Editorial Rev Am Med Resp 2010; 3: 93-96 ISSN 1852 - 236X Correspondencia Mariano Izaguirre Buenos Aires 449 - Paraná - Entre Ríos - CP 3100 e-mail: [email protected] EDITORIAL 93 Tratamiento combinado con macrólidos para neumonía aguda de la comunidad El dilema de la costo-efectividad Autor Mariano Izaguirre Médico Neumonólogo, Servicio de control de infecciones del Hospital San Martín, Paraná, Pcia. de Entre Ríos Chirino y col.1 efecturaron un estudio con el fin de evaluar el beneficio de la adición sistemática de azitromicina en el tratamiento de la neumonía aguda de la comunidad (NAC), para lo cual realizaron un ensayo clínico comparativo, prospectivo y aleatorizado con un escaso número de pacientes, concluyendo que la adición del macrólido en la terapia empírica inicial de los pacientes con NAC es beneficiosa. Si bien el punto es interesante, resulta, al menos controvertido, considerando la evidencia actual. Los motivos esgrimidos habitualmente para justificar este esquema han sido, principalmente, la cobertura de agentes atípicos (Mycoplasma pneumoniae, Chlamydia pneumoniae y Legionela spp) y recientemente, el potencial efecto inmunomodulador de los macrólidos. Sobre el primer punto no hay evidencia que justifique la cobertura de los gérmenes “atípicos” de manera rutinaria. El trabajo de Gleasson y cols.2 mencionado en la introducción del artículo de Chirino y col como soporte del beneficio del agregado de macrólidos en la disminución de la mortalidad asociada a NAC es un estudio retrospectivo con resultados discutibles. En efecto, se observa claramente en dicha cohorte retrospectiva el sesgo de entrada que determinó un mayor número de pacientes con NAC grave (clase de riesgo Fine IV y V) en el grupo tratado con monoterapia, comparado con aquel que recibió terapia combinada con macrólidos, lo que sugiere que los enfermos de este último grupo ya estaban destinados a presentar una menor mortalidad en el momento del ingreso al estudio. Esta debilidad estructural fue enfáticamente puntualizada por S. Dowel3 en una editorial publicada el mismo número de la revista. Por otro lado, es contundente el estudio sistemático del Grupo Cochrane4, cuya conclusión muestra que no se observó mayor tasa de sobrevida o eficacia clínica con los re- gímenes que contemplan cobertura de gérmenes “atípicos” en pacientes hospitalizados con diagnóstico de NAC leve o moderada producida por estos microorganismos. Daphna Shefet y cols.5 mostraron resultados similares en otra revisión sistemática con meta-análisis de trabajos aleatorizados, incluyendo 24 estudios (5015 pacientes). Mills G6 llegó a las mismas conclusiones. El beneficio potencial del efecto inmunomodularor de los macrólidos es aún más controvertido. Sin embargo, parece atinado mencionar los resultados de dos estudios bien diseñados que incluyeron un número considerable de pacientes. El primero de ellos, publicado por Rodríguez y cols.7, demuestra, interesantemente, que, si bien la combinación de un betalactámico con un macrólido o una fluoroquinolona no se asoció con menor mortalidad, comparado con monoterapia con betalactámico, en el grupo total de pacientes con NAC grave internados en la Unidad de Cuidados Intensivos, sí lo hizo en el subgrupo de enfermos con “shock”. Nótese, entonces, que este efecto no puede atribuirse al efecto inmunomodulador de los macrólidos, ya que el beneficio se observó tanto con la combinación con los macrólidos, como con las fluoroquinolonas, las cuales, hasta donde se sabe, carecen del mencionado efecto. El segundo trabajo, de Martin-Loches y col.8, fue observacional y también evaluó los potenciales beneficios de la combinación de antimicrobianos en pacientes con NAC grave y shock. En el análisis inicial grosero, los autores observaron un beneficio de los macrólidos sobre las quinolonas con respecto a la mortalidad. Sin embargo, cuando se excluyó la ciprofloxacina, la diferencia no resultó estadísticamente significativa. Por lo tanto, tal como lo puntualiza claramente la bibliografía actual disponible, considero que se necesitan más estudios aleatorizados para demostrar este beneficio en el desenlace de pacientes con NAC y que la 94 Revista Americana de Medicina Respiratoria evidencia no es suficiente para recomendar el uso masivo de un antibiótico que muestra cifras de resistencia creciente por parte del principal agente etiológico de la NAC, el neumococo9. Aclarado estos dos puntos considero importante señalar que, si bien el diseño del trabajo de Chirino y col parece apropiado en primera instancia, exhibe un error de aleatorización, ya que agrupa pacientes con muy distintos índice de severidad de neumonía (ISN). Esto ha llevado a que entren en la misma consideración y categoría de tratamiento los pacientes con clase de riesgo I-III y aquellos con clase de riesgo IV y V. En la tabla 1 del artículo se describen las características basales de los pacientes. Al considerar el ISN, vemos que hay diferencias en la media para cada rama, siendo en la rama con macrólidos <90 (86±29) y en la rama sin macrólidos >91 (92±35). Esto ubica a los pacientes en diferentes clase de riesgo del PORT, siendo de clase III para el primero (71-90) y IV para el segundo (91-130). Está bien documentado que la probabilidad de muerte cambia sensiblemente de una clase a otra en estas categorías. Cuando se desagregan los pacientes vemos que en la rama macrólidos hay 10 sujetos con clase IV-V, mientras en la rama sin macrólidos hay 15 pacientes en ésta clase. Esto significa que tiene un 50% más de pacientes clase de riesgo IV-V, que son la mitad de todos los pacientes en este grupo (15/ 30). Aún así, queda sin aclarar en el trabajo cuantos de cada uno de estos pacientes tenían clase IV y cuantos clase V, lo cual parece importante si consideramos que la mortalidad cambia en cada una de las clases, siendo en la clase I-II <1%, en clase III 0,9-2,8%, en la clase IV 9,3% y en la clase V del 27%. De igual manera, cambia la estadía hospitalaria, siendo mayor en las clases IV y V (10). Como se observa, los grupos no son comparables, con lo cual, tanto el “punto final primario” (estabilización clínica al 5° día) como el “punto final secundario” (estadía hospitalaria entre otros) no pueden ser evaluados en forma igualitaria entre los pacientes con clase de riesgo I a III y aquellos con clase de riesgo IV y V. Más aún, si consideramos que muchos de los pacientes con clase de riesgo V tal vez deberían haber sido internados en una unidad de cuidados intensivos para un soporte adecuado. En este sentido, es muy amplia la bibliografía para respaldar esto, comenzando por el mismo artículo original de Fine10. En otro trabajo, Aspa J. y col.11 claramente demuestran que la evo- Vol 10 Nº 3 - Septiembre 2010 lución en estos pacientes cambia cuando pasan de ISN clase I-III a clase IV-V. En otro estudio, Chokshi, Restrepo y col.12 realizan un trabajo con un total de 108 sujetos recibiendo monoterapia o bien terapia de combinación de ATB para neumonía neumocócica bacteriémica (principal germen encontrado en el trabajo en cuestión). El punto principal de este estudio es la división entre los pacientes con clase de riesgo I-III de los pacientes con clase de riesgo IV-V (separando los datos entre éstos últimos). El ISN medio de los pacientes fue de 90 para los pacientes con monoterapia y 99 para los pacientes con terapia combinada. No es casual que la mayor mortalidad fue en éste último grupo (terapia combinada). Sin embargo, cuando se restringió a los sujetos con ISN IV/V no hubo diferencia en la mortalidad entre los grupos. Llamativamente, los pacientes con terapia combinada tuvieron una estadía más prolongada que aquellos con monoterapia. Este trabajo se contrapone con el ensayo publicado en este número. Si a este dato mencionado del ISN (no menor) le sumamos y correlacionamos con otros puntos, como ser los criterios de severidad de la Asociación Americana de Torax (ATS) considerados en los Materiales y Métodos13 vemos lo siguiente: un alto porcentaje de los pacientes en el grupo sin macrólidos tenían una PO2 arterial significativamente menor (en rango hipoxémico) que el otro grupo (PaO2 59±12 versus 64±17) con una PAO2/ FIO2 <250 en un 50% más que el otro grupo (9 versus 6), además, 7 pacientes del grupo sin macrólidos tenían compromiso multilobar. Estos criterios de severidad que han sido validados por Ewig S y col.14 y más recientemente en un trabajo de Phua J.15 son marcadores de severidad de la neumonía, en muchos casos indicando el sitio de cuidado de los pacientes (sala o terapia intensiva) pero también son un índice pronóstico correlacionando con el ISN. En este sentido, cuando analizamos los datos de la tabla 1 vemos que el grupo sin macrólidos tiene criterios de severidad en mayor medida que la rama activa como la PAO2/FIO2 <250 y Rx. Multilobar, siendo que la combinación de los mismos en un paciente son criterios de severidad que requieren internación en terapia intensiva o unidad de mayores cuidados. En la nueva guía de la ATS16 estos criterios se han ampliado agregando la frecuencia respiratoria ≥ 30, confusión/desorientación, uremia (BUN ≥ 20 mg/dl), leucopenia <4000/mm³, trombocitopenia, hipoter- 95 Editorial mia e hipotensión requiriendo agresiva resucitación con líquidos. De los datos medidos en este trabajo (algunos como el recuento de plaquetas no está explicitado), vemos que en la rama sin macrólidos es alto el porcentaje de pacientes con PAO2/FIO2 <250, Rx. multilobar, frecuencia respiratoria ≥ 30, confusión/desorientación, BUN ≥20 mg/dl siendo la combinación de los mismos (≥3) criterios de severidad con internación en una unidad de mayores cuidados (terapia intensiva). Una vez más, no son comparables los pacientes y por lo tanto no es comparable la evolución y el riesgo de los mismos. Interesantemente, uno podría ensayar en este trabajo el “score” de gravedad CURB65 (confusión, urea, frecuencia respiratoria, tensión arterial y edad >65 años). Este índice descripto inicialmente por la British Thoracic Society17 y posteriormente incluido en la guía de la misma Sociedad18 es un método simple y sencillo para medir al ingreso del paciente y que se podría aplicar en este caso considerando que la mayoría de los datos figuran en la tabla 1. El mismo otorga un punto para cada uno de los ítems mencionados y luego se suman los puntos obtenidos. Éste índice ayuda a clasificar los pacientes de mayor riesgo en forma rápida al ingreso y correlaciona bien con el ISN. También ha sido validado en el mismo trabajo de Ewig correlacionado con el ISN en cuanto a la mortalidad. Esto lo demuestra un trabajo de Capelastegui A. y col.19 correlacionando el CURB-65 con el ISN mostrando que los pacientes con CURB-65 >2 con ISN clase IV-V tuvieron una mortalidad del 28%. Cabe pensar que en el trabajo de Chirino y col, más de un paciente con ISN clase IV y V tenía un puntaje superior a 2 indicando la severidad y riesgo del mismo. En resumen, considero que el trabajo de Chirino y col tiene un error de ingreso o aleatorización de pacientes en lo que respecta al estado de gravedad, estimado por cualquiera de las mediciones que se utilice (ISN, criterios de la ATS o CURB-65), razón por la cual no son comparables las ramas y por lo tanto, los resultados encontrados en los puntos finales primarios y secundarios son, a mi juicio, cuestionables. Este hecho, según mi criterio, ha llevado a los autores a tener conclusiones basadas en datos sesgados, como por ejemplo: “el uso de azitromicina en combinación se asoció a mayor tasa de estabilización clínica al 5º día sugiriendo una resolución más rápida en este grupo con una estadía más corta”. Del mismo modo, es cuestionable el estamento que expresa: “en el grupo sin macrólidos hubo tendencia a presentar un curso más tórpido con la única muerte, más fallo terapéutico, neumonía recurrente y neumonía no resuelta”, más aún cuando los propios autores aclaran que no lograron alcanzar significación estadística. La fortaleza del estudio que los autores manifiestan en la conclusión es a mi criterio la debilidad del mismo, considerando el error de agrupar pacientes con marcada diferencia en la severidad, como ya fuera mencionado. Finalmente, los autores mencionan que los pacientes con NAC grave fueron excluidos por razones éticas. Sin embargo, varios pacientes en el grupo sin macrólidos cumplían con criterios de severidad que requerían otra consideración y cuidado y pareciera no haber sido detectados de acuerdo a lo expuesto anteriormente. Por lo tanto, teniendo en cuenta el cuerpo de la literatura acumulada hasta el momento y las debilidades del presente estudio, parece aventurado recomendar el uso sistemático de macrólidos como parte del tratamiento empírico de la NAC aduciendo acción sobre los mecanismos inflamatorios. En cambio, coincido con los autores en la necesidad de realizar un ensayo clínico más amplio, de modo de evitar la vulnerbilidad al sesgo que ofrece el bajo número de pacientes y poder arribar a una conclusión más ajustada. Bibliografía 1. Chirino Navarta A, Bocklet ML, Anzorena A, Cuello H, Carena JA. Eficacia clínica de los macrólidos como parte del tratamiento empírico en neumonía de la comunidad que se interna. Estudio piloto, randomizado, a doble ciego. Rev Am Med Resp 2010; 3: 97-104. 2. Gleason PP, Meehan TP, Fine JM, Galusha DH, Fine MJ. Associations between initial antimicrobial therapy and medical outcomes for hospitalized elderly patients with pneumonia. Arch Intern Med. 1999;159: 2562-72. 3. Dowel SF. The best treatment for pneumonia - New clues, but no definitive answers. Arch Intern Med 1999; 159, 21: 2511-12. 4. Robenshtok E, Shefet D, Gafter-Gvili A, PaulM, Vidal L, Leibovici L. Empiric antibiotic coverage of atypical pathogens for community acquired pneumonia in hospitalized adults. Cochrane Database of Systematic Reviews 2008, 1: 1-57. 5. Shefet D, Robenshtok E, Paul M, Leibovici L. Empirical Atypical Coverage for Inpatients With Community-Acquired Pneumonia. Arch Intern Med. 2005;165:1992-2000. 6. Mills G, Oehley M, Arrol B. Effectiveness of β lactam antibiotics compared with antibiotics active against atypical pathogens in non-severe community acquired pneumonia: meta-analysis BMJ, 2005: 1-7. 96 Revista Americana de Medicina Respiratoria 7. Rodríguez A, Mendia A, Sirvent JM, et al. Combination antibiotic therapy improves survival in patients with community-acquired pneumonia and shock. Crit Care Med 2007; 35: 1493-8. 8. Martin-Loeches I, Lisboa T, Rodriguez A et al. Combination antibiotic therapy with macrolides improves survival in intubated patients with community-acquired pneumonia. Intensive Care Med. 2010; 36: 612-20. 9. Bergman M., Huikko S., Huovinen P., Paakkari P., Seppälä H., and the Finnish Study Group for Antimicrobial Resistance (FiRe Network). Macrolide and Azithromycin Use Are Linked to Increased Macrolide Resistance in Streptococcus pneumoniae. Antimicrob Agents Chemother, 2006: 3646-50. 10. Fine MJ, Auble TE, Yealy DM, et al. A prediction rule to identify low-risk patients with community-acquired pneumonia. N Engl J Med 1997; 336: 243-50. 11. Aspa J, Rajas O, Rodriguez de Castro F, et al. Impact of initial antibiotic choice on mortality from pneumococcal pneumonia. Eur Respir J 2006; 27: 1010-9. 12. Chokshi R, Restrepo M, Weeratunge N, Frei CR, Anzueto A., Mortensen EM. Eur J Clin Microbiol Infect Dis 2007; 26: 447-51. 13. Niederman MS, Mandell LA, Anzueto A, et al. American Thoracic Society. Guidelines for the management of adults 14. 15. 16. 17. 18. 19. Vol 10 Nº 3 - Septiembre 2010 with community-acquired pneumonia: diagnosis, assessment of severity, antimicrobial therapy and prevention. Am J Respir Crit Care Med. 2001;163: 1730-54. Ewig S., de Roux A., Bauer T. et al. Validation of predictive rules and indices of severity for community acquired pneumonia. Thorax 2004; 59: 421-7. Phua J., See KC., Chan YH., et al. Validation and clinical implications of the IDSA/ATS minor criteria for severe community-acquired pneumonia. Thorax 2009;64: 598-603. Mandell AL, Wunderink RG, Anzueto A, et al. Infectious Diseases Society of America / American Thoracic Society consensus guidelines on de management of communityacquired pneumonia in adults. CID. 2007; 44: 27-72. Subcommittee of the Research Committee of the British Thoracic Society and the Public Health Laboratory Service. Community-acquired pneumonia in adults in British hospitals in 1982–1983: a survey of aetiology, mortality, prognostic factors and outcome. Q J Med 1987; 239: 195220. British Thoracic Society Standards of Care Committee. BTS guidelines for the management of community acquired pneumonia in adults. Thorax 2001; 56: 1-64. Capelastegui A, España P, Quintana J. et al. Validation of a predictive rule for the management of communityacquired pneumonia. Eur Respir J 2006; 27: 151-7.