FIESTA DE SAN FRANCISCO DE SALES Homilía Jornadas de Familia Salesiana Mis queridas hermanas y hermanos: la fiesta de San Francisco de Sales que hoy celebramos nos llena de gozo y constituye un magnífico pórtico que nos prepara a la próxima solemnidad de San Juan Bosco. Francisco de Sales, obispo santo de corazón noble y profundo humanismo, fue un creyente de honda espiritualidad que comprendió que el centro decisivo de su vida era Dios y que su historia y toda la historia estaban sostenidas y misteriosamente dirigidas por su providencia y misericordia. Fue sabio en la dirección espiritual, porque ya había recorrido el camino de la madurez cristiana, como diríamos hoy. Reflexionó y anunció la Palabra por los más diversos medios, porque él ya vivía de esa Palabra salvadora, en la que descubría la voluntad de Dios que iluminaba su vida y sus decisiones. Es el santo de la ternura del corazón, modelado con mucho esfuerzo, con dura ascesis, para lograr parecerse al corazón de Dios Padre. Se hizo imagen de la ternura de Dios, y con esa experiencia acompañó a las personas hacia el encuentro personal con El, hacia la reconciliación con ellos mismos y con los demás. Prudente y fiel supo vivir como hombre de su tiempo al servicio de la Iglesia y de los más necesitados. Y en tiempos difíciles y turbulentos nunca perdió el norte de su vida y ni de la vida de los cristianos confiados a su labor pastoral, porque supo dejarse guiar por la brújula del Espíritu, con una oración profunda, de expresiones sencillas, con una oración constante, como el aire que respiraba. Don Bosco se inspiró en él para llevar adelante su apostolado en favor de los jóvenes pobres, abandonados y en peligro. Su caridad pastoral, su amabilidad, su bondad inspiraron de forma determinante el estilo que Don Bosco vivió y transmitió desde su carisma personal a sus colaboradores, al ambiente educativo de su obra fundacional, a toda la familia salesiana. Como nos ha dejado escrito Don Rua, el 26 de enero de 1854 don Bosco propuso a cuatro jóvenes del Oratorio de San Francisco de Sales, hacer un «ejercicio práctico de caridad». «Desde ese día, escribe don Rua, fue puesto el nombre de salesianos a los que se propusieron y se propondrán dicho ejercicio». Inspirados en la bondad y en el celo pastoral del santo de la caridad, Don Bosco nos ha dado el nombre de salesianos y nos ha indicado – nos recuerdan nuestras Constituciones – un programa de vida en la máxima “Da mihi animas, cetera tolle” (cfr. C 4). Y en Don Bosco, inspirado en San Francisco de Sales, tiene origen un vasto movimiento de personas, que en diferentes modos y en las más variadas experiencias, trabajan por la salvación de los jóvenes (cfr. C 5), según el carisma de Don Bosco, enriquecido por el carisma de San Francisco de Sales. Así el carisma salesiano hoy bebe de esa fuente original, suscitada por el Espíritu de Dios: haciendo que la mansedumbre, la amabilidad, y la pasión pastoral guíen la vida de los miembros de la familia salesiana y sostengan su compromiso en la educación y evangelización de adolescentes y jóvenes. La Palabra que hemos proclamado en la celebración nos ilumina en el hoy de nuestra historia para ser fieles a cuanto Don Bosco, inspirado en San Francisco de Sales, quiso de nosotros. 1 Nos recuerda el Apóstol Santiago que nuestra sabiduría no viene del mundo, sino de Dios. Y esta sabiduría es pura, amante de la paz, comprensiva, llena de misericordia y buenas obras, constante y sincera. Enraizados en la Palabra de Dios, mirando a Francisco de Sales, contemplando a Don Bosco, queremos hacer nuestra la sabiduría que viene de lo alto. En nuestro trabajo con los jóvenes, en nuestra experiencia comunitaria y familiar, en nuestro vivir cotidiano en experiencias vitales tan diversas, queremos ser sembradores de paz y de justicia en este mundo, que Dios ama, y al que nos envía como discípulos de Jesús, que buscan siempre el bien y que quieren borrar toda huella del mal. El corazón del Buen Pastor es la fuente de nuestro carisma como familia salesiana, nuestra referencia en la vida de cada día y en el compromiso evangelizador. El Buen Pastor que conoce a sus ovejas y por las que entrega su vida que nos da vida, sentido, esperanza. En su nombre, con la fuerza de su Espíritu, sostenidos por la misericordia del Padre queremos ir al encuentro de los jóvenes, especialmente los más pobres y en peligro. Fieles al carisma de Don Bosco, queremos anunciarles el amor de Dios, que genera Vida y Esperanza para todos. Francisco de Sales, pastor celoso y amable, rico en la sabiduría “que viene de lo alto” interceda hoy para que nuestra familia salesiana pueda ser fiel a las inspiraciones de Dios, siguiendo la propuesta profética de Don Bosco y siempre sensible y disponible para las demandas urgentes de los jóvenes de nuestro tiempo. José Miguel Núñez Roma, 24 de enero de 2009 2