Estrategia en Salud Mental del Sistema Nacional de Salud La Estrategia en Salud Mental del Sistema Nacional de Salud (…) es el resultado de un acuerdo alcanzado el 11 de diciembre de 2006 por todas las Comunidades Autónomas (…) para "mejorar la atención a los pacientes, reducir el estigma y la marginación a que se ven sometidos e impulsar la prevención, el diagnóstico precoz, el tratamiento, la rehabilitación y reinserción social" En su conjunto, los trastornos mentales constituyen la causa más frecuente de carga de enfermedad en Europa, por delante de las enfermedades cardiovasculares y del cáncer. Además, su impacto en la calidad de vida es superior al de enfermedades crónicas como la artritis, la diabetes o las enfermedades cardíacas y respiratorias. En España, excluyendo los trastornos causados por el uso indebido de sustancias, se considera que aproximadamente el 9% de la población padece en la actualidad algún tipo de trastorno relacionado con la salud mental y que algo más del 15% lo padecerá a lo largo de su vida. En el año 1998, estas enfermedades supusieron en nuestro país un coste total de aproximadamente 3.000 millones de euros, entre costes directos (hospitalización, medicamentos…) e indirectos (invalidez, pérdida de vida laboral, muertes prematuras…). Los expertos distinguen entre trastornos mentales comunes (relacionados con estado de ánimo, como la depresión, o con problemas de ansiedad, como pánico, fobias o estrés postraumático) y trastornos mentales graves (mayoritariamente la esquizofrenia y el trastorno bipolar). Entre los trastornos comunes, España es el segundo país de la UE con tasas de prevalencia más bajas, por detrás de Italia. Al igual que en otros países, estos trastornos afectan más a las mujeres que a los hombres, y su incidencia aumenta con la edad y con características sociodemográficas como el vivir sin pareja, no desarrollar actividad laboral (desempleados, jubilados o en situación de baja) o vivir en zonas urbanas. La principal causa de discapacidad entre los trastornos mentales comunes son los trastornos afectivos. Entre ellos, la depresión ocupa el cuarto lugar entre las causas de morbilidad y se prevé que en el año 2020 pase a ser la segunda. Por su parte, los trastornos mentales graves son menos frecuentes que los comunes y, en general, más discapacitantes, y suponen además una mayor carga para la familia de los afectados. El cuidado del paciente con esquizofrenia, por ejemplo, supone de 6 a 9 horas diarias para las personas que los cuidan, generalmente mujeres, lo que conlleva también efectos negativos en su vida laboral, social y familiar, cuando no la aparición de problemas de salud mental para los propios cuidadores. El suicidio se relaciona con una gran variedad de trastornos mentales graves. La tasa de mortalidad por suicidio ajustada para la edad y el sexo de las personas que padecen un trastorno esquizofrénico es 9 veces mayor que la de la población general. En la depresión mayor el riesgo se multiplica por 21, en los trastornos de alimentación por 33 y en la drogadicción por 86. En cuanto a cifras globales, es de destacar que España se encuentra entre los países europeos con menores tasas de suicidios (de 2000 a 2004 esta tasa ha bajado de 6,35 a 5,32 casos por cada 100.000 habitantes). Las enfermedades mentales son consideradas como un problema de salud pública con una gran repercusión sobre la morbi-mortalidad, la calidad de vida de pacientes y familiares y el uso de recursos del sistema sanitario. Además, se debe tener en cuenta también el sesgo de género en el abordaje de estas enfermedades, ya que en general las mujeres acuden más que los hombres al médico si perciben este tipo de trastornos. Por otro lado, el personal sanitario tiene mayor tendencia a diagnosticar depresión a mujeres que a hombres con la misma sintomatología, y es mayor la probabilidad de que a las mujeres se les receten psicofármacos. La articulación y regulación del Sistema Nacional de Salud, por medio de la Ley General de Sanidad, y la descentralización del Estado con la progresiva transferencia de las competencias en sanidad a las Comunidades Autónomas, constituyen el punto de partida y el marco que han permitido el desarrollo de la atención a la salud mental en las últimas décadas. La Ley 14/1986, General de Sanidad, en su artículo 70, establece que la coordinación general sanitaria incluirá la determinación de fines u objetivos mínimos comunes en materia de promoción, prevención, protección y asistencia sanitaria, así como el establecimiento con carácter general de criterios mínimos, básicos y comunes de evaluación de la eficacia, y rendimiento de los programas, centros y servicios sanitarios. La Ley establece, además, que el estado y las comunidades Autónomas podrán establecer estrategias y actuaciones sanitarias conjuntas, que si implicaran a todas ellas se consensuarían en el seno del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. La Ley 16/2003, de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud, reconoce al Ministerio de Sanidad y Consumo competencias para el establecimiento de bases y coordinación general sanitaria y para impulsar la elaboración de planes integrales de salud sobre las patologías más prevalentes y otras actuaciones en coordinación con las Comunidades Autónomas. En el marco de la Unión Europea, hay que tener en cuenta que en la Conferencia de Helsinki, celebrada en enero de 2005 bajo el lema Enfrentando desafíos, construyendo soluciones, los y las representantes de los Ministerios de Sanidad de los 52 Estados participantes suscribieron la Declaración Europea de Salud Mental. Esta Declaración considera la salud mental como una prioridad sanitaria, económica y social y, en consecuencia, insta a los sistemas sanitarios europeos a formular estrategias en salud mental que integren la promoción y prevención de los factores determinantes y de riesgo asociados a los trastornos mentales, las intervenciones terapéuticas, la rehabilitación, los cuidados y el apoyo social, potenciando la atención comunitaria y las redes integrales de cuidados y trabajando eficazmente para reducir el estigma asociado a la enfermedad, el enfermo y su entorno familiar. En desarrollo de las medidas incluidas en la Declaración Europea de Salud Mental, el Ministerio de Sanidad y Consumo, a través de la Agencia de Calidad, inició los trabajos de elaboración de una estrategia específica para nuestro Sistema Nacional de Salud. El 21 de marzo del corriente se presentó la Estrategia en Salud Mental del Sistema Nacional de Salud. Es el primer resultado de un acuerdo alcanzado el 11 de diciembre de 2006 por todas las Comunidades Autónomas (en el Consejo Interterritorial, órgano de coordinación entre las administraciones) para "mejorar la atención a los pacientes, reducir el estigma y la marginación a que se ven sometidos e impulsar la prevención, el diagnóstico precoz, el tratamiento, la rehabilitación y reinserción social". Como otras iniciativas similares (estrategias del cáncer, cuidados paliativos) Sanidad sólo puede pactar unos mínimos. Su desarrollo es autonómico. La Estrategia en Salud Mental se estructura en seis grandes líneas estratégicas: Promoción de la salud mental de la población, prevención de la enfermedad mental y erradicación del estigma asociado a las personas con enfermedad mental. Hasta hace unos años se consideraba que el abordaje de las enfermedades mentales podía ser resuelto únicamente por medio del tratamiento y la rehabilitación. Sin embargo, investigaciones más recientes han probado que la promoción de la salud mental y la prevención de estos trastornos pueden reportar también beneficios muy significativos. Por este motivo, la estrategia incide en la puesta en marcha de una serie de intervenciones para promover la salud mental en distintos grupos de edad y población, tanto a través de los medios de comunicación, como en el desarrollo de grupos en su propio entorno para fomentar el apoyo social, la autoestima y el desarrollo de habilidades sociales, entre otras. Asimismo, se potencian acciones específicas para apoyar a los profesionales sanitarios y a las familias cuidadoras de enfermos crónicos de cualquier patología, actividades de colaboración con el ámbito de la salud laboral y con el Plan Nacional sobre Drogas, e intervenciones en casos con alto riesgo de exclusión o marginación social y otros grupos de riesgo para prevenir la enfermedad mental, las adicciones y el suicidio. Por último, se considera un objetivo muy importante de la estrategia la lucha contra el estigma y la discriminación que todavía sufren las personas con enfermedad mental y sus familiares, para lo que se actuará en la erradicación de las barreras aún existentes, potenciando los ingresos en hospitales generales y desarrollando campañas de sensibilización para la integración completa de estas personas. Atención a los trastornos mentales.- En esta línea se abordan las medidas encaminadas a que las personas con enfermedad mental y sus familiares reciban una atención basada en las mejores evidencias científicas, mediante una atención personalizada (plasmada en un plan individualizado de atención) y coordinada, e integrada a su vez en una red comunitaria accesible de distintos dispositivos. Uno de los objetivos prioritarios en este terreno es aumentar el número actual de personas que acceden a psicoterapia y rehabilitación, hoy aún por debajo de lo considerado adecuado, así como prestar apoyo específico a las familias de las personas con enfermedad mental grave. También se recogen medidas de atención específica a niños y adolescentes, y otras para evitar los abandonos del tratamiento en personas con trastornos graves y para aplicar el adecuado tratamiento de las personas que se encuentran cumpliendo condena en instituciones penitenciarias. Por último, la estrategia considera también necesario implantar procedimientos que garanticen el respeto a los derechos y la dignidad de los pacientes en cuestiones tan delicadas como los tratamientos y hospitalizaciones involuntarias. Coordinación intrainstitucional e interinstitucional.- La estrategia promueve la cooperación y corresponsabilidad de todos los departamentos y agencias involucrados en la mejora de la salud mental (sanidad, servicios sociales, trabajo, educación, vivienda, justicia, etc.), así como la participación de las personas que padecen estos trastornos mentales, sus familiares y los profesionales en todos los ámbitos de la salud mental, incluyendo la planificación y evaluación de los servicios. Formación del personal sanitario. Uno de los problemas que afecta en la actualidad al Sistema Nacional de Salud en el marco de la atención a la salud mental es el menor número de profesionales sanitarios que se dedican a este ámbito en comparación con otros países europeos. Por este motivo, un apartado fundamental de esta estrategia lo constituye el desarrollo de planes de formación para los profesionales para atender adecuadamente las necesidades de la población en esta materia. Investigación en Salud Mental.- Las Comunidades Autónomas y el Ministerio de Sanidad y Consumo, a través del Instituto de Salud Carlos III, promoverán líneas de investigación interdisciplinarias sobre este tema, así como redes acreditadas de centros de investigación en salud mental. Sistemas de información y evaluación.- Ministerio y Comunidades Autónomas evaluarán periódicamente el desarrollo y aplicación de los objetivos y recomendaciones incluidos en esta estrategia, siguiendo los indicadores establecidos, con el objetivo de que al menos cada dos años se disponga de la información necesaria para analizar su impacto e implantación. Además, se introducirá en la Encuesta Nacional de Salud un bloque concreto de cuestiones para obtener un índice general referido a salud mental. Bibliografía 1. Estrategia en Salud Mental del Sistema Nacional de Salud. Sanidad 2007. Ministerio de Sanidad y Consumo 2. Notas de Prensa del Ministerio de Sanidad y Consumo.