PARA DESCARGAR ARTICULO ENTRAR AQUI

Anuncio
«Reglas para sentir y entender escrúpulos y suasiones de nestros enemigos» [345]
«Reglas para sentir y entender
escrúpulos y suasiones de
nuestro enemigo» [345]
Virgilio Arias Salazar, S.J.*
A
unque el título que se le ha dado por parte de los organizadores
del simposio a esta ponencia habla de reglas para sentir y entender escrúpulos, San Ignacio habla más bien de notas y no de reglas. Es así como estas
seis anotaciones se ubican efectivamente entre dos series de reglas: por una
parte, para distribuir limosnas y por otra, para sentir con la Iglesia militante. Tales reglas nos permiten acercarnos a una realidad muy importante del
ejercitante cuando ha vivido su primera semana. Ahora bien, no es poco lo
que estas notas aportan para la vida del creyente de hoy. Actualmente, el término «escrúpulo» no es muy frecuente en conversaciones o profundizaciones
de índole espiritual, sin embargo, para Ignacio y para el hombre y la mujer
de hoy presenta una clara vigencia que se puede traducir en aplicaciones
concretas de la vida cotidiana.
La presente ponencia se dividirá en tres grandes apartados, lo cual nos
facilitará una aproximación profunda y expedita a las notas ignacianas sobre los
escrúpulos. La primera sección nos ubicará en el contexto general de las notas
desde varios puntos de vista. La segunda parte será una profundización en el
* Magister en Filosofía y Psicólogo de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Estudio
Teología en el Centro Sevres de París. Actualmente está realizando su maestría en Teología en
la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Director de la Casa Vocacional Manresa y responsable del Plan de Candidatos a la Compañía de Jesús.
Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57
41
42
Virgilio Arias Salazar, S.J.
texto mismo de las seis notas y el tercer punto propone algunas aplicaciones
de dichas notas para el hombre y la mujer en el contexto nacional actual.
CONTEXTO DE LAS NOTAS PARA
SENTIR Y ENTENDER LOS ESCRÚPULOS
Las seis notas que abordan la realidad de los escrúpulos son el penúltimo documento que aparece en los Ejercicios Espirituales. En efecto, las
notas están ubicadas como se dijo anteriormente entre dos elencos de reglas
fuertes para que el ejercitante practique en su vida. De hecho San Ignacio no
las llama reglas sino notas y esto debido a varias hipótesis. Una de ellas puede
ser que con el nombre de «notas» se le quiere señalar su carácter elemental en
un terreno muy complejo y delicado y quizás Ignacio solamente quiera presentar unas simples pinceladas al respecto. Se trata de un título modesto y poco
ambicioso1. Otra posibilidad para llevar el nombre de «notas» puede radicar
en su misma «transitoriedad» y por el mismo hecho de no estar vinculadas al
fenómeno de consolación y desolación ni a mociones propiamente, sino más
bien a pareceres erróneos, a duda, turbación o a cierta laxitud o estrechez
en el psiquismo. En consecuencia, Ignacio las pudo haber llamado «notas»
porque se utilizarían no necesariamente en el contexto de los Ejercicios sino
en situaciones muy puntuales y diversas de la conciencia moral2.
Las notas para sentir y entender escrúpulos tienen su origen en dos
vertientes de la vida de San Ignacio: su experiencia personal en el tema de
los escrúpulos y su experiencia como guía espiritual. El ataque de escrúpulos
más fuerte que vivió Ignacio fue en Manresa: «Mas en esto vino a tener muchos
trabajos de escrúpulos. Porque, aunque la confesión general que había hecho
en Monserrate había sido con asaz diligencia y toda por escrito, como está dicho, todavía le parescía a las veces que algunas cosas no había confesado, y
esto le daba mucha aflicción; porque, aunque, confesaba aquello, no quedaba
satisfecho»3. El llamado «trabajo de escrúpulos» que enfrentó Ignacio lo condujo
a un fuerte temblor interior que ni la oración ni la confesión le ayudaban y
es así como inclusive, de una confesión por escrito «todavía le tornaban los
Cfr. Hervé Coathalem, SJ, Comentario del libro de los Ejercicios, Buenos Aires 1987, 292.
Santiago Arzubialde, S.J., Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Historia y Análisis, Bilbao
1991, 790.
3
Autobiografía 22.
1
2
Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57
«Reglas para sentir y entender escrúpulos y suasiones de nestros enemigos» [345]
escrúpulos, adelgazándose cada vez las cosas, de modo que él se hallaba
muy atribulado»4. El ataque de escrúpulos en Ignacio lo llevó a realizar siete
horas de oración de rodillas levantándose a media noche continuamente sin
encontrar ningún remedio5. Fue tal el desespero del Santo que estos pensamientos recurrentes y obsesivos lo llevaron inclusive a pensar en el suicidio
como lo confirma la misma Autobiografía: «Estando en estos pensamientos,
le venían muchas veces tentaciones, con
El combate librado por grande ímpetu, para echarse de un agujero
grande que aquella su cámara tenía y estaIgnacio ante la
ba junto del lugar donde hacía oración»6. La
arremetida constante tormenta
de los escrúpulos incluso lo llevó
de los escrúpulos lo a permanecer una semana sin comer hasta
adiestró para enfrentar que en la última confesión que realizó, su
le mandó a que rompiera dicha
este fenómeno en su confesor
abstinencia y al obedecer se halló libre de
vida espiritual
los escrúpulos y poco a poco Ignacio empezó
a despertar como de un sueño7. La propia
lucha y experiencia de Ignacio con los escrúpulos lo llevaron a conocer su
funcionamiento y así no volvió a confesar las cosas pasadas quedando libre
y convencido que el Señor lo había librado por su misericordia.
El combate librado por Ignacio ante la arremetida constante de los
escrúpulos lo adiestró para enfrentar este fenómeno en su vida espiritual
y además para orientar a otros en el mismo tema. Así, tenemos dos casos
puntuales en los que San Ignacio acompañó, vía epistolar, procesos de escrúpulos. El más célebre es el acompañamiento que le proporcionó a Sor Teresa
Rejadell en la carta que escribe desde Venecia el 18 de junio de 1536. En
esta carta Ignacio le facilita a la religiosa de Barcelona criterios de análisis
de sus escrúpulos y propuestas para crecer en dicha situación. Uno de los
puntos que aborda con claridad es la búsqueda del punto medio observando
siempre hacia dónde nos mueve el mal espíritu. San Ignacio, hace una clara
alusión a la naturaleza de la conciencia en cuanto que sea ancha o delgada
y cómo el mal espíritu va a atacar con el único fin de entorpecer la relación
con el Señor precisamente por medio de los escrúpulos. Otro punto tratado
4
5
6
7
Ibídem.
Cfr. Autobiografía 23.
Autobiografía 24.
Cfr. Autobiografía 25.
Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57
43
44
Virgilio Arias Salazar, S.J.
en esta carta alude a la falsa humildad que aparece en la última nota de los
escrúpulos [351] proponiendo como salida a esta realidad el mayor servicio
de Dios y la mayor ayuda al prójimo.
La segunda carta alusiva a los escrúpulos está escrita por Ignacio un
mes antes de su muerte (24 de junio de 1556) al joven sacerdote jesuita P.
Valentín Marín. En la misiva se dejan ver dos puntos que son igualmente
abordados en las notas sobre los escrúpulos. Uno de ellos es el carácter positivo que puede llegar a tener un escrúpulo [348] para la persona en cuanto
le ayuda a ser más vigilante y cauto en evitar ofensas a Dios. Un segundo
punto alude a no formar juicio ni determinación en sí que sea pecado lo que
claramente no lo es . Estas dos orientaciones unidas a la cercanía y confianza
con su superior fueron presentadas por Ignacio a aquel religioso escrupuloso8.
Ahora bien, acercándonos al contexto propio del texto de los Ejercicios
Espirituales, las notas para sentir y entender los escrúpulos se ubican como
un anexo final que quieren ayudar al ejercitante en su proceso espiritual
interno de autoconocimiento y de cómo procede el mal espíritu. Estas notas
apoyan de manera acertada las reglas de la primera semana, sin embargo,
su alcance es mucho más amplio y buscan apoyar al proceso de conversión
del ejercitante fuera de la experiencia propiamente de los ejercicios. En otras
palabras, las notas sobre los escrúpulos apuntan hacia la consolidación de la
conciencia moral de la persona y exactamente buscan establecer el equilibrio
psicológico-moral de aquel quien se abandona a la misericordia de Dios tras
la experiencia de la primera semana de ejercicios.
Con frecuencia, estas notas pueden considerarse como propias de un
ámbito estrictamente psicológico y por consiguiente ser abordadas únicamente
por especialistas en el tema. Sin embargo, San Ignacio las presenta dentro
de los Ejercicios como consecuencia de una experiencia eminentemente religiosa. Sin alejarnos de la intención espiritual con las que Ignacio presenta
las notas no podemos ser ajenos a la realidad psicológica que pueden manifestar los escrúpulos al interior de lo psicopatológico como es el caso de la
neurosis obsesiva. Con el fin de acercarnos a la realidad psicológica de los
escrúpulos, a continuación se abordarán ciertas características de la conciencia escrupulosa. La conciencia escrupulosa se puede identificar en una
8
San Ignacio
de
Loyola, Obras (BAC 86), Madrid 61997, 1096.
Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57
«Reglas para sentir y entender escrúpulos y suasiones de nestros enemigos» [345]
primera instancia cuando presenta preocupaciones obsesivas, sentimiento de
miedo y ansiedad más o menos permanente. El escrúpulo puede ser abordado
como una obsesión y una fobia en los temas que conciernen la conciencia
moral. Se trata de una disposición del alma mal fundamentada la cual hace
creer a quien está afectado que una acción es ilícita cuando en realidad no
lo es. Así pues, es importante aclarar algunos puntos sobre la naturaleza
del escrúpulo. Primero, hay que distinguir, como lo hará San Ignacio en su
primera nota, entre un escrúpulo y un juicio errado, pues con frecuencia se
llega a juzgar algo como un acto pecaminoso cuando en realidad no lo es.
El sujeto escrupuloso permanecerá prisionero de la duda y de la perplejidad
sin saber en qué pensar.
Por otro lado, hay que distinguir entre la conciencia escrupulosa y una
conciencia delicada y sensible a todo aquello que puede ofender a Dios o al
prójimo. La persona con esta conciencia delicada puede fácilmente confesar
sus pecados con simplicidad y calma sin desconocer la respectiva contrición.
Así mismo encontrará la paz con la absolución recibida sin dudar en ningún
momento de la misericordia de Dios la cual anima para retomar el camino.
Contrario a lo anterior, el escrupuloso manifiesta un temor persistente y
sin razón de sentirse en un estado de pecado o de estar a punto de sucumbir en él. También exagera su responsabilidad, la confesión es poco clara,
complicada y llena de repeticiones inútiles. Cuando recibe el perdón de sus
pecados en la confesión lo lleva a un alivio temporal, teme al futuro, a su
fragilidad, teme de sí mismo y de Dios. También existen crisis de escrúpulos
ocasionales o temporales producidas por ciertas circunstancias o periodos de
la vida tales como: despertares sexuales en la pubertad, la opción de asumir
una decisión para toda la vida, la cercanía de la ancianidad o los riesgos de
un futuro desconocido. Estas crisis pueden ser abordadas y superadas con
un claro acompañamiento. En suma, el verdadero escrupuloso vive en una
duda perpetua, en una incertidumbre eterna. Habita en temores y remordimientos que según la persona no se puede deshacer de ellos. Se tortura
por nimiedades y se pregunta con frecuencia aquello que se produce por su
culpa y responsabilidad9.
Para terminar esta primera sección es importante aclarar que las notas
para sentir y entender escrúpulos apuntan a una madurez moral que debe
9
Cfr. J.F. Catalan, Scrupule, Diccionario de Espiritualidad XV, París 1990, 462.
Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57
45
46
Virgilio Arias Salazar, S.J.
desembocar en la conciencia de la propia indigencia que se abre a la misericordia de Dios en donde se experimenta profundamente el perdón. Dichas
notas buscan una «prueba purificadora y aquilatadora de la conciencia moral
que, apartando de toda apariencia de pecado, desemboca en la experiencia
de la compunción y de la justicia salvífica recibida de Dios con el perdón»10.
ESTRUCTURA Y CONTENIDO DE LAS NOTAS
Antes de profundizar propiamente sobre las notas es preciso señalar
un aspecto sobre el título con el que Ignacio presenta el elenco de las seis
anotaciones. Fijémonos que se habla de «escrúpulos y suasiones»11 y esta
diferencia es importante resaltarla y comprenderla. Ambos mecanismos
son tentación del enemigo, sin embargo, dicha tentación no ataca el mismo
objetivo. La diferencia entre escrúpulo y suasión o sugerencia (sugestión,
insinuación) está en la materia y el efecto que busca el enemigo. El escrúpulo
afecta la moralidad de una acción ya realizada, mientras que la sugerencia
apunta a la conveniencia de realizar o no una decisión ya tomada12. El efecto
inmediato en los dos fenómenos es la misma: turbación, oscuridad, e incapacidad. El efecto a largo plazo es diferente, en cuanto el escrúpulo busca
inducir el inconformismo por el camino asumido y se trata de dejarlo. La
sugerencia o suasión busca que el sujeto cambie la determinación tomada
por la inseguridad13.
Ahora bien, las notas para sentir y entender los escrúpulos se pueden
dividir en tres bloques bien definidos siguiendo la propuesta de Arzubialde.
El primer bloque apunta a describir la naturaleza del escrúpulo14. El segundo
trata cómo proceder con una conciencia ancha o delgada15 y el tercero presenta
la confianza que debemos poner en Dios a la hora de trabajar apostólicamente
en la Iglesia16.
10
11
12
13
14
15
16
Santiago Arzubialde,S.J., Op. cit., p. 789-790.
Ejercicios Espirituales 345.
Cfr. Ejercicios Espirituales 351.
Cfr. R. González, En Todo Amar y Servir, México 2000, 285-286.
Cfr. Ejercicios Espirituales 346, 347 y 348.
Ibíd., 349-350.
Ibíd., 351.
Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57
«Reglas para sentir y entender escrúpulos y suasiones de nestros enemigos» [345]
La naturaleza del verdadero escrúpulo. El primer grupo de notas17
apunta a establecer lo que es un verdadero escrúpulo, sea temporal o pasajero, y la diferencia con un juicio erróneo. Estas notas buscan afianzar al
sujeto recién convertido a distinguir entre una situación de pecado, el error
común y el auténtico escrúpulo. Vale la pena recordar que por escrúpulo no
se puede entender solamente una reacción psíquica, precisamente estas notas
permiten ver cómo esta realidad psíquica se integra en el combate espiritual
de alguien que está en camino de conversión18.
La primera nota [346] quiere establecer la naturaleza de un juicio
erróneo que comúnmente es considerado como un escrúpulo pero que efectivamente no lo es. El juicio erróneo nace dentro y procede de nuestro propio
juicio y libertad. Es una deformación del criterio moral ya que se forma pecado cuando algo realmente no lo es. San Ignacio, ilustra esta nota con una
acción relativa a su contexto histórico español cuando convivían en un mismo
territorio moros, judíos y españoles en el cual pisar la cruz era señal de apostasía, sin embargo, para efectos de la nota si la cruz se pisa casualmente y
se forma un juicio de pecado este es erróneo y no es un escrúpulo en cuanto
tal. Este juicio erróneo se debe «mucho aborrecer» como lo indicará Ignacio
en la tercera nota19, ya que genera remordimiento
lo cual impide reconocer aquellos pecados que sí lo El juicio erróneo
son verdaderamente. Este error desvía al hombre y
nace dentro y
le imposibilita acogerse al amor de Dios.
procede de
nuestro propio
juicio y libertad
La segunda nota [347] muestra lo que sí es
un verdadero escrúpulo. Vale la pena anotar que el
escrúpulo acontece en personas sanas que están en
camino de conversión y que aún no saben identificar lo que es realmente un
pecado de lo que es una delicadeza de conciencia. Así, después de realizada
una acción, como por ejemplo pisar la cruz como lo presenta Ignacio, viene
un pensamiento de fuera, exterior a la persona, lo que moviliza a sentir que
ha pecado y de igual manera hace sentir que no ha pecado. Este pensamiento genera duda y turbación, encierra a la persona, la paraliza y no la deja
avanzar. El escrúpulo es una tentación como la presenta Ignacio pues busca
Ibíd., 346-348.
Cfr. A. Chapelle, Notes sur les scrupules, Les Exercices spirituels d’Ignace de Loyola: commentaire litteral et théologique, Bruxelles 1990, 483.
19
Cfr. Ejercicios Espirituales 348.
17
18
Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57
47
48
Virgilio Arias Salazar, S.J.
instalarse en la conciencia de modo permanente centrándola en sí misma y
cerrándola al amor misericordioso de Dios. La dinámica del escrúpulo radica
en movilizar al sujeto a los extremos, a un desequilibrio entre la angustia o
el hastío, la estrechez o la laxitud.
El escrúpulo se refiere a la memoria de una acción pasada, realizada,
que produce la duda y la turbación. Es una influencia que viene de fuera,
exterior a mí mismo y que me lleva a pensar que he pecado y que además
afecta la evidencia racional libre20. El escrúpulo genera una tensión entre dos
pensamientos contradictorios (he pecado… no he pecado); es una tentación
que destruye la tranquilidad interior y que puede paralizar el diálogo amoroso con Dios en donde se puede vivir correctamente la culpa y el perdón. En
suma, el escrúpulo priva la libertad necesaria para buscar el bien.
En la tercera nota [348] se presenta el valor espiritual del escrúpulo
y retoma las dos anteriores. Inicia indicando un rechazo radical al juicio
erróneo producido en nuestro interior que se presentaba en la nota21, Ignacio
lo propone así: «es mucho de aborrecer, porque todo es error». En cuanto a
la segunda nota22 despliega una posibilidad positiva respecto al escrúpulo
cuando es temporal. Así lo expresa Ignacio: «por algún espacio de tiempo no
poco aprovecha al ánima que se da a spirituales exercicios: antes en gran manera purga y alimpia a la tal ánima, separándola mucho de toda apariencia de
pecado». Cuando el escrúpulo es temporal, coincide con un periodo fecundo
en la vida del Espíritu, inclusive puede ser visto como una prueba religiosa de
purificación del pasado. Así el escrúpulo fortalece y estructura la conciencia
moral y la encamina a agradar a Dios y a vivir fielmente no movilizado por
la ley sino por el amor de Dios23.
La vida espiritual se fundamenta en un diálogo continuo en el que el
ser humano se moviliza por el amor de Dios. Esta relación íntima produce
en la persona una conciencia delicada y fina la cual ayuda a reconocer su
pecado e impulsa a agradar a quien tanto amor le brinda de manera gratuita
y permanente. Así el hecho de haber pecado, como el sentir perdón logran
una mayor humanización. El amor que se logra establecer entre el hombre
20
21
22
23
Cfr. A. Chapelle, Op. cit. 483.
Cfr. Ejercicios Espirituales 346.
Ibíd., 347.
Cfr. Santiago Arzubialde,S.J., Op. cit., p. 794.
Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57
«Reglas para sentir y entender escrúpulos y suasiones de nestros enemigos» [345]
y Dios se manifiesta en un esmero por sostener y mantener dicha cercanía
caracterizada por un desvelo a conservar esa relación de misericordia.
El escrúpulo temporal del que habla Ignacio en esta nota [348] es
de aquel quien no se fía en absoluto de sí, y por el contrario lo espera todo
de la misericordia de Dios y le preocupa mucho perder su amistad. Este
escrúpulo moviliza a permanecer en Dios a través de una purificación que
separa el alma buena de toda apariencia de pecado y es aquí precisamente
donde Ignacio encuentra pertinente la máxima de San Gregorio: «es propio
de personas delicadas ver culpa donde en realidad no existe culpa alguna»24.
Ahora bien, ¿cómo comprender esta máxima si en la primera nota el mismo
Ignacio invita a evitar formar pecado lo que no es propiamente pecado? Quizás el Santo, tiene como fundamento al mismo Jesucristo, quien estando sin
pecado asumió su pasión y muerte en cruz por nuestra salvación y perdón
de nuestros pecados25.
Dinámica del escrúpulo (rigorismo o laxismo): La dinámica que
el escrúpulo ejerce al interior de la conciencia se puede fraguar entre dos
extremos: el rigorismo o el laxismo. Ignacio con las notas cuarta y quinta26
pretende iluminar esta dificultad en el proceso de conversión de la persona.
Aquí se presenta el ánima gruesa (laxitud) y el ánima delgada (estrechez) y
según Arzubialde la dinámica de estos dos extremos depende de tres factores:
el propio carácter, el influjo de la moral colectiva (puritana o permisiva) de
la época y la dinámica en que el individuo se halla en la actualidad. Así las
cosas, Ignacio pretende liberar al hombre de todo condicionamiento y ataque del enemigo con el fin que se avance el proceso de conversión buscando
siempre una debida discreción y prudencia .
La cuarta nota [349] muestra la acción del enemigo dependiendo de
la naturaleza del ánima. Frente al ánima delgada el enemigo busca que se
estreche o se adelgace en extremo para «más turbar y desbaratar». El enemigo
cuando no logra hacer caer en cosa que parezca pecado procura que el ánima
forme pecado en donde no lo hay a través de una palabra o un pensamiento
mínimo. En otras palabras, el enemigo busca engañar el alma estrecha lleván24
25
26
«bonarum mentium es tibi culpam cognoscere, ubi culpa nulla est».
Cfr. A. Chapelle, Op. cit. 486.
Cfr. Ejercicios Espirituales 349, 350.
Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57
49
50
Virgilio Arias Salazar, S.J.
El enemigo
busca que
la persona
asuma una
actitud cada
vez más
contraria y
ajena a Dios
dola a desraizarse e inducirse en una tentación suprema
que sería dar una forma de pecado a aquello que no lo es.
Este extremo rigorista, movilizado por cierto narcisismo que
busca la perfección, obstaculiza todo intento de avanzar
en el camino de cercanía y servicio a Dios.
Ahora bien, si el ánima es gruesa, como sería la de un
cínico, el enemigo procura engrosarla más cayendo en una
total permisividad y laxitud en la cual si antes no hacía
caso de los pecados veniales, procurará que de los mortales
haga poco o ningún caso. El enemigo busca que la persona
asuma una actitud cada vez más contraria y ajena a Dios,
se estaría pues dominado por el ambiente o la pasión llevándole a la extrema
laxitud. Ambas tendencias son consideradas como tentación del enemigo las
cuales desvían el camino de conversión emprendido por el sujeto y buscan
precisamente confundirlo, desbaratarlo y afligirlo.
La quinta nota [350] expone el principio espiritual de la actitud que
se debe asumir frente a los ataques del enemigo en el caso de las dos clases
de ánimas, sea estrecha o gruesa. «El rigorismo perfeccionista desconoce el
gozo del amor del Padre y el laxismo permisivo proyecta en Dios la imagen de
alguien a quien se puede manejar al antojo»27. Así pues, para superar la tentación se debe operar «contrario modo» a lo que el enemigo procede, es decir,
diametralmente opuesto a la inclinación de la tendencia. En este orden de
ideas, el alma más gruesa debe afinarse, adelgazarse y en el caso del alma
más delicada no debe extenuar su delicadeza hasta el extremo ni tampoco se
ha de convertir en un alma gruesa sino que ha de procurar un punto medio
en donde encontrará la solidez y la paz28. El punto medio que aparece en
esta nota no es un concepto de medio diferente al que San Ignacio propone
en otros momentos de los Ejercicios Espirituales. Es el mismo medio que se
debe buscar en el sueño cuando en las Adiciones se le propone al ejercitante
vivir una penitencia como lo presenta el número [84] de los Ejercicios. De
igual manera en las reglas para ordenarse en el comer29 aparece el medio
como punto que se debe lograr para evitar caer en enfermedad.
27
28
29
Santiago Arzubialde,S.J., Op. cit., p. 797.
Cfr. A. Chapelle, Op. cit. p. 487.
Cfr. Ejercicios Espirituales 213.
Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57
«Reglas para sentir y entender escrúpulos y suasiones de nestros enemigos» [345]
Solidarse en el medio para en todo quietarse es el resultado de una
experiencia espiritual en la cual la persona se siente profundamente pecadora pero igualmente amada. En el medio entre la estrechez escrupulosa y
la laxitud permisiva se encuentra el corazón humilde que reconoce a Dios
como Padre que no le abandona y quien le estimula a hacer siempre su voluntad. El solidarse en el medio apunta a un equilibrio moral, fundado en el
verdadero amor que va más allá de cualquier juicio, modo de ser, tentación
o presión del medio ambiente, se fía solo en Dios y trata de agradarle como
hijo amado. El quietarse es hallar el equilibrio por el abandono en Dios en
cuanto experiencia espiritual y madurez moral30.
El escrúpulo dentro de la Iglesia: Ignacio tiene en la sexta y última
nota [351] la aplicación de las notas en un caso particular: ¿cómo desempeñar el ministerio apostólico dentro de la Iglesia un hombre frágil y pecador?
¿Cómo lograr el justo medio cuando un alma buena quiere obrar y se encuentra indefensa? La persona que ha vivido su condición de pecadora en la
primera semana y quiere hablar u obrar alguna cosa dentro de la Iglesia puede
correr el peligro de la tentación que le viene de afuera pues ve una empresa
que le sobrepasa y se considera indigna o por el contrario se siente invitada
a renunciar a la tarea pues percibe una aparente aceptación pública (falsa
humildad) que no se merece, en otras palabras siente una clara vanagloria.
En ambos casos, la finalidad de la tentación es paralizar al hombre
para que en el bien obrar no proceda adelante. El enemigo busca con la tentación venida de afuera que la persona no anuncie ni practique lo que está
viviendo en su conversión. El abatimiento por los pecados al igual que la
falsa humildad son dos extremos que anulan la misión, noción que Ignacio
ya señalaba en su carta a Teresa Rejadell:
Trae la tercera arma, que es de falsa humildad, es a saber: como ve al siervo
del Señor tan bueno y tan humilde, que, haciendo lo que el Señor manda,
piensa que aun todo es inútil, y mira sus flaquezas, y no gloria alguna31.
De tal manera, el núcleo de creerse muy poco e indigno para emprender una misión dentro de la iglesia o dejarse llevar por una falsa humildad
30
31
Cfr. Santiago Arzubialde,S.J., Op. cit., p. 798.
San Ignacio de Loyola, Op. cit., p. 730.
Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57
51
52
Virgilio Arias Salazar, S.J.
tiene el mismo objetivo y es que la persona se mire a sí misma y no ponga
su confianza en el Señor, en la misericordia de Dios32.
Esta última nota quiere enfatizar que el servicio apostólico no se debe
exclusivamente a nuestras fuerzas sino a la confianza en el Señor como lo
sugiere claramente Ignacio: «entonces debe de alzar el entendimiento a su
Criador y Señor» y así garantizar que la obra no depende de nuestros propios
méritos sino por la acción del Espíritu. Gracias a esta actitud de reverencia
al Creador y Señor el sujeto atacado por los escrúpulos logra reubicar gracias
a su juicio y a la fidelidad de su deseo el principio y el término de sus acciones. Adicionalmente, Ignacio retoma lo expuesto en la nota anterior33 sobre
el perdiametrum contra la tentación, es decir, hacer exactamente lo opuesto
a lo que la tentación mueve a realizar.
En este contexto particular el sujeto escrupuloso recibe una palabra
de la tradición espiritual que apunta a crecer en la conciencia del propio
pecado y en la atribución de todo mérito a Dios. Se trata de una palabra de
San Bernardo que aparece en el Flos Sanctorum: «Ni por ti lo comencé, ni por
ti lo dejaré»34. El sujeto aprisionado por los escrúpulos no logra identificar
de dónde viene ni para donde va, él se sabe entregado a un poder espiritual
del cual no tiene el secreto. Así el escrupuloso debe dejarse guiar, pero no
para esclarecer su juicio o para recibir fuerzas sino porque este engaño y esta
tentación arriesgan dejarlo sin esperanza y separado de su Creador y Señor35.
En síntesis, se puede afirmar que tanto el escrúpulo como la suasión
(insinuación o sugerencia) son dos tentaciones que se deben atacar frontalmente. El escrúpulo se ataca haciendo lo contrario de lo que pretende, en
donde el examen de conciencia cobra gran importancia. La sugerencia que
trata de desvirtuar la determinación tomada debe atacarse clarificando la
intención y revisando brevemente el proceso de elección sobre la materia y
la intención: si es buena y en servicio de Dios o por lo menos no en contra,
se ataca la tentación con la frase de San Bernardo «ni por ti lo empecé ni por
ti lo dejaré» y posteriormente hacer lo determinado36.
32
33
34
35
36
Cfr. Santiago Arzubialde,S.J., Op. cit., p. 798.
Cfr. Ejercicios Espirituales 350.
«nec propter te incepi, nec propter te finiam».
Cfr. A. Chapelle, Op. cit. p. 488.
Cfr. R. González, Op. cit. p. 285.
Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57
«Reglas para sentir y entender escrúpulos y suasiones de nestros enemigos» [345]
Según Arzubialde, las notas para entender y sentir los escrúpulos
permiten una purificación y una maduración de la conciencia moral en
cuatro niveles a saber: a nivel del recto juicio, precisamente para evitar todo
juicio erróneo. A nivel de una emotividad paralizante, puesto que la duda y
la turbación repliegan al sujeto sobre sí mismo apartándolo de Dios. Aunque
cuando es temporal permite un aquilatamiento del amor a Dios. A nivel de
la forma de ser caracterial en cuanto a la conciencia gruesa o delgada y el
último nivel es el de la confianza no en uno mismo sino en Dios37.
APLICACIONES CONTEXTUALES
Las aplicaciones contextuales que se pueden proponer para las notas
sobre los escrúpulos se deben asumir dentro de un presupuesto sobre la
conciencia que se encuentra en los mismos Ejercicios Espirituales:
Presupongo ser tres pensamientos en mí, es a saber, uno propio mío, el cual
sale de mi mera libertad y querer; y otros dos que vienen de fuera, el uno que
viene del buen espíritu y el otro del malo38.
Este principio aparece adjunto al examen general de conciencia al comienzo de la Primera Semana y a nivel antropológico muestra cómo San Ignacio
apunta a una conciencia humana libre, dinámica y dialogal. Por lo tanto, quien
vive los Ejercicios Espirituales toma conciencia de su «libertad y querer» frente
al amor de Dios (buen espíritu) y frente a la tentación (mal espíritu).
En el título que Ignacio propone para las notas sobre los escrúpulos se
habla de «sentir y entender» y precisamente se busca orientar un ejercicio de
libertad en la conciencia del sujeto frente al bien y el mal. Los escrúpulos por
lo tanto vienen de afuera y pueden ser superados o por otro lado si son vividos
temporalmente ayudan a purificar y aquilatar la conciencia como ya se vio antes39.
El verdadero escrúpulo, no el juicio erróneo, se inserta en la apertura
relacional de la persona y en su capacidad de libertad. En otras palabras, los
auténticos escrúpulos señalan una salida del yo y abren paso a una ética espiritual, es decir, que se avanza en un ejercicio de conciencia espiritual, «capaz
37
38
39
Cfr. Santiago Arzubialde,S.J., Op. cit., p. 800.
Ejercicios Espirituales 32.
Cfr. Ejercicios Espirituales 348.
Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57
53
54
Virgilio Arias Salazar, S.J.
de dejarse interpelar por la realidad exterior, de manera libre y responsable»40.
Igualmente, como ya se vio antes, los escrúpulos permiten buscar en la turbulencia, que el ánima procure solidarse en medio y en todo aquietarse hasta
llegar a pronunciar la máxima de San Bernardo: «ni por ti comencé y ni por
ti lo dejaré», una vez asumida una actitud similar el sujeto enfrentará los
escrúpulos sabiéndose querido y llamado a la comunión con Dios.
Retomando lo que se dijo sobre la naturaleza del escrúpulo como una
clara tentación que viene de fuera y asumiendo toda la dinámica que se presenta alrededor de fenómeno encontramos algunos puntos que nos permiten
claras aplicaciones en nuestra vida y de manera particular en el contexto
colombiano que busca la paz.
¾¾ Es necesario prestar bastante cuidado y atención con el juicio erróneo
que producimos en nuestro interior y que en ocasiones lo consideramos
como un verdadero escrúpulo. San Ignacio ya lo condena para que lo
aborrezcamos41. Ese juicio erróneo es un signo de un yo encerrado
que en términos de energía psíquica nos debilita y paraliza. En este
orden de ideas, determinados sectores de nuestra sociedad estarían
imbuidos en juicios erróneos paralizantes y cerrados sobre cómo se
debe asumir y construir la paz en Colombia.
¾¾ En el caso del verdadero y auténtico escrúpulo que viene de afuera
y que es una tentación, es nuestro deber asumirlo con gran finura
y delicadeza. El pensamiento que me llega me pone en la disyuntiva
«he pecado no he pecado» y ahí se presenta la duda y la turbación.
Aquí es de anotar que de la cantidad de tiempo que permanezca este
pensamiento en la persona va a depender si es o no es conveniente.
Si este pensamiento prevalece por mucho tiempo causando culpa,
miedo, pesar se convierte en una oscuridad que actúa en detrimento
de nuestra energía psíquica. Se genera un escenario de penuria que
nos restringe en nuestra libertad sin contemplar posibilidades lúcidas o creativas. En este escenario no nos sentimos partícipes de una
transformación social que depende de todos los ciudadanos de un
país. El deseo del enemigo a través del escrúpulo es paralizar dentro
de un narcisismo profundo en el cual la realidad ajena a la mía por
40
41
Cfr. M.A. Rui-Wamba, Escrúpulos: en Diccionario de Espiritualidad Ignaciana, Bilbao 2007, 793.
Cfr. Ejercicios Espirituales 348.
Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57
«Reglas para sentir y entender escrúpulos y suasiones de nestros enemigos» [345]
violenta o cruda que sea no tiene mayor importancia. He aquí como se
manifiesta la falta de participación en actividades políticas, públicas o
en la manifestación de simples actitudes que logran generar cambios
fundamentales en las sociedades.
¾¾ Cuando la duración de un escrúpulo es por «algún espacio de tiempo»
logra un cierto provecho espiritual pues purga y alimpia el ánima.
Esta dinámica permite un ejercicio valioso de la conciencia el cual
logra una interpelación frente a lo que sucede a nuestro alrededor. Se
podría decir que esta mirada positiva del escrúpulo rompe con aquella
parálisis narcisista y lanza al sujeto a vivir profundamente la libertad
que le otorga el simple hecho de ser hijo o hija de Dios. El beneficio
del escrúpulo por un determinado tiempo tendría grandes aplicaciones en nuestro contexto particular colombiano. Se me ocurre pensar
en el fenómeno de la corrupción tan generalizada en nuestro medio.
La vivencia del escrúpulo por cierto tiempo frente a la realización de
prácticas claramente corruptas como la evasión de impuestos, el inflar
o maquillar los presupuestos, el tratar de sobornar a las autoridades
competentes etc… animaría a una posible reflexión para emprender
determinados cambios ante realidades que ya se nos han convertido
parte de nuestra cotidianidad nacional.
¾¾ El hecho de asumir el escrúpulo como una posibilidad de purificación
y limpieza lanza al sujeto a vivir una tensión con su realidad. Así la
persona no haya cometido un pecado en cuanto tal, en un ambiente
tan convulsionado, tensionado y herido como es el de Colombia mucho aprovecharía sentir escrúpulo por un tiempo determinado. Este
escrúpulo, que presenta un cierto malestar interior podría apuntar
a generar compromisos de transformación social. La indiferencia de
tantos colombianos frente a las problemáticas políticas sería un móvil
para generar escrúpulos y de aquí una participación concreta y activa
en tantos cambios que se han de gestar en esta sociedad. En otras
palabras, el escrúpulo visto desde esta mirada sería el motor para que
el cristiano asuma su libertad y la ejerza en la construcción del país.
¾¾ La táctica que utiliza el enemigo con el ánima consiste en llevarla a
los extremos. Si delgada procura adelgazarla más haciéndola imaginar
pecados donde no los hay y si es gruesa el enemigo procura engroApuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57
55
56
Virgilio Arias Salazar, S.J.
sarla más para que no consienta ningún tipo de pecado, inclusive
dice Ignacio el pecado mortal. Esta dinámica también se puede ver
reflejada en nuestra situación actual en Colombia. Me atrevo a decir
que la gran mayoría de los colombianos caemos en la dinámica de un
anima gruesa que se engruesa cada vez más. Nuestra memoria histórica es bastante débil y siento que ante tantos crímenes de guerra
en nuestra historia nos hemos acostumbrado a olvidar rápidamente
y a convertirnos insensibles a tantos pecados que se han cometido en
nuestro cruento caminar como nación. Estaríamos frente a la posibilidad de plantear un «escrúpulo mnémico» que nos permita recuperar
nuestra historia para asumirla de una manera reparadora. Frente a
un proceso de paz el punto de las víctimas, como todos sabemos, debe
tener una importancia capital. No se puede permitir dejar en el olvido
a tantas víctimas de cualquier grupo armado por el hecho habernos
acostumbrado a ver con frecuencia el pecado en nuestra sociedad.
¾¾ El hecho de que nuestras ánimas estén gruesas y se hayan engrosado
frente a nuestra dolorosa realidad no nos exime a que no podamos
hacer algo para adelgazarla como lo propone Ignacio. El adelgazar el
ánima para nosotros sería disponernos desde nuestra condición de
cristianos, cristianas acogidos por la misericordia de Dios a abrirnos
a reconocer cómo el pecado social que pulula en nuestro país también
nos afecta y que en la medida que somos indiferentes frente a esa
realidad lo estamos promoviendo y fortaleciendo.
¾¾ Ahora bien, frente al escrúpulo el ánima delgada no puede permitir
estrecharse hasta el extremo sino que como dice Ignacio debe procurar
solidarse en el medio para todo aquietarse42. En esta nota respecto
al ánima delgada se busca enfrentar la dinámica del enemigo con lo
contrario, que es precisamente apuntar a un equilibrio y una paz de
conciencia fruto del ejercicio de la libertad humana. En un ámbito de
guerra, como lo encontramos en muchas regiones de nuestro país, se
desea enfrentar el enemigo exterminador de la misma manera como él
ataca y aquí San Ignacio se va por el camino de ejecutar lo contrario
para lograr el justo medio el cual se podría concretizar precisamente
en la manera cómo se debería llevar a cabo un diálogo entre actores
42
Cfr. Ejercicios Espirituales 350.
Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57
«Reglas para sentir y entender escrúpulos y suasiones de nestros enemigos» [345]
armados de un conflicto, en el cual se logren relaciones y acuerdos
de gana-gana y no de gane-pierda o pierda-pierda.
¾¾ En la 6° nota sobre los escrúpulos43 se plantea la situación de un
ánima buena que desea hablar u obrar dentro de la Iglesia y le llega
una tentación o pensamiento para impedirle que hable por sentir que
es muy grande o por sentir una vanagloria. Ignacio de nuevo plantea
hacer lo opuesto dirigiendo su mirada a su Criador y Señor, es decir,
volviendo a su fuente inicial. Esta nota quizás la podemos encontrar
en tantas personas que luchan en nuestro país por la construcción
de la paz y que son intervenidas por
Las tentaciones del
diferentes fuerzas políticas, sociales,
gubernamentales o inclusive oscuras enemigo manifestadas
para que no continúen con su buen
propósito. A estas personas si su de- en los escrúpulos no
seo por la paz es limpio y transparente buscan otro objetivo
ninguna tentación los debe manipu- que encerrar al sujeto
lar en su libertad y por el contrario
y cortarle toda
deberían asumir la recomendación
relación con Dios
ignaciana con la máxima de San Bernardo: «ni por ti comencé y ni por ti lo
dejaré» respecto a su deseo y búsqueda de construir y aportar a la paz.
¾¾ Finalmente, considero que las notas para sentir y entender escrúpulos
aunque con frecuencia no son muy recomendadas por los directorios
de los Ejercicios Espirituales, encierran una gran sabiduría para vida
cotidiana que inicia el ejercitante al terminar su experiencia de oración. Estas notas garantizan al sujeto que pueda vivir de manera libre
y auténtica su relación con el amor de Dios que siempre se le ofrece
abierta y gratuitamente. Las tentaciones del enemigo manifestadas en
los escrúpulos no buscan otro objetivo que encerrar al sujeto y cortarle
toda relación con Dios. Sin embargo, en nuestros acompañamientos
no hay que temer a recibir una persona propensa a este ataque tan
normal en la vida espiritual pues precisamente puede ser la mejor vía
para recobrar esa relación dialogal con Dios.
43
Ibíd., 351.
Apuntes Ignacianos 72 (septiembre-diciembre 2014) 41-57
57
Descargar