro por su tío (mata a Hamlet padre- rey impidiéndole dar su Dying voice (determinar el sucesor a la corona) e intenta desterrar a Hamlet hijo al exilio). Hamlet dirá refiriéndose a su tío: “(…) él asesino a mi rey y prostituyó a mi madre, se entrometió entre mi esperanza y mi corona (…)” .Paralelamente, un soldado hablándole a Segismundo” (…) Haciendo noble desprecio de la inclemencia del hado, te ha buscado donde preso vives, para que, asistido de sus armas, y saliendo desta torre a restaurar tu imperial corona y cetro, se la quites a un tirano” Así es que ambos se verán impulsados, en medio de la melancolía, a la acción (o a la inacción) por cierta actitud que consideran injusta. Es así, que el motor será la venganza ante la traición del ser querido. Sin embargo, el deseo de venganza trae aparejada la duda, porque será ejecutada contra su propia sangre y estirpe. Esto desencadena dificultades amorosas como así también emocionales. Para concretar sus objetivos, utilizarán la fuerza y el poder, sin tener sentimiento de piedad ni de misericordia por el otro. No obstante, y a pesar de las correlaciones que podemos hacer, debemos notar que los desenlaces de las respectivas historias, son opuestos: Hamlet encuentra un final trágico: la muerte de todos. Lo consideraremos un personaje fatal, que arrastra tras sí a cuantos le rodean. En cambio Segismundo, aprende a perdonar, depone su actitud obrando justa y equitativamente. 7 Schmitt, Carl “ Hamlet o Hécuba: la irrupción del tiempo en el drama”, Universidad de Murcia, 1993 13 Macarena Brechner Vega Encontramos hondas similitudes entre estos dos monólogos, si ponemos énfasis al analizarlos. En tanto “¿Qué delito cometí contra vosotros naciendo?», soliloquio cumbre de nuestra dramaturgia, es similar al «To be or not to be» de Hamlet. Podemos decir entonces, que estamos ante una recreación de la tragedia de Edipo. Schmitt dirá con respecto al monologo mas famoso de la obra “Hamlet”, lo siguiente” (…) Hamlet no esta seguro de ser una figura de este mundo. Esa es la raíz de sus indecisiones (…)”” (…) Enumera una serie de razones para el suicidio (…)” Ser o no ser: esa es la cuestión ¿Es más noble soportar con temple los golpes y dardos de la insultante fortuna, O levantarse en armas contra un mar de adversidades, ¿Y enfrentándolas ponerle fin? Morir, dormir… Nada más. Y pensar que durmiendo damos fin Al dolor del corazón y a las mil desdichas naturales Que son herencia de la carne. Es una consumación Digan de anhelarse. Morir, dormir… Dormir, tal vez soñar. ¡Ay! Ahí está el obstáculo: Debe hacernos vacilar el pensar qué sueños puedan asaltarnos En ese sueño de la muerte, cuando hayamos desprendido De estas mortales ataduras .He ahí el motivo Que de tan larga vida a la desgracia, Porque ¿Quién toleraría los azotes y el desdén del mundo, La injusticia del tirano, las afrentas del soberbio, El tormento del amor despreciado, la demora de la ley, La insolencia del poder y el desprecio Que el paciente mérito recibe del hombre indignó, Pudiendo liberarse él mismo de sus males Con un simple puñal? ¿Quien sobrellevaría las cargas De una agotadora vida de gemidos y sudor Si no fuera porque el temor a alguna cosa tras la muerte, Ese ignoto país cuyos confines Ningún viajero vuele, confunde a la voluntad Haciéndonos preferir las desgracias que sufrimos Antes que lanzarnos sobre otras que desconocemos? La conciencia, así nos acobarda a todos, Y así también el ímpetu natural de la resolución Se desvanece bajo nuestras pálidas meditaciones, Y empresas de gran envergadura e importancia Tuercen su curso por culpa de este miramiento ¡Y pierden título de acción. Pero silencio! La hermosa Ofelia.- Ninfa, en tus plegarias Recuerda todos mis pecados. (III, 1, Pág. 90) Así habla Segismundo: Es verdad; pues reprimamos Esta fiera condición, Esta furia, esta ambición Por si alguna vez soñamos: Y sí haremos, pues estamos En mundo tan singular, 14 Macarena Brechner Vega Que vivir solo es soñar; Y la experiencia me enseña Que el hombre que vive, sueña Lo que es, hasta despertar. Sueña el rey que es rey, y vive Con este engaño mandando, Disponiendo y gobernando; Y este aplauso, que recibe Prestado, en el viento escribe; Y en cenizas le convierte La muerte (¡desdicha fuerte!): ¿Que hay quien intente reinar, Viendo que ha de despertar En el sueño de la muerte? Sueña el rico en su riqueza, Que más cuidados le ofrece; Sueña el pobre que padece Su miseria y su pobreza; Sueña el que medrar empieza, Sueña el que afana y pretende, Sueña el que agravia y ofende, Y en el mundo, en conclusión, Todos sueñan lo que son, Aunque ninguno lo entiende. Yo sueño que estoy aquí Destas prisiones cargado, Y soñé que en otro estado Más lisonjero me vi. ¿Qué es la vida? Un frenesí: ¿Que es la vida? ¿Una ilusión, Una sombra, una ficción? Que cualquier bien es pequeño. Que toda la vida es sueño Y los sueños,sueños son. Encuentro aquí cierto tono en común: la incertidumbre de la existencia. Es entonces, que el sentido de la vida queda oscurecido y retraído a lo más profundo del yo. Prisioneros de la sin razón, la confusión, la duda, y condenados al dolor, habita en sus corazones la necesidad de darse respuesta: ¿qué sería más digno para el hombre?", inquiere Hamlet. "¿Qué es la vida? ¿Una ilusión, una sombra, una ficción?" cuestiona Segismundo. Ante esta duda existencial se interrogan a sí mismos, fracturando “el ser” en dos mitades, como si en su interior viviesen dos hombres. De una identidad y una personalidad consolidada se pasa a la pura escisión, a la dualidad: otro hombre, irrumpe quebrando la conciencia. Es a este al que interrogan en busca de una respuesta y confrontan, y combaten en busca de su primacía. Se plantean entonces los monólogos como un dialogo entre dos hombres distintos pero dentro de una misma conciencia. Esto les permitirá descender a la esencia humana, despojándose de cuanto poder puede llegar a tener un príncipe y viéndose en la más humana condición: notan que son hombres a los que los conflictos aquejan, y la desesperación asecha: A Hamlet lo asecha el espíritu de su padre y a Segismundo, la vida como sueño. 15 Macarena Brechner Vega Sus diálogos serán entonces, entre la vida y la muerte, se sustraerán de lo cotidiano de la vida, acogiéndose a la soledad, la desolación y la melancolía, estando cada vez mas próximos a la muerte . Quedan constituidos como fantasmas vivientes que luchan agónicamente contra las figuras paternales: el espectro del padre que instiga a su hijo, pero que éste finalmente y ante la imposibilidad de darle una respuesta, termina autodestruyéndose. Y por su parte, un Segismundo que mira a Basilio como a un rey-padre que lo atormenta con incertidumbres, pero que finalmente y a pesar de ello se atempera, lográndose dar una respuesta. En último lugar y para ir concluyendo, hemos de notar que ambas obras constituyen piezas sobre los sentidos ¿Que queremos decir cuando afirmamos esto? Así como en Hamlet se pone énfasis en el principio del drama, en el sentido del oído, “No oiría de un enemigo vuestro tal injuria, Ni haréis a mis oídos la violencia De hacerles creer lo que decís (…)” Hablando el espectro con su hijo Hamlet: Hamlet: ¿Donde me llevas? Habla, no iré mas lejos. Espectro: Escúchame Hamlet: lo haré Espectro: ya casi llega la hora En que a las sulfúreas y torturantes llamas Debo volver Hamlet: ¡Ay, pobre espectro! Espectro: no te apiades de mi, presta atención en cambio, A lo que voy a revelarte. Hamlet: Habla, estoy preparado para oírte. Espectro: Y para la venganza, cuando oigas. Hamlet antes de morir, le dice a Horacio: “(…) No puedo vivir para oír noticias de Inglaterra (…)” Luego, tras la llegada de Fortinbrás y la muerte del príncipe de Dinamarca, se de fin al sentido del oído. (Hamlet para esto, utiliza la frase “The rest is silence” (“que me hicieron actuar…el resto es silencio”). Es aquí donde cambia el sentido de las metáforas, introduciendo la mirada en la obra. Todas estas nuevas metáforas se relacionaran con la vista y el ojo. Un ejemplo de ello es Fortinbrás afirmando: Fortinbrás: ¿Dónde está el espectáculo? Horacio: ¿Que queréis ver? Si es alguna escena de calamidad o pasmo, dejad de buscar. Luego un embajador comenta: “El cuadro es horrible Y nuestras noticias de Inglaterra llegan demasiado tarde. Ahora están insensibles los oídos (…)” En las últimas líneas de la obra Fortinbrás dirá: “(…) Sacad los cuerpos de acá. Un cuadro como éste 16 Macarena Brechner Vega Conviene al campo de batalla, pero aquí luce fuera de lugar (…)” Paralelamente y de manera inversa, en la “vida es sueño” es Segismundo quien da pie en un principio, a las metáforas alusivas a la vista y al ojo, para luego, durante la Jornada 3 y última, se pase a las metáforas referidas al oído. Citaremos a modo de ejemplo: (jornada primera) “(…) Tú solo, tú has suspendido, La pasión de mis enojos, La suspensión a mis ojos (…)” “(…) Con cada vez que te veo Nueva admiración me das, Y cuando te miro más Aún mirarte deseo. Ojos hidrópicos creo Que mis ojos deben ser; Pues cuando es muerte el beber, Beben más, y desta suerte, Viendo que el ver me da muerte, Estoy muriendo por ver. Pero véate yo y muera Que no se, rendido ya, Si el verte, muerte me da El no verte, que me diera. (…)” (Jornada 1, Pág. 63) Finalmente en la Jornada tres, se darán lugar a metáforas del oído, citaremos: Basilio: “(…) Pues todo fácil de parar se mira, Mas que de un vulgo la soberbia ira. Dígalo en bandos el rumor partido, Pues se oye resonar en lo profundo De los montes el eco repetido: Unos, Astolfo, y otros Segismundo! (Jornada 3, Pág. 101) Rosaura” (…) Aunque el valor que se encierra En tu pecho, desde allí Da voces, óyeme a mí, Que yo se que todo es guerra (…)” (Jornada 3, pág.103) A modo de conclusión En este trabajo me propuse a demostrar cómo el sujeto melancólico reflexiona sobre la esencia de la vida y del hombre, (será así, éste un hombre que se expone a los abismos de la condición humana) generando de este modo la parálisis, la duda, la incapacidad, y la improductividad. 17 Macarena Brechner Vega A su vez, afirmé que ambos autores alternan una visión del mundo concebido como un “encuentro de opuestos”. La lucha que llevan a cabo los personajes de estas historias, son luchas entre la pasión y la razón, entre el desbordamiento y el orden de la norma, entre lo irreal y lo real. Siendo la melancolía una condición que aqueja a ciertas personas, (sufrimiento en cuerpo y alma) incentiva determinadas oscilaciones de ánimo, pasando de la euforia, o locura (desvaríos), como hacia la depresión y la angustia (pasividad). Los personajes con los que trabajé en este estudio comparado, se caracterizan por ser seres frágiles, y vulnerables, pero ambiciosos y orgullosos. A su vez los consideraremos inteligentes, obstinados y tercos. Son sujetos valerosos que fueron expuestos durante su vida a situaciones traumáticas, y que de ellas aprendieron, la crueldad, el cinismo y la falta de piedad. Buscan encerrarse (o son encerrados) y en su intimidad y en soledad reflexionan, se auto-preguntan, se auto-observan y auto-critican. Pasan de la alegría a explosiones imparables y desbordantes de rabia y dolor, consecuencia de sus conflictos internos entre la culpa y lo ético. Es entonces, que nos animamos a dejar de lado el mundo de la patología clínica para aplicar estas categorías al campo de la literatura y de la filosofía. Como he señalado muchos personajes de la gran literatura universal, (sin olvidar a los creadores de los mismos), muestran signos evidentes de esta suerte de "melancolía sin depresión", como es el caso de Hamlet o el de Segismundo. Esto lo notamos en ese sentimiento que plantean los personajes, de auto desprecio, de estar dominados, o encadenados a una sensación torturante y agobiante de no poder liberar su alma de la indecisión. Se pone límite de este modo, a la propia capacidad creadora, a la capacidad de actuar y decidir. Se teme ante la posibilidad de elegir entre lo bueno y lo malo, y se teme a las posibles consecuencias que su actuar puede traer aparejado (podemos trascender obrando bien, y conseguir la eternidad del alma o podemos obrar mal y ser condenados y castigados por Dios). Ante la parálisis de temporalidad, el sujeto (o genio, recapitulando algunos de los autores propuestos en este ensayo) ansía recuperar el flujo del devenir perdido (Acordémoslos de “The world is out of joint”: “el mundo está fuera de quicio, Oh, suerte maldita”) y su respectiva capacidad de decidir. De este modo, pude demostrar que la melancolía queda relacionada a la idea de futuro, ya que existe la posibilidad y el miedo, de que en un fututo próximo y cercano, se repita alguna situación que lleve al sujeto a abrumarse nuevamente. El hombre queda imposibilitado de encontrarle la salida a dicho estado, y cada vez se ve inundado por más y más angustia. Hamlet y Segismundo serán hombres que oscilan entre dos polos contradictorios (medieval-Feudal y el humanista-renacentista). Su propio actuar les impide alcanzar la totalidad, el universal concreto. Es aquí, donde podemos notar cierta tensión dialéctica en estos sujetos, ya que vacilan en cuanto a sus juicios y en tanto sus modos de proceder. Resisten todo acto ilícito, injusto y arbitrario, y cuando eligen una opción, rápidamente se ven compulsado a elegir la otra, demostrando de este modo la falta de unidad, y cierta contradicción en su actuar. Demuestran la desproporción entre el deber orgulloso y obligado (propio de la tragedias Antiguas) y el ejecutar libre, es decir demuestran el inestable conflicto que se lleva a cabo en su interior. Serán, como ya hemos comentado, la genialidad y la melancolía, condiciones del alternar y del actuar. Sin embargo esta última, surge precisamente ante el conocimiento de la imposibilidad de trascender nuestra propia existencia. Es así que como demostramos, variados autores como Freud, Lacan, Kierkegaard, entre otros, han prestado tanta atención a este fenómeno de desesperación, desgarramiento y melancolía seguida de indecisión e indeterminación. Pese a esto, estos personajes consiguen evolucionar hacia una situación de orden final. En los últimos actos, notamos que los espíritus de ambos personajes luchan violentamente contra su propia naturaleza, logrando finalmente resolver y superar, (de maneras diferentes) su estado de parálisis. Su decisión final constituirá una síntesis 18 Macarena Brechner Vega totalizadora y superadora. Este universal concreto, comprenderá en su interior los conceptos opuestos de actuar-no actuar. Es así que siendo ambas, obras que permiten su deconstrucción, sus lecturas no pueden ser canónicas ni exclusivas, sino que se prestan a una diversidad de interpretaciones. Es posible encontrar diferentes tonalidades según cómo y desde dónde las miremos… Leerlas permiten un develar continúo, o mejor dicho un devenir continuo. Bibliografía Aristóteles, “El hombre de genio y la melancolía” (problema XXX) (versión Digital) Platón, “La Republica”ED.Eudeba, Bs.As, 1998 Dangond Uribe, Alberto,”La política, el amor, y otros textos”. (Versión Digital) Navarro González, Alberto, “Calderón de la Barca de lo trágico a los grotesco”(Versión Digital) . Freud, “Duelo y Melancolía,”Obras completas, Volumen II, ED. Orbis, S.A. Calderón de la Barca, “La vida es sueño”ED. Colihue, Bs.As, 1998. Schmitt, Carl, “Hamlet o Hecuba: la irrupción del tiempo en el drama”, Universidad de Murcia, 1993 Kierkegaard, S.: “El concepto de la angustia.” Madrid: Guadarrama (1976). Shakespeare, William, “Hamlet”. Ed Zorzal. Bs.As, Argentina, 2006. Lacan, Jacques, “Hamlet: un caso clínico“(fragmentos). Gruner, “El estado pasión de multitudes: Spinoza versus Hobbes, entre Hamlet y Edipo”, Cáp V, ED CLACSO, Bs. As, 2000,. 19