«Reglas para sentir y entender escrúpulos y suasiones de nestros enemigos» [345] «Reglas para sentir y entender escrúpulos y suasiones de nuestro enemigo» [345] Virgilio Arias Salazar, S.J.* A unque el título que se le ha dado por parte de los organizadores del simposio a esta ponencia habla de reglas para sentir y entender escrúpulos, San Ignacio habla más bien de notas y no de reglas. Es así como estas seis anotaciones se ubican efectivamente entre dos series de reglas: por una parte, para distribuir limosnas y por otra, para sentir con la Iglesia militante. Tales reglas nos permiten acercarnos a una realidad muy importante del ejercitante cuando ha vivido su primera semana. Ahora bien, no es poco lo que estas notas aportan para la vida del creyente de hoy. Actualmente, el término «escrúpulo» no es muy frecuente en conversaciones o profundizaciones de índole espiritual, sin embargo, para Ignacio y para el hombre y la mujer de hoy presenta una clara vigencia que se puede traducir en aplicaciones concretas de la vida cotidiana. La presente ponencia se dividirá en tres grandes apartados, lo cual nos facilitará una aproximación profunda y expedita a las notas ignacianas sobre los escrúpulos. La primera sección nos ubicará en el contexto general de las notas desde varios puntos de vista. La segunda parte será una profundización en el * Magister en Filosofía y Psicólogo de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Estudio Teología en el Centro Sevres de París. Actualmente está realizando su maestría en Teología en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Director de la Casa Vocacional Manresa y responsable del Plan de Candidatos a la Compañía de Jesús. Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57 41 42 Virgilio Arias Salazar, S.J. texto mismo de las seis notas y el tercer punto propone algunas aplicaciones de dichas notas para el hombre y la mujer en el contexto nacional actual. CONTEXTO DE LAS NOTAS PARA SENTIR Y ENTENDER LOS ESCRÚPULOS Las seis notas que abordan la realidad de los escrúpulos son el penúltimo documento que aparece en los Ejercicios Espirituales. En efecto, las notas están ubicadas como se dijo anteriormente entre dos elencos de reglas fuertes para que el ejercitante practique en su vida. De hecho San Ignacio no las llama reglas sino notas y esto debido a varias hipótesis. Una de ellas puede ser que con el nombre de «notas» se le quiere señalar su carácter elemental en un terreno muy complejo y delicado y quizás Ignacio solamente quiera presentar unas simples pinceladas al respecto. Se trata de un título modesto y poco ambicioso1. Otra posibilidad para llevar el nombre de «notas» puede radicar en su misma «transitoriedad» y por el mismo hecho de no estar vinculadas al fenómeno de consolación y desolación ni a mociones propiamente, sino más bien a pareceres erróneos, a duda, turbación o a cierta laxitud o estrechez en el psiquismo. En consecuencia, Ignacio las pudo haber llamado «notas» porque se utilizarían no necesariamente en el contexto de los Ejercicios sino en situaciones muy puntuales y diversas de la conciencia moral2. Las notas para sentir y entender escrúpulos tienen su origen en dos vertientes de la vida de San Ignacio: su experiencia personal en el tema de los escrúpulos y su experiencia como guía espiritual. El ataque de escrúpulos más fuerte que vivió Ignacio fue en Manresa: «Mas en esto vino a tener muchos trabajos de escrúpulos. Porque, aunque la confesión general que había hecho en Monserrate había sido con asaz diligencia y toda por escrito, como está dicho, todavía le parescía a las veces que algunas cosas no había confesado, y esto le daba mucha aflicción; porque, aunque, confesaba aquello, no quedaba satisfecho»3. El llamado «trabajo de escrúpulos» que enfrentó Ignacio lo condujo a un fuerte temblor interior que ni la oración ni la confesión le ayudaban y es así como inclusive, de una confesión por escrito «todavía le tornaban los Cfr. Hervé Coathalem, SJ, Comentario del libro de los Ejercicios, Buenos Aires 1987, 292. Santiago Arzubialde, S.J., Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Historia y Análisis, Bilbao 1991, 790. 3 Autobiografía 22. 1 2 Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57 «Reglas para sentir y entender escrúpulos y suasiones de nestros enemigos» [345] escrúpulos, adelgazándose cada vez las cosas, de modo que él se hallaba muy atribulado»4. El ataque de escrúpulos en Ignacio lo llevó a realizar siete horas de oración de rodillas levantándose a media noche continuamente sin encontrar ningún remedio5. Fue tal el desespero del Santo que estos pensamientos recurrentes y obsesivos lo llevaron inclusive a pensar en el suicidio como lo confirma la misma Autobiografía: «Estando en estos pensamientos, le venían muchas veces tentaciones, con El combate librado por grande ímpetu, para echarse de un agujero grande que aquella su cámara tenía y estaIgnacio ante la ba junto del lugar donde hacía oración»6. La arremetida constante tormenta de los escrúpulos incluso lo llevó de los escrúpulos lo a permanecer una semana sin comer hasta adiestró para enfrentar que en la última confesión que realizó, su le mandó a que rompiera dicha este fenómeno en su confesor abstinencia y al obedecer se halló libre de vida espiritual los escrúpulos y poco a poco Ignacio empezó a despertar como de un sueño7. La propia lucha y experiencia de Ignacio con los escrúpulos lo llevaron a conocer su funcionamiento y así no volvió a confesar las cosas pasadas quedando libre y convencido que el Señor lo había librado por su misericordia. El combate librado por Ignacio ante la arremetida constante de los escrúpulos lo adiestró para enfrentar este fenómeno en su vida espiritual y además para orientar a otros en el mismo tema. Así, tenemos dos casos puntuales en los que San Ignacio acompañó, vía epistolar, procesos de escrúpulos. El más célebre es el acompañamiento que le proporcionó a Sor Teresa Rejadell en la carta que escribe desde Venecia el 18 de junio de 1536. En esta carta Ignacio le facilita a la religiosa de Barcelona criterios de análisis de sus escrúpulos y propuestas para crecer en dicha situación. Uno de los puntos que aborda con claridad es la búsqueda del punto medio observando siempre hacia dónde nos mueve el mal espíritu. San Ignacio, hace una clara alusión a la naturaleza de la conciencia en cuanto que sea ancha o delgada y cómo el mal espíritu va a atacar con el único fin de entorpecer la relación con el Señor precisamente por medio de los escrúpulos. Otro punto tratado 4 5 6 7 Ibídem. Cfr. Autobiografía 23. Autobiografía 24. Cfr. Autobiografía 25. Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57 43 44 Virgilio Arias Salazar, S.J. en esta carta alude a la falsa humildad que aparece en la última nota de los escrúpulos [351] proponiendo como salida a esta realidad el mayor servicio de Dios y la mayor ayuda al prójimo. La segunda carta alusiva a los escrúpulos está escrita por Ignacio un mes antes de su muerte (24 de junio de 1556) al joven sacerdote jesuita P. Valentín Marín. En la misiva se dejan ver dos puntos que son igualmente abordados en las notas sobre los escrúpulos. Uno de ellos es el carácter positivo que puede llegar a tener un escrúpulo [348] para la persona en cuanto le ayuda a ser más vigilante y cauto en evitar ofensas a Dios. Un segundo punto alude a no formar juicio ni determinación en sí que sea pecado lo que claramente no lo es . Estas dos orientaciones unidas a la cercanía y confianza con su superior fueron presentadas por Ignacio a aquel religioso escrupuloso8. Ahora bien, acercándonos al contexto propio del texto de los Ejercicios Espirituales, las notas para sentir y entender los escrúpulos se ubican como un anexo final que quieren ayudar al ejercitante en su proceso espiritual interno de autoconocimiento y de cómo procede el mal espíritu. Estas notas apoyan de manera acertada las reglas de la primera semana, sin embargo, su alcance es mucho más amplio y buscan apoyar al proceso de conversión del ejercitante fuera de la experiencia propiamente de los ejercicios. En otras palabras, las notas sobre los escrúpulos apuntan hacia la consolidación de la conciencia moral de la persona y exactamente buscan establecer el equilibrio psicológico-moral de aquel quien se abandona a la misericordia de Dios tras la experiencia de la primera semana de ejercicios. Con frecuencia, estas notas pueden considerarse como propias de un ámbito estrictamente psicológico y por consiguiente ser abordadas únicamente por especialistas en el tema. Sin embargo, San Ignacio las presenta dentro de los Ejercicios como consecuencia de una experiencia eminentemente religiosa. Sin alejarnos de la intención espiritual con las que Ignacio presenta las notas no podemos ser ajenos a la realidad psicológica que pueden manifestar los escrúpulos al interior de lo psicopatológico como es el caso de la neurosis obsesiva. Con el fin de acercarnos a la realidad psicológica de los escrúpulos, a continuación se abordarán ciertas características de la conciencia escrupulosa. La conciencia escrupulosa se puede identificar en una 8 San Ignacio de Loyola, Obras (BAC 86), Madrid 61997, 1096. Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57 «Reglas para sentir y entender escrúpulos y suasiones de nestros enemigos» [345] primera instancia cuando presenta preocupaciones obsesivas, sentimiento de miedo y ansiedad más o menos permanente. El escrúpulo puede ser abordado como una obsesión y una fobia en los temas que conciernen la conciencia moral. Se trata de una disposición del alma mal fundamentada la cual hace creer a quien está afectado que una acción es ilícita cuando en realidad no lo es. Así pues, es importante aclarar algunos puntos sobre la naturaleza del escrúpulo. Primero, hay que distinguir, como lo hará San Ignacio en su primera nota, entre un escrúpulo y un juicio errado, pues con frecuencia se llega a juzgar algo como un acto pecaminoso cuando en realidad no lo es. El sujeto escrupuloso permanecerá prisionero de la duda y de la perplejidad sin saber en qué pensar. Por otro lado, hay que distinguir entre la conciencia escrupulosa y una conciencia delicada y sensible a todo aquello que puede ofender a Dios o al prójimo. La persona con esta conciencia delicada puede fácilmente confesar sus pecados con simplicidad y calma sin desconocer la respectiva contrición. Así mismo encontrará la paz con la absolución recibida sin dudar en ningún momento de la misericordia de Dios la cual anima para retomar el camino. Contrario a lo anterior, el escrupuloso manifiesta un temor persistente y sin razón de sentirse en un estado de pecado o de estar a punto de sucumbir en él. También exagera su responsabilidad, la confesión es poco clara, complicada y llena de repeticiones inútiles. Cuando recibe el perdón de sus pecados en la confesión lo lleva a un alivio temporal, teme al futuro, a su fragilidad, teme de sí mismo y de Dios. También existen crisis de escrúpulos ocasionales o temporales producidas por ciertas circunstancias o periodos de la vida tales como: despertares sexuales en la pubertad, la opción de asumir una decisión para toda la vida, la cercanía de la ancianidad o los riesgos de un futuro desconocido. Estas crisis pueden ser abordadas y superadas con un claro acompañamiento. En suma, el verdadero escrupuloso vive en una duda perpetua, en una incertidumbre eterna. Habita en temores y remordimientos que según la persona no se puede deshacer de ellos. Se tortura por nimiedades y se pregunta con frecuencia aquello que se produce por su culpa y responsabilidad9. Para terminar esta primera sección es importante aclarar que las notas para sentir y entender escrúpulos apuntan a una madurez moral que debe 9 Cfr. J.F. Catalan, Scrupule, Diccionario de Espiritualidad XV, París 1990, 462. Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57 45 46 Virgilio Arias Salazar, S.J. desembocar en la conciencia de la propia indigencia que se abre a la misericordia de Dios en donde se experimenta profundamente el perdón. Dichas notas buscan una «prueba purificadora y aquilatadora de la conciencia moral que, apartando de toda apariencia de pecado, desemboca en la experiencia de la compunción y de la justicia salvífica recibida de Dios con el perdón»10. ESTRUCTURA Y CONTENIDO DE LAS NOTAS Antes de profundizar propiamente sobre las notas es preciso señalar un aspecto sobre el título con el que Ignacio presenta el elenco de las seis anotaciones. Fijémonos que se habla de «escrúpulos y suasiones»11 y esta diferencia es importante resaltarla y comprenderla. Ambos mecanismos son tentación del enemigo, sin embargo, dicha tentación no ataca el mismo objetivo. La diferencia entre escrúpulo y suasión o sugerencia (sugestión, insinuación) está en la materia y el efecto que busca el enemigo. El escrúpulo afecta la moralidad de una acción ya realizada, mientras que la sugerencia apunta a la conveniencia de realizar o no una decisión ya tomada12. El efecto inmediato en los dos fenómenos es la misma: turbación, oscuridad, e incapacidad. El efecto a largo plazo es diferente, en cuanto el escrúpulo busca inducir el inconformismo por el camino asumido y se trata de dejarlo. La sugerencia o suasión busca que el sujeto cambie la determinación tomada por la inseguridad13. Ahora bien, las notas para sentir y entender los escrúpulos se pueden dividir en tres bloques bien definidos siguiendo la propuesta de Arzubialde. El primer bloque apunta a describir la naturaleza del escrúpulo14. El segundo trata cómo proceder con una conciencia ancha o delgada15 y el tercero presenta la confianza que debemos poner en Dios a la hora de trabajar apostólicamente en la Iglesia16. 10 11 12 13 14 15 16 Santiago Arzubialde,S.J., Op. cit., p. 789-790. Ejercicios Espirituales 345. Cfr. Ejercicios Espirituales 351. Cfr. R. González, En Todo Amar y Servir, México 2000, 285-286. Cfr. Ejercicios Espirituales 346, 347 y 348. Ibíd., 349-350. Ibíd., 351. Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57 «Reglas para sentir y entender escrúpulos y suasiones de nestros enemigos» [345] La naturaleza del verdadero escrúpulo. El primer grupo de notas17 apunta a establecer lo que es un verdadero escrúpulo, sea temporal o pasajero, y la diferencia con un juicio erróneo. Estas notas buscan afianzar al sujeto recién convertido a distinguir entre una situación de pecado, el error común y el auténtico escrúpulo. Vale la pena recordar que por escrúpulo no se puede entender solamente una reacción psíquica, precisamente estas notas permiten ver cómo esta realidad psíquica se integra en el combate espiritual de alguien que está en camino de conversión18. La primera nota [346] quiere establecer la naturaleza de un juicio erróneo que comúnmente es considerado como un escrúpulo pero que efectivamente no lo es. El juicio erróneo nace dentro y procede de nuestro propio juicio y libertad. Es una deformación del criterio moral ya que se forma pecado cuando algo realmente no lo es. San Ignacio, ilustra esta nota con una acción relativa a su contexto histórico español cuando convivían en un mismo territorio moros, judíos y españoles en el cual pisar la cruz era señal de apostasía, sin embargo, para efectos de la nota si la cruz se pisa casualmente y se forma un juicio de pecado este es erróneo y no es un escrúpulo en cuanto tal. Este juicio erróneo se debe «mucho aborrecer» como lo indicará Ignacio en la tercera nota19, ya que genera remordimiento lo cual impide reconocer aquellos pecados que sí lo El juicio erróneo son verdaderamente. Este error desvía al hombre y nace dentro y le imposibilita acogerse al amor de Dios. procede de nuestro propio juicio y libertad La segunda nota [347] muestra lo que sí es un verdadero escrúpulo. Vale la pena anotar que el escrúpulo acontece en personas sanas que están en camino de conversión y que aún no saben identificar lo que es realmente un pecado de lo que es una delicadeza de conciencia. Así, después de realizada una acción, como por ejemplo pisar la cruz como lo presenta Ignacio, viene un pensamiento de fuera, exterior a la persona, lo que moviliza a sentir que ha pecado y de igual manera hace sentir que no ha pecado. Este pensamiento genera duda y turbación, encierra a la persona, la paraliza y no la deja avanzar. El escrúpulo es una tentación como la presenta Ignacio pues busca Ibíd., 346-348. Cfr. A. Chapelle, Notes sur les scrupules, Les Exercices spirituels d’Ignace de Loyola: commentaire litteral et théologique, Bruxelles 1990, 483. 19 Cfr. Ejercicios Espirituales 348. 17 18 Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57 47 48 Virgilio Arias Salazar, S.J. instalarse en la conciencia de modo permanente centrándola en sí misma y cerrándola al amor misericordioso de Dios. La dinámica del escrúpulo radica en movilizar al sujeto a los extremos, a un desequilibrio entre la angustia o el hastío, la estrechez o la laxitud. El escrúpulo se refiere a la memoria de una acción pasada, realizada, que produce la duda y la turbación. Es una influencia que viene de fuera, exterior a mí mismo y que me lleva a pensar que he pecado y que además afecta la evidencia racional libre20. El escrúpulo genera una tensión entre dos pensamientos contradictorios (he pecado… no he pecado); es una tentación que destruye la tranquilidad interior y que puede paralizar el diálogo amoroso con Dios en donde se puede vivir correctamente la culpa y el perdón. En suma, el escrúpulo priva la libertad necesaria para buscar el bien. En la tercera nota [348] se presenta el valor espiritual del escrúpulo y retoma las dos anteriores. Inicia indicando un rechazo radical al juicio erróneo producido en nuestro interior que se presentaba en la nota21, Ignacio lo propone así: «es mucho de aborrecer, porque todo es error». En cuanto a la segunda nota22 despliega una posibilidad positiva respecto al escrúpulo cuando es temporal. Así lo expresa Ignacio: «por algún espacio de tiempo no poco aprovecha al ánima que se da a spirituales exercicios: antes en gran manera purga y alimpia a la tal ánima, separándola mucho de toda apariencia de pecado». Cuando el escrúpulo es temporal, coincide con un periodo fecundo en la vida del Espíritu, inclusive puede ser visto como una prueba religiosa de purificación del pasado. Así el escrúpulo fortalece y estructura la conciencia moral y la encamina a agradar a Dios y a vivir fielmente no movilizado por la ley sino por el amor de Dios23. La vida espiritual se fundamenta en un diálogo continuo en el que el ser humano se moviliza por el amor de Dios. Esta relación íntima produce en la persona una conciencia delicada y fina la cual ayuda a reconocer su pecado e impulsa a agradar a quien tanto amor le brinda de manera gratuita y permanente. Así el hecho de haber pecado, como el sentir perdón logran una mayor humanización. El amor que se logra establecer entre el hombre 20 21 22 23 Cfr. A. Chapelle, Op. cit. 483. Cfr. Ejercicios Espirituales 346. Ibíd., 347. Cfr. Santiago Arzubialde,S.J., Op. cit., p. 794. Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57 «Reglas para sentir y entender escrúpulos y suasiones de nestros enemigos» [345] y Dios se manifiesta en un esmero por sostener y mantener dicha cercanía caracterizada por un desvelo a conservar esa relación de misericordia. El escrúpulo temporal del que habla Ignacio en esta nota [348] es de aquel quien no se fía en absoluto de sí, y por el contrario lo espera todo de la misericordia de Dios y le preocupa mucho perder su amistad. Este escrúpulo moviliza a permanecer en Dios a través de una purificación que separa el alma buena de toda apariencia de pecado y es aquí precisamente donde Ignacio encuentra pertinente la máxima de San Gregorio: «es propio de personas delicadas ver culpa donde en realidad no existe culpa alguna»24. Ahora bien, ¿cómo comprender esta máxima si en la primera nota el mismo Ignacio invita a evitar formar pecado lo que no es propiamente pecado? Quizás el Santo, tiene como fundamento al mismo Jesucristo, quien estando sin pecado asumió su pasión y muerte en cruz por nuestra salvación y perdón de nuestros pecados25. Dinámica del escrúpulo (rigorismo o laxismo): La dinámica que el escrúpulo ejerce al interior de la conciencia se puede fraguar entre dos extremos: el rigorismo o el laxismo. Ignacio con las notas cuarta y quinta26 pretende iluminar esta dificultad en el proceso de conversión de la persona. Aquí se presenta el ánima gruesa (laxitud) y el ánima delgada (estrechez) y según Arzubialde la dinámica de estos dos extremos depende de tres factores: el propio carácter, el influjo de la moral colectiva (puritana o permisiva) de la época y la dinámica en que el individuo se halla en la actualidad. Así las cosas, Ignacio pretende liberar al hombre de todo condicionamiento y ataque del enemigo con el fin que se avance el proceso de conversión buscando siempre una debida discreción y prudencia . La cuarta nota [349] muestra la acción del enemigo dependiendo de la naturaleza del ánima. Frente al ánima delgada el enemigo busca que se estreche o se adelgace en extremo para «más turbar y desbaratar». El enemigo cuando no logra hacer caer en cosa que parezca pecado procura que el ánima forme pecado en donde no lo hay a través de una palabra o un pensamiento mínimo. En otras palabras, el enemigo busca engañar el alma estrecha lleván24 25 26 «bonarum mentium es tibi culpam cognoscere, ubi culpa nulla est». Cfr. A. Chapelle, Op. cit. 486. Cfr. Ejercicios Espirituales 349, 350. Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57 49 50 Virgilio Arias Salazar, S.J. El enemigo busca que la persona asuma una actitud cada vez más contraria y ajena a Dios dola a desraizarse e inducirse en una tentación suprema que sería dar una forma de pecado a aquello que no lo es. Este extremo rigorista, movilizado por cierto narcisismo que busca la perfección, obstaculiza todo intento de avanzar en el camino de cercanía y servicio a Dios. Ahora bien, si el ánima es gruesa, como sería la de un cínico, el enemigo procura engrosarla más cayendo en una total permisividad y laxitud en la cual si antes no hacía caso de los pecados veniales, procurará que de los mortales haga poco o ningún caso. El enemigo busca que la persona asuma una actitud cada vez más contraria y ajena a Dios, se estaría pues dominado por el ambiente o la pasión llevándole a la extrema laxitud. Ambas tendencias son consideradas como tentación del enemigo las cuales desvían el camino de conversión emprendido por el sujeto y buscan precisamente confundirlo, desbaratarlo y afligirlo. La quinta nota [350] expone el principio espiritual de la actitud que se debe asumir frente a los ataques del enemigo en el caso de las dos clases de ánimas, sea estrecha o gruesa. «El rigorismo perfeccionista desconoce el gozo del amor del Padre y el laxismo permisivo proyecta en Dios la imagen de alguien a quien se puede manejar al antojo»27. Así pues, para superar la tentación se debe operar «contrario modo» a lo que el enemigo procede, es decir, diametralmente opuesto a la inclinación de la tendencia. En este orden de ideas, el alma más gruesa debe afinarse, adelgazarse y en el caso del alma más delicada no debe extenuar su delicadeza hasta el extremo ni tampoco se ha de convertir en un alma gruesa sino que ha de procurar un punto medio en donde encontrará la solidez y la paz28. El punto medio que aparece en esta nota no es un concepto de medio diferente al que San Ignacio propone en otros momentos de los Ejercicios Espirituales. Es el mismo medio que se debe buscar en el sueño cuando en las Adiciones se le propone al ejercitante vivir una penitencia como lo presenta el número [84] de los Ejercicios. De igual manera en las reglas para ordenarse en el comer29 aparece el medio como punto que se debe lograr para evitar caer en enfermedad. 27 28 29 Santiago Arzubialde,S.J., Op. cit., p. 797. Cfr. A. Chapelle, Op. cit. p. 487. Cfr. Ejercicios Espirituales 213. Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57 «Reglas para sentir y entender escrúpulos y suasiones de nestros enemigos» [345] Solidarse en el medio para en todo quietarse es el resultado de una experiencia espiritual en la cual la persona se siente profundamente pecadora pero igualmente amada. En el medio entre la estrechez escrupulosa y la laxitud permisiva se encuentra el corazón humilde que reconoce a Dios como Padre que no le abandona y quien le estimula a hacer siempre su voluntad. El solidarse en el medio apunta a un equilibrio moral, fundado en el verdadero amor que va más allá de cualquier juicio, modo de ser, tentación o presión del medio ambiente, se fía solo en Dios y trata de agradarle como hijo amado. El quietarse es hallar el equilibrio por el abandono en Dios en cuanto experiencia espiritual y madurez moral30. El escrúpulo dentro de la Iglesia: Ignacio tiene en la sexta y última nota [351] la aplicación de las notas en un caso particular: ¿cómo desempeñar el ministerio apostólico dentro de la Iglesia un hombre frágil y pecador? ¿Cómo lograr el justo medio cuando un alma buena quiere obrar y se encuentra indefensa? La persona que ha vivido su condición de pecadora en la primera semana y quiere hablar u obrar alguna cosa dentro de la Iglesia puede correr el peligro de la tentación que le viene de afuera pues ve una empresa que le sobrepasa y se considera indigna o por el contrario se siente invitada a renunciar a la tarea pues percibe una aparente aceptación pública (falsa humildad) que no se merece, en otras palabras siente una clara vanagloria. En ambos casos, la finalidad de la tentación es paralizar al hombre para que en el bien obrar no proceda adelante. El enemigo busca con la tentación venida de afuera que la persona no anuncie ni practique lo que está viviendo en su conversión. El abatimiento por los pecados al igual que la falsa humildad son dos extremos que anulan la misión, noción que Ignacio ya señalaba en su carta a Teresa Rejadell: Trae la tercera arma, que es de falsa humildad, es a saber: como ve al siervo del Señor tan bueno y tan humilde, que, haciendo lo que el Señor manda, piensa que aun todo es inútil, y mira sus flaquezas, y no gloria alguna31. De tal manera, el núcleo de creerse muy poco e indigno para emprender una misión dentro de la iglesia o dejarse llevar por una falsa humildad 30 31 Cfr. Santiago Arzubialde,S.J., Op. cit., p. 798. San Ignacio de Loyola, Op. cit., p. 730. Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57 51 52 Virgilio Arias Salazar, S.J. tiene el mismo objetivo y es que la persona se mire a sí misma y no ponga su confianza en el Señor, en la misericordia de Dios32. Esta última nota quiere enfatizar que el servicio apostólico no se debe exclusivamente a nuestras fuerzas sino a la confianza en el Señor como lo sugiere claramente Ignacio: «entonces debe de alzar el entendimiento a su Criador y Señor» y así garantizar que la obra no depende de nuestros propios méritos sino por la acción del Espíritu. Gracias a esta actitud de reverencia al Creador y Señor el sujeto atacado por los escrúpulos logra reubicar gracias a su juicio y a la fidelidad de su deseo el principio y el término de sus acciones. Adicionalmente, Ignacio retoma lo expuesto en la nota anterior33 sobre el perdiametrum contra la tentación, es decir, hacer exactamente lo opuesto a lo que la tentación mueve a realizar. En este contexto particular el sujeto escrupuloso recibe una palabra de la tradición espiritual que apunta a crecer en la conciencia del propio pecado y en la atribución de todo mérito a Dios. Se trata de una palabra de San Bernardo que aparece en el Flos Sanctorum: «Ni por ti lo comencé, ni por ti lo dejaré»34. El sujeto aprisionado por los escrúpulos no logra identificar de dónde viene ni para donde va, él se sabe entregado a un poder espiritual del cual no tiene el secreto. Así el escrupuloso debe dejarse guiar, pero no para esclarecer su juicio o para recibir fuerzas sino porque este engaño y esta tentación arriesgan dejarlo sin esperanza y separado de su Creador y Señor35. En síntesis, se puede afirmar que tanto el escrúpulo como la suasión (insinuación o sugerencia) son dos tentaciones que se deben atacar frontalmente. El escrúpulo se ataca haciendo lo contrario de lo que pretende, en donde el examen de conciencia cobra gran importancia. La sugerencia que trata de desvirtuar la determinación tomada debe atacarse clarificando la intención y revisando brevemente el proceso de elección sobre la materia y la intención: si es buena y en servicio de Dios o por lo menos no en contra, se ataca la tentación con la frase de San Bernardo «ni por ti lo empecé ni por ti lo dejaré» y posteriormente hacer lo determinado36. 32 33 34 35 36 Cfr. Santiago Arzubialde,S.J., Op. cit., p. 798. Cfr. Ejercicios Espirituales 350. «nec propter te incepi, nec propter te finiam». Cfr. A. Chapelle, Op. cit. p. 488. Cfr. R. González, Op. cit. p. 285. Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57 «Reglas para sentir y entender escrúpulos y suasiones de nestros enemigos» [345] Según Arzubialde, las notas para entender y sentir los escrúpulos permiten una purificación y una maduración de la conciencia moral en cuatro niveles a saber: a nivel del recto juicio, precisamente para evitar todo juicio erróneo. A nivel de una emotividad paralizante, puesto que la duda y la turbación repliegan al sujeto sobre sí mismo apartándolo de Dios. Aunque cuando es temporal permite un aquilatamiento del amor a Dios. A nivel de la forma de ser caracterial en cuanto a la conciencia gruesa o delgada y el último nivel es el de la confianza no en uno mismo sino en Dios37. APLICACIONES CONTEXTUALES Las aplicaciones contextuales que se pueden proponer para las notas sobre los escrúpulos se deben asumir dentro de un presupuesto sobre la conciencia que se encuentra en los mismos Ejercicios Espirituales: Presupongo ser tres pensamientos en mí, es a saber, uno propio mío, el cual sale de mi mera libertad y querer; y otros dos que vienen de fuera, el uno que viene del buen espíritu y el otro del malo38. Este principio aparece adjunto al examen general de conciencia al comienzo de la Primera Semana y a nivel antropológico muestra cómo San Ignacio apunta a una conciencia humana libre, dinámica y dialogal. Por lo tanto, quien vive los Ejercicios Espirituales toma conciencia de su «libertad y querer» frente al amor de Dios (buen espíritu) y frente a la tentación (mal espíritu). En el título que Ignacio propone para las notas sobre los escrúpulos se habla de «sentir y entender» y precisamente se busca orientar un ejercicio de libertad en la conciencia del sujeto frente al bien y el mal. Los escrúpulos por lo tanto vienen de afuera y pueden ser superados o por otro lado si son vividos temporalmente ayudan a purificar y aquilatar la conciencia como ya se vio antes39. El verdadero escrúpulo, no el juicio erróneo, se inserta en la apertura relacional de la persona y en su capacidad de libertad. En otras palabras, los auténticos escrúpulos señalan una salida del yo y abren paso a una ética espiritual, es decir, que se avanza en un ejercicio de conciencia espiritual, «capaz 37 38 39 Cfr. Santiago Arzubialde,S.J., Op. cit., p. 800. Ejercicios Espirituales 32. Cfr. Ejercicios Espirituales 348. Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57 53 54 Virgilio Arias Salazar, S.J. de dejarse interpelar por la realidad exterior, de manera libre y responsable»40. Igualmente, como ya se vio antes, los escrúpulos permiten buscar en la turbulencia, que el ánima procure solidarse en medio y en todo aquietarse hasta llegar a pronunciar la máxima de San Bernardo: «ni por ti comencé y ni por ti lo dejaré», una vez asumida una actitud similar el sujeto enfrentará los escrúpulos sabiéndose querido y llamado a la comunión con Dios. Retomando lo que se dijo sobre la naturaleza del escrúpulo como una clara tentación que viene de fuera y asumiendo toda la dinámica que se presenta alrededor de fenómeno encontramos algunos puntos que nos permiten claras aplicaciones en nuestra vida y de manera particular en el contexto colombiano que busca la paz. ¾¾ Es necesario prestar bastante cuidado y atención con el juicio erróneo que producimos en nuestro interior y que en ocasiones lo consideramos como un verdadero escrúpulo. San Ignacio ya lo condena para que lo aborrezcamos41. Ese juicio erróneo es un signo de un yo encerrado que en términos de energía psíquica nos debilita y paraliza. En este orden de ideas, determinados sectores de nuestra sociedad estarían imbuidos en juicios erróneos paralizantes y cerrados sobre cómo se debe asumir y construir la paz en Colombia. ¾¾ En el caso del verdadero y auténtico escrúpulo que viene de afuera y que es una tentación, es nuestro deber asumirlo con gran finura y delicadeza. El pensamiento que me llega me pone en la disyuntiva «he pecado no he pecado» y ahí se presenta la duda y la turbación. Aquí es de anotar que de la cantidad de tiempo que permanezca este pensamiento en la persona va a depender si es o no es conveniente. Si este pensamiento prevalece por mucho tiempo causando culpa, miedo, pesar se convierte en una oscuridad que actúa en detrimento de nuestra energía psíquica. Se genera un escenario de penuria que nos restringe en nuestra libertad sin contemplar posibilidades lúcidas o creativas. En este escenario no nos sentimos partícipes de una transformación social que depende de todos los ciudadanos de un país. El deseo del enemigo a través del escrúpulo es paralizar dentro de un narcisismo profundo en el cual la realidad ajena a la mía por 40 41 Cfr. M.A. Rui-Wamba, Escrúpulos: en Diccionario de Espiritualidad Ignaciana, Bilbao 2007, 793. Cfr. Ejercicios Espirituales 348. Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57 «Reglas para sentir y entender escrúpulos y suasiones de nestros enemigos» [345] violenta o cruda que sea no tiene mayor importancia. He aquí como se manifiesta la falta de participación en actividades políticas, públicas o en la manifestación de simples actitudes que logran generar cambios fundamentales en las sociedades. ¾¾ Cuando la duración de un escrúpulo es por «algún espacio de tiempo» logra un cierto provecho espiritual pues purga y alimpia el ánima. Esta dinámica permite un ejercicio valioso de la conciencia el cual logra una interpelación frente a lo que sucede a nuestro alrededor. Se podría decir que esta mirada positiva del escrúpulo rompe con aquella parálisis narcisista y lanza al sujeto a vivir profundamente la libertad que le otorga el simple hecho de ser hijo o hija de Dios. El beneficio del escrúpulo por un determinado tiempo tendría grandes aplicaciones en nuestro contexto particular colombiano. Se me ocurre pensar en el fenómeno de la corrupción tan generalizada en nuestro medio. La vivencia del escrúpulo por cierto tiempo frente a la realización de prácticas claramente corruptas como la evasión de impuestos, el inflar o maquillar los presupuestos, el tratar de sobornar a las autoridades competentes etc… animaría a una posible reflexión para emprender determinados cambios ante realidades que ya se nos han convertido parte de nuestra cotidianidad nacional. ¾¾ El hecho de asumir el escrúpulo como una posibilidad de purificación y limpieza lanza al sujeto a vivir una tensión con su realidad. Así la persona no haya cometido un pecado en cuanto tal, en un ambiente tan convulsionado, tensionado y herido como es el de Colombia mucho aprovecharía sentir escrúpulo por un tiempo determinado. Este escrúpulo, que presenta un cierto malestar interior podría apuntar a generar compromisos de transformación social. La indiferencia de tantos colombianos frente a las problemáticas políticas sería un móvil para generar escrúpulos y de aquí una participación concreta y activa en tantos cambios que se han de gestar en esta sociedad. En otras palabras, el escrúpulo visto desde esta mirada sería el motor para que el cristiano asuma su libertad y la ejerza en la construcción del país. ¾¾ La táctica que utiliza el enemigo con el ánima consiste en llevarla a los extremos. Si delgada procura adelgazarla más haciéndola imaginar pecados donde no los hay y si es gruesa el enemigo procura engroApuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57 55 56 Virgilio Arias Salazar, S.J. sarla más para que no consienta ningún tipo de pecado, inclusive dice Ignacio el pecado mortal. Esta dinámica también se puede ver reflejada en nuestra situación actual en Colombia. Me atrevo a decir que la gran mayoría de los colombianos caemos en la dinámica de un anima gruesa que se engruesa cada vez más. Nuestra memoria histórica es bastante débil y siento que ante tantos crímenes de guerra en nuestra historia nos hemos acostumbrado a olvidar rápidamente y a convertirnos insensibles a tantos pecados que se han cometido en nuestro cruento caminar como nación. Estaríamos frente a la posibilidad de plantear un «escrúpulo mnémico» que nos permita recuperar nuestra historia para asumirla de una manera reparadora. Frente a un proceso de paz el punto de las víctimas, como todos sabemos, debe tener una importancia capital. No se puede permitir dejar en el olvido a tantas víctimas de cualquier grupo armado por el hecho habernos acostumbrado a ver con frecuencia el pecado en nuestra sociedad. ¾¾ El hecho de que nuestras ánimas estén gruesas y se hayan engrosado frente a nuestra dolorosa realidad no nos exime a que no podamos hacer algo para adelgazarla como lo propone Ignacio. El adelgazar el ánima para nosotros sería disponernos desde nuestra condición de cristianos, cristianas acogidos por la misericordia de Dios a abrirnos a reconocer cómo el pecado social que pulula en nuestro país también nos afecta y que en la medida que somos indiferentes frente a esa realidad lo estamos promoviendo y fortaleciendo. ¾¾ Ahora bien, frente al escrúpulo el ánima delgada no puede permitir estrecharse hasta el extremo sino que como dice Ignacio debe procurar solidarse en el medio para todo aquietarse42. En esta nota respecto al ánima delgada se busca enfrentar la dinámica del enemigo con lo contrario, que es precisamente apuntar a un equilibrio y una paz de conciencia fruto del ejercicio de la libertad humana. En un ámbito de guerra, como lo encontramos en muchas regiones de nuestro país, se desea enfrentar el enemigo exterminador de la misma manera como él ataca y aquí San Ignacio se va por el camino de ejecutar lo contrario para lograr el justo medio el cual se podría concretizar precisamente en la manera cómo se debería llevar a cabo un diálogo entre actores 42 Cfr. Ejercicios Espirituales 350. Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57 «Reglas para sentir y entender escrúpulos y suasiones de nestros enemigos» [345] armados de un conflicto, en el cual se logren relaciones y acuerdos de gana-gana y no de gane-pierda o pierda-pierda. ¾¾ En la 6° nota sobre los escrúpulos43 se plantea la situación de un ánima buena que desea hablar u obrar dentro de la Iglesia y le llega una tentación o pensamiento para impedirle que hable por sentir que es muy grande o por sentir una vanagloria. Ignacio de nuevo plantea hacer lo opuesto dirigiendo su mirada a su Criador y Señor, es decir, volviendo a su fuente inicial. Esta nota quizás la podemos encontrar en tantas personas que luchan en nuestro país por la construcción de la paz y que son intervenidas por Las tentaciones del diferentes fuerzas políticas, sociales, gubernamentales o inclusive oscuras enemigo manifestadas para que no continúen con su buen propósito. A estas personas si su de- en los escrúpulos no seo por la paz es limpio y transparente buscan otro objetivo ninguna tentación los debe manipu- que encerrar al sujeto lar en su libertad y por el contrario y cortarle toda deberían asumir la recomendación relación con Dios ignaciana con la máxima de San Bernardo: «ni por ti comencé y ni por ti lo dejaré» respecto a su deseo y búsqueda de construir y aportar a la paz. ¾¾ Finalmente, considero que las notas para sentir y entender escrúpulos aunque con frecuencia no son muy recomendadas por los directorios de los Ejercicios Espirituales, encierran una gran sabiduría para vida cotidiana que inicia el ejercitante al terminar su experiencia de oración. Estas notas garantizan al sujeto que pueda vivir de manera libre y auténtica su relación con el amor de Dios que siempre se le ofrece abierta y gratuitamente. Las tentaciones del enemigo manifestadas en los escrúpulos no buscan otro objetivo que encerrar al sujeto y cortarle toda relación con Dios. Sin embargo, en nuestros acompañamientos no hay que temer a recibir una persona propensa a este ataque tan normal en la vida espiritual pues precisamente puede ser la mejor vía para recobrar esa relación dialogal con Dios. 43 Ibíd., 351. Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57 57