Pongamos al día nuestra fe

Anuncio
Pongamos al día nuestra fe
VIVIR LA CUARESMA
Un tiempo fuerte de crecimiento personal
Joseph Codina i Farrés
El día del bautismo, la comunidad cristiana se comprometió a ayudarme a crecer
como persona humana, tal y como Dios me había querido y proyectado. Ese
compromiso suponía acompañarme y estar siempre a mi lado para enseñarme a
seguir a Jesús como el Camino, la Verdad y la Vida. La Cuaresma que
celebramos cada año es un momento privilegiado del cumplimiento de ese
compromiso por parte de la comunidad.
La Cuaresma es una oferta seria que la comunidad cristiana me hace cada año
para revisar a fondo la vivencia de mi fe y la manera de vivir mis relaciones
conmigo mismo, con los otros, con la creación y con Dios. Es un tiempo que me
llama a ser realista y auténtico para mejorar la cualidad y la solidez de mi vida y,
por eso, ilumina mi presente y mi futuro a la luz de la fe y del Evangelio.
Una Cuaresma que me ayude a crecer debería ser:
Un tiempo de entrenamiento humano intensivo de 40 días:
para librarme de todo lo que perjudica mi salud humana y espiritual.
para fortalecer en mí todo lo que me ayuda a ser más persona, lo que me
estimula a vivir mejor mis responsabilidades de todo tipo.
Un tiempo para hacer una revisión seria de la calidad de mi vida:
para mejorar mis relaciones conmigo mismo, con los demás y con Dios.
para aprender a ser más moderado y exigente en mi estilo de vida y, así,
poder ser más solidario con los demás.
Un tiempo privilegiado para rehacer mi opción cristiana:
para intensificar mi relación personal con Dios a través de la oración.
para profundizar en mi amistad con Jesús, leyendo y meditando cada día el
Evangelio y dando más importancia a la Eucaristía.
para revisar y mejorar mi compromiso con la comunidad cristiana.
La Cuaresma, un largo camino
La Cuaresma es un largo camino de cuarenta días a la luz del Misterio Pascual.
Desde muy antiguo, los cristianos nos hemos venido dando este tiempo de
revisión y conversión como preparación para la Pascua, inspirándonos en la
experiencia que Jesús vivió en el desierto para prepararse la predicación de la
Buena Nueva. Fueron 40 días dedicados a la plegaria, a la reflexión y a la
comunión con el Padre y con los hombres a los que iba a anunciar la Buena
Nueva. Guiado por el Espíritu, los pasó en un ambiente de soledad y ayuno.
Para nosotros la Cuaresma son 40 días de preparación para vivir más
intensamente el Misterio Pascual, la Muerte y Resurrección de Jesús. Por eso,
hemos de intensificar nuestra comunión con Dios –oración- nuestra solidaridad
con los hermanos –limosna- y nuestro esfuerzo para dominarnos y luchar contra
el mal –ayuno-. Pero hay que dar a esas palabras todo el sentido que tienen de
esfuerzo cuaresmal.
Los 40 días de la Cuaresma también nos recuerdan la experiencia del Pueblo de
Dios en el desierto, desde la salida de Egipto (la liberación) hasta la llegada a la
Tierra Prometida. Las referencias constantes que se hacen a la Alianza y al
Bautismo durante la Cuaresma nos lo recuerdan.
El fruto de la Cuaresma dependerá de mi esfuerzo para corregir lo que haya que
corregir y, también, de mi voluntad de crecimiento personal. Siempre podré
contar con la ayuda de Dios, con las propuestas de vida que me hace Jesús, con
la fuerza del Espíritu Santo y con el apoyo de la comunidad.
La invitación del Miércoles de Ceniza
Cuando ese día me reúno con los demás cristianos para celebrar el comienzo de
la Cuaresma, se me invita a recibir la ceniza, recordando el gesto de los
pecadores que expresaban públicamente el deseo de convertirse, de recibir el
perdón. Con ese gesto reconozco públicamente que me siento pecador y expreso
mi convicción de que puedo ser mejor y que me quiero convertir, cambiar,
mejorar.
En el momento de la imposición de la ceniza, me dicen: “¡Conviértete y cree en el
Evangelio!” Con esas palabras la comunidad me invita a escuchar a Jesús en el
Evangelio y a adaptar a él mi vida. En algunos lugares, para expresar el deseo y
el compromiso de seguir a Jesús, el que recibe la ceniza pone la mano sobre el
libro del Evangelio abierto en el mismo momento de la imposición.
La Cuaresma, tiempo de conversión
La palabra conversión nos sugiere una actitud de cambio grande y de adaptación
a una realidad nueva. En el lenguaje cristiano expresa un cambio profundo, una
metanoia para adaptar la vida a la propuesta que Jesús nos hace en el Evangelio
para que nuestra vida sea más humana y esté más de acuerdo con las
exigencias del Reino de Dios, una vida según el Espíritu que habita en nosotros.
Convertirse supone un cambio personal, un dirigirnos a algo mejor. Ponerse en
estado de conversión es un gesto de coraje: creemos que tenemos la capacidad
y la voluntad de ser mejores. De hecho, la conversión nos hace vivir en un estado
permanente de crecimiento humano. Nos ayuda a irnos liberando de todo lo que
nos podría deshumanizar y perjudicar.
Convertirme no es un esfuerzo para evitar el abismo, sino lanzarme a la
conquista de la cima.
2
Convertirme no es llorar sobre el pasado sino la vuelta al esfuerzo cotidiano a
pesar de las caídas y decepciones.
Convertirme no es decir No al pasado que no puedo cambiar sino decir Sí a la
vida nueva que se me ofrece hoy, decir Sí a Aquel y aquellos que creen en mí y
cuentan conmigo a pesar de todo.
Convertirme no es mirar angustiado e impotente las cadenas que no me dejan
mover sino esforzarme para romper las cadenas que me paralizan la inteligencia
y el corazón.
Convertirme es acoger el amor y la esperanza en los ojos y en el corazón, es
poner vida y amor allá donde sólo hay muerte y vacío.
Convertirme es creer, de una vez y de verdad, en mí mismo, en Dios, en los
demás, en la riqueza de la vida y del amor.
Los tres ejes del esfuerzo cuaresmal
Durante la Cuaresma he de revisar y mejorar mis relaciones esenciales. Para
tener una vida humana equilibrada y lograda he de tener una buena relación
conmigo mismo, con los demás, con las cosas y con Dios.
Vivir una buena relación conmigo mismo: Quiere decir esforzarse por desarrollar
todas las posibilidades de mi ser y cuidarme de mi crecimiento integral: físico
(salud), intelectual, psicológico y espiritual. En las prácticas cuaresmales, lo
expresamos con una expresión tradicional: “ayuno y mortificación”, que también
se podría traducir por el esfuerzo de autocontrol para eliminar de mi vida todo lo
que puede destruirme o impedirme que crezca y avance. Es una actitud exigente
que supone mucha sinceridad conmigo mismo y un esfuerzo real y constante por
mejorar. No me puedo contentar con eliminar los obstáculos y peligros, lo más
importante es acostumbrarme a vivir unas actitudes de mayor fidelidad y
solidaridad.
Para dar más sentido al esfuerzo de moderación en los gastos durante la
Cuaresma y para que mis privaciones expresen mi amor solidario, podría
practicar lo que se llama el sobre solidario. Se trata de tomar un sobre al
comienzo de la Cuaresma y meter en él cada día el dinero que ahorro con mis
esfuerzos de moderación y mis privaciones voluntarias. Al final de la Cuaresma
se puede entregar lo ahorrado a alguna persona necesitada o a alguna institución
como Caritas. Esta costumbre del sobre solidario es un medio muy pedagógico,
tanto a nivel personal como familiar.
Vivir una buena relación con los demás: Una vida basada en el amor y la
solidaridad, dispuesta a acoger a los demás y a ayudarles aunque eso signifique
imponerme privaciones. En el lenguaje tradicional de la Cuaresma, se hablaba de
dar limosna: un don de sí mismo que no espera nada a cambio. Puedo hacer
limosna ofreciendo mi presencia, mis fuerzas, mi tiempo, mi atención, mis bienes,
mis conocimientos…
3
Mejorar mi relación con Dios: El primer aspecto que debería revisar y mejorar en
mi relación con Dios es pensar en la forma como acojo su amor. Me podría hacer
esta pregunta: ¿Me dejo amar por Dios?
Lo que más me puede motivar a escuchar a Dios y a amarle es ser consciente
del amor que me tiene. Por eso, debería leer, meditar y orar a menudo con la
Palabra de Dios. Puedo recordar que Dios me ha hecho a imagen suya, que en y
por Jesús me acoge en su familia y me ama como a un hijo, que tengo en mí su
Espíritu, que me ha confiado la realización de su proyecto de Vida y Amor para
todos los hombres. Jesús ha muerto y resucitado y, ahora, nos está preparando
una morada en la casa del Padre. Pero aquí y ahora, me acompaña en mi
camino: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré.
Tomad mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y
encontréis descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mt 11, 28-30).
Cuaresma, tiempo de reconciliación
La reconciliación es la consecuencia lógica de la toma de conciencia de mis
actitudes negativas hacia Dios, hacia los demás y hacia mí mismo. Si sólo me
quedo en la conciencia del mal que he hecho, caería en el desánimo y en la
angustia. Eso sería muy negativo y me destruiría a mí mismo.
La reconciliación con Dios es una actitud interior que se va asumiendo poco a
poco y que abre mi corazón al amor y al compromiso. Jesús, siempre realista,
quiso poner a nuestra disposición una manera muy humana de hacer visible esta
reconciliación. Por eso pidió a sus discípulos que se expresasen mutuamente esa
reconciliación mediante la actitud acogedora de un perdón auténtico. Y pidió
sobre todo a los apóstoles que, en su nombre, expresasen el amor y el perdón de
Dios a todos, tal como lo hacía él. El gesto y la palabra mediante la que nos
expresamos unos a otros el perdón se convierte en una fuerza de renovación
interior y nos da confianza. Por eso, el Sacramento del Perdón es un elemento
muy importante del proceso cuaresmal. Seguro que la comunidad cristiana
ofrecerá algunas celebraciones especiales para vivirlo.
Cuaresma, tiempo de resurrección
Así como Jesús vivió en fidelidad cada día hasta entregar su vida en la Cruz y
esa fidelidad le llevó a la plenitud de vida en la Resurrección, también yo estoy
llamado a vivir ese proceso, llevando la cruz de mi fidelidad diaria, con la certeza
de que eso me llevará, junto con Jesús Resucitado, a la plenitud de la Vida con
Dios y con los hermanos. El horizonte de la resurrección de Jesús y de la plenitud
de Vida que me ofrece es lo que da sentido al compromiso cuaresmal.
4
Descargar