ESPACIO, TIEMPO y FORMA REVISTA DE LA FACULTAD DE GEOGRAFÍA E HISTORIA Serie III 23 Número monográfico: Minas y esclavos en la Península Ibérica y el Magreb en la Edad Media Historia Medieval 02310 UNED 9 770214 974008 ISSN: 0214-9745 MADRID 2010 08_Virgilio.qxp 14/4/11 13:53 P gina 97 Espacio, Tiempo y Forma, Serie III, H.a Medieval, t. 23, 2010, págs. 97-112 «Donde rigen las normas de Satán»: Ibn Antuluh, Ibn H.afs.ūn y el asunto de la propiedad sobre una esclava* «Where Satan’s laws apply»: Ibn Antuluh, Ibn H.afs.ūn and a case of a slave’s property VIRGILIO MARTÍNEZ ENAMORADO** RESUMEN Presentamos el estudio de una fetua (dictamen jurídico) de Ibn Sahl sobre una esclava propiedad de Ibn H.afs.ūn, el rebelde de Bobastro. Este asunto aporta otro dato más sobre la trayectoria del principal rebelde de al-Andalus en los años finales del Emirato de Córdoba. PALABRAS CLAVE Fetua, esclavas, Ibn H.afs.ūn, Ibn Antuluh, fitna, Bobastro. ABSTRACT We analyse a fatwà (legal advice) of Ibn Sahl on a slave property of Ibn H.afs.ūn, the rebel of Bobastro. This matter contributes information on the path of the principal rebel of al-Andalus in the final years of the Emirate of Cordova. KEY WORDS Fatwà, Female slaves, Ibn H.afs.ūn, Ibn Antuluh, Fitna, Bobastro. Resulta sorprendente comprobar como, a pesar de recientes aproximaciones a la figura histórica del rebelde muladí Umar b. H.afs.ūn acometidas en los últimos años, algunos asuntos que hallamos en las fuentes árabes hayan permanecido en la práctica sin ser siquiera comentados por esa bibliografía que pretende ofrecer una visión completamente actualizada1. De hecho, algunos de los episodios de su azarosa vida, siempre, por la idiosincrasia del personaje, con implicaciones políticas han pasado prácticamente desapercibidos o no han merecido excesiva atención por algunos de los estudiosos que han centrado su atención en el re* Fecha de recepción del artículo: 2010-7-16. Fecha de aceptación del artículo: 2010-10-20. ** Escuela de Estudios Árabes del CSIC (Granada). C.e.:[email protected]. 1 Agradecemos las aportaciones que a este texto han realizado Cristina de la Puente y Delfina Serrano, investigadoras del CSIC, y las gestiones realizadas por José Martínez Delgado y Emilio Molina, ambos del Departamento de Estudios Semíticos de la Universidad de Granada, en la obtención de la traducción del texto de Ibn Sahl que realizara Daga Portillo. © UNED. Espacio, Tiempo y Forma Serie III, H.a Medieval, t. 23, 2010 97 08_Virgilio.qxp 14/4/11 13:53 P gina 98 VIRGILIO MARTÍNEZ ENAMORADO belde anti-omeya. Uno de esos episodios no valorados es el que a continuación presentamos2. En los últimos años hemos dedicado varias contribuciones a tratar de comprender mejor el proyecto político encarnado por el rebelde de Bobastro, atendiendo a su proyección exterior y a la búsqueda, forzada por las circunstancias, de una legitimidad exterior a al-Andalus y que sólo podía manar de las autoridades del Magreb, ya fueran aglabíes, idrı̄síes o fāt.imíes3. En su segura conversión al chiísmo (301/913-914) late, sin disimulo, esa necesidad legitimista de cara al exterior, mientras que hacia el interior, hacia las tierras por él controladas en el territorio de al-Andalus, recurre a un cristianismo (su conversión se produjo en 286/899-900) que sirve a ese «mozarabismo» de ámbito local4, reivindicado con tanto celo por cierta tradición historiográfica española. Presentamos ahora otro asunto, en clave interna, que muestra, reiteradamente, los múltiples matices que pudo presentar este movimiento político, tan polifacético, tan contradictorio. En realidad son dos las cuestiones suscitadas, relacionadas entre sí en los casos jurídicos en los que se plantea: la cuestión de la esclavitud en los territorios bajo control del de Bobastro, por un lado, y la situación jurídica de los actos públicos habidos en los territorios sometidos a la jurisdicción y al control político de un «apóstata». Ambos asuntos, interconectados, hubieron de tener una destacada repercusión jurídica, como se contempla en la obra de alWanšarı̄šı̄ 5 o en este caso que presentamos. Esas son precisamente las dos cuestiones planteadas en una fetua del cadí granadino del siglo V/XI Abū l-As.bag Īsà Ibn Sahl al-Asadı̄ 6 (a partir de ahora Ibn Sahl), donde se recoge la reclamación efectuada por un individuo en relación con 2 El asunto de la esclavitud en los dominios del rebelde de Bobastro sí que ha merecido la atención de distintos investigadores, entre otros, VIDAL CASTRO, Francisco, «Sobre la compraventa de hombres libres en los dominios de Ibn H.afs.ūn, Homenaje al Prof. Jacinto Bosch Vilá, Granada, Universidad de Granada, 1991, vol. I, pp. 417-428; FIERRO, Maribel, «Cuatro preguntas en torno a Ibn H. afs. ūn», Al-Qant.ara, XVI (1995), pp. 221-257;* PUENTE, Cristina de la, «Entre la esclavitud y la libertad: consecuencias legales de la manumisión según el derecho malikí», Al-Qant.ara, XXI (2000), pp. 339-60, p. 355. No así en los estudios de ACIÉN, Manuel, Entre el feudalismo y el Islam: Umar Ibn Hafsun en los historiadores, en las fuentes y en la historia, Jaén, Universidad de Jaén, 1997 y «Poblamiento indígena en alAndalus e indicios del primer poblamiento andalusí», Al-Qantara, 1999, vol. XX, p. 47-64. 3 MARTÍNEZ ENAMORADO, Virgilio «Fatimid ambassadors in Bobastro: Changing religious and political allegiances in the Islamic West», Journal of the Economic and Social History of the Orient (JESHO), 52 (2009), pp. 267-300; MARTÍNEZ ENAMORADO, «El ‘mossàrab’ amb pretensions. De nou sobre l’acció exterior d’Umar ibn H.afs.ūn», Afers, 61: El cristians d’al-Àndalus. Llengua, política i societat (2008), pp. 599-610. 4 Confirmado a partir del hallazgo de la «iglesia metropolitana» de Bobastro, sede del episcopado creado a su imagen y semejanza; cfr. MARTÍNEZ ENAMORADO, «Sobre las “cuidadas iglesias” de Ibn H.afs.ūn. Estudio de la basílica hallada en la ciudad de Bobastro», Madrider Mitteilungen 45 (2004), pp. 507-531; ídem, «La basílica mozárabe hallada en la ciudad de Bobastro (Ardales, Málaga). Intervención arqueológica en el Cerro de la Tintilla-Mesas de Villaverde. Julio-Agosto 2001», Anuario Arqueológico de Andalucía, 2001, vol. III/2: Actividades de Urgencia, Sevilla, 2004, pp. 638-691. 5 VIDAL CASTRO, op. cit. 6 Una biografía reciente con abundante bibliografía actualizada de AGUIRE SÁDABA, Francisco Javier, «[1056] Ibn Sahl al-Asadı̄, Abū l-As.bag», en LIROLA DELGADO, Jorge (dir. y ed.), Biblioteca de alAndalus: De Ibn Sa‘āda a Ibn Wuhayb, Almería, Fundación Ibn Tufayl, 2007, vol. V, pp. 94-104. 98 © UNED. Espacio, Tiempo y Forma Serie III, H.a Medieval, t. 23, 2010 08_Virgilio.qxp 14/4/11 13:53 P gina 99 «Donde rigen las normas de Satán»: Ibn Antuluh, Ibn H.afs.ūn ... Ábside de la iglesia mozárabe del Alcázar de Bobastro una esclava7. El título de este capítulo es «un hombre (raŷul) reclama una esclava (jādima) en posesión (milk) de Ibn H.afs.ūn». La implicación, como parte reclamada, de Umar b. H.afs.ūn confiere a la fetua en cuestión una relevancia destacadísima, lo que, sin embargo, no se ha traslucido en la debida atención por parte de la investigación. Que sepamos, únicamente M. Fierro8 y M.a J. Viguera, esta última muy recientemente y en una obra de carácter general, le ha dado oportunamente el protagonismo debido al asunto, resumiéndolo de la siguiente manera: «[Cuenta] Ibn Sahl […] cómo Ibn Antelo, un muladí, reclamó al emir por una cristiana, que decía haberle pertenecido en Bobastro, y que luego la había cogido Ibn Hafsun, casándose con ella; se dictaminó al respecto, según al Islam, que a quien poseía un “esclavo” (mamluk) o esclava (mamluka) en territorio opuesto al Islam no se le reconocía tal propiedad, y que Ibn Antelo mismo advertía que Ibn Hafsun cogió a la cristiana y la desposó, con lo cual establecía que dejó de poseerla él mismo. Tenía además Ibn Antelo —señala la fetua— que aportar prueba verídica de que era esclava suya, y si no podía la mujer sería libre, porque la propiedad de Ibn Hafsun no se reconocía, “pues ella es esclava en territorio opuesto al Islam y donde rigen las normas de Satán”»9. ¿Quién es el personaje que reclama, ese tal Ibn Antelo10, con grafía alternativa Abtila o Aytila o, en el caso de la traducción de Daga Portillo, Abtaluh? En el texto 7 Estas son las dos ediciones consultadas: Abū l-As.bag Īsà IBN SAHL, Watā’iq fı̄ ah.kām qad. ā’ ahl al-dimma fı̄ l-Andalus, ed. M. Jallāf, El Cairo, 1980, pp. 83-86, n.o 15; Abū l-As.bag Īsà IBN SAHL, Dı̄wān al-ah.kām al-kubrà «al-Naw. azil wa-l-i‘lām, ed. R. al-Nuaymı̄, 2 vols., Riyad, 1417/1997, II, pp. 811-813. 8 M. FIERRO, op. cit., pp. 248-249 9 VIGUERA MOLINS, «1.5. Sociedad», en VIGUERA MOLINS (dir. del volumen), Andalucía en alAndalus, tomo III de La Historia de Andalucía, Sevilla- Barcelona, Fundación J. M. Lara y Editorial Planeta, 2006, p. 97. Igualmente, de la misma autora, «Cristianos, judíos y musulmanes en al-Andalus», en VALDEÓN BARUQUE, Julio (ed.), Cristianos, musulmanes y judíos en la España medieval. De la aceptación al rechazo, Valladolid, Fundación Duques de Soria, 2004, pp. 67-68. 10 En las distintas ediciones se contemplan variaciones en el nombre del personaje: Ab.t.luh en la ed. de Jallāf, p. 83, con variantes en nota 438 de Ayt.la y Atı̄la; At.la en la ed. de R. al-Nuaymı̄, p. 811 y variantes en nota 5 de An.b.la y Ab.t.la; la lectura de M.a J. Viguera Molins es la más cercana al original, como tendremos ocasión de comprobar. © UNED. Espacio, Tiempo y Forma Serie III, H.a Medieval, t. 23, 2010 99 08_Virgilio.qxp 14/4/11 13:53 P gina 100 VIRGILIO MARTÍNEZ ENAMORADO no se le da otra consideración que la de un simple raŷul, carente, ni por omisión, de cualquier matiz, pero podremos comprobar que su participación en los acontecimientos que rodean a la fitna de Ibn H.afs.ūn es mucho más intensa que lo que deja traslucir su mera consideración de anónimo raŷul litigante con Ibn H.afs.ūn. Siguiendo básicamente la traducción que en su momento realizara R. Daga Portillo11, damos a continuación una interpretación del texto, corrigiendo por Ibn Antuluh las lecturas del nombre que hasta la fecha se han producido: «Un hombre reclama una esclava en posesión de Ibn H.afs.ūn. Leímos —Dios te favorezca— el documento que Ibn Antuluh elevó al emir —Dios le dé larga vida— despachada a ti y escrito en su reverso por orden del emir que estudiases el caso que se debe hacer según el derecho y a lo que obliga la justicia. Estudiamos su demanda sobre la cristiana de la que hablaba en su documento, encontramos que decía que la poseía en la fortaleza de Bobastro (h.is.n Bubāštar ) y que Ibn H.afs.ūn la tomó y se casó con ella. Después le transferiste el decreto del cadí mandándole la devolución de ella. Querías saber lo que tenemos del caso de Ibn Antuluh y estudiarlo para que la gente que Dios te encomendó sepa lo que se debe hacer de acuerdo con el derecho y la justicia. Nosotros decimos de Bobastro (Bubāštar ) y las fortalezas (h.us.ūn) vecinas o lejanas, que se adhirieron al apóstata (murtad) Ibn H.afs.ūn que son lugares de corrupción (fasād) y morada de la guerra (dār al-h.arb), y quien poseyera allí un esclavo o esclava (mamlūk aw mamlūka) no se le dictamina en su favor la propiedad, como se le dictamina a quien está en territorio de obediencia [al Islam] (mawd.i al-t. āa) donde son legales los decretos del Emir —Dios sea generoso con él—. Sin embargo, Ibn Antuluh decía en su tarjeta que esta cristiana (nas.arāniyya) no estaba ahora en su poder sino en manos de otro, es decir, Ibn H.afs.ūn la cogió, por lo que dejó de ser su propiedad, y, además, se casó con ella. Reconoció que la había tomado y estaba bajo la potestad de un esposo, pretendiendo después que era de su propiedad. No creemos que tenga derecho a demandar la propiedad. A no ser que ella reconociese eso en su favor. Si se demostrase con la prueba (bayyina) una propiedad correcta, sin ambigüedad, se debe dictaminar a su favor según tiene lugar tus decretos en este y casos similares, para quien dictaminase a favor. Si no probase la propiedad de lo que ahora está en poder de Ibn H.afs.ūn, no existe una propiedad contractuada, la sierva se considera totalmente libre, por dos razones, una, porque su posesión tiene lugar en tierra enemiga (dār al-h.arb) donde rigen las normas de Satán (ah.kām al-šayt. ān); otra, por la declaración de Ibn Antuluh de que se halla bajo la potestad de otro que es su esposo. Así pues, no considero aceptable su demanda por las dos razones anteriormente mencionadas y por no demostrar su demanda. La libertad debe concederse porque le diste un plazo y ya fui exhaustivo en el tema de los plazos de la prueba (bayyina) en otras fetuas anteriormente citadas. Decreta con la presentación de la prueba (bayyina) a quien demande por la compra de un esclavo o esclava en tierra de la discordia, donde no impere el derecho. De hecho, liberé a más de uno por esta razón. Esta fue nuestra fetua y nuestro acuerdo escrito de nuestro puño y letra, y esto es lo que se debe hacer en este caso, liberarla de todo el que pretenda su posesión en lugares como éste. 11 DAGA PORTILLO, Rocío, Organización jurídica y social en la España musulmana. Traducción y estudio de los Ah.kām al-kubrà de Ibn Sahl, tesis doctoral dirigida por E. Molina, Universidad de Granada, 1990, pp. 203-206. 100 © UNED. Espacio, Tiempo y Forma Serie III, H.a Medieval, t. 23, 2010 08_Virgilio.qxp 14/4/11 13:53 P gina 101 «Donde rigen las normas de Satán»: Ibn Antuluh, Ibn H.afs.ūn ... Si hicieras esto, actuarías y dictaminarías según el derecho. Tomarías partido por la justicia y añadirías a ello tu consideración misericordiosa. Si Dios quiere. Lo dijo: Ayyūb b. Sulaymān, Muh.ammad b. Gālib, Ubayd Allāh, Ibn Lubāba, Muh.ammad b. Walı̄d, Yah.yà b. Abd al-Azı̄z, Saad b. Maād, Ah.mad b. Yah.yà Dijo Ayyūb b. Sulaymān: Estudié el caso investigado por el juez sobre la cristiana a la que se decreta la libertad, en contra de Ibn Antuluh, y la posposición de la prueba (h.uŷŷa) si estuviese ausente, poniéndosele un garante a ella hasta que volviese Ibn Antuluh. Nuestra respuesta a la cuestión es que se decreta contra el ausente la posposición de la prueba y no se pondría garante a esta sierva que es liberada obligatoriamente. Lo dijo Ibn Lubāba, Ibn Walı̄d y todos los demás. Así se encuentra en la 4.a parte de Kitāb al-Ah.kām de Ibn Ziyād». De las implicaciones jurídicas y sociales del texto en cuestión, en parte anunciadas convenientemente por Viguera, daremos cuenta en otro lugar. Queremos, sin embargo, llamar la atención sobre una circunstancia que se ha repetido en torno a la revuelta de Ibn H.afs.ūn. Lo ha escrito F. Vidal en relación con la legitimación de las sentencias y juicios efectuados en territorio considerado dār al-h.arb, como era el controlado por el rebelde de Bobastro: «Aunque hay algún jurista que disiente, la opinión más ortodoxa y dominante es la de la no aceptación de dichas sentencias e ilegitimidad de esos cadíes que viven satisfechos bajo el dominio de los cristianos, lo cual es inaceptable para todo buen musulmán»12. Es decir, en Bobastro, que en la fetua que analizamos es considerado con sus fortalezas adyacentes «lugares de corrupción (fasād) y morada de la guerra (dār alh.arb)», ninguno de los actos jurídicos habidos puede ser considerado legal y la posesión de la esclava cristiana por parte de Ibn H.afs.ūn tampoco. Es conveniente resaltar una circunstancia: Ibn Antuluh se dirige al emir como máxima autoridad del Estado para la resolución del caso, lo que puede significar que en ese momento ya se ha separado del rebelde de Bobastro. Por lo que respecta a la esclavitud en sus dominios, sabido es que no es el único testimonio cronístico relativo a su presencia y a su extensión. Al-Wanšarı̄sı̄ llega a decir que «la venta de hombres libres se multiplicó durante el levantamiento de Ibn H.afs.ūn»13, siendo así que se plantearon diversas cuestiones jurídicas que afectaban a la licitud de la misma. Ahora nos centraremos en otras consideraciones de orden histórico, fundamentalmente en la identificación del personaje litigante. Estamos convencidos 12 VIDAL CASTRO, op. cit., pp. 419-420. AL-WANŠARĪSĪ, Mi‘yār al-mu‘rib wa-l-ŷāmi‘ al-mugrib ‘an fatāwı̄ ‘ulamā’ Ifrı̄qiya wa-l-Andalus wa-l-Magrib, ed. Muhammad H. āŷŷı̄, 13 vols., Rabat, 1981, IX, pp. 219-220; la trad. es de VIDAL CASTRO, op. cit., p. 247. 13 © UNED. Espacio, Tiempo y Forma Serie III, H.a Medieval, t. 23, 2010 101 08_Virgilio.qxp 14/4/11 13:53 P gina 102 VIRGILIO MARTÍNEZ ENAMORADO Alcázar de Bobastro, detalle de murallas Bobastro: vista de una torre derrumbada 102 © UNED. Espacio, Tiempo y Forma Serie III, H.a Medieval, t. 23, 2010 08_Virgilio.qxp 14/4/11 13:53 P gina 103 «Donde rigen las normas de Satán»: Ibn Antuluh, Ibn H.afs.ūn ... que este individuo no es otro que Yah.yà b. Zakariyyā Ibn Antuluh14, conspicuo personaje que va a tener una notable participación tanto en la fitna h. afs.ūní como en la reacción del Estado cordobés por acabar con aquella. Su inusitado protagonismo nos obliga a preguntarnos sobre su actuación en estos convulsos años. A partir del nasab que figura en el Muqtabis V, se observa, como en algún momento defendimos, una conversión familiar al Islam de una cronología no excesivamente alejada del tiempo en el que le tocó vivir fechas recientes, tal vez dos generaciones más atrás, lo que significaría que fue su abuelo, el tal Anatolo, Anatolio o Antelo (Antuluh), el que la protagonizó. Frente a otros colaboradores cercanos y directos de Umar b. H.afs.ūn, miembros de la que podemos considerar «élite de Bobastro», este Ibn Antuluh es uno de los as.h.āb que reúne una cadena genealógica de cierta prosapia. Se puede equiparar a otros as.h.āb como Ŷafar b. Maqsim (= «hijo de Máximo»), que, recordémoslo, fue obispo de Bobastro (usquf Bubaštar ) años después de que se produjera el abandono a la causa h.afs.ūní de Ibn Antuluh; de otros de entre esos «compañeros» apenas si contamos con noticias, caso de Abd Allāh b. As.bag b. Nabı̄l y Wadinās At..tāf. Bobastro-Mesas de Villaverde 14 Corregimos, de acuerdo con los testimonios del Muqtabis V, la anterior grafía que hemos dado al personaje: Ibn Anatuluh. © UNED. Espacio, Tiempo y Forma Serie III, H.a Medieval, t. 23, 2010 103 08_Virgilio.qxp 14/4/11 13:53 P gina 104 VIRGILIO MARTÍNEZ ENAMORADO Todos ellos, sin embargo, pese a lo que pudiera parecer por sus nombres, eran «cristianos principales de Ibn H.afs.ūn y soportes de su estado…» (akābir riŷāl Ibn H.afs.ūn al-nas.ārà wa-at.nāf dawlati-hi)15, en fechas bastantes posteriores a las que se produjo la desafección de Yah.yà hacia Umar. De no haber mediado el enfrentamiento entre estos dos personajes, es muy probable que Yah.yà estuviera entre los selectos y directos colaboradores del rebelde, con una influencia en la toma de decisiones equiparable o tal vez superior a la que ejercía en la fitna Ŷafar b. Maqsim, pues la vinculación partía, por lo que sabemos y se intuye en las fuentes, desde el inicio de la revuelta, mientras que de Ŷafar sólo se empieza a saber de él a partir de los últimos años de la vida de Umar. Expresado en otros términos, se ha de producir una renovación generacional en el liderazgo de la revuelta, siendo substituidos a finales del siglo III/IX o principios de la siguiente centuria, coincidiendo con la conversión al cristianismo de Umar b. H.afs.ūn, aquellos que habían iniciado el camino de sedición con el principal de los rebeldes. Su alejamiento del de Bobastro les llevará por los caminos de la lealtad a los omeyas, pero eso será analizado más adelante. No se hará efectiva tal renovación sino hasta los años finales de Umar b. H.afs.ūn, cuando ya se han consolidado como líderes. Competirán en el ejercicio de la dirección de la fitna, una vez que Umar fallece, con sus hijos que se han ido formando bajo su protección y que se muestran en condiciones de asumir responsabilidades mayores. No obstante, encuentran resistencia entre un grupo, los «hombres de su padre (riŷāl wālidi-hi), cristianos nativos (min al-nas.āraniyya al‘aŷam) que formaban el partido más poderoso allí [en Bobastro], en particular el llamado Rudmı̄r, debido a que profesaba ocultamente el Islam, aunque lo disimulaba en vida de su padre, el renegado Umar, mas al hacerse con el poder, manifestó preferencia y parcialidad por los musulmanes, lo cual irritó contra él a los cristianos, que tramaron su [de Ŷafar b. H.afs.ūn] asesinato …»16. Es decir, los que manifiestan oposición a ese ascenso no son sino aquellos que han estado desde el principio al lado de Umar. Nuevo problema generacional que no se salvará sino con un golpe de mano de los «hombres de Ibn H.afs.ūn», con los cristianos más conspicuos y perseverantes que no estaban dispuestos a perder la influencia que les había dejado Umar a favor de sus hijos. 1. UNA FITNA DENTRO DE LA FITNA La ruptura que supone el abandono de algunos de los secuaces del de Bobastro supone una fitna dentro de la fitna, toda una «crisis de crecimiento» en una 15 IBN H.AYYĀN,,, al-Muqtabis (al-ŷuz’ al-jāmis), ed. Pedro Chalmeta y Federico Corriente, Madrid, 1979, p. 113; trad. castellana, M.a Jesús Viguera Molins, Mah.mūd S*ubh. y Federico Corriente, Crónica del califa ‘Abderrah.mān an-Nās.ir entre los años 912 y 942 (al-Muqtabis V),, Zaragoza, Instituto Hispanoárabe de Cultura, 1981, p. 95. Otras noticias sobre estos personajes en Muqtabis V, pp. 116, 139-140, trad., pp. 97, 113 y 114, respectivamente. 16 Ibidem, p. 168; trad. española, p. 133. 104 © UNED. Espacio, Tiempo y Forma Serie III, H.a Medieval, t. 23, 2010 08_Virgilio.qxp 14/4/11 13:53 P gina 105 «Donde rigen las normas de Satán»: Ibn Antuluh, Ibn H.afs.ūn ... alternativa al Estado omeya que no había fijado unos principios ideológicos diáfanos y donde había mucho espacio para el oportunismo. La heterogeneidad del «partido h.afs.ūní» quedó deshecha en parte con esta declaración favorable al cristianismo, lo que permitió el ascenso de una generación más joven y dispuesta a transigir menos con el poder cordobés. En efecto, la situación fue propicia para que distintos personajes que se movían en el entorno de Ibn H.afs.ūn ascendieran para ocupar las vacantes dejadas en la jerarquía de la revuelta. Fue el momento para una generación de revoltosos, más reacia a alcanzar compromisos con la administración cordobesa. Se puede especular, sin embargo, con una vuelta al cristianismo de todos estos «principales» al tiempo que Ibn H.afs.ūn lo hacía, esto es, en el año 286/899-900. Pero es más lógico pensar en esa promoción en el interior de la fitna, con sabia nueva que viniera a reemplazar a una parte de los dirigentes, comprometidos en parte con el Estado omeya, como el mismo Ibn H.afs.ūn, que, conviene recordarlo, se había integrado en tiempos pretéritos en el aparato burocrático estatal. Hay un dato extremadamente contradictorio en todo ello y procede de la onomástica. Los nombres aparentemente musulmanes de todos estos personajes, al igual que el del mismo Ibn H.afs.ūn, con la salvedad de que en este último caso la cadena genealógica es excepcionalmente larga y detallada, remontándose a varias generaciones atrás, choca con esa condición de «cristianos» sobre la que Ibn H.ayyān no expresa dudas. Soportes, en efecto, del movimiento h.afs.ūní y cristianos principales, su cercanía al dirigente de Bobastro les va a garantizar una posición de privilegio, ocupando las posiciones que antes habían estado en manos de algunos linajes beréberes, como, por ejemplo, los Banū Jalı̄ del país de Tākurunnā. En cualquier caso, esa fecha de 286/899-900 la hemos de valorar como esencial para poder calibrar los apoyos con los que contaba Ibn H.afs.ūn y los derroteros que tomó el movimiento social por él encabezado, pues, sin duda, ese acto supuso el abandono para la causa de algunos de los más dilectos de entre los «pícaros y malvados» —expresión de Ibn Idārı̄ 17— compañeros que iniciaron la fitna con el ¯ de Bobastro. Es Ibn H.ayyān quien aporta el nombre de los dos rebeldes que abandonan el proyecto por la conversión al cristianismo de Ibn H.afs.ūn, uno de ellos, según ha quedado dicho, el propio Yah.yà b. Zakariyyā b. Antuluh y el otro, el beréber Awsaŷa b. Jalı̄ al-Tākurūnnı̄. Los dos habían ocupado, sin duda, una posición de prelación en la jerarquía de la revuelta de Bobastro. 17 IBN ID – ĀRĪ, Al-Bayān al-Mugrib fı̄ ajbār al-Andalus wa-l-Magrib, vol. I y II, ed. E. Lévi-Provençal y G. S. Colin, Histoire de l’Afrique du Nord et de l’Espagne musulmane intitulée Kitāb al-Bayān al-Mughrib par Ibn ‘Idhārı̄ al-Marrākushı̄ et fragments de la chronique de ‘Arı̄b, nouvelle édition publié d’après l’édition de 1848-1851 de R. Dozy et de nouveaux manuscrits, París, 1948-1951, II, p. 114; trad. francesa de Fagnan, E. Histoire de l’Afrique et de l’Espagne intitulée al-Bayano al-Mogrib, 2 vols., Argel, Typographie Adolphe Jourdan, 1901-1904, II, 9. 188. © UNED. Espacio, Tiempo y Forma Serie III, H.a Medieval, t. 23, 2010 105 08_Virgilio.qxp 14/4/11 13:53 P gina 106 VIRGILIO MARTÍNEZ ENAMORADO Vista de Cañete la Real, aliado de Bobastro En el Muqtabis III, Ibn H.ayyān da cuenta de las consecuencias de la conversión al cristianismo de Ibn H.afs.ūn18: «Año 286/899-900. En él se declaró cristiano el maldito Umar b. H.afs.ūn, actuando ocultamente a favor de los cristianos nativos del pacto (al-‘aŷam nas.ārà aldimma) y desconfiando de los musulmanes, de los que se apartó. Le abandonó [por ello] Awsaŷa b. Jalı̄ al-Tākurunnı̄, su partidario, quien le repudió y se unió a la obediencia, retirándose a la fortaleza de Cañete (h.is.n Qannı̄t. ). Le declaró la guerra a Ibn H.afs.ūn. Salió también [de la obediencia de Ibn H.afs.ūn] Yah.yà bn Anatı̄luh, su predilecto compañero en el grupo de musulmanes (ŷamā‘a min al-muslimı̄n) que lo acompañaban»19. 18 Este pasaje apenas si ha sido valorado. La interpretación de Lévi-Provençal es una de las pocas existentes y, como casi siempre, apunta en la dirección correcta; LÉVI-PROVENÇAL, Évariste, España musulmana hasta la caída del Califato de Córdoba (711-1031 de J.C.), tomo IV de la Historia de España dirigida por R. Menéndez Pidal, Madrid, Espasa Calpe, 1987, 6.a ed., p. 238. Por su parte, fueron los editores del Muqtabis V, P. Chalmeta, F. Corriente y M. S.ubh., los únicos, que sepamos han puesto en relación la referencia a Yahyà ibn Anatı̄luh del Muqtabis III con las más prolijas del Muqtabis V de Yah.yà ibn Zakariyyā Ibn Antuluh. Se puede leer esa alusión en árabe en la edición, pp. 155-156, nota 3. 19 IBN H.AYYĀN, al-Muqtabis, tome troisième, Chronique du Califa Umaiyade ‘Abd Allāh à Cordoue, texte arabe publié par P. Melchor Antuña, París, Librairie Orientaliste, 1937, p. 128; Kitāb al-Muqtabis fı̄ ta’rı̄j al-Andalus (Muqtabis III), ed. Ismāı̄l al-Arabı̄, Casablanca, 1990, pp. 150-151. 106 © UNED. Espacio, Tiempo y Forma Serie III, H.a Medieval, t. 23, 2010 08_Virgilio.qxp 14/4/11 13:53 P gina 107 «Donde rigen las normas de Satán»: Ibn Antuluh, Ibn H.afs.ūn ... Ibn Antuluh procede casi con toda seguridad de la región de Rayya, pues lo veremos comandar, años más tarde, distintas expediciones desde el campo de la «lealtad» en el Occidente malagueño, como tendremos ocasión de comprobar, mientras que Awsaŷa b. Jalı̄ al-Tākurūnnı̄, establecido en el castillo de Cañete la Real (h.is.n Qannı̄t. ), es descendiente de los Banū Jalı̄ en sexta generación, instalados en Tākurunnā desde la conquista y que prestaron como clientes de Yazı̄d que eran, 400 jinetes a Abd al-Rah.mān al-Dājil, poco después de que este fuera proclamado emir en Archidona20. A finales del siglo III/IX, en el año 276/889-890, vemos a estos Banū Jalı̄, cuyo jefe era el Awsaŷa, pactando con Ibn H.afs.ūn, al tiempo que establecía acuerdos con otros clanes de la gente de Tākurunnā, según Ibn H.ayyān: «[Umar b. H.afs.ūn] procuró el entendimiento (istā’lafa) [con] Awsaŷa de la gente [de los Banū] Jalı̄ al-Tākurunnı̄ y pactó con él y con otros [clanes] de la gente de Tākurunnā (ahl Tākurunnā)»21. Con la conversión al cristianismo de Ibn H.afs.ūn, los Banū Jalı̄ aprovechan la ocasión para ocupar la fortaleza de Cañete, apenas a unos 15 kilómetros al NO de Bobastro, de la que no serán desalojados sino hasta ŷumādà II de 293/abril de 90622, esto es, siete años después de su retirada del proyecto h.afs.ūní y de su entrada en ese castillo. Todo ello significa que, aunque apartados de la línea más dura que representaba Ibn H.afs.ūn y a pesar de su observancia del Islam, los Banū Jalı̄ mantuvieron cierta actividad sediciosa, tal vez por inercia, al margen del Estado. No muy intensa, porque del testimonio se colige únicamente que esa fortaleza de Cañete (h.is.n Qannı̄t ), que por lo que se extrae del texto había sido tomada por el linaje en la situación de confusión que siguió a la declaración de cristiano de Ibn H.afs.ūn, fue desalojada de todos y cada uno de los miembros de esta familia, para pasar a ser ocupada por una tropa (ŷayš) y por funcionarios omeyas (h.ašam), nombrándose un gobernador (‘āmil), con el alcaide (qā’id) Ah.mad ibn Muh.ammad ibn Abı̄ Abda al frente como protagonista de esa ocupación y posterior desalojo. De hecho, en ese año de 286/899-900 Awsaŷa formula una petición de entrar en la obediencia (t.ā‘a), ganándose enteros ante los omeyas en la frontal oposición que desarrollarán en contra del principal sedicioso. 20 IBN AL-QŪT.IYYA, Ta‘rı̄j iftitāh. al-Andalus, ed. y trad. J. Ribera, Historia de la conquista de España de Abenalcotía el cordobés, Madrid, 1926, p. 25 y 31; trad. 19 y 24. 21 Muqtabis III, p. 54, ed. Martínez Antuña; p. 77, ed. Arabı̄. 22 «En este año, el alcaide (qā’id) Muh.ammad ibn Abı̄ ‘Abda entró en la fortaleza de Cañete de las coras (kuwar) de Tākurunnā y se apoderó de ella. Y con él se asentaron servidores (h.ašam)… En el mes de ŷumādà II [del año 293] (abril del 906), el caíd Ah.mad ibn Muh.ammad ibn Abı̄ ‘Abda entró en la fortaleza de Cañete la Real, de Tākurunnā, e instaló en ella una tropa. Hizo salir de la plaza a los miembros de los banū Jalı̄‘ que allí se encontraban y puso al frente de la fortaleza a uno de los servidores»; Ibn Idārı̄, Bayān II, p. 142; CASTILLA BRAZALES, Juan, La Crónica de ‘Arı̄b sobre al-Andalus, Granada, ¯ Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1992, p. 96. © UNED. Espacio, Tiempo y Forma Serie III, H.a Medieval, t. 23, 2010 107 08_Virgilio.qxp 14/4/11 13:53 P gina 108 VIRGILIO MARTÍNEZ ENAMORADO 2. YAH.YÀ B. ZAKARIYYĀ’ B. ANTULUH, DE REBELDE ANTIOMEYA A LEAL FUNCIONARIO CORDOBÉS Centraremos nuestra atención en Yah.yà Ibn Antuluh/Antı̄luh. Por esas fechas en las que Ibn H.afs.ūn vuelve al cristianismo, ha de ser un joven sedicioso que ha forjado una incipiente carrera militar junto al rebelde (tā’ir ) de Bobastro. De procedencia muladí23, como delata su cadena genealógica, es conocido por ser uno de los más cercanos compañeros de Ibn H.afs.ūn, entre el grupo de musulmanes (ŷamā‘a al-muslimı̄n) que le acompañaban en la sedición. Ocupa, junto con Awsaŷa ibn Jalı̄, una posición de privilegio en esa jerarquía de revoltosos, sólo un escalón por debajo de Ibn H.afss.ūn y de su familia. Así lo explicita, perspicazmente, Ibn H.ayyān en su Muqtabis III. Es tentador considerar la posibilidad, nada descabellada, de que detrás del enfrentamiento con el señor (s.āh.ib) de Bobastro se hallen razones de índole más prosaica, como pueda ser ésta, conocida casi anecdóticamente, de la posesión de la esclava. Al faltar la cronología del evento, no podemos aventurarnos a establecer esa relación causal, a no ser que lo planteemos como hipótesis. Y así lo hacemos. La cronología del acontecimiento (el enfrentamiento por la esclava) no podría ir más atrás del año 900, pues es en esa fecha cuando de una manera precisa se establece en las crónicas el alejamiento de la causa h.afs.ūní de Ibn Antuluh. Desde ese momento en que abandona a Ibn H.afs.ūn, en torno al año 900, y tras una desconcertante cita en el Muqtabis III en la que se vuelve a situar en los aledaños del rebelde de Bobastro a Ibn Antuluh en la batalla de Talŷayra. (297/909910), salvándose, junto a un hermano de Ibn H.afs.ūn y a Ibn Tamaška, de la debacle sufrida por los sediciosos24, no volvemos a saber nada de este personaje hasta el año 307/919-920, cuando «al-Nās.ir accedió a su solicitud [de Ŷafar ibn Umar b. H . afs.ūn] enviando para ocuparse del asunto y sondear su lealtad a Yah.yá b. Ish.āq, en compañía de Yah.yà b. Zakariyyā b. Antuluh, con un ejército que les asignó para protección de Abd al-Rah.mān, si su propósito era venir a la capital según había solicitado. Yah.yà b. Ish.āq fue primero a ver a Ubayd Allāh b. Fihr, gobernador del sultán en Málaga, mandando a Ibn Antuluh con un grupo de mercenarios hacia Abd al-Rah.mān, en T.urruš Jušayn25, para 23 Su padre era un tal Zacarías y su abuelo un tal Anatolo, onomástica esta última ausente en la tradición mozárabe, por lo que sabemos. San Anatolio o Anatolo/e fue obispo de Milán en el siglo III y su procedencia parece ser oriental. Sin embargo, entendemos que esta onomástica responde a un antropónimo frecuente en Hispania: Antellus. UNTERMANN, Jürgen, Elementos de un Atlas antropónimo de la península Ibérica, Madrid, 1965; VILLAR, Francisco, Indoeuropeos y no indoerupeos en la Hispania prerromana. Las poblaciones y lenguas prerromanas de Andalucía, Cataluña y Aragón según la información que nos proporciona la toponímia, Salamanca, 2000, pp. 337-338. 24 Muqtabis III, p. 145, ed. Martínez Antuña; p. 167, ed. Arabı̄. 25 Que M.a J. Viguera y F. Corriente, siguiendo a Vallvé, identifican con Alfaján. Se trata, sin embargo, del Cerro Torrón en la Tierra de Marbella; sobre esta fortaleza, MARTÍNEZ ENAMORADO, Al-Andalus desde la periferia. La formación de una sociedad musulmana en tierras malagueñas (siglos VIII-X), Málaga, Centro de ediciones de la Diputación de Málaga, 2003, pp. 52, 109, 162, 284, 295-298, 451, 505, 506, 541-546, 551, 552, 557, 586, 596, 598, 599, 601, 611-613, 625, 626 y 634; MARTÍNEZ ENAMORADO, Cuando Marbella era una tierra de alquerías. Sobre la ciudad de Marballa y sus alfoces en época andalusí, Marbella, Ayuntamiento de Marbella - Real Academia de Bellas Artes de San Telmo - Cajamar, 2009, pp. 35, 64, 70, 71, 84, 86, 87, 100, 101, 102, 170, 171, 193, 194 y 204. 108 © UNED. Espacio, Tiempo y Forma Serie III, H.a Medieval, t. 23, 2010 08_Virgilio.qxp 14/4/11 13:53 P gina 109 «Donde rigen las normas de Satán»: Ibn Antuluh, Ibn H.afs.ūn ... hacer saber a éste dónde quedaba Ibn Ish.āq y darle cuenta de lo que había. Ibn Antuluh llegó a la fortaleza ya anochecido, en una noche mala, cuando ya se habían puesto los candados y, dándose a conocer, pidió que le abrieran; cuando así se hizo, irrumpió con los mercenarios donde estaba Abd al-Rah.mān invocando la divisa del califa, lo que hizo que aquel, medio vencido y sometido, se enardeciera, mas se apresuró a conocer la obediencia y de mañana llegó Yah.yà b. Ish.āq, que lo tranquilizó y se lo llevó a Córdoba, entregando su fortaleza [de T.urruš Jušayn] a Ibn Antuluh, que la guarneció con sus hombres, mientras hacia llegar a Abd al-Rah.mān b. Umar a Córdoba, donde el sultán confirmó su capitulación, y lo trató bien y largamente en subsidios y concesiones, de modo que con él se quedó en situación excelente»26. La versión de la Crónica Anónima no difiere en exceso, aunque aporta un menor número de detalles: «[Conquista de T. urruš Jušayn27 y sumisión de Abd al-Rah.mān, hijo de Umar b. H.afs.ūn]. En este año se conquistó T.urruš Jušayn, en las dependencias de Ibn H.afs.ūn, y su señor, Abd al-Rah.mān b. Umar b. H.afs.ūn, pidió el amán de al-Nās.ir, que se lo concedió. Fue causa de este suceso el que Abd al-Rah.mān, enemistado con su hermano Ŷafar, se había separado de él haciéndose fuerte en dicho castillo; pero como Ŷafar le combatía y a cada paso le dañaba y apretaba, Abd al-Rah.mān buscó refugio en su gobierno, pidiendo el amán para sí y para los suyos, a cambio de entregar el castillo a un representante (‘āmil ) del califa. Al-Nās.ir accedió a lo solicitado y envió a la plaza a Yah.yà b. Ish.āq y a Yah.yà b. Zakariyyā b. Antuluh. En efecto, Abd al-Rah.mān les hizo entrega del castillo y se vino a Córdoba, en la que al-Nās.ir li-Dı̄n Allāh le procuró una vida desahogada»28. Es decir, Ibn Antuluh reaparece en la escena político-bélica de ese primer tercio del siglo IV/X comandando una expedición para la toma de T.urruš Jušayn/Cerro Torrón, posición ganada y guarnecida por él mismo para Córdoba29. Vemos ahora al viejo rebelde, buen conocedor de la región, al servicio del Estado omeya, veinte años después de su desafección hacia Umar b. H.afs.ūn. Su hoja de servicios a favor del emir no ha hecho sino comenzar. En efecto, lo que a continuación sigue no es otra cosa sino la confirmación de que su ingreso en el aparato militar cordobés había sido efectivo. Problema distinto es poder aportar información de esos 20 años que transcurren entre 286/899-900 y 307/919-20, dos decenios en los que no encontramos apenas referencias del personaje. 26 IBN H.AYYĀN, Muqtabis V, p.154; trad. p. 124. En la trad. de Lévi-Provençal y E. García Gómez, Ojén. Sobre la problemática de la identificación de este lugar, véase más arriba. 28 Crónica Anónima de ‘Abd al-Rah.mān III an-Nās.ir, ed. y trad. española de E. Lévi-Provençal y E. García Gómez, Madrid-Granada, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1950, pp. 62 y 133 (trad.). Antuluh, vocalizado plenamente en la edición. 29 Explicado todo esto con más detalle en MARTÍNEZ ENAMORADO, Al-Andalus desde la periferia, pp. 549-553. 27 © UNED. Espacio, Tiempo y Forma Serie III, H.a Medieval, t. 23, 2010 109 08_Virgilio.qxp 14/4/11 13:53 P gina 110 VIRGILIO MARTÍNEZ ENAMORADO Desfiladero junto a Bobastro Esta es la secuencia de los hechos en los que participó Ibn Antuluh: En el año 308/920-1, «se conquistó al-Maydāt en el alfoz de Cártama de la cora de Rayya (h. awz Qart.ama min kūrat Rayya), construyendo allí el sultán la fortaleza de Coín (h.is.n Qaštruh Dakwān), donde emplazó con mercenarios y pertrechos (bi-l-h.ašam wa-l‘udda) a Yah.yà b. Zakarriyyā b. Antuluh»30. En el año 310/922-3, «fue conquistada la fortaleza disidente de Casarabonela (Qas.r Bunayra min h.us.ūn al-jilāf ), en la cora de Rayya, a la que se acogieron personas leales y donde asignó a Yah.yà b. Zakariyyā b. Antuluh, a quien adscribió algunos mercenarios de confianza, que desde allí atacaban repetidamente la ciudad de Bobastro, base de la disidencia (madı̄nat Bubaštar qā‘idat al-jilāf), que se vio hostigada por todos lados»31. En el año 311/923-4, «fueron tomadas la alcazaba de la fortaleza de Morón, Fuengirola y Munt Nis, importantes fortalezas de disidencia (qas.ba h.is.n Mawrūr wa Suhayl wa Munt Nı̄s min ummahāt h.us.ūn al-jilāf ) que habían sido refugio de Umar b. H.afs.ūn y sus hijos en 30 31 110 IBN H.AYYĀN, Muqtabis V, p. 169, trad. p. 134. Ibidem, p. 181, trad. p. 141. © UNED. Espacio, Tiempo y Forma Serie III, H.a Medieval, t. 23, 2010 08_Virgilio.qxp 14/4/11 13:53 P gina 111 «Donde rigen las normas de Satán»: Ibn Antuluh, Ibn H.afs.ūn ... momentos de apuro, por lo que fue grande el éxito así logrado. Encargado de combatirlas había sido Aflah., jefe de la caballería del ejército del sultán y cliente de alNās.ir, que siguió una hábil estrategia en esta guerra y hostigamiento del adversario, siendo el motivo de que se apoderara de estas plazas que en los últimos días de lucha llevó el combate a un punto que hostigó violentamente, de modo que todos los defensores corrieron allí, desguarneciendo los otros lados, ocasión que aprovechó Yah.yà Ibn Antuluh, entrando al asalto en la fortaleza por el sitio abandonado y tomándola por la fuerza con sus ocupantes. Aflah. guarneció sus alcazabas con mercenarios e hizo gobernador de ellas a Yah.yà Ibn Antuluh»32. Comprobamos como el antiguo rebelde se encuentra plenamente integrado en la administración cordobesa. Su función queda clarificada a la luz de lo que Ibn H.ayyān nos cuenta: actúa siempre en segunda instancia, una vez que las fortalezas han sido «fundadas» (Coín) o tomadas (Cerro Torrón, Casarabonela, Morón, Fuengirola y El Nicio), al frente de los h.ašam («mercenarios»), de los que posiblemente sea su alcaide. Se trata de asegurar esas plazas para la «gente de la lealtad» («personas leales» en el caso de Casarabonela), cuya instalación sigue inmediata a la conquista de las plazas. Todas ellas se emplazan en la Algarbía malagueña y todas ellas han podido ser identificadas33. Su conquista obedece a una lógica geográfica: la toma de T.urruš Jušayn/Cerro Torrón (307/919-20) en el centro de la costa occidental de Rayya, serviría para proteger la red de alquerías, entre ellas Marbella que por entonces comenzaba a cobrar cierta relevancia, de esa comarca; la fundación de h.is.n qaštruh Dakwān/Coín (308/920-1) supone la entrada de esas fuerzas de la lealtad en el territorio básico subsistencial de Ibn H.afs.ūn y sus descendientes, el valle del Guadalhorce, plaza esta que garantizaba la creación de un dique de contención, junto con Cártama, para la expansión de los h.afs.ūníes; pero de mayor importancia estratégica es la toma de Qas.r Bunayra/Casarabonela (310/922-3), como anuncia Ibn H.ayyān, pues desde esta fortaleza, dada su proximidad a la sede de la revuelta, se hostigaba «repetidamente la ciudad de Bobastro, base de la disidencia (madı̄nat Bubaštar qā‘idat al-jilāf)». El último episodio34 la entrada en Morón/Mawrūr, Fuengirola/Suhayl y El Nicio/Munt Nis (311/923-4), supone una vuelta sobre las anteriores comarcas no pacificadas por entero, el valle del río Fuengirola y la que será Tierra de Marbella. Es decir, en apenas cuatro años (los que van del 307/919-20 al 311/923-4), Ibn Antuluh, el mejor conocedor de los sediciosos con el que podía contar Córdoba, por haber pertenecido a la élite h.afs.ūní, y de la Algarbía de Málaga (o si se quiere, del Occidente de Rayya) por proceder seguramente de ella, desbarata cualquier posibilidad para los rebeldes de mantener esas posiciones, ya sea tomando fortalezas, ya fundando nuevas plazas, ya reestructurando las anteriormente existentes. Y su papel, sin embargo, no es siempre el de protagonista, pues aparece auxi32 Ibidem, p. 186, trad. p. 144. Para la identificación de esas fortalezas, véanse los índices de MARTÍNEZ ENAMORADO, Al-Andalus desde la periferia. 34 Obsérvese la secuencia de la conquista de estos h.us.ūn, Morón, entre Coín y Casarabonela, Fuengirola, al Este de Marbella, y El Nicio, entre Marbella y Estepona. 33 © UNED. Espacio, Tiempo y Forma Serie III, H.a Medieval, t. 23, 2010 111 08_Virgilio.qxp 14/4/11 13:53 P gina 112 VIRGILIO MARTÍNEZ ENAMORADO Mapa: fortalezas conquistadas por Ibn Antuluh liando en un par de ocasiones a otros funcionarios de los omeyas: a Yah.yà ibn Ish.āq en la toma de Cerro Torrón y a Aflah. en las conquistas de Morón, Fuengirola y El Nicio, si bien una vez que los enclaves son tomados adquiere un papel de indudable protagonismo. Para el primer caso, se dice que cuando estuvo enterado el representante del sultán en la ciudad de Málaga, se envió a Ibn Antuluh a guarnecerla con sus hombres, mientras que para el segundo es Aflah. el que le encomienda la gobernación de esos tres lugares (ista‘mal Yah.yà Ibn Antuluh ‘alay-hā). En definitiva, toda una modélica carrera la de Juan el hijo de Zacarías y nieto de Antelo que demuestra la evanescencia de los compromisos políticos en aquel al-Andalus en formación: de rebelde, compañero principal de Ibn H.afs.ūn, a disciplinado funcionario del Estado cordobés, aupado a esa consideración por combatir a su antiguo s.āh.ib y seguramente elegido para esa tarea por lo buen conocedor que era de las artimañas y ambiciones de su otrora «jefe», el rebelde por antonomasia, Ibn H.afs.ūn. Entre una situación y otra, una mujer —una esclava cristiana—, entra en escena y contribuye a fijar la idea de que algo tuvo que ver en aquella enemistad entre los rebeldes. Pero será la conversión del cristianismo de Ibn H.afs.ūn el acto sobre el que recaerá la responsabilidad del irreversible alejamiento entre los dos sediciosos. Mucho nos tememos que fueran asuntos más centrados en la ambición y promoción de estos advenedizos y oportunistas, rebeldes unas veces, leales otras, pero siempre con pretensiones de regir los destinos de algunas de las regiones de al-Andalus, los que definitivamente separaran a Ibn H.afs.ūn e Ibn Antuluh. 112 © UNED. Espacio, Tiempo y Forma Serie III, H.a Medieval, t. 23, 2010