vivir en la acción de gracias

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VIVIR EN LA ACCIÓN DE GRACIAS
1.- Podemos vivir nuestra existencia desde actitudes muy diferentes: la amargura, la resignación,
el desaliento, la desesperanza…Pero como creyentes la actitud con la que estamos llamados a
vivir es la de la acción de gracias.
La acción de gracias es una actitud creyente, esperanzada y amorosa de ver la creación, la historia,
el hombre y de vivir nuestra vida.
Llama la atención la insistencia de Pablo sobre la acción de gracias. Para Pablo la acción de
gracias debe bañar todas las dimensiones de la persona creyente. Dice en la carta a los Efesios que
debemos dar gracias por todo y sin cesar. La acción de gracias es la actitud que debe englobar
toda nuestra existencia.
“Dad gracias a Dios por todo, sin cesar, a Dios Padre” (Ef. 5, 20)
- La acción de gracias debe acompañar e impregnar en todo momento nuestra oración.
“Estad siempre alegres, orad continuamente, dad gracias en toda circunstancia, porque esto quiere
Dios de vosotros comos cristianos” (1ª Tes. 5, 16)
Lo que Dios quiere de nosotros como cristianos es que demos gracias en toda circunstancia y por
todo.
“Presentad ante Dios vuestras peticiones con esa oración y esa súplica que incluyen acción de
gracias” (Fil. 4, 6)
“Sed constantes en la oración; que ella os mantenga en vela dando gracias a Dios” (Col. 4, 2)
La oración debe mantenernos despiertos para que la acción de gracias no decaiga.
- La acción de gracias debe ir de la mano de toda nuestra actividad, de palabra o de obra.
“Y cualquier actividad vuestra, de palabra o de obra, hacedla en honor del Señor Jesús, dando
gracias a Dios Padre por medio de él” (Col. 3, 17)
- La acción de gracias es la actitud para vivir nuestras relaciones en verdad. Cuando en nuestras
relaciones falta la acción de gracias y la alegría, que siempre la acompaña, no existe el amor.
“Doy gracias a Dios por todo lo que recuerdo de vosotros. Cada vez que pido por todos vosotros
siempre lo hago con alegría por la parte que habéis tomado en anunciar la buena noticia” (Fil. 1, 3
- 4).
“Es deber nuestro dar continuas gracias a Dios por vosotros” (2ª Tes. 1, 3)
“¿Cómo podremos agradecérselo bastante a Dios? Agradecerle tanta alegría como gozamos
delante de nuestro Dios por causa vuestra” (1ª Tes. 3, 9 – 10)
Nuestras relaciones deben estar impregnadas de acción de gracias y de alegría. Es la experiencia
del don.
Pablo quiere que toda vida creyente ofrezca un amplio espacio a la acción de gracias.
2.- Y esto independientemente de que las cosas nos vayan mejor o peor, o de que nuestra
existencia sea más fácil o más difícil, alegre o triste.
Pablo predica con el ejemplo. Lo que dice revela y nace de su profunda experiencia de fe vivida
desde y en la acción de gracias. Veamos algunos ejemplos:
- La carta a los Gálatas:
Pablo no es reconocido como apóstol, no comparten sus métodos, le acusan de buscar el aplauso y
el interés humano. Pablo se siente herido, despreciado, dejado de lado, desautorizado. La
presencia de los judaizantes en la comunidad, ha cambiado su mensaje de la cruz, lo ha diluido y
ha introducido la división, la desunión. Por eso exclamará: “Con lo bien que corríais ¿Quién os ha
cortado el paso para que siguieseis la verdad?” (Gal. 5, 7). Pablo se alarma y se indigna. Llega a
decir al final de la carta: “Nadie me amargue más la vida” (Gal. 6, 17). Pero eso no le impide
bendecir y dar gracias al Señor
- La carta a los Filipenses:
Pablo escribe esta carta desde la cárcel y afirma que esa situación que está viviendo es buena para
que progrese la buena noticia. Y por eso da gracias.
- La carta a los Corintios:
En la comunidad hay fuertes problemas de división. Pablo se siente rechazado por los judaizantes.
Está el difícil caso comunitario del incestuoso. Se celebra la cena del Señor sin darle importancia.
Y a pesar de todo ello sigue dando gracias.
“Continuamente doy gracias a mi Dios por vosotros, por el favor que os ha concedido mediante el
Mesías Jesús, pues por su medio os ha hecho ricos de todo, de todos los dones de palabra y
conocimiento” (1ª Cor. 1, 4 - 5)
Pablo es lúcido para ver los problemas de sus comunidades, es valiente a la hora de abordarlos
pero esto no le impide ver toda la riqueza de la comunidad de Corinto.
Pablo sigue las marcas de Jesús en su experiencia de la crisis galilea.
Tampoco a Jesús le ha ido del todo bien en su ministerio en Galilea. Experimentaba la falta de
comprensión y el rechazo de los dirigentes, y sin embargo, dice el evangelio, movido por el
Espíritu Santo exclamará: “Te doy gracias Padre, porque si has ocultado estas cosas a los sabios y
entendidos, se las has revelado a la gente sencilla. Bendito Padre por haberte parecido eso bien”
(Lc. 10, 21 - 22)
3.- Actitudes fundamentales de la acción de gracias.
- La acción de gracias se fundamenta en una mirada profunda de fe. La falta de acción de gracias
revela una grave crisis de fe, en la persona, en la comunidad, en la Iglesia. La acción de gracias es
fruto de esa mirada de fe que es capaz de descubrir la presencia actuante y salvadora de Dios en la
historia. Es Dios quien está presente y dirige la historia.
Como decía Juan María: “El dedo de Dios está ahí”.
“Un cristiano y con mayor razón un religioso, debe ver todo y juzgar todo a la luz de la fe”
- La acción de gracias surge de esa esperanza inquebrantable, que es capaz de soportar la noche de
la pura fe, porque sabe que Dios realiza sus proyectos en la historia, para hacer de ella historia de
salvación. Confianza absoluta en la Providencia. El desencanto, la decepción, la amargura surgen
cuando hemos perdido la confianza en el proyecto de Dios. Cuando nos interesan más nuestros
proyectos que el proyecto de Dios.
- La acción de gracias nace cuando sabemos contemplar la creación y al hombre con la mirada del
Dios creador. “Y vio que era muy bueno”
El problema es que los caminos del Señor no son nuestros caminos y no queremos reconocerlo, ni
aceptarlo. Queremos que el Señor adopte nuestros caminos como suyos y nos cerramos a
comprender sus vías y sus planes. (envejecimiento, crisis vocacional…). Todas esas realidades las
vivimos desde nuestras expectativas humanas, incapaces de descubrir en ellas los proyectos de
Dios.
Tampoco la lógica de Dios es nuestra propia lógica y no queremos asumirla. Gratuidad frente a
interés. Humildad frente a poder. Compartir frente a dinero. Pobreza frente a riqueza y prestigio.
Debilidad frente a fuerza. La lógica de las bienaventuranzas.
¿Desde qué lógica, seamos sinceros, leemos nosotros la realidad?
4.- Cuando en nuestra vida personal, comunitaria, provincial o eclesial desaparece la acción de
gracias estamos a punto de caer en lo que el evangelio llama la blasfemia contra el Espíritu Santo,
la única que no tiene perdón.
Nuestra religiosidad farisaica y nuestra búsqueda de seguridad nos impiden ver en la acción de
Jesús que da vida a los enfermos, vista a los ciegos, que libera a los endemoniados...la presencia
del Reino de Dios en medio de nosotros, la acción amorosa del Padre que siente compasión por
sus hijos. Y por eso en vez de dar gracias decimos que Jesús expulsa los demonios en nombre de
Belcebú. Nuestras seguridades e intereses nos incapacitan para ver la mano de Dios que actúa en
nuestra historia, salvando, liberando, dando vida. (Cf. Mc. 3, 20 – 30)
Somos incapaces de proclamar con fe y verdad lo que dice el Benedictus:
“Por su entrañable misericordia Dios nos visita cada día y nos va sacando de las tinieblas y
llevándonos por el camino de la paz.”
¿Sabemos descubrir las visitas de Dios en nuestra persona, nuestras relaciones, nuestra misión?
5.- Podemos decir: ya estamos de nuevo con espiritualismos. Lo que necesitamos es abordar la
realidad con objetividad y seriedad. Dios no resuelve mágicamente nuestros problemas. Y eso es
cierto. Dios no nos exime de nuestras responsabilidades. Pero no hay que olvidar, tampoco, que
tan importante como abordar seriamente los problemas es la manera como se les aborda. Con qué
mirada los vemos y afrontamos. Y aquí no estamos negando ni ocultando los problemas estamos
diciendo en qué modo deben ser abordados. Un problema mal planteado no tiene solución.
Debemos abordarlos desde una mirada de fe que nos hace descubrir al Señor en medio de
nosotros y nos da la certeza de que sigue actuando; y desde una mirada de esperanza que espanta
el desaliento. Desde una mirada que detecta las dificultades, pero que también sabe descubrir lo
bueno y positivo. Debemos abordarlos desde la acción de gracias por todo lo que el Señor obra
aunque no sea a nuestro estilo, a pesar de nuestras pobrezas y debilidades.
- Debemos aprender a tener una mirada agradecida sobre nosotros mismos. A pesar de nuestras
limitaciones, debilidades, pobrezas y pecados, tenemos que ser capaces de decir con el salmista:
“Te doy gracias por la obra maravillosa que soy”
No dependemos sólo de nosotros mismos, la Palabra de Dios que nos creó sigue actuando en
nosotros.
“La Palabra de Dios que despliega su energía en vosotros” (1ª Tes. 2, 14)
Somos amados y escogidos personalmente por Dios. Ese amor es nuestra mayor riqueza.
“Debemos dar continuamente gracias a Dios, hermanos amados por el Señor porque él os
escogió” 2ª Tes. 2, 139
- Debemos tener una mirada agradecida sobre nuestras comunidades.
Cada día más envejecidas y más débiles pero llenas de buena voluntad, manteniéndose en camino.
Dar gracias al Señor por ese esfuerzo continuo de recomenzar cada día.
Dar gracias por tanto servicio desinteresado y gratuito; por tanto esfuerzo de comprensión,
diálogo y escucha.
- Debemos tener una mirada agradecida sobre la Provincia.
Dar gracias al Señor por:
La Misión compartida: ese misterio de comunión que nos ha sido revelado.
La misión a favor de los niños y jóvenes.
La entrega de tantos educadores.
Tantos esfuerzos por intentar vivir siendo fieles a nuestra vocación y a nuestra misión
La insatisfacción que sentimos, que es llamada a seguir buscando el querer de Dios, cuando se
sabe vivir desde la fe.
6.- Y entonamos hoy, de modo especial, la acción de gracias por la comunidad y la obra de
Zamora.
Se puede estar de acuerdo o no en cómo surgió y se fundó la misión menesiana en Zamora, en el
modo como se hicieron las cosas, en el amplio desarrollo de la obra…
Pero tendremos que confesar que Zamora es un instrumento de salvación en las manos de Dios.
Que hay mucha vida, de Hermanos y Laicos, entregada a pesar de las dificultades de la misión, de
los sin sabores, de los pocos resultados humanos aparentes…
Debemos dar las gracias al Señor por todos esos jóvenes que aquí se han sentido más personas,
que han recibido vida, que han descubierto el sentido de su existencia, que han encontrado la
dignidad de ser personas, que se han visto escuchados, aceptados, queridos.
Esto es lo más importante. Y desde aquí habrá que intentar resolver todos los otros problemas que
se nos presenten y buscar las verdaderas soluciones.
No buscar solucionarlos desde las visiones diferentes o encontradas que podemos tener. Un
menesiano, Hermano o Laico, no debe olvidar nunca que lo más importante son los jóvenes y los
niños, son ellos los que pueden tejer nuestra comunión y alimentar nuestro celo. Los niños y
jóvenes que Dios nos ha confiado son los únicos que pueden salvarnos.
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