4.- EL REINO DE DIOS INTRODUCCIÓN El núcleo central de la predicación de Jesús, el eje de toda su actividad es el Reino de Dios. El evangelista Marcos 1, 1415 resume así la predicación de Jesús: “Proclamaba la Buena Noticia de Dios: el tiempo se ha cumplido. El Reino de Dios está cerca, convertíos y creed la Buena Noticia”. Todo el mensaje y actividad de Jesús está al servicio del Reino de Dios. Jesús predicaba el Reino de Dios y no a sí mismo. A Él no le preocupaba su persona. No se anunciaba a sí mismo. Se pone al servicio del Reino de Dios. Seguir a Jesús es ponerse al servicio del Reino de Dios. Decía el Señor: “Buscad el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura”(Mt. 6, 33). ¿Qué es el Reino de Dios?. La Biblia nos ofrece esta profunda convicción: la salvación del hombre sólo puede venir de Dios y de su libre y misericordiosa iniciativa. Los profetas anuncian como Buena Noticia, que el Señor ha decidido establecer un Reino personal en Jerusalén. En el pueblo de Israel van madurando las esperanzas en el definitivo Reino de Dios que los profetas anuncian como radical renovación del mundo (Isaías 24, 23). El Reino de Dios es “el señorío de Dios”. Dios será el Señor y cambiará de arriba abajo el mundo liberándolo del maligno, bajo el cual gimen ahora Israel y la humanidad entera. Una intervención decisiva de Dios colmará todo anhelo y traerá la salvación. El Reino de Dios es libertad, salvación, motivo de gozo incesante para los hombres. El Reino de Dios es un regalo. No es fruto de nuestros esfuerzos, sino que irrumpe entre nosotros como gracia. El Reino de Dios no lo podemos merecer, ni lo podemos implantar mediante la lucha política; no lo podemos construir con nuestras propias fuerzas. El Reino de Dios se nos ofrece gratuitamente (Lucas 12, 32; 22, 29). Pero la gratuidad del Reino de Dios no debe significar pasividad en su acogida; todo lo contrario. El Reino de Dios que anuncia Jesús es una llamada constante al cambio, a la conversión, a la transformación a favor de los oprimidos. El Reino de Dios o el Reino de los Cielos que es lo mismo, no es algo ultramundano que se realizará en la otra vida. Cierto que definitivamente en el más allá. Cuando pedimos que el Reino de Dios venga a nosotros, pedimos que se vaya haciendo realidad entre nosotros. El Reino de Dios no se identifica, no es igual a la Iglesia. Esta debe de ponerse al servicio del Reino de Dios. El Reino de Dios no se identifica con una situación política o religiosa. No se confunde con ningún modelo de sociedad, ni con ningún logro histórico. ¿Qué exige optar por el Reino de Dios?. Optar por el Reino de Dios supone trabajar por una sociedad diferente, promoviendo y practicando la fraternidad, la solidaridad, la justicia y la misericordia. Entramos en el Reino de Dios en la medida que somos capaces de adherirnos prácticamente al proceso de liberación y salvación integral que Dios ha iniciado en Jesucristo. Optar por el Reino de Dios supone escuchar a Jesucristo, aceptar su mensaje y vivirlo (Marcos 1, 15); (Lucas 10, 9-11). Allá donde hay personas que escuchan a Jesús, que aceptan su mensaje y lo viven, empieza a hacerse realidad. Optar por el Reino de Dios es buscar a Dios sobre todos las cosas. Aceptar lo que Dios quiere de nosotros: que aceptemos a Dios como Padre y a los hombres como hermanos. Optar por el Reino de Dios exige la liberación del pecado. Jesús no vino sólo a librarnos de la opresión, de la injusticia, de la enfermedad. Jesús vino a librarnos radicalmente del pecado. Pecar no es sólo ofender a Dios, es rechazar el Reino de Dios. El pecado individual, social, estructural provoca injusticia, opresión, miseria, sufrimiento e impide la realización del Reino de Dios. Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios como perdón y gracia. Aplicaciones a la Pastoral de la Salud. Primera exigencia: vivir la caridad socio-política. Comprometernos en la transformación de la sociedad participando activamente en las asociaciones socio-políticas. Nosotros debemos comprometernos también con las asociaciones que tienen que ver con este mundo de los enfermos, de la salud y de la enfermedad. Tenemos la obligación pastoral de trabajar para que el Reino de Dios cada día se haga más presente en la vida de los agentes de Pastoral de la Salud, en los enfermos, en sus familiares, en los sanitarios, en las estructuras sanitarias, en los grupos y asociaciones que tienen que ver con este mundo. Optar por el Reino de Dios es optar por la liberación de las leyes que nos deshumanizan e impiden a las personas el encuentro con Dios y con los hermanos. Hemos de potenciar las asociaciones y los grupos de enfermos, de familiares de enfermos, de sanitarios, etc., tratando de que en ellos se introduzcan los valores del Reino. Optar por el Reino de Dios es liberarse de la muerte (Mc. 8, 35). Perder la vida por el Reino de Dios es caminar hacia la vida definitiva. Es creer en la resurrección de Jesús, garantía de nuestra resurrección. Hemos de trabajar como Pastoral de la Salud siempre por la promoción y defensa de la salud integral. No sólo librar al enfermo, al sanitario de lo que le denigra, sino también del pecado. Optar por el Reino de Dios es optar por la conversión ( Lucas 13, 3). Optar por el Reino de Dios es hacerse como niños (Mt. 18, 3). La niñez que pide Jesús es la plena madurez para confiar plenamente en Dios y en su Hijo aceptando su mensaje. El Reino de Dios se ofrece a todos, pero especialmente a los pobres, los de condición humilde, presa fácil de los poderosos, incapaces de hacerles justicia. La Buena Noticia que les ofrece Jesús es liberarles de la pobreza. A los ricos también se les ofrece el Reino de Dios, pero a condición de que no se conviertan en esclavos de las cosas y se decidan a seguir a Jesús. Veáse pasajes del Rico Epulón y el joven rico(Lc.16, 19-31 y Mt. 19, 23-24). Hemos de tratar de hacernos presentes, en cuanto sea posible, en las estructuras sanitarias, en los sindicatos sanitarios, en las asociaciones sanitarias de cualquier tipo, para tratar de que en ellas se vayan injertando los valores del Reino. Debemos denunciar las injusticias. Debemos trabajar, en cuanto sea posible, con cuantos trabajan en la humanización del mundo de la salud y de la enfermedad, pero siempre guiados por los valores del Reino. Hemos de cultivar en nuestras comunidades eclesiales y en la sociedad los valores del Reino de Dios que son sanantes y saludables. Saber discernir en qué personas y actividades sanitarias y estructuras apunta el Reino de Dios y apoyar a esas personas, actividades o estructuras. Compromiso. ORACIÓN COMUNITARIA Canto: Texto evangélico: Mateo 5, 3-12. Anunciaremos tu Reino, Señor, tu Reino, Señor, tu Reino. 1.- Reino de paz y justicia. Reino de vida y verdad. Tu Reino... Cuestionario. Cuando rezas en el Padre nuestro: “venga a nosotros tu Reino”: ¿qué pides y a qué te comprometes?. ¿Qué es para ti el Reino de Dios?. ¿Qué hacemos en nuestra Pastoral de la Salud para que el Reino de Dios se vaya haciendo presente en el mundo de la salud y de la enfermedad?. ¿Qué hacemos, qué impide que el Reino de Dios se haga presente?. ¿Qué más debiéramos hacer?. ¿Qué te sugiere el pasaje que hemos leído de las Bienaventuranzas?. 2.- Reino de amor y de gracia, Reino que habita en nosotros. Tu Reino.. 3.- Reino que sufre violencia, Reino que no es de este mundo. Tu Reino... 4.- Reino que ya ha comenzado, Reino que no tendrá fin. Tu Reino... Anunciaremos tu Reino….