EL SEÑOR ES MI PASTOR (PS 22) RETIRO MENSUAL SANTA MARTA Javier Ignacio Barros Bascuñán, Pbro. EL Señor es mi pastor, nada me puede faltar. En verdes praderas me hace recostar. Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo porque Tú vas conmigo. Tu vara y tu cayado me consuelan (son mi consuelo). Preparas ante mí una mesa en frente de mis adversarios (aquellos que me causan tribulación); Me unges la cabeza con perfume y mi cáliz rebosa. Tu bondad y misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por días sin término. INTRODUCCIÓN Vamos a comentar hoy uno de los salmos más conocidos del salterio. H. Bergson lo tenía como uno de su favoritos: "Los centenares de libros que yo he leído no me han procurado tanta luz ni tanto consuelo como el verso de este salmo 22: "El Señor es mi pastor, nada me falta... aunque camine por cañadas oscuras nada temo porque tú vas conmigo". Yo no puedo olvidar la primera vez que oí este salmo: en el colegio, 1ª o 2ª preparatoria. En medio de mesas colorada y bajitas, T. M. nos enseñaba este salmo con la melodía de Gelineau, que hemos cantado tantas veces. A partir de ese momento, tantas veces rezado, cantado, meditado. ¡Hay tanta riqueza! Vamos a tratar ahora de descubrirla. Antes, conviene recordar qué son los salmos y por qué rezarlos. Imaginemos a un niño que ha dicho por primera vez “mamá”, “papá”. Antes las escuchó de sus padres. Esas palabras descendieron hasta el interior del niño. Allí se encontraron con un instinto que las estaba esperando. En boca de la madre, era un agacharse enseñando. En boca del niño es un ascenso, que llama. Ese movimiento se irá repitiendo muchas veces. Antes era tan difícil detectar cómo estaba el niño. Ahora el niño puede darse a entender. Puede pedir, contar, preguntar mucho y contestar un poco. Bueno, “Como un padre educa a su hijo, así Dios educa a su pueblo” (Dt 8). Parte esencial de esa educación es enseñar a hablar. Dios te enseña cómo hablarle a Él. Palabras que descenderán, y que están esperando ser halladas para asimilarlas para que comiencen a subir. Para que pueda decir qué le duele, qué le pasa, qué le inquieta. Para que pueda desbordarse en palabras su corazón. Dios le enseñó a Israel. Israel fue aprendiendo. Aprendió a agradecer y a suplicar. Al hacerlo, reconoció que para hablar con Dios había que hacerlo de una manera hermosa. Por eso compusieron poemas. Están llenos de simbolismos, de imágenes, pero no son nada sentimentales. Claros, profundos, universales. Son los salmos. Se inventaron para hablar con Dios. Pero son fruto más de la experiencia que del ingenio. Nosotros contamos con este repertorio maravilloso. Ahora nos toca a nosotros escucharlos y aprender a hablar con Dios con esa partitura. Para ello hay que escuchar lo que siente el hombre que habla. Atenderemos a los símbolos. Y llevaremos esas palabras al corazón. Al nuestro. Y el Espíritu Santo hará el resto (Cf. Rm 12). Parroquia Santa Marta Arzobispado de Santiago 1. El Señor es mi pastor, nada me puede faltar Un presupuesto fundamental: el hombre de fe sabe que tiene un puerto hacia donde llegar. La vida tiene que tener un sentido, un objetivo. Es la belleza de la fe. Porque si no hay una meta, si la vida no tiene ningún sentido, la vida misma se desarma. Es el drama del mundo contemporáneo, que, como ha rechazado a Dios, como lo ha negado, no tiene quién lo llame; como Dios no está en ninguna parte, el hombre no quiere ir hacia ninguna parte. Y acepta todo. Y le da a todo el mismo valor. En cambio nosotros pensamos que la vida es como un viaje. Tiene un inicio, el día que nacemos. Y tiene una meta, una meta eterna. Somos “un disparo a la eternidad”, decía el P. Hurtado. A veces, eso sí, puede ocurrir que podemos perder el camino. Dante: “A mitad del camino de la vida, en una selva oscura me encontraba porque mi ruta había extraviado” (Divina Comedia 1, 1). La selva oscura, que después califica como “áspera y fuerte”, “amarga casi cual la muerte”, era confusión de pensamientos. Esa selva estaba llena de unas fieras que representaban los pecados. Pero de pronto ve a alguien y grita: “Cuando vi a aquel en ese gran desierto «Apiádate de mi -yo le grité-, seas quien seas, sombra de hombre vivo.» No hay quizá peor problema que la desorientación. El no saber hacia dónde ir. La confusión. Y contentarnos con ello. Pues bien, el primer versículo de este salmo nos viene a decir que “Dios es mi pastor”, es decir, Dios es el que sabe conducirme hacia la consumación, hacia la plenitud de la vida. Este primer versículo es una profesión de fe. Y es profundamente existencial. No está hablando de una teoría. Está hablando de mi vida, (ya veremos que hay tantos pronombres personales en este salmo) y de cuánto necesitamos que alguien nos oriente. Sólo Dios es orientación. Sólo él es quien sabe donde ir. Uno no se salva solo. Dios lo había hecho en la historia, conduciendo al pueblo por el desierto, enseñando, etc. Necesitamos del otro. Nadie se salva solo. Pueden ustedes comprender el asombro de los discípulos cuando Jesús dijo “Yo soy el buen pastor” (Jn 10). Quienes rezaban continuamente diciendo que el Señor era mi pastor, ahora alguien les decía que podían decir “Jesús es mi pastor”. De una manera sutil se estaba equiparando a Dios. “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no anda en tinieblas” (Jn 8 ). Pedro llama a Cristo el supremo Pastor. Al pronunciar estas palabras estamos declarándole al Jesús que queremos que él gobierne nuestra vida. El mismo Jesús le confiere a Pedro la tarea de ser pastor: “apacienta mis ovejas” (Cf. Jn 21). Docilidad a nuestros pastores. Y la dirección espiritual. Que no es en detrimento de la libertad personal. La dirección espiritual nos libera de la tiranía del yo. El pastoreo de la Iglesia se funda en la revelación de Dios, es su voluntad. “Nada me puede faltar”. Porque en el contexto de la eternidad, de nuestro viaje hacia la eternidad, sólo Dios basta. No se trata aquí sólo de que Dios proveerá de 2 Parroquia Santa Marta Arzobispado de Santiago las ayudas económicas, de que nos mantendrá sanos, que Él proveerá para que me vaya bien en los exámenes... todo eso puede ser como un don gratuito, sobreabundante, ya que Dios nos da el ciento por uno y tal como dijo “Busquen el reino de Dios y todo lo demás se les dará por añadidura” (Mt 6). Pero lo fundamental es que nada me va a faltar para no desorientarme en la vida y poder llegar a la meta. Por esto, este salmo es un salmo de confianza. De alguna manera nos está diciendo: ¡Déjate llevar por este pastor y nada te faltará! 2. En verdes praderas me hace recostar Hay que darse cuenta de lo que significa el color verde para un beduino que está acostumbrado a la arena del desierto. El verde es sinónimo de vida para él y para su rebaño. El salmista aquí está reconociendo la delicadeza del Señor. Él es tan amable y considerado conmigo. Es una consideración del Dios creador, que hizo todo para el provecho de cada uno. No sólo de unos pocos, sino de todos. Las verdes praderas no sólo son vistas en función de su utilidad. También tienen que ver con el reposo. 3. Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas Las fuentes tranquilas evocan el agua del Bautismo. Dios nos lleva a la Iglesia. El reparar las fuerzas puede llevarse a una consideración del sacramento de la confirmación. Porque el orden de la creación es solo la antesala para el orden de la redención. 4. Me guía por el sendero justo por el honor de su nombre Volvemos al tema de la conducción. Pero tiene el matiz de la buena elección. El sendero justo. Lo importante que es acertar! Para ello el discernimiento. 5. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo porque tú vas conmigo: Cañadas oscuras, el peligro. Ya sabemos que el pastor que quería buenos pastos debía buscarlos entre las cañadas, cuya sombra y proximidad con el agua los podrían asegurar. Pero era riesgos, una caída podía ser fatal. La vida tiene un riesgo. ¿Me salvaré o me condenaré? El demonio, la carne, el mundo... todo atenta para perdernos. Pero el temor no es de Dios. Este es un salmo de confianza y de serenidad. Aquí cambia al hablar de Dios como “él”, en tercera persona, y pasa a hablar de Dios con un “tú”. Pasamos a la segunda persona. “tú vas conmigo”. La convicción de fe sobre la presencia de Dios se ha hecho tan real, tan intensa, que repentinamente el salmista cambia y se dirige a Dios con un tú. El salmo se transforma en una conversación. El “Tú vas conmigo” es el centro del salmo. Es la convicción fundamental de donde brota la confianza y la serenidad. Es el “Yo soy el que soy” del Éxodo, es el “Yo soy” que aparece en el cuarto evangelio. 3 Parroquia Santa Marta Arzobispado de Santiago 6. tu vara y tu cayado me sosiegan. Los pastores llevaban siembre un cayado, que es un báculo largo, un bastón. Así se les podía reconocer desde lejos. La vara era una especie de lanza. La tradición cristiana, desde los primeros tiempos, ha visto poéticamente en la mención de la vara y el cayado los dos brazos de la cruz de Cristo, el buen Pastor. (Así, por ejemplo, san Justino y san Zenón de Verona). La seguridad del misterio pascual. Cristo nos lleva a pasar la muerte. Es el camino del cristiano. ¿Que no fuimos bautizados en la muerte de Cristo? 7. Preparas ante mí una mesa en frente de mis enemigos; EL salmo es un díptico. En la primera hoja estaban las imágenes del pastor, el camino, las praderas, el agua. Pero ahora el salmista hace un viraje en su pensamiento. Del pastor guía y protector de sus ovejas, pasa ahora a la imagen del huésped espléndido o anfitrión que convida a un banquete. La imagen de la oveja queda también transformada en la del amigo del Señor que ha sido convidado a un festín. De oveja pasamos a ser amigos. Aquí está representado el camino de la justificación, es decir, el camino hacia la divinización del hombre por la gracia. Estamos en una relación personal, de amigo. “A ustedes no los llamo esclavos sino amigos”. Se capta en la imagen del banquete la idea de un don, “preparas”. Me asombra siempre lo que está ahí pudiendo no haber estado. Lo que fue, pudiendo no haber sido. Es la experiencia de la gracia. Ante mis adversarios. No es para que se nos atragante la comida. Expresa que la enemistad ya no existe. He eliminado a los enemigos, no por la violencia, sino por el amor. Banquete de comunión. Sin ninguna duda, para el lector cristiano, la mesa nos trae una resonancia eucarística. Será complementada con el verso siguiente: “mi copa rebosa”. Jesús nos prepara la mesa de la Eucaristía. Él será nuestro alimento. ¿Podéis beber mi cáliz? Es el paso por la muerte. “¿Cómo agradeceré al Señor todo el bien que me ha dado? Alzaré la copa de la salvación invocando su nombre”. 8. me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Mi copa, otra resonancia eucarística. La unción, en este contexto de banquete, resonancia del sacramento del orden, que se confiere con la imposición de manos y con la unción en las manos. 9. Tu bondad y misericordia me acompañan todos los días de mi vida 4 Parroquia Santa Marta Arzobispado de Santiago La perseverancia de Dios, aún cuando nosotros le hayamos fallado. Dios es un Dios cercano que acompaña siempre. Y sabe perdonar, porque, como dice la Escritura, es lento a la cólera y rico en piedad. 10. y habitaré en la casa del Señor por años sin término El salmista probablemente está pensando en la casa del Señor como el Templo de Jerusalén. Sin embargo, el estado de paz y de sosiego se prolongarán “por años sin término”. Si lo anterior era todo conjugado en un presente, ahora el salmista conjuga el verbo en futuro e intuye la eternidad. CONSIDERACIONES FINALES Como ya hemos dicho, el salmo 22 es un díptico, en cuya primera hoja se ve representada la imagen bucólica del pastor, las verdes praderas, las cañadas oscuras y las fuentes de agua. La oveja, en ese contexto, la creatura desvalida, necesitada de protección y cuidad. En la segunda, en cambio, la escena es la de un banquete donde la copa rebosa, es decir, donde los majares abundan y donde se expresa el cariño del anfitrión que unge la cabeza de su huésped. Partimos en los valles pastoriles y terminamos en el cielo. Del campo a la mesa, de ovejas a amigos, del tiempo a la eternidad. Es el paso, la pascua. Jesucristo, como plenitud de la revelación, lleva también a plenitud el significado de la Escritura. Este salmo lo podemos ver realizado en un momento particular en la vida de Jesús. Si leemos Mt , la descripción de la multiplicación de los panes: reconoceremos las dos hojas de este mismo díptico. En una, junto a la pradera, enseña, en la otra, ofrece el banquete que alimentó a los 5.000 hombres. Pero más allá de esto, Jesús vivió este salmo cuando pasó de los campos de Galilea a la tierra del cielo. Es la trayectoria que debemos hacer siempre con nuestro pensamiento. Porque esa será la trayectoria de la vida misma. ORACIÓN “Nada te turbe, nada te espante. Todo se pasa. Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta”. COLOFÓN En una recepción, después de una función de teatro en Inglaterra, un famoso actor que había sido muy ovacionado por el público, desafió a un sacerdote que estaba allí presente para ridiculizarlo, a que hicieran una competencia. Ver ante las personas ahí presentes quién de los dos recitaba mejor el salmo 22, conocido con el “Señor es mi pastor”. El bello y conocido salmo que hemos rezado hoy. El sacerdote quiso eludir la competencia, pero el actor orgulloso de su capacidad no le dejó escapatoria. 5 Parroquia Santa Marta Arzobispado de Santiago Primero lo recitó el actor con gran histrionismo y fuerte voz. Al terminar fue ovacionado nuevamente por su público. El actor lleno de orgullo de su recitación dio paso al sacerdote. Éste empezó a decir el salmo con mucha humildad, pero con tal fuerza y convicción que al terminar se produjo un profundo silencio. Y actor conmovido dijo: “Srs. y Sras. se habrán dado cuenta que yo conocía el salmo, pero el padre aquí presente conoce al pastor”. Que la Santísima Virgen nos enseñe no solo a conocer el salmo, sino al Pastor. Amén. 6