EL ABORTO, UN PROBLEMA SOCIAL PRIORITARIO. Justo Aznar Ex-Jefe del Departamento de Biopatología Clínica del Hospital La Fe de Valencia y actualmente Director del Instituto de Ciencias de la Vida Universidad Católica de Valencia Es un principio bioético universalmente asumido por la gran mayoría, que el derecho a la vida es el primer derecho de los seres humanos. En este sentido, conculcarlo de cualquier forma posible es un grave delito moral. Sin embargo, a pesar de esta incuestionable razón ética, la vida de los seres humanos está gravemente amenazada en muchas circunstancias, siendo las que se dan alrededor de las primeras etapas de la misma las más frecuentes. De entre las causas que atentan contra la vida humana del ser no nacido, sin duda es el aborto la que con mayor frecuencia se da, pero hay otras muchas, especialmente relacionados con el embrión temprano, es decir con el embrión de menos de catorce días de vida, que generalmente, por ser menos llamativas, son menos consideradas. Aborto postimplantacional De acuerdo con lo anteriormente comentado, no parece adecuado hablar del aborto si únicamente nos referimos a lo que se podría denominar “aborto tradicional”, es decir al que se produce después de la implantación del embrión y sobre todo después de la 12 semana de vida del feto. Existe un aborto tan importante como el anterior, que es el del embrión preimplantado, es decir, el del embrión de menos de catorce días de vida. Consecuentemente al hablar del aborto nos deberíamos referir por separado al aborto preimplantacional, el del embrión temprano, y al aborto post implantacional, el tradicionalmente conocido como tal. Al hablar del aborto postimplantacional, del aborto tradicional, lo primero que conviene señalar es el gran número de vidas humanas que por esta razón se pierden en nuestro país: 112.138 en el año 2007 y 115.812 en el 2008.Y más de un millón doscientas mil desde su despenalización en 1985. Pero ante esta masacre humana nuestra sociedad, en general, permanece un tanto apática, pudiéndose afirmar que en muchos casos nuestros conciudadanos no son capaces de contemplar un aborto, dada su horrenda realidad, pero sí permanecer inmóviles ante él. En relación con el aborto postimplantacional, un hecho trascendente en esta política antivida que en nuestro país parece extenderse, ha sido la aprobación por el Parlamento de la nueva ley del aborto y su promulgación el pasado 5 de julio. No podemos entrar a detallar pormenorizadamente lo que esta ley propicia, pero sí resaltar que en este momento en nuestro país se puede terminar libremente, basta el deseo de la madre, con la vida de los niños no nacidos hasta la 14 semana de la gestación, lo que realmente significa que está permitido hacerlo hasta las 16 semanas de vida del feto, pues en la misma ley se admite que la gestación empieza con la consolidación de la implantación del embrión, lo que ocurre a los 14 días de vida del mismo, es decir a las dos semanas. Independientemente de este grave problema ético y médico, otra consecuencia de gran calado ético de esta ley es que al pasar el aborto de ser un delito despenalizado a prácticamente un derecho, se puede asumir por la sociedad, que por ser legal, sea también moral terminar con la vida de esos más de 100.000 niños no nacidos que en nuestro país mueren cada año por causa del aborto. No puedo extenderme sobre este tema, pero sí quiero dejar constancia de que posiblemente el aborto sea el más grave problema social del pasado siglo y de este XXI que se inicia. Aborto preimplantacional Además del aborto postimplantacional, del aborto tradicional, como antes se ha referido existen otra serie de prácticas que llevan a la pérdida de vidas humanas, especialmente de vidas humanas muy tempranas, pudiendo incluirlas todas ellas bajo el epígrafe de aborto preimplantacional. Entre las mismas se pueden citar: a) la utilización de fármacos o instrumentos mecánicos con finalidad contraceptiva que actúen por un mecanismo antiimplantatorio y consecuentemente abortivo, especialmente el dispositivo intrauterino (DIU); b) la utilización de la denominada píldora del día siguiente que en un elevado porcentaje de casos actúa por un mecanismos antiimplantatorio, y más recientemente la píldora de los cinco días después, que empezó a comercializarse en nuestro país el pasado mes de noviembre y que así mismo en la mayoría de los casos es abortiva; c) la utilización de la píldora abortiva RU-486, que siempre actúa terminando con la vida de un embrión ya implantado; d) el uso del diagnóstico genético preimplantacional, dirigido a la selección de embriones sanos y su posterior gestación, hijos de padres con alguna enfermedad hereditaria o genética, técnica ésta claramente eugenésica; e) el uso de esta misma técnica para fabricar bebés medicamento, es decir, niños que se producen utilizando la fecundación in vitro para obtener de ellos material hematopoyético (sangre), para intentar curar a un hermano suyo ya nacido que padece una enfermedad que requiere para su tratamiento trasplantes del referido material sanguíneo, técnica ésta de clara connotación ética negativa, pues además del gran número de embriones que se pierden para poder conseguir un embrión útil, no menos de 50 por cada embrión que puede ser utilizado, es esta una práctica que cosifica al ser humano de forma claramente opuesta a su propia dignidad; f) la utilización del diagnóstico genético preimplantacional para la selección del hijo que va a nacer, técnica igualmente de fondo eugenésico, pues se va a permitir vivir solamente a aquellos niños de sexo acorde con el deseo de sus padres; g) la fecundación in vitro, que en la mayoría de los casos, para mejorar su eficiencia, produce más embriones de los que se van a implantar, lo que conduce a la congelación de los sobrantes, técnica ésta que atenta directamente contra la dignidad de esos embriones, cuando no contra su vida; h) y diversas técnicas experimentales, que utilizan embriones humanos vivos para el desarrollo de las mismas, embriones que ineludiblemente morirán. Acciones a desarrollar para la defensa de la vida La negativa realidad social derivada de la práctica del aborto en sus diversas manifestaciones, urge tomar amplias medidas para tratar de combatirla. Entre ellas, se podrían apuntar las siguientes: a) incrementar las ayudas a las embarazadas y sus hijos recién nacidos, tanto materiales, como psicológicas o médicas; b) facilitar la reinserción social de estas madres; c) difundir la cultura de la vida, especialmente entre los jóvenes; d) aumentar la presencia en los medios de comunicación social y en los foros culturales, así como en la calle, de una activa política provida, promoviendo actos que públicamente hagan patente que gran mayoría de los ciudadanos no están de acuerdo con los ataques a la vida que reiteradamente se llevan a cabo; f) celebración de un día por la vida unificado en toda España, posiblemente el 25 de marzo y g) animar a una acción política especialmente encaminada a otorgar nuestro voto a aquellos grupos sociales que se comprometan decididamente a defender la vida. Con independencia de las medidas puntuales anteriormente enumeradas, es indudable, que el aborto en sus distintas variantes, es la manifestación más radical del desprecio a la vida humanan que se produce en nuestro país, lo cual es consecuencia inseparable del caldo de cultivo hedonista, materialista y ajeno a la trascendencia en el que está sumida nuestra sociedad. Por ello, la solución de fondo para tratar de combatir la devastadora plaga del aborto ineludiblemente pasa por recuperar la trascendencia, y con ella el verdadero sentido de la familia y del matrimonio, como lugar idóneo de procreación de nuevas vidas, así como del verdadero valor que cada nueva vida humana tiene en sí misma por su intrínseca dignidad.