SUPREMA CORTE DE JUSTICIA: 1) En estos autos, caratulados: “M. F., P. J. Retribución o promesa de retribución a personas menores de edad o incapaces para que ejecuten actos sexuales eróticos de cualquier tipo. CASACIÓN PENAL (I.U.E. Nº 206-54/2014”, la Fiscal Letrado Nacional en lo Penal de Primer Turno, interpuso recurso de casación contra la sentencia Interlocutoria Nº 156 (4/6/14) dictada por el Tribunal de Apelaciones en lo Penal de 2º Turno (escrito de fs. 371 379). La Sala por R. 214 dispuso la elevación de los autos, a la Suprema Corte de Justicia (18/6/14), fs. 380). La Corporación por R. 1328 (23/7/14, fs. 385). dio ingreso al recurso y confirió traslado del mismo. Lo evacuó la Defensa del encausado P. J. M. F. quien, por los fundamentos expuestos en su escrito de fs. 391 - 400, solicitó que se desestimara el recurso interpuesto. M3 sa 1 La Suprema Corte de Justicia por R. 1448 (14/8/14 fs. 402), le confirió vista a esta fiscalía, lo que se efectivizó el 19/8/14 (fs. 403 vta). 2) La recurrente funda su impugnación en la infracción de la ley en el fondo (error in iudicando), errores que determinan la parte dispositiva de la sentencia impugnada. Individualiza como normas de derecho infringidas o erróneamente aplicadas, los arts. 1 y 125 del C.P.P., art. 22 del C.P. y el art. 4 de la ley 17.815, lo que paralelamente contraviene el tenor de los arts. 12 y 18 de la Constitución Nacional. Se apoya para ello, en los siguientes argumentos: Que se ha efectuado por el Tribunal, una interpretación absolutamente literal y descontextualizada del articulado, lo que conduce a conclusiones reñidas con normas constitucionales y legales en juego y por ende, a un quiebre de las ritualidades y principios que rigen las formalidades y garantías en juicio. Señala que la sentencia resistida, centra su fundamento legal en dos puntos cardinales que son: A) Que la prueba de "...cargo es tan frágil que en el plenario mal puede esperarse corroborarla..." M3 sa 2 B) Que "...existe una duda razonable sobre el punto vinculado a la edad de la víctima, lo que impone en todo caso aplicar el principio "in dubio pro reo"..., por lo que considera en la causa "... la aplicación estricta del error de hecho..." (art. 22 del Código Penal). Sostiene que en obrados, "asistimos a un sumario que da inicio con el auto de procesamiento y los requisitos legales establecidos como necesarios para dictarlos, son claros y específicos, tal como dispone el Art. 125 del Código del Proceso Penal. Analiza luego la figura delictiva en virtud de la cual se dispuso el procesamiento, el art. 4 de la Ley 17.815 (fs. 347). La recurrente anota que la norma, refiere a un concepto de vulneración de derechos mucho más amplia, que define así “ejecute actos sexuales o eróticos de cualquier tipo”, y considera que establecer si operó o no la consumación de una relación sexual, que por otra parte, admitió el imputado que existió, no es un elemento neurálgico de la imputación, porque el tipo penal no lo requiere. Continúa luego efectuando consideraciones sobre los elementos que a su juicio, requiere la figura delictiva: la probada existencia por parte de M. de la compra a la adolescente de pasajes, prendas de vestir, calzado, celular, alimentos, a lo cual se suma el M3 sa 3 alojamiento en una casa de Maldonado, y la remisión de sumas de dinero que tenía a la joven como destinatario, pero que eran cursadas a nombre de terceras personas. Cuestiona asimismo la afirmación del Tribunal, en cuanto a que “...No hay otra prueba del relacionamiento sexual mas allá de la versión del encausado...”. Ante esta aseveración, considera que existen una cadena de indicios que refuerzan su confesión, las que detalla (fs. 152, 212 y 213). A continuación, analiza el sujeto pasivo del tipo delictivo en consideración, que en el caso es la menor de edad, la que contaba con 15 años al momento de los hechos, extremo acreditado con la fotocopia de la cédula de identidad (fs. 146). Considera asimismo la recurrente, que procede descartar la causal exculpatoria prevista en el art. 22 del C.P., que fuera aplicada por el Tribunal, atento a la prueba incorporada a la luz de la sana crítica. A tales efectos, considera los siguientes hechos probados: el imputado es una persona adulta (75 años), que ha viajado, es empresario y profesor de Antropología, extremos que la llevan a concluír que el mismo registra un fluído conocimiento e interacción con los seres humanos. En cuanto a la víctima, anota que se trata de una M3 sa 4 adolescente de 15 años, que no tiene cubierta sus necesidades elementales, la que la lleva a concluir que sus posibilidades reales de conocimiento del mundo exterior y desarrollo, son menguadas. Menciona asimismo la foto que surge de la cédula de identidad de la menor, y la descripción física aportada por M. “...delgada, menuda, mediana estatura: un metro cincuenta o un metro sesenta..” quien acota asimismo “..lo que a mi me sorprendió fue que me pareció demasiado joven...” (fs. 186). A lo antes expuesto, suma la circunstancia de que el imputado realizaba las remisiones de dinero por agencias de pago, a nombre de terceros, extremo este que, a juicio de la recurrente, se justifica por el conocimiento que tenía el imputado de que al ser menor, la misma no podía ser la destinataria de los giros. 3) Oportunamente, la Defensa del encausado solicitó el rechazo de la casación planteada por los argumentos que expone. A saber: Afirma que no se infringió el art. 125 del C.P.P., toda vez que ningún Magistrado viola ningún principio procesal y ninguna regla de procedimiento, cuando apreciando las resultancias de autos, se pronuncia fundadamente sobre si hay diligencias pendientes o no, y si caben ampliaciones o no. M3 sa 5 Que la recurrente se empeña en construir otra versión de los hechos, lo cual colide con lo dispuesto por el art. 270 inc. 2 del CPP, que prohíbe discutir los hechos dados por probados en la sentencia, en vez de tenerlos por verdaderos, como manda la ley. A consecuencia de ello, considera que en autos, se dió por probado un error de hecho eximente, y como tal, su prueba está alcanzada por el segundo inciso del art. 270 del CPP, que le veda toda reconsideración a la Suprema Corte. Entiende asimismo que la redacción del art. 4 de la Ley 17.815, atrapa la conducta de quien paga y de quien promete pagar o promete ventajas, pero no encarta la actitud de quien, sin pagar y sin pacto sexual previo, invita y regala primero y después acuerda refocilarse, siendo asimismo indiferentes al Derecho Penal los envíos de dinero posteriores, desconectados de toda nueva relación y todo nuevo encuentro. Afirma asimismo que M. nunca admitió haber cambiado dinero por sexo, que claramente dijo que primero fueron sus atenciones -en especie y dinerarias y que después se concretó una intimidad que él dudaba si ocurriría o no y que finalmente cumplió sin atracción ni estro erótico. M3 sa 6 Por último, agrega otro argumento que sería del caso tener presente, y que refiere al imperativo del Derecho humanista, liberal y garantista: in dubio pro reo. CONSIDERACIONES JURIDICAS En opinión de este Ministerio, correspondería hacer lugar al recurso en trámite, conforme a los argumentos que a continuación se exponen: 1) Art. 4 ley 17.815 En cuanto a la alegada vulneración del art. 4 de la Ley 17.815, cabe recordar que el mismo establece: “El que pagare o prometiere pagar o dar a cambio una ventaja económica o de otra naturaleza a persona menor de edad o incapaz de cualquier sexo, para que ejecute actos sexuales o eróticos de cualquier tipo, será castigado con pena de dos a doce años de penitenciaría”. Estamos frente a una figura de peligro, que no exige que el menor o incapaz realice ningún acto, siendo suficiente con el simple ofrecimiento de pago, ”para que ejecute actos sexuales o eróticos de cualquier tipo”. M3 sa 7 El delito de peligro, es el que se consuma aunque no se haya efectuado ninguna lesión al bien jurídico tutelado por la norma respectiva, es decir si la conducta sólo crea el riesgo de que ello acaezca. Se sanciona ex ante, a los efectos de una mejor tutela de ese bien jurídico, lo que determina que se valorice la conducta humana no solamente por su aptitud causal para producir la lesión, sino también desde la dirección de la voluntad para producirla (Reta, Adela. “La culpabilidad en los delitos de peligro”, Anuario de Derecho Penal Uruguayo, Ed. Montevideo 1978, tomo 2, págs. 175 y 176). Como sostiene el Dr. Gilberto Rodríguez, la norma a estudio consagra un delito de peligro “…en tanto el legislador al amparo de los compromisos internacionales, ha diseñado una conducta delictiva que procura el reproche de aquellos comportamientos disvaliosos que buscan con tales ofrecimientos de dinero y entrega de dádivas; preparar la inducción al proxenetismo, a la explotación de la prostitución, a la captación, reclutamiento y otras actividades que generan el peligro de las mencionadas conductas que afectan al ser humano en su dignidad y proscribe así los actos de tráfico y trata de personas. En el caso de niños, adolescentes e incapaces…” (“Tipo penal y error de tipo. El absurdo evidente probatorio. Rodríguez Olivar, Gilberto C. LJU, Ano LXXV, Tomo150, Julio 2014). M3 sa 8 Ahora bien, a este respecto, y aplicando la norma al caso, el Tribunal sostiene, refiriéndose a manifestaciones realizadas por la menor, que ella “ ..negó, expresa y categóricamente, haber mantenido relaciones sexuales con M. “..no mantuve relaciones sexuales con él ni una sola vez..” (fojas 193), punto que como se dijo, es medular en el tipo en cuanto hecho que debe probarse fehacientemente” (fs. 347 vta.) (subrayado nuestro). A juicio de este Ministerio, la norma fue correctamente seleccionada para ser aplicada al caso concreto, pero el Tribunal realizó una interpretación errónea de la misma, al afirmar que era necesario probar fehacientemente la relación sexual. Incurrió entonces, en un error en la aplicación de la norma de derecho en el fondo, error in iudicando, el cual influyó en la parte dispositiva de la sentencia, requisito que habilita casar la sentencia. El Art. 22 C.P. ERROR DE HECHO Sostiene la Sra. Fiscal, que procede descartar la aplicación del error de hecho que fuera relevado por el Tribunal, como causal exculpatoria, “atento a la prueba incorporada a la luz de la sana crítica”. La recurrente, está cuestionando entonces, la valoración de la prueba efectuada por la Sala, extremo éste que como es sabido, está vedado en casación, y ello porque no se ha concebido a la casación, M3 sa 9 como una tercera instancia (Cfme. Sentencias de la S.C. de J. Nros. 51 y 310/95, 280/09, 683/12, 461/13, 504/13, 507/13, 754/14). Así lo ha sostenido esta Fiscalía en múltiples dictámenes: 3560/92, 174/93, 1646/94, 445/98, 3552/98, 1069/99,167/00, 892/01, 1432/02, 464/03, 1070/03, 3673/08, 4196/11, 4913/12, 5214/12, 1344/13, 1806/13, 830/14, entre otros. Dice el art. 270 C.P.P. en su inciso 2º que: “No podrán discutirse los hechos dados por probados en la sentencia, los que se tendrán por verdaderos”. Y el art. 174 inc.1 C.P.P. establece que: “Los Jueces apreciarán la eficacia de las pruebas de acuerdo con las reglas de la sana crítica…” El sistema de la sana crítica para la valoración de la prueba, da al Juez, libertad para apreciar la eficacia persuasiva de la prueba, con el único límite de que el juicio que se haga sea razonable, conforme a las leyes de la lógica o adecuadamente explicitado, de forma de permitir el control de su logicidad (Cf. De la Rúa, “El recurso de casación”, Couture, “Estudios de Derecho Procesal” T. II pag. 181 a 227, Cfme. D. 3665/03. M3 sa 10 Enseña DE LA RÚA que el sistema de la sana crítica racional para la valoración de la prueba es aquél en el cual: “el juzgador no está sometido a reglas que prefijen el valor de las pruebas, sino que es libre para apreciarlas en su eficacia, con el único límite de que su juicio sea razonable. Es decir, que al apreciar los elementos de prueba incorporados al proceso, observe las reglas fundamentales de la lógica, de la psicología y de la experiencia común…Su razonamiento no debe ser arbitrario ni violar las máximas de la experiencia; debe mantener una congruente relación entre las premisas que establece y las conclusiones a que llega”. (Cf. “La casación penal”, p.147). En consonancia con lo expuesto, la Corporación ha sostenido que el decisorio, al analizar las pruebas, “ es libre de apreciarlas en su eficacia, con el único límite de que el juicio sea razonable, es decir, no arbitrario y en concordancia con las máximas de la experiencia, o en las enseñanzas del maestro Couture, las reglas del buen entendimiento humano. El ejercicio de las reglas de la sana crítica, según jurisprudencia constante, que la Corporación reitera para el caso, no genera nulidad, salvo que se arriben a conclusiones absurdas, arbitrarias o contrarias a las máximas de la experiencia”..” (sentencia Num. 65/92). M3 sa 11 La creación pretoriana del ‘absurdo evidente”, surgió como medio de ampliar el campo del recurso de casación ante las limitaciones de la ley frente a casos de notoria injusticia, al decir de Colombo “como válvula de escape” frente a la inequidad de procedimientos judiciales sobre cuestiones de hecho excluidos por su propia naturaleza de casación. De ahí que la revalorización de la prueba resulte excepcional, a interpretación estricta y cuando la desviación de la sentencia fuese grave y manifiesta. Siguiendo las enseñanzas del referido autor y ex integrante de la Corporación, partiendo de la premisa de que la valoración de la prueba en sí, es un tema ajeno a la competencia de la Corte, “se requiere para la tipificación del absurdo, que medie un error notorio, lo que equivale a manifiesto, patente, evidente, palmario, claro, ostensible, por lo que es también indiscutible, que no es posible casar cuando la valoración es discutible, o poco convincente y aún equivocada, o se trata de un mero error que no alcance aquellas características, pues en dichos casos queda excluido el absurdo evidente y la Corte tiene que ajustarse a la base fáctica dada por el fallo, intangible para ella….” (Colombo, Erik: “Casación: Teoría del absurdo evidente”, en RUDP Num. 1, 1983, pág. 57). Cfme. Dictamen de la Fiscalía de Corte 1075/07. En virtud del agravio formulado, procede analizar si el Tribunal, valoró las pruebas de acuerdo a las reglas de la sana M3 sa 12 crítica, al concluir que al encausado, lo amparaba la causal de inculpabilidad del error de hecho, puesto que según la mayoría de la Sala, M. se relacionó con la joven T. en el entendido de que la misma era mayor de edad. Este Ministerio no tiene el honor de compartir tal acerto, en virtud de las emergencias de las probanzas que a continuación se detallan. Como sostiene el Ministro discorde, el Sr. M. manifiesta en sede judicial: - “ ..que le presentaron a T. con la intención clara de tener relaciones sexuales con ella. Lo que a mi me sorprendió fue que me pareció demasiado joven y yo le pregunté la edad y si era mayor de edad, me contestó afirmativamente y dijo que incluso tenía una niña…”.(fs. 351) - “…ella me pedía, me decía que estaba sola, que vivía con su niña… Ahí le empecé a girar de tanto en tanto cuando me decía, me lloraba que tenía que pagar el alquiler, que la echaban….ella me daba el nombre y los documentos de las personas a las cuales enviarles el dinero yo no conocía e esas personas. Y ella me dijo que había tenido problemas con el documento”.(fs. 351 vta.). - Afirma el Sr. Ministro discorde asimismo, que “la joven adolescente T., es delgada y menuda, conforme declaraciones M3 sa 13 prestadas por el procesado P. J. M., ergo, no tiene un físico robusto que podría hacer creer que tiene mas de quince años, característica que la señora titular de la acción destaca al observarse su foto de la cédula de identidad adjunta a f. 146, y que oportunamente probará ..” (fs. 352 vta. y 353). - Asimismo, el Dr. Tapié, cita las declaraciones de M. F. R. L., que declara: “El de Maldonado le mandaba plata para C. porque ella (T.) es menor y no puede levantar plata. El C. me dijo que el de Maldonado andaba con T.” (fs. 351 vta.). En este punto, cabe considerar asimismo que M. es una persona mayor, de 75 anos de edad, con la experiencia que le brinda tanto su edad, como su formación académica (profesor de antropología) y su actividad empresarial, que interrogó a la joven sobre su edad, ya que le pareció muy joven, y por otra parte presenta una complexión física acorde a su edad. Asimismo, corresponde tener presente el hecho muy llamativo y para nada menor, de que M. realizaba giros de dinero para la joven, pero el destinatario de los mismos era otra persona. Por lo expuesto, a juicio de esta Representación, no es lógico ni razonable pensar que M., tuviera la certeza de que se estaba relacionando con una joven mayor de edad. M3 sa 14 Se considera del caso asimismo, realizar algunas consideraciones sobre la causa de inculpabilidad a estudio. El error de hecho, a los efectos de poder ser calificado como causa de inculpabilidad, debe reunir las siguientes condiciones: a) ser esencial, o sea que el error debe recaer sobre un elemento del delito, sin el cual no podría configurarse el mismo, b) ser inculpable, o sea debe ser inevitable, invencible, aun cuando se hayan utilizado todas las medidas necesarias para evitar incurrir en él; c) ser decisivo, o sea que ese error fue el que determinó al agente a obrar de esa manera. Corresponde preguntarse asimismo entonces, si en el caso el supuesto error de hecho, puede considerarse inculpable, y para este dictaminante, la respuesta negativa se impone, atento a que M. pudo haber averiguado a través de las personas que conocían en común, acerca de la edad de T., y en forma más contundente aún, requerirle el documento de identidad, como asimismo lo anota el Sr. Ministro discorde (fs. 352 vta.). Como se ha sostenido: “.. en materia de error de hecho, no basta la suposición, consignando la jurisprudencia extranjera que la mera suposición del agente que no trató de comprobar, no constituye el error de hecho excusante (Sent. del 2/8/55 de la Cámara Nacional de la Capital; en La Ley; diario del 22/10/55). M3 sa 15 (V.Jiménez de Asúa. Tratado de Derecho Penal”, T. VI, pag. 352) …’’ (Revista de Derecho Penal núm. 9 pág. 116 y Revista de Derecho Penal num. 10 pág. 146). “Las dudas que pueden haber mediado no deben computarse a favor del reo a quien no le es aplicable el aforismo “in dubio pro reo”. Esta norma de prudencia y equidad es de orden procesal y corre para el encausado cuando la duda es la del Juez y no la del reo, antes de obrar, a quien no puede favorecer la ignorancia culpable o voluntaria, puesto que el que obra en esas condiciones, en puridad, ha previsto un resultado que aunque no lo haya querido, se reputa intencional del acuerdo con la norma del art. 18 del C.P. La duda obliga a una conducta similar al Juez y al reo, porque los dos son hombres o seres morales, el Juez está obligado a poner su diligencia en despejar la duda y si fracasa debe abstenerse de la vía que puede llevar a la mayor iniquidad de condenar al inocente: el reo, por su parte, también está obligado a igual diligencia frente a la duda, antes de obrar y si ella persiste, debe abstenerse de lo que puede ser delictuoso y debe ser penado, aunque naturalmente, se computen a su favor esas mismas circunstancias con un matiz de menor peligrosidad relativa…” (Cf. LJU XXV, caso Num. 3599, en Revista de Derecho Penal num. 10 pág. 146 y 147). M3 sa 16 En conclusión, considera este Representante, que la valoración en cuanto a si en la especie se configuró la causal de inculpabilidad del error de hecho, no se realizó conforme a las reglas de la sana crítica, faltó ese “mínimo de razonabilidad suficiente”, al que refiere Morello, en la consiguiente aplicación del derecho al caso concreto (Cfme. “La casación”, ed. Abeledo-Perrot, 1993, p. 439). Por lo expuesto, y a juicio de este Ministerio considerando que los defectos señalados, cobran relevancia en la medida en que la sentencia atacada se basa expresamente en ellos, los mismos vician el raciocinio del pronunciamiento de tal modo, que determinan que el mismo aparezca arbitrario. El Tribunal debió mantener la decisión de enjuiciamiento la que además, y conforme a lo edictado por el art. 132 del C.P.P., tiene carácter provisional, ya que será posteriormente que habrá de establecerse la certeza jurídica a la situación del imputado (art. 245 C.P.P.). CONCLUSIÓN M3 sa 17 Por los fundamentos expuestos, este Ministerio considera que corresponde hacer lugar al recurso de casación impetrado.Montevideo, 15 de setiembre de 2014.- Dr. Jorge Díaz Almeida Fiscal de Corte y Procurador General de la Nación M3 sa 18