Lectura a toda máquina - iglesia bautista getsemani de montreal

Anuncio
Lectura a toda máquina
Leer quince veces más rápido y comprenderlo todo es una habilidad
que se desarrolla al aplicar disciplinadamente algunas técnicas de
aprendizaje.
Por: Nancy Avendaño
Fotografía: Luis Echeverría
La información crece a pasos agigantados. Según Naciones Unidas, desde 2000 el conocimiento humano se
duplica cada 22 meses, mientras antes eso sucedía cada cuatro años. Eso significa que un alto ejecutivo
necesita leer un millón de palabras al día si quiere estar actualizado. A ello debe agregar unos cuantos libros,
pues sólo en español se publican anualmente alrededor de 100 mil nuevas ediciones. Pero, ¿cómo alcanzar esos
objetivos si cada vez se tiene menos tiempo para el cultivo
intelectual?
Los expertos coinciden en la necesidad de mejorar la
habilidad de lectura. La receta es simple: “hacerlo más
rápido y entender a la primera”, dice Roberto Champney,
del centro de lectura rápida Rocha´s Kenil. Según el
profesional, existe evidencia científica de que a mayor
velocidad de lectura se logra mejor atención, comprensión,
retención y memorización del texto, pues la rapidez no
permite distracciones. En ese sentido, Alejandro Martínez,
de Técnicas Americanas de Estudio para Guatemala, agrega
que el método se concentra en el entrenamiento del ojo, el
cual, en lugar de detenerse a ver cada palabra, capta de un
solo la totalidad de la frase.
Entendido de esa forma, los problemas de lectura no tienen
por qué relacionarse con la inteligencia de las personas. “En
la medida en que el ojo capta más información y la envía al
cerebro, éste acelera su funcionamiento para procesarla,
comprenderla y almacenarla”, explica Martínez, quien
agrega que la técnica permite a las personas ser más
“inteligentes, hábiles y seguras de sí mismas”.
Lectores profesionales
A los cursos de lectura rápida ofrecidos en Guatemala por
diferentes empresas asisten niños, estudiantes, profesionales y ejecutivos. Estas personas al iniciar el programa
leen un promedio de 150 palabras por minuto y comprenden entre el 20 y el 40 por ciento de lo leído. Al
finalizar el curso –dependiendo del lugar y la constancia— alcanzan una velocidad de dos mil palabras o más, y
una comprensión del cien por ciento.
Eso significa que tienen capacidad para leer un libro de 200 páginas en 30 minutos, cuando antes debían
emplear entre cuatro y cinco horas continuas. De esa cuenta, una persona que lea diariamente 15 minutos
habrá leído 20 libros al año. Si dedica más tiempo, podría llegar a leer 150 libro; es decir, uno cada dos días.
No obstante, se estima que quien esté acostumbrado a leer, pero no conozca el método de lectura rápida,
únicamente concluirá entre 12 y 24 libros al año, una cifra alta si se toma en cuenta la regla general, la cual
dice que los latinoamericanos leen como máximo cuatro libros al año.
Ese no será el caso de Crista Rodríguez, una chica de 12 años que estudia sexto grado en el colegio Viena, y
que recientemente terminó el curso de lectura rápida en Técnicas Americanas de Estudio para Guatemala.
“Empecé leyendo 117 palabras por minuto, y ahora leo 5,220 en ese mismo tiempo”, señala. Eso lo logró con
“práctica y disciplina”, dice. Ahora no sólo ha mejorado sus notas dedicando menos tiempo al estudio, sino que
también ha empezado a desarrollar el gusto por la lectura. “Acabo de terminar de leer Tom Sawyer”, relata. "Lo
hice en 20 minutos", agrega.
La lectura rápida contribuye a mejorar el nivel cultural, académico, profesional y laboral de las personas.
También mejora el vocabulario y la ortografía. “Para aprender la técnica únicamente se requiere saber leer y
practicar las terapias que se indican en cada sesión”, afirma la encargada del área de psicopedagogía de
Técnicas Americanas de Estudio para Guatemala, Elizabeth Herrera, quien agrega que ellos se encargan de
alejar las distracciones físicas y psicológicas que disminuyen los niveles de comprensión de los alumnos. Para
conservar la destreza alcanzada la técnica debe practicarse continuamente. “Si una persona no se ejercita
pierde rapidez pero nunca olvida la forma de hacerlo”, comenta Champney, quien agrega que el único freno a la
velocidad lectora son los cuestionamientos que cada texto ocasiona al lector.
Cambio de hábito
En Guatemala muchas personas creen que demorarse dos o tres semanas para leer cierta cantidad de
información es algo natural; más aún, están seguras de que para comprender bien el texto hay que releerlo
más de una vez. Sin embargo, los instructores de lectura rápida aseguran que esa percepción es consecuencia
del método de aprendizaje. “Nos enseñan a leer palabra por palabra, sílaba por sílaba. Eso irrita los ojos, causa
sueño y cansa, al punto de perder totalmente la concentración”, explica Herrera.
Esa es una de las razones por las que a muchos jóvenes no les gusta leer. “Sabía que es importante para estar
actualizado, pero no lo hacía porque me resultaba molesto. Ahora me agrada, pues lo estoy haciendo
correctamente”, dice Herber Vásquez, un joven que actualmente recibe el curso, al tiempo que estudia
administración de negocios.
Otro de los problemas habituales es la costumbre de articular - fonética o mentalmente- las palabras. “Así la
velocidad máxima que se alcanza es de 400 palabras por minuto, el ritmo de lectura utilizado por los locutores
más rápidos de fútbol”, señala Champney. Esto sucede porque la persona se ve obligada a identificar la sílaba,
pronunciarla, escucharla y procesarla. Quizá por ello sea que las investigaciones de mercado de los libreros
concluyen que de cien personas que inician la lectura de un libro, el 10 por ciento sólo lee el primer capítulo y
apenas el uno por ciento concluye el texto.
Si usted es de aquellos que no se animan a abrir un libro, tome uno de estos cursos. Quizá la rapidez le ayude
a desarrollar el gusto por la lectura.
Directorio
© Copyright 2002 Prensa Libre. Derechos Reservados [email protected]
Se prohibe la reproducción total o parcial de este sitio web sin autorización de Prensa Libre.
www.prensalibre.com
La velocidad de lectura se mide en palabras por minuto, y se puede realizar un test on
line en todotest o en esta página de promoción del software readersoft (que da el
resultado en carácteres por minuto). También es posible realizarlo manualmente,
seleccionando unas cuantas páginas de un libro y calculando el número medio de
palabras por página; la velocidad de lectura, expresada en palabras por minutos sería
igual a
Número de páginas leídas x Número medio de palabras por página
______________________________________________________
Número de minutos empleados en la lectura
Sea cual sea el valor alcanzado, es obvio que aumentar la capacidad de lectura, sin
disminuir la concetración y la atención en el texto, aumenta nuestra productividad y
rendimiento, dado la gran cantidad de material escrito (en soporte digital o en papel) al
que nos tenemos que enfrentar en un día normal.
La velocidad media de lectura está en torno a las 250 palabras por minuto, y puede
incrementarse hasta 1.000, ¡leer cuatro veces más rápido!.
El tema da para mucho, y dedicaré varios posts a este tema (hay un blog monotemático),
pero lo más importante a tener en cuenta, son estos tres consejos fundamentales:



Suprimir las vueltas atrás: avanzar continuamente en el texto, la gran mayoría
de ellas se deben al temor y no contribuyen a la comprensión.
Reducir el tiempo de cada fijación: leemos a base de posar los ojos en el texto,
desplazando la vista y volviendo a posarlos, el ojo sólo ve con claridad cuando
está inmovil, deberíamos reducir el tiempo de cada fijación a un cuarto de
segundo.
Ampliar el ámbito de cada fijación: cada vez que se posan los ojos en el texto
deberíamos poder abarcar de tres a cinco palabras simultaneamente.
LEER PARA
APRENDER
La mayor parte de la información sobre la que trabaja el estudiante se
encuentra en forma escrita: libros, apuntes, etc, luego es necesario ser un buen
lector. Pero, ¿qué es un buen lector?. La respuesta parece sencilla: quien es
capaz de encontrar lo que busca, comprender lo que lee y encontrar las ideas
esenciales. Si además lo hace rápido, mejor.
Hay dos técnicas que nos pueden ayudar a obtener la información importante:
el subrayado y el vistazo inicial.
VISTAZO INICIAL: consiste en leer el título, las
palabras que destacan, las figuras o esquemas y todo lo que nos "entra por
los ojos". Se trata de que tengamos una idea sobre lo que trata el texto,
antes de leerlo en detalle. En este vistazo inicial emplearemos poco tiempo y
nos será muy útil.
SUBRAYADO: consiste en marcar las palabras y frases
más importantes que nos encontremos. Pero, cuidado, no todo es
importante, marcamos sólo lo realmente importante. Con la práctica uno lo
hace cada vez mejor.
Hay que tener presente que no sólo leemos texto, sino que mucha información
viene en forma de tablas, gráficos, esquemas, etc, por eso debemos ser
capaces de leerlos y de interpretarlos.
Existen unas pocas preguntas que conviene que nos hagamos siempre al
leer un texto y que vayamos intentando contestar. Cada uno debe hacerse
las preguntas más interesantes en cada caso.
¿QUÉ?
¿DÓNDE?
¿CÓMO?
¿QUIÉN?
¿CUÁNDO? ¿POR QUÉ?
¿DE QUÉ SE
¿PARA QUÉ?
¿CUÁL ES?
COMPONE?
¿EN QUÉ SE
¿CÓMO...?
¿CUÁNTOS?
DIFERENCIA?
ESCRIBIR PARA
APRENDER
Al estudiar es importante escribir: tomar notas, hacer esquemas, ... de este
modo podemos volver a leer aquello que consideramos más importante. Pero,
además escribir lo más importante nos sirve para organizar y dar estructura a lo
que estudiamos. Por tanto, es muy importante elaborar nuestro material escrito.
Ese material puede ser de varios tipos:
TOMAR NOTAS: estamos acostumbrados a tomar notas o apuntes
en clase (lo que se escribe en la pizarra, lo que nos dictan, las cosas más
importantes que dice el profesor, ...), pero también es muy útil tomarlas cuando
estudiamos en un libro o en otros textos antes subrayados. Los apuntes o
notas nos sirven para tener presente lo más importante y poder revisarlo o
ampliarlo. Si además los tenemos presentables y bien ordenados, mejor.
RESÚMENES: son escritos que tratan sólo de las ideas o rasgos más
importantes y necesarios; las ideas deben estar bien redactadas y ligadas entre
sí. Casi siempre se hacen resúmenes de textos extensos y muchas veces se
escriben las mismas frases que aparecen en ellos; cuando lo haces con tus
propias palabras se llama "síntesis".
ESQUEMAS: hacer tus propios esquemas tiene muchas ventajas (el
estudio es más entretenido, las relaciones entre ideas te "entran por los ojos",
se repasan con más facilidad y en menos tiempo,...). Un esquema se puede
hacer de textos subrayados o directamente (si tienes costumbre) y te sirve para
ver las ideas principales y secundarias de forma ordenada y cómo de las más
importantes surgen las otras ideas; cada idea la expresas con sólo una o dos
palabras, y las organizas partiendo de la más importante; puedes emplear
llaves, globos y flechas, etc. Debes aprender a hacerlos bien.
MAPAS CONCEPTUALES:
se parecen a los esquemas porque
"entran por los ojos", pero se hacen de otro modo. Primero se escriben las
ideas como si se tratase de un resumen, después cada idea (nombre) se pone
encerrada en un globo, del que saldrán flechas (frases) que las relacionan con
otras ideas que están encerradas en otros globos. Puedes aprender a hacerlos.
Descargar